[Bosque de los 100 Acres] Malentendidos lejos de casa

por **Deja** » Mié Ago 15, 2012 10:45 pm

Participantes:
- Sam
- Nadhia Hodges

Ubicación:
Bosque de los 100 Acres
y
Cronología:
Sam: Posterior a la trama "Problemas en el ciberespacio" y antes del Evento Global
Nadhia: Posterior a la trama "Dead Space" y antes del Evento Global

Aproveché el día libre para juguetear con Rydia. ¿Qué mejor lugar que el 'Bosque de los 100 Acres', siempre soleado y acogedor, para disfrutar de la perruna compañía de mi mascota?

El caso es que, tras muchas dificultades para encontrar el libro (y, por qué no añadir, algunas más para abrirlo), conseguimos teletransportarnos al mundillo que nos retendría durante la infinita tarde. Una vez allí, saltando y correteando, no tardamos en oler la deliciosa miel que escondían los árboles.

En concreto había un árbol de mayores proporciones que el resto. La reacción fue lógica: más grande, mejor y más rica miel. Allí nos dirigimos como dos tortolitos, chocando las colas a cada paso y dejando las huellas por los andrajosos caminos. Ninguno de ambos conocía el camino, pero fue fácil atajar por entre las hierbas, guiándonos por la altura del árbol y por el olfato.

Fue a punto de llegar cuando, por desgracia, Rydia se lanzó por entre unas ramas, aprovechando que no eran muy espesas ni peligrosas, para no tener que rodear un pasillo mucho más largo. Yo, sin quererlo ni beberlo, salí disparado tras de ella. Tampoco estaba dispuesto a dar tropecientas mil vueltas.

Y digo por desgracia porque, en una afana distracción, pisé unas silvas predispuestas cual trampa para conejos y enredé mi pata. Le quité importancia al asunto diciéndole a Rydia que continuará sin mí, que no era nada, y intenté romperlas con los colmillos. Era doloroso, cuanto menos, para mi pata y para boca.

por **EspeYuna** » Mié Ago 15, 2012 11:10 pm

Había pasado mucho tiempo desde mi última visita a aquel bosque tan acogedor, con el olor a la más rica y apetecible miel. Sin contar con la hermosura de sus árboles.

Abrí los ojos, totalmente desorientada. Bostecé y miré a mi alrededor. Me encontraba en la sombra del árbol que conformaba la casa de Pooh, el simpático oso que habitaba en el Bosque de los 100 Acres. ¿Me había quedado dormida?

Aunque no era de extrañar, pensé. Tras los últimos acontecimientos sucedidos en Espacio Profundo, con Fyk... ¿estaría bien? El caso es que intenté distraerme lo máximo posible con mis entrenamientos, entretenerme con lo mínimo para evitar pensar en todo lo sucedido... muchas veces sin éxito alguno.

Había pasado unos días desde entonces. Pude hablar con Kit sobre el broche, no sin antes poder entenderme, estallar a carcajada limpia en mis narices. Pero, por alguna extraña razón, llegó a creerme. O no, porque tenía una laguna mental sobre aquella noche que pude reunirme con él tras lo de Espacio Profundo. ¿De veras llegó a creerme, o se estaba burlando de mí todavía? Quién sabe.

Aquel día no había tenido entrenamiento, ni clases. Pensé en encontrar a alguien con quien entrenar, e incluso busqué a Zait, por si quería seguir con mis lecciones de lectura. Al no encontrarlo por ninguna parte, fui a la biblioteca, cogí un libro de hechizos y, sin pensarlo dos veces, me adentré en aquel singular mundo, buscando tranquilidad para leer.

Estirándome, pude ver cómo Pooh volvía a su casita. Sorprendido de verme allí, se me acercó y se tiró al suelo, haciéndome compañía.

Me contó su estancia en casa de un amiguito suyo, Piglet. ¿Otro oso? Según Pooh, Piglet era muy pequeñito y tenía miedo por muchas cosas, pero luego era capaz de demostrar la valentía que escondía dentro.

Pero algo me llamó la atención de nuestra conversación: la razón por la que Pooh había estado casi todo el día con Piglet, es porque éste había visto en el bosque algo. Un animal, negro como el carbón, rápido, acechando entre los árboles en busca de miel. Por un momento, tras describirme su aspecto, sólo pude pensar en una cosa: un sincorazón.

¿Cómo? ¿Un sincorazón en el Bosque de los 100 Acres? ¡Imposible! Tierra de Partida estaba bien protegida, y el libro también.

Pero no podía confiarme tras escuchar las palabras de mi amigo glotón. Me levanté, dejé el libro a salvo en la casa de Pooh y me dirigí al bosque, dispuesta a investigar.

Me despedí del pequeño osito, quien movía su zarpa de peluche a través de su ventana, observando como yo desaparecía por el camino de la colina.

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por **Deja** » Lun Ago 20, 2012 5:43 pm

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No tardé mucho en recordar el doble salto que había hecho en su tiempo Saxor para conseguir miel del árbol. Intenté lo mismo. Nada.

La miel no caía.

Yo no la alcanzaba.

Probó Rydia. Pero nada. Ni siquiera pudo hacer el doble salto. Tan solo conseguíamos oler su delicioso aroma y el insultante premio de rozar las ramas.

Por suerte, mientras dábamos vueltas al árbol se me ocurrió buscar ayuda. Se lo anuncié en pocas palabras y asintió a la primera de cambio. Me dispuse a salir corriendo y hablar con el primero que encontrase.

Mientras tanto, Rydia continuaba saltando inútilmente para llegar a la miel.

por **EspeYuna** » Mar Ago 21, 2012 9:08 pm

Me era casi imposible imaginar que un mundo como El Bosque de los 100 Acres fuese invadido por sincorazón.

"Imposible, imposible", aunque, ¿por qué no?

Espacio Profundo tenía un gran cuerpo de seguridad, una defensa espectacular... y todo se fue al traste por culpa de una fugitiva... Chihiro.

Intentando que los recuerdos no volviesen a mí, examiné los alrededores del prado, aquel con un gran tronco gigante, donde muchas veces Pooh se sentaba a meditar con su característico "Piensa, piensa, piensa..."

Me adentré en el bosque. No era muy parecido al de Villa Crepúsculo. A diferencia de éste, el del hogar de Pooh desprendía alegría. No me daba miedo andar sola por allí, pues los demás animales que componían aquel mágico libro me saludaban a menudo, e incluso alguna ardilla me había ofrecido frutos secos.

Pero todo se volvió oscuro para mí cuando pude observar en la lejanía un extraño animal. Grande, parecido a un enorme tigre del que había leído en infinidad de libros. Era extraño, pues, a pesar de que muchos animales del bosque no eran precisamente de carne y hueso, aquella criatura no concordaba con el hábitat.

Saltaba sin cesar, intentando alcanzar algo en lo alto de un árbol. Desde mi posición no podía ver de qué se trataba, pero una idea pasó por mi cabeza.

Si era un sincorazón, esa desesperación por conseguir algo... ¿¡un corazón!?

—¡Alto! —grité, invocando mi Llave-Espada. Cuando hube llamado la atención del extraño sincorazón, busqué su símbolo, el que le nombraban un ser de oscuridad. No lo encontraba. ¿No tenía? ¿Entonces... había nacido de pura oscuridad? Había leído acerca de un tipo de sincorazón llamados Neosombras, que, al igual que las sombras, no procedían de un corazón, sino de la más absoluta oscuridad.

Era un alivio pensar que todavía no había atacado a ningún habitante del libro con sus afiladas garras, así que, decidida, apunté con mi arma hacia el sincorazón.

—¡Perla! —exclamé, esperando que mi ataque diese en el blanco y que no fuese necesario invocar otro hechizo.

por **Deja** » Jue Ago 30, 2012 11:05 pm

Sin comerlo ni beberlo, me detuve en seco al escuchar el gemido producido por mi acompañante debido al duro golpe mágico que acababa de recibir.

Perla, descubriría poco después en un entrenamiento con mi maestro que se llamaba aquel conjuro. Sumado a esto, también sabría que no era letal, ni siquiera fatal o peligroso. Pero claro, no era conocedor de toda esta información en el instante en el que corría a la desesperada hacia el árbol, en el que la perra casi petrificada me esperaba jadeando.

Ella, por otra parte, había caído haciendo una parábola. No pude ver ni el golpe ni la primera respuesta física, pero más o menos soy capaz de imaginar que sucedió. El conjuro, poco potente en cualquier otra situación, pero casi mortal en esta, había impactado en el pecho del animal y había provocado una caída prematura sobre una de las raíces más gordas del árbol.

Me acerqué a ella rápidamente, resbalando en algunas hierbas pero sin parar la marcha. La miré de arriba a abajo y me di cuenta de que su aspecto era bueno, aunque mejorable, estaba bastante bien. Mi instinto canino fue superior en aquel momento, y antepuso la prioridad de "destruir" antes que la de "salvar".

Me armé de valor y me lancé a por la figura que se sostenía sobre dos patas y alzaba una Llave-Espada. Quizás por la furia, quizás por la pasión, quizás por la tensión, o... ¡qué coño! Pequeños relámpagos y rayos surgieron de mi cuerpo, cubriendo todo de color amarillo, tal que la cola parecía normal respecto al resto. Sentí que la electricidad fluía por todo mi cuerpo junto con la sangre y me apresuré a aprovechar el momento para embestir.

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por **EspeYuna** » Sab Sep 01, 2012 8:35 pm

¡Diana! Mi hechizo alcanzó al "ser de oscuridad", que no pudo resistir el ataque mágico y su cuerpo cedió, chocando contra uno de los árboles del bosque.

Pero no había desaparecido... ¿necesitaría un último golpe de gracia? Alcé de nuevo mi Llave-Espada, sentenciando el final para aquella criatura, cuando de repente, apareció otro ser.

Un animal que andaba a cuatro patas se acercó a la víctima de mi ataque. A diferencia del supuesto sincorazón, su pelaje era más claro, de un color muy bonito a la luz del sol. Su pelo finalizaba en destellos dorados, tanto en sus extremidades como en su cola, no tan larga como la de su compañero, pero sí igual de hermosa. ¡Un momento! Eso... no parecía... ¿un perro? ¡Oh no! ¿Había metido la pata? El canino me mostró sus afilados dientes, enfurecido. Un aura de magia —¿eso eran chispas?— se apoderó de su cuerpo. Pero no era oscuridad, era la magia electro cubriendo cada palmo de su pelaje, haciéndole parecer una estatua de oro viviente.

Acababa de meterme en un buen lío.

Pero antes de que pudiese reaccionar, salir corriendo o pedir disculpas, el animal embistió contra mí. Tenía buenos reflejos, pero la confusión y el error que había cometido me jugaron una mala pasada.

Tan pronto como pestañeé unas milésimas de segundo, sentí el fuerte placaje del canino. Pero no era una simple embestida, claro que no, pues sentí grandes calambres fluir por mis brazos, piernas y cuello. ¿Esa era la sensación de meter los dedos en un enchufe?

Caí al suelo, incapaz de moverme durante unos instantes.

—A-ay.. —me levanté poco a poco, esperando a que el efecto de la electricidad desapareciera— L-lo siento mucho. No, no era mi intención...

Una cosa estaba clara: no eran sincorazón. Pero no parecían animales del Bosque de los 100 Acres. Sobresalían tal como yo lo hacía al lado de Pooh. ¿Serían de otro mundo?