[Tierra de Partida] ¡Al ladrón!

por **Nell** » Mar Ago 21, 2012 1:57 am

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Como cada mañana, los aprendices aprovechaban su tiempo libre para realizar las tareas que más les apeteciese: entrenar con la Llave Espada, hacer Misiones del Tablón, practicar el manejo de los Gliders o, simplemente, hacer el vago, como era más habitual. Al menos, en lo que a Hana respecta, pues la joven creía firmemente que la fuerza se obtenía a través de la experiencia, de aventuras inimaginables, y no de libros o de blancos inmóviles con los que batirse tontamente.

Llevaba varios días en Tierra de Partida, descansando y holgazaneando, aunque sí en ciertas ocasiones se había visto obligada a entrenar cuando Rebecca la requería. Los piratas sólo la habían dejado utilizar dagas pequeñas hasta entonces, por lo que tuvo que acostumbrarse a un arma más grande. Por lo demás, iba descubriendo los misterios de la magia poco a poco, aún recelando de ella, y escaqueándose como podía, como tiene que ser.

El caso es que, en un aburrido día en el que, como no, no tenía nada que hacer, encontró en la Tienda Moguri un objeto peculiar: un monopatín. Había visto varios en los escaparates de ciertas tiendas, pero nunca había probado uno. ¿Para qué lo iba a necesitar en alta mar? Al final, se decidió a adquirirlo, con el pretexto de que aprender a utilizarlo sería el pasatiempo perfecto para que transcurrieran rápidamente las horas muertas.

Así pues, llegó un día recién desayunada a su habitación, dispuesta a descansar un rato antes de irse a patinar. En realidad, en vez de descansar, se trataba de bajar la comida, porque quería evitar, en la medida de lo posible, espectáculos bochornosos relacionados con caídas y vómitos.

Llevaba ya un rato en su habitación cuando se dio cuenta. Volvió a fijarse. Y una, y otra, y otra vez. Pero nada. Su monopatín no estaba apoyado en la puerta del armario, donde habitualmente solía dejarlo.

—Qué raro —masculló, en voz baja, para sí. Se levantó de la cama y fue a mirar por la zona—. ¿Dónde lo dejé ayer?

Rebuscó por toda la habitación. Bajo la cama, dentro del armario, detrás de los muebles e, incluso, en el baño. Cuando se dio cuenta de que había desaparecido por completo, salió al pasillo y echó a correr, reconstruyendo el recorrido que realizó al regresar la noche anterior a dormir, con el monopatín a cuestas. Sí, no había duda, lo había llevado a su cuarto. Entonces, ¿dónde estaba?

Llegó, finalmente, a los Jardines de Tierra de Partida. Obviamente, ni rastro de él. Y también le costó a la joven llegar a la peor, y posiblemente acertada, conclusión.

—¡Mierda, mierda, mierda! —exclamó, a nadie en particular—. ¡Me han robado!

Quien roba a un ladrón, mil años de perdón. Pero, en este caso, como Hana lo pillase, lo que se iba a llevar era un buen mamporro.

por **Mogu** » Mar Ago 21, 2012 7:55 am

Aun se sentía todo tan extraño que se me hacia un poco difícil adaptarme. Probablemente era justificable debido a que no llevaba mucho tiempo en Tierra de Partida y que desde un principio el único conocido y con el que había podía hablar, era mi maestro a quien no podía entablar una sola conversación sin sacarme en cara lo novata que era.

Ante aquel pensamiento no pude evitar dar un pequeño gruñido mientras seguía caminando por los pasillos abrazando en contra de mi pecho un libro que recién había sacado de la biblioteca y dirigiéndome a mi habitación después de haber terminado de desayunar.

Eran muy escasas las veces que Akio no me citaba en la mañana para poder entrenar con el, y siendo esta una de esas oportunidades, no la iba a desperdiciar, decidiendo ir a descansar a mi cuarto y leer un buen libro sobre magia y hechizos que me había llamado la atención mientras examinaba los estantes.

Apenas puesto mis manos en la manilla de la puerta y al notar que esta cedió con facilidad, no pude evitar mostrar mi extrañeza, intentando recordar si antes de irme la había cerrado.-Había jurado que cerré con llave.-Me respondí a mi misma decidiendo finalmente entrar no sin antes mirar hacia todos lados y moviendo alguna que otra cosa para ver si es que ya no estaba al momento de ingresar.

Revoloteando por todos lados y al ver que todo estaba como pensaba debería estar, decidí ignorar lo que había sucedido con la puerta, sentándome en la orilla de la cama y apoyando el libro encima del velador. Allí fue cuando nuevamente me atrajo la curiosidad, mirando el mueble otra vez pero más detalladamente para ver si es que no me había equivocado, notando en ese momento que faltaba un objeto muy preciado para mí y que hizo que comenzara a desesperarme, reanudando mi búsqueda por alrededor del cuarto sin encontrar ni rastros de el.

Mi llavero que me habían regalado y que a pesar que era un objeto sencillo, guardaba un valor sentimental para mí ¡Ya no estaba!

-¿¡P-pero para que se lo llevarían!? – Intente razonar quitando la idea de un posible robo, pensando que probablemente se había enganchado a la ropa y se callo por accidente en el pasillo o en algún lugar que hubiese transitado. A la espera que fuera esto cierto comencé a correr por entre los pasillos disculpándome y preguntándole persona que veía en el pasillo si es que sabían algo de este.

Ya había llegado hacia la puerta que daba al jardín…y nada, tampoco la información que las personas le brindaban era útil. Mire desilusionada en dirección hacia el jardín y dando un leve suspiro decidí salir mirando hacia todos lados repitiendo la misma pregunta a los que encontraba afuera, llegando finalmente hasta una chica de pelo azulado que le llegaba un poco mas arriba de los hombros y que llevaba un pañuelo anaranjado alrededor de la cabeza.

-Disculpa.-Le pregunte algo indecisa al ver que se veía algo molesta.-De casualidad ¿No has visto un llavero con forma de un perrito café?...es muy reconocible, tiene un tamaño mediano y a un lado tiene escrito “Puni Puni”.-Le mire algo suplicante como si esperase a que ella lo hubiera encontrado o por lo menos que lo hubiese visto.

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por **Nell** » Jue Ago 23, 2012 9:24 pm

Aún estaba Hana maldiciendo para sus adentros, echando cuentas del tiempo que llevaba desaparecido su monopatín, por si el robo había sido de noche o mientras ella desayunaba, cuando una aprendiza interrumpió el hilo de sus pensamientos. Se trataba de una joven muy rara, de cabellos plateados y ojos bastante claros, casi de un tono fantasmal. Y, precisamente, hacía poco comenzaba a fluir historietas de terror sobre espíritus, aunque Hana no prestaba atención a paparruchas semejantes.

El caso es que le preguntaba sobre un llavero de un ¿perrito?, que parecía haber perdido, y además con la inscripción Puni, Puni. Si no fuera porque estaba aún pensando en el monopatín, Hana habría tenido que contener la carcajada. ¿Quién querría recuperar algo así? ¡Ni siquiera parecía tener un gran valor monetario!

«Un monopatín robado y un llavero perdido… ¿En serio no te dice nada?».

Hana ladeó la cabeza. No, en absoluto. Aquellas dos desapariciones no tenían porqué estar conectadas. ¿Qué skater iba a querer semejante accesorio perruno? Ninguno. O puede que sí. O que no.

Incapaz de decidirse, y de posponer la respuesta, se dirigió a la chica.

—No he visto nada así —tuvo que mirar de nuevo a la chica para ablandarse y, finalmente, reconocer lo que preferiría callarse—. Pero me ha desaparecido mi monopatín. Y estoy segura de que me lo han robado. ¿A ti también, verdad? —preguntó.

Deseaba que la respuesta fuese afirmativa, ya que eso significaría que no se habían fijado en ella por nada en particular. Simplemente, el ladrón cogía lo que quería, de quién quería. Lo que no sabía semejante tipejo es que se había metido con alguien lo suficiente orgulloso como para pasarle la chiquillada.

—Hace poco que he llegado a Tierra de Partida y no conozco a nadie, así que no sé si ha habido más casos de robos —meditó Hana—. ¿Conoces alguno?

Si había habido más robos, entonces, Hana se proponía buscar a las víctimas para seguir la pista del delincuente. En cuanto lo pillase le darle su merecido. Y, ¿por qué no? Podría quedarse con los objetos de valor que hubiese conseguido. Excepto el llavero. Ése sí que no tenía ningún problema en devolverlo, porque poco iba a poder sacar con él, ni tampoco querría quedárselo.

por **Mogu** » Vie Ago 31, 2012 1:26 pm

La chica parecía muy molesta, se pudo sentir apenas me le había acercado a preguntarle y más ahora que se encontraba como reflexionando, mirándome de vez en cuando y luego hacia otro lado como para sacar conclusiones solas, o quizás solo eran ideas mías.

Permanecí a su lado a espera que me diese su respuesta y a la espera que fuese la que estaba buscando, aunque probablemente serian como las negatorias del resto de los demás que no habían visto nada. Sin embargo cuando me dirigió la mirada nuevamente como para poder responderme, no pude evitar dar una sonrisa esperanzada…tal vez…

—No he visto nada así —Di un largo suspiro agachando un poco la cabeza algo insatisfecha con la respuesta aunque en cierto modo me lo esperaba.- Pero me ha desaparecido mi monopatín. Y estoy segura de que me lo han robado. ¿A ti también, verdad? —Antes de que pudiese de igual manera agradecerle, la chica preguntó seguidamente dejándome un poco sorprendida al ver que a ella también se le había desaparecido algo.

A pesar en una parte sentía que por distraída se había me había caído camino hacia la biblioteca o hacia mi habitación, la otra mayoría apuntaba al hecho que me habían robado en mi propio cuarto. Estaba segura que esa mañana no lo traía conmigo por la misma razón de poder perderse por el camino, convenciéndome finalmente por la última opción.

-Ahora que me lo mencionas, puede ser.-La mire afirmando con mi cabeza ya mas segura de mi respuesta.- Eso ha de ser, a menos que les hayan crecido pies para irse solos.-Comente entre una risa y en un tono serio, al pensar que había un ladrón entre nosotros.

“¿pero para que querría un llavero y un skate?” Eran cosas muy distintas como para poder definir el perfil del ladrón o por ultimo saber el porque del robo.

—Hace poco que he llegado a Tierra de Partida y no conozco a nadie, así que no sé si ha habido más casos de robos —Comento la chica llamando nuevamente mi atención—. ¿Conoces alguno?

En mi corrida de mi cuarto hacia los jardines solo tenia en mente y me había preocupado de “Puni Puni”, con solo escuchar que no sabían o que no lo vieron, seguía mi búsqueda dando caso omiso a los comentarios que se daban entre ellos o los que se dirigían a mi.

-Estoy igual que tu, acabo de llegar y no conozco a nadie acá…y la verdad estaba distraída en mi problema que no preste atención hacia los demás.- Comente con una risa nerviosa y jugueteando con un mechón de mi cabello.- ¿Y si preguntamos a los demás aprendices?

Fue lo primero que se me cruzo por la mente a pesar que sonaba algo agotador al pensar cuantos eran en Tierra de Partida, pero al no saber nada del ladro, no se me ocurría nada por el momento.

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por **Nell** » Sab Sep 01, 2012 11:15 pm

La otra aprendiza llegó más lentamente a la conclusión de robo que Hana. Lo cual era natural, ya que la joven había vivido lo suficiente entre delincuentes para desconfiar a la mínima oportunidad de toda persona a la que se expusiera. Y, mucho más, a los detalles que podían denotar que allí se había cometido un delito.

Sin embargo, no era muy valiosa como informadora, ya que no sabía nada sobre otros posibles robos. Además, acababa de llegar, al igual que Hana. Tampoco le serviría para buscar por los rincones más ocultos de Tierra de Partida.

—Tienes razón —dijo, finalmente, Hana—. Habrá que preguntar.

Sin perder más tiempo, abordó al primer infortunado aprendiz que encontró, y empezó a interrogarlo, con las palabras y las amenazas adecuadas para que no se anduviera por las ramas. En cuanto comprobó que no sabía nada, pasó al siguiente. Y a otro, y a otro, e incluso, lo intentó con la mascota de uno de ellos, pero resultó que al final no sabía hablar en su idioma.

Decidió mantenerse alejada de los Maestros, porque estaba segura de que impedirían que se cobrase la venganza por sí misma. Y aquel ladrón, fuera quien fuese, iba a pagar por el crimen contra ella. Por otros no, claro, sólo por el suyo.

A pesar de la nula información que recibía, no se rindió, sino que continuó con los interrogatorios. Los minutos pasaron y las personas sobre las que aún no se había abalanzado Hana (pero que, quizá, Fuyu sí había hecho, pues la aprendiza esperaba que estuviese ayudándola con las preguntas) en los Jardines empezaban a escasear.

Al final, acabó cansándose y se sentó en el banco, viendo a la gente pasar. Bastaba con ver sus rostros despreocupados para no molestarse en preguntar. Ni parecían víctimas, ni parecían ladrones. Así que Hana seguía igual que al principio. Sólo que tenía a una compañera más en el caso del monopatín desaparecido, que no es que le desagradara, pero no era demasiado compatible con la actitud de la muchacha.

Estaba dándole vueltas a la situación cuando un moguri pasó alegremente por allí. Pensando que aún no había asaltado a ninguna de aquellas criaturas, corrió hacia ella y la agarró de las alas, desestabilizándola.

—¡Tú! —exclamó, sin formalidades, como había hecho con todos—. ¿Qué sabes de los robos?

—¿¡Robos!? ¡No sé de qué me hablas! ¡No he visto a nadie robando!

Lo cual resultaba muy sospechoso de confesar. Hana, poniendo cara de extrañeza por la respuesta, pero sin soltar al moguri, buscó con la mirada a Fuyu para que acudiera a ayudarla. Si aquel moguri sabía algo, iba a cantar.