[Ciudad de Paso] Atracción Fatal

Encuentro de Nadhia, Xefil y Light

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Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro

Re: [Ciudad de Paso] Atracción Fatal

Notapor Light » Sab Abr 20, 2013 5:14 pm

Nadhia y Xefil


Por un segundo, el enmascarado se olvidó por completo de la presencia de su majestad. Ambos habían compartido una disimulada conversación para decidir su siguiente movimiento, alejados del cuerpo sin vida de Light. Desgraciadamente, ésta resultaría interrumpida debido a...

Unas palabras sin sentido.

Levant. Light, es amicus meus. Nisi moriantur

El caballero de la Reina del Crepúsculo se fijó rápidamente en Nadhia, desde una distancia prudencial. Clavaría su único ojo en la figura agachada de la muchacha, sin pestañear en ningún momento.

Noli ire prope eum!

Su único ojo visible se salió de su órbita y retrocedió escasos pasos, mientras la muchacha seguía utilizando aquel idioma antiguo. La mueca del hombre de pelo azul resultaba exagerada, como si hubiera visto un fantasma.

Hes non mortuus est. Xefil, non est!

Y soltó una prolongada carcajada. El enmascarado, impresionado, se llevó la diestra hasta la frente y empezó a reír como un loco demente. Retrocedió lentamente hasta acercarse a la posición de su reina. Ésta, carente de curiosidad o sorpresa alguna en su rostro, simplemente le preguntaría.

¿Orpheus…? ¿Qué acabas de ver?

Pe-perdóneme, alteza —se disculpó de inmediato, recuperando la compostura—. Sólo que… esa chica es perfecta. Es… absurdo, pero creo que jamás podremos encontrar a alguien tan perfecta como ella.

Entiendo.

Vosotros hicisteis esto. Vosotros lo matasteis.

Esta vez, los desconocidos dejaron caer sus miradas sobre el muchacho invadido por la furia. Sus rostros no mostrarían compasión, ni alegría, nada de nada. La barrera de la indiferencia les impedía comprender su dolor.

No sé de qué me hablas. Fue la desesperación y su ceguera lo que le impidió superar la prueba del eidolon. Yo le ofrecí la salvación, pero no quiso aceptar mi ayuda… —explicaba Dusk con un tono amable y sereno, intentando dotar de calidez sus palabras—. Yo soy la primera que lamenta su muerte. Tenía tantas esperanzas en él… Pobre criatura…

¡¡Voy a mataros, lo juro, lo juro!!

Xefil lo había decidido: vengaría la muerte de su amigo y terminaría con los dos sospechosos. No hacía falta que se dirigiera hacia Orpheus en particular: éste se interpondría ya en su camino. Dispuesto a enfrentarse contra el muchacho embrujado por la locura, protegería a su reina, sin importar el precio. La figura fantasmal que se dejaría ver tras Xefil no le intimidaría en absoluto. No retrocedería.

Y tampoco sería capaz de esquivarlo, pues la gravedad no estaba de su parte, sino de la de Xefil. Como éste esperaba, conseguiría atravesarle con sus cuchillas, derribándole. ¿Después de lo que le había hecho a Light? La venganza estaba justificada. Xefil podría ensartarlas en el cuerpo de Orpheus todas las veces que quisiera, decapitarle, arrancarle cada uno de sus órganos; crear allí un mar de sangre, incluso. Orpheus no se defendería ni diría nada, sino que permanecería inconsciente sobre el suelo de la habitación, a su merced y aparentemente muerto...

¿Has conseguido matarme ya, Monarca de la Locura? —para su sorpresa, el enmascarado pronunciaría su título con cierta mofa, sin tomárselo en serio. Xefil se reencontraría con el omnisciente de Orpheus nuevamente, tras su espalda, a la vez que el cadáver ilusorio desaparecía.

En realidad no había acabado con él, y en el caso de que hubiera seguido atacando al supuesto cuerpo de éste, se daría cuenta de que todo había sido en vano. Únicamente había sucedido en su imaginación: ni siquiera había rastros de sangre por el lugar. Si Xefil decidía volver a arremeter contra él, atravesaría una falsa imagen suya y volvería a reencontrarle detrás de él. Así incontables veces. La hipnosis también funcionaría con Nadhia, por lo que ésta presenciaría a varios Orpheus apareciendo y desapareciendo por el cuarto a su antojo, confundiendo a su compañero.

Mientras estéis atrapados en la Ilusión Perfecta, vuestros sentidos estarán en mi poder. Témeme, porque ya no eres capaz de ver la realidad, ni sentirla.

>>¡Venga! ¡Sígueme atacando! —sugería con los brazos abiertos, animándole a que volviera a destrozarle—. Pero luego no llores si atraviesas a tu amiguita por error, ¿eh?

Ni se te ocurra, Orpheus —espetó Dusk, con firmeza. Su sirviente hizo una mueca y se disculpó de nuevo—. Mi nueva portadora es la prioridad, lo sabes de sobra —se refería a la elegida de Ángel forjado, obviamente. La solemne mujer se acercaría a Nadhia y al cadáver de Light, despacio—. La chica perfecta, ¿eh?

Así es —Orpheus se teletransportó para situarse al lado de la reina.

Dusk se acercó unos pasos más hacia Nadhia. Mientras tanto, Orpheus observó a Xefil con una sonrisa pícara, y sin duda alguna, provocadora. Si el muchacho se atrevía a atacarle a él o a su reina, no conseguiría absolutamente nada.

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No tienes por qué temerme, ni tampoco tienes que ponerte a la defensiva —indicaba la reina a Nadhia—. Yo sólo quiero arrebatarle a la Luz aquello que me arrebató. Yo quiero reinar para la Luz y la Oscuridad por igual, para alcanzar el equilibrio absoluto.

>>Tú deberías entenderme mejor que nadie, chico —sus palabras irían dirigidas a Xefil en ese preciso momento—. ¿Acaso no formas parte tú de la aristocracia, Monarca? Deberías ser consciente del sufrimiento de tu pueblo, en su totalidad. ¿Acaso merecemos un trato más injusto los seres de la Oscuridad? ¿Por qué no podemos ser felices como vosotros? ¿Por qué tenemos que sufrir?

La reina cerraría los ojos y escucharía todas sus respuestas. Dijeran lo que dijeran, la expresión de su rostro permanecería inalterada. Sus convicciones eran inamovibles.

Luchar ciegamente contra los Sincorazón es una pérdida de tiempo. Se expanden a una velocidad increíble, es una guerra que jamás podréis ganar. Sé de lo que hablo. Ningún humano normal y corriente podrá llegar a dominarlos, tarde o temprano devorarían su corazón…

>>Pero no os preocupéis. Yo los controlaré a todos, sin ninguna excepción. Soy la única que puede hacerlo. Si me convierto en la reina de los Sincorazón y mando sobre todos ellos, ya no harán daño a nadie nunca más… pero hay un problema. Necesito a un portador que me ayude a cumplir todos mis objetivos.

Los grandes ojos azulados de Dusk volvieron a concentrarse en la muchacha que se encontraba delante.

Vosotros dos provocasteis la desesperación de mi elegido con vuestro espectáculo bochornoso, y le matasteis. Ahora tú tomarás su lugar, aunque he de decirte que no voy a ser tan comprensiva como antes —nuevamente, sus manos se cubrieron de un aura puramente de oscuridad. Si la chica no se entregaba, Dusk la convertiría en su marioneta del mismo modo que había hecho con el eidolon de Light—. Unirse a mí es lo correcto. Y lo harás, por las buenas o por las malas. Llevará su tiempo, pero te domesticaré como es debido.

Nadhia se encontraba a merced de los dos desconocidos, y no podría escapar de ellos de ninguna manera. Si alguien podía evitar que Nadhia se convirtiera en un monstruo, ese era Xefil, aunque había un problema: la Ilusión Perfecta de Orpheus. Si decidía atacar a la Reina o a Orpheus, no conseguiría absolutamente nada y perdería a Nadhia para siempre.

¿Entonces…?

Light


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Así que esto es el Cielo...

Quizás Light había emprendido ya el viaje sin retorno al otro mundo. Sin prendas algunas, el joven en su estado más puro flotaba a través de una gigantesca y rosada nebulosa de polvo y estrellas, iluminada y sin un ápice de Oscuridad en su interior. Los múltiples astros danzaban a la par que él, escurridizos, parecían estar al alcance de su mano, aunque no era así.

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El joven estaba naturalmente maravillado. Las constelaciones, los colores... todo era perfecto. Aparte, Light podía volar a su antojo por aquella galaxia, aunque parecía que no tenía fin. Por mucho que avanzaba hacia cualquier dirección, no conseguiría llegar a ningún lugar. Se movía por un espacio infinito, ya que tampoco era capaz de alcanzar las cortinas de humo que le rodeaban.

Estoy muerto, ¿y ahora? ¿Qué se supone que… va a pasarme ahora?

Levantó la cabeza para comprobar que una estrella más brillante que las demás se encontraba por encima, muy a lo lejos. ¿Las puertas del paraíso? ¿Una posible salida? Aquel lugar era infinitamente hermoso, pero quedarse allí a contar las estrellas no era una opción. Ascendería desesperado por el lugar, deseoso de alcanzar aquel astro inalcanzable y afrontar lo que el destino le tenía preparado...

Pero algo se lo impidió.

¡NO PUEDES MORIR!

¡ELLA NO ME LO PERDONARÁ SI MUERES!

¡VUELVE!


Se llevó las manos a la cabeza, a punto de estallar. No pudo avanzar más hacia arriba.

La voz de alguien que estaba por encima de su propia existencia le detuvo en seco, obligándole a retroceder. La magnitud de los chillidos era tal, que si hubiera continuado avanzando sus tímpanos habrían reventado. Aquel magnífico ser habría sido perfectamente capaz de hacerle perder el juicio con su voz divina y perturbadora.

No podía escuchar ni soportar la voz de los dioses. Jamás alcanzaría aquella estrella.

Huyó despavorido, descendiendo a toda velocidad, hasta que dejara de escucharle. Todavía aturdido, sus oídos seguían pitando. Los gritos habían sido tan tremebundos que no había comprendido ni una sola palabra.

¿Qué demonios está pasando? ¿Dónde tengo que ir?

¿Qué tengo que hacer?


Terminar tu prueba.

¿Eh?

Una voz potente, aunque totalmente diferente a la anterior. Light se giró velozmente hacia el origen de la voz, y pudo esquivarle pos los pelos. Sorprendentemente, y sin ser controlado por el poder de la Oscuridad de Dusk, la bestia de la gran armadura y la capa roja se había dirigido a toda velocidad hacia su invocador para embestirle. El eidolon era capaz de desplazarse rápidamente por el aire, y con mucha más soltura que su invocador.

Ambos se colocaron de frente. El eidolon se preparó para enfrentarle con su par de garras metálicas.

Basta ya. No tiene sentido que sigamos luchando.

Veo que ya lo has entendido —señaló el eidolon, juzgando la decisión que había tomado.

Le respuesta de su eidolon, quien parecía saberlo todo sobre él, inevitablemente le haría explotar. Light se atrevió a acercarse aún más a la criatura, desafiándola con la mirada.

Tú me has hecho mucho daño… ¡Tú hiciste daño a mis amigos! ¡Tu estúpida cuenta atrás ha provocado todo esto! Ya está todo perdido —le echaba en cara todo lo sucedido, claramente enfadado, mientras se aproximaba a él—. ¿¡Por qué deberíamos seguir luchando!?

Jamás podría volver con Nadhia y sus amigos. Condenado por aquel horrible ser, tendría que vagar por aquel lugar para la eternidad, incapaz de perderse por las zonas superiores, pues los dioses no se lo permitirían.

¡YA ME HAS MATADO! ¡TE LO HAS CARGADO TODO! ¿¡Y AHORA!? ¿VIENES A REÍRTE DE MÍ? PERO NI QUÉ PRUEBA NI QUE… ¡¡ARG!!

Sin poder resistirse, asestó una patada contra la pierna de metal de aquel ser, usando su pie desnuda. Unas lágrimas salieron de sus ojos. Dolorido por su impulsivo movimiento, Light retrocedió rápidamente e hizo una mueca, flexionando y levantando la pierna para llevarse las manos hasta el pie lastimado. Qué ridículo se sentía.

¿Por qué no utilizas tu Llave Espada?

¡Cállate! —soportando el dolor, alzó la mano e intentó convocar su Llave Espada, pero resultó inútil—. No viene, ¿¡por qué!?

Porque no quiero, simplemente. La Llave Espada obedece a un corazón fuerte, y si yo no quiero que aparezca, no lo hará.

¿¡Para qué preguntas entonces!?

Espera… pero… ¿Por qué puedes controlar mi Llave Espada? —preguntó Light extrañado. Curiosamente, su eidolon había logrado esgrimir Teluria sin problemas, por lo que confirmaba que tenía alguna especie de control sobre su Llave Espada. Ésta obedecía a un corazón fuerte, según él—. Entonces tú eres… ¿Mi corazón o algo así?

Bien, bien… No exactamente, pero te vas acercando.

Estamos conectados. Cuando tú sufres, yo también lo hago. Tú puedes manejar mi Llave Espada. Dime, ¿qué es exactamente un eidolon?

Criaturas que protegen a sus invocadores. Representamos el alma de nuestros invocadores y acudimos en su ayuda cuando estos nos necesitan. Se podría decir que soy parte de tu corazón.

Todas las piezas empezarían a encajar.

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Edit (a buenas horas xDU) para cambiar el color de fuente del eidolon y evitar futuros malentendidos n_n
Última edición por Light el Sab Abr 27, 2013 11:28 am, editado 2 veces en total
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Re: [Ciudad de Paso] Atracción Fatal

Notapor EspeYuna » Dom Abr 21, 2013 12:10 am

La risa acorde a la locura del hombre que levantó momentos antes la barrera me hizo estremecer. Sus ojos estaban puestos en mí, por lo que rápidamente y por instinto me acurruqué de nuevo junto a Light.

Sólo que… esa chica es perfecta. Es… absurdo, pero creo que jamás podremos encontrar a alguien tan perfecta como ella.

Entiendo.

Abrazada aún al cuerpo sin vida de Light, escuché la conversación de ambos personajes, distante. Aunque estaba tan absorta intentando asimilar que mi amigo no volvería que apenas me di cuenta de que ahora era yo el siguiente blanco. Pero seguía negándome que aquello estuviese pasando de verdad. Parecía todo formar parte de una terrible pesadilla. Quería despertar, mas lo único que conseguía era seguir susurrándole al oído a Light que se dejara de bromas y despertara.

Light, por favor...

Vosotros hicisteis esto. Vosotros lo matasteis.

Alcé la mirada y me encontré con los ojos enfurecidos de Xefil, quien acusaba a los presentes como los culpables del asesinato de mi compañero. Sin embargo, sus palabras atravesaron mi corazón como una daga afilada y ardiendo en llamas.

No sé de qué me hablas. Fue la desesperación y su ceguera lo que le impidió superar la prueba del eidolon. Yo le ofrecí la salvación, pero no quiso aceptar mi ayuda… Yo soy la primera que lamenta su muerte. Tenía tantas esperanzas en él… Pobre criatura…

Pues me di cuenta de que...

¡¡Voy a mataros, lo juro, lo juro!!

¡¡Xefil, no!!

Grité en cuanto vi a Xefil abalanzarse sobre el hombre, arqueándose como una bestia. Completamente aterrorizada, contemplé una espantosa imagen que apenas duró unos segundos, por lo que no supe si había sido real o parte de mi imaginación: unas alas esqueléticas y garras de animal salvaje.

No me atreví a mirar, cuando escuché un desgarre de piel a pocos metros. Cerré con fuerza los ojos, aferrándome aún más a Light. Estaba tan frío... con lo cálido que siempre era. Aquello debía ser una broma.

¡Tenía que ser una broma!

¿Has conseguido matarme ya, Monarca de la Locura?

Abrí los ojos de nuevo, buscando sin duda el valor que iba decreciendo a cada segundo dentro de mí. Sin embargo, el hecho de que el hombre se encontrara tan cerca mía y de Light me hizo reaccionar, arrastrándome hacia atrás con el cuerpo de mi amigo.

Y noté algo a mi espalda. Al girarme chillé presa del pánico. Otra vez él, clavando sus ojos en mí. A la vez, buscaba desesperada el calor de Light, pero ya no existía. Me seguía aferrando a un cadáver.

Mientras estéis atrapados en la Ilusión Perfecta, vuestros sentidos estarán en mi poder. Témeme, porque ya no eres capaz de ver la realidad, ni sentirla.

¡¡Maldito!! —de nuevo la sangre corrió por mis venas y, buscándole, alcé a Ángel Forjado y ejercí detrás mía un tajo vertical, intentando alejar al hombre de nosotros. Pero...

¡Venga! ¡Sígueme atacando! Pero luego no llores si atraviesas a tu amiguita por error, ¿eh?

... cesé mi ataque, aterrada.

¿Significaba entonces que yo también podría lastimar a Xefil por error? ¿O incluso que podría llegar a emplear el ataque donde yacía Light, justo a mi lado?

Ni se te ocurra, Orpheus —la mujer detuvo las amenazas y burlas de su sirviente, a quien se le dejó de escuchar—. Mi nueva portadora es la prioridad, lo sabes de sobra —¿nueva... portadora? No, espera—. La chica perfecta, ¿eh?

Así es —en cuanto vi que ambos se acercaban a donde yo me encontraba, alcé a Ángel Forjado de nuevo, esperando que él nos protegiera, tanto a mí como a Light.

"Nadhia... Light no... lo siento."

Una lágrima descendió por mi mejilla. Que Ángel me intentara quitar la venda de los ojos dolía. Mucho.

¡¡No te acerques!! —exclamé, ésta a unos escasos centímetros de encontrarse con la punta de mi arma. Sin embargo, la mujer no expresó temor alguno, sino más bien, indiferencia.

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No tienes por qué temerme, ni tampoco tienes que ponerte a la defensiva —dijo, lo suficiente cerca como para que mi cuerpo entero temblara, hundiendo en mi pecho el rostro de Light—. Yo sólo quiero arrebatarle a la Luz aquello que me arrebató. Yo quiero reinar para la Luz y la Oscuridad por igual, para alcanzar el equilibrio absoluto.

¿Qué...?

Tú deberías entenderme mejor que nadie, chico —sno aparté la mirada de la mujer, a quién escuché con atención. Aunque por las palabras que dijo a continuación, parecía referirse a Xefil—. ¿Acaso no formas parte tú de la aristocracia, Monarca? Deberías ser consciente del sufrimiento de tu pueblo, en su totalidad. ¿Acaso merecemos un trato más injusto los seres de la Oscuridad? ¿Por qué no podemos ser felices como vosotros? ¿Por qué tenemos que sufrir?

Sus últimas palabras.

Agaché la cabeza y clavé mi mirada en el suelo ensangrentado.

Ragun.

No pude encarar sus propósitos o fines. En mi cabeza pasó la imagen de mi mejor amigo, transformándose en Ello. Luego, la de Light siendo atravesado por su propia Llave-Espada... y muriendo a causa del eidolon que albergaba dentro de sí mismo.

Luchar ciegamente contra los Sincorazón es una pérdida de tiempo. Se expanden a una velocidad increíble, es una guerra que jamás podréis ganar. Sé de lo que hablo. Ningún humano normal y corriente podrá llegar a dominarlos, tarde o temprano devorarían su corazón…

"Cállate, no sigas."

¿Por qué parecía tener razón? ¿Por qué me dolía tanto escuchar aquello? ¿Acaso... todo lo que hasta ahora había creído era mentira?

No. Por supuesto que no.

Pero no os preocupéis. Yo los controlaré a todos, sin ninguna excepción. Soy la única que puede hacerlo. Si me convierto en la reina de los Sincorazón y mando sobre todos ellos, ya no harán daño a nadie nunca más… pero hay un problema. Necesito a un portador que me ayude a cumplir todos mis objetivos.

Sus ojos volvieron a clavarse en mí. Así que era eso... me quería... ¿a mí?

Vosotros dos provocasteis la desesperación de mi elegido con vuestro espectáculo bochornoso, y le matasteis. Ahora tú tomarás su lugar, aunque he de decirte que no voy a ser tan comprensiva como antes.

No era capaz de alzar de nuevo a Ángel Forjado. Un sentimiento desagradable se había apoderado de mí, pero no era miedo porque ella me estuviera amenazando ya con sus habilidades. Ni porque...

Unirse a mí es lo correcto. Y lo harás, por las buenas o por las malas. Llevará su tiempo, pero te domesticaré como es debido.

... parecía que me iba a convertir en su esclava, por las malas.

Lo que realmente me había atravesado el corazón, lo que había descubierto segundos antes.

Todo ha sido... por mi culpa —logré decir, mientras las lágrimas bajaban y volvían a gotear en las mejillas de Light—. Si yo no hubiera ido a buscar a Merlín... si no me hubiese encaprichado con aquel arco... yo... ¡él no hubiera muerto!

Empecé a sollozar y, agachando la cabeza, mi nariz rozó con afecto la de Light.

"Perdóname, Light."

¡No tendrás por qué domesticarme! —grité, fijando mis ojos en los de la mujer, inexpresivos a comparación de los míos, estallados en llanto— Seré tu portadora, ¡pero por favor! ¡Dejad a Xefil en paz! ¡Dejadle marchar, os lo ruego!

>> ¡La muerte de Light es culpa mía y sólo mía! ¡¡Yo asumiré la responsabilidad!! ¡Te ayudaré, pero por favor, dejad a Xefil! ¡¡Si él muere, yo...!! Por favor... ¡dime qué tengo que hacer, y lo haré! ¡¡¡Serás mi reina!!! ¡¡Pero dejadle ir!!


"Lo siento, Light. Tú decidiste ser fiel a tus principios. Pero yo... si siendo portadora no he podido salvarte, ni a ti ni a Ragun... quizás este sacrificio sirva para salvar a Xefil. Perdóname."

Esperé el castigo que me merecía.

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Re: [Ciudad de Paso] Atracción Fatal

Notapor Zee » Mié Abr 24, 2013 3:59 am

El sirviente enmascarado, Orpheus, no hizo nada para detener mi ataque. Incluso cuando él ya había sido marcado como mi blanco desde un principio, se interpuso entre la Reina Dusk y yo, por su propia voluntad. ¿Lo hacía para proteger a su monarca o para probar su superioridad ante mí? De cualquier manera, aquella acción no tuvo importancia alguna.

Iba a matarlos a los dos, a final de cuentas. O a perder mi vida en el intento.

Mi impulso gravitatorio me hizo caer con fuerza sobre el pecho de Orpheus, derribándole al suelo con mi peso. Estuve seguro de que escuché un crujido cuando mis pies golpearon sobre su caja torácica, y aquello me produjo una breve satisfacción. Tras aquello, me coloqué en horcajadas sobre sus costillas y me dispuse a arrancarle su vida con mis propias manos.

Lo primero que hice fue golpearle con fuerza el rostro, dispuesto a romperle la quijada. Pero, para mi sorpresa, me encontré con una mano que no era mía en absoluto. Un puño envuelto por un exoesqueleto negro, recorrido por vetas de color rubí y adornado con puntiagudas espinas; de sus dedos brotaban cinco afiladas garras, curvas como la luna menguante. Curiosamente, aquella oscuridad me provocaba una extraña calidez en mi antebrazo y, pese a que lo cubría como una armadura, parecía no ser enteramente sólida: las líneas rojizas se sacudían rítmicamente, como arterias recibiendo el choque de la sangre.

Sangre...

Alcé mi nueva garra con decisión, con las afiladas uñas apuntando al cielo.

Será nuestra propia sangre la que derrame la tuya por el suelo —sentencié. Conforme mi corazón se aceleraba, debido a la adrenalina y a la emoción, las arterias de mi garra comenzaron a latir con más fuerza.

Mi propia sangre...

Dejé que mi sentencia a muerte tomase una trayectoria curva, con las garras apuntando hacia arriba. Con tres de ellas atravesé la cabeza de Orpheus desde la mandíbula hasta el interior de su cráneo, salpicando así su máscara y sus cabellos celestes con su sangre. Con crueldad, me aseguré de girar mi mano varias veces antes de sacarla de un tirón, derramando el líquido carmesí por el suelo.

Y el poco que había caído sobre mi garra, se desvaneció, uniéndose a su semejante en el interior de aquellas tétricas venas.

Es tu turno, Reina del Crepúsculo —advertí, poniéndome de pie. Flexioné las garras, esperando que se vieran amenazantes para la mujer.

Sin embargo, no hubo reacción alguna.

¿Has conseguido matarme ya, Monarca de la Locura?

Aquello provocó que un escalofrío me recorriese de pies a cabeza. Rápidamente me giré al origen de la voz, con mi nueva garra al frente. Sería indescriptible la sorpresa que experimenté cuando me encontré a Orpheus, sin ningún rasguño sobre su cuerpo, frente a mí.

Devolví mi mirada al cadáver y, como era de esperarse, éste ya no se encontraba allí. Ni siquiera una gotilla de sangre. Nada. Absolutamente nada.

Me había engañado. Y yo había caído en su trampa, convirtiéndome en su divertido juguete.

Mientras estéis atrapados en la Ilusión Perfecta, vuestros sentidos estarán en mi poder. Témeme, porque ya no eres capaz de ver la realidad, ni sentirla.

¡¡Maldito!!

Nadhia alzó su Llave-Espada, pero me aseguré de llegar primero. Como un animal salvaje, lancé una tarascada horizontal, esperando llevarme de frente a Orpheus.

Mas mi garra no atravesó nada sino aire. El enmascarado ya no se hallaba allí, sino a mis espaldas; una vez más.

¡Venga! ¡Sígueme atacando! Pero luego no llores si atraviesas a tu amiguita por error, ¿eh?

Mi mano se quedó congelada en su sitio, donde se había quedado dispuesta a lanzar otro ataque. Aquella declaración me dejó helado, por el simple hecho de que Orpheus, lo sabía, tenía razón. ¿Qué me aseguraba que, atrapado en aquella ilusión, no terminaría llevándome a Nadhia por encuentro?

Preocupado por aquellas palabras, bajé la mano finalmente.

Ni se te ocurra, Orpheus —se negó la supuesta reina, tajante. Al instante, su sirviente cerró la boca—. Mi nueva portadora es la prioridad, lo sabes de sobra —lentamente, Dusk comenzó a caminar en dirección a Nadhia—. La chica perfecta, ¿eh?

Levantó la Llave-Espada, a Ángel Forjado, dispuesta a defenderse. En sus ojos distinguí la determinación, pero también el miedo. Tanto Dusk como Orpheus se colocaron a su lado, y éste último me provocó con su mirada.

Si intentaba protegerla, yo mismo sería su perdición.

¡¡No te acerques!! —advirtió la chica, apuntando a ambos con su arma. A Dusk, sin embargo, no le importó en lo más mínimo.

No tienes por qué temerme, ni tampoco tienes que ponerte a la defensiva —dijo con serenidad, como una madre hablando con su hija. Aquella ironía me resultó repugnante—. Yo sólo quiero arrebatarle a la Luz aquello que me arrebató. Yo quiero reinar para la Luz y la Oscuridad por igual, para alcanzar el equilibrio absoluto.

Alcé la mirada ante aquellas palabras. Sonaron... interesantes. A tal grado que, por unos instantes, olvidé que aquella mujer era el enemigo.

¿A qué se refería con ello? ¿Había perdido algo importante... como yo?

Tú deberías entenderme mejor que nadie, chico —para mi sorpresa, la Reina del Crepúsculo se había comenzado a dirigir hacia mí—. ¿Acaso no formas parte tú de la aristocracia, Monarca? Deberías ser consciente del sufrimiento de tu pueblo, en su totalidad. ¿Acaso merecemos un trato más injusto los seres de la Oscuridad? ¿Por qué no podemos ser felices como vosotros? ¿Por qué tenemos que sufrir?

El sufrimiento no es exclusivo de nobles o plebeyos. La vida no es justa, majestad. Puedes ser el más noble de los príncipes o una bruja enajenada, pero el mundo no te pasará por alto cuando decida repartir el dolor.

>>No es ninguna excusa.


Luchar ciegamente contra los Sincorazón es una pérdida de tiempo. Se expanden a una velocidad increíble, es una guerra que jamás podréis ganar. Sé de lo que hablo. Ningún humano normal y corriente podrá llegar a dominarlos, tarde o temprano devorarían su corazón…

Tenemos claro que es una batalla que no podemos ganar. No luchamos por la victoria, sino por la supervivencia. Ahí reside la defensa del equilibrio. Defendemos tanto la Luz como la Oscuridad, Reina del Crepúsculo, pues luchan y lucharán eternamente.

Pero no os preocupéis. Yo los controlaré a todos, sin ninguna excepción. Soy la única que puede hacerlo. Si me convierto en la reina de los Sincorazón y mando sobre todos ellos, ya no harán daño a nadie nunca más… pero hay un problema. Necesito a un portador que me ayude a cumplir todos mis objetivos.

Light. Quería a Light. Pero ahora que lo había perdido, que el eidolon lo había... asesinado.... necesitaría a alguien más.

La mirada de Dusk volvió a recaer sobre Nadhia.

¿Buscaba... a Nadhia...?

Vosotros dos provocasteis la desesperación de mi elegido con vuestro espectáculo bochornoso, y le matasteis. Ahora tú tomarás su lugar, aunque he de decirte que no voy a ser tan comprensiva como antes.

Esas palabras representaban una amenaza. Instantáneamente, las manos de la reina se envolvieron por penumbras, las mismas utilizadas por los Portadores de la Oscuridad; y las mismas que habían sido utilizadas para corromper al eidolon de Light.

Iba a hacer su voluntad con Nadhia, lo quisiera ella o no.

Unirse a mí es lo correcto. Y lo harás, por las buenas o por las malas. Llevará su tiempo, pero te domesticaré como es debido.

Di medio paso al frente, alzando la garra en dirección a la reina. En medio camino, sin embargo, mi mirada se posó sobre su sirviente... y recordé su amenaza.

Prometemos que si le tocas un solo cabello, te cazaremos hasta el fin del mundo. Y más allá, si es necesario.

No iba a permitir que aquella mujer se llevase a nadie más. Mucho menos a Nadhia. Si era necesario luchar contra una horda de Sincorazón y contra centenas de ilusiones, lo haría. No iba a permitir que se escaparan tras el pecado que habían cometido.

Nadhia dijo algo en voz baja, mientras se inclinaba sobre el cadáver de Light. En aquel momento sentí la urgencia de consolarla, de defenderla, de luchar por ella y prometerle que la protegería.

¡Pero no podía moverme! ¡No podía hacer nada por ella! ¿¡Cómo era posible que fuese tan débil!?

La respuesta es simple, príncipe.

Déjate llevar por mi Locura... y conocerás el verdadero poder.

Y créeme, será suficiente para proteger a todos los que amas.


¡No tendrás por qué domesticarme! —vociferaba Nadhia, con su rostro cubierto de lágrimas— Seré tu portadora, ¡pero por favor! ¡Dejad a Xefil en paz! ¡Dejadle marchar, os lo ruego!

¡Qué! ¡No!

Aquello me dejó helado. ¿¡Por qué estaba dispuesta a sacrificarse por mí!? ¿Por qué por mí precisamente? Acababa de conocerme apenas, le había traído tantos problemas por un estúpido hechizo, había sido incapaz de protegerla a ella y, más importantemente, a Light. Mi amigo había perdido la vida por mi debilidad.

Mi... debilidad...

<<¿Qué puedes ofrecerme, Némesis...?>>, dije a la bruja.

—¡La muerte de Light es culpa mía y sólo mía! ¡¡Yo asumiré la responsabilidad!!

<<Sólo el poder de aquella que venció a la Muerte, Monarca...>>, respondió.

Nadhia estaba desesperada.

Iba a hacerlo. Se estaba ofreciendo como sacrificio.

¿Por mí...? ¿Por mi bien...?

¡Te ayudaré, pero por favor, dejad a Xefil! ¡¡Si él muere, yo...!! Por favor... ¡dime qué tengo que hacer, y lo haré! ¡¡¡Serás mi reina!!! ¡¡Pero dejadle ir!!

Ella era fuerte.

No yo.

Nadhia, eres... Maldita sea, eres una...

Apreté mi garra con fuerza. Con impotencia.

¿Cómo era que, incluso en aquel estado, no era lo suficientemente fuerte?

Las alas desaparecieron. Se desvanecieron en el aire, sin más. La garra, lentamente, comenzó a encogerse sobre mi brazo, como si mi carne estuviese absorbiéndola.

Y mis ojos rubíes se apagaron.

Eres una testaruda.

Un destello de luz apareció en mi mano. Con un chasquido característico, uno que ya había llegado a extrañar, mi Llave-Espada apareció en mi mano. Por primera vez, la Danza de la Demencia se había materializado en un haz luminoso, y no en la tétrica salpicadura de sangre que siempre la había acompañado desde su primera aparición.

Determinado, comencé a caminar en dirección a Nadhia. Decidido a llegar hasta ella, ignoré cualquier palabra o gesto por parte de Dusk y su sirviente. Sencillamente caminé, con la Llave-Espada en mi mano, en dirección a la chica.

Mis ojos se mostraban serenos, pero también decididos. Sin ninguna expresión en mi rostro, me acerqué a Nadhia, mientras lentamente comenzaba a levantar mi arma.

No voy a entregarte a ellos. No vas a ir con ellos para convertirte en su Portadora.

Me paré a su lado y la miré con mi rostro inexpresivo. Sin decir nada al respecto, alcé mi Llave-Espada.

No dije nada cuando la dejé caer...

...con suavidad, en su hombro derecho.

¿No querías servir a un Monarca?

<<No te necesito. O al menos... no ahora, Bruja.>>

Por el poder de mi título como Monarca de la Locura, yo, Xefil Arazecsson, te nombro a ti, Nadhia Hoghes...

Gentilmente, levanté la Llave-Espada sobre la cabeza de Nadhia y la volví a posar, esta vez, sobre su hombro izquierdo.

...Portadora del Ángel Forjado y Dama de tu reino y de tu rey, al cual servirás hasta con la vida durante el resto de tus días.

>>Levántate, Lady Nadhia.


Le dediqué una sonrisa consoladora a mi nueva guerrera, para luego girarme con Llave-Espada en mano hacia la Reina del Crepúsculo y a su sirviente. Apunté con decisión y me esforcé en transmitir mi determinación en mi mirada.

Es mía ahora, lo siento... —me burlé, mostrando una media sonrisa—. Entenderá, su majestad, que no puede llevarse a mi Dama, ¿verdad?

>>No querrá que estalle la guerra entre nuestros dos reinos...
—You're like that coffee machine: from bean to cup, you fuck up—

~Dondequiera que el arte de la medicina es amado,
también hay un amor a la humanidad~


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Alma Inquebrantable

Notapor Light » Dom Abr 28, 2013 1:55 am

Light


¿Yo… necesitaba tu ayuda? ¿Quieres decir que acudiste a mí porque te necesitaba? —se cuestionaba Light, no muy convencido.

El eidolon giró su cuello y Light le imitó. A su lado, una imagen de Light se proyectó por arte de magia, para la sorpresa del aprendiz. Arrodillado y derrotado, los ojos de aquella imagen Light eran bastante oscuros, y no reflejaban ni la determinación ni la esperanza: sólo dolor. Sus palabras tampoco parecían propias de él.

Claro, ya lo entiendo. ¿Quién se enamoraría de un chico como yo? Un… monstruo, la maldad reencarnada, el demonio… un ser despreciable de la oscuridad que ni sus padres reconocieron y decidieron abandonar, para no volver a verlo jamás. ¡¡Claro!!

Light retrocedió, consternado por las duras palabras que él mismo había pronunciado.

¿¡Qué está diciendo!? —sus palabras absurdas le aturdieron por completo, pero rápidamente supo que las había dicho realmente… aunque aquella voz fuera algo diferente a la suya.

¿Un monstruo? ¿Un demonio? Inevitablemente no se tomó en serio la teoría enunciada por él mismo, aunque en el fondo estaba aterrorizado, y se negaba a creerlo. ¿Sus padres le habían abandonado por ser un monstruo? Eso no tenía mucho sentido, él era un muchacho normal y corriente... ¿No?

Estaba claro que escogerías antes a cualquiera menos yo, aunque le conocieras hace escasas horas, da igual. Cualquiera vale más que yo…

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Me sentí muy triste —le confirmó al eidolon—. Cuando descubrí a Nadhia y a Xefil en aquella habitación me sentí muy traicionado. Después de lo ocurrido en Bastión Hueco, ellos dos me ayudaron a superarlo y forjé una amistad de incalculable valor con ellos. Fueron mi principal apoyo durante estos días. Realmente me dolió… y pensaba que había vuelto a quedarme solo —una delgada lágrima recorrió su rostro. No estaba llorando de tristeza, sino de alegría—. Entonces… claro, ya lo entiendo.

¿Cómo no se había podido dar cuenta a esta hora? El odio le había cegado tanto que no había podido alcanzar la absoluta verdad hasta ahora.

Tú nunca has estado solo…

Tú me dijiste que no estaba solo, e incluso viniste. Eres mi amigo después de todo, y no me dejarías solo de ninguna manera. Te materializarse y derribaste la cama sobre la que estaban Nadhia y Xefil, para… ayudarme, aunque realmente conseguiste todo lo contrario. Y además la cuenta atrás…

La condena es una prueba que tiene que pasar todo invocador que cae en la desesperación e invoca a su eidolon. Tenía que hacerlo, no me quedaba otra —espetó con contundencia.

Entiendo… —alzó su rostro empañado por las lágrimas, observando la luz intensa, e inaccesible. No había logrado superar la prueba, y por ende había muerto. ¿Qué ocurriría ahora con él, si no era capaz de alcanzar el paraíso?

¿Y dónde estarían en estos momentos Xefil y Nadhia? Ellos había escapado y le habían dejado solo, a su suerte. Las miradas de pánico de estos dos se quedaron grabadas en la cabeza de Light, inevitablemente. No podría culparles: él les había metido en todo esto. Si no huían, estarían en peligro. Aquellos dos podrían cazarles...

¡Espera!

La voz del encapuchado le era demasiado familiar. El hombre que acompaña a Dusk no era una persona cualquiera. Dispuesto a que se uniera a Su Majestad, Orpheus había intentado alejarle de Tierra de Partida. En aquella ocasión, le persuadió para que aceptara la promesa de Ryota y se quedara en Bastión Hueco, su mundo natal, ahora en ruinas.

Te cuesta recordarlo, ¿verdad?

Light apenas recordaba con detalle aquella escena de locos, pero el eidolon le ayudaría, reproduciendo las dos voces en su cabeza. Una de ellas era la del eidolon, perfectamente reconocible: por aquel tono de voz tan poderoso y aquellas palabras cargadas de determinación. Orpheus era la otra voz; el ilusionista capaz de meterse en las mentes de las personas. Sus susurros fríos rebosantes de desprecio le desagradaban en gran medida, hasta el punto de querer matarlo a toda costa. Su mera presencia le irritaba, por alguna razón.

Tú… me ayudaste también aquella vez. Gracias a ti, recordé mi legado y lo que realmente me importa —reconoció al eidolon finalmente. Reconoció todo lo que había hecho por él.

>>Gracia por todo.

Veo que ya te has dado cuenta, a pesar de tu nefasta memoria —indicaba. Aunque Light no pudiera ver a través de su armadura, por su voz pudo deducir que sonreía—. Pero aún te queda una cosa por hacer, y me temo que no nos queda mucho tiempo.

>>Debes volver a la vida.

Aquel comentario no le sintió precisamente bien a Light. ¿Estaba bromeando o algo?

¡Lo dices como si fuera muy fácil! ¿Acaso puedo volver? ¿Y por qué debería...?

¿¡Vas a permitir que la Reina del Crepúsculo convierta a tus amigos en marionetas!? —le cortó de inmediato la criatura, haciéndole retroceder con su voz retumbante—. Vas a desafiar a la misma muerte si es necesario.

Pero cómo… Espera. ¿Nadhia y Xefil están en peligro? —la criatura asintió a su pregunta—. Ellos… se habían ido…

¡¡No pienses ahora en eso!! —vociferó el eidolon—. El hombre de pelo azul ya intentó engañarte en Bastión Hueco. ¡Idiota, no vuelvas a caer en sus ilusiones de nuevo! ¡Ellos no te abandonaron! ¡Créeme!

¿En serio? ¿Había sido todo una mentira? Esa visión… ¿Había sido realmente un engaño? ¿Le habían tomado el pelo…?

Su sangre empezaría a arder, pero no sería lo único, eso seguro. Sus enemigos arderían en las llamas de la locura si era necesario, y se levantaría todas las veces que hiciera falta para conseguirlo. Esos dos iban a morir.

¡¡No hay tiempo!! ¡Yo no te puedo ayudar a despertar! Tienes que regresar tú mismo. Tú, que tienes un alma inquebrantable capaz de desafiar a la propia muerte, debes levantarte.

>>¡¡Simplemente deséalo!!

Así haría. Quería despertar y ver la verdad por sí mismo. Quería ver a Nadhia y a Xefil de nuevo.

***


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Dusk escuchó complacida todos los ruegos de Nadhia, pero no retiró el fuego de oscuridad que cubría sus manos. Estaba dispuesta a colaborar siendo su portadora, tal como quería… ¿Aunque se podría fiar realmente de la joven? ¿Qué ocurriría si le traicionaba? Todavía estaba decidida a convertirla en su marioneta por la fuerza, aunque tuviera que molestarse en adiestrarla.

No renunciaría a Nadhia tan fácilmente.

Oh, por supuesto que no quiero que estalle una guerra entre nuestros dos reinos —le comentaba a Xefil con tranquilidad, quien había decidido tomar a Nadhia—. Pero si no me queda otra...

Dusk cerró los parpados con lentitud y se llevó las manos hasta el pecho.

La Reina del Crepusculo iniciaría su canto, ni más ni menos. Una melodía cantada en una lengua antigua que ninguno de los aprendices podría traducir de ninguna manera. Aquella canción perfectamente armoniosa interpretada por la Reina del Crepúsculo amansaría a todos los presentes de la habitación, atraídos por su serena y poderosa voz. Todos aquellos con Oscuridad en sus corazones serían encantados de algún modo por la canción, y ninguno de los aprendices sería una excepción. Orpheus tampoco.

Xefil, Nadhia y Orpheus serían atraídos por la melodía y entrarían en un estado de aturdimiento hasta que dejara de cantar. La música de la Reina del Crepúsculo parecía sagrada, aunque era capaz despertar los sentimientos más oscuros de las personas, irónicamente. Bastante repetitiva pero incansable para sus oídos, escuchar nuevamente cada uno de los versos de la melodía era un privilegio.

Una canción que atraía a la Oscuridad. Literalmente, la mujer logró materializar parte de su ejército personal de Sincorazón en la habitación del hotel. La decena de bolas desagradables de oscuridad que rodeaban a Dusk ya tenían a los dos aprendices en la mira. Por supuesto, no atacarían hasta que su general se lo ordenara.

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Eran suficientes Sincorazón, por lo que no invocaría a ninguno más. Finalizó de cantar, a la vez que retiraba las manos de su pecho y abría de nuevo sus grandes ojos azules, dirigidos hacia Xefil.

Me temo que nuestros reinos tendrán que enfrentarse, Monarca. Mis soldados están preparados para el combate. ¿Cuentas con suficientes soldados para hacernos frente? —preguntaba la reina, desafiándole—. Me temo que tendrás que entregarnos a tu dama.

Se empezó a acercar a ellos, lentamente. Ni Dusk ni Orpheus se dieron cuenta de que el contador de Light había…

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00:01:00


¿Qué está pasando…?

Un rayo de esperanza.

No podéis ganar. Abandonad toda esperanza —se situó prácticamente a escasos centímetros de Nadhia, contigua al cuerpo de su compañero caído.

Las bolas de oscuridad avanzaron con su líder, dispuestas a interponerse ante cualquier ataque dirigido a ésta. Además, si Xefil intentaba detener a Dusk, las bolas de oscuridad le embestirían, arrojándole al suelo y alejándole de Nadhia.

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00:03:00


No te acerques a ella…

La reina estiró el brazo. Nadhia estaba a su alcance. Unos segundos más y su tan ansiada portadora sería suya.

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00:05:00


Te dolerá al principio, pero no te preocupes… ¡Arg!

Qué… estás haciendo… ¡¡ALÉJATE DE ELLA!!

La Reina del Crepúsculo liberó un chillido de dolor. Aturdida por una acción inesperada, se alejó rápidamente de Nadhia, observando con los ojos muy abiertos lo que había acabado de suceder. Light Hikari, que se hallaba aún arrojado sobre el suelo, había agarrado la pierna de la reina con su mano envuelta en llamas de color celeste, arrasando la extremidad de la mujer y obligándola a retroceder, atónita. Aquellas llamas…

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Si habéis visto KHR, son esas llamas. No es que estén cubriendo todo el cuerpo de Light xD no había mejores imágenes Imagen


¡Majestad! —el enmascarado se dirigió corriendo hacia su reina, herida.

Lo has logrado...

Un gran resplandor surgió en el estómago del aprendiz, y tras éste, se materializaría un arma descomunal en la tripa del joven. A su vez, el contador fantasmal que sobrevolaba la cabeza del muchacho empezó a avanzar rápidamente: demasiado rápido. Terminaría ofreciendo cifras realmente absurdas: tan absurdo como lo que había acabado de suceder.

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Y los símbolos se desintegraron en miles de partículas de luz, al fin. Habían desaparecido.

Misteriosamente, Light había despertado. Aunque seguía con la tremenda herida en el estómago provocada con su propia Llave Espada, el boquete en el pecho creado por la condena se cerró por sí solo. Curiosamente, un arma parecida a Teluria seguía atravesándole salvajemente el estómago: una Llave Espada de tamaño gigantesco. De mango celeste y de filo dorado, la hoja pesada de este llavero llevaba tallado múltiples ornamentaciones y dientes del mismo color dorado. Light haría ademán de levantarse y les mostraría a todos los presentes el hermoso arma que le atravesaba: una visión bastante espeluznante.

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Alma Inquebrantable: un arma que sólo aquellos poseedores de un fuerte corazón y una determinación verdaderamente férrea pueden esgrimir. La longitud y el ancho de la hoja representan el poder de su portador, y su voluntad.

Tú… qué demonios eres tú… Cómo has…

Creo que todavía no me querían en el otro mundo... —musitaba mientras gateaba, alejándose de Nadhia y acercándose a Dusk, sin preocuparse por el arma introducida en su estómago.

Los Sincorazón rápidamente cubrieron a su líder, que había resultado ligeramente dañada por las manos ardientes de Light Hikari. El rostro inexpresivo e indiferente de la reina presentaba fascinación, por primera vez. Dusk permaneció agachada durante unos minutos, examinando la fea quemadura provocada por el muchacho y tomando reposo.

¡Ataca rápido, Light! El Orpheus que se aproxima hacia ti no está usando ninguna clase de ilusión ahora.

¿¡Cómo te atreves a tocar a nuestra reina!? ¡Basura! —sabiendo que su reina estaba protegida por todos los Sincorazón, el enmascarado se alejó de ella para dirigirse como una bala hacia Light, para patearle.

Éste intento sacarse la Llave Espada del estómago para poder encarar el ataque del caballero de Dusk, pero no fue tan rápido: inevitablemente recibirá el ataque. El aprendiz soltó un rugido dolorido tras recibir la patada en el pecho, todavía debilitado por la herida grave alojada en su estómago.

Te-te voy a matar...

Quería, pero no podía. El enmascarado, que le había dado la espalda a Nadhia y Xefil, siguió pateándole, provocando que Light rodara irremediablemente por la sala con cada patada.

¡Xefil! ¡No es una ilusión, atácale! —bramaba a su compañero. Era la oportunidad perfecta para pillarle desprevenido. Si él no podía, que Xefil lo intentara.

¡¿Qué acabas de…?!

¿El eidolon podía ver a través de las ilusiones de Orpheus? Si Xefil decidía arremeter varias veces contra Orpheus con su Llave Espada o daga, conseguiría acertarle, produciendo serios cortes en su espalda y rasgando su túnica celeste. Desgraciadamente, no podría seguir atacándole durante mucho tiempo ni rematarle, pues las bolas oscuras de la reina volverían a la carga, embistiéndole (aunque no se hubiera lanzado contra el enmascarado).

Además, Xefil no sería el único que atacara a Orpheus. Sin previo aviso, un cachorro antropomórfico desconocido por todos se materializaría tras un breve resplandor, para la sorpresa ante todos los presentes. Llevaba dos guantes de boxeo y una cinta en la frente; en definitiva, un atuendo bastante peculiar. Orpheus se giró velozmente para comprobar de quién se trataba, reconociéndole al instante.

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¿¡El chucho del crío!?

No soy ningún chucho —negó su afirmación y se quitó la cinta rojiza de su cabeza. El símbolo dorado de su frente quedaría al descubierto y empezaría a brillar con intensidad—. Soy Gaomon, el eidolon de Light Hikari. No lo olvides.

Un delgado láser de luz color celeste salió del símbolo lunar y recorrió rápidamente su trayectoria recta hasta alcanzar a Orpheus. Sin poder esquivar a tiempo el rayo, su hombro resultó dañado por el conjuro del can. El súbdito de la reina no dudaría en llevarse la mano hasta su hombro dañado.

A continuación, el pequeño perro bípedo se dirigió corriendo torpemente hacia Nadhia.

Yo me encargo de Light ¡Tú tienes que ayudar al otro chico! —sugería el can a Nadhia. Su símbolo volvió a iluminarse, por lo que se dispondría a lanzar otro conjuro—. ¡Cura!

Gaomon seguramente se estaba disculpando por el devastador ataque que había efectuado contra la chica en el combate anterior. El hechizo curativo del animal ayudaría a que Nadhia se recuperara un poco. Ahora, la aprendiza podría unirse a la lucha y enfrentarse a las bolas oscuras que rodeaban a Xefil.

Perro de mierda… —balbuceaba, preparado para darle a aquel perro el castigo que se merecía.

No… te has olvidado de mí... ¿Verdad?

Orpheus se volteó de nuevo aturdido. Light Hikari se hallaba actualmente de pie, justo detrás de él. El joven condujo una de sus manos hasta el mango del arma, dispuesto a sacarla de su estómago de cuajo. El dolor de su estómago reventado fue desmedido, pero no hizo ninguna mueca; tan terco como de costumbre, no iba a satisfacer a su contrincante tan fácilmente. Sonriendo como el demente que era, se arrancó la Llave Espada del estómago sin problemas, mostrando a todos los presentes la brecha descomunal que cargaba. Un enorme derrame de sangre se escapó por aquel agujero. La visión de Light empezó a nublarse, pero seguía sin despegar su mirada sádica de Orpheus.

Qué… monstruosidad —Orpheus retrocedió, llevándose la mano hasta la boca por las nauseas.

Este dolor… no se puede comparar con lo que tuve que sufrir antes, por tu culpa… —pronunciaba con dificultad, mientras taponaba con una de las palmas de su mano la fea herida. Empezó a caminar hacia él—. Vas a morir…

El súbdito de Dusk, claramente asustado, reaccionó rápidamente y levantó nuevamente sus dos brazos. Una onda de choque invisible chocó contra Light y le mandó volando hacia la posición de sus dos compañeros: Nadhia y Xefil. Los Sincorazón que pululaban alrededor de Xefil (y de Nadhia, si había decidido ayudar a su compañero) se alejaron de ellos y volvieron a rodear a su reina. Gaomon hizo lo mismo, regresando junto a Light, quien yacía en el suelo al borde de la inconsciencia.

Me alegro de volver a veros... —pronunciaba Light con cierta dificultad, dedicando una sonrisa de oreja a oreja a sus compañeros.

Dusk se aproximó cojeando a los aprendices, con su rostro inexpresivo. Hizo un rápido gesto con la mano a Orpheus, para que retrocediera.

Bravo, aprendices de Tierra de Partida. Habéis luchado bien, pero no voy a renunciar a mi portador tan fácilmente. Uno de ellos dos será mío —afirmó, observando a sus dos elegidos.

>>La victoria es mía, Monarca. Buenas noches…

Los grandes ojos de Dusk se iluminaron y pasaron a convertirse en dos pequeñas lunas muy brillantes, aterradoras. Inevitablemente, todos los aprendices condujeron su mirada hacia las dos lunas, cayendo en el hechizo fatal. Los músculos de Gaomon y de los aprendices se volvieron mucho más pesados, y la fatiga se apoderó de ellos rápidamente. Todos empezaron a luchar contra sus párpados, que deseaban cerrarse a toda costa. Morfeo se apoderaría de cada uno de ellos y no podrían protegerse.

No puedo dormirme… no…

¡Mierda!


¿Después de todo iba a ser su fin? Light Hikari esquivó la mirada de Dusk, pero ya era demasiado tarde. Ya había recibido su hechizo adormecedor y sus fuerzas le estaban abandonando. Su vista era cada vez más difusa…

N-no puedo dejarme vencer ahora… no… deben morir...

Era incapaz de distinguirla con exactitud, pero la delgada figura de la Reina del Crepúsculo estaba cada vez más cerca de ellos. ¿Sería el fin?
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Re: [Ciudad de Paso] Atracción Fatal

Notapor EspeYuna » Lun Abr 29, 2013 5:00 pm

¡Malandrines, bellacos sin corazón!

El mago Merlín cerraba al fin su equipaje tras haber puesto un poco de orden en su humilde morada. Tal y como la recordaba antes del incidente que nos había conducido a una situación de locos, se mostraba bastante diferente. Los libros esparcidos por el suelo volvían a estar colocados en su sitio, en las grandes estanterías del anciano vestido de azul. Éste se ajustó las gafas, sentándose en uno de los sillones mientras contemplaba el panorama:

¿Cómo es posible que ese bribón os haya conducido a esto? —profería de nuevo, acicalándose la barba al tiempo que invocaba unas tazas de su despensa para preparar el té— Y esa arpía, corrompiendo el eidolon de tu compañero. ¡Víbora! ¡Como ose volver a Ciudad de Paso…!

Quizás me hubiera sorprendido en otras circunstancias, pero estaba acostumbrada a la cubertería viviente habiendo presenciado tan curiosos poderes cuando conocí a Ágatha Fúrier, aquella anciana que nos vendía golosinas en Villa Crepúsculo. Había resultado ser ni más ni menos que una Maestra retirada.

¿Qué le habría dicho a tu abuela, eh?

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Allí, sentada en un taburete mientras seguía escuchando al sabio que nos había acogido a los tres, estrujé en mis manos la compresa que había sumergido hacía pocos segundos en el cubo de agua caliente que yacía bajo mis pies. Me giré y, aun sabiendo que no me estaba escuchando, le eché en cara su imprudencia:

Me has dado un susto de muerte —dije, colocándole la compresa caliente en la frente y observando como respiraba con dificultad, debido a la enorme herida de su estómago. Aun sabiendo que debía cerrarla cuanto antes con poderes curativos, decidí hacer caso a los consejos de Montblanc y esperar un rato, por si su eidolon aparecía de nuevo—. Te quedaste tan frío de repente… idiota. Nunca más vuelvas a hacerte el muerto, ¿entendido?

Aparté un poco su cabello para que la compresa se extendiera por toda la frente, escurriéndose algunas gotas que descendían por su cara hasta caer en la almohada. Light yacía dormido en la cama, y aun con esa palidez en su rostro, parecía un crío despreocupado y rendido tras un día agotador, lleno de juegos y risas. Muy diferente a lo que en realidad había sucedido.

Inevitablemente tuve que sonreír.

“¡¡ALÉJATE DE ELLA!!”

Siempre eres tú el que me acaba protegiendo, Mandoble Celeste —musité, algo disgustada—. Me preocupa que se convierta en costumbre.

De repente, las puertas del hogar de Merlín se abrieron de par en par, entrando algo de viento. Aun temiendo porque Dusk rondara por la ciudad buscando a sus portadores, invoqué por instinto a Ángel. Sin embargo, la silueta de Montblanc hizo que bajara el arma al instante.

Tranquila, kupó —dijo, viendo la duda en mis ojos—. Se han ido.

¿Estás seguro? —pregunté, volviendo a sentarme en el sitio y haciendo desaparecer mi Llave-Espada en un cálido destello— El acompañante… es un profesional en la magia ilusionista. Engañó por completo a Light… Xefil y yo caímos también en su trampa. ¿Y si ahora está usando sus poderes para despistarnos?

Nadhia, hemos peinado todos los distritos, kupó —intentaba tranquilizarme, pero no podía estarlo recordando las amenazas de la mujer que se apodaba como Reina—. No han dejado rastro… aunque el desastre ocasionado en el hotel sigue allí, kupó.

Ya veo…

Montblanc se acercó entonces a donde dormía Light. Voló con sus alas para encontrarse a nuestra altura y me preguntó por su estado.

Habían pasado unas horas desde que decidí encargarme de él y de Xefil, quien dormía en la cama de al lado. Éste parecía exhausto a la par de aliviado, pues carecía de herida alguna gracias a mis poderes curativos. Recordé el aspecto del eidolon de Light, quien me ayudó a recuperar fuerzas durante el infortunio, y no pude evitar sonreír: Gaomon era el vivo reflejo de su invocador, un alma luchadora e inquebrantable. Su torpeza al correr, la expresión de su rostro perruno, su modo de hablar.

Al igual que el verdadero aspecto de la Llave-Espada de Light. Había acudido a él en el momento que más le necesitaba. Igual que cuando Ángel Forjado me llamó pidiendo auxilio, bajo el deplorable aspecto que yo misma había causado en su mango y filo… por culpa de mi egoísmo. En mi mayor debilidad.

Quizás Light había pasado por lo mismo.

La herida no se cierra por sí sola, por lo que parece que el eidolon de Light no va a actuar —le informé, apartando el vendaje de su estómago. Aun resultando desagradable de contemplar, había decidido encargarme de la enorme herida que le atravesaba el vientre. Era horrenda. Aun habiendo parado la hemorragia, era una herida de gravedad y quería actuar cuanto antes, pero había esperado la vuelta del líder de los moguris para estar completamente segura de lo que hacía—. Montblanc, debería empezar a usar la magia.

No veo por qué no, kupó. Adelante.

Mi Llave-Espada volvió a aparecer en un haz de luz, dispuesta a ayudarme con la tarea de cerrar de una vez por todas las heridas de mi amigo. Cerré los ojos y musité la palabra mágica: Cura.

El conjuro envolvió el cuerpo de Light, pero la mayor parte se centró en su vientre. La gelatina verdosa de aquel acogedor hechizo comenzó a unir los músculos desgarrados, tanto los más internos como los visibles a simple vista. Quería que no quedara cicatriz alguna de lo sucedido, y así fue. Los músculos se escondieron para dejar paso a la piel de mi compañero, la cual hizo desaparecer cualquier indicio de que su propia arma le había atravesado el cuerpo por completo.

Abriendo los ojos de nuevo me sentí aliviada al comprobar que mis poderes curativos habían sido suficientes para ayudar a mi amigo. Puede que incluso orgullosa.

Aproveché entonces para levantarme y quitarle la compresa, pues ya no le haría falta: tal y como pensaba, la fiebre desapareció al instante. Mientras le decía al cubo de agua que fuera al baño —pues gracias a Merlín se valía de sí mismo para ir y venir cuando quisiera—, escuché atentamente la conversación que mantenían el mago y el líder de los moguris:

Merlín, gracias por resguardarlos aquí contigo, kupó —dijo Montblanc, caminando hacia él con su bastón—. Ha sido una noche de locos.

Sabes que puedes contar conmigo para lo que quieras, Montblanc —respondió el mago, tomando té en la mesa del centro—. Además, estos aprendices son muy apreciados por todos los de aquí, me colgarían si no hiciese por ellos lo que su legado hace por nosotros.

>> Esa asquerosa mujer, ¿reinar sobre ambos entes? ¿Controlar a los sincorazón? ¡Paparruchas! Corrompiendo el corazón de un aprendiz, amenazando a otro y llevando a una situación desesperada a la última, pretende ser una soberana amada por todos sus súbditos. ¡Qué sinsentido! Esperemos que no vuelva a acercarse por aquí si no quiere recibir de mi propio arsenal.


Se hizo el silencio. Me giré hacia Xefil, a quien también le estaba dedicando parte de mi cuidado, pues él me había protegido cuando Light no había podido hacerlo. Recordando la visión de aquellas aterradoras garras en sus manos, quizás porque Orpheus había decidido jugarle una mala pasada a mi mente, aferré mis manos a una de las suyas, acariciándola con dulzura, transmitiéndole calor. Tenía tanto que agradecerle...

También quiero pedirte disculpas por el desastre ocasionado en tu casa, Merlín. Esta vez Vaan se ha pasado de la raya, kupó.

Fue inevitable que pusiera la oreja cuando Montblanc pronunció ese nombre.

Montblanc, el pacto…

Lo sé, kupó, pero no nos quedaba otra opción. Era eso o dejar que…

Querido amigo, ¿estás seguro de que esto será lo mejor para él?

¿Y qué quieres que haga, kupó? —cuestionó Montblanc, pensativo— No puedo remediar lo sucedido. Tendrá que asimilarlo tarde o temprano, kupó.

“¿Asimilar el qué? ¿Acaso… tiene algo que ver con lo que vi allí arriba?”

Decidí mantener el pico cerrado, centrándome en atender a Light y a Xefil, pues en realidad no era asunto mío. O quizás quería mantenerme al margen, no entrometerme. Era lo mínimo que podía hacer, pues el líder de los moguris nos había salvado la vida.

***


La victoria es mía, Monarca. Buenas noches…

El poder hipnótico de la Reina del Crepúsculo se apoderó de la mente de los tres aprendices. Light, Xefil y Nadhia lucharon con todas sus fuerzas, pero una vez la mujer comenzó a usar su mirada para hacerse con su querido portador, fuese Nadhia o Light, estos no pudieron hacer nada por evitar el abrazo de Morfeo.

Pero antes de que Nadhia cayera al suelo, sintió una oleada brisa danzar por sus cabellos. Y una pequeña silueta apareció frente a la Reina del Crepúsculo.

¡No lo pienso consentir, kupó!

El moguri dio un golpe seco al suelo con su bastón, y tan pronto como apareció, volvió a desaparecer… pero esta vez junto a los aprendices que habían caído inconscientes a su espalda.

***


Sin embargo, cuando vi que Montblanc volvía a la salida, le pregunté. Éste no se giró como habría hecho normalmente, sino que parecía evadir la mirada tras estar hablando con Merlín sobre Vaan.

Los moguris de la Orfebrería crearon una barrera alrededor de esta casa para manteneros a salvo, kupó. Voy a comprobar si sigue siendo necesario.


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“¿No querías servir a un Monarca?”

¿Yo, una Dama? —le pregunté a un Xefil perdido en sus sueños— ¿Se puede saber qué pretendía con eso, Su Majestad? ¿Qué habría pasado si Light no hubiera despertado? ¿Me llamaste testaruda, eh? Pues tú lo eres, pero mil veces peor.

>> No volváis a haceros los héroes por mí. Por favor…


Pasando mi mano por su mejilla, comprobando por un momento si tenía fiebre, contemplé algo que me llamó la atención y que, por ciertos acontecimientos, hizo que mi rostro desprendiera un vivo color carmesí.

Sus labios.

“Mi primer beso.”

Rocé los míos con la yema de mis dedos y agaché la cabeza, muerta de vergüenza. Sin embargo, cerrar los ojos sólo dejaba que mi imaginación volara a aquel momento en el que los dos yacíamos en aquel cuarto rojo, besándonos con… ¿pasión? ¿Qué habría pasado si Light no nos hubiese interrumpido? ¿¡Q-Qué!?

¿¡P-Pero en qué estoy pensando!?

Nadhia, ¿te encuentras bien? —preguntó Merlín, entonando preocupación— Deberías dormir un rato, puede que tengas fiebre. Pareces algo acalorada, querida.

N-No, mago Merlín, no es nada —me rasqué la nuca y me dirigí a la salida, sintiendo como mis mejillas explotaban en viva rojez—. Seguramente se me pase si tomo el aire un rato. ¿Podría vigilarlos? —le indiqué, señalando a mis amigos.

Claro, no te preocupes.

***


Para cuando salí a las cloacas que escondían la morada de Merlín, el patriarca moguri se hallaba contemplando la enorme barrera mágica que rodeaba nuestro escondite. Me acerqué para tocar con un dedo la fortaleza. Dura y resistente suponía, como la que había empleado Orpheus para que no pudiéramos acercarnos a Light durante su prueba con el eidolon.

Es diferente a la empleada por ese hombre, kupó —como si me hubiera leído el pensamiento, se acercó para atravesar con su bastón la barrera—. A decir verdad, me cuesta asimilar que sus poderes eran formidables, incluyendo la hipnosis de Dusk. No sabría decir si mi poder se asemeja al suyo, kupó.

Entonó… una nana —dije, dibujando con mi dedo notas musicales en la barrera mágica. Las marcas quedaban grabadas por unos instantes, pero al rato desaparecían—. Llamaba así a los sincorazón, y también nos dejó medio… atontados, por decirlo de alguna manera. Es sólo recordar ese canto y sentir como si me pesara todo el cuerpo.

¿Una nana, eh…?

Paseé en silencio junto a Montblanc alrededor de la casa. Sintiendo esfuerzos por no sacar el tema, intenté evadirlo agradeciéndole que nos hubiese salvado el pellejo. Éste siguió caminando, sonriente, aunque parecía forzar la comisura de sus bigotes.

Yo os metí en ese lío, kupó.

Montblanc, ¿y Vaan?

El moguri enarcó una ceja, como disgustado porque mencionara aquel nombre. Puede que creyera que evadiría al causante de todo el embrollo, pero estaba muy equivocado. De hecho, quería saberlo.

Buscaba respuestas.

No tendrás que preocuparte más, kupó. No piensa volver a molestaros.

Ya sabes por qué te pregunto esto, Montblanc.

De nuevo se hizo el silencio.

¿A qué te refieres, kupó?

A lo que vi allí en las alturas —le dije, encarando que me intentaba ocultar aquello que había visto con mis propios ojos—. ¿Qué es lo que hice? ¿Por qué… ese cascabel…?

Nadhia, deberías olvidar lo sucedido y volver a Tierra de Partida en cuanto tus amigos estén en condiciones, kupó —me vi sorprendida ante sus palabras, pues no esperaba que evadiese algo tan evidente—. Si queréis, puedo avisar a algún Maestro para que os venga a recoger y…

¡¡Montblanc!!

Estallé.

¡Cuando rompí ese cascabel, Vaan cayó al suelo, pero…! ¡Lo que yacía allí no era un moguri!

¿No pudo ser Orpheus, kupó?

¡¡Sé perfectamente lo que vi!! ¿Acaso me tomas por tonta?

No, Nadhia. Sólo quiero protegerte, kupó —el moguri se giró hacia mí y mostró seriedad a mi pregunta—. No deberías involucrarte más en lo que concierne a Vaan. De hecho, ya tienes tu arco listo en la orfebrería, kupó.

¡No lo quiero! —exclamé, dejando a Montblanc sin más ideas para evadir la realidad de la situación— ¡Lo que quiero son respuestas!

Entonces… dime, Nadhia. ¿Qué es lo crees que viste en el Distrito 2, kupó?

¿Eh?

Aun sabiendo que me estaba metiendo en una situación complicada, me armé de valor y expresé con palabras lo que había visto:

Un niño.

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Mis ojos no me habían engañado. Cuando el cascabel dorado fue atravesado por mi flecha, un haz de luz explosionó a nuestro alrededor. Y Vaan, el travieso moguri que ejerció aquellos hechizos atrayentes sobre mis amigos, había caído inconsciente al suelo… pero ya no tenía pelo por todo su cuerpo, ni bigotes, ni orejas de conejo.

¡Era un niño humano! ¡Montblanc, necesito que me cuentes sobre Vaan! ¡Él gritó algo de un pacto, su pacto! ¡Tú mismo estabas hablando con Merlín sobre eso! ¡Tengo derecho a saberlo!

Nadhia…

Renuncio al arco porque me des respuestas.

Mi tozudez tuvo sus frutos cuando Montblanc suspiró, resignado a tener que rendirse, pues no cambiaría de tema y seguiría molestándole hasta que me contara todo cuanto sabía. Podía ser muy insistente cuando quería.

Puede que hayas visto a un niño, y sí, Vaan es humano como tú, kupó —comenzó a relatar, serio—. Sin embargo, Vaan ya nació siendo un moguri. Creció en el vientre de su madre como uno de nuestra especie, kupó.

La duda inundó mis ojos avellana, pero no interrumpí la historia. Porque sabía que Montblanc me lo explicaría:

Su madre era muy delicada en cuanto a salud se refiere, kupó. Su padre, desesperado por perder tanto al amor de su vida como al niño, recurrió a la magia oscura. Alguien le habló sobre un sacrificio tabú, y un mago muy poderoso, kupó. Su nombre era Salim.

>> Salim le ayudó a pactar con un ente superior para que su hijo y su mujer pudieran seguir viviendo. Un pacto donde debes dar algo a cambio, algo valioso de tu cuerpo y alma, kupó. El padre perdió la vista, y ella la voz, aunque fue Salim quien se encargó de firmar el pacto con su piel y acarrear con las consecuencias de sus actos, otorgándole su nombre: Vaan. El bebé nacería sano, claro. Pero lo que no se esperaban fue lo que ocurrió el día del alumbramiento, kupó.

>>> La mujer dio a luz a una especie de bebé recubierto de pelo, con alas, orejas de conejo, bigote animal… podríamos decir que el rechazo al bebé fue de lo más esperado, si nos ponemos en el lugar de la madre, kupó. Que tengas en tus brazos a tu bebé, por fin, y que de pronto veas que se trata de una criatura extraña, de un… “monstruo”. Su madre cayó en la desolación, kupó.


¿Sus propios padres… lo rechazaron al nacer?

Así es, kupó. Aunque de esto estoy hablando hace muchos, muchos años. Unos cincuenta, aproximadamente.

¿Cin…cincuenta?

El reloj del tiempo de Vaan se paró hace mucho tiempo, kupó. A los siete años justos se podría decir, y el cascabel dorado era la prueba de su pacto con Salim. Cuando sus padres lo abandonaron, Salim se compadeció de él y decidió cuidarle como al hijo que nunca tuvo… a su manera, pues el pacto le había otorgado al pequeño un poder similar al de su protegido. La firma de sangre les hacía ser una única persona, kupó. Vaan se convirtió en el guardián de Salim, velando siempre por su seguridad y obedeciendo sus órdenes sin rechistar. Realmente lo admiraba, kupó.

>> Salim estuvo viviendo en Ciudad de Paso durante un largo tiempo. Ambos eran uña y carne. Pero llegó un día en el que… el brujo desapareció sin dejar rastro, dejando atrás a Vaan, kupó. No dio explicaciones, tan sólo un mensaje al pequeño.

>>> Dijo que volvería pronto a por él y que seguirían siendo Guardián y Protegido. Sin embargo, de su marcha han pasado diez años, kupó. Aquí como me ves he estado cuidando de él para que no se metiera en líos. Vaan es muy testarudo, pero noble y fiel. Sigue esperando porque Salim vuelva a por él, kupó.


Y entonces yo, ¿he roto el pacto?

Exacto, kupó.

¡Pero Montblanc! ¡Si eso es cierto, he hecho algo horrible!

Nadhia, si no hubieses roto el cascabel, tus amigos habrían muerto, kupó.

¿¡Pero por qué yo, y no otro cualquiera!? ¡¡Me mandaste en busca de Merlín para entregarle un paquete, que resultaba ser propiedad de Vaan, su armónica!! ¿Por qué querías que conociera a Vaan?

Di en la diana. Ahora todo tenía sentido. Montblanc había deseado que Vaan y yo nos conociéramos, ¿pero por qué?

Pensé que quizás…

***


Merlín dormía plácidamente en su sillón, quizás agotado por el viaje o por quedarse en vela durante toda la noche en pos de atender a Nadhia y a sus compañeros.

Una pequeña silueta asomó su cabeza en las sombras de la morada de Merlín. Cubierto con una capa azulada y girando sus pequeñas manitas, usó magia para que la daga de Xefil se desprendiera de su refugio y acabara en su poder. Tan pronto como la consiguió, se alzó sobre Light, con daga en mano.

La luz de las velas dejó ver al fin su aspecto. Un pequeño niño de pelos alborotados, cara redondita y nariz respingona. Sus ojos, negros y diminutos, desprendían un sentimiento de odio inmenso a quien yacía aún dormido, ¿o no?

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Vais a aprender a no desafiar a un gran hechicero como yo, tan, tan.

¿¡Qué pretendía hacer con la daga de Xefil!?

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Vayamos por partes:
- El encuentro finalizará en unas cinco rondas, incluyendo ésta.
- Light y Xefil podrán hacer lo que quieran y cuanto quieran en estas rondas, pues le daré la libertad necesaria para que, acorde a la historia de la mascota de Nadhia, puedan participar o actuar por su cuenta.
- Light, por ejemplo, quería hablar con Merlín. Aunque queriendo preguntar cosas que suponen Ocaso de una Estrella, yo no podría controlar a Merlín de la misma manera. Se necesitaría a un Game Master para controlarlo.
- Tanto Light como Xefil han podido escuchar a Nadhia hablándoles y echándoles la bronca, que sería lo ideal <3, y por supuesto, despertar antes de que Vaan os despedace vivos (?)
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Re: [Ciudad de Paso] Atracción Fatal

Notapor Zee » Vie May 03, 2013 4:00 am

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La victoria es mía, Monarca. Buenas noches…

Sus ojos brillaron con una intensidad increíble, como dos faros en las penumbras de aquella habitación. Un fenómeno aterrador; y sin embargo, familiar. No pude despegar la mirada, admirado, de las brillantes pupilas de la Reina del Crepúsculo. Y cuando caí en cuenta que había cometido un grave error, ya había sido demasiado tarde. Inevitablemente, mis párpados comenzaron a pesarme, mientras el resto de los músculos de mi cuerpo empezaban a perder su fuerza. Lentamente, mis piernas fueron incapaces de sostener mi cuerpo.

Un Morfeo sin siquiera alzar un dedo... cuán... admirable...

Caí al suelo, incapaz de mantenerme despierto. Tras la rendija que con voluntad hercúlea mantenía abierta entre mis párpados, distinguí a la reina acercándose hacia nosotros.

Acabamos de recuperarle... ¿y ahora vamos a perder...?

Intenté extender mi mano, pero mis dedos apenas respondieron.

Némesis...

Ni siquiera la magia fluía ya por mi cuerpo. La fatiga era insoportable.

Dame tu poder, Bruja.

Mis ojos titilaron carmesíes varias veces, pero mis fuerzas ya no eran suficientes. Como dos bombillas a punto de morir, brillaron por unos instantes, intermitentemente, y luego se fundieron.

¡Hazlo ya!

***

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Llegaste algo tarde.

Si no hubiese sido por aquella voz, jamás me habría dado cuenta de que aun existía. Hundido como me hallaba en la oscuridad, desprovisto de toda clase de pensamiento, no había tenido idea de mi propia conciencia. O, por lo menos, no hasta que ella llegó.

En un instante, descubrí que no sabía dónde me encontraba, ni cuánto tiempo mi vista se había refugiado tras mis párpados. También advertí que no conocía al dueño de aquella voz femenina, pero la sensación que me transmitía era extrañamente familiar: sabía que debía temerle, aunque no lo hacía; y que debía ser cuidadoso al tratar con ella.

Debía descubrir qué estaba pasando. Y atar cabos. Así que abrí mis ojos.

Lo que se presentó ante mí, curiosamente, no era tan diferente de haber tenido los ojos cerrados ni de haberme quedado dormido. Salvo la leve luz que provenía, extrañamente, del suelo, todo a mi alrededor se hallaba envuelto en las penumbras. En la lejanía, donde uno esperaría en el horizonte, no había más que un lienzo perfecto de oscuridad.

La plataforma terminaba unos metros más allá. Era un círculo perfecto, hecho de cristal tintado; una luz atravesaba el vitral, cuyo diseño era imposible de ver desde mi posición.

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Lo único que podía distinguir con claridad, además del cristal y mi propio cuerpo, era la figura que se hallaba encadenada en el centro. Oculta en las penumbras, sólo su silueta era apreciable, pero sin duda alguna era ella quien me hablaba.

Te ofrecí mi ayuda con tiempo. Anticipación. Mis poderes no son algo que puedas pedir a gritos en el último instante, príncipe.

La silueta movió ligeramente sus cadenas. Todas las que había a mi alrededor se tensaron. Salvo una... se había roto y descansaba en el suelo, cuan larga era. Con cuidado de no golpearme con ninguna, comencé a caminar en dirección al centro, hacia aquella figura que, aunque jamás había visto en mi vida, podría reconocer en cualquier parte.

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Némesis...

Me detuve a una distancia prudente, donde no podía alcanzarme por las cadenas. Su mirada finalmente se posó en mí, después de que su cabeza se girara en mi dirección. Sus ojos, brillantes como dos rubíes, resaltaban como lunas en el lienzo nocturno: uno tendría que estar ciego para no verlos.

Es un placer darte la bienvenida —saludó la joven. Después de ello, dejó salir una risita divertida. Aquello no me sacó ni una sonrisa; y, evidentemente, aquella no había sido la intención de la Bruja. No estaba allí para hacer chistes.

Esta es la primera vez que escucho tu voz —señalé, cruzándome de brazos. Noté cómo Némesis se acomodaba, provocando que las cadenas hicieran un sonido especialmente fuerte. Por la forma de su silueta, la joven se hallaba sentada en el suelo.

Ponte cómodo; vas a escucharla por un buen rato —apuntó la Bruja—. Seguirás dormido mientras hablemos.

¿Tienes mucho para decir? —inquirí.

¿Tienes mucho por preguntar? —respondió, juguetona. Después de ello, no quedó más sino silencio entre nosotros por unos segundos, durante los cuales no hice más que dejar mi mirada divagar. Las cadenas eran, sencillamente, demasiadas, y se extendían hasta la oscuridad. Caminar por allí era bastante complicado.

¿Qué es este sitio? ¿El Reino de las Brujas? —pregunté casualmente, evitando mirar a Némesis. Ésta inclinó la cabeza, sin embargo, y eso pude notarlo de reojo.

No pienses que no he notado tu pequeña incursión y el rescate de aquella a la que llamas Elizabeth —señaló. Aquello me sorprendió levemente, y no pude evitar abrir los ojos y alzar las cejas—. Bastión Hueco fue tan sorprendente para mí como lo fue para ti. Pero no, éste no es el mismo sitio donde conociste a la hechicera.

>>Esto es lo que los tuyos conocen como Descenso al Corazón.


Y aquello fue todavía más asombroso. ¿Estaba diciendo la verdad, la Bruja? ¿De verdad me hallaba en mi propio Descenso al Corazón? Pocas veces había escuchado hablar de él o leído alguna mención, pero no por ello dejaba de ser interesante. Era un plano existencial constante para todos los Portadores e individuos de corazón fuerte, donde uno hacía contacto con el sí-mismo y, no pocas veces, con la esencia de su Llave-Espada.

Pensé que sólo los más talentosos y experimentados lograban hacer esto. Gente como Nadhia —confesé. Para mi sorpresa, Némesis rió por mis palabras—. ¿Qué?

Entonces es afortunado que me tengas a mí, ¿no?

Todo menos eso —casi interrumpí. La Bruja volvió a reír.

Su voz era tan… suave y femenina. Nadie esperaría que una bruja sonase así. Aunque ciertamente tenía un cierto toque burlón y elegante, no había nada especial en ella. Sólo una joven, probablemente no mayor que yo.

¿Era realmente ella una bruja todopoderosa?

¿Por qué está tan… gris? —cuestioné, mirando a mis pies. El vitral brillaba, pero no tenía ningún color. Y, si no me equivocaba, aquello debía reflejar mi corazón, si realmente era el Descenso del que tanto hablaban. ¿Entonces por qué la monocromía?

Sencillamente porque no estás listo para verlo todavía. No llegaste aquí por tu cuenta; fuiste forzado a entrar —respondió la joven—. Pero lo estarás pronto. Y descubrirás que es una imagen bastante bonita la que adorna nuestro co--

No es nuestro, Bruja —corregí, cortante. Los ojos de Némesis se abrieron un poco, pero luego se entrecerraron un poco: aquello simbolizaba una sonrisa, incluso si su boca era invisible—. Es mi corazón y no eres bienvenida en él.

Nunca he pedido permiso ni invitación. Ya me aceptarás con el tiempo.

Estoy dispuesto a tomarlo como un reto.

No serías el primero.

Entonces me aseguraré de ser el último.

El silencio volvió a alzarse entre nosotros. Y lo prefería así, para ser sincero. De otra manera, me imaginaba que nuestras conversaciones se volverían eternos juegos de ingenio, turnándonos en jaque durante bastante tiempo.

Dijiste que fui forzado a entrar aquí. ¿Significa eso que tú me trajiste? —cuestioné. Finalmente, decidí sentarme en el suelo con las piernas cruzadas. Aquello sí iba a durar un poco, por lo visto. Mientras lo hacía, Némesis respondió:

¿Ves a alguien más encadenado por aquí? —se burló la hechicera, ilustrándose con una buena sacudida de sus cadenas. Una de ellas me golpeó en la sien, metiéndome un buen susto. A la Bruja le pareció bastante divertido y volvió a reír.

Cierra la boca y responde a mi pregunta —ordené, comenzando a perder la paciencia.

¡Qué grosero! —exclamó, aunque era evidente que aquella reacción estaba exagerada. Mi rudeza no le interesaba en lo más mínimo—. ¿Cómo esperas que conteste tu pregunta manteniendo la boca cerrada?

No la abras para nada más que no sea decirme la respuesta correcta. —“corregí” de inmediato. Mi pie ya golpeaba el suelo con desesperación.

¿Y cómo juzgarás eso? Tendrías que saber la respuesta de antemano —una vez más, una risa acompañaba sus palabras.

Me estoy empezando a cansar de tus juegos.

Me empiezo a cansar de tu apatía.

No estoy aquí para complacerte.

Y mucho menos lo estoy yo.

Aquello ya era más de lo que cualquiera podía soportar. Era un constante estira-y-afloja con esa niña inmadura. De Bruja no tenía ni el sombrero. Y su sonrisa… Maldita sea, su sonrisa burlona, aunque invisible en la oscuridad, me ponía de nervios. ¿¡Cómo era posible que la hechicera fuera tan desesperante!?

Dejé salir un gruñido, el cual provocó que Némesis comenzara a reír de nuevo:

Pero debo admitir que hacerte enfadar es uno de mis pasatiempos —confesó, encogiéndose de hombros—. En realidad, el-- ¡Gah!

La Bruja dejó salir un gritito y sus ojos se cerraron con fuerza por el dolor. Su silueta ilustró bastante bien su caída, la cual seguramente le había golpeado más en el orgullo que en el sitio donde la cadena la había estirado.

Mi mano sacudió con firmeza la misma, provocando que el resto se moviera con ella y crearan una agradable melodía metálica.

¡Mira! Resulta que éstas cadenas sí son útiles, después de todo —señalé, burlón. Némesis levantó la cabeza y me miró con fuego en los ojos. No obstante, le respondí con una sonrisa divertida y volví a tirar de otra cadena, haciéndola besar el suelo de nuevo—. ¿Por qué estoy aquí? —cuestioné, cambiando mi semblante a uno más serio. Permití que la Bruja se levantara, y aparté las manos de las cadenas.

¿Para qué está el Descenso al Corazón? —respondió, retóricamente—. Viniste a conversar conmigo, y eso es todo.

No tengo ganas de hablar contigo. Nunca las tengo —sentencié, cortante. Némesis se encogió de hombros, restándole importancia.

No se supone que las tengas. Esta relación tan… parasitaria no fue una decisión voluntaria. Y con eso quiero decir… que tampoco lo fue por mi cuenta.

La Bruja extendió el brazo hacia mí, lo cual activó mis sentidos y me obligó a ponerme de pie de un salto. Un haz de luz iluminó la mano de la hechicera, pero fue demasiado cegador como para poder verla directamente.

Cuando pensé en materializar mi Llave-Espada para defenderme, comprendí a qué se debía aquel espectáculo mágico.

Tras terminar su hechizo, Némesis lanzó su propia arma en mi dirección, deslizándola por el suelo. Luego de bailar durante unos instantes en el resbaloso cristal, la Cadena del Reino se detuvo justo frente a mis pies.

A mí no me traes ninguna ventaja salvo un cuerpo donde residir. Nada más —comenzó a explicar Némesis. Mientras tanto, yo miraba la Llave-Espada con extrañeza, con decenas de cuestiones bombardeándome la cabeza —. ¿En cambio yo? Soy todo lo que necesitas: conocimiento, poder —la Bruja comenzó a contar los elementos de su lista con los dedos—, experiencia, fuerza, comprensión, magia…

En aquel momento me agaché para tomar la Llave-Espada. Cuando extendí mis dedos hacia la empuñadura, sin embargo, algo la hizo girar en su sitio, alejándola de mi alcance. Confundido por aquello, lo volví a intentar, sólo para advertir que la empuñadura se movía por sí misma para evitar mi agarre.

Finalmente, el arma desapareció en un haz de luz. Unos instantes después, apareció en el regazo de Némesis.

¿Lo ves…? Sin mí, no tienes nada. ¿O por qué crees que tu Llave-Espada evolucionó a algo mucho mejor? ¿De dónde crees que sacaste todas esas reservas de magia para enfrentarte a Orpheus y los Sincorazón de Dusk? ¿Pensabas que esos momentos de claridad durante el hechizo del moguri eran gracias a tu propia fuerza de voluntad?

Estás mintiendo —corté. Sin embargo, eso no fue suficiente para que Némesis se detuviera:

¿Lo estoy? Intenta convocar tu Llave, vamos. Y si no estás dispuesto a hacerlo, déjame recordarte que no has podido usar la Cadena del Reino desde tu pelea con Iwashi —incluso tras aquella provocación, no intenté materializar mi arma. Lo único que podía hacer era permanecer cabizbajo mientras las palabras de Némesis se me clavaban como espinas, cual niño regañado frente a su madre—. ¿Crees que entraste al Reino de las Brujas por tus propios medios? ¿Crees que tu talento mágico con el espacio y la gravedad es un logro tuyo, solamente? ¿La garra y las alas que brotaron de tu cuerpo, eran realmente tuyas?

Detente.

Un chasquido resonó en el gigantesco espacio. Con un sonido estruendoso, una cadena se rompió y sus dos trozos cayeron con fuerza sobre el cristal.

¿Por qué crees que despertaste aquel día en la biblioteca?

¡¡Dije que te detuvieras!! —rugí, alzando la mirada para enfrentarme a la Bruja. Sin embargo, mi mirada se topó con un espectáculo aterrador: al menos tres de las cadenas que mantenían a Némesis inmóvil se rompieron con un fuerte chasquido, agitándose como serpientes debido a la tensión que habían guardado. Una de ellas, fuerte como un látigo, me golpeó en el rostro y me tiró al suelo.

¿Por qué crees que la Examinadora de Nanashi respondió en tu mano…?

El discurso de la Bruja terminó. El único sonido que resonó en el Descenso fue mi respiración entrecortada, a punto de convertirse en sollozos. De vez en cuando, una de las cadenas se sacudía, pero ahora sólo porque Némesis decidía acomodarse en su sito.

Ésta es la razón por la que no pude prestarte mi fuerza cuando lo pediste —señaló finalmente, tras unos segundos de silencio que parecieron eternos. Para ilustrarse, la joven tomó una de las cadenas con su mano y la agitó varias veces—. Mi libertad toma tiempo. Constancia y paciencia, tanto por tu parte como por la mía.

>>Pero debes saber que, sin mí, estás completamente solo.


Una cadena más se cayó al suelo. Némesis soltó un falso “¡Oh!” de sorpresa, para luego tomarla con sus manos y sacudirla burlonamente, mientras reía a carcajadas.

¿No vas a decir nada? —preguntó, divertida—. ¿Algo que haga caer otra cadena? ¿No…? ¡Vamos! ¿Cuántas quedan ahora? ¿Unas noventa más?

La Bruja volvió a sonreír, a juzgar por sus ojos. Pese a ello, le sostuve la mirada.

…y aquello le borró la sonrisa. Después de todo lo que me había dicho, seguramente esperaba una muestra más de debilidad. Pero no la encontró. Sólo mis ojos, perfectamente marrones, mirando fijamente a los suyos.

Te equivocas.

Con no poco esfuerzo, me puse de pie. Unos cuantos segundos me tomé, pero la Bruja no dijo nada al respecto. Sus ojos, ahora inexpresivos, no se despegaban de mí.

No estoy solo —sentencié. Ilustrando mis palabras, extendí mi mano, con la palma hacia arriba, hacia al frente. Respondiendo a mi llamado, dos espirales de luz comenzaron a girar sobre mi piel, lo cual provocó que Némesis se sorprendiera. Y, por lo visto, no poco.

¿¡De dónde has sacado eso!? —gritó aterrorizada. Inmediatamente se lanzó al frente, queriendo alcanzarme, pero las cadenas se lo impidieron. Una de ellas la obligó a retroceder al tirar de su cuello, por lo que la joven cayó al suelo mientras se llevaba la mano a la garganta y tosía con fuerza.

Con un destello bicolor, dos cristales aparecieron en mi mano, sin obedecer a la ley de la gravedad. Levitando sobre mi palma, dos flechas, una celeste y una miel, danzaban lentamente en un círculo perfecto.

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Habilidades de edición FTW


Una de ellas, la azul, comenzó a brillar con más intensidad. Una luz comenzó a salir del interior, al igual que el sonido de una voz conocida. Conforme las palabras eran pronunciadas, los destellos se encendían y apagaban, como si fuese el mismo cristal el que estuviese hablando.

Esta pelea es únicamente mía, y tú no tienes nada que ver con ella. Nadhia te está esperando, ¿a qué esperas para marcharte? ¡¡Déjame solo!! ¡Vete, por favor! ¡¡Te lo ruego!!

Cuando la luz de Light se apagó, el otro cristal se encendió al instante. E, igual que había pasado anteriormente, una nueva voz comenzó a salir de él:

¿Yo, una Dama? ¿Se puede saber qué pretendía con eso, Su Majestad? ¿Qué habría pasado si Light no hubiera despertado? ¿Me llamaste testaruda, eh? Pues tú lo eres, pero mil veces peor. No volváis a haceros los héroes por mí. Por favor…

El cristal de Nadhia también se apagó. Al instante, ambos volvieron a ser arrastrados por su propio peso, pero logré atraparlos por el extremo sin punta justo a tiempo. Tomé uno en cada mano y volví a mirar a la Bruja.

El espectáculo no le había agradado en lo más mínimo. En sus ojos, finalmente, podía ver sorpresa y miedo. Por primera vez, completamente sinceros.

No estoy solo. No lo estoy —repetí. La Bruja simplemente me sostuvo la mirada, pero no expresó nada más—. ¿No vas a decir nada? —pregunté luego, emulando su actitud de hacía unos minutos. Con una sonrisa orgullosa, me agaché hasta el suelo y tomé, como pude, dos cadenas.

Y luego, con fuerza, las clavé en el cristal, usando las dos flechas que Light y Nadhia me habían obsequiado. Los ojos de Némesis se abrieron como platos, lo cual hizo que mi sonrisa se hiciera todavía más grande.

Usé la Cadena del Reino cuando rescaté a Elizabeth. Y la Danza de la Demencia apareció en luz en lugar de sangre hace un rato —señalé, en un asunto que, aparentemente , no se hallaba relacionado en lo más mínimo. Luego de unos segundos, los cuales me tomé para que las palabras hicieran su efecto, expliqué—: Son muestras de mi propia fuerza. Además, tengo algo por lo que luchar: y eso me permite blandir la Llave-Espada. No tú, Bruja.

Con un destello de luz, materialicé la Danza de la Demencia en mi mano derecha. La extendí, sosteniéndola horizontalmente, en dirección a Némesis, que me clavó la mirada con asombro.

Como dije: no mientas.

>>¿Puedo despertar ahora?


Los ojos de Némesis seguían clavados en mí. Esperaba una reacción agresiva, digna de una Bruja, pero para mi sorpresa, lo único que hizo fue suspirar. Sus párpados se cerraron por unos momentos, denotando su resignación. Su derrota.

Eres sin duda el más interesante que alguna vez elegí —confesó. Aquello, sin embargo, me provocó algo de confusión. ¿No había dicho antes que…?

Pensé que no había sido decisión tuya —resalté. Némesis asintió con la cabeza.

No lo fue —confirmó la hechicera, como si fuese obvio—. O al menos, no fue una decisión… objetiva.

>>No eras la mejor opción, pero aun así decidí…


Suficiente —interrumpí, para después ordenarle con una autoridad que no me correspondía—: Déjame ir. La próxima vez que venga aquí, será por cuenta propia.

Némesis asintió con la cabeza. Como para despedirse, se puso de pie y, tras sacudirse su vestido, levantó su mano derecha.

De acuerdo, entonces. Recuerda que estoy aquí siempre.

La Bruja dejó salir una más de sus risitas. Bufé, exasperado, aunque luego me encogí de hombros. Sin decir nada más, la joven hechicera convocó un hechizo de color rubí en la palma de su mano. La luz iluminaba su rostro y sus vestimentas, pero, igual que con la Llave-Espada, me cegaba tanto que incluso así era incapaz de verlos.

No me molestarías…

No supe de dónde salió aquello. Sencillamente lo pronuncié sin pensarlo, en un ataque de total sinceridad. Y, en realidad, ni siquiera tenía claro lo que iba a decir: las palabras simplemente salieron de mi boca.

Hubiese ocurrido en otras circunstancias, sin todo el asunto de “posesión involuntaria y lenta corrupción mediante la Locura”… —suspiré— Nuestra relación no me molestaría. No me molestarías.

La luz me envolvió por completo. Y, atrapado en aquellos destellos color sangre, jamás pude ver la media sonrisa que se dibujó en el rostro de la Bruja.

***

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El agradable olor a papel fue el que me dio la bienvenida al mundo real. Incluso antes de abrir los ojos, me sentí obligado a inspirar con fuerza la fragancia de los libros usados. De una u otra forma, me recordaban a mi hogar: las horas pasadas en la biblioteca, leyendo lo que los eruditos consideraban necesario.

Y también, por qué no, a mi segundo hogar: Tierra de Partida. No tenía ningún problema en decir que la biblioteca de mi “escuela” se había convertido en un refugio en mis ratos libres.

Pero más tarde abrí los ojos, sí. Y frente a ellos me encontré con viejas vigas de madera, sosteniendo un techo más bien pequeño. Por aquí y por allá había unas cuantas marcas de quemaduras, y tal vez algunas astillas traviesas saltando fuera de su sitio. Pero salvo eso, aquello no tenía nada de especial.

¿Dónde estoy…? —pensé en ese momento—. ¿Y Dusk? ¿¡Light y Nadhia!?

Un poco asustado, me senté en la cama. Mis heridas parecían haber sanado, pero la fatiga seguía siendo tal que el movimiento brusco fue demasiado para mí. Solté un pequeño gruñido.

¿Hola…? —murmuré, algo dubitativo…

…y completamente ignorante al niño pequeño que me había robado mi daga, y en aquel momento esperaba el momento perfecto junto a la cama de Light, a un costado mío.
—You're like that coffee machine: from bean to cup, you fuck up—

~Dondequiera que el arte de la medicina es amado,
también hay un amor a la humanidad~


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Re: [Ciudad de Paso] Atracción Fatal

Notapor Light » Vie May 03, 2013 12:50 pm

¡No lo pienso consentir, kupó!

La Reina del Crepúsculo se detuvo en seco ante la aparición de un nuevo personaje en escena. Montblanc, el patriarca de los moguris, había hecho acto de presencia inesperadamente, dispuesto a ayudar a los jóvenes aprendices.

Dusk no movió ni un dedo para impedir la huida. Permaneció inmóvil y con los brazos cruzados, observando sin pestañear como sus presas desaparecían tras el humo color avellana, sin que pudiera hacer nada. En efecto, sus presas de incalculable valor habían escapado y se había quedado sin ningún portador. Qué remedio...

Sus ojos azules siguieron estudiando aquella esquina de la habitación, puede que esperando a que sus presas regresaran, de algún modo. Pasmada, y obviamente disgustada, cerró finalmente los párpados, resignándose a la realidad. No tendría que voltearse para darse cuenta de que él…

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¿Llorando otra vez, Orpheus…?

***


Al contrario que sus dos compañeros, Light durmió como un tronco en la casa de Merlin. Había gastado todas sus energías y literalmente había hecho posible lo imposible: había resucitado. Deseó con todas sus fuerzas despertar y abandonar el Limbo, y así hizo.

Su eidolon no sería una excepción. Inconsciente por el hechizo adormecedor de Dusk, no actuaría ni daría señal alguna por el momento, allá donde estuviera. Sería Nadhia quien, utilizando sus poderes curativos, se encargaría de cerrar las graves heridas de su compañero.

Afrontaría sonriente cada una de las regañinas de una Nadhia lógicamente preocupada. La brecha provocada por su gigantesca Llave Espada empezaría a curarse lentamente, hasta prácticamente desaparecer de su abdomen. Gracias a los cuidados de Nadhia, Light despertaría pronto…

***


El pelaje de la bestia se erizaría tras detectar el peligro inminente.

Vais a aprender a no desafiar a un gran hechicero como yo, tan, tan.

Pero no conseguiría insertar aquella daga en el cuerpo de Light.

De nuevo, un resplandor. Rápidamente, una criatura se materializó en aquella habitación. Xefil reconocería el singular pelaje del can, aunque su forma era totalmente diferente a las anteriores que había mostrado. Una bestia de gran altura y afiladas fauces, a cuatro patas, había aparecido justo al lado de Light, y por ende, del niño que atentaba contra la vida de su protegido. En verdad, aquella bestia parecida furiosa.

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Una de las garras escarlatas alojadas en su espalda azotaría la mano con la que sostenía la daga robada, desarmándole. A continuación, y sin permitir que el muchacho huyera, haría uso de las dos garras rojizas para coger una pierna del niño, alejándole de Light y alzándole, con la cabeza orientada hacia el suelo, sin poder defenderse.

Gaomon condujo al niño colgado hasta sus fauces, para que observara de cerca cada uno de sus colmillos, de considerable tamaño. Empezó a gruñir, clavando sus ojos dorados y desafiantes en los pequeños ojos negros del travieso jovencito…

Y le soltaría. Le lanzaría al suelo sin ninguna compasión, simplemente. El gran lobo cuadrúpedo no le atacaría, sino que se recostaría en el suelo para seguir descansando, siempre alerta. Desde aquella posición, permanecería vigilando al niño en todo momento. No se cortaría un pelo: volvería a agarrar al muchacho por las piernecitas para mostrarle de nuevo sus colmillos. Si la vida del invocador peligraba, le trituraría la cabecita.

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Estaba muy claro. Si volvía a acercarse con malas intenciones, lo lamentaría.
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Light
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Fraternidad

Notapor EspeYuna » Vie May 03, 2013 7:51 pm

El eidolon de Light no tuvo reparo alguno en jugar con la presa que había atrapado entre sus fieras zarpas al arrebatarle la daga que portaba, la cual caería a los pies de la cama donde recién despertaba su auténtico dueño. El pequeño Vaan se llevó un susto tremendo, promulgando un escandaloso chillido que despertaría al viejo mago que descansaba en su butaca, y puede que quizás al invocador de aquel can tan especial. Merlín se colocaría las gafas, sobresaltado:

¡Recórcholis! ¿¡Qué ocurre!?

¡¡Suéltame, chucho pulgoso, tan, tan!! —gritaba el niño, colgado boca abajo.

Frío se quedó cuando el “chucho” lo acercó a su mandíbula, mostrando la fiereza de sus fauces y dispuesto a despedazarlo.

¡¡S-Socorro!!

Sin embargo, el can no osaba cenarse un crío, sino tan sólo asustarlo y alejarlo a toda costa de su invocador. Se colocó cerca de éste y profirió un gruñido, sin apartar la vista de Vaan.

Por otra parte, las puertas del hogar de Merlín se abrieron de par en par y de estas surgieron dos personas que Light y Xefil reconocerían enseguida: Montblanc, seguido de cerca por Nadhia.

Maldita sea, kupó —dijo Montblanc, llevándose la manita libre a la frente— ¿Qué diantres haces aquí, Vaan? ¡Te dije que te quedaras en la Orfebrería, kupó!

Vaan.

La joven, quien había escuchado la historia sobre el pasado del pequeño, se sentiría algo cohibida cuando ambos cruzaran sus miradas por primera vez tras lo sucedido en las alturas del Distrito 2. Nadhia contempló sus ojos negros, diminutos y saltones, al igual que tornaron alertas y desafiantes cuando se dio cuenta de la presencia de ésta en el lugar. Aunque su voz resultara menos chillona que en su forma de moguri, sabría que era el mismo mocoso.

Sin embargo, a pesar de que lo relatado por Montblanc le había conmovido y deseaba pagar por sus errores y ayudar a Vaan, los comentarios del niño no pasarían por alto a oídos de la portadora.

¡Venganza, Montblanc! —exclamó el niño, poniéndose en pie y echando una rápida ojeada a su alrededor. Dándose cuenta de que en aquel momento era el centro de atención, se alzó en su propio ego y comenzó a dar un prepotente discurso— He venido a darles una lección a estos tres Cabelleros de pacotilla, tan, tan.

Vaan señaló con un dedo en el aire a Nadhia, a quien miró con ojos consumidos por el odio.

Sobre todo a ti, asquerosa humana —la joven no diría nada. Seria, apretaría los nudillos. En su interior notaba una sensación desagradable: por una parte, se sentía culpable de lo que había ocurrido. Pero por otro lado, las palabras de Vaan hacía que se le revolviera el estómago, recordando por todo lo que habían pasado Light y Xefil por culpa del mocoso—. Puede que me hayas arrebatado parte de mis poderes, pero eso no significa que haya perdido mi legado, tan. ¡Sigo siendo un poderoso hechicero, tan, tan, taaaaan!

La joven bajó la mirada, intentando por todos los medios controlarse, pero al ver al eidolon de Light manifestarse al lado de éste y la daga de Xefil yacida en el suelo, su mente comenzó a unir cabos. Y las últimas palabras de Vaan confirmaron sus sospechas, aparte del escándalo que pudieron escuchar desde el exterior de la casa de Merlín:

¡Maldito chucho pulgoso, tan! ¡Si no te hubieses entrometido, habría llevado a cabo mi venganza, tan, tan!

¿Qué pretendías hacer?

Nadhia alzó la mirada y observó fijamente a Vaan. A éste no parecía importarle relatar la que podría haber sido su gran hazaña:

¡Por supuesto, ellos debían pagar por tus pecados, asquerosa mujer, tan! —a Nadhia le dio un vuelco el corazón cuando el niño señaló la daga, ¿había intentado… matar a Light?— Si no hubiese sido por ese saco de pulgas, ya estaría con el Don Juan que se tiró encima tuya en el hotel, tan, ta…! ¡!

Vaan no pudo seguir relatando su exquisito plan de venganza, pues un violento tortazo le cruzó la mejilla derecha, haciéndola arder al instante.

La portadora perdió los papeles y le atizó como si de un hijo se tratara, retrocediendo a la vez que comenzaba a chillarle. Vaan se llevó la diestra a su cara, bastante dolorido por el azote… y no poco más por las palabras de Nadhia:

¿¡Qué te crees que estabas haciendo, eh!?

Y-Yo…

¡¡Por poco nos matas a todos!!

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Nadhia pretendía recriminarle mucho más, pero entonces se dio cuenta de que un mar de lágrimas descendía sin control por las mejillas del pequeño. La joven, notando como le ardía la mano tras haber pegado al chiquillo, intentó acercarse a él, algo estupefacta por lo ocurrido. Sin embargo, éste la rechazó, apartando su mano y corriendo hacia la puerta.

¡¡Bruja, te odio!!

Vaan desapareció con un fuerte berreo en la oscuridad del exterior.

La joven no le persiguió. De hecho, no era capaz de moverse, pues el acontecimiento la había dejado en shock. No porque fuera la primera vez que pegara a un niño pequeño, reñirle como una hermana mayor o perder la paciencia. La cosa era que ese suceso le hizo recordar uno que llevaba clavado como una espina dentro de su corazón durante años.

El sonido de un silbato. Los gritos de pánico alrededor del ring. Las sacudidas. Su mejilla ardiendo.

“—¿¡Qué te crees que estabas haciendo!?
—M-mamá... yo...
—¡Por poco matas a tu hermano!”


Nadhia imitó a Vaan, elevando la diestra para acariciar su mejilla. Un sentimiento inexplicable emergió en su interior. ¿Culpa? ¿Empatía? ¿Quizás fraternidad? No lo sabría explicar con exactitud. Durante unos segundos se había olvidado de que no era la única presente en la escena.

Conozco esa expresión. Es la misma que pondría una madre cuando pierde los papeles por primera vez con su retoño, kupó —dijo Montblanc, sonriendo y colocándose al lado de la atontada Nadhia, quien volvió a fijarse en la palma de su mano derecha. En ese momento sólo pensaba si le había hecho mucho daño, si esas palabras habían sido demasiado fuertes para un crío como Vaan—. Te puedo asegurar que Vaan jamás le haría daño a una mosca. Seguro que con “venganza” se refería a una de sus mil y un travesuras, kupó.

>> Recuerdo que la última vez que mangó un cuchillo fue para cortarle la barba a Merlín mientras dormía. ¿No es así, viejo amigo?


Merlín rio, acicalándose su preciado tesoro de pelo blanquecino.

Es cierto, sí.

Quizás lo que pretendía era hacerles un cambio de imagen a tus amigos. Puede que dejándoles calvas, no sería la primera vez que lo hace.

“Mamá…”

Montblanc, respetando el silencio de la joven, se giró a Light y a Xefil, quienes parecían haber despertado con todo el escándalo. Seguramente sus ojos revelarían cierta confusión.

Parece que estáis de una pieza, kupó —dijo, acercándose a ambos—. Siento mucho haberos metido en este lío. Tranquilos, esos dos personajes se fueron de la ciudad y perdieron vuestra pista una vez os saqué de allí. Habéis estado a buen recaudo aquí, y Nadhia ha cuidado bien de vosotros, kupó. Podría decir que tenéis suerte de que se le dé tan bien la magia curativa, sobre todo por ti, Light. Esa herida de tu estómago era horrible y realmente difícil de cerrar en poco tiempo, kupó.

La portadora no respondería a ninguno de los halagos de Montblanc. Estaba perdida en su mundo, contemplando la puerta hacia el exterior.

Y bueno, bienvenidos a mi hogar, chicos —dijo entonces el viejo mago vestido de azul, ajustándose las gafas—. Me llamo Merlín, espero que hayáis dormido bien.

Montblanc, voy a salir.

El patriarca de los moguris no se giró, sino que esbozó una pícara sonrisa debajo de sus bigotes. Como si en un primer momento supiese que Nadhia iría en busca del pequeñajo, simplemente la dejó ir:

Ten cuidado ahí fuera, kupó.

Lo tendré.

Si Light o Xefil daban indicios de ir a acompañarla, Nadhia se daría la vuelta y el fuego que despertaría en sus ojos avellana daría a entender que sería una muy mala idea hacer oídos sordos y levantarse de la cama. Cómico era pensar que Nadhia podía convertirse en una mujer peligrosa que alzara la Llave-Espada contra sus dos amigos.

Ni se os ocurra volver a perseguirme hoy, ¿está claro?

Realmente sonaba mosqueada, con sus mejillas enrojecidas en furioso carmesí. Cuando la joven desapareció tras la puerta y se hizo el silencio en el interior de la morada de Merlín, Montblanc dejó escapar una pequeña risa, quizás por las palabras de Nadhia o por la reacción de los aprendices que habían escuchado su peculiar amenaza.

Sólo está preocupada por vosotros, kupó —explicó, contemplando su bastón—. Vaan usó un hechizo muy poderoso sobre ambos, más que de amor se podría decir que era una obsesión descontrolada que se acrecentaba a medida que pasaban las horas, kupó. Aunque no creo que Nadhia esté enfadada por lo que haya podido pasar durante el encantamiento. Se siente culpable porque la hayáis seguido hasta aquí para conseguir su arco, kupó, pues habéis estado expuestos a un gran peligro. Además, es culpa mía por haberla conducido hasta aquí.

>> Bueno, antes que nada debería explicaros un par de cosas sobre Vaan. Veo mucha confusión en vuestros ojos, kupó.


El líder de los moguris de Ciudad de Paso comenzaría a relatar el pasado de Vaan, confirmando a ambos aprendices que ese renacuajo era el mismo moguri que les había llevado a una situación de locos. También les contó como Nadhia había conseguido deshacer el conjuro, y las consecuencias del mismo acto.

Pensé que quizás Nadhia sería lo que verdaderamente necesitaba Vaan. Una figura materna, kupó. Desde que sentí la energía de Ángel Forjado, su Llave-Espada, pensé: “Es ella” —dijo, descansando su bastón y sentándose en una butaca mientras dos tazas de chocolate caliente volaban de forma mágica hasta las manos de Xefil y Light, obra del mago Merlín—. Pero tras todo lo sucedido he comprendido que Nadhia no podría hacerse cargo de Vaan. Es más, yo mismo se lo prohibiría en rotundo, pues parece que vuestra amiga ya carga con demasiados problemas, kupó.

Montblanc suspiró, acordándose del broche que colgaba del pecho de Nadhia y de la siniestra magia que desprendía. Sin embargo, se ahorraría los detalles y no comentaría nada sobre ello a sus compañeros.

Venid aquí a la mesa, de seguro estaréis muertos de hambre —aconsejó Merlín, quien hizo aparecer un buen surtido de galletas y dulces—. El azúcar os sentará bien.

Sería buena idea matar el tiempo mientras esperaban a Nadhia, y puede que tuviesen preguntas para ambos. Y, ¿por qué no? Quizás quisieran fumar la pipa de la paz.

Al fin y al cabo, se habían estado a punto de matar el uno al otro por conseguir el amor de una mujer.

***


¿Vaan?

Nadhia peinaría de cabo a rabo el Distrito 3, pero por más que repitió el nombre del enano, éste no apareció. Entró en algunas casas, supuestamente abandonadas, miró por las ventanas, vigiló su espalda por si los Sincorazón se dignaban a aparecer de nuevo.

Una vez que vio que no conseguiría nada, se dirigió al segundo distrito, quizás con la esperanza de encontrarle allí.

¿Vaan? ¿Dónde estás? —preguntó a las calles en silencio, preocupada por el niño— Vaan, sal de donde estés, este sitio es peligroso. Pueden aparecer Sincorazón.

No recibió respuesta.

Vaan, por favor, sólo quiero hablar contigo.

¿Para qué quieres hablar conmigo, bruja, tan?

La portadora escucharía la voz de Vaan en las alturas. En el tejado de la sombrerería abandonada, el pequeño se hallaba allí sentado, mirándola desde su posición con una de sus mejillas al rojo vivo.

¿Qué haces ahí arriba? ¡Es peligroso!

¡Más peligrosa eres tú, tan!

Nadhia infló sus mofletes en señal de desaprobación. Estaba arrepentida de haber pensado que un crío pudiera tener la suficiente sangre fría como para acabar con la vida de Light o Xefil. Incluso si se ponía en su lugar, comprendía por qué cometía todas aquellas travesuras.

“Para llamar la atención.”

¿Puedo subir?

¿Y por qué debería dejarte, tan? ¿Acaso vienes a por esto?

Vaan sacó de sus ropas un collar que tintineó. Dos cascabeles lo adornaban: el primero de ellos era dorado, pero tenía un aspecto deplorable al haberse fundido parte del oro con la habilidad celestial de Nadhia. Sin embargo, el plateado seguía intacto, resplandeciente. Nadhia le siguió el juego, enarcando una ceja.

¿Y por qué querría tu cascabel, si ya he salvado a mis amigos? ¿Crees que lo hice por maldad?

Quieres los poderes del gran hechicero Salim, tan, tan. A mí no me engañas, bruja.

¿Se puede saber de dónde has sacado eso? Ni siquiera sabía de Salim hasta hace unos minutos.

¡Mentirosa, tan! ¡Querías conducirme a una trampa con la armónica como cebo!

Ey, ¿te estás escuchando? ¿No crees que te estás inventando tú solito la historia?

El pequeño, en medio de una absurda discusión, hinchó sus mofletes tanto o más como la joven, dándose cuenta de que ella llevaba la razón. Sin embargo, contestó dándole la espalda y apoyándose en una de las chimeneas.

Nadhia esbozó una sonrisa.

“Sí, realmente es un niño.”

Nadhia habría necesitado de unas cajas para subir si siguiera en Villa Crepúsculo y fuera una chica del montón, pero ser aprendiz le había otorgado algo más de agilidad y flexibilidad. Cogió carrerilla y ejerció un doble salto que hizo que agarrara con sus manos el borde del tejado. Fue difícil, pero no se rindió hasta que sus botas consiguieron apoyarse en las tejas.

“Se nota que los entrenamientos sirven de algo.”

Con sumo cuidado se sentó al lado del pequeño. El silencio inundó su espacio en un principio, pues éste estaba dispuesto a ignorar su presencia. Sin saber muy bien qué decir, la joven escuchó jaleo en la lejanía. Los propietarios del hotel corrían de un lado a otro, quizás mosqueados por el desastre ocasionado. Algunos moguris de la Orfebrería se habían presentado en el distrito para ayudarles a recoger. Los ataques del eidolon de Light y el combate contra Dusk y Orpheus habían dejado graves secuelas en la madera que conformaba aquel cuarto de rojo y parte de los pasillos del hotel.

Menuda la que hemos liado, Vaan.

Si me hubieses dado MI armónica antes, nada de esto habría pasado, tan.

Nadhia se hundió en sus rodillas, esperando que el pequeño comentara algo más, pero no fue así.

Lo siento.

Los ojos de Vaan se abrieron como platos, escuchando una disculpa por parte de la joven.

¿P-Por qué, tan?

Esa armónica era importante para ti, ¿no?

>> Dijiste que tú eras el único capaz de tocarla.


Que sea el único que pueda tocarla… no es lo que la hacía especial, tan, tan.

¿Entonces?

La muestra de interés de Nadhia confundió por un momento a Vaan, quien miraba sorprendido a la joven. Evadió la mirada, la cual tornó a la suma tristeza.

Fue el primer regalo de Papá, tan. Eh… de Salim, quiero decir. A él le gustaba oírme cantar y tocar los instrumentos, tan, tan.

El corazón de Nadhia bombeó mucho más cuanto sintiéndose rastrera. Las palabras de Vaan hacían que se encogiera su alma y se maldijera a sí misma por el daño ocasionado al pequeño.

Pero es sólo una armónica, tan. Lo que realmente me preocupa es… convertirme en un piel desnuda como vosotros, tan. Sois unos debiluchos, tan, tan.

Nadhia se mostró curiosa a lo último mencionado. Aunque si lo pensaba, era obvio imaginar que ahora Vaan tendría que acostumbrarse quizás a la vida como un ser humano. Por lo que le había contado Montblanc, el pequeño ya había nacido como moguri, creciendo así en el vientre de su madre.

“¿Sus padres… lo rechazaron al nacer?”

Había dolido escuchar el pasado de Vaan. Cruel sin duda alguna, Nadhia se preguntaba por qué Salim había decidido marchar sin él diez años atrás.

Me siento sordo, tan, apenas puedo oír lo que sucede en la lejanía. Y no podré nunca más iluminar con mi pompón la oscuridad, jo.

>>Pero lo que realmente voy a echar de menos va a ser volar, tan, tan.


Lo siento, ha sido todo por mi culpa.

Vaan no diría nada ante las disculpas de Nadhia. Es más, no parecía dar su brazo a torcer para abrir su corazón a quien le había arrebatado el pacto con su mentor, aquel quien le había dado un hogar una vez.

Aunque las alas tampoco me servían para salir de esta prisión, tan.

¿Prisión?

He vivido aquí desde que tengo memoria, tan, tan. He sido paciente y he querido esperar a Salim durante muchos años, pero… estoy cansado de esperar. Puede que… esperar no sea suficiente.

>> ¿Y si Salim quería hacerme una prueba, tan? ¿O si… le ha pasado algo ahí fuera, tan, tan?


Nadhia pensó que la idea no era tan descabellada, pues al fin y al cabo la oscuridad acechaba en todos los mundos. Puede que aquel mago tan poderoso hubiese sido víctima de los Sincorazón, o puede que estuviese perdido en algún mundo. Recordó que Ragun perdió la memoria y no sabía nada de su pasado. ¿Y si a Salim le había pasado algo similar y no recordaba a Vaan?

Muchas ideas cruzaron la mente de Nadhia en un momento, al tiempo que seguía escuchando a un Vaan sincero.

No me queda otra que seguir aquí esperándole, tan. Sé que pronto vendrá a por mí, estoy seguro.

Vaan…

Travieso y testarudo, pero noble y fiel. Así lo había descrito Montblanc minutos antes. El niño, dándose cuenta de lo que estaba contando, enrojeció y evadió de nuevo sus ojos.

¿P-Por qué te estoy contando todo esto, tan? Es más, ¿a ti qué te importa?

>> ¡Puede que por tu culpa Salim jamás vuelva a buscarme, tan!


Nadhia se quedó pensativa durante un rato y, contemplando en la lejanía las campanas del Distrito, de pronto cogió la mano de Vaan sin su consentimiento. Aunque haría oídos sordos de sus quejas.

¿¡Qué haces, tan!? ¡Suéltame!

Vamos a buscar tu armónica.

¿Eh?

***


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¿Cayó por aquí, verdad?

Sí, pero ya la busqué yo, tan. Seguramente se la hayan llevado las corrientes de agua que hay a ambos lados de las calles, o haya caído por alguna rendija, tan, tan.

Nadhia recorrió el curso de las rejillas del distrito. Vaan le siguió de cerca, aun intentando no mostrar interés a las falsas promesas de aquella detestable bruja que había roto el pacto con su mentor.

Ambos llegaron a los callejones del Distrito, a las traseras del hotel. La joven seguía buscando exasperante la armónica del pequeño. Entonces llegó a los medianos embalses de agua que existían en el callejón. Unas enormes cajas obstruían el paso del agua y de cualquier otro objeto al interior del alcantarillado. Por lo tanto, el único sitio donde podía hallarse la armónica era en aquellas aguas… apestosas aguas.

Parece que no me queda otra.

No serás capaz, tan. ¿¡Q-Qué haces!?

Dicho y hecho, la joven se metió en las aguas del alcantarillado y, sintiendo un escalofrío al pensar qué clase de residuos fluían junto al agua —seguramente humanos procedentes de los baños de toda la ciudad—, se armó de valor e introdujo las manos, buscando la reliquia de Vaan.

Éste la contempló estupefacto, pero a la vez hizo una mueca de asco.

¡Puaaaaajj! ¡Es asqueroso, tan, tan!

Y Nadhia pudo desistir en un primer momento, pues lo que agarraban sus manos eran cuanto menos agradables. En algún momento sacó las manos, asqueada y chillando para sí misma. Sin embargo, cuando todo se daba por perdido, la joven rozó sus dedos con algo metálico. Lo sacó y relució a la luz de las farolas.

¡¡Mi armónica, tan!! —exclamó Vaan, asombrado. Enseguida fue a arrebatársela a Nadhia cuando ésta salió del agua, totalmente empapada y oliendo asquerosamente mal, como si se hubiera revolcado en la basura— ¡¡Puaaaaaajj!! ¡No puedo tocar una armónica que sepa a pi-pí, tan, tan!

Vaan, no me estás ayudando —dijo Nadhia, conteniendo las naúseas.

De pronto, los dos comenzaron a reír al unísono. Algo mágico sucedió entre ambos. Vaan reía como lo había hecho siendo un moguri e incordiando a Nadhia, pero esta vez, reía con ella.

Algo que Montblanc había previsto, con tan sólo escuchar a Ángel Forjado.

***


Nadhia y Vaan decidieron ir juntos a la Orfebrería y pedir ayuda a los moguris. En un principio no dejaron entrar a la joven oliendo tan mal y completamente empapada, pero fuera uno de los encargados escuchó sus súplicas para que limpiaran la armónica de Vaan.

Una vez el pequeño moguri entregó a Vaan su armónica, la cual relucía como nueva, éste le dio a probar a Nadhia para que soplara. Tal y como había dicho el niño, únicamente él podía entonar una melodía en ella, pues la joven por mucho que soplara no saldría un mísero sonido. Sentados ambos en las escaleras del Distrito 1, se hizo el silencio cuando Vaan comenzó a tocarla.

Nadhia escuchó estupefacta la melodía, y halagó al pequeño cuando éste terminó. Vaan enrojeció, algo más tímido que antes y esbozando una sonrisa tonta en su rostro.

No fue lo único que hicieron ambos aquella noche, en la cual establecieron una bonita amistad: hablando, jugando, metiéndose en líos. Vaan le propuso a Nadhia cometer alguna pequeña travesura al propietario de la Orfebrería, y así fue como éste acabó cubierto de basura. Juntos rieron, tuvieron que escapar para que no los pillaran, y en los tejados de los distritos, contemplando ambos las estrellas y estando la joven relatando sus aventuras en el intersticio, Vaan observó a lo lejos a unos niños jugando. Con espadas de madera, se llamaban a sí mismos portadores y luchaban contra monstruos imaginarios. Nadhia reconocería a uno de ellos, Alphonse. Aquel pequeño que ella y Ragun salvaron de los Sincorazón estaba empeñado en seguir esperando porque Nadhia cumpliera su promesa y se convirtiera algún día en Maestra y regresara por él.

¿Qué ocurre, Vaan?

N-No es nada, tan.

***


Media hora después, Nadhia cargaba con un Vaan adormecido a su espalda. Ésta reía por lo bajo, y aunque el pequeño se mosqueaba porque lo tratara como un bebé dormilón, cedió a la comodidad de su regazo.

Ugh… hueles mal, tan…

Qué le vamos a hacer —dijo Nadhia, cargando a gusto con el pequeño mientras se metía por las calles del Distrito 2—, tendré que pedirle a Merlín que invoque un baño o algo. Aunque parece que te da igual caerte muerto sobre la basura, ¿verdad, dormilón?

Mmm… Nadhia…

¿Sí?

Llévame contigo, tan…

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Nadhia se detuvo en seco, sin entender muy bien a qué se refería Vaan. Sin embargo, la idea surgiría conforme éste relatara en sueños sus anhelos:

Quiero ir contigo… a Tierra de Partida, tan. Podría ser aprendiz, y viajar… y volver a volar… más allá, tan, tan. Y buscar a… Salim.

>> Por favor, Nadhia, hazme tu… aprendiz, tan.


Vaan, no… no puedo. No soy Maestra.

Pídeselo al… pequeño demonio, tan, tan, del que tanto… me has hablado. Por favor… prefiero morirme… a volver a esta rutina… y más sin poder ser yo…

Vaan no dijo más. El sueño le venció.

“¡Prefiero que acabes conmigo antes que volver a esa mierda de rutina!”


Nadhia no entró en principio en casa de Merlín, sino que se quedó fuera, sin que los de dentro pudieran escucharla ni ella a ellos. Mientras recordaba cómo encaró a Lyn y exaltó algo parecido a lo que le había dicho Vaan, en sus brazos yacía éste que, entre sueños, le rogaba por huir con ella y convertirse en portador de la Llave-Espada. Una locura, puede que Nadhia pensara aquello por su inocencia, pero luego pensaba en el potencial mágico que desprendía aun habiendo perdido el pacto de Salim. Y si se ponía a pensar en la edad, reiría por lo bajo.

Cuando te miro me olvido por completo que has vivido más de medio siglo, chiquitín —susurró la joven, apartando los cabellos de Vaan mientras lo dejaba dormir en su regazo—. Debió ser duro, ¿verdad?

>> Está bien. Hablaré con Akio.
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Re: [Ciudad de Paso] Atracción Fatal

Notapor Zee » Sab May 25, 2013 4:11 pm

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Me bajé de la cama de un salto cuando, sin previo aviso, el grito de un niño pequeño resonó en la habitación. Al instante extendí la mano al frente y materialicé mi Llave-Espada, dispuesto a enfrentarme a lo que había interrumpido mi tan merecida tranquilidad. Con mi arma en alto, me di la media vuelta, esperando encontrarme con un fiero Sincorazón, alguna bestia de las penumbras. Pero, como era de esperar, no fue así:

¡¡Suéltame, chucho pulgoso, tan, tan!!

Pensé que habíamos terminado contigo —musité, encogiéndome de hombros y arrojando la Llave-Espada sobre la cama. Se trataba del eidolon de Light, amenazando con sus colmillos a un niño pequeño. Poco interés mostré sin embargo, luego de ver a mi amigo de reojo. Sabía perfectamente que aquella bestia ya no le haría daño a nadie si su invocador no se lo pedía.

¡¡S-Socorro!!

Con un gruñido, la bestia soltó al pequeño en el suelo, aunque no levantó la mirada de él. Dispuesto a comérselo no estaba, pero sí a meterle un buen susto.

En aquel momento, las puertas del edificio se abrieron, mostrando a Montblanc y a Nadhia. Parecía que los gritos del niño habían despertado a más de uno. De inmediato, el recién llegado moguri, líder de la Orfebrería, se dispuso a poner orden en el lugar:

Maldita sea, kupó —se quejó el moguri, fastidiado, a la par que se llevaba una mano a la cabeza— ¿Qué diantres haces aquí, Vaan? ¡Te dije que te quedaras en la Orfebrería, kupó!

¿Quién demonios era Vaan?

Vaan —para colmo, Nadhia también llamó su nombre. Fue en aquel momento en el cual me di cuenta que ambos, la chica y el moguri, se referían al niño pequeño que, aparentemente, era bastante importante como para que todos salvo yo lo conocieran.

¿Nadhia...? —llamé, mirándola alternativamente a ella y al pequeño—. ¿Quién es... Vaan...?

Empero, parecía que mis palabras iban a ser pasadas por alto. Toda la atención estaba centrada en Montblanc, Nadhia y aquel pequeño niño

¡Venganza, Montblanc! —gritó con fervencia el pequeño, incorporándose y mirando a todos los presentes. Con prepotencia, presumió sus intenciones frente a todos, mientras señalaba a Nadhia con su dedo índice— He venido a darles una lección a estos tres Cabelleros de pacotilla, tan, tan.

"...tan, tan".

Sobraba decir que lo había entendido todo en aquel momento.

Sobre todo a ti, asquerosa humana. Puede que me hayas arrebatado parte de mis poderes, pero eso no significa que haya perdido mi legado, tan. ¡Sigo siendo un poderoso hechicero, tan, tan, taaaaan!

Nadhia, por favor explícame que está pasando —pedí, no sin antes notar cómo la chica intentaba, por todos los medios, controlar la frustración y el enfado que comenzaban a hervir en su interior—. Lo que nos encontramos era un moguri, no--

¡Maldito chucho pulgoso, tan! ¡Si no te hubieses entrometido, habría llevado a cabo mi venganza, tan, tan!

Bajé la cabeza, mordiéndome el labio. ¿Es que nadie iba a atender a mis palabras? ¡Estaba haciendo una petición sincera!

¿Qué pretendías hacer?

Nadhia le sostuvo la mirada al niño, a Vaan, mientras le reprochaba sus acciones. Alcé la ceja y miré a Light, y luego al anciano que también había estado con nosotros en la habitación.

"Merlín", supuse, tras reconocer que nos hallábamos en la misma cabaña donde habíamos encontrado al "gran hechicero" y todo aquel embrollo había comenzado. Y, pensándolo bien, su atuendo parecía ser, sí, el de un extravagante mago.

Aun así, no pudo ofrecerme explicaciones. Lo único que pude hacer fue quedarme a contemplar cómo la escena se desenvolvía, poco a poco liberándose del control que teníamos sobre ella.

¡Por supuesto, ellos debían pagar por tus pecados, asquerosa mujer, tan! —sentenció el niño, apuntando con su dedo a algo en el suelo. Inevitablemente, mi mirada se dirigió al lugar en cuestión, donde, sorprendentemente, se encontró con mi propia daga de plasma.

¡Ey, esa es mi arma! ¿Qué estabas...? —exclamé, más por reproche que por apuntarlo. El niño, sin embargo, continuó relatando sus planes de venganza.

Si no hubiese sido por ese saco de pulgas, ya estaría con el Don Juan que se tiró encima tuya en el hotel, tan, ta…! ¡!

Súbitamente, Nadhia cruzó la poca distancia entre ella y Vaan y, como una madre regañando a su hijo, le volteó el rostro con una fuerte bofetada, que resonó por toda la cabaña. Adolorido, el niño se llevó la mano a la mejilla, con sus ojos vítreos, mientras Nadhia retrocedía para reprocharle:

¿¡Qué te crees que estabas haciendo, eh!? —chilló, echando chispas. El pequeño Vaan ni siquiera encontró palabras suficientes para responder, antes de que Nadhia dejara caer todo el peso de los acontecimientos de la noche en los diminutos hombros del niño—: ¡¡Por poco nos matas a todos!!

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N-Nadhia... —balbuceé, sin yo mismo saber cómo reaccionar. Sentía un nudo en la garganta, a causa de todo lo ocurrido. ¿Tenía, por lo menos, derecho alguno a intervenir...?

¡¡Bruja, te odio!!

Y con aquel no tan inesperado grito, el pequeño desapareció por la puerta, desapareciendo en la oscuridad.

Todos nos quedamos de pie, en silencio... Nadie fue capaz de tomar una decisión, de reaccionar de la manera correcta o de moverse siquiera. Sólo contemplamos, con una mueca de dolor en el rostro, el marco que Vaan había cruzado con lágrimas en sus ojos.

No pude evitar advertir la expresión de Nadhia, a la par que su mano se deslizaba hacia su propia mejilla, como queriendo comprender el dolor que le había causado al niño; y no sólo el físico, pues sus palabras también habían sido duras. ¿Habrían sido necesarias, de cualquier manera?

Es sólo un niño... aunque...

Conozco esa expresión. Es la misma que pondría una madre cuando pierde los papeles por primera vez con su retoño, kupó —señaló Montblanc, entendiendo a la perfección la actitud de Nadhia, para mi sorpresa. La chica, arrepentida, se miraba la palma de su mano, con la mente en otro sitio—. Te puedo asegurar que Vaan jamás le haría daño a una mosca. Seguro que con “venganza” se refería a una de sus mil y un travesuras, kupó.

>> Recuerdo que la última vez que mangó un cuchillo fue para cortarle la barba a Merlín mientras dormía. ¿No es así, viejo amigo?


El viejo anciano soltó una jovial y suave carcajada, mientras acariciaba su barba con la mano. Sorprendentemente, en su reacción no había ni una pizca de rencor. Parecía que Vaan, pese a ser un pequeño diablillo, se había ganado el cariño del hechicero y del moguri alfarero.

Es cierto, sí.

Quizás lo que pretendía era hacerles un cambio de imagen a tus amigos —aclaró Montblanc—. Puede que dejándoles calvas, no sería la primera vez que lo hace.

¡Por supuesto que sería algo así! ¿Cómo podría pensar algo más? ¡Es sólo un niño! —reclamé, para luego mirar a Nadhia con incredulidad—. ¿De verdad creíste que podía hacer algo así? Lo que hizo fue sólo una travesura. Él no tuvo la culpa de nada, la tuvieron las circunstancias.

>>Si tiene que haber algún culpable, esos fueron Dusk y Orpheus.


Pero Nadhia no dijo nada al respecto. Continuaba tan ensimismada como hacía unos momentos, desligada de todo lo que sucedía en aquella habitación. Por aquella razón, fue Montblanc quien decidió romper el silencio y darnos unas cuantas explicaciones:

Parece que estáis de una pieza, kupó —expresó el moguri, acercándose a Light y a mí. Excusándose por todo lo sucedido, añadió—: Siento mucho haberos metido en este lío. Tranquilos, esos dos personajes se fueron de la ciudad y perdieron vuestra pista una vez os saqué de allí —inevitablemente, aquello hizo que de mis labios brotara un suspiro de alivio—. Habéis estado a buen recaudo aquí, y Nadhia ha cuidado bien de vosotros, kupó. Podría decir que tenéis suerte de que se le dé tan bien la magia curativa…

Como era de esperar, mis ojos volvieron hacia Nadhia. Tuve que sonreír, inevitablemente, agradecido por todo lo que había hecho por nosotros. Especialmente por mí, un completo desconocido que, además, le había traído demasiados problemas. Sin embargo, pese a mis gestos, Nadhia continuó tan impasible como había estado desde la partida de Vaan.

Hice una mueca. No me gustaba verla así. De tal manera que, por unos instantes, me arrepentí de mis palabras previas. Debí haberme guardado mi opinión.

Y bueno, bienvenidos a mi hogar, chicos —intervino finalmente el anciano hechicero. Pese a que ya lo habíamos supuesto, por cortesía, se presentó ante nosotros—: Me llamo Merlín, espero que hayáis dormido bien.

Es todo un placer, sin duda, señor Merlín. Todo un gusto conocer a tan prestigioso mago —sonreí, dedicándole una leve reverencia.

Montblanc, voy a salir.

Me detuve a medio camino, algo alarmado. Aquella había sido la voz de Nadhia, inconfundiblemente. Luego, todavía sorprendido por sus palabras, me alcé presuroso y me giré hacia ella.

Ten cuidado ahí fuera, kupó —pidió Montblanc, sin dar ninguna señal de querer detenerla.

Lo tendré —respondió entonces la chica, algo tajante.

Preocupado, extendí la mano hacia la joven, haciendo ademán de detenerla. Sin pensarlo siquiera, pronuncié su nombre, como pidiéndole que se quedara. Sin embargo, Nadhia no tenía intención alguna de hacerlo, algo que me quedó claro por la manera en la que se giró hacia nosotros y nos fulminó con la mirada.

Ni se os ocurra volver a perseguirme hoy, ¿está claro?

Aquello se sintió como una flecha clavándose directamente en mi corazón. Dolido, aparté la mano unos centímetros; y luego, resignado, tuve que retirarla por completo. Las palabras de Nadhia me recordaron que, sobre todo lo que había pasado, yo no había hecho nada más que meterla en problemas por haber seguido el juego de la atracción del moguri.

Sí, la verdad era que me había entrometido en asuntos que no me correspondían. Yo no era más que un extraño que, por un rato de ilusión, había gustado de pensar que se había convertido en un amigo... o algo más. Pero aquello era sólo mi percepción… para Nadhia, yo no era más que un extraño que se había aprovechado de ella.

Sólo está preocupada por vosotros, kupó —apuntó Montblanc, refiriéndose a la actitud de la chica. Pese a ello, negué con la cabeza—. Vaan usó un hechizo muy poderoso sobre ambos, más que de amor se podría decir que era una obsesión descontrolada que se acrecentaba a medida que pasaban las horas, kupó. Aunque no creo que Nadhia esté enfadada por lo que haya podido pasar durante el encantamiento

Ha —comenté, sarcástico, cruzándome de brazos.

Se siente culpable porque la hayáis seguido hasta aquí para conseguir su arco, kupó, pues habéis estado expuestos a un gran peligro. Además, es culpa mía por haberla conducido hasta aquí.


>> Bueno, antes que nada debería explicaros un par de cosas sobre Vaan. Veo mucha confusión en vuestros ojos, kupó.


Algo perplejo, parpadeé varias veces, teniendo algo de dificultad para aceptar lo que Montblanc estaba diciendo. Luego, compartí mi mirada de duda con Light, aún incrédulo ante lo que el moguri nos había dicho.

Por lo visto, estaba dispuesto a explicarnos lo que involucraba a aquel niño que Nadhia había regañado. Quien, sorprendentemente, también era el desesperante moguri que había iniciado todo aquel embriollo. Vaan… humano y moguri a la vez. No podía negar que aquello me interesaba sobremanera, pues tanto Light como yo nos habíamos visto atrapados de lleno en aquel episodio: estaba en mi derecho, por supuesto, de recibir aclaraciones.

¿Pero hasta qué grado…? No sabía si era correcto hacer demasiadas preguntas.

Y sin embargo, no me negué. Dispuesto a escuchar cuanto Montblanc pudiese decirme, me crucé de brazos en mi sitio y recargué mi peso sobre mi pierna izquierda, poniéndome (algo) cómodo para atender a la explicación.

[…]


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Pensé que quizás Nadhia sería lo que verdaderamente necesitaba Vaan. Una figura materna, kupó. Desde que sentí la energía de Ángel Forjado, su Llave-Espada, pensé: “Es ella” —confesó el líder de los moguris de Ciudad de Paso. En su voz podía adivinarse el arrepentimiento más sincero, a causa de todo lo que había sucedido—. Pero tras todo lo sucedido he comprendido que Nadhia no podría hacerse cargo de Vaan. Es más, yo mismo se lo prohibiría en rotundo, pues parece que vuestra amiga ya carga con demasiados problemas, kupó.

Una taza de chocolate caliente, levitando con energía mágica, viajó a través de la habitación y se posó entre mis manos. Agradecí al mago Merlín con una sonrisa y un gesto de cabeza, para después darle un largo trago a la bebida. El líquido me quemó levemente la garganta al pasar, pero aun así me llenó el cuerpo de un calor bastante agradable que pareció incluso deshacerse de la fatiga.

Venid aquí a la mesa, de seguro estaréis muertos de hambre —apremió el mago, haciendo aparecer un platillo con dulces del mismísimo aire. Inmediatamente, el estómago respondió a aquel fenómeno con un suplicante rugido—. El azúcar os sentará bien.

De verdad, creo que no podría agradecer todo lo que ha hecho por nosotros… umm, señor —murmuré, para luego tomar un par de golosinas de la mesa y metérmelas a la boca—. Y me temo que seguiremos siendo una molestia…

Giré la cabeza hacia Light.

…porque tenías algunas cosas que preguntarle, ¿no?
—You're like that coffee machine: from bean to cup, you fuck up—

~Dondequiera que el arte de la medicina es amado,
también hay un amor a la humanidad~


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Re: [Ciudad de Paso] Atracción Fatal

Notapor Light » Lun Jun 10, 2013 6:53 pm

Los chillidos que resonaban por el cuarto terminarían por despertar a Light, inevitablemente. Antes de despertar todavía podía escuchar la voz de la Dama del Crepúsculo en sueños...

"La victoria es mía, Monarca. Buenas noches…"

¡¡S-Socorro!!

¿¡Qué está pasando…!?

Su conciencia y sus sentidos se activaron por completo. El chico abrió los ojos de par en par y despegó rápidamente la cabeza de la almohada, entre sudores y observando aturdido a cada uno de los presentes que se encontraban en la misma sala que él: Xefil, su nuevo compañero canino y un desconocido para él: un pequeñajo muchacho de ojos saltones, el responsable de los gritos.

Relájate. Hemos dejado atrás a Orpheus y Dusk. Ahora nos encontramos en casa de Merlín —las palabras del eidolon no pudieron ser más aliviadoras, aunque el joven seguía algo aturdido. Ante el rostro de confusión del aprendiz, añadió—: Montblanc nos rescató a tiempo y nos trajo hasta aquí.

¿Montblanc? ¡Ah! —volteó la cabeza en cuanto se percató de que éste y cierta joven entraban en el cuarto—. ¡Nadhia!

La chica entró inmediatamente en la habitación con el patriarca de los Moguris. El jefe Moguri no dudaría en reprender al niño que había acabado de ser arrojado por la bestia. Light presenciaría todo esto sin comprender lo que ocurría, aunque ya no se encontraba tan desorientado como antes, pues reconocía aquella casa perfectamente.

Maldita sea, kupó —el jefe de los Moguri se llevó la mano hasta la frente, indignado—. ¿Qué diantres haces aquí, Vaan? ¡Te dije que te quedaras en la Orfebrería, kupó!

Vaan.

¿Vaan?

¡Venganza, Montblanc! —afirmaba el pequeño. Sin reparo alguno, se atrevió a confesar sus intenciones, las cuales Light todavía desconocía por completo— He venido a darles una lección a estos tres Cabelleros de pacotilla, tan, tan.

Tan, tan...

¿Qué… demonios estás diciendo? Espera… —Light abandonó la cama sobre la que descansaba para acercarse lentamente al chiquillo, estupefacto por las palabras que habían salido de boca. De pronto se acordó del Moguri que había comenzado todo el embrollo—. Tú eres…

Es imposible.

Sobre todo a ti, asquerosa humana. Puede que me hayas arrebatado parte de mis poderes, pero eso no significa que haya perdido mi legado, tan. ¡Sigo siendo un poderoso hechicero, tan, tan, taaaaan!

Nadhia, por favor explícame que está pasando —rogaba Xefil, quien al igual que Light se encontraba aturdido por todos los acontecimientos—. Lo que nos encontramos era un moguri, no—

¡Maldito chucho pulgoso, tan! —Light se giró rápidamente hacia el chucho en cuestión, dubitativo. Carente de expresión alguna en su rostro, el eidolón cerraría los párpados y se esfumaría de la habitación tras un azulado destello—. ¡Si no te hubieses entrometido, habría llevado a cabo mi venganza, tan, tan!

¿Qué pretendías hacer?

Nadhia encararía al niño para que desembuchara su malvada travesura. Light y Xefil intercambiaron miradas dubitativas; posiblemente también querrían saber quién era aquel crio y cuáles eran sus verdaderas intenciones. ¿Por qué querría acabar con ellos…?

¡Por supuesto, ellos debían pagar por tus pecados, asquerosa mujer, tan! —exclamaba, señalando el arma que sostenía: la daga de Xefil—. Si no hubiese sido por ese saco de pulgas, ya estaría con el Don Juan que se tiró encima tuya en el hotel, tan, ta…! ¡!

Menuda lengua afilada...

Pero no diría una palabra más. Impulsada por sus sucias palabras, le joven Nadhia dirigió su palma a toda velocidad hacia el rostro del pequeño: un manotazo contundente en toda regla por parte de una Nad histérica.

¿¡Qué te crees que estabas haciendo, eh!?

Eh, calma… —recomendaba el aprendiz a su compañera, aproximándose a ella para intentar serenarla de alguna manera. No estaba acostumbrado a ver a Nadhia enfadada.

Y-Yo…

¡¡Por poco nos matas a todos!!

Por unos segundos, Vaan permaneció paralizado y sin saber qué decir o qué hacer. Light tampoco diría nada; simplemente retrocedería escasos pasos, todavía afectado por lo que había acontecido en la batalla anterior. Si él no hubiera invocado al eidolon en aquel preciso momento…

¡¡Bruja, te odio!!

Gritaría y huiría. El travieso jovencito abandonaría el lugar, sin permitir que Nadhia se le acercase. La muchacha inmóvil no le persiguió, simplemente se llevó la palma hasta el rostro; puede que arrepentida por sus acciones.

Conozco esa expresión. Es la misma que pondría una madre cuando pierde los papeles por primera vez con su retoño, kupó —opinaba Montblanc, posicionándose al lado de ésta—. Te puedo asegurar que Vaan jamás le haría daño a una mosca. Seguro que con “venganza” se refería a una de sus mil y un travesuras, kupó.

>>Recuerdo que la última vez que mangó un cuchillo fue para cortarle la barba a Merlín mientras dormía. ¿No es así, viejo amigo?

¿Merlín…?

Es cierto, sí —se trataba de él: el Mago Merlín, el famoso mago rebosante de conocimientos y hechizos, un cúmulo gigante de sabiduría.

Quizás lo que pretendía era hacerles un cambio de imagen a tus amigos. Puede que dejándoles calvas, no sería la primera vez que lo hace.

Que ni se le ocurra...

"¿Valoras más tu peinado que tu propia vida...?" le preguntaría el eidolon estupefacto, haciendo uso de la telepatía y del estrecho lazo que les unía.

¡Por supuesto que sería algo así! ¿Cómo podría pensar algo más? ¡Es sólo un niño! —explicaba su compañero Xefil, defendiendo al joven que le había arrebatado la daga—. ¿De verdad creíste que podía hacer algo así? Lo que hizo fue sólo una travesura. Él no tuvo la culpa de nada, la tuvieron las circunstancias.

Es verdad —se dirigió a Nadhia—. Es sólo un crío, y aunque fuera su intención la de matarnos no creo que se hubiera atrevido.

>>Y de todas formas, aunque hubiese intentado matarme, no habría ocurrido nada. Después de aquel agujero tan enorme, ya nada puede conmigo —afirmaba sonriente.

Si tiene que haber algún culpable, esos fueron Dusk y Orpheus.

Sí… —le dio la razón a Xefil, cabizbajo. Escuchar los nombres de aquellos dos le producía una desagradable sensación en el estómago. Sin duda, habían utilizado la prueba del eidolon y la cuenta atrás para chantajearle, invitándole a que se uniera a su majestad, por alguna razón. Y no sólo él, sino que Nadhia también había sido elegida por ellos.

¿Por qué estaban interesados en ellos dos?

¿Qué motivos tendrían para conseguir a un Portador?

Parece que estáis de una pieza, kupó —señalaba Montblanc—. Siento mucho haberos metido en este lío. Tranquilos, esos dos personajes se fueron de la ciudad y perdieron vuestra pista una vez os saqué de allí. Habéis estado a buen recaudo aquí, y Nadhia ha cuidado bien de vosotros, kupó. Podría decir que tenéis suerte de que se le dé tan bien la magia curativa, sobre todo por ti, Light. Esa herida de tu estómago era horrible y realmente difícil de cerrar en poco tiempo, kupó.

Gracias por rescatarnos. Somos nosotros los que tenemos que dar las gracias. Sin tu ayuda no habríamos salido de aquella situación tan delicada —expresaba Light su más sincero agradecimiento. También quería darle a Nadhia las gracias por tratar sus heridas, pero la muchacha seguía ida tras la marcha de Vaan—. Y gracias a ti también, Nadhia…

Y bueno, bienvenidos a mi hogar, chicos —Merlín se acercó a los aprendices, dándoles la bienvenida y procediendo a presentarse—. Me llamo Merlín, espero que hayáis dormido bien.

Montblanc, voy a salir.

Light careció de tiempo para hacer su presentación. En cuanto escuchó la propuesta de la joven, concentró toda su atención en ésta, sorprendido por sus palabras. Comprendía que quisiera encontrar a Vaan y arreglar las cosas entre ellos, pero los Sincorazón siempre acechaban, y salir sin compañía no podía ser bueno.

Ten cuidado ahí fuera, kupó.

Lo tendré.

Pero…

¿Después de lo que había ocurrido? La idea de salir sola era simplemente inconcebible. Light se dispuso a decir algo, pero Nadhia se anticiparía a ellos y rechazaría cualquier oferta de sus compañeros.

Ni se os ocurra volver a perseguirme hoy, ¿está claro?

Está… claro, sí, ya te hemos perseguido demasiado por hoy… —afirmaba con una mueca fea en el rostro, soltando además una breve carcajada ante la reacción agresiva de Nadhia.

Y se fue sin pensárselo, dejando a sus compañeros en la casa del Mago Merlín.

Sólo está preocupada por vosotros, kupó —indicaba el Moguri—. Vaan usó un hechizo muy poderoso sobre ambos, más que de amor se podría decir que era una obsesión descontrolada que se acrecentaba a medida que pasaban las horas, kupó —la locura de los “tic, tac” de los relojes, la campana… Realmente había sido una obsesión—. Aunque no creo que Nadhia esté enfadada por lo que haya podido pasar durante el encantamiento.

Ha —expresó Xefil cruzándose de brazos.

Ambos aprendices escucharon toda la historia: una historia increíble en todos los sentidos. Light no consiguió coger al vuelo todos los detalles del fantástico relato del nacimiento de Vaan, pero a partir de aquel momento supo que se trataba de alguien bastante especial. También podía comprender la furia natural del niño: los motivos de su venganza, la ruptura del pacto.

Tuvo que ser realmente duro lo de ser rechazado por sus padres —no se trataba de su caso exactamente, pero si alguien podía comprender lo que significaba carecer de unos padres aquel era Light—. Además… acaba de perder ese “pacto” que tenía con la única persona que le había aceptado tal como era —comentaba, refiriéndose al tal Salim, el protegido de Vaan.

Pensé que quizás Nadhia sería lo que verdaderamente necesitaba Vaan. Una figura materna, kupó. Desde que sentí la energía de Ángel Forjado, su Llave-Espada, pensé: “Es ella” —Light lo tenía bastante claro. Ciertamente se trataba de una persona cálida que reunía todas las características para ser la perfecta hermana mayor; él lo sabía mejor que nadie—. Pero tras todo lo sucedido he comprendido que Nadhia no podría hacerse cargo de Vaan. Es más, yo mismo se lo prohibiría en rotundo, pues parece que vuestra amiga ya carga con demasiados problemas, kupó.

Exactamente. Es una lástima lo que le ha pasado, pero somos Caballeros, no niñeras. No me quiero imaginar lo que ocurriría si Nadhia le perdiera de vista un segundo. ¿Un castillo entero enamorado de Nadhia? Demonios… —comentaba sin sonrisa alguna en el rostro, mientras acomodaba la taza de chocolate caliente en sus manos y percibía el aroma dulzón que emanaba de ésta. Después de una batalla tan agotadora, aquel dulce manjar resultaba perfecto para recuperar energías.

Venid aquí a la mesa, de seguro estaréis muertos de hambre —Light aceptaría encantado la oferta del Mago Merlín. Mientras se acercaba a la mesa repleta de dulces sonreiría al contemplar el tentempié que les tenía preparado. Inevitablemente, se acordaría de su abuela—. El azúcar os sentará bien.

De verdad, creo que no podría agradecer todo lo que ha hecho por nosotros… umm, señor. Y me temo que seguiremos siendo una molestia…

>>Porque tenías algunas cosas que preguntarle, ¿no?


Oh, es cierto. ¡Casi se me olvidaba! El principal motivo por el que he venido hasta aquí… —tras dar el primer y pequeño sorbido dejó la taza caliente sobre la mesa—… No ha sido otro que el de encontrarme con usted, señor Merlín. Ante todo me presentaré: Me llamo Light Hikari, aprendiz de Ronin e hijo de Dawn y Licht Hikari.

>>Estoy buscando a mis padres desaparecidos. Según la ex Maestra Ágatha Furier ellos no han dado señales de vida ni se han dejado ver por Tierra de Partida desde hace unos 13 años —dijo la cantidad de años sin pensárselo. Realmente recordaba la fecha con exactitud—. Antes de que desaparecieran residían en Vergel Radiante. Ambos eran Maestros, así que me preguntaba si usted podría saber algo de ellos, cualquier pista.

Que el famoso Merlín conociera a dos famosos Maestros era perfectamente posible, ¿pero la localización de estos? Si no habían dado señales de vida en Tierra de Partida dudaba mucho que anciano de Ciudad de Paso supiera algo de ellos. De todas formas, no perdía nada por probar...

Y hablando de Vergel Radiante, también me gustaría saber si conoce algún detalle relacionado con la caída de dicho mundo. Esa puerta que nos nombró Ryota… ya sabes, ese... memo de aspecto enfermizo. ¿Qué es exactamente? Una puerta que trajo a los Sincorazón... Realmente es difícil de creer…

>>¿Cree usted que podríamos acabar con la Oscuridad que rodea Vergel Radiante y devolverla a la normalidad? ¿Es posible eliminar a todos los Sincorazón de un mundo, para siempre?
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Re: [Ciudad de Paso] Atracción Fatal

Notapor EspeYuna » Mié Jun 12, 2013 1:21 am

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Light pensó que no perdía nada por intentarlo.

¿Licht?

Y no se equivocó, pues un rayo de esperanza asomó por las lentes del simpático anciano de larga barba blanca:

¿Eres el retoño de Dawn y Licht? ¡Quién lo diría! —Merlín se ajustó las lentes, contemplando desde su sitio el aspecto del muchacho— Pues sí, eres la viva imagen de tu padre, por un momento me has dejado un tanto traspuesto —rió y se acomodó en su butaca—. Pero, sin duda alguna, tienes la belleza de tu madre. Reside en tus ojos, tan verdes como los antiguos jardines de nuestro hogar.

>> Lástima que lo hayamos perdido...


Sin embargo, el mago vestido de azul se acicaló la barba y bajó la mirada, algo apenado.

¿Maestros, eh? —preguntó, a modo de confirmar— No me ha sorprendido que ambos formaran una familia, pues ya tu padre desde un principio observaba a tu madre en la lejanía. Aunque, que quede entre nosotros, apuesto lo que quieras a que tu madre fue la que dio el primer paso. Era más espabilada que Licht, lo recuerdo perfectamente.

>> Pero me ha sorprendido que tu madre llegara tan lejos como portadora, sí. No porque no tuviese talento, por supuesto. Es que aún en mis recuerdos sigue siendo aquella niña que no conocía nada del mundo exterior. Y bueno, siento decirte que no supe mucho más de ellos. Recuerdo que cuando se retiraron de Tierra de Partida vivían cerca de mi casa, pero... pedimos el contacto simplemente, no sé que fue de ellos. Nunca me detuve a planteármelo, estaba tan inmiscuido en mis viajes de mundo en mundo...

>> Lo siento de veras, Licht... ¡oh, Light, perdóname, es difícil no confundirte con tu padre! Créeme que si descubro algo sobre su paradero, avisaré de inmediato a Tierra de Partida para que te lo comuniquen enseguida.


Merlín respondió tranquilamente cada una de las cuestiones del joven portador. Le dijo todo cuanto sabía de Vergel Radiante, de la caída, incluso mencionó a un pupilo suyo, Mickael. Un silencio incómodo se adueñaría por un momento de la morada del mago, pero pronto sería interrumpida por cuestiones que el propio Montblanc formulaba, quizás interesado por conocer más sobre la caída del mundo o por ayudar al mago a no seguir pensando en cosas que le entristecieran.

Existe oscuridad en todos los corazones, kupó —la última pregunta de Light fue respondida por el patriarca de los moguris—. Vosotros mismos lo habéis presenciado ahora mismo, en esta sala. Nadhia, a pesar de ser afín a la más pura luz, se ha dejado llevar por una pizca de rabia, kupó. Y la ha desatado sobre el pequeño Vaan. Y él se ha dejado llevar por el odio, gritándole.

>> Todos cedemos a la oscuridad de vez en cuando. A pesar de que vosotros defendéis vuestro legado, alguna que otra vez lo habéis traicionado. Pero no os debe preocupar. Tiene que existir un equilibrio, kupó.


El mago sorbió lo que le quedaba de té en su tacita de porcelana. Al terminarla, ésta voló a la mesa, siendo servida de otra tanda por parte de una traviesa cafetera que no dejaba de verter el líquido en el mantel. Las cucharas, enfurecidas, comenzaban a tener vida propia y parecían regañar a la cafetera. Ésta, haciendo caso omiso, respondía bañándolas de té.

Contemplando aquella divertida escena, quizás inaudita para Xefil y más normal para Light al haber estado bajo el cuidado de su abuela, ambos escucharon una puerta abrirse. Los presentes se giraron a la entrada de la morada de Merlín, encontrándose con una figura familiar.

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Habéis tardado, kupó.

Ya estamos de vuelta —dijo una Nadhia sonriente, cargando en sus hombros un bulto. El pequeño Vaan yacía a su espalda, adormilado—. Siento el retraso, nos... entretuvimos un poco.

¿Tan... tan...?

¿Ya te despiertas, pequeño granuja? —preguntó Nadhia al pequeño, quien parecía despertar— ¿Vaan? Venga, despierta. Ya hemos llegado a casa de Merlín.

¿Qué es... ese olor, kupó? —preguntó Montblanc.

Todos los presentes seguramente mostrarían una mueca de asco. No olía precisamente a rosas, sino a una mezcla nauseabunda entre agua de cloaca y... a saber.

S-Soy yo... —confesó Nadhia mientras dejaba a Vaan en el suelo, mostrando unas mejillas completamente rojas— ¡N-No ha sido culpa de Vaan!

¡Mira, Montblanc! ¡Nadhia ha recuperado mi armónica, tan, tan, taaaan!

El pequeño mostró feliz su armónica, pero al ver a Xefil y Light, corrió a esconderse tras las piernas de Nadhia. Ésta soltó una pequeña risa y le acarició la cabeza.

¿Vaan? ¿No ibas a decirle algo a Light y a Xefil?

El pequeño posó sus ojos en los de Nadhia, luego en los de los presentes, para intentar después esconderse de nuevo. Sin embargo, Nadhia le dio un pequeño empujón. Frente a ambos aprendices, el renacuajo agachó la cabeza:

¡¡L-Lo siento mucho!! ¡¡No volveré a usar Atracción s-s-sobre vosotros, t-tan!!

Vaan salió corriendo de nuevo a refugiarse detrás de Nadhia, agarrándose a sus ropas. Ésta puso los ojos en blanco, preguntándose cuando Vaan se había encariñado tanto con ella.

Mmm... ¿Nadhia?

¿Sí?

Tengo que ir a hacer pipí, tan, tan...

Pues ve, ¿no eres ya un mago todopoderoso como para ir solo? —preguntó Nadhia, burlona.

No se hizo de esperar. Vaan, desafiado por la muchacha, salió corriendo a una puerta que el mismo Merlín invocó para que pudiera entrar al baño.

Entonces Nadhia contempló a Xefil y a Light y se sentó en unos soportes cercanos a la mesa.

Siento lo sucedido.

>> Lo siento, de verdad. Os he puesto en peligro a todos.


Nadhia se quedó en silencio, escuchando lo que fueran a decir sus compañeros. Dijeran lo que dijeran, sonreiría y se olisquearía, repugnada de su aspecto al contemplarse en una de las despensas del mago Merlín.

Chicos, voy a hablar con el Maestro Akio —ante la duda de los presentes, Nadhia les explicó—: Vaan me ha pedido convertirse en aprendiz.

>> ¡N-No me miréis así todos! Yo no puedo otorgar el legado, sólo los Maestros pueden. Y mi mentor tiene diez años, y aunque Vaan aparente menos, ha vivido más de medio siglo. ¡Sabría defenderse!

>>> ¡Oh, vamos! ¡Dejad de mirarme así!


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Re: [Ciudad de Paso] Atracción Fatal

Notapor Light » Vie Jun 14, 2013 3:35 am

¿La viva imagen de su padre?

Extraño, pues su abuela jamás le había dicho nada al respecto. Eso sí, repetía infinitas veces que aquellos ojos color oliva los había heredado indudablemente de su madre. En contraste con ésta, Ágatha Furier no había alagado nada en particular su padre, aunque resultaba lógico si se tenía en cuenta que Dawn había sido su aprendiz, y que estaba más que orgullosa de ella. ¿Qué clase de persona sería Licht Hikari…?

Le encantaría preguntar más sobre él, pero no había tiempo y tampoco quería resultar grosero por su insistencia.

¿Maestros, eh? No me ha sorprendido que ambos formaran una familia, pues ya tu padre desde un principio observaba a tu madre en la lejanía —el retoño de los Hikari atendería al viejo mago con los ojos muy abiertos—. Aunque, que quede entre nosotros, apuesto lo que quieras a que tu madre fue la que dio el primer paso. Era más espabilada que Licht, lo recuerdo perfectamente.

El joven sonrió, preguntándose si él había salido a su madre en aquel aspecto.

Una persona con carácter, atrevida y valiente. Mi abuela ha descrito así a mi madre incontables veces. “Mientras combatía parecía ejecutar una bella danza, moviéndose a gran velocidad, apareciendo y desapareciendo como arte de magia; esquivando todos los ataques enemigos en el último segundo y partiéndoles en dos con su inigualable técnica de esgrima” —relataba las palabras textuales de Ágatha Furier, mientras observaba a todos los presentes con unos ojos brillantes y llenos de admiración—. Una pena que no haya heredado su técnica con las armas blancas…

Pero me ha sorprendido que tu madre llegara tan lejos como portadora, sí —admitía Merlín. Light observó a Merlín con extrañeza, esperando escuchar las razones cuanto antes—. No porque no tuviese talento, por supuesto. Es que aún en mis recuerdos sigue siendo aquella niña que no conocía nada del mundo exterior. Y bueno, siento decirte que no supe mucho más de ellos. Recuerdo que cuando se retiraron de Tierra de Partida vivían cerca de mi casa, pero... pedimos el contacto simplemente, no sé qué fue de ellos. Nunca me detuve a planteármelo, estaba tan inmiscuido en mis viajes de mundo en mundo...

Si vivía cerca de su casa... tuvo que ser cuando mi madre se marchó de Vergel Radiante para dejarme con Ágatha…

Lo siento de veras, Licht... ¡oh, Light, perdóname, es difícil no confundirte con tu padre! —Light exhibió otra satisfactoria sonrisa, dejando claro que no le importaba, sino que se lo tomaba como un halago—. Créeme que si descubro algo sobre su paradero, avisaré de inmediato a Tierra de Partida para que te lo comuniquen enseguida.

Gracias por todo. Estoy seguro de que pronto recibiré alguna notica de ellos, lo intuyo.

A continuación, Merlín le narraría sobre todos los hechos de la caída de Bastión Hueco desde su punto de vista. Nada que Light no hubiera oído ya de la boca de los Maestros de Tierra de Partida, aunque resultaba mucho más triste escucharlo de unos de los habitantes del vergel. Sus viejos ojos tristones y su tono melancólico dejaban claro que aquel aciago día había sido una pesadilla, y es que aquellos Sincorazón habían conseguido cambiar sus vidas por completo. También escuchó que un alumno suyo, antiguo aprendiz de Tierra de Partida, se había cambiado al bando Bastión Hueco.

Pero la duda de Light seguía en el aire: ¿Habría alguna posibilidad de eliminar la Oscuridad por completo…?

Existe oscuridad en todos los corazones, kupó —la desafortunada y eterna respuesta que no quería escuchar bajo ningún concepto, aunque fuera la verdad. Ya lo había escuchado incontables veces de sus mentores: la Oscuridad que residía en todos los corazones no podía ser eliminada, ergo todos los Sincorazón tampoco—. Vosotros mismos lo habéis presenciado ahora mismo, en esta sala. Nadhia, a pesar de ser afín a la más pura luz, se ha dejado llevar por una pizca de rabia, kupó. Y la ha desatado sobre el pequeño Vaan. Y él se ha dejado llevar por el odio, gritándole.

>>Todos cedemos a la oscuridad de vez en cuando. A pesar de que vosotros defendéis vuestro legado, alguna que otra vez lo habéis traicionado. Pero no os debe preocupar. Tiene que existir un equilibrio, kupó.

Escucharía las palabras de Montblanc y meditaría el significado de éstas, pensativo. ¿El mero hecho de haberse dejado llevar por el odio implicaba directamente haberse dejado llevar por la Oscuridad? Sonaba simple, aunque a la vez complejo, paradójicamente.

"Desde que pusisteis el primer pie en Tierra de Partida, los Maestros os han enseñado a erradicar a los sincorazón, a eliminarlos a fin de restablecer el equilibrio"

"Pero, ¿acaso éste no se haya tanto en Luz como en Oscuridad? ¿Por qué defender una y anular la otra?"


Las palabras sinsentido de Ryota seguían allí grabadas, en su cabeza. Alcanzar el equilibrio era el objetivo final de todos los portadores; un objetivo imposible, por desgracia.

Un equilibrio imposible de alcanzar, que no se logrará hasta que dejen de existir los Sincorazón, los distorsionadores de los mundos —opinaba, paseando su mirada por todos los presentes y depositándola después en el café remanente de su taza.

>>Tienes razón, Montblanc, creo que entiendo a lo que te refieres —volvió a levantar el rostro, para dirigirlo hacia el conejo del pompón, sin prestar demasiada atención a los cubiertos vivientes del mago merlín que ya acostumbraba a ver—. Mientras exista el mínimo ápice de Oscuridad en nuestros corazones, los Sincorazón seguirán existiendo, y nuestra misión como portadores nunca acabará. Nos espera una tarea ardua, pero definitivamente nos esforzaremos. ¿Verdad, Xefil?

Aunque sería genial un universo sin Sincorazón. Los habitantes de los mundos podrían dormir tranquilos, y hacer sus vidas perfectamente, sin que estos las amenazaran. No habría nada que temer...

Curioso que lo pensará él, cuando se había criado en un mundo donde los Sincorazón no existían. Puede que aquella fuera una de las razones que explicaba su aversión a la Oscuridad, a lo desconocido...

Tras la posible respuesta de Xefil, Light y los demás escucharían un ruido de una puerta abrirse e inmediatamente comprobarían de quién se trataba. Tal como el aprendiz esperaba, Nadhia al fin había vuelto con Vaan, éste último agarrado en la espalda de la muchacha, somnoliento.

Ya estamos de vuelta. Siento el retraso, nos... entretuvimos un poco.

¿Tan... tan...?

¿Ya te despiertas, pequeño granuja? —le preguntaría al niño, que prácticamente estaba en los brazos de Morfeo— ¿Vaan? Venga, despierta. Ya hemos llegado a casa de Merlín.

¿Qué es... ese olor, kupó?

La peste que despedía Nadhia terminaría por ser detectada por sus olfatos. Light se cubrió la nariz y la boca, girando momentáneamente el rostro hacia otro lado, para que los demás no comprobaran su horrible y desagradable mueca. Tardaría bastantes minutos en acostumbrarse a la “fragancia” de su compañera aprendiz.

S-Soy yo... —ruborizada por la reacción de todos, depositó al niño que cargaba en el suelo— ¡N-No ha sido culpa de Vaan!

¡Mira, Montblanc! ¡Nadhia ha recuperado mi armónica, tan, tan, taaaan!

Consciente de que los dos “pretendientes” de Nadhia se encontraban a una escasa distancia de él, se vio obligado a retroceder y a esconderse tras las piernas de la chica, quien le acariciaría el cabello. Parecía que, afortunadamente, finalmente aquellos dos habían hecho las paces.

¿Vaan? ¿No ibas a decirle algo a Light y a Xefil?

Nadhia le ayudaría a que lo dijese, impulsándole hacia adelante con un ligero empujón. Dispuesto a escucharle, Light alzó la barbilla, mientras que el niño agachaba su cabeza, exhibiendo una curiosa timidez que no había demostrado anteriormente, ni por asomo.

¡¡L-Lo siento mucho!! ¡¡No volveré a usar Atracción s-s-sobre vosotros, t-tan!!

Menudo alivio me das, chaval. Tampoco nos intentarás asesinar, ¿verdad? —le preguntaría Light, observándole con ojos distintos tras escuchar su historia de boca de Montblanc, amigable.

Se dispuso a darle un par de golpecitos amigables en la cabeza con la palma de su mano, pero el escurridizo Vaan fue más rápido que él y volvió a refugiarse en su “escondite”, para rogarle a su nueva amiga que le acompañara al aseo…

Pues ve, ¿no eres ya un mago todopoderoso como para ir solo?

No le quedaría otra que demostrarlo. Sin dudarlo, corrió hacia la puerta mágica que Merlín había invocado.

Veo que el niño ha encariñado contigo —le diría Light a Nadhia. Ésta se sentaría al lado de sus compañeros—. Se podría decir que todo ha acabado bien, ¿no?

Siento lo sucedido —se disculpó.

>> Lo siento, de verdad. Os he puesto en peligro a todos.

¿Lo dices por todo lo que nos ha pasado anteriormente? Yo soy también quien invocó al eidolon y quien atrajo a aquellos dos, así que no tienes por qué concentrar toda la culpa. De hecho…

>>Yo soy quien te tiene que dar las gracias, Nadhia —afirmó, cogiendo las manos blancas de la chica—. Por curar mis heridas, y por estar siempre ahí. Además, si no es por esta aventura, no habría conocido nada de lo que he descubierto esta noche. Mi poder…

Abrió almas palmas y deseó con todas sus fuerzas que se materializara el gran llavero que ahora le pertenecía. La hoja dorada aparecería tras un poderoso y refulgente resplandor dorado, que ocultaría a Light por segundos. Nadhia observaría la arma sonriente, puede que rememorando su propio llavero dorado.

Deseé con todas mis fuerzas volver con vosotros, y este arma que representa mi corazón apareció en el mismo lugar donde Teluria se encontraba: el deseo de proteger a mis amigos y proteger mi legado no había cambiado en absoluto. Todo gracias a vosotros, que no me abandonasteis, aunque estuviese muerto de verdad.

"¡Light, tenemos que volver a Tierra de Partida!Tenemos que ir a... a la Villa... Ágatha tendrá preparada las pastas que tanto te gustan. Si no vamos pronto... ella seguramente te azotará en la cabeza, con su vara. ¡Light, por favor! ¡Déjate de tonterías, despierta! ¡Di algo!"

"A-anda, Light... Ponte de pie. ¿¡Cómo pretendes ser un Caballero de la Llave si no puedes resistir esos rasguños, eh!? ¡Te juro que si no dejas de estar muerto en este instante, yo mismo-! Yo..."


Me distéis fuerzas con vuestra presencia: tantas como para hacer lo imposible. Gracias de corazón —expresó, observando con calidez a ambos jóvenes y escuchando lo que tuviera que decir cada uno, sin alterar aquella amplia sonrisa que iluminaba su rostro.

Ahora, ¿qué pensaría de la sugerencia de Nadhia que estaba a punto de lanzar?

Chicos, voy a hablar con el Maestro Akio —sin más dilación les explicaría la razón—: Vaan me ha pedido convertirse en aprendiz.

Nadhia…

¡N-No me miréis así todos! Yo no puedo otorgar el legado, sólo los Maestros pueden. Y mi mentor tiene diez años, y aunque Vaan aparente menos, ha vivido más de medio siglo. ¡Sabría defenderse!

>>¡Oh, vamos! ¡Dejad de mirarme así!


Entiendo que quieras ayudarle después de haber roto un pacto que era muy importante para él —ante la mínima señal de extrañeza de su rostro, le explicaría—: Montblanc nos lo ha contado todo. Es natural querer compensarle de alguna manera después de lo que le hiciste, yo habría reaccionado igual que tú. No me lo podría perdonar.

>>Pero ser un portador requiere una enorme responsabilidad, y que haya vivido medio siglo o que pueda defenderse no quiere decir que sea capaz de asumir los deberes de Caballero
—indicaba con toda la razón del mundo, sosteniendo todavía el arma que implicaba ese título—. Al menos tendrá que ser supervisado por un Maestro para que compruebe si reúne los requisitos.

Se preguntó en aquel momento cómo Ronin se dio cuenta de que reunía dichos requisitos. Factores como que sus padres fueran Maestros o que su abuela le recomendara seguramente no habrían influido en nada. Posiblemente se percataría cuando juró asumir la responsabilidad de los padres, con aquella mirada desafiante, aquella determinación tan férrea y ese deseo imposible de contener de ver lo desconocido.
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Re: [Ciudad de Paso] Atracción Fatal

Notapor Zee » Jue Jun 20, 2013 9:30 pm

¿Verdad, Xefil?

Por poco y me ahogo con mi propia bebida cuando me apresuré a terminar el trago que estaba dándole para poder responder. Tuve que carraspear y tragar varias veces para calmar el ardor de la garganta: intentar pasar el chocolate caliente así como así había tenido sus consecuencias.

¿Qué...? Ugh, lo siento, no estaba atento —me excusé, pues realmente no había estado escuchando mucho de lo que decían. Evidentemente me interesé por la historia de Light y sus padres, pero cuando esta conversación pasó a segundo plano, decidí sumergirme en mis propios pensamientos. Observando sin contemplar la superficie del chocolate dentro de la taza, mientras Montblanc, Merlín y Light conversaban sobre los Sincorazón.

Y criticáis la fascinación de Bastión Hueco por la Oscuridad cuando vuestro amor por la Luz no está mejor fundamentado —llegué a pensar en algún momento, escuchando la plática a medias y en silencio, más concentrado en mi bebida.

Habéis tardado, kupó.

La puerta abriéndose de nuevo, sin embargo, fue suficiente para recuperar mi interés. Inexplicablemente, me encontré levantando la mirada, esperando que contra el marco se recortara la figura que yo esperaba.

Ya estamos de vuelta. Siento el retraso, nos... entretuvimos un poco.

¿Tan... tan...?

Un suspiro de alivio escapó de mis labios, mientras los músculos que no había notado antes tensos se relajaban. Le di un último trago a la taza y me puse de pie, esperando dar una especie de bienvenida. Nadhia acababa de entrar a la casa del mago; y, por lo visto, sus problemas ya se habían solucionado, pues Vaan se había quedado dormido y la chica lo había cargado en hombros hasta el lugar.

¿Ya te despiertas, pequeño granuja? —le preguntó al niño, con una actitud maternal que me sacó una sonrisa— ¿Vaan? Venga, despierta. Ya hemos llegado a casa de Merlín.

Súbitamente, Montblanc señaló algo más que, si bien no estaba muy relacionado con aquel asunto, podía asegurar que había pasado por la cabeza de todos:

¿Qué es... ese olor, kupó?

Alcantarilla, por supuesto. Merlín vivía ya en medio de una. ¿O es que acaso el olor de Light había terminado por ser disfrazado con todo el sudor y la sangre que habían manchado su cuerpo? Aquello ya no era una sorpresa.

Mientras el resto de los presentes prefería taparse la nariz, yo sólo alcé una ceja, poco impresionado.

S-Soy yo... —confesó Nadhia, mientras colocaba con cuidado al niño en el suelo— ¡N-No ha sido culpa de Vaan!

¡Mira, Montblanc! ¡Nadhia ha recuperado mi armónica, tan, tan, taaaan! —exclamó el pequeño, emocionado, mostrando su instrumento con alegría. Sin embargo, se topó con Light y conmigo y, asustado, decidió retroceder al refugio más seguro que pudo encontrar: detrás de Nadhia.

Con cariño, la chica le acarició la cabeza y soltó una pequeña risa.

¿Vaan? ¿No ibas a decirle algo a Light y a Xefil?

Con algo de miedo en su rostro, el niño se giró hacia Nadhia, intentando esconderse una vez más. Sin embargo, la joven decidió ayudarle con un leve empujón, obligándole a acercarse a nosotros. Intentando tranquilizarle, dibujé una sonrisa en mi rostro, buscando hacerle entender que no le guardábamos ningún rencor por lo ocurrido.

Le tomó bastante esfuerzo, pero finalmente, aunque apresurado, Vaan pudo pronunciar:

¡¡L-Lo siento mucho!! ¡¡No volveré a usar Atracción s-s-sobre vosotros, t-tan!!

Menudo alivio me das, chaval. Tampoco nos intentarás asesinar, ¿verdad? —preguntó Light y, aunque hizo un esfuerzo para sonar amigable, su elección de palabras no fue la más adecuada. Algo avergonzado, bufé por la nariz; luego, me giré hacia Vaan y, sin darle más importancia al asunto, declaré:

No te preocupes. Fue algo divertido, incluso.


Las cosas parecieron ir para mejor a partir de ese momento. Las historias tristes quedaron detrás, al igual que el rencor y los problemas. De cualquier manera, Nadhia decidió que no estaba de más continuar excusándose. Y, para ser franco, no me quedaban muchas ganas de escucharla. Estaba ya harto de que todos estuviesen disculpándose los unos con otros, pero no podía hacer nada más sino escuchar por cortesía.

Siento lo sucedido. Lo siento, de verdad. Os he puesto en peligro a todos.

Está bien, en se--

¿Lo dices por todo lo que nos ha pasado anteriormente? Yo soy también quien invocó al eidolon y quien atrajo a aquellos dos, así que no tienes por qué concentrar toda la culpa. De hecho…

>>Yo soy quien te tiene que dar las gracias, Nadhia —no pude evitar notar de reojo que Light apretó las manos de Nadhia. Hice una mueca—. Por curar mis heridas, y por estar siempre ahí. Además, si no es por esta aventura, no habría conocido nada de lo que he descubierto esta noche. Mi poder…

Ilustrando sus palabras con tanto dramatismo como sólo él sabía darle, Light extendió sus manos y materializó su Llave-Espada, exhibiendo su nuevo Llavero. El mismo con el que había vuelto de la muerte, todavía dispuesto a luchar.

Deseé con todas mis fuerzas volver con vosotros, y este arma que representa mi corazón apareció en el mismo lugar donde Teluria se encontraba: el deseo de proteger a mis amigos y proteger mi legado no había cambiado en absoluto. Todo gracias a vosotros, que no me abandonasteis, aunque estuviese muerto de verdad.

>>Me distéis fuerzas con vuestra presencia: tantas como para hacer lo imposible. Gracias de corazón —expresó, observando con calidez a ambos jóvenes y escuchando lo que tuviera que decir cada uno, sin alterar aquella amplia sonrisa que iluminaba su rostro.

¿De nada? —respondí, sin tener muy claro qué era lo mejor para decir. No estaba muy acostumbrado a que la gente vaciara sus sentimientos conmigo así como así, y aquella noche ya había tenido mucho de ello.

Pero la noche todavía estaba bastante lejos de terminarse. Todavía había cosas que decir, y cosas por hacer, y obviamente Nadhia tenía mucho por discutir después de lo ocurrido.

Aun así, lo que vino después no fue menos sorprendente:

Chicos, voy a hablar con el Maestro Akio —dijo—. Vaan me ha pedido convertirse en aprendiz.

Nadhia…

¿Lo hizo...? —pregunté, sin realmente poder creer que algo así hubiese sucedido. Inevitablemente, mi mirada fue a dar a la puerta por donde Vaan había aparecido, para luego volver hacia Nadhia.

¡N-No me miréis así todos! Yo no puedo otorgar el legado, sólo los Maestros pueden. Y mi mentor tiene diez años, y aunque Vaan aparente menos, ha vivido más de medio siglo. ¡Sabría defenderse!

>>¡Oh, vamos! ¡Dejad de mirarme así!


Entiendo que quieras ayudarle después de haber roto un pacto que era muy importante para él —intervino Light, antes de que pudiese decir nada al respecto—: Montblanc nos lo ha contado todo. Es natural querer compensarle de alguna manera después de lo que le hiciste, yo habría reaccionado igual que tú. No me lo podría perdonar.

>>Pero ser un portador requiere una enorme responsabilidad, y que haya vivido medio siglo o que pueda defenderse no quiere decir que sea capaz de asumir los deberes de Caballero. Al menos tendrá que ser supervisado por un Maestro para que compruebe si reúne los requisitos.


No me agrada la idea, francamente —quise añadir—. No porque Vaan no sea capaz de defenderse, eso es otro asunto. Pero incluso si ha vivido tanto tiempo, sigue siendo un niño. Un niño muy, muy viejo.

>>Y este no es el momento indicado para traer más niños a la academia. Hay una guerra en progreso. Una guerra fría, sin ataques directos, pero una guerra al fin y al cabo. La responsabilidad de un Aprendiz en estos instantes es... sencillamente demasiada. Incluso para nosotros. Y míranos, acercándonos a, ¿qué? ¿Nuestros veinte...?

>>Es un niño, Nadhia, no un guerrero. Y no pongas al Maestro Akio como un ejemplo, porque hay grandes diferencias. ¿Has visto sus ojos? Ha visto y hecho más cosas de las que alguien de su edad debería, y eso trae sus consecuencias. Es más maduro de lo que quiere parecer.

>>Vaan, en cambio...
—You're like that coffee machine: from bean to cup, you fuck up—

~Dondequiera que el arte de la medicina es amado,
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Re: [Ciudad de Paso] Atracción Fatal

Notapor EspeYuna » Vie Jun 21, 2013 1:41 pm

Escuché atentamente la opinión de mis compañeros. Me había imaginado su reacción, pero dolía que no confiasen en la inteligencia y destreza de Vaan. Light comentó que conocían el pasado del pequeño, que Montblanc les había contado sobre ello. Entonces, ¿por qué no les agradaba la idea, si sabían que sería una forma de compensar que yo le hubiese arrebatado las alas?

La respuesta vino de los labios de Xefil. Me quería mostrar la realidad a través de sus palabras, y bufé para mis adentros algo mosqueada. Porque tenía que darle la razón. Vaan disponía de los valores necesarios para convertirse en aprendiz, pero conservaba la inocencia de un niño pequeño. Un pequeño que no sabría lo dura que podía ser la vida ahí fuera. Ni siquiera yo, una chica de veintidós años, me había acostumbrado aún a las desagradables sorpresas que se interponían en nuestro camino como portadores de la Llave-Espada. Yo quería vivir aventuras, pero unos meses antes descubrí que todo aquello era mucho más que una inocente travesía.

Una guerra había comenzado. Y la guerra nunca fue lugar para los niños.

En ese momento pensé en cuánto tendría que haber sufrido Akio por aquel entonces.

Yo...

Incapaz de defender la promesa que le había hecho a Vaan, me giré a quien seguramente me ayudaría a sacar buenas razones para que el travieso moguri ahora convertido en humano viniera con nosotros.

Montblanc, tú mismo me dijiste que Vaan era el guardián de Salim, ¿verdad? —confirmé, buscando sus ojos— Y por guardián te referías a un ente que le protegía de cualquier mal, era su protector, un guardaespaldas, ¿no? ¿No crees que Vaan podría ser aprendiz?

El patriarca agachó su cabeza, alzando sin descanso el enorme bastón que duplicaba su altura. Cerró los ojos y musitó:

Nadhia, es demasiado tarde.

¿Eh?

Las palabras de Montblanc quedaron en el aire, llenas de cierta tristeza y angustia. Antes de que pudiera pedirle una explicación sobre aquel inesperado comentario, alcé la mirada a Merlín, quien cruzado de manos en su butaca yacía pensativo y con unos ojos vidriosos.

¿Qué ocurre? ¿Por qué...?

De pronto, la puerta del baño invocado por el mago Merlín se abrió. Tras él apareció la pequeña figura de Vaan. Giré y le sonreí.

¿Has tardado, eh?

>> ¿Vaan?


Percaté entonces su rostro cubierto de sudor, sus mejillas sonrojadas, unos ojos llorosos y unos pantalones completamente empapados.

¿Vaan? ¿Qué ha pasado...?

No he podido... ir a hacer pipí solo...

Vaan hizo un intento de acercarse a mí, pero al dar el primer paso tropezó y fue a caer al suelo. Tan deprisa como mis reflejos me lo permitieron, lo atrapé de milagro. Cuando fui a preguntarle, notando como la angustia comenzaba a emerger dentro de mí, el pequeño no contestó. Yacía inconsciente en mi regazo, respirando con dificultad. Cuando pasé la mano por su frente, me temí lo peor:

¡Estás ardiendo! —exclamé, asustada— Vaan, contéstame, ¡Vaan!

* * *


Vaan se muere, kupó.

Las palabras de Montblanc retumbaban en la morada de Merlín con fuerza, a pesar de haber dejado escapar las dichas en un inaudible murmullo. Contemplando a un Vaan moribundo en la cama, casi ni percaté la presencia de un muchacho que el patriarca había hecho llamar. Su cabello canoso y la marca que recorría parte de su rostro y cuello eran inconfundibles para mí. Aquel aprendiz de médico que una vez sanó mis heridas y las de Ragun.

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Cuando terminó de examinar al pequeño se apartó y deseé ver esperanza en sus ojos. Pero no la hubo.

Sus signos vitales descienden rápidamente —Sam, intentando contener sus sentimientos, no fue capaz de mirarme a los ojos y se dirigió a Montblanc—. Como mucho le quedará una o dos horas de vida... o minutos... no sabría decir.

>> No encuentro la causa. Ni siquiera sé a qué se debe. Lo siento.


El silencio volvió a apoderarse de nuestro alrededor. Sentía que me ahogaba en la amargura.

Xefil, Light. Llevaos a Nadhia de aquí, kupó —me giré incrédula a lo que advertían mis oídos—. No quiero que presencie la muerte de un niño. Nadhia, despídete de él, kupó. Pronto le fallarán los pulmones y su aspecto será demasiado desagradable para ti.

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No me voy a ninguna parte.

>> Ese pacto.


No puedes hacer nada, Nadhia.

¿¡Es porque yo rompí el pacto, verdad!?

La expresión de Montblanc fue suficiente para que me diera cuenta de que yo misma había condenado a Vaan. No sólo a una vida mortal, sino a una muerte prematura.

Dime qué tengo que hacer, Montblanc.

¿Qué pretendes, kupó?

>> No, ni siquiera tengo que preguntarte. Y la respuesta es no, kupó. No dejaré que realices un nuevo pacto.


¿¡Por qué no!?

Es magia tabú. Un conjuro que jamás debió existir, kupó. Un hechizo prohibido.

"Hechizo prohibido..."

Ignorando las palabras de Montblanc o el posible forcejeo o súplica de mis compañeros, alcé mis manos sobre las estanterías de Merlín. Desesperada, comencé a poner todo patas arriba, buscando algo en particular.

¿Buscas esto, kupó?

Me giré y observé como aquel enorme libro del que sacó Vaan la habilidad para hechizar a Light y a Xefil yacía en el suelo, a los pies de Montblanc. Salté a cogerlo, y cuando mi mano alcanzó el lomo, esta fue fieramente aplastada por el bastón de Montblanc. El patriarca de los moguris de Ciudad de Paso no tuvo reparo alguno en retorcer el bastón, dando señales de que no iba a permitirme conocer la magia prohibida.

¿¡Montblanc, qué hace!?

¿Acaso no me escuchaste antes, Nadhia? —preguntó el moguri, mientras yo me intentaba liberar. En un intento de invocar a Ángel Forjado con la diestra, el moguri se adelantó y las enredaderas de su bastón descendieron para atarla a mi espalda— Esto lo hago por tu bien, kupó. Recuerda lo que te dije: hubo muchos sacrificios detrás de la salvación de Vaan. Porque él ya estuvo condenado a morir... no. Su destino era morir incluso antes de que naciera, junto a su madre.

>> El pacto de Salim le permitió vivir a costa de la energía de éste. Y usó los cuerpos de sus progenitores. Su padre perdió la vista. Su madre la voz. Pero lo más importante... perdieron el sentimiento de afecto hacia él como pago por el pecado de burlarse de la muerte a costa de la magia oscura. ¿No lo entiendes, kupó? ¡Puedes perder durante el proceso cualquier sentido, una pierna, un brazo, o un órgano interno, como el estómago o los pulmones! ¡Incluso después podrías llegar a repudiar a Vaan, perdiendo el sentido del amor fraternal! ¡Es un condenado pacto con el mismísimo diablo!


Intenté mantenerme firme. Porque aquello que decía Montblanc daba miedo, mucho miedo. Pero pensé en Vaan. Pensé en la forma demoníaca de Ragun. Rendirme por algo así supondría desistir en el regreso de mi mejor amigo.

Tengo que hacerme responsable de mis actos, Montblanc. Y también.

Giré mis ojos como pude a Light y a Xefil.

¿Qué era lo correcto?

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Sois libres de decisión, que conste. Tengo planeada la continuación tanto si están del lado de Nadhia como si no están de acuerdo.
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Re: [Ciudad de Paso] Atracción Fatal

Notapor Light » Dom Jun 23, 2013 12:40 am

Es cierto. Incluso es demasiada responsabilidad para nosotros…

Las opiniones de Xefil y Light se podían resumir de la siguiente manera: convertirse en aprendiz implicaba demasiada responsabilidad, ahora más que nunca. Los bufidos de Nadhia dieron a entender que no estaba conforme con sus opiniones, aparentemente. Percatándose de que sus compañeros no apoyaban su idea, la chica intentaría convencer a Montblanc.

Montblanc, tú mismo me dijiste que Vaan era el guardián de Salim, ¿verdad? —afirmaba— Y por guardián te referías a un ente que le protegía de cualquier mal, era su protector, un guardaespaldas, ¿no? ¿No crees que Vaan podría ser aprendiz?

Si no había conseguido convencer a los aprendices, ni en broma lo conseguiría con el Moguri. Montblanc no parecía convencido, sino más bien triste, por alguna razón que desconocían. Inclinaría la cabeza y cerraría los párpados. Posiblemente, estaría buscando las palabras adecuadas para expresarse...

Nadhia, es demasiado tarde.

¿Eh?

¿Demasiado tarde?

Un ambiente tenso, por no decir melancólico, se respiraba en el ambiente. En busca de respuestas, Light desvió la vista en dirección al Brujo Merlín. En aquel silencio tan incómodo, le bastaría observar su mirada afligida para darse cuenta de que algo no iba bien.

¿Qué ocurre? ¿Por qué...?

La respuesta desagradable acudiría a ellos prestamente, en todo su esplendor. Light giró la mirada, y comprobó que se trataba de Vaan, que salía del cuarto de baño. Extrañado, le observó durante escasos instantes con el ceño fruncido, de arriba abajo. Parecía… como si le costara sostenerse en pie. Sus prendas estaban húmedas, al igual que sus ojos y su frente.

¿Has tardado, eh?

¿Vaan? ¿Qué ha pasado...?

No he podido... ir a hacer pipí solo...

Incapaz de aproximarse hasta la joven, el niño se desvaneció y se desplomó en los brazos de una rauda Nadhia que fue capaz de atraparlo. Nadhia, Light, y todos los demás que se acercaran al niño verificarían el grave estado del pequeño, su dificultosa respiración.

¡Estás ardiendo! —confirmó Nadhia, realmente asustada. A su vez, Light contempló desconcertado aquella escena, preguntándose lo que le ocurría al chaval— Vaan, contéstame, ¡Vaan!

Tenemos que avisar a un médico cuanto antes —sugirió, dirigiéndose hacia Merlín y Montblanc en particular. Si eran habitantes de Ciudad de Paso, tendrían que conocer a alguien de aquel mundo que pudiera ayudar a Vaan, aunque...

¿Realmente había alguien que pudiera salvarle?

***


Algo le intranquilizaba desde el repentino desmayo de Vaan. Un mal presentimiento.

Vaan se muere, kupó.

El mensaje de Montblanc resultaría chocante, inaudito y duro para los oídos de los presentes. Reflexivo, e imaginándose lo que debería estar pasando por la cabeza de Nadhia tras aquellas palabras, Light la observaba con cierta incomodidad la desde uno de los asientos de la habitación.

¿Vaan iba a morirse en serio? ¿Tan de repente?

No si aquel médico podía impedirlo. El joven doctor de cabello canoso se encontraba examinándolo en aquellos momentos, intentando detectar la enfermedad que amenazaba la vida de su paciente.

Sus signos vitales descienden rápidamente —confirmó tras examinarle—. Como mucho le quedará una o dos horas de vida... o minutos... no sabría decir.

>>No encuentro la causa. Ni siquiera sé a qué se debe. Lo siento.

Pero Merlín y Montblanc sí que debían conocer aquella causa; sobre todo éste último, que ya era conocedor del trágico destino que le deparaba a Vaan, desde el principio.

Xefil, Light —éste último se levantó presto de la silla, para aproximarse hacia el patriarca de los Moguri—. Llevaos a Nadhia de aquí, kupó. No quiero que presencie la muerte de un niño. Nadhia, despídete de él, kupó. Pronto le fallarán los pulmones y su aspecto será demasiado desagradable para ti.

Espera, Espera… ¿No hay nada que se pueda hacer realmente…? Es sólo un niño, maldita sea... —expresaba Light disgustado, incapaz de creerlo.

No me voy a ninguna parte.

>>Ese pacto.


No puedes hacer nada, Nadhia.

¿¡Es porque yo rompí el pacto, verdad!?

Montblanc no contestó, mas dio a entender por su silencio que aquella era la razón que había conducido a Vaan al borde de la tumba; en efecto, el pacto de Salim que le mantenía con vida había sido eliminado por Nadhia.

Dime qué tengo que hacer, Montblanc —rogaba Nadhia.

¿Qué pretendes, kupó?

>>No, ni siquiera tengo que preguntarte. Y la respuesta es no, kupó. No dejaré que realices un nuevo pacto.


¿¡Por qué no!?

Es magia tabú. Un conjuro que jamás debió existir, kupó. Un hechizo prohibido.

Nadhia no se detuvo, y Light no impediría que ella buscara el famoso conjuro por las estanterías. Después de todo, había sido él quien había apoyado a la chica para que asumiera sus responsabilidades. Ella había roto el pacto, ella había condenado a Vaan, ella tendría que salvarle.

Pero algo le intranquilizaba, y ya no se trataba sólo de malos presentimientos, sino de “hechizos prohibidos”. Una vez más, se acordaría de su abuela, una experta hechicera que estaba al corriente de este tipo de magia.

Según esa vieja bruja, se trataba de magia muy poderosa, pero que implicaban sacrificios. Hechizos capaces de arruinar la vida del mago, o de extinguirla incluso.

¿Adónde les llevaría todo esto…?

¿Buscas esto, kupó?

Montblanc se molestó en revelarle el libro que incluía el hechizo necesario para crear un pacto, aunque no permitiría bajo ningún concepto que lo alcanzase, por su bien. El pequeño jefe de los Moguri consiguió inmovilizar por completo la mano de la aprendiza con su bastón, aplastando dicha extremidad con rotundidad, sin despegar el arma en ningún momento.

¿¡Montblanc, qué hace!?

¡Nadhia! —Light dio un paso hacia adelante, alarmado por la tensa situación.

Para, por favor.

¿Acaso no me escuchaste antes, Nadhia? —interrogaba el Moguri. Utilizando las raíces de su bastón, impidió que Nadhia materializara en su mano a Ángel Forjado para liberarse— Esto lo hago por tu bien, kupó. Recuerda lo que te dije: hubo muchos sacrificios detrás de la salvación de Vaan. Porque él ya estuvo condenado a morir... no. Su destino era morir incluso antes de que naciera, junto a su madre.

Su destino...

El pacto de Salim le permitió vivir a costa de la energía de éste. Y usó los cuerpos de sus progenitores. Su padre perdió la vista. Su madre la voz. Pero lo más importante... perdieron el sentimiento de afecto hacia él como pago por el pecado de burlarse de la muerte a costa de la magia oscura. ¿No lo entiendes, kupó? ¡Puedes perder durante el proceso cualquier sentido, una pierna, un brazo, o un órgano interno, como el estómago o los pulmones! —el rostro de Light se ensombrecía cuanto más le escuchaba—. ¡Incluso después podrías llegar a repudiar a Vaan, perdiendo el sentido del amor fraternal! ¡Es un condenado pacto con el mismísimo diablo!

Tengo que hacerme responsable de mis actos, Montblanc. Y también.

¿Pero hasta qué punto, eh? ¿¡Cómo puedes decirlo tan tranquila!? —explotaría y preguntaría enojado, gesticulando con un violento movimiento de brazo. Inmediatamente se aproximó a Nadhia y a Montblanc, observando a ésta aterrado—. ¿Qué ocurrirá si te llega a pasar algo? ¿¡De qué sirve salvarle, si a cambio tienes que sacrificarte tú!? ¡Eso no es lo correcto, tiene que haber otra manera!

>>¿¡Qué ocurrirá si pierdes los brazos y ya no puedes volver a luchar con Ángel!? ¿¡Qué diría tu Maestro!? ¿¡Qué ocurrirá si pierdes la vista y no puedes volver a leer un solo libro!?

>>¿¡Y si mueres, cómo piensas que se lo voy a decir a Dan, a tus padres y a mi abuela!? ¿¡Me lo quieres decir!?

Tras explotar escucharía a Nadhia, quien no podía resultar más predecible. Enojado, ya se imaginaba que, por mucho chantaje que intentara hacerle, la muchacha no se echaría atrás y continuaría con la absurda idea de sacrificarse a sí misma para crear un nuevo pacto.

Soy consciente de lo que te dije antes. ¡Entiendo cómo te sientes, pero...!

Vas a morir si lo haces…

Por mi culpa. Porque te dije que asumieras tus responsabilidades y ayudaras a Vaan. Vas a morir…

Estaba completamente seguro, el destino nunca estaba de su parte. ¿Cuántas veces lo había maldecido desde que tenía uso de razón? Incontables…

¿Por qué sus padres no regresaron a por él? ¿Acaso le abandonaron?

¿Por qué Zeix, su único amigo de Villa Crepúsculo, tuvo que morir?

¿Por qué sus amigos le abandonaron para marcharse a Bastión Hueco?

El destino volvería a aplastarle, una vez más. Volvería a ocurrir: Nadhia se iría y no volvería. La muerte de Nadhia estaba más que asegurada si ésta se atrevía a ejecutar el hechizo prohibido.

Por mi culpa…

¡Tenemos que salvarle, es cierto! —exclamaba, dirigiendo la vista hacia “su igual”, hacia el joven que había sido rechazado por sus padres—. ¡Pero tú no puedes hacer un pacto con él! ¡Si lo haces, tú...!

Moriría, sin ninguna duda. O sino, quedaría inválida de por vida. Le ocurriría algo horrible que le arruinaría la vida por completo.

Si ella no lo hace… ¿Quién puede hacer el pacto entonces?

No… No puedes estar pensándolo en serio…

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Yo he burlado antes a la muerte, ¿verdad? Parte de mis heridas mortales se curaron cuando desperté —señaló con el dedo índice la parte del cuerpo en cuestión: el pecho del aprendiz, donde antes se había localizado un agujero enorme, como consecuencia de la condena—. Yo puedo hacer ese pacto en lugar de Nadhia, ¡podré soportarlo! —afirmaba auto convencido, dejando caer su mirada sobre todos los presentes. Incluso parecía ilusionado, intentando por todos los medios ocultar la preocupación y el miedo que sentía. Tenía que mostrarse seguro de sí mismo para convencer a todos—. Y de todos modos, si me llegase a pasar algo… ¡Sé que puedo luchar aunque me falte algún sentido o extremidad! ¡Esta es la opción más segura!

>>¡No hay otra manera, debo hacerlo yo…!

Lo siguiente que aconteció sucedió a una velocidad pasmosa. Una figura brillante y resplandeciente, a cuatro patas, aparecería en la habitación, oculta escasos segundos por el gran fulgor celeste que despedía: se trataba del eidolon. Repentinamente, su compañero can, que ya era perfectamente visible, dirigió velozmente una de sus garras hacia el rostro del invocador.

Un manotazo que acertó en el blanco. Light, algo aturdido, retrocedió ligeramente y se llevó la mano hasta la marca rojiza de su rostro, completamente decepcionado.

¿Por qué... demonios has hecho eso? —preguntó, sin comprender sus intenciones. ¿Quién se había creído…?

¡Dices todas esas estupideces de prepotente como si te creyeras inmortal e inmune a cualquier cosa! —Light palideció e hizo una mueca, incapaz de mantener alta la mirada—. ¿¡Has pensado en todas las bobadas que acabas de soltar!? Descerebrado...

¿Bobada...? Así que es eso...

Soy un descerebrado, ¿y qué? —le interrumpió—. ¡¡La vida de Nadhia no se trata de ninguna bobada para tu información!!

No tienes ni idea.

Gaomon, realmente cabreado, dirigiría una vez más otra de sus garras para volver a golpearle, aunque algo ocurrió de improvisto. Para la sorpresa de todos, la garra roja “rebotó” en la cara del aprendiz, como si hubiera lanzado su extremidad contra una pared. Light, la férrea determinación personificada, no se movió ni un centímetro de su sitio. Aquel golpe no le había hecho daño en absoluto, y la expresión furiosa y decepcionada de su rostro permanecía exactamente igual.

Te crees que me conoces perfectamente, pero te equivocas. Tú… no tienes ni idea de nada, ¡tú no sabes absolutamente nada de mí! —decidido, cortó el aire con su Llave Espada y se colocó en posición de combate, dispuesto a enfrentarse contra el eidolon, de nuevo. Nadhia era su hermana, su única amiga de Villa Crepúsculo, una amistad de incalculable valor que se negaba a perder—. Si no queda otra… haré ese pacto, te guste o no.

Resultaba doloroso; sabía que la bestia estaba intentando protegerle, pero no desistiría ni con esas. El eidolon, que no retrocedería ni un solo paso, emitiría un rugido y permanecería inmóvil en el sitio, sin despegar sus ojos dorados del joven y esperando que éste hiciera el primer movimiento.

Si nadie los paraba…
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