[Tierra de Partida] Monto un circo y me crecen los enanos

[Leon18]

Spoiler: Mostrar

Encuentro de Paul Neder y Kirihara Shintaro

Cronología:

Paul Neder: Posterior a Trama: "Las cámaras de la tortura" y anterior a Misión: "¡En busca de la flor dorada, kupó!"

Kirihara Shintaro: Posterior a Prólogo: "Almas perdidas"

Otro día más en Tierra de Partida, ya hacía un buen tiempo desde que llegué aquí y se podía decir que ya no era un novato, de aquí a nada nadie pondría conmigo.

Aquella mañana me estaba pasando algo raro, ¡tenía hambre!Ya había tenido más veces, pero nunca tanta como en aquella ocasión.

Como parecía que no tenía nada que hacer esa mañana lo primero que hice fue pegarme una ducha, vestirme y coger mi querida espada en caso de que hubiera entrenamiento o por lo que fuera.

Ya en camino al comedor pensé en pasarme a por Rhía, que seguro que le gustaría venir, pero pensé que estaría durmiendo y decidí que era mejor no molestarla.

Cuando entré al comedor cogí el plato, esperé a que me echaran la comida y me senté en una mesa solo, había varios aprendices por allí pero apenas conocía a ninguno, así que mejor solo.

Al empezar a comer vi que estaba incómodo, y al mirar a mi espalda ya vi el problema, mi espada. Así que la dejé en una silla, ya la recogería al terminar de comer.

Acabé con la comida rápido y la verdad es que me quedé bastante lleno, no creo que tuviera necesidad de comer en un día al menos.

Para no perder más tiempo, puse el plato en su sitio y me dirigí a los jardines, tenía la sensación de que había perdido algo. Pero no le di mucha importancia y seguí andando.

[Gray]

La vergüenza se apoderaba de él cuando tenía que salir de su habitación. Prácticamente no había puesto un pie fuera de la misma, excepto cuando iba a comer o paseaba por los jardines, ocultándose en rincones solitarios de los mismos, la soledad le ayudaba a pensar en sus cosas, no es que no quisiera hacer amistad con sus compañeros, es que la ocasión simplemente no se daba. También se ayudaba de esos momentos a solas para practicar un poco con su llave espada, a la cual le había cogido un cariño especial, aunque su forma no es que le gustara en demasía.

Por primera vez en aquel día se encontraba en el comedor, la comida se podía decir que le fascinaba, al menos la que se preparaba en el castillo. Además de su ya conocida afición por comer mucho y de buena manera, aquella comida provocara que incluso comiera más rápido aún, usando malas maneras no muy comunes en él. Era un glotón, aunque estaba bastante delgado, probablemente fruto del ejercicio diario que se había fijado en hacer. Una vez hubo terminado, se dirigió a los jardines, pero por el camino tropezó con algo que casi provocó su caída. Ante él se encontraba una espada en una funda guardada, Shin la cogió y analizó rápidamente.

— ¿Quién te habrá dejado aquí tirada? Habrá que ser descuidado...— Comentó, a la vez que cogía dicha espada.

En un principio, alguien podría pensar que estaba llevándose aquella espada, pero nada mas lejos de la realidad. Lo que hizo fue cogerla para buscar a su dueño, aunque probablemente aprovecharía para practicar un poco con dos espadas, ya que había perdido la suya en Tebas y no había vuelto para encontrarla, más que nada porque no tenía permiso. Con esas ideas en mente, puso rumbo a los jardines, donde se dirigió a su lugar favorito de allí. Un sitio apartado de la mayoría de las vistas, donde el sol imprimía una luz anaranjada durante el amanecer y atardecer, además de las sombras que provocaban el gran árbol que allí se encontraba.

[Leon18]

Seguí caminando a los Jardines con la sensación de que me había olvidado de algo aún presente en mi cabeza. Intentando quitarme aquella sensación de la cabeza puesto que sabía perfectamente que no se me había olvidado nada llegué a los Jardines. Aún recordaba cuando estuve con Rhía el día siguiente después de llegar, todavía no habíamos investigado nada y eso me cabreaba mucho.

Ya en los Jardines veía que había aprendices por todos lados y vi a unos aprendices que estaban practicando con espadas por lo que decidí unirme a ellos.

Todo bien hasta que cuando iba a coger mi espada vi que... no estaba. Desesperado me toque en todo el cuerpo para ver si aparecía por arte de magia pero nada. Intentando tranquilizarme como pude me puse a pensar en lo que había hecho antes.

"A ver, primero me levanté y la cogí, después me dirigí al comedor y... ¡la dejé en la silla!"

Sin más prisas me fui al comedor corriendo, con la esperanza de que aún siguiera allí. Cuando llegué no pude tener peor noticia, allí no estaba.

¿Cómo podía haber perdido aquella espada? Aquella espada era lo único que tenía de mi padre, mi bien más preciado. Nunca podría perdonármelo, miré hacia todos lados a ver si alguien la tenía pero nada.

Decepcionado sólo se me ocurrió ir a la taberna esa llamada Gremio a ver si la habían dejado por allí. Cuando llegué le pregunté al camarero pero nada, me dijo que mirase por los Jardines o el Salón del Trono. También me recomendó apuntarme a alguna misión y así hice, aunque ni me fijé de qué iba ni nada, tenía más prisa en ir en busca de mi espada.

Pensé primero en ir hacia los Jardines y me puse en marcha. Miré por todos lados hasta que lo vi. Cerca de un árbol había un chico alto practicando con una espada inconfundible, mi espada. Aquel ladrón se iba a enterar.

-¡Eh tú, ladrón!-Le grité mientras lo señalaba e invocaba mi llave espada-¿Qué estás haciendo con eso?-Le dije con un tono agresivo mientras me acercaba.

[Gray]

El sol brillaba levemente, se posaba en su piel y le transmitía una especie fuerza interior, que le permitía practicar con mayor soltura, ¿O sería simplemente que aquella espada era especialmente buena y por ello le resultaba más fácil hacer sus diferentes trucos? Quien sabría, la espada no era mala y para su gusto hubiera sido casi perfecta, le gustaban más las katanas, pero las espadas no estaban del todo mal. De vez en cuando, cerraba los ojos y dejaba que la brisa que había por allí le pasara alrededor, concentrándose solamente en ello y dejando de pensar en nada más, instantes después, intentaba hacer un corte horizontal a la máxima velocidad posible, sin mucho acierto.

Pensaba que podría practicar tranquilamente con aquella espada, al fin y al cabo no tenía pensado quedarse con ella, por mucho que el dueño o dueña debería pegarse a si mismo por semejante pérdida. Minutos después de que comenzara a practicar un poco, apareció el supuesto dueño por allí — Ya que no había dicho que era su dueño, sino que lo había llamado ladrón y exigido saber que hacía con la susodicha espada.—, implorando por conocer los motivos de que Shin estuviera con la espada.

Lo miró un breve momento a los ojos mientras los suyos permanecían encendidos por su fuego interior, poco podía hacer él con aquella espada. Ante aquella situación se encogió levemente de hombros y clavó la espada en el suelo, formando un ángulo recto perfecto. Tras eso no prestó mucha atención a la situación, solo se echó al césped, apoyando la espalda en el tronco de uno de los árboles y esperando la reacción de su invitado en su espacio personal. ¿Qué sería lo que ocurriría? ¿Querría tener algún tipo de compensación por lo que él había llamado "robo"?

[Leon18]

Cuando ya estuve cerca del sujeto que tenía mi espada, que no parecía ni nervioso ante mi presencia, esperé a ver qué decía pero no dijo nada. Simplemente se encogió de hombros y la dejó clavada en el suelo.

Aquello me extrañó muchísimo, cualquiera habría reaccionado de una forma violenta ante mis acusaciones, miré otra vez hacia él y vi que se había echado en el árbol. Aquello sin duda me puso un poco nervioso, ¿qué le pasaba? Sin duda era un tío muy raro. Al menos tenía ya mi preciada espada.

-Así me gusta.-Dije mientras la cogía y miraba a ver si tenía algo raro. Por suerte estaba bien, no le había hecho nada.

-¿No hablas o qué? ¿Qué hacías con mi espada?-Le pregunté poniéndome en cuclillas cerca suya. Ya tenía hasta un poco de curiosidad, aquel chaval estaba pareciéndome raro con su actitud.

[Gray]

Las cosas habían salido tal como se esperaba que salieran. La persona que había perdido su espada ahora estaba allí, era obvio que esperaba alguna explicación, si Shin fuera él también las querría, además sería un buen momento para intentar entablar conversación que con algo más que su propia mente, la verdad, le vendría genial. Intentó con todas sus fuerzas sonreír, y aunque lo consiguió, le salió una mueca extraña, así que prefirió su tranquilidad común.

— La historia es un tanto divertida, diría que es lo típico que ves en un teatro y que por una cosa u otra acaba en una pelea entre los dos, como si hubiera habido algún problema real.— Comentó primero, haciendo un movimiento con ambas manos como refiriéndose a un escenario.— Por suerte, me parece que ni tú, ni yo tenemos intención de pelearme, además de que pareces que llevas más tiempo que yo por aquí y la diferencia será... Obvia.— Dejó un pequeño silencio, para que su acompañante comentara algo, justo después de eso seguiría hablando.— La cosa, es que yo estaba tranquilamente comiendo algo, cuando de pronto, encontré esa espada tuya tirada por ahí. A mi, por si no te has dado cuenta, me encantan las espadas, y me ha dado hasta pena ver como a esa la dejaban tirada ahí, así que la recojí y la llevé conmigo, simplemente por no dejarla sola.— Volvió a hacer una breve pausa, no quería hacer sangre, pero desde luego no le parecía que dejaran algo como una espada por ahí.— Y bueno, soy nuevo por aquí y no conozco a nadie, son Shintaro, ¿y tú, cómo te llamas?— Parecían que las cosas estaban aclaradas, pero podría ser que no fuera así, su acompañante dictaría lo que hicieran.

[Leon18]

Esperé un rato a que contestara el chaval el cual al poco rato consiguió abrir la boca. Antes de hablar intentó forzar una risa aunque era un poco rara, no estaría acostumbrado a sonreír pero no le di importancia y presté atención a lo que decía.

— La historia es un tanto divertida, diría que es lo típico que ves en un teatro y que por una cosa u otra acaba en una pelea entre los dos, como si hubiera habido algún problema real.

Lo escuché atentamente pero hubo algo que no conseguí entender del todo. Un teatro. ¿Qué era un teatro? Me sonaba mucho esa palabra pero no sabía de qué. Iba a darlo por perdido pero al mirarlo otra vez lo vi haciendo como una figura como de un lugar y ya se me vino a la cabeza qué era un teatro. Había visto algunos carteles por la ciudad pero nunca llegué a ver ningún lo que se hiciera ahí pues estaba abandonada.

Volviendo al mundo real tras recordar lo del teatro seguí prestándole atención.

— Por suerte, me parece que ni tú, ni yo tenemos intención de pelearme, además de que pareces que llevas más tiempo que yo por aquí y la diferencia será... Obvia.

-¡Oh, un novato!- Exclamé y me puse de pie. Estaba algo emocionado, no había hablado con ninguno tras el fatídico día de las Cámaras, que yo también lo era, y quizás podría considerarlo como un alumno, sonaba bien aquello para cuando tuviera alguna misión de pacotilla.- Nah, tranqui. Yo no voy por ahí dando palizas a todo el mundo. Si se las buscan ya es otra cosa- Dije con aires de superioridad y lo dejé hablar.

— La cosa, es que yo estaba tranquilamente comiendo algo, cuando de pronto, encontré esa espada tuya tirada por ahí. A mi, por si no te has dado cuenta, me encantan las espadas, y me ha dado hasta pena ver como a esa la dejaban tirada ahí, así que la recojí y la llevé conmigo, simplemente por no dejarla sola.— Arqueé una ceja. Me estaba echando lo de la espada en cara y aquello no me estaba gustando demasiado. Sabía de sobras que yo era el culpable de aquello pero para nada iba a decírselo.— Y bueno, soy nuevo por aquí y no conozco a nadie, son Shintaro, ¿y tú, cómo te llamas?

-Paul. Y sí, ha sido algo raro que se me haya perdido, quizás se cayera cuando me levanté.- Le comenté. Le mentí un poco para no tener que darle la razón- Pero el caso es que ya la tengo y como me has caído bien cuando tengas un problema con alguien puedes avisarme y te ayudaré. Ojo, que pocos tienen ese privilegio, siéntete orgulloso.- le dije mientras le guiñé un ojo.

Ya no sabía qué más decirle, si quería ganarme su confianza debía entablar algo de confianza con él. Recordé que comentó que le gustaban las espadas, quizás podría decirme algo sobre la mía.

-Bueno, según dices te gustan las espadas, ¿qué te parece la mía? ¿es buena, eh?- Le pregunté mientras la tocaba y la miraba con orgullo.