[La Cité des Cloches] Brujería Infernal

Encuentro de Nadhia y Kousen

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Re: [La Cité des Cloches] Brujería Infernal

Notapor EspeYuna » Lun Dic 16, 2013 6:18 pm

Negué con la cabeza y las manos cuando Kousen me dijo que no tenía nada de malo. En realidad tampoco lo consideraba tan malo, pero Kousen no era como muchos otros aprendices. Cada uno tenía sus opiniones y me basaba en aquellos compañeros cuyas mascotas eran más independientes, menos consentidas...

... añadiendo que mi "mascota" había sido un niño.

En fin, no me hagas caso.—el muchacho cambió de tema, como si algo le incomodara por ella— Tandy es una monada a pesar de lo travieso que es.

>>¿Qué te parece si nos acercamos a la zona de las pinturas?

Asentí. Realmente tenía muchas ganas de explorar el interior de Nuestra Señora de París. Boquiabierta, le describía de vez en cuando al "abuelo" Kou la parte más alta de los tapices. Cuando de pronto, el peso al que acompañaba resbaló con su bastón, comiéndose el suelo. Lo peor fue cuando las llamas prendieron la capa de Kousen, y éste no se lo pensó dos veces pues se deshizo de ella y la pisó para apagar el fuego. "¡Oh, no!", exclamé en mi fuero interno. Fuimos muy descuidados:

¡¡Es el demonio de esta mañana!!

¡Y la que está a su lado tiene que ser la bruja!


¡Es su familiar! ¡La desgracia se cierne sobre nuestras almas!

¡¡Cogedlos!! ¡A la hoguera con ellos!

¡Guardias! ¡Socorro!

Noté el agarre de la mano de Kousen, dispuesto a salir pitando de allí. Pero entonces algo le detuvo. Una gran mano asomó por el hombro de Kousen y contuve el acto reflejo de invocar su arma y ayudar a su amigo a escapar. O de gritar por ayuda a Tandy. Luego me hubiese arrepentido.

¡Alto!— gritó el hombre. Sus ropas eran muy diferentes a las de los ciudadanos y visitantes de Notre-Dame. De un impecable blanco acorde con su plateado cabello, su traje estaba cubierto por un manto rojizo. Tuve mucha curiosidad por él, pues era la primera vez que veía... ¿eso era un sacerdote de los que tanto había leído?

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P-Pero... Padre... Se trata de un demonio y una bruj...


Tonterías. ¿Acaso podría un ser infernal entrar en la casa de Dios?

"Notre-Dame, ¿la casa de Dios?", pensé. Me había aprendido el papel de nieta llevando a su abuelo, pero sentía curiosidad por las creencias de aquel mundo.

Ya... pero aún así no...

La cara de mi compañero y mía no pudo tener desperdicio alguno. De pronto nos hallábamos siendo salpicados por agua.

¿Alguna duda, hijo mío?— preguntó.

El hombre no discutió más. Se alejó de nosotros y los demás ciudadanos nos observaban, expectantes a las palabras del sacerdote. ¿Quizás él fuese la persona que la abuela gitana nos había encomendado?

Hijos míos.— prosiguió el sacerdote —No debéis juzgar precipitadamente a una persona por su aspecto. Y vosotros deberíais saberlo mejor que nadie.

Dirigió la mirada a las alturas, hacia lo que parecía ser la entrada a uno de los campanarios de la catedral.

>> La malformación de este joven no quiere decir que sea un demonio.

Una risa estuve a punto de soltar, pero la ahogué en una improvisada tos. No, seguramente Kousen me habría escuchado, su rostro era para enmarcarlo. Si supieran qué clase de criaturas existían más allá del intersticio...

Del mismo modo, esta jovencita no me parece en lo más mínimo una bruja. ¿Acaso habéis visto alguna que soporte el agua bendita, o exhale tal inocencia?

Noté un tanto pequeña risa floja por parte de Kousen. La comparación sí que le había hecho tomárselo con humor, a pesar de la tensión acumulada.

Sí, padre.

El Archidiácono es un hombre justo...

"Es él", confirmé.

Bueno.— el hombre se giró, dirigiéndose hacia mí y Kousen — Ya les he tranquilizado, aunque me temo que la guardia de Frollo no escuchará mis palabras. Será mejor que os acojáis a sagrado, jóvenes.

Entonces, nos gustaría acogernos a Sagrado —le pedí. El hombre asintió.

Muchas gracias, Padre.— Kousen recogió el candelabro como pudo.

No es nada, hijo. Es solo que mis feligreses están muy asustados por la presencia de los demonios... los verdaderos, quiero decir.

Los sentidos de Kousen y míos se activaron. Demonios, los verdaderos. No podían ser otra cosa. Así como habíamos aprendido en clases del maestro Kazuki, los sincorazón eran considerados el diablo, demonio, monstruos del más allá, etc. En miles de mundo donde existían tales creencias como la de un dios todopoderoso que velaba por la seguridad de sus "hijos". O más de uno, como era el caso (y auténtico además) de los dioses del Olimpo.

¿Y por qué en vez de ir a por los auténticos demonios, se las gastan con gente tan humilde como los gitanos? —le pregunté, puede que con algo de arrogancia, pero me imaginaba llevar a la hoguera a niños como al pequeño pillín que nos había ayudado y se me encogía el corazón.
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Re: [La Cité des Cloches] Brujería Infernal

Notapor Kousen » Mar Dic 17, 2013 1:14 pm

¿Y por qué en vez de ir a por los auténticos demonios, se las gastan con gente tan humilde como los gitanos? —le preguntó Nadhia al sacerdote, sin cortarse un pelo.

El hombre suspiró, limitándose a encender de nuevo las velas del candelabro que acababa de colocar en su sitio.

Debes saber, hija, que el mundo no siempre es justo. Y mucho menos en el caso de París.— dijo con calma— Y el miedo ciega a la gente, obnubila su juicio. En su afán por encontrar un culpable en la aparición de esas criaturas infernales, se afanan en culpar a los gitanos de llamarlos a nuestra ciudad.

¿Culpar a los gitanos por la aparición de los Sincorazón? Aquello era ridículo. Nadia podía controlar a aquellos monstruos de la oscuridad, y menos gentes sencillas como los gitanos, quienes ni sabían sobre el mundo exterior. Los Sincorazón no necesitaban ninguna razón para aparecer: Allá donde hubiese corazones estarían ellos en busca de presas. Y París albergaba muchos llenos de miedo.

El miedo lleva a la ira, y esta al odio... sentimientos oscuros que atraen a aquellos nacidos de la Oscuridad.— susurré, recordando una de las lecciones que habíamos recibido en Tierra de Partida.

El miedo hacía crecer la oscuridad en los corazones, y esta era la raíz misma de la existencia de los Sincorazón. Y en aquella ciudad había un miedo irracional, atado a creencias sobre seres de otros mundos y tensiones sociales.

Pero, ¿por qué a los gitanos? ¿Qué razón hay para culparles a ellos?

El hombre volvió a girarse hacia nosotros, mirándonos fijamente con una mirada de comprensión.

Me temo que ahí está la mano de alguien más que el pueblo.— dijo el hombre con preocupación en su voz. — El juez Frollo insiste en que ellos son la causa, que han traido la desgracia al pueblo.

Tiene narices el tal Frollo. Aquel nombre estaba empezando a mosquearme cada vez que lo escuchaba, pues parecía estar detrás de todo el lío en el cual nos habíamos visto envueltos: La persecución, la situación de los gitanos... Menuda joya de hombre.
El Sacerdote encendió la última vela, colocando en su sitio la que había usado para prender las otras, y empezó a apartarse.

Pero nosotros no somos nadie para juzgar. Eso escapa a nuestra competencia, es el Señor quien debe hacerlo a su debido tiempo.

Nadhia estaba claramente alterada por aquellas revelaciones que nos acababa de hacer el Archidiácono. Y no la culpaba, pues ver la situación en que se encontraban unos inocentes por un juez tirano y no poder hacer nada me ponía furioso. Todo por culpa de los Sincorazón, siembran el caos allá donde pisan. Y por lo visto el anciano se había dado cuenta de nuestros sentimientos.

Sé que os gustaría poder cambiarlo, como muchos otros. Tenéis buen corazón, pero no podéis cambiar el mundo vosotros solos de la noche a la mañana.

>>Aunque... tal vez haya alguien dispuesto a escuchar.

El hombre dirigió su mirada hacia las alturas de la catedral, y luego a una gran vidriera alargada donde estaba representada la imagen de un hombre vestido con ropas antiguas y una especie de halo alrededor de la cabeza. ¿Se estaba refiriendo a su Dios? ¿Qué creencias tenían en aquel mundo? Demasiada falta de información.

Quedaos en la Catedral cuanto tiempo lo necesitéis, si salís no tardarán en deteneros.— ofreció

>>Si tenéis hambre, más tarde puedo daros algo de cena. Hasta entonces, ¿qué tal si aprovecháis para ofrecer algunas oraciones?

Y con una amable sonrisa, el anciano desapareció entre las columnas de la catedral, no sin que antes le agradeciésemos su ayuda. Estábamos solos otra vez, libres para caminar por el edificio.

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Este mundo es muy distinto a cualquiera que hayamos visitado antes... y no en el buen sentido.

>>Bueno... no creo que orar vaya a ayudarnos mucho. ¿Te parece si seguimos el recorrido, ahora que podemos?— pregunté a Nadhia.
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Re: [La Cité des Cloches] Brujería Infernal

Notapor EspeYuna » Mar Dic 31, 2013 12:10 am

El archidiácono suspiró con mi comentario. Recapacité sobre lo que había soltado, así sin tapujos, pero no me iba a arrepentir. ¿Cómo podía dejar pasar todas aquellas injusticias delante de mis propios ojos y no hacer nada?

Debes saber, hija, que el mundo no siempre es justo. Y mucho menos en el caso de París.—dijo sin perder la compostura con mi opinión. Entonces recordé que los mismos maestros nos habían advertido sobre no meternos en los asuntos de otros mundos. Se nos tenía prohibido, a no ser que los sincorazón tuvieran algo que ver— Y el miedo ciega a la gente, obnubila su juicio. En su afán por encontrar un culpable en la aparición de esas criaturas infernales, se afanan en culpar a los gitanos de llamarlos a nuestra ciudad.

¡Pero los gitanos no tienen la culp...!

El miedo lleva a la ira, y esta al odio... sentimientos oscuros que atraen a aquellos nacidos de la Oscuridad.— susurró a mi lado Kousen. Comprendí que nosotros conocíamos toda la verdad tras aquellas criaturas de oscuridad, pero ellos iban completamente ciegos. Y si añadíamos sus creencias, estaban bastante desorientados de la auténtica realidad.

Pero, ¿por qué a los gitanos? ¿Qué razón hay para culparles a ellos?

El hombre, mirándonos a los dos, se giró de nuevo y respondió a Kousen:

Me temo que ahí está la mano de alguien más que el pueblo. El juez Frollo insiste en que ellos son la causa, que han traido la desgracia al pueblo.

Mientras el sacerdote encendía la última vela del candelabro con el que había tropezado Kousen, observé la expresión de mi compañero. Seguramente, la misma que se contemplaba en el mío. Aquel juez, Frollo... que una sola persona pudiera hacer tan considerable daño a tantas personas, humildes y sin culpa alguna de sus tradiciones o costumbres.

Es... horrible.

Pero nosotros no somos nadie para juzgar. Eso escapa a nuestra competencia, es el Señor quien debe hacerlo a su debido tiempo.

¿El Señor? —le cuestioné— Oh.

Comprendí que se estaba refiriendo a la entidad que consideraban su dios. Me preguntaba si aquella divinidad sería como las del Coliseo del Olimpo. ¿Se presentaban a ellos como Hades en la ciudad de Tebas?

"Porque si fuera de la misma calaña, preferiría que se quedara donde está", pensé inconscientemente, recordando los sucesos que culparon a Ragun como un asesino y que también involucró a mi pequeño amigo Fyk.

Sé que os gustaría poder cambiarlo, como muchos otros. Tenéis buen corazón, pero no podéis cambiar el mundo vosotros solos de la noche a la mañana.

Eso lo sabemos —le dije al hombre, con una sonrisa amarga—. No podemos.

Me refería, claramente, a que no teníamos permitido actuar en asuntos ajenos a nuestro cometido.

Aunque... tal vez haya alguien dispuesto a escuchar.

Alcé la mirada hacia donde él lo hacía, imitando a Kousen. Estaba claro que estaba hablando de su dios.

Quedaos en la Catedral cuanto tiempo lo necesitéis, si salís no tardarán en deteneros.

Gracias por acogernos.

Si tenéis hambre, más tarde puedo daros algo de cena. Hasta entonces, ¿qué tal si aprovecháis para ofrecer algunas oraciones?

Con una sonrisa, se despidió de nosotros mientras desaparecía entre las columnas de la catedral. Di un par de pasos al frente, viendo como se alejaba. Y contemplé de nuevo una de las grandes vidrieras.

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Este mundo es muy distinto a cualquiera que hayamos visitado antes... y no en el buen sentido.

Una creencia muy fuerte —musité—. Pero me da la sensación de que... creen en algo etéreo. En alguien a quien nunca han visto.

Bueno... no creo que orar vaya a ayudarnos mucho. ¿Te parece si seguimos el recorrido, ahora que podemos?

Asentí.

Vamos, sí.

El lugar era gigantesco, precioso y tan bien cuidado... me dejaban sin aliento las lámparas de araña que colgaban del techo, tan alto que ni los antros del castillo donde estuvimos Xefil y yo tenían punto de comparación. Mientras paseaba con Kousen entre los pilares, jugué con la luz de las vidrieras que aparecían en el suelo. Viendo que algunos ciudadanos me miraban con extrañeza e incluso miedo, dejé de hacer eso.

Creo que piensan que estaba bailando una danza macabra o algo —le susurré a Kousen, riendo.

Los dos nos encontramos entonces con un lugar más apartado de los grupillos que rezaban en aquellos bancos de madera, en diferentes capillas divididas. Parece que cada una tenía una estatuilla diferente a la cual rogaban. Aunque la mayoría parecían todas iguales. Algunas personas parecían totalmente desesperadas con sus rezos, cruzando ambas manos y arrodillados. Otros, de clase alta, venían con sus hijos y estos, cuando se portaban mal, sufrían la regañina de sus mayores.

En un pasillo menos conglomerado y oscuro, unos preciosos tapices decoraban ambos lados de las paredes de éste. Parecían muy antiguos, y ni me atrevía a tocarlos, como si se trataran de auténticos tesoros. Era bastante normal que aquella zona estuviera a oscuras, salvo por algunas vidrieras pequeñas que hacían el paseo menos escalofriante para los más pequeños. Teniendo en cuenta el accidente que había tenido Kousen, no me extrañaría que Kousen no fuera el primero en hacer caer un candelabro. Incendiar alguna de aquellas maravillas me haría sentir muy mala persona.

Parecen como... escenas.

Observé detenidamente cada representación, repitiendo algunos personajes en el mismo tapiz. Era curioso, porque en un sólo paisaje el mismo personaje aparecía unas seis o siete veces junto a otros acompañantes, realizando diferentes cosas. Hablando con alguien, lavando los pies de otro, siendo escuchado por niños a su alrededor...

Después de pasar por aquella zona, nos encontramos con otra tanda de tapices, mucho más antiguos y desgastados. Los examiné como lo hacía Kousen, a una distancia prudente para no estropear ninguno de ellos. Me quedé pensativa durante unos instantes y me quedé parada frente a mi amigo:

Son... ángeles, ¿verdad?

Aquellas criaturas aladas. La representación de mi Llave-Espada. La de un ángel forjado en arma de luz. Había leído sobre ellos en muchos libros de, lo que se llamaba, mitología. Y parecían tener gran importancia en las creencias del dios de los ciudadanos de París. ¿Cuál sería su rol? ¿Y el de él? ¿Era el mismo a quien había visto en el otro tapiz?

Parece que aunque sea un solo dios, hay muchos personajes que influyeron en él.

También me fijé en un ángel que brillaba con luz propia en el tapiz, con unas escenas muy bonitas y que me inquietaban. En una de ellas, se le aparecía a una mujer joven y hermosa. Bajo el tapiz, había un escrito algo:

"Anunciada"... "la llegada de"... ¿"el Mesías"?

De pronto, Kousen se fijó en lo que acababa de leer. Su expresión me resultó extraña, como si no entendiera lo que acababa de decir. Le miré con ojos curiosos, cuando me dijo:

¿Nadhia, acaso sabes leer esto?

¿Eh?

¡Es increíble! ¿Dónde aprendiste a leer latín?

Pero si...

Cuando me giré de nuevo al escrito, comprendería a lo que se refería Kousen. Donde antes había podido leer perfectamente aquella frase, ahora sólo encontraba un dialecto que no entendía.

No... no lo sé —el momento fue algo incómodo, para qué engañarme. Intentando cambiar de tema, le señalé a Kousen el tapiz contrario, donde habían muchos más ángeles, representados entre luz y nubes—. Hay algo que me llama la atención de éste.

>> ¿No tienes la sensación de que falta algo?

Le señalé una parte perfectamente separada entre un ángel y otro. Mientras que todos parecían aglomerados, existía un hueco bastante considerable. Como si faltara alguien en la escena.

Es que, ¡fíjate! ¿No cabría aquí un ángel más? ¡Y aquí!

>> Es como si faltara uno.

Pude encontrar unos diez huecos vacíos de las diez escenas representadas, convencida en que había algo raro en ellas. Sin embargo, ¿por qué Kousen se quedaba callado?
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Re: [La Cité des Cloches] Brujería Infernal

Notapor Kousen » Mar Dic 31, 2013 6:09 pm

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Con eso y todo, la catedral no dejaba de ser un lugar precioso. Pudiendo verlo todo con la libertad de no tener que mantener la capucha, pide mirar las altas bóvedas y la luz que bañaba el interior del edificio. Tanto el titilante fulgor de las velas como la luz que entraba a raudales por las vidrieras de las ventanas le daba un entorno realmente místico a la construcción. En medio del olor a incienso que me llenaba los pulmones, pude ver como Nadhia jugaba con los distintos colores que entraban por un gran rosetón en la mitad del edificio, mientras que yo me limité a mover la mano en el aire, admirando como las tonalidades se proyectaban en ella.
Allí, en medio de aquella luz tan cálida y colorida, era tan agradable...
Fijé mis ojos en la vidriera, observando con cuidado la escena a la vez que recordaba la experiencia que ya una vez había podido experimentar dentro de mi propio corazón. Allí, en las profundidades de mis ser, había dado un paso más en mi vida y había obtenido mi propia Llave Espada. Alas de Céfiro.

Ensimismado como estaba, Nadhia me bajó de las nubes al acercarse a hablarme.

Creo que piensan que estaba bailando una danza macabra o algo. —susurró, aguantando la risa.

Según nos movíamos por la catedral, pasamos por una zona donde la gente rezaba en capillas, y finalmente a otra llena de antiguos tapices pintados que me dejaron con la boca abierta. Aquellas maravillas pintadas a mano tenían un gran número de detalles, aunque claramente les faltaban muchas lecciones de anatomía realista.

Parecen como... escenas.

Es curioso, parece que relatan la vida de algún personaje, ¿Cierto?

Seguimos trazando un recorrido por las escenas, hasta que llegamos a otros tapices que no parecían ser de la misma serie. La pintura estaba mucho más estropeada y la tela envejecida en comparación con los demás. Puede que tuviesen incluso siglos de antigüedad. Nadhia se quedó observando fijamente a una especie de humanos alados que aparecían en las pinturas.

Son... ángeles, ¿verdad?

¿Mensajeros de lo Divino? O eso, o sabían usar Alas del Solsticio.— comenté con algo de sarcasmo.

Volvió a detenerse ante una nueva escena, en la cual se representaba una especie de jardín con una mujer sentada frente a un Ángel. Al contrario que otros personajes humanos de las escenas, la mujer estaba rodeada de un aura de santidad que se representaba con un aro tras su cabeza. ¿Qué significaba aquello?

"Anunciada"... "la llegada de"... ¿"el Mesías"?

Miré a Nadhia sin comprender qué quería decir con aquello, hasta que me di cuenta de que estaba leyendo las escrituras de los tapices. Me quedé atónito, pues no era difícil ver que aquello era una lengua muerta y que además la caligrafía era muy extraña.

¿Nadhia, acaso sabes leer esto?

¿Eh?

¡Es increíble! ¿Dónde aprendiste a leer latín?

Pero si...

Esperaba que siguiese leyendo la inscripción, asombrado e impaciente por saber más sobre aquella historia. Pero si cara de confusión me demostró que pasaba algo raro, como si no supiese continuar de donde había leído.

No... no lo sé —a los pocos segundos señaló otro tapiz, cambiando radicalmente de tema—. Hay algo que me llama la atención de éste, ¿No tienes la sensación de que falta algo?

¿Faltar? ¿Dónde?— Observé un tapiz lleno de ángeles que señalaba Nadhia, donde había muchos menores y al parecer unos cuatro que se encontraban sobre estos, marcando una mayor importancia. Pero nada extraña.

Es que, ¡fíjate! ¿No cabría aquí un ángel más? ¡Y aquí!

¿Más? Nadhia, pero si está plagado de Ángeles... ¿que más daría uno más?

Empezaba a preocuparme un poco por la forma de actuar de Nadhia. Seguía señalando entre los cuatro ángeles principales, pero no veía ningún hueco o nada similar que pudiese dar pie a que faltase un ángel.

Es como si faltara uno.

Señaló algunos supuestos espacios más, insistiendo en que faltaba un ángel en las representaciones. Pero por mucho más que forzaba la vista no veía nada. ¿Qué le hacía pensar aquello?

—Señalar en una iglesia... qué falta de respeto. — escuché susurrar a un par de ciudadanos que pasaban a nuestras espaldas.

Tomándolo como una señal para cambiar de tema, busqué alguna forma de alejarnos de aquellos tapices. Normalmente me parecían algo que me pacificaba por dentro, pero cada vez que Nadhia señalaba el "hueco", había algo dentro de mí que me daba mala espina. Como un presentimiento horrible, algo que no debería ser nombrado. Un tabú.

Nadhia, estamos llamando la atención. — susurré —Y aquí dentro me estoy asfixiando con tanto incienso, subamos al piso de arriba, por favor.

Esperé a que reaccionase y comenzamos a movernos hacia algunas escaleras que nos llevasen al entrepiso que había sobre nuestras cabezas. Lo del incienso no era ninguna excusa, empezaba a marearme con lo afinado que era mi olfato.
Al subir las escaleras de caracol y alejarnos de aquellos instrumentos metálicos que esparcían humo incesantemente, pude despejarme al menos un poco, mientras me asomaba a la escena del piso inferior, con el movimiento de gente desde fuera hasta dentro de la catedral.

Bueno, ahora que hemos visto lo más interesante de la catedral... habría que empezar a pensar como salimos de aquí. —comenté. —Tenemos guardias vigilando todas las entradas, así que salir a pie queda descartado...

>> Habrá que espera a que anochezca, aunque aún queda un buen rato para el ocaso.

Me llevé una mano a la barbilla y empecé a pensar en algún modo de entretenernos hasta la puesta de sol. Rezar no me apetecía, y si empezábamos a conversar sobre lo que había pasado abajo, lo de los tapices saldría a la luz, inevitablemente. No es que me diese miedo Nadhia ni nada, tal vez se hubiese confundido con alguna escena o hubiese leído en algún libro sobre una interpretación alterna de aquella historia, por eso sabía cosas que yo no. Pero había algo en mi interior que quería evitar el tema del "Ángel faltante" lo más posible.

Ahora que lo pienso...— comenté. — Creo que había una serie de galerías en el exterior, entre las torres, ¿cierto?
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Re: [La Cité des Cloches] Brujería Infernal

Notapor EspeYuna » Jue Ene 02, 2014 1:17 am

Nadhia, estamos llamando la atención. —me susurró al oído Kousen, quien me avisó así de que, efectivamente, un par de personas nos miraban con desagrado por señalar a los tapices. Me guardé la mano un poco avergonzada —Y aquí dentro me estoy asfixiando con tanto incienso, subamos al piso de arriba, por favor.

¿El incienso? —le pregunté— Oh, cierto. Este olor... no me había percatado de él hasta ahora. Debía estar demasiado embriagada con los tapices, perdona.

Asentí entonces y le seguí.

* * *


Subimos las escaleras de caracol mientras observaba como Kousen arrugaba la nariz. Pobre, debía tener un olfato muy delicado y aquel olor debía estar nublando sus sentidos. Nos asomamos a la escena del piso inferior, olvidándome por completo de lo referente al hueco de los tapices que quedaba vacío a mis ojos.

Bueno, ahora que hemos visto lo más interesante de la catedral... habría que empezar a pensar como salimos de aquí. —comentó. Le dediqué una mirada de resignación y suspiré —Tenemos guardias vigilando todas las entradas, así que salir a pie queda descartado...

Es una pena que tengamos que escondernos. Venir a la fiesta de los bufones en Enero debe ser algo genial.

Habrá que espera a que anochezca, aunque aún queda un buen rato para el ocaso.

Sí, supongo. Es nuestra única baza para salir de París sin ser vistos. Y es lo mejor. Como se enteren los maestros de que hemos llamado la atención, no quiero pensar en el castigo que me puede deparar con Akio.

Kousen contemplaba el paisaje con aire pensativo, en silencio. Estuve a punto de romper el silencio, algo preocupada por su expresión, cuando él se me adelantó:

Ahora que lo pienso... Creo que había una serie de galerías en el exterior, entre las torres, ¿cierto?[/quote]

Sí, me parece que así era. Son como estatuas esculpidas entre las torres de la catedral. Imágenes como las de los tapices, o eso creo.

>> Podríamos ir a verlas hasta que se ponga el sol. Así aprovechamos para ver París de noche y coger nuestros Glider para marcharnos a Tierra de Partida. Oh... me acabo de olvidar de un pequeño detalle.

Reí, señalando al pequeño hurón que se asomaba entre las ropas de Kousen.

No le digas nada a Tandy de que me olvidaba de él. Nunca me lo perdonaría.

Estando ambos de acuerdo con el plan, o al menos con lo poco seguro pues antes debíamos esperar a que Tandy se dignara a buscarnos, decidimos subir a ver las escenas de piedra entre las torres.

Kousen, ¿quién es tu Maestro?

Mientras caminaba temeraria por el filo de los techos de Notre Dame, o me ayudaba por Kousen para subir a las partes más complicadas, le pregunté con lo que me picaba la curiosidad.

Bueno, si es una pregunta muy personal... es porque no sé mucho de ti, ni del mundo del que provienes.

>> ¿Todos son como tú? Tengo entendido que hay mundos donde... bueno...

Su aspecto no era para nada de un ser humano normal y corriente. Sin maldad alguna en mis palabras, sólo buscaba un poco de conversación, y conocer más a mi nuevo amigo.
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Re: [La Cité des Cloches] Brujería Infernal

Notapor Kousen » Vie Ene 03, 2014 10:48 pm

Nadhia estuvo de acuerdo y propuso volver una vez hubiese anochecido, montados en nuestros gliders. Al menos con aquello evitábamos el problema de los guardias y las puertas. Ya estaba preparado para moverme cuando dijo una última cosa.

Oh... me acabo de olvidar de un pequeño detalle.— señaló a Houma, que asomaba por el cuello de mi traje, estornudando. —No le digas nada a Tandy de que me olvidaba de él. Nunca me lo perdonaría.

¡Ostras, Tandy!— se me escapó una risotada, pues también me había olvidado por completo.

Pequeño fue el susto cuando el Moguri, invisible, habló cerca de mi oreja al escuchar su nombre unos segundos más tarde. Al menos ya me estaba habituando a esa habilidad suya.
Una vez estuvimos reunidos, buscamos las escaleras que llevaban hacia alguna de las galerías superiores entre las torres.

Kousen, ¿quién es tu Maestro?— preguntó Nadhia, buscando conversación.

Bueno, Maestra. — corregí —Es Yami, espero que no te asustes como suele pasarle a los demás cuando se lo cuento. Creen que está tan loca que se lo transmite a sus aprendices.

Hice un gesto moviendo un dedo cerca de mi sien, poniendo cara rara. Reí al recordar las caras de la gente cuando veían a Yami hacer algo extravagante por los pasillos. Estaba un poco ida, pero desde luego no dejaba de ser una buena persona, a pesar de que algunos le tenían incluso miedo. La verdad, no sabía mucho de mi propia Maestra.

Las galerías de la catedral eran agradables a la vista, aunque desde luego no estaban hechas precisamente para el tránsito del público. Sobre las estatuas coronadas de lo que parecían reyes, había un pasillo que se extendía de una torre a otra, con solo algunas columnas separándolo del exterior. El problema es que el paso del viento era bastante fuerte, por lo que teníamos que agarrarnos en algunas zonas.

Bueno, si es una pregunta muy personal... es porque no sé mucho de ti, ni del mundo del que provienes.

>>¿Todos son como tú? Tengo entendido que hay mundos donde... bueno...

¿Personal? Para nada, me encanta hablar de mi mundo y oir a los demás hablar de los suyos.— respondí —Es sorprendente la diversidad de ambientes de los que proceden algunos aprendices. ¡Incluso algunos son de mundos animales!

Sabía a qué se refería Nadhia con "gente como yo". No era usual encontrar gente con mis rasgos, yo mismo me sorprendí el día que conocí a Lyn.

La verdad es que provengo de un pequeño mundo isleño llamado Islas del Destino.— contesté a su pregunta. —Es muy tranquilo, aunque hay poco que hacer allí.

>>Y la verdad es que no, creo que soy el único de allí que tiene este aspecto. Quizás tiene que ver con el hecho de que no es mi mundo natal.

El misterio mayor de mi vida. La gran incógnita que había estado persiguiendo desde que tenía uso de razón y supe la verdad a través de mis padres.
<<¿De donde vengo?>>
Esperé a que subiésemos otro piso y me apoyé en una de las barandillas cercanas, buscando las palabras adecuadas para describir mi situación mientras miraba a la enorme ciudad de París, que parecía extenderse hasta el horizonte.



No nací en las Islas, mis padres me lo contaron.— comencé —Una noche como cualquier otra, una sola estrella pareció cruzar el cielo nocturno. Mi padre y mi madre estaban paseando por la playa y decidieron seguir hacia donde aparentemente "aquello" había caído.

>>Cuando llegaron, encontraron un pequeño recipiente arrastrado por las olas hasta la orilla, con un bulto de tela negro dentro. Y envuelto en aquel bulto... estaba yo.

Miré a Nadhia, observando su reacción. Seguro que no había escuchado de muchos niños apareciendo en mitad de la noche en la orilla del mar.

Aún era un bebé, y no sabían de donde podía haber salido. Ya entonces tenía este aspecto que me identifica, pero no se asustaron lo más mínimo.— me toqué una de mis orejas, repasando su forma afilada. —A pesar de saber que no pertenecía a aquel lugar, me adoptaron como si fuese su propio hijo. Creo que nunca podré agradecérselo lo suficiente.

>>Y ahora que sé de la existencia de otros mundos más allá del mío, se ha convertido en una de las razones por las que emprendí mi viaje. Saber quién soy y de donde vengo... aunque creo que esa primera pregunta ya la tengo respondida.

Sonreí. En mi tiempo viviendo en Tierra de Partida había vivido muchas cosas, y conocido a mucha gente que me había cambiado completamente. Tenía amigos y gente por la que valía la pena luchar, aparte de a quienes ya conocía en mi mundo. Encontrarme con Yami aquella noche me había cambiado, y esperaba que para bien.
¿Que habría sido de mí si jamás hubiese obtenido la Llave Espada?

Agité la cabeza y solté una carcajada, para aligerar el ambiente. Ojalá no me hubiese puesto muy dramático.

Y bueno, ¿qué es de tí? ¿Te importa hablarme sobre tu mundo?— pregunté, lleno de curiosidad.
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Re: [La Cité des Cloches] Brujería Infernal

Notapor EspeYuna » Sab Ene 04, 2014 1:49 am

La Maestra Yami. No pude evitar reír con el gesto de Kousen. Nunca me había tocado una misión con ella, ni tan siquiera un entrenamiento, pero sabía a qué se refería con su característica personalidad y los rumores sobre sus aprendices. Pero de una cosa estaba segura: la Maestra Yami demostraba ser una mujer muy buena. Quizás con sus fantasías, danzas y búsquedas de la perfecta combinación del jamón y el jazmín —era imposible no enterarse de aquellas cosas en el comedor o en los jardines—, pero Yami era fuerte, simpática y hermosa. Era todo cuanto necesitaba saber sobre ella para considerarla una gran Maestra.

¿Personal? Para nada, me encanta hablar de mi mundo y oír a los demás hablar de los suyos.—respondió Kousen. Me alivió que no se lo tomara a mal—Es sorprendente la diversidad de ambientes de los que proceden algunos aprendices. ¡Incluso algunos son de mundos animales!

Cierto —respondí con una sonrisa mientras recordaba el mundo al que una vez fui con Zait, también aprendiz de Yami. Superando a medias mi fobia por las avispas, conocí a Winnie, un adorable oso al que le encantaba la miel. Su mundo residía en Tierra de Partida, a buen recaudo en un libro de la biblioteca: El Bosque de los 100 Acres.

La verdad es que provengo de un pequeño mundo isleño llamado Islas del Destino.—al escuchar aquel nombre, me estremecí. Conocía aquellas islas —Es muy tranquilo, aunque hay poco que hacer allí.

¿Tranquilo, eh?

"Ojalá las hubiese visitado en otras circunstancias", pensaba, al acordarme del incidente con los sincorazón, incluyendo mi patética huida de Tierra de Partida tras los acontecimientos de Bastión Hueco. Aunque era agradable recordar mi primer contacto con Ángel Forjado, todavía me era difícil guardar memorias relacionadas con... Alexander. O dicho de otra manera, recordar que mi mejor amigo había estado a punto de matarme.

Y la verdad es que no, creo que soy el único de allí que tiene este aspecto. Quizás tiene que ver con el hecho de que no es mi mundo natal.

¿Eh?

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No nací en las Islas, mis padres me lo contaron. Una noche como cualquier otra, una sola estrella pareció cruzar el cielo nocturno. Mi padre y mi madre estaban paseando por la playa y decidieron seguir hacia donde aparentemente "aquello" había caído.

¿Qué? —mis ojos se abrieron como platos, observando como Kousen contemplaba la ciudad de París a la altura a la que nos encontrábamos— Kousen, ¿acaso tú...?

Cuando llegaron, encontraron un pequeño recipiente arrastrado por las olas hasta la orilla, con un bulto de tela negro dentro. Y envuelto en aquel bulto... estaba yo.

Kousen se giró hacia mí, observando mi reacción. No pudo ser otra más patética que con la boca entreabierta y los ojos brillando de la sorpresa.

Aún era un bebé, y no sabían de donde podía haber salido. Ya entonces tenía este aspecto que me identifica, pero no se asustaron lo más mínimo.—comprendí a qué se refería con sus orejas puntiagudas de animal. Cierto que era algo inusual, pues en mi mundo eso sólo existía en los cuentos de terror o fantasía. Aquella fantasía que había descubierto tan real tras convertirme en portadora—A pesar de saber que no pertenecía a aquel lugar, me adoptaron como si fuese su propio hijo. Creo que nunca podré agradecérselo lo suficiente.

Son unos padres maravillosos —acaricié la mano de Kousen, y al instante la aparté para darle espacio para seguir con su historia.

Y ahora que sé de la existencia de otros mundos más allá del mío, se ha convertido en una de las razones por las que emprendí mi viaje. Saber quién soy y de donde vengo... aunque creo que esa primera pregunta ya la tengo respondida.

La sonrisa de Kousen. Era exactamente igual que la de Light cuando estuve en casa de su abuela. La misma con la que Xefil, aún amarga antes de entrar a un baile juntos, me había contado parte de su pasado. Con la que Fátima me había hablado sobre sus hermanos. Era la sonrisa de todo aprendiz de Tierra de Partida.

Bueno. Puede que quizás, la misma que Ragun expresó bajo sus ropas cuando se reunió con Nyx.

Y bueno, ¿qué es de tí? ¿Te importa hablarme sobre tu mundo?

La carcajada de Kousen me sacó de mis pensamientos y atendí a mi compañero con su pregunta. Con ojos expectantes, le sonreí con picardía:

Mi Maestro es Akio —antes de que él pudiera reaccionar de alguna manera, le detuve con una risa— Sí, sí. Parece que Akio es uno de los maestros menos... ¿queridos?

No pude contenerme en reír al observar la reacción de Kousen. Con las orejas alzadas y los ojos abiertos de par en par.

Sé que puede ser algo extraño tener como mentor a un niño, y que Akio es algo cruel con las bromas. Y manipulador, y egoísta, creído, insoportable...

Agaché la cabeza, dándome cuenta de que más podía decir cosas malas que buenas de mi Maestro.

El pequeño demonio, sí. Pero Akio es... especial. Le tengo mucho aprecio. Me aceptó como su inútil aprendiz.

>> Es curioso, pero con ese mote me siento muy feliz.

Me crucé de brazos y me apoyé en ellos mientras observábamos la plaza de la catedral mientras el sol se ponía.

Y sobre mi mundo... se llama Villa Crepúsculo. Supongo que por el nombre te harás una idea de cómo es su cielo siempre —le dije a Kousen—. Una puesta de sol eterna. Cuando se hace de noche, apenas se ven las estrellas en el cielo de mi ciudad. Y el amanecer se confunde con el atardecer constantemente, aunque los nativos tenemos un sexto sentido para saber cuando es de día y cuando es hora de ir a cenar.

>> A ver, ¿qué más? ¡Oh! Tenemos un juego bastante famoso, al que he vuelto a cogerle afición por suerte. El Struggle.

Le expliqué un poco las normas y le conté que todos los veranos había un torneo donde todos podían participar.

Este año quiero participar con mi hermano pequeño. Y Light también participa. ¡Podrías apuntarte!

Escuché su respuesta mientras miraba como algunos guardas llegaban a la plaza y empezaban a montar algo. Curiosa, observé sus acciones al tiempo que recordaba si me faltaba algo por contar:

Y te entiendo. El encuentro con Akio fue muy... casual. Nada relacionado con los sincorazón, pues por ahora nunca han aparecido en mi mundo natal. Y lo agradezco, sino estaría muy preocupada por mis padres. En la Villa me sentía presa, atrapada en las opiniones y críticas de los vecinos. Pero cuando salí de allí... comprendí que quien se apresaba era yo.

>> Y volví a querer Villa Crepúsculo, tanto como la amaba cuando era pequeña y me importaba un comino la opinión de los demás.

Reí y alcé mis ojos a las estrellas que se comenzaban a ver:

Tampoco es una gran historia. Aunque te puedo contar como Akio me metió en un buen lío al esconderlo en un desván de una Lyn enfurecida... ¿eh?

Algo me empezó a llamar la atención. En concreto, lo que sucedía en la plaza. Mucha gente se estaba aglomerando alrededor de una plataforma que los soldados habían estado montando. Le había restado importancia, pensando que quizás se trataba de algo relacionado con preparativos festivos.

Pero me equivocaba. Cuando llegó un carro escoltado por guardas, sacando de él a cinco o seis personas atadas, me temí lo peor. Desde allí el escándalo era evidente. Se escuchaban protestas, gritos de auténtico repudio.

Al ver que los soldados llenaban la plataforma de leña y ataban a un niño contra uno de los palos, se me encogió el estómago.

Kousen, eso es... no. ¡No serán capaces!

¡Gitanos! ¡Por vuestra culpa hay demonios sueltos!

¡¡Brujería!! ¡¡A la hoguera con ellos!!
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Re: [La Cité des Cloches] Brujería Infernal

Notapor Kousen » Jue Feb 20, 2014 1:53 pm

Mi Maestro es Akio —me respondió, dejándome los ojos como platos.— Sí, sí. Parece que Akio es uno de los maestros menos... ¿queridos?

¿Akio? ¿Querido? ¿Cómo se las apañaba para seguir viva con aquel diablo como Maestro?

Sé que puede ser algo extraño tener como mentor a un niño, y que Akio es algo cruel con las bromas. Y manipulador, y egoísta, creído, insoportable...

<<Y con cierto talento para meter a la gente en problemas>>, pensé para mis adentros, recordando la que nos lió en una ocasión con el pretexto de un castigo. Lyn casi nos mata, pero no le guardaba un rencor profundo por aquello.

El pequeño demonio, sí. Pero Akio es... especial. Le tengo mucho aprecio. Me aceptó como su inútil aprendiz.

>> Es curioso, pero con ese mote me siento muy feliz.

Aquel mote me hizo arquear una ceja. ¿Inútil era una connotación positiva para Akio?
Aunque bueno, cada Maestro tenía sus defectos, pero aquello no le quitaba su parte buena. Yami no seguía nuestro estándar de cordura, y Akio se escondía tras aquella imagen de catástrofe natural en miniatura. Pero todos tenían su corazón, después de todo.

Y sobre mi mundo... se llama Villa Crepúsculo. Supongo que por el nombre te harás una idea de cómo es su cielo siempre —me confesó—. Una puesta de sol eterna. Cuando se hace de noche, apenas se ven las estrellas en el cielo de mi ciudad. Y el amanecer se confunde con el atardecer constantemente, aunque los nativos tenemos un sexto sentido para saber cuando es de día y cuando es hora de ir a cenar.

Se me hacía casi imposible pensar en aquella imagen. Un mundo teñido de forma eterna en el resplandor anaranjado del sol del atardecer, llenando a raudales las pocas calles a las que debía llegar al estar en un punto tan cercano al horizonte.

¿En serio no anochece nunca? ¡A mi me costaría dormir con luz permanente!— comenté, incrédulo. — Tenemos que ir alguna vez, me encantaría experimentarlo.

Nadhia continuó hablando, por lo que me disculpé por interrumpirla.

>> A ver, ¿qué más? ¡Oh! Tenemos un juego bastante famoso, al que he vuelto a cogerle afición por suerte. El Struggle.

¿Es...tragle?— repetí, intentando repetir la pronunciación de aquella palabra tan extraña.

Confuso, me explicó en qué consistía el juego. Cada concursante llevaba consigo unas 100 esferas de color rojo o azul, las cuales se soltaban al ser golpeado. Cada concursante cuenta con un arma de goma especial para el evento, con la cual debe luchar o defenderse. El objetivo del juego era simple: Luchar para robarle esferas al contrincante. Aquel jugador que tuviese más esferas al acabar el tiempo ganaba.

Este año quiero participar con mi hermano pequeño. Y Light también participa. ¡Podrías apuntarte!

¡Me encantaría! Siempre me han gustado los juegos competitivos, aunque si Light y tú vais a participar, tendré que entrenarme a base de bien.

Reí ante la expectativa del juego, aunque tendría que prepararme bien contra gente que llevaba toda la vida jugando a aquello. Nadhia parecía un poco distraída, mirando la plaza de la catedral. Había cierto movimiento de gente, pero no le di mucha importancia.

Y te entiendo. El encuentro con Akio fue muy... casual. Nada relacionado con los sincorazón, pues por ahora nunca han aparecido en mi mundo natal. Y lo agradezco, sino estaría muy preocupada por mis padres. En la Villa me sentía presa, atrapada en las opiniones y críticas de los vecinos. Pero cuando salí de allí... comprendí que quien se apresaba era yo.

>> Y volví a querer Villa Crepúsculo, tanto como la amaba cuando era pequeña y me importaba un comino la opinión de los demás.

Nadhia...— dije, sorprendido.

Me sentía aliviado. No era el único aprendiz que se había sentido atrapado en su mundo, pues aquello me había tenido preocupado sobre el hecho de haber podido ser demasiado egoísta con mi pequeña obsesión.
La conversación con Nadhia me había enseñado que no estaba solo en aquel sentimiento ni mi curiosidad me había convertido en alguien centrado en sí mismo. Tal vez aquello viniese con nuestra edad, pues nuestra concepción del mundo nos cambiaba y nos hacía verlo todo con más escrutinio. Pero era innegable: Aquellas Islas eran mi hogar, un sitio que guardaba en mi corazón a pesar de su tamaño. Los límites físicos de un mundo no marcaban los de su corazón.

Tampoco es una gran historia. Aunque te puedo contar como Akio me metió en un buen lío al esconderlo en un desván de una Lyn enfurecida... ¿eh?

Alarmado por la súbita distracción de Nadhia, miré hacia la plaza y me di cuenta de que los soldados estaban haciendo algo. Por un momento pensé que venían en nuestra busca, pero al fijarme mejor me di cuenta de que algo mucho peor estaba pasando:

Trajeron un carro de metal negro en forma de jaula, con gente atrapada dentro de este. Sus rasgos no dejaban duda, y menos aún las reacciones del pueblo de París; aquellos gritos de odio los dirigían a los gitanos.
Sacaron a un pobre niño a rastras, y se me congeló la sangre al ver donde lo llevaban. La plaza estaba llena de estructuras de madera que no dejaban duda a la mente. Eran hogueras.

Kousen, eso es... no. ¡No serán capaces!

No puede ser... ¡esos monstruos van a quemarlos vivos!— exclamé, horrorizado.

Los gritos de la gente no hacían más que confirmas nuestros terrorres:

¡Gitanos! ¡Por vuestra culpa hay demonios sueltos!

¡¡Brujería!! ¡¡A la hoguera con ellos!!

Apreté los dientes con fuerza y mi puño cerrado fue a golpear con fuerza el balcón de piedra desde el que estábamos mirando. ¿Era culpa de los Sincorazon? ¿Cómo podía aquella gente ser tan estúpida como para culpar a los gitanos de su presencia?
Pero un pensamiento mucho peor resonaba en mi mente, clavándose directo en mi conciencia.

<<¿Y si es culpa nuestra?>>

Se me aceleraba la respiración. Se me secaba la garganta y me temblaba el labio de pura rabia, mezclada con un horror que me revolvía las entrañas. Ver a seres humanos haciendo aquello era algo ante lo que era imposible mantenerse impasible, pero el mero hecho de pensar, de culparnos a nosotros mismos por lo que podíamos haber causado me hacía hundirme en un pozo de desesperación. Y lo peor es que no podíamos hacer nada más que mirar con impotencia como aquello ocurría. La orden no podía inmiscuirse en los asuntos de otros mundos, eran las normas.

Los gritos de aquellas pobres gentes se intensificaban, pidiendo piedad mientras afirmaban su inocencia. Algunos ya no podían hacer otra cosa que encomendarse a los cielos, elevando su vista hacia la bóveda celeste. Pero eran las normas.

El niño estaba siendo atado sin poder resistirse. El pobre no podía hacer otra cosa que llorar. Y entonces gritó, sabiendo que su muerte estaba cercana. Todo por las normas.

Las normas.

Mi mirada se clavó directamente en el niño, y sabía que la suya estaba fija en nosotros, implorando que cualquiera, cualquier cosa le salvase de aquel destino cruel. Se me saltaron las lágrimas.

Al diablo las normas.

Tragué saliva, y reuní toda mi determinación, recuperando el tipo. Me puse firme y respiré profundo, calmando mi cuerpo para lo que estaba por venir.

Nadhia.— llamé a mi compañera, poniéndole una mano en el hombro. —¿Estás lista para cometer una locura?

Clavé mi mirada, mi semblante serio mientras esperaba la respuesta de mi compañera. No podía sentarme y ver como aquello sucedía. Mi corazón no me lo perdonaría nunca.
Me subí a la barandilla de piedra, viendo como los últimos rayos de sol abandonaban la ciudad, y la noche se tragaba a la ciudad de las campanas. Me subí la capucha para taparme la cara, mientras susurraba a mi mascota que se agarrase con fuerza. A estas alturas, me daba igual lo que pudiese decir la Orden sobre aquello. Antes muerto que permitir aquella crueldad.



Empezamos a correr un par de tramos se escalera hacia abajo, hasta llegar a una altura más adecuada para la maniobra, Una vez hecho esto, me acerqué al borde de la fachada de la catedral, viendo la altura bajo mis pies. Respiré con fuerza y me mentalicé, y una vez hecho esto, me lancé al vacío.
Tras un par de segundos en el aire, puse en uso la habilidad planeador, surcando el aire hasta la hoguera. Por suerte la muchedumbre estaba tan alocada que no prestaban atención a otra cosa que los palos que ya empezaban a prender, y los guardias se apresuraron en bajar de la plataforma para alejarse de las llamas. Mejor, menos interrupciones.
Aterricé en la estructura de madera, dándome prisa en cortar las cuerdas o los nudos con mi arma, tratando de liberar a los gitanos. Los gritos de alarma de la gente se unieron a las caras de sorpresa de los gitanos, que luchaban contra las ataduras mientras las llamas crecían. Pisé un par de palos en llamas para apagarlos, pero a este paso arderían igual...

Un hechizo aqualung apuntado justo a los pies de la hoguera izquierda apagaron las llamas, que apenas habían empezado a prender, a la vez que el incrédulo gitano se liberaba.

¡¿A qué esperas?! ¡CORRE!— grité.

El gitano no se hizo de esperar, pues saltó a la zona libre de gente en la plaza y se dió a la fuga. Lo siguiente sucedió tan deprisa que incluso era borroso. Los guardias se olvidaron completamente de la gente que llevaban en la jaula, corriendo hacia la hoguera para detenernos. Esto les dio a los que quedaban en el carro la oportunidad de correr al ver la puerta abierta. Solo quedaba...

El niño chillaba, incapaz de soltarle de las cuerdas solo parcialmente cortadas. ¡Y no me iba a dar tiempo a apagar las llamas!
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La justicia va de la mano

Notapor EspeYuna » Sab Feb 22, 2014 3:15 pm

No puede ser... ¡esos monstruos van a quemarlos vivos!— exclamó Kousen, confirmando mis sospechas, las cuales hubiese deseado que no fueran ciertas-

Se me formó un nudo en el estómago y me quedé sin habla. Estaba aterrada. Y comprobé que Kousen también se había quedado paralizado en el sitio, fijándose en como ataban al niño que lloraba desconsoladamente en medio de la plaza.

Escuchábamos desde allí gritos de súplica, pero eran ahogados por los de repudio de la sociedad... aquella maldita sociedad a la que el tal Frollo les había lavado el cerebro.

Pero no sólo eso: ellos rezaban a un dios misericordioso, uno que hacía iguales a todos y amaba por encima de todo. Entonces, si ese dios existiera de verdad, ¿por qué no mandaba una señal, una mísera pista para que dejaran en paz a aquella gente humilde? ¿No era ese dios quien se manifestaba desde las personas más pobres y desamparadas? ¿Por qué trataban a los enfermos con asco y terror? ¿Por qué culpaban a personas nómadas que se ganaban la vida en las calles, o a los que ayudaban con los festejos que alegraban París, de invocar a demonios?

Nadhia, él...

¿Por qué ese dios no hacía nada?

Nunca se ha preocupado por ellos.


Me comenzaron a arder las entrañas, escuchando las plegarias del pobre niño, clavando su vista en el cielo y gritando a su padre y a su madre, a cuantos se le ocurrían. Y de pronto, mencionó de nuevo a aquel dios. Con tan sólo mencionarlo la rabia se apoderó de mí.

No vendrá a salvarle.


Pero algo me impedía avanzar, dar el paso y salvarle: las normas de la Orden. Apreté los nudillos, impotente. Las llamas comenzaron a arder en la madera y paja que había alrededor de la hoguera.

Nadhia—entonces Kousen posó una mano sobre mi hombro. Estaba segura de que me pediría que nos fuéramos de allí para no presenciar aquella salvajada, porque no podíamos hacer nada—¿Estás lista para cometer una locura?

Sorprendida, me giré a Kousen y él me clavó la mirada, serio y con una determinación que envidié. A pesar de que los dos éramos fieles a nuestros Maestros, estaba dispuesto a salvar la vida de aquel niño y de los demás gitanos. Vi a Kousen tapándose el rostro con la capucha subido a la barandilla de piedra.

Tú también puedes. Libérate de las cadenas. Haz tu propia Justicia.


Sonreí y le di mi respuesta:

Por supuesto que lo estoy.

¿Que recibíamos una bronca por los Maestros? Prefería un millón de veces ser castigada con el dictar de las normas a verme maldecida de por vida por no haber salvado a un niño que tenía justo ante mis ojos, con el poder con el que ese repulsivo dios podía salvarlo, si es que existía... pero no lo haría.

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Eché a correr detrás de Kousen, bajando un par de tramos por las escaleras, hasta que éste comprobó que teníamos una altura más que suficientemente segura para usar Planeador y saltar hacia la hoguera. En cuanto aterricé con mis botas sobre la ardiente madera, Kousen ya había conjurado un hechizo para apagar las llamas y liberar a uno de los prisioneros, al cual gritó para que escapara. Debido a la distracción que provocamos, con gritos de terror y desconcierto, los gitanos lograron escapar de aquella jaula donde habían sido escoltados hasta la plaza de la catedral. Tan sólo quedaba el niño, a quien Kousen era incapaz de soltar con las llamas a nuestro alrededor.

Me acerqué e invoqué a Ángel Forjado. Aprovechando la punta del filo, logré cortar las cuerdas que tenían apresadas sus muñecas y el muchacho acabó a brazos de Kousen.

¡Son la bruja y el demonio! ¡Echad más fuego!

Como si eso fuera a detenerme.


¡¡Atrás!!

Rugí, dándoles la espalda e invocando las Alas del Solsticio. Escuché alaridos de sorpresa entre la multitud, gritando la palabra "ángel" entre otras muchas, y clavé mi mirada a Kousen. Era hora de usar aquella distracción en su contra para escapar con el niño y dejarlo sano y salvo en algún sitio.

Lancé un Piro a la hoguera abandonada antes de que tanto Kousen como yo emprendiéramos vuelo con el niño. Éste, debido a inhalar tanto humo, estaba medio inconsciente y no tuvimos problemas para dejarlo en el interior de la catedral. Escondidos en las zonas más altas de las capillas, vimos que el hombre al que habíamos conocido unas horas antes lo encontraba y se hacía cargo de él enseguida.

Allí escondidos, decidimos escuchar aquella conversación mientras recuperábamos el aliento.

El niño conversó un rato con el sacerdote, al cual le contó que no tenía familia, que los soldados habían atrapado anteriormente a su padre y a su madre y que, seguramente, se los llevaron al Palacio de Justicia... seguramente muertos, según decía el muchacho y el sacerdote afirmaba con la cabeza, apenado.

El hombre acarició el pelo del joven cuando mencionó a los ángeles que habían caído del cielo para rescatarlos. Intercambié una mirada con Kousen y sonreímos.

Menudo subidón de adrenalina —confesé, riendo—. Pero ha merecido la pena, ¿verdad?
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Re: La justicia va de la mano

Notapor Kousen » Sab Feb 22, 2014 4:06 pm

Nadhia hizo los honores, invocando su propia Llave Espada en un destello y cortando las cuerdas que sujetaban al niño, que cayó en mis brazos. Nada más aparecer la Llave de Nadhia, pude sentir algo extraño en Alas de Céfiro. La Llave estaba reaccionando por alguna razón al llavero de mi compañera, el cual admitía que desprendía un aura fuera de lo común. ¿Pero qué era lo que quería decir?

¡Son la bruja y el demonio! ¡Echad más fuego!— Gritaron los guardias.

<<Os vais a enterar vosotros de lo que es un demonio.>> pensé, preparando el siguiente movimiento.

¡¡Atrás!!— exclamó Nadhia, invocando Alas del Solsticio, con lo cual sorprendió a todos.

La reacción del público fue perfecta ante la imagen de aquellas alas de luz, que recordaban enormemente a los ángeles en las pinturas de la catedral. Imitando la acción, activé la habilidad por mí mismo, con dos brillantes alas de luz brotando de mi espalda entre un estallido de plumas que se esfumaron en el aire.

¡Vamos, a las alturas!— clamé, con excesiva teatralidad.

El piro convocado por Nadhia fue el broche de oro que cerró nuestra intervención en aquel caos, avivando las llamas de la hoguera mientras nuestras alas nos llevaban a lo alto de la catedral una vez más. El pobre niño estaba intoxicado por el humo y atontado, pero por suerte pudimos llevarlo entre ambos para dejarlo descansar dentro del santuario.
Escondidos en la penumbra de las capillas más altas, pudimos observar como el archidiácono, sorprendido, encontró a la pobre criatura y la tomó bajo su cuidado.

La historia del chiquillo era para echarse a llorar. Sus padres habían sido apresados también, y seguramente ajusticiados a juzgar por lo que describía. Apreté los puños con fuerza, pues ganas no me faltaban de partirle la cara al condenado Frollo.
Por último, el chaval nos mencionó como "ángeles" que habían acudido a salvarle. Intercambié una mirada sonriente con Nadhia, sintiendo la ternura que me inspiraba aquel niño en el pecho.

Menudo subidón de adrenalina —comentó—. Pero ha merecido la pena, ¿verdad?[/quote]

Y que lo digas.— admití, resoplando.— Nos la habremos cargado, pero saber que hemos salvado vidas inocentes hace que me importe un bledo. Ya afrontaremos el castigo que consideren oportuno.

Agotado por la intensidad del rescate, me dejé caer sobre la barandilla de piedra, apoyando la cabeza en mis brazos cruzados. Mi mirada fue a parar a las vidrieras que empezaban a pasar del color anaranjado de las llamas a la blancura de la luz lunar, aumentando aún más la sensación de paz.

Parece que se ha acabado la leña de esos animales. —observé —Al menos esta vez ha sido madera y no seres humanos inocentes.

Escuché lo que Nadhia tenía que decir antes de alzar mi Llave Espada para observarla de cerca. Se había convertido en algo esencial de mi día a día, y casi podría decirse que mi vida giraba en torno a aquel arma. Y sin embargo, sabía tan poco de su verdadera naturaleza...

Oye, Nadhia. —dije— Ese llavero tuyo... no recuerdo que lo tuvieses en Bastión Hueco, ¿es nuevo?

Me intrigaba la forma de su llave, además de la sensación de calma y luz que irradiaba. Estaba claro que compartía la afinidad elemental de su portadora, y por extensión, la mía. No se parecía en nada a los Llaveros que muchos compraban en la tienda Moguri.
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Re: [La Cité des Cloches] Brujería Infernal

Notapor Sombra » Dom Feb 23, 2014 12:40 am

¿Qué tenemos aquí? —sonó a espaldas de los aprendices alarmándolos— Solo vine a pasear, pero... ¿Sabéis que me encontré?

>>¡Ángeles!

Ronin estaba detrás de ambos aprendices y les miraba con su único ojo algo enfadado, o eso parecía.

Me pregunto donde se habrán metido... —habló de una forma un tanto maliciosa—. ¿Sabéis que es lo que acabáis de hacer?

>>Incumplisteis una de las tres normas más básicas y primordiables. No interferir en los asuntos de otros mundos.

Las manos de Ronin se levantaron y se dirigieron hacia las orejas de los dos aprendices dándoles un fuerte tirón que les dejó toda la oreja roja como un tomate.

Kousen y Nadhia explicarían su situación tratando de excusarse, pero aquello no convenció del todo al maestro, que acabó soltando a los aprendices. El Maestro suspiró y cambió su expresión dura por otra mucho más amable y comprensiva.

Sé que nuestro trabajo puede ser duro y abandonar a alguien teniendo el poder para salvarlo es realmente complicado —admitió el Maestro—. Pero pensad que ahora saben que la magia realmente existe. Probablemente vuestros actos hagan que busquen con más ahínco a posibles brujos que obviamente no saben ni conjurar un Hielo, esas personas podrían ser... Ajusticiadas por eso.

>>Lo que trato de decir, es que algunas veces salvar a alguien puede traer consecuencias mucho peores. Tenéis mucho potencial los dos y un corazón puro, pero tenéis que pensar en las consecuencias que tiene cada cosa que hagáis. Venga, volvamos a casa. Seguro que lo estáis deseando.
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Re: [La Cité des Cloches] Brujería Infernal

Notapor Kousen » Dom Feb 23, 2014 3:30 am

¿Qué tenemos aquí? —se escuchó detrás de nosotros, pegándome un susto de muerte.— Solo vine a pasear, pero... ¿Sabéis que me encontré?

Aquella voz ya sabía de quien era, y los nervios empezaron a hacer de las suyas al identificar aquel timbre tan característico, aunque aquel tono de enfado no era propiamente suyo. Ya podíamos ir rezando.

>>¡Ángeles!

Mierda...— susurré con un hilo de voz casi inaudible.

Cuando nos giramos, nos encontramos con la cara de Ronin, que nos clavaba la mirada con su ojo, bastante furioso con nosotros. Y no era de extrañar.

Me pregunto donde se habrán metido... —comentó, con sarcasmo—. ¿Sabéis que es lo que acabáis de hacer?

No pude evitar encogerme de hombros y apretar un poco los párpados. Me esperaba que nos pegase un grito que retumbase por toda la catedral, aunque ya daba bastante miedo de por sí. Pero el tono seco y tajante con lo que dijo lo siguiente dolió incluso más que un grito.

>>Incumplisteis una de las tres normas más básicas y primordiales. No interferir en los asuntos de otros mundos.

De repente, Ronin levantó las manos y estas se lanzaron como dos flechas, agarrando nuestras orejas y pegado tal tirón que casi me la arranca de cuajo.

¡AY, AY, AY!— me quejé, sin poder evitarlo. —¡Y-ya lo sabemos Ronin! Pero es que... ¡AUCH! ¡Iban a quemarlos vivos por una mera mentira!

Nadhia también se disculpó como pudo, pero Ronin no cedió ni un ápice. Podía sentir como la oreja de dolía cada vez más entre el tirón y lo que apretaba. Incluso se me saltó una lágrimilla entre el dolor y la vergüenza de que me estuviesen tirando de la oreja a mi edad.
Por suerte, Ronin pareció retractarse de dejarnos con una oreja menos, pues nos soltó a los pocos segundos. Nada más hacerlo, me llevé una mano a la oreja, que seguí pulsando de dolor, mientras resoplaba para aliviarlo.

Sé que nuestro trabajo puede ser duro y abandonar a alguien teniendo el poder para salvarlo es realmente complicado —reconoció—. Pero pensad que ahora saben que la magia realmente existe. Probablemente vuestros actos hagan que busquen con más ahínco a posibles brujos que obviamente no saben ni conjurar un Hielo, esas personas podrían ser... Ajusticiadas por eso.

Se me cayó el alma a los pies cuando dijo aquello. Con la tensión del momento, ni me había parado a pensarlo. ¿Los habíamos condenado a una persecución incluso más intensa, con más muerte y dolor?

Lo que trato de decir, es que algunas veces salvar a alguien puede traer consecuencias mucho peores. Tenéis mucho potencial los dos y un corazón puro, pero tenéis que pensar en las consecuencias que tiene cada cosa que hagáis.— continuó.

Seguía negándome a pensar que lo que habíamos hecho estaba mal del todo. ¡Habíamos salvado vidas!
Aunque tenía toda la razón. Habíamos salvado a aquella gente, pero tal vez por el precio de condenar a muchos otros. No habíamos actuado de la forma adecuada, ni tampoco habíamos pensado en las consecuencias a largo plazo de nuestras acciones.
No podía apenas levantar la mirada del suelo, excepto para lanzar alguna mirada a Nadhia, intentando ver reflejado en su cara lo que pensaba sobre aquello.

Venga, volvamos a casa. Seguro que lo estáis deseando.

De acuerdo, Maestro.— suspiré, derrotado.

Había sido un día muy largo y con muchos problemas de por medio, y lo único que tenía ganas de hacer era alejarme todo lo posible que aquel mundo de locos y hacer algo para sacármelo de la cabeza. No tenía pensado en volver en mucho tiempo, y tenía bastante sobre lo que reflexionar.
Mientras caminábamos tras Ronin, susurré a Nadhia:

¿Cómo han podido enterarse tan rápido de que habíamos sido nosotros?
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Re: [La Cité des Cloches] Brujería Infernal

Notapor EspeYuna » Dom Feb 23, 2014 7:34 pm

Sí, es nuevo —le respondí, siguiendo con Ángel Forjado en mi diestra tras la repentina huida—. Lo conseguí poco después de aquello.

"Precisamente, en las Islas de donde provienes", pensé. Sin embargo, no quise hablar más de la cuenta. No me apetecía demasiado tener que explicarle el tema de Ragun, y más en aquel momento. Demasiado agotada como para comerme el coco con el señorito Alexander.

Observé anonadada la luz de la gran vidriera que había frente a nosotros durante unos instantes. Y cuando vimos que no había moros en la costa, saltamos usando de nuevo Planeador para aterrizar con suavidad y cuidado en el suelo.

¿Qué tenemos aquí? —tanto Kousen como yo pegamos un respingo en el sitio, reconociendo perfectamente aquella voz— Solo vine a pasear, pero... ¿Sabéis que me encontré?

>>¡Ángeles!

Al girarnos, pudimos comprobar que, efectivamente, era Ronin.

"Mierda..."

Me pregunto donde se habrán metido... —comentó con sarcasmo, dedicándonos una mueca de enfado que, realmente, me dolió tanto como si hubiese sido mi propio padre el que me estuviera echando la bronca del siglo—. ¿Sabéis que es lo que acabáis de hacer?

>> Incumplisteis una de las tres normas más básicas y primordiales. No interferir en los asuntos de otros mundos.

De pronto, y sin venir a cuento, el Maestro nos agarró a cada uno por la oreja con sus fuertes manos, haciéndonos chillar a ambos como dos críos.

¡AY, AY, AY!— se quejó Kousen, intentando excusarnos a ambos —¡Y-ya lo sabemos Ronin! Pero es que... ¡AUCH! ¡Iban a quemarlos vivos por una mera mentira!

¡Ay, ay! ¡M-Maestro! —me quejé yo también, sonrojando inevitablemente desde la raíz del cabello— ¿Cómo nos íbamos a quedar sin hacer nada? ¡Ay! ¡Por favor, Ronin! ¿¡Esto no tiene relación con los sincorazón!?

Sin embargo, el Maestro no cedió y siguió con el tirón de orejas. A los pocos segundos, decidió soltarnos, y ambos nos llevamos una mano a la oreja, doloridos.

Sé que nuestro trabajo puede ser duro y abandonar a alguien teniendo el poder para salvarlo es realmente complicado —reconoció, con un tono más amable y comprensible—. Pero pensad que ahora saben que la magia realmente existe. Probablemente vuestros actos hagan que busquen con más ahínco a posibles brujos que obviamente no saben ni conjurar un Hielo, esas personas podrían ser... Ajusticiadas por eso.

Ronin...

De pronto, todo lo que me había parecido un acto justo y llevado con suma lógica se desmoronó al escuchar las palabras del maestro de maestros. ¿Aquello quería decir que habíamos empeorado las cosas allí? ¿Que tendrían más razones para perseguirlos?

Lo que trato de decir, es que algunas veces salvar a alguien puede traer consecuencias mucho peores. Tenéis mucho potencial los dos y un corazón puro, pero tenéis que pensar en las consecuencias que tiene cada cosa que hagáis— continuó, abriéndonos los ojos.

Tanto Kousen como yo intercambiamos una mirada fugaz, aunque éramos incapaces de mirar a Ronin a los ojos: nos habíamos dado cuenta del error que acabábamos de cometer, y nos empezamos a sentir mal con ello.

La primera lección práctica, suponía para mis adentros. No la olvidaría, sin duda... aunque sería muy, muy difícil, no volver a hacer algo como aquello. Estaba claro que no regresaría a París en una buena temporada, y... recé porque aquel pequeñajo y su abuela no fueran perseguidos, que fueran astutos y se quedaran fuera de la ciudad.

"¿Y si por nuestra culpa, ellos...?", me permití cuestionar dentro de mí, a punto de echarme a temblar. Sin embargo, ya de nada valía arrepentirse: lo hecho, hecho estaba. No habría vuelta atrás.

Lo único que Kousen y yo podíamos hacer era aprender de aquella lección.

Venga, volvamos a casa. Seguro que lo estáis deseando.

De acuerdo, Maestro —suspiró Kousen, a lo que asentí también, agotada.

Noté entonces como algo se posaba en mi hombro y sonreí. El pequeño V. Hoghes apareció de pronto y le susurré un "hola" inaudible, a lo que él contestó haciéndome cosquillas con sus bigotes en la oreja. Ante la presencia de Ronin —y, seguramente, tras ver la escenita del tirón de orejas—, no dijo nada y profirió un pequeño bostezo que me hizo sonreír.

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Mientras caminábamos de vuelta a un sitio alto y recóndito de la catedral para emprender vuelo a casa con nuestros Glider, Kousen me susurró al oído, a espaldas de Ronin:

¿Cómo han podido enterarse tan rápido de que habíamos sido nosotros?

Invocando la Llave-Espada, era demasiado cantoso por nuestra parte —dije, avergonzada—. Y parece haber sido casualidad de que Ronin paseara hoy por París. Aunque no me extrañaría que tarde o temprano se hubiera enterado, él o cualquiera de los Maestros. Prefiero haber pasado el tirón de orejas aquí y no en casa, ¿no te parece?

>> Y más que haya sido Ronin... imagínate a Lyn.

Subiendo unos tramos de escaleras a espaldas de nuestro Maestro, le propuse a Kousen:

¿Quedamos en el comedor para cenar? —cuestioné, a lo que Tandy insistió con el característico rugido de sus tripas— Después de asearnos un poco, claro.

>> No creo que dejar de hablar de lo de hoy nos ayude.
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Re: [La Cité des Cloches] Brujería Infernal

Notapor Kousen » Lun Feb 24, 2014 2:22 pm

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Invocando la Llave-Espada, era demasiado cantoso por nuestra parte —contestó Nadhia

<<Cierto. Mejor será buscar un arma más discreta.>> pensé para mis adentros, barajando posibilidades. Hasta ahora solo había confiado en la Llave Espada como arma, pero habría ocasiones en que no podría usarla. Tendría que pasarme por la Tienda Moguri a ver qué encontraba.

Y parece haber sido casualidad de que Ronin paseara hoy por París. Aunque no me extrañaría que tarde o temprano se hubiera enterado, él o cualquiera de los Maestros. Prefiero haber pasado el tirón de orejas aquí y no en casa, ¿no te parece?

>> Y más que haya sido Ronin... imagínate a Lyn.

Calla, calla. No seas gafe...

Se me descompuso la cara solo de pensarlo. Ya me imaginaba de camino a la enfermería en una nave gumi con una brecha en la cabeza... o un brazo menos. Mejor no buscarse problemas con ella.

¿Quedamos en el comedor para cenar? —me propuso.— Después de asearnos un poco, claro.

>> No creo que dejar de hablar de lo de hoy nos ayude.

Si, por favor.— respondí. —Nos vendrá bien una ducha para quitarnos de encima este hedor de la ciudad. Y la verdad es que tengo algo de hambre.

Me vendría bien algo de charla, tenía que sacarme la preocupación de la cabeza y reflexionar un rato. Nadhia debía estar pensando lo mismo.

¿Crees que habrá pollo para la cena?— pregunté, tratando de quitarle hierro al asunto.

Tras subir una última escalera de caracol y alejarnos hasta una zona aislada del tejado de la catedral y rodeada de oscuridad, pudimos invocar nuestras armaduras y montar nuestros Gliders para alejarnos del mundo, siguiendo al Maestro de Maestros.
Lancé una última mirada atrás mientras nos elevábamos hacia el cielo nocturno repleto de estrellas, en dirección a una llamada Tierra de Partida. Pude ver la estructura de la catedral desde las alturas, desde los tejados y las gárgolas hasta las torres. Todo parecía tan tranquilo desde lejos que uno nunca se imaginaría lo que ocurría entre las calles de la ciudad de París.

*******
-???-


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El viento nocturno peinaba la ciudad de París, silbando por las calles y llegando hasta la gran plaza que se abría ante la Catedral de Notre Dame. Las pocas gentes que quedaban en la catedral a aquellas horas empezaban a marcharse, dejando el edificio casi vacío.

Sin embargo, entre las sombras, en una de las torres del campanario, una figura de movía con paso tranquilo. Sin prisa, caminaba por los peldaños de madera que se ocultaban dentro del ladrillo, subiendo por la torre. Una vez llegó a una de las aperturas al exterior, se detuvo a observar por esta como otras tres personas andaban por los tejados. Una vez se apartaron de su vista, pudo observar como a los pocos segundos tres puntos casi imperceptibles se alejaban en el firmamento, alejándose del mundo.
Pero sabía perfectamente quien era uno de estos tres puntos. Habían causado una conmoción en la catedral que a pocos había escapado, y menos aún a él. Y menos aún el chico. Cuando su vista se posó sobre su cara, supo perfectamente que su búsqueda había acabado.

Esbozando una mueca de sonrisa, siguió con la vista el Glider que partía en la lejanía.

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Re: [La Cité des Cloches] Brujería Infernal

Notapor EspeYuna » Lun Feb 24, 2014 5:38 pm

Sí, por favor —respondió Kousen— Nos vendrá bien una ducha para quitarnos de encima este hedor de la ciudad. Y la verdad es que tengo algo de hambre.

>> ¿Crees que habrá pollo para la cena?

¿Quién sabe? —cuestioné, escuchando a Tandy revolotear a nuestro alrededor emocionado con la idea de cenar— Aunque si es Higashizawa quien cocina, sinceramente me da igual lo que haya.

>> Todo lo que hace está riquísimo.

Me sonaron las tripas y me rasqué la nuca, algo avergonzada. Siguiendo al Maestro, los dos invocamos nuestros Glider y despegamos de la catedral en dirección al cielo.

Estaba claro que nos iba a caer un buen castigo, pero merecía mil veces aquello que haber visto morir a un niño en aquel mundo de locos.

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Fin del encuentro. Kousen es el único que puntúa, aunque si recibo crítica lo agradecería.
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