[Ciudad de Halloween] This is Halloween~~

[Nell]

El propio nombre lo decía todo. Por eso no sería de extrañar que, tanto la noche de Halloween como el resto del año, los habitantes del lugar prepararan y celebraran la fiesta por todo lo alto. Los visitantes encontrarían unas calles oscuras, tenebrosas, capaces de poner los pelos de punta. Por las esquinas, los fantasmas hacían sonidos lastimeros, a fin de asustar a los más cobardes; las sombras se movían a la par, en una sincronización escalofriante; y

Desde luego, se tomaban muy en serio el tema. Si los infortunados aprendices acudían con el propósito de hacer valer su Truco o Trato, tendrían que esforzarse mucho, o podrían encontrarse con la desagradable sorpresa de hacer reír a alguno de los inquilinos o asustarse de ellos.

La actividad bullía de manera más notoria en la casa central, donde todos sin excepción pasaban la noche de Halloween con disfraces horribles, sustos por doquier y trucos para helar el corazón.

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Los aprendices tendrían ante sí una serie de casas, cada una con motivos de Halloween, esperando a ser llamadas para recibir a los niños. O no tan niños.

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Ahora bien, ¿cuáles elegirían? Y… ¿qué encontrarían en ellas?

[Enix]

Mis días en Tierra de Partida habían sido transcurrido con total tranquilidad. Un par de encuentros, clases nuevas, entrenamientos todas las mañanas, montañas de libros para leer... Podría decirse que me encontraba cómodo allí. Pero se acercaban las fiestas, y Halloween era una en concreto que no me disgustaba. Era bastante relajante sentarse a comer tus golosinas, sin nadie que te molestase.

En Ciudad de Paso, tenía que esconderme en algún sitio para que los otros niños no viniesen a molestarme, pero este año iba a ser diferente. Ya nadie me molestaría. Solo debía escoger un mundo en el que pasar las festividades. Normalmente yo no me comportaba con un carácter alegre, pero las fiestas cambiaban mi espíritu. Tampoco iba a pasar nada por bajar la guardia una noche. Mientras pensaba todo esto, un nombre en concreto, entre todos los de la lista de mis apuntes, llamó mi atención: Ciudad de Halloween. Vaya, vaya. Parecía un buena elección: qué mejor sitio para pasar la fiesta, que el mundo que estaba completamente dedicado a ella. Salí a los jardines, con un espíritu renovado, y invoqué mi Glider, al tiempo que me pulsaba el botó en mi mano de la armadura. Monté, y salí disparado hacia el cielo.


* * * * *


Alucinante. Era la única palabra que se me ocurría para describir la ciudad. Caminando, había llegado a una plazoleta, rodeada de seis casas, tres de ellas adornadas con decoraciones relativas a la fiesta. ¡Era Halloween, en su máximo esplendor! Absorto por la belleza de la ciudad, me di cuenta repentinamente d que algo extraño me había ocurrido: mi ropa, e incluso yo mismo, había cambiado. Ahora llevaba una camisa naranja, con unas mangas blancas y un chaleco negro encima. En mi cabeza, un sombrero negro y morado, con una calabaza en el centro. Y al cuello, un pañuelo blanco con un broche de calabaza también, que sujetaba una capa, negra por fuera y morada por dentro.

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—Impresionante. —murmuré, asombrado.

Bueno, había llegado la hora de elegir casa. Así que, haciendo honor a mi decoración, me quité el sombrero, para meter en el las golosinas, y me encaminé directo a la casa decorada con calabazas. ¡A ver que sorpresas me esperaban!

[LightHelco]

Cariño ¿para qué querías el gorro?

Ah, es para el disfraz de este Halloween.

¿Disfraz? Eso es de humanos, Alec, nosotros no tenemos que rebajarnos a…

Vosotros, mama. Yo soy medio humano a fin de cuentas ¿o acaso has olvidado mi procedencia?

***

Sabía muy bien que aquellas últimas palabras que le había dirigido a mi madre habían sido demasiado bruscas, pero mi enfado con ella por el ocultarme la verdad se mantenía perfectamente y aquella forma mundana de pasar el Halloween de este año lo veía como una forma de manifestar el haber descubierto la identidad de mi padre.

Junto a Ilana, fui andando hasta la plaza central para empezar mi caza de caramelos, o eso al menos se suponía que hacían los humanos durante este día. Miré a Ilana al llegar al lugar para recuperar el saco que había recogido para llevar a cabo la tarea, ya que a la pequeña gatita le había gustado la bolsa de tela y no se había resistido a tener que arrastrarla por toda la calle.

—Bueno, Ilana ¿Por qué casa empezamos? —le pregunté a la gatita colocándome el sombrero blanco que llevaba.

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La gatita me respondió con un simple maullido concentrada mas en jugar con el saco que en pensar por dónde empezar la búsqueda de caramelos.

—Supongo que como siempre habrá que dejarle al azar decidir —con una sonrisa, saqué mi baraja de debajo la capa y cogiendo aire, levanté la primera carta —. Sota de Tréboles... Buscaremos alguna que tenga algo con forma humana en la fachada.

Haciéndole un gesto a mi compañera para que me siguiese, atravesamos la plaza en busca de alguna casa que tuviese una decoración llamativa. En un momento, escuché un maullido bastante fuerte de Ilana y al girarme para ver que era, me encontré cara a cara con la persona que menos habría deseado ver aquel día pisando la cola de mi gata.

—Anthoni —le nombré apretando los dientes.

—Vaya vaya…que rápido tomas las costumbres de los humanos ¿acaso ya te has cansado de ser un brujo?

—No tengo ganas de discutir, ahora suelta a mi gata.

Sonriendo, el brujo quitó su pie de la cola de Ilana, la cual salió corriendo perdiéndose entre la multitud. Sin esperar respuesta de aquel imbécil, le di la espalda para ir a buscar rápidamente a la gatita.

—Intenta no asustarte mucho, según dicen los humanos son unos cobardías —escuché a Anthoni mofarse haciendo que me entraran unas ganas horribles de partirle la boca para que no volviera a conjurar ningún hechizo mas, pero en aquel momento encontrar a Ilana era más importante.

Entre empujones y disculpas, encontré finalmente a Ilana delante de una de las casas de la plaza. Tomandola en brazos, miré por si no había sufrido ninguna herida grave y le acaricié la cabeza para que se tranquilizara.

—Algún día te prometo que le devolveré lo que nos ha hecho, ahora ¿qué tal si empezamos ya con esto de los caramelos? Ya tenemos la casa y todo.

Fui hasta la puerta y tocando el timbre, esperé a que el dueño abriera para dar comienzo con el famoso Truco o Trato.

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Alec e Ilana van a la casa numero 5

[Nell]

Le abrió la puerta una mujer gorda, y muy poco agraciada, de tonalidad verde que contrastaba con el largo vestido rosa de flores que llevaba la señora, y unas gadas. Tras ella, en el interior de la casa, había un niño atado a una correa, de la misma piel y con un ¿disfraz? de preso. Ésta no impedía que, aun así, destrozara todo lo que había a su alcance y mirara con anhelo al chico.

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―¡Qué niño más mono! ¡Y esa calabaza da escalofríos! Sólo te faltan unos cuantos kilos más para tener el peso ideal, como mi retoño ―señaló a su hijo, quien respondió con gruñidos―. Toma, niño, toma. Cómetelas todas y ponte hermosote.

Le tendió tres caramelos y cerró la puerta, dando por finalizado el trato.

Por otro lado, Ilana y Alec tocaron el timbre de la casa escogida. Resonó el ruido de una cámara de video encendiéndose y comenzando a reproducir. Al segundo, la puerta se abrió y dejó entrever a un hombre vestido de traje y sin cara. Alguien a quien, a pesar de ser oriundo del mundo, el joven no conocía.

Y al instante, no estaba allí. El aprendiz sintió un aliento en su espalda y se giró, para comprobar que se había colocado a unos cuantos metros y avanzaba hacia él, lentamente…

[Enix]

A la propietaria de la casa podía definirla perfectamente la palabra peculiar. Aunque supongo que en aquel mundo tétrico, era de lo más normal tener la piel verde y la boca de lagarto. Y más me llamó la atención su crío, que con su disfraz de preso y una correa que sujetaba la mujer, destrozaba toda la casa. Las miradas que me echaban daban auténtico espanto, pero claro, cómo no iba a ser así en la Ciudad de Halloween.

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ç

La señora me miró y exclamó:

―¡Qué niño más mono! ¡Y esa calabaza da escalofríos! Sólo te faltan unos cuantos kilos más para tener el peso ideal, como mi retoño ―haciendo referencia a su hijo―. Toma, niño, toma. Cómetelas todas y ponte hermosote.

―Muchas gracias señora, pero creo que me mantendré en mi línea. ―respondí amablemente.

<<Vale, ¿cual será mi siguiente objetivo?>> pensé mientras observaba las cinco casas restantes. Una de las casas estaba ocupada, así que me decidí por una casa un poco sospechosa, sin decoración, ni timbre, ni nada en absoluto. <<Parece que esta noche tampoco habrá descanso, ¿eh?>>

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Casa número 1,¿qué habrá? Chan chan chaaan

[Nell]

Esta vez, fue una visión completamente diferente la que se presentó ante el chico. Era un hombre mayor, calvo, vestido como si fuera un día cualquiera y, a juzgar por su ceño fruncido, de mal humor:

―¿Qué se te ha perdido? ¡AGH! ¡Otro que viene a pedir caramelos! ¡Malditos críos! ¡Perdeos por ahí! ¡Odio Halloween y todo lo que tenga que ver con esa dichosa fiesta! ¡Los caramelos son míos! ¡MÍOS! ¿Por qué compartirlos si puedo comérmelos todos? ¡Inventaos otra patraña con la que engañar a la gente, sinvergüenzas!

Y le dio un portazo en todas las narices.

Qué ironía del destino. La ciudad que más conmemoraba Halloween, y de todas las casas, tenía que dar precisamente con el único habitante que debía de detestarla. ¿Cómo viviría su día a día aquel espécimen extraño?

En cualquier caso, tenía la opción de intentar convencerlo de alguna manera, o irse a la siguiente casa.

[LightHelco]

Al abrirse la puerta pude ver durante unos instantes a un hombre bastante alto y sin rostro dentro de la casa, pero en menos que un pestañeo, el hombre desapareció para reaparecer detrás de mí.

Me giré algo extrañado con aquello ya que no entendía muy bien porque saludaría de esa forma, aunque quizás fuese su forma de intentar alejar a los pobres chiquillos que intentasen pedirle caramelos. Por fortuna los sustos no tenían ningún efecto terrorífico sobre mí, aunque sí sobre Ilana, pero aquel extraño parecía ser un asustador de primera y lo menos que podía hacer era no presentarme y felicitarle por sus capacidades.

—Debo admitir que ese truquito de desaparecer y aparecer ha estado bien y tu falta de expresión fijo que es de ayuda a la hora de sacar los mejores gritos entre los humanos —extendiéndole la mano —. No te había visto por aquí antes, soy Alec Ocus, un medio brujo que vive por la zona —esperé a que el hombre me respondiera al saludo para seguir —. Y ahora que nos conocemos, pasemos al repartimiento de caramelos, dudo que quiera que esta hermosa casa sufra algún desperfecto, ¿no?

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No, Nell, no pienso hacer que le tenga miedo a Slenderman

[Enix]

A la puerta salió a recibirme un abuelo corriente, que parecía ser amable, aunque inmediatamente después, demostró lo contrario:

―¿Qué se te ha perdido? ¡AGH! ¡Otro que viene a pedir caramelos! ¡Malditos críos! ¡Perdeos por ahí! ¡Odio Halloween y todo lo que tenga que ver con esa dichosa fiesta! ¡Los caramelos son míos! ¡MÍOS! ¿Por qué compartirlos si puedo comérmelos todos? ¡Inventaos otra patraña con la que engañar a la gente, sinvergüenzas! ―y me cerró la puerta en las narices.

<<Pues vaya.>> pensé, muy decepcionado. Solo un abuelo cascarrabias que no soportaba Halloween, bastante irónico, la verdad. Aunque... <<Si no ha querido hacer, un trato, ¿por qué no devolverle un truco>> se me ocurrió. La fiesta sacaba mi parte más maliciosa. Pero bueno, que se le iba a hacer. Un pequeño susto al salir a la puerta, puede que una pequeña impresión con Piro, debería bastar para hacer escarmentar al viejo, y de paso, cobrarme mi pequeña venganza.

[Nell]

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No he entendido exactamente qué querías hacer, pero la idea general daba el mismo resultado…

El hombre volvió a abrir la puerta cuando el aprendiz llamó de nuevo y, efectivamente, el espectáculo con fuego y algo parecido al terror (porque en Ciudad de Halloween había cosas mucho peores), bastaron para darle un buen susto al viejo, que amaba la tranquilidad y sólo quería disfrutar de una apacible velada.

Cerró nuevamente la puerta, casi por instinto, y no quiso volver a abrirla más al joven.

―¡Teodioteodioteodio! ¡A ti y a tu maldita fiesta! ¡Yo sólo quería mis caramelos! ¡Buaaaaaah!

Desgraciadamente, no le sirvió para ganar ni un mísero caramelo.

[Enix]

La puerta se abrió de nuevo y yo, creando una pequeña aura terrorífica, y algo de fuego a mi alrededor con Piro, salté:

―¡¡BU!!

El hombre, asustado y llorando, gritó:

―¡Teodioteodioteodio! ¡A ti y a tu maldita fiesta! ¡Yo sólo quería mis caramelos! ¡Buaaaaaah! ―y cerró la puerta de golpe.

Bueno, no había ganado caramelos, pero había conseguido una venganza igual de dulce... Me giré nuevamente para seleccionar otra casa en la que recibir (o no) caramelos. Hmmmm... ¿Qué tal la casa del timbre? También parecía algo fuera de lugar, pero claro, en esa ciudad nunca se podía estar seguro. Me acerqué y llamé al timbre. Esperaba que esa vez se mostraran más amables conmigo.

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Casa número 4

[Nell]

La formalidad de Alec no hizo mella en el hombre, quien se siguió acercando al joven sin prisa ni pausa, hasta colocarse a casi un palmo de su mano extendida, momento en el que tres pares de tentáculos negros salieron de su espalda, agarrando con cada par el cuello, los brazos y las piernas del muchacho.

Los tentáculos apenas ejercían presión, pero Alec fue incapaz de liberarse de ellos. Por otra parte, la presencia del hombre y la oscuridad del lugar jugaron una mala pasada a su vista, ocasionando que apenas pudiera percibir nada más. Sólo algo iluminaba aquella terrible noche, y era la fuente verde del centro de la plaza. Aunque, claro, estaba detrás del hombre.

Ahora me obedecerás…


En cambio, Enix, el terror de los ancianos, tuvo muy buena suerte en su siguiente casa. Nuevamente, un hombre muy mayor le abrió la puerta, sin embargo, éste iba vestido con una capa negra, cubriendo su cabeza también con una capucha, aunque se veía claramente el rostro que era humano. Arrugado, pero humano.

―¡Oh, un niño! ―sonrió, mostrando unos dientes podridos.

De una mesita cercana a la puerta, el hombre cogió un cuenco y de él, un puñado de caramelos, que ofreció en mano a Enix.

―Toma, toma, cógelos. ¡Todos los que quieras!

El problema era que… no presentaban muy buen aspecto. Algunos tenían parte del envoltorio roto y el dulce parecía derretido, o incluso pegado al plástico. Otros, en cambio, directamente tenían un olor putrefacto, que bien podrían haberse creado a base del agua de la fuente verde. Unos últimos había en su superficie algo parecido a… bichos. Bichos diminutos que recorrían con gula su superficie.

―Estás encantador. Tienes más que merecidos estos caramelos.

[Enix]

Vaya, qué suerte, me había abierto la puerta otro anciano. Esperaba no tener ningún problema más, se me habían pasado las ganas de hacer fechorías:

―¡Oh, un niño! ―la sonrisa que me dedicó fue cuanto menos perturbadora, pero parecía amable, a diferencia del anterior.

Se dio la vuelta un momento, y cuando volvió a mirarme, traía consigo un puñado de caramelos... Variopintos, digamos.

―Toma, toma, cógelos. ¡Todos los que quieras!

Me mostré reacio a coger los caramelos. Estos estaban agujereados, derretidos, podridos... Incluso me pareció ver algunos bichos entre ellos. Miré al señor, por si me estaba gastando una broma, pero su expresión seguía seria y amable. El hombre volvió a insistir:

―Estás encantador. Tienes más que merecidos estos caramelos.

Mientras miraba asqueado se me ocurrió una majadería. Si todo en ese mundo resultaba aterrador y poco agradable visualmente, ¿por qué iba a ser diferente en los caramelos? Puede, y solo puede, que fueran una delicia, aunque también podía equivocarme. ¿Me la iba a jugar? ¡Por qué no, lo que no mata, engorda!

―¡Muchas gracias, señor! ―le respondí con una sonrisa mientras cogía tres caramelos. Tampoco quería muchos, por si se daba el caso.

Me giré otra vez, y disfruté un poco en silencio. ¡Vaya Halloween más emocionante!

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No sé exactamente si parar ya, Helco se va a quedar sin casas xDD. En caso de poder elegir una más, elijo la número 6.

[Nell]

Para sorpresa de Enix, quien creía haber terminado el trato con el señor, los tres caramelos que sostenía en su mano se derritieron en ellas, pringándolas de un líquido pegajoso y asqueroso. El anciano se rio a mandíbula batiente.

―¡Picaste! ¡Feliz Halloween!

Sacó de su bolsillo un caramelo, tan normal como cualquier otro, y fue a dejarlo en las manos de Enix, pero al ver cómo habían quedado, se rio otra vez y lo dejó en el suelo. Después, cerró la puerta. Así pues, el trato había llevado truco… No había nada en las normas no escritas de la festividad que hicieran ilícito el intercambio, por lo que Enix podía actuar según como quisiera: o aceptar que el anciano le había engañado, o vengarse.

Por otro lado, una vez tomó una vía u otra, eligió su siguiente destino. En la nueva casa, tardaron poco en contestarle y, esta vez, era una parejita muy embelesada, agarrados a la vez de las cinturas. Él iba vestido de brujo y ella de bruja.

―¡Oh! ¿Qué tenemos aquí? ¡Una calabaza! ―exclamó la joven.
―Es un niño, amorcito ―le aclaró su pareja.
―¿Has dicho que soy guapa?, ¡qué bonito, cariño!
―¿Y tú crees que soy encantador? ¡Tú más, mi amor!
―¡Oooooh!

Estaban demasiado en lanzarse piropos y escuchar lo que querían oír que dejaron de prestar de atención a Enix. Desde luego, si quería sus caramelos, tendría que hacer algo. Algo que no fuera vomitar.

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Podéis repetir casas, porque ninguna será igual a la que ha visitado el compañero anteriormente.

[LightHelco]

Aquel nuevo vecino no solo fue un maleducado si no que no paraba de querer intentar asustarme con sus trucos, en esta ocasión inmovilizándome con unos extraños tentáculos que habían salido de su cuerpo.

—Je…esto creo que también te va a venir genial con los humanos —sonreí intentando hablar, ya que uno de los tentáculos me estaba estrujando el cuello —, pero como ya te he…dicho, no soy muy asustadizo…Ilana.

Al momento en que la nombre, la gatita ya sabía que hacer debido a nuestro vínculo, por lo que tomando impulso, la felina saltó sobre el hombre directo a su rostro al cual atacó con sus garras envueltas en un aura oscura con las que intentaría cegarlo.

Si aquello funcionaba y conseguía liberarme de los tentáculos, prepararía un Piro con el que amenazaría al trajeado para que me diese ya los caramelos, ya que él no era el único que sabía hacer trucos.

[Enix]

Antes de que me diera cuenta, los caramelos se derritieron en mi mano, dejándomela completamente pringosa. Sacudí mi mano, con una expresión asqueada, y miré al anciano, un poco confuso. Está, ante mi expresión y las pintas de "pringao" que debía tener, no pudo hacer otra cosa más que carcajearse:

―¡Picaste! ¡Feliz Halloween!

Tras dejar un caramelo en el suelo, cerró la puerta. Yo procedí a limpiarme la mano con la pared de su casa. Nada más hacerlo, una risa inesperada surgió de mi. Era Halloween, y era genial.

A continuación, me dirigí a la siguiente casa. Toc toc toc. Me abrió la puerta una feliz pareja, ambos vestidos de brujos:

―¡Oh! ¿Qué tenemos aquí? ¡Una calabaza! ―dijo la chica, entusiasmada.
―Es un niño, amorcito ―le contestó el novio.
―¿Has dicho que soy guapa?, ¡qué bonito, cariño!
―¿Y tú crees que soy encantador? ¡Tú más, mi amor!
―¡Oooooh!

Era realmente agradable verlos así, pero yo quería mis caramelos, y necesitaba atraer su atención:

―Emmm... Si, disculpad, ¿me podrían dar un caramelo? ―pregunté, amablemente y con una sonrisa

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Siento si no he estado muy inspirado, no encontraba el momento y no quería que fuera muy tarde.