[Agrabah] Un poder inigualable

[Sombra]

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Cronología:
Ragun:Encuentros Extraños>>Un poder inigualable>>El Dios Caído.

Nadhía: Atracción Fatal>>Un Poder Inigualable>>La Historia Jamás Contada.

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Así que aquella era la habitación de Nadhia... Hacía tanto tiempo que no pasaba por Tierra de Partida que casi olvidaba como eran aquellos cuartos. No eran muy grandes, no tanto como los de Bastión Hueco, claro. Ni tan lujosos.

Pero no era algo que me quitase el sueño, no es que me hubiese ido de allí para tener una mejor habitación ni mucho menos ni tampoco estaba en Tierra de Partida solo para criticar habitaciones ajenas.

Era una habitación normal, contenía un armario grande, una cama, un escritorio, una estantería, una mesita de noche... ¿Y otra cama? ¿Una más pequeña?

—Será de una muñeca —quité importancia al asunto recordando que al fin y al cabo Nadhia era una adolescente normal.

Bueno, era la Segunda vez que me infiltraba en Tierra de Partida desde que me había ido, la primera no había sido tan arriesgada, aunque había tenido mis problemas con aquella aprendiza...

¿Cómo era su nombre? Bueno, no era algo que importase mucho, el caso era que aquella vez había muchísimo más peligro de que me pillasen pues no era de madrugada. Era la hora de la cena.

Había esperado en el exterior, escondido entre los jardines. Lejos de cualquier zona habilitada para entrenamiento.

Y todo para cumplir mi misión. Una misión que me hacía volver a Tierra de Partida.

“Armonía y Caos” aquella era mi misión, conseguir un libro con el susodicho título. Ryota me lo había encomendado específicamente a mí, que buscase ese tomo, al parecer muy valioso. Que localizase un ejemplar cualquiera y se lo llevase.

Sin duda no se esperaba que en aquel momento le hubiese respondido al instante con un “Sé donde puedo encontrarlo” y saliese de Bastión Hueco hacia Tierra de Partida.

Pues más que saber donde estaba el libro conocía a su dueña; Nadhia.

Entrar a Tierra de Partida no era difícil. Deslizarme bajo la rendija de la puerta con mi poder Evasión Sombría para subir las escaleras evadiendo cualquier posible Maestro para llegar a la zona de habitaciones y allí buscar el dormitorio de Nadhia.

No había sido complicado dar con la habitación puesto que todas las puertas tenían una plaquita con el nombre del dueño de esta.

Y allí me encontraba, rebuscando en los cajones de su mesita de noche y su armario lleno de ropa. Leyendo el título de cada libro que tenía en su estantería...



Todo a contrarreloj. Ella podía volver en cualquier momento y tenía una mala sensación que hacía que sintiese un dolor en el pecho, nervios.

—Te encontré —susurré absorto leyendo el título del tomo. Alcé la mano para cogerlo...

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Mención especial a Yuehito por los excelentes dibujos que nos ha hecho para el encuentro *3*

¡Muchas gracias!

[EspeYuna]

—¡Kupóf, Nabhia, estof estáb de reshupeted, tanb, tanb...!

No era capaz de contener la risa. Algo había cambiado dentro de mí, en tan poco tiempo.

Desde que conocí al Maestro Akio, mi vida dio un giro radical, tanto que no parecía la Nadhia de antaño. Había hecho grandes amigos con los que compartía un hogar. Me había convertido en aprendiz en el arte de portar la Llave-Espada, con la que salvaguardaba el equilibrio de los mundos. Vencí mis miedos del pasado, aquellos que se encontraban en lo más profundo de mi corazón. Y gracias a ello, había contactando con Ángel Forjado por primera vez... mi leal compañera.

Diversión, temor, tensión, alegría, tristeza... pero todo aquello me transformó en alguien capaz de atesorar todos y cada uno de esos recuerdos.

En ese momento no pensaba otra cosa que en reñir a Tandy por comer como un cerdo, pero su expresión.. esos mofletes hinchados, como si quisiera llegar a un récord... conseguir meter la mayor cantidad de bollos posibles en su boca.

Me dolía la tripa de tanto reír. Jamás me había sentido tan feliz. Él había sido el último pilar que sostenía mi nueva vida.

Pero fue entonces cuando aquel pequeño momento de felicidad en el comedor de Tierra de Partida se desmoronó. De repente, sentí un escalofrío que me hizo estremecer. Por un instante, dejé de oír las risas de Mogara, quien también se divertía con nosotros durante la cena.

Esa sensación...



Boom, boom. Boom, boom.

Me levanté de pronto, apoyando mis manos sobre la mesa y mostrando una mueca de desagrado en el rostro, el cual yacía oculto entre mi cabello, pues agaché levemente la cabeza, intentando contener lo que acababa de experimentar.

—¿N-Nadhiaf, kupóf? —Tandy no se hizo esperar. Tragó la mole de bollos que tenía acumulada en su boca y se acercó a mí, preocupado— ¿Qué ocurre? E-Estás pálida...

—C-Creo que me ha sentado algo mal... Tandy —mentí. Sabía perfectamente por qué mi corazón latía a aquella velocidad, comenzando a expandir la adrenalina a cada nervio de mi cuerpo—. ¿Mogara, Tandy, me disculpáis? Será mejor que vaya al baño.

Me fui corriendo, simulando que sentía ganas de querer echar la cena. Sin embargo, en cuanto crucé uno de los grandes pasillos que daban al comedor, comencé a aminorar el paso, y justo entonces me quedé al pie de las escaleras que daban a las habitaciones.

Por otro lado, estaban las escaleras que llevaban a los aposentos de los Maestros. Fueron segundos angustiosos.. ¿qué podía hacer? ¿Ocultar su presencia, ir a por él yo sola, o avisar al Maestro Kazuki? ¿O alertar a Xefil, a Light, o al pequeño Fyk?

Pero sabía que si no me apresuraba.. volvería a perder la oportunidad de verle de nuevo.

Intentando ser lo más sigilosa posible, subí con cuidado las escaleras, pues un movimiento en falso, un mínimo ruido y... Ragun debía tener buen oído.

Sí. Ragun. Estaba completamente segura de que aquella presencia que notaba en el ambiente... era suya.

Tú y Ragun.. mantenéis una conexión especial. Amistad, rivalidad... es curioso.

"Ángel, yo... necesito tu ayuda"

Ya sabes que estoy preparado, mientras tú lo estés.

Asentí, acercándome cada vez más a mi destino.. a mi cuarto, el cual, para mi sorpresa, tenía la puerta abierta. La luz no estaba encendida, pero la luz de luna que entraba por mi ventana fue suficiente para que percatara una silueta en el interior. Me acerqué a la puerta, y uno de mis ojos lo vio: era él. ¿Q-Qué estaba haciendo él en mi habitación?

Sigilosa, agradecí que los moguris de Tierra de Partida fuesen tan perfectos en lo que a mantenimiento se refiere, usando aceite al más mínimo ruido que hiciesen las puertas.

Hice aparecer a Ángel Forjado, quien en la oscuridad brillaba con intensidad. Recordando nuestro viejo juego, me atreví a alzar el filo de mi Llave-Espada y dar un leve aviso de mi presencia al intruso en su espalda.

¿Lo estaba haciendo a modo de retenerlo? ¿O simplemente estaba comprobando que no era un espejismo?

Me quedé en silencio, esperando su reacción... dispuesta a no quedarme de brazos cruzados.

[Sombra]

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…Pero justo antes de poder tocar el libro sentí algo a mi espalda, algo puntiagudo. Levanté ambas manos como si me rindiera y me fui girando. Era evidente que quien era, ahora que no estaba concentrado buscando el libro podía notar sin problema su abrumadora presencia llena de luz.

—Cuánto tiempo, Nadhia —solté tranquilo con los brazos aún levantados.

Gracias al efecto de Visión Nocturna que había activado antes podía ver a la chica que en el pasado había sido mi amiga, mi única amiga, su mirada era seria y claramente esperaba una respuesta, una explicación sobre el motivo que me hacía estar allí en aquel momento. Incluso sin palabras podía notar que es lo que ella quería.

Sin duda yo había cambiado mucho desde que Kazuki me había encontrado en Mundo Inexistente... De no saber hablar con otras personas, de desconocer las “expresiones” ahora las conocía e incluso las comprendía.

—Si piensas que estoy volviendo a Tierra de Partida y pensaba sorprenderte esperándote aquí te equivocas —fue lo primero que dije a la joven para evitar malos entendidos, de todos modos aunque le dijese que estaba volviendo a Tierra de Partida sería imposible que me creyese. A pesar de que ahora ella me odiaba no quería mentirle, aunque obviamente mi tono de voz no mostraba aprecio hacia la joven. Solo frialdad—. Necesito que me entregues algo que tienes y me iré. Nada más.

Bajé mis brazos y con mi mano aparté suavemente su Llave Espada, no es que me gustase que la gente me apuntase con un arma precisamente.

[EspeYuna]

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Era real. Me puse en guardia, preparada para cualquier movimiento del encapuchado. Levantó los brazos, en señal de.. ¿rendirse? No, podía ser una trampa, no podía..

—Cuánto tiempo, Nadhia.

Mis ojos avellana contemplaron por primera vez en mucho tiempo el rostro de Ragun, escondido bajo sus ropajes. Su aspecto no había cambiado en absoluto, o puede que sí... siendo aprendiz y habiendo escuchado con atención las lecciones de Kazuki, era capaz de notar el poder de un rival... ¿o puede que fuese por lo que Ángel había mencionado? Fuese como fuese, sentí que Ragun no era el mismo en cuanto fuerza. De hecho, me superaba. Aunque no me extrañaba.

Mantuve mi rostro serio, aunque en mi interior, sentía unas ganas enormes de abrazar a quien fue mi primer amigo en aquella nueva vida que me otorgó Akio.

—Ragun...

—Si piensas que estoy volviendo a Tierra de Partida y pensaba sorprenderte esperándote aquí te equivocas. Necesito que me entregues algo que tienes y me iré. Nada más.

Bajó sus brazos, tocando con delicadeza a Ángel y apartándola con cuidado, sin violencia. No bajé la guardia... si pensaba que esas palabras me iban a hacer daño, se equivocaba.

Pero hacían tanto daño...

—No soy tan ingenua como crees.

Si él iba a usar la frialdad, seguiría aquel divertido juego de palabras intercambiadas entre un ente de luz y otro de oscuridad.

Pudo mover un poco a Ángel, pero llegó un momento en el que yo volví a ejercer fuerza, y no logró bajar de todo el arma.

—¿Acaso nunca te han dicho que entrar en el cuarto de otra persona sin su permiso es de mala educación?

Sí. Definitivamente, Tandy me había otorgado más que ánimos durante aquellos últimos días. No me iba a callar. No volvería a hacer el ridículo, ser la aprendiz débil e inexperta. Porque como Ragun, yo también había mejorado.

—¿Qué es lo que quieres? ¿Sólo pasas a ver a una vieja amiga para robar? ¿Acaso en Bastión Hueco no os enseñan buenos modales...?

Aprovecharía aquel momento para alzar de nuevo mi Llave-Espada, apuntando justamente a su barbilla. No era tonta, sabía que usaría su Llave-Espada Oscura para evadir a Ángel si se veía en problemas.

Pero, realmente.. ¿qué estaba consiguiendo con aquello? ¿Orgullo? ¿Satisfacción? ¿O simplemente, más dolor? ¿O es que quería amortiguar el que ya padecía con otros tantos recuerdos carentes de sentimiento?

[Sombra]

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http://www.youtube.com/watch?v=fEEhLIUeBpU

—No soy tan ingenua como crees —no pude evitar sonreír ante su declaración. ¿Ingenua? No, nunca había pensado eso de ella. Tal vez había pensado muchas cosas, pero aquella palabra no era una de ellas.

La chica ejerció fuerza con su brazo para volver a colocar su Llave Espada en posición. Podría haber hecho más fuerza para apartar y no permitir aquello, sin embargo no me resistí.

No porque tuviese miedo. Sino porque quería evitar llamar la atención. Si empezaba una pelea alguien nos escucharía y por tanto había la posibilidad de que un Maestro viniese y... Bueno, sería un problema para mí. Sabía de sobra que no me comparaba a ellos en cuanto a lo que poder se refería y me encontraba en territorio enemigo. Incluso si Ello controlaba mi cuerpo no le veía capaz de derrotar a un Maestro.

—¿Acaso nunca te han dicho que entrar en el cuarto de otra persona sin su permiso es de mala educación?

—Supongo que no tengo muchos modales por eso de haber vivido fuera de la civilización por seis años—contesté de una forma un tanto burlona sin mencionar que aquellos seis años fuera de la civilización era lo único que recordaba, aunque la tanda de preguntas de Nadhia no acababa ahí, claramente.

—¿Qué es lo que quieres? ¿Sólo pasas a ver a una vieja amiga para robar? ¿Acaso en Bastión Hueco no os enseñan buenos modales...? —la chica subió la punta de su llave espada hasta mi cuello tocando mi barbilla.

—”Armonía y Caos” —respondí simplemente, no iba a mentirle. No me apetecía—. Supongo que ese nombre se te hace familiar. La verdad es que te agradecería que me dieses el libro, al menos prestármelo para escanearlo y hacer fotocopias de él. Es un libro poco común, de esos que quizás solo quedan un par de copias en todo el universo, y tiene alguna información interesante, al parecer. De todas formas te lo devolvería en un par de días, no creo que tenga tanta importancia como para que haya motivos para quedárnoslo.

Miré a la chica unos largos segundos en silencio. Se le veía un poco más... “viva” que las veces anteriores que la había visto. Tenía una mirada diferente, más decidida.

Estar tan cerca tuya es vomitivo... Es repulsivo, me da asco.

Aquel fugaz pensamiento pasó por mi cabeza casi sin darme cuenta. No, aquel pensamiento no me pertenecía a mí.

—Quisiera hacerte una pregunta, antes de que digas algo —me adelanté a cualquier cosa que quisiese decir. Quería saber algo que acababa de recordar gracias a aquel pensamiento de Ello—. Aquel día, en las Islas me derrotaste. ¿Por qué no me llevaste contigo si era lo que querías?

[EspeYuna]

Dejé atrás la ironía que desprendía el tono de su voz, recalcando un nombre que me haría bajar la guardia durante una milésima de segundo, pero aún así volví a enderezarme.

“Armonía y Caos”. Enarqué una ceja cuando propuso devolvérmelo sin ningún problema tras hacerle una copia, incrédula a lo que escuchaba por parte de Ragun.

—¿Sabes? Desde que tengo uso de razón, no soy propensa a prestarle libros ni al mejor de mis amigos. No sé... acaban rotos, llenos de manchas, hojas arrancadas... “perdidos”... Y, si tiene una información tan valiosa, tendré que dar constancia de ello al Maestro Akio —dije, intentando provocar algún tipo de reacción en su rostro... otra vez. Realmente, era divertido encarar cosas con tanta soltura y sin miedo a hacer el ridículo—. Es más, debería ir a avisarle de tu visita, Ragun.

Nadhia, pareces... estar pasándotelo bien, ¿no?

Sonreí para mis adentros. Ángel se daba cuenta de que aquella nueva Nadhia, ni siquiera era la que se sentaba en el comedor junto a sus compañeros y Maestros. Era una tapadera. Pero sentía la necesidad de, por una vez, manejar la situación. No me extrañaba que incluso mi propia arma se sorprendiera de aquella nueva faceta mía.

—Pero no lo haré —dije, apartando un poco a Ángel, pero no la hice desaparecer. Mis cinco sentidos estaban puestos en cada uno de los movimientos de mi viejo amigo—. No tendría sentido, pues lo que quiero es mantener una conversación... tranquila. Como antaño.

La pregunta que hizo Ragun en el último momento me pilló desprevenida. Pero antes de poder caer en algún tipo de trampa, decidí comportarme como una adulta. Al fin y al cabo, Ragun seguía siendo Ragun. El detalle de las fotocopias me hacía ver que seguía conservando aquella inocencia.. aquella que el otro Ragun no podía arrebatarle.

—Te propongo un trato. Si prometes no desenvainar tu Llave-Espada, yo haré desaparecer a Ángel. Y te diré lo que pasó en las Islas. De paso, te dejaré echarle un vistazo a Armonía y Caos.

Me estaba metiendo en un buen lío. Poco a poco, la inocente e ingenua Nadhia volvía a resurgir de entre las cenizas. De hecho, ¿no estaba traicionando ya a Tierra de Partida, sin avisar de antemano? ¿Qué pasaba porque Ragun leyera unos meros escritos del libro? No iba a cambiar nada.. Ragun y yo seguiríamos siendo enemigos, pero... algo cambiaría. Podríamos aclarar algunas dudas, encontrar respuestas.

[Sombra]

—¿Sabes? Desde que tengo uso de razón, no soy propensa a prestarle libros ni al mejor de mis amigos. No sé.. acaban rotos, llenos de manchas, hojas arrancadas... “perdidos”.. Y, si tiene una información tan valiosa, tendré que dar constancia de ello al Maestro Akio —fue aquella su contestación ante mi petición. Bajé la mirada un tanto decepcionado—. Es más, debería ir a avisarle de tu visita, Ragun.

Tragué saliva en aquel momento y me mordí el labio. Obviamente mi expresión no debía dejar salir ni un ápice de miedo, sin embargo en mi interior, mi corazón latía a cien por hora. Si me pillaban allí sería de todo menos bueno y como último recurso podía romperle el cuello o tratar de dejarla insconciente. Todo fuese por mi supervivencia.

¿Qué debería decir en aquel momento? No sabía como contestar. ¿Pedirle “por favor” que no lo hiciera? Sonaría ridículo viniendo de mí. Pero me estaba arriesgando mucho haciendo eso y tampoco es que quisiese matarla.

—Pero no lo haré —continuó hablando quitándome un enorme peso de encima. Cerré los ojos suspirando de alivio y para más tranquilidad incluso retiró su espada de mi garganta—. No tendría sentido, pues lo que quiero es mantener una conversación.. tranquila. Como antaño.

—Entiendo.

—Te propongo un trato. Si prometes no desenvainar tu Llave-Espada, yo haré desaparecer a Ángel. Y te diré lo que pasó en las Islas. De paso, te dejaré echarle un vistazo a Armonía y Caos —propuso tras unos segundos de incómodo silencio.

Esta vez no hablé, tan solo asentí con la cabeza sin embargo, no podía fiarme del todo de ella. Estaba en una situación delicada en la que estaba a su merced. Dependía absolutamente de ella y su “buena fe”. Si me delataba estaba perdido, eso seguro.

Apostaba a que los de Bastión Hueco si encontrasen un intruso tampoco serían clementes. Era algo que tenía más que claro. Sin embargo, yo no me mancharía las manos con sangre de esos intrusos, no era algo que me interesase, de todos modos.

—No suelo incumplir mis promesas si no es estrictamente necesario —comenté cruzándome de brazos y apoyándome contra la pared en la que estaba la ventana de su habitación.

[EspeYuna]

Para mi alivio, Ragun se apoyó contra una de las paredes de mi cuarto, esperando de brazos cruzados y asintiendo levemente a mi petición.

No pude evitar sonreír. Sí, una sonrisa cálida surcó mis labios, transmitiendo felicidad a los ojos de Ragun, quizás confusos por mi comportamiento. Sin embargo, dándome cuenta de que me estaba dejando llevar por los sentimientos, evadí la mirada, haciendo desaparecer a Ángel Forjado.



—Pensé que... Nyx te contaría sobre lo sucedido. Es muy noble —dije, pero decidí que lo mejor sería evadir la parte en la que el otro Ragun, osado de maldad, golpeó al pobre animal, dejándolo presenciar cómo el cuerpo de su querido amo le propinaba una patada—. Verás, cuando... cuando mi flecha te atravesó, fui a socorrerte. Pero fue entonces cuando Ángel... e-esto... Ángel Forjado. Mi Llave-Espada —le expliqué, dándome cuenta que hasta ahora no le había “presentado” a mi nueva arma. O no, pues fue el primero en “saborear” de primera mano su poder—, me avisó de que algo te estaba sucediendo. Y fue entonces... cuando... ese monstruo apareció.

>> No sé qué es, pero ese ente de oscuridad controló tu cuerpo. Por un momento, escuchaba tanto tu voz como la suya. Comenzamos a luchar, y él parecía divertirse. Tanto es así que me otorgó un éter para seguir luchando sólo por placer a verme derrotada de nuevo. Y bueno, si no llega a ser por Akio, yo estaría muert...

Mi voz se apagó. No quería echarle en cara aquello, pero.. me parecía sorprendente que..

—¿No recuerdas... nada? —pregunté, preocupada— Akio me llevó consigo antes de que volvieses a despertar.

>> Aquel poder... era terrorífico, Ragun.

Me quedé en silencio, esperando su respuesta. Agarré con fuerza mi costado. Él no lo sabría, pero en él seguía habiendo pequeñas quemaduras que sus ataques propinaron en mi piel. Había pasado tanto tiempo, y las cicatrices seguían allí. Un poder tan grande... en un solo corazón.

[Sombra]

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Tal y como había dicho, Nadhia hizo desaparecer su Llave Espada. En aquel tiempo incluso su Llave Espada era diferente. Todavía recordaba aquel día que la había acompañado de compras...

El mismo día que Ello había aparecido.

—Pensé que.. Nyx te contaría sobre lo sucedido. Es muy noble —comentó. ¿Nyx? ¿Qué es lo que debía contarme? Clavé mis ojos en Nadhia interrogante, esperando la continuación de su historia—. Verás, cuando.. cuando mi flecha te atravesó, fui a socorrerte. Pero fue entonces cuando Ángel.. e-esto.. Ángel Forjado. Mi Llave-Espada —así que aquel era el nombre de su Llave Espada... No era un mal nombre para un arma que dejaba ver tal ingente cantidad de luz—, me avisó de que algo te estaba sucediendo. Y fue entonces... cuando... ese monstruo apareció.

Mi cuerpo se puso rígido como un resorte.

—Ese... ¿Monstruo? —en mi mente visualizaba a Ello, el morador de la oscuridad, de mi oscuridad. Aquel que intentaba hacerse con mi vida.

—No sé qué es, pero ese ente de oscuridad controló tu cuerpo. Por un momento, escuchaba tanto tu voz como la suya. Comenzamos a luchar, y él parecía divertirse. Tanto es así que me otorgó un éter para seguir luchando sólo por placer a verme derrotada de nuevo. Y bueno, si no llega a ser por Akio, yo estaría muert.. —palidecí en el acto al escuchar sus palabras, ¿muerta? ¿Eso iba a decir?

—Estás... Estás mintiendo... ¿No? —pregunté estúpidamente, era obvio que no mentía. ¿Cómo si no iba a saber algo como la existencia de algo de lo que evitaba hablar a toda costa?

Sí, ya había sido aquella misma noche dominado por él al fin y al cabo. Sino... Habría perdido contra Purplecat.

—¿No recuerdas.. nada? —interrogó a lo que negué con la cabeza— Akio me llevó consigo antes de que volvieses a despertar.

>> Aquel poder.. era terrorífico, Ragun.

Un largo silencio se hizo en la habitación. A pesar de haber abandonado Tierra de Partida no pretendía hacerme enemigo de nadie, solo alejarlos de mí. Matar... no quería volver a repetir lo mismo que había ocurrido en el incidente con la Armadura de Gárland.

—Sé que es terrorífico —asentí con la cabeza—. Incluso yo le tengo miedo —admití con una amarga sonrisa.

Me acerqué a Nadhia y con mi mano acaricié su cabello delicadamente.

—Hay muchas cosas que desconoces de mí, Nadhia. Creo que va siendo hora de que me conozcas de una vez por todas —aquella noche ella sería mi confidente, al parecer. Una pena que tuviese que aguantarme... Tal vez.

>>Yo ya era un Aprendiz de la Llave Espada antes de que perdiese mis recuerdos. Aquí, en Tierra de Partida. Sin embargo, a pesar de haber preguntado y buscado por registros los Maestros de aquí jamás pudieron responderme. Nadie me recordaba a pesar de recordar que alguien me había ofrecido una Llave Espada.

>>Fui recuperando algunos recuerdos. Pero en un momento dado... Durante la Copa Phil “Ello” apareció. Aquella vez hizo acto de presencia antes de que derrotásemos a un tipo llamado Nesso. Se burló de Fyk y... Sentí el deseo de asesinarle.

Levanté mi mano e invoqué mi Llave Espada Oscura. Estaba como siempre, sin embargo al concentrarme un poco... Su apariencia cambió, no era un cambio drástico. Era más bien como si hubiese cambiado de forma a una más fuerte, aunque tan solo era en apariencia ya que no notaba diferencia alguna respecto a su otra forma.

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—Al principio solo era eso, algunas veces sentía el deseo de acabar con la vida de aquellos que me incomodaban. Si era solo eso podía simplemente ignorar dichas ganas. Cualquiera puede renunciar a sus deseos al fin y al cabo. Pero entonces, por primera vez pude verle.

>>Fue una noche en la que tú y yo habíamos ido a Ciudad de Paso. Habíamos ayudado a unos niños y escapado de la muerte, aunque perdimos la consciencia. Durante aquel lapso, antes de despertar le vi. Se trataba de una persona hecha de Oscuridad, estaba rodeado de cadenas. Cientos de ellas, sujeto para que no pudiese liberarse. Sin embargo esas cadenas empezaron a debilitarse y dejaron una parte de su cuerpo libre.

>>Lo único que hizo aquella vez fue cambiar mi Armadura por otra diferente.

Reí por lo bajo.

—Aunque obviamente no se iba a quedar tranquilo solo haciendo eso —continué hablando alzando mi vista hacia el techo como si este fuese en realidad el firmamento—. Ello fue haciéndose más fuerte en mi interior. Sus poderes empezaron a pasarse a mí y a la vez... Cada vez lo siento “más cerca”. Tanto que siento que me estoy perdiendo a mí mismo... Su personalidad está suplantando a la mía, Nadhia. Yo desapareceré pronto por tanto, antes de que eso ocurra encontraré La Verdad. El lugar a donde pertenezco.

[EspeYuna]

Aquel mero instante en el que Ragun mostró una amarga sonrisa.. volví a encontrarme con mi mejor amigo. “Incluso yo le tengo miedo”, dijo.

—Ragun... —murmuré, sorprendida porque la misma Estocada Oscura mostrara el pavor que sentía por... ¿Ello?, a través de sus palabras, perdidas en la oscuridad de mi cuarto.

Me senté en la cama, esperando escuchar su historia, tras que él acariciara mi pelo con sus frías manos. Un gesto muy cálido, proviniendo de alguien tan reservado como lo era Ragun.



—Hay muchas cosas que desconoces de mí, Nadhia. Creo que va siendo hora de que me conozcas de una vez por todas.

—Te escucho. Sabes que puedes confiar en mí.

Por supuesto. Nuestra amistad no se había roto. Simplemente, jugábamos nuestros papeles en aquel universo. Yo era Aprendiz de Tierra de Partida, él de Bastión Hueco. Pero no habíamos dejado de lado nuestro compañerismo. Aquel día, en Islas del Destino... él no pretendía acabar conmigo. Intentaba quitarme de en medio, pues yo le estaba obligando a volver, en contra de su voluntad. Temiendo por su vida, por perderle, pero... hasta entonces no me di cuenta de lo egoísta que fui.

Escuché atentamente la historia que me contaba Ragun. Una sorpresa tras otra.. ¿Ragun había sido aprendiz antes? ¿Alguien le había concedido el mango de su Llave-Espada tiempo atrás, antes que Kazuki? ¿Pero quién? Si no era de Tierra de Partida, ¿quizás de Bastión Hueco? Aunque por su expresión, supuse que todavía no lo había averiguado, así que permanecí en silencio, recalcando que era la primera vez que Ragun abría su corazón... y me transmitía unos sentimientos tan humanos.

—Así que durante la Copa Phil comenzaste a experimentar aquello, las ganas de... “matar” —apoyé mis manos en las piernas, entrelazándolas y mirando fijamente al suelo. Por un momento, cuando vi que Ragun invocaba su Llave-Espada Oscura, me estremecí. Pero sabía que él no atacaría. Me había hecho una promesa. Ragun la hizo cambiar un poco de aspecto, concentrado en ella—. ¿Eh? ¿También en Ciudad de Paso? ¿Cuando estuvimos con Kit? … ¿c-cadenas?

No pude evitar recordar el cómo conseguí a Ángel Forjado. Las cientos, miles de cadenas de oro que sujetaban a Aguacero, apagada y sin vida, provocado por mi insensatez, mi tozudez.. habían formado parte de mí desde entonces, conectando mi corazón con el poder de Ángel y otorgándome nuevas habilidades.

Pero estaba claro que el concepto de “cadena” era diferente para los dos. Para mí, era un poder característico de mi Llave-Espada. Para Ragun, esas cadenas suponían el encerrar a aquel monstruo dentro de él. Una especie de sello.

Alcé la cabeza al escuchar una pequeña risa de mi amigo, despertando ironía en su voz.

—Aunque obviamente no se iba a quedar tranquilo solo haciendo eso —Ragun alzó la vista al techo, como si ambos volviésemos a estar en los jardines de Tierra de Partida, contemplando las estrellas—. Ello fue haciéndose más fuerte en mi interior. Sus poderes empezaron a pasarse a mí y a la vez... Cada vez lo siento “más cerca”. Tanto que siento que me estoy perdiendo a mí mismo... Su personalidad está suplantando a la mía, Nadhia. Yo desapareceré pronto por tanto, antes de que eso ocurra encontraré La Verdad. El lugar a donde pertenezco.

—¡No!

Me levanté de la cama, asustada. El simple hecho de que Ragun desapareciera.. había aceptado —a medias— su decisión de seguir siendo aprendiz en Bastión Hueco durante unos segundos, pero.. ¿qué se suponía que podía hacer, si el mismo Ragun iba a desaparecer tras dar paso a una vil criatura de oscuridad?

—¿Y por qué... no luchas? ¿Acaso... te vas a quedar de brazos cruzados hasta que te consuma? —pregunté. Necesitaba respuestas de Ragun— ¿Vas a permitir que esos seis años en soledad se desvanezcan? ¿Esos días en Tierra de Partida? ¿Esas batallas que costaron tanto?

>> Yo... no quiero que desaparezcas. Xefil tampoco querría, ni Fyk... seguro que el Maestro Kazuki tampoco. Recuerdo algo que me dijo ese ente: “¿Quién te dice que yo no soy el verdadero dueño de este cuerpo?”. Ahora que me has explicado esto, todo tiene sentido. Ragun... ¿qué quieres realmente? ¿De verdad quieres volver al lugar al que perteneces? ¿Ser un ser sin sentimientos, consumido, el cual se ríe cruelmente tras intentar acabar con una amiga y propinarle una patada a Ny...? ¡Oh!

¡Maldición! ¡Se me escapó! Pero... si él sabía la verdad, quizás... cambiase de idea. Lucharía por no convertirse en aquello que tanto le daba miedo.

—Sí, aquel día... Nyx perdió la consciencia tras ser golpeado por Ello. Por ti, Ragun, el can se abalanzó a tu pierna, en señal de hacerte recapacitar, despertar. Sé que quieres mucho a Nyx. Recuerdo como peleaste con aquellas trampas en el bosque donde lo encontramos, sólo por salvarle. ¿Te gustaría perderlo...?

>> Ragun, déjame ayudarte. No quiero perder a mi mejor amigo.

De pronto, unas lágrimas traicioneras surcaron mis mejillas, cayendo en mis manos y deslizándose por ellas.

—¡No quiero que eso pase!

Tan patética. Llorar de nuevo. Pero no quería volver a perderlo. Incluso si volvía a Bastión Hueco... prefería mil veces que estuviese allí, siendo él mismo, a que se viese consumido por un monstruo... borrando su existencia.

No aguanté. Pensé que era fuerte, pero mis sentimientos brotaron al exterior, haciéndome parecer ridícula, rompiendo aquella barrera que había ido levantando conforme Ragun había mostrado frialdad conmigo. Llorando como una cría, me abalancé sobre Ragun y le abracé con todas mis fuerzas. Me quedé ahí, sin saber qué hacer para ayudarle. Si tan sólo... supiese cómo acabar con aquella pesadilla.



—Tu lugar pertenece aquí, con tus amigos. Con las personas que te quieren.

>> Yo no quiero que Ello regrese. Quiero que Ragun se quede.

[Sombra]

—Así que herí incluso a Nyx... —susurré a medida que la chica hablaba—. Es imposible luchar contra Ello. Es algo que está dentro de mí. ¿Acaso es posible el evitar que cuando una enfermedad ha entrado a ti evolucione? Pues esto es algo similar. Acabaré desapareciendo tarde o temprano.

Lo tengo asumido.

—¡No quiero que eso pase! —exclamó Nadhia. Hasta aquel momento no me había dado cuenta, pero ella estaba llorando. Varias lágrimas se deslizaban sigilosas sobre sus mejillas para caer finalmente por su barbilla.

—No es algo por lo que querer que no pase signifique que no vaya a pasar —contesté, pero ella no me escuchó.

Se lanzó contra mí, no para atacarme, no. Para abrazarme. Permanecí paralizado sin saber como responder a aquello. Odiaba admitirlo, pero estaba muy nervioso.

—Tu lugar pertenece aquí, con tus amigos. Con las personas que te quieren.

>> Yo no quiero que Ello regrese. Quiero que Ragun se quede.

—¿Y haceros daño? ¿Poneros en peligro a todos? Lo mejor para mí es desaparecer, alejarme de todos vosotros —levanté un poco mis brazos y respondí al abrazo de la chica—. No puedo arriesgar así vuestras vidas.

¿Qué es lo que quería hacer realmente? Me era imposible saberlo, en mi cabeza había un caos. Recuerdos en Tierra de Partida que se sucedían. Una gran parte de mí me decía que debía quedarme allí, en Tierra de Partida y no volver jamás a Bastión Hueco, pero otra parte me decía que no debería hacerlo.

Allí tal vez pudiese encontrar la clave para evitar desaparecer.

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Tal debilidad... Me da asco....

…Librate de ella...

...Tan molesta...

Mis brazos empezaron a llenarse de manchas negras. Notaba que Ello había vuelto, estaba allí. Pero por algún momento no podía moverme... No podía decir nada.

No es que no quisiese hacerlo... Simplemente no podía.

Porque Ello acababa de dominar mi cuerpo.

Una energía más negativa que cualquiera que pudiese imaginar empezó a brotar de mi cuerpo similar a un aura, cada vez más grande y de pronto, tan solo unos segundos después... explotó como una onda expansiva de pura oscuridad.



Nadhia y cualquier cosa cercana salió disparada contra la pared más cercana sin piedad.

¡No!

—¡Nadhia! Y-yo... —no pude evitar tartamudear asustado ante lo que acababa de hacer—. Lo mejor será que no nos volvamos a ver nunca más.

¿Y por qué no? Sería divertido volver a jugar con ella...

Agarré mi cabeza con mis manos. Las marcas volvían a aparecer por mi cuerpo y mis ojos ya brillaban como los de un sincorazón, estaba perdiendo la consciencia, y aquello era un mal augurio.

Rugí con fuerza cual bestia sacada de lo más profundo del averno, no me importaba que un maestro pudiese escucharme, prefería esforzarme por evitar hacerle más daño.

Tras unos momentos las manchas empezaron a desaparecer nuevamente junto a aquel brillante color amarillo que emitían mis ojos.

Ello había vuelto a mi interior... Nos había dejado en paz por aquel momento, pero volvería si permanecía allí. Observé a Nadhia tras unos instantes, después de sentir que se estaba apaciguando por el momento...

—Será mejor que me vaya —fue lo único que dije haciendo amago de subirme al marco de la ventana para saltar desde allí.

[EspeYuna]

—¿Y haceros daño? ¿Poneros en peligro a todos? Lo mejor para mí es desaparecer, alejarme de todos vosotros —entonces por fin lo entendí. Ragun me rodeó con sus brazos, correspondiendo a aquel momento en el que no me apartaba de él. Él nunca había querido marchar a Bastión Hueco por descubrir la Verdad de la que hablaba Ryota. No buscaba poder siquiera. Es más, ya disponía de éste. Lo único que deseaba era alejarse de todos los que quería antes de que Ello se dispusiera a hacernos daño. Así que era eso.. sonreí entre lágrimas, hundiendo mi rostro en su pecho—. No puedo arriesgar así vuestras vidas.

Pero fue entonces cuando sentí algo a nuestro alrededor. Un aura diferente a la de Ragun, una efímera penumbra en su corazón... y de repente, me vi golpeada por un ente extraño, proveniente de Ragun.

Cuando me di cuenta, me hallaba en el suelo, tras haberme golpeado la espalda y la cabeza contra la estantería de mi cuarto. Todo me daba vueltas, pero bien sabía quien era el culpable de aquel ataque.

Me intenté levantar como pude, y alzando la mirada, encontré los ojos de Ragun clavados en mí: por primera vez pude notar miedo en su mirada. Me observaba pálido, aterrorizado. Pequeñas manchas negras asomaban por sus manos. Sí, Ello había reaccionado ante mi presencia... como la otra vez.

—¡Nadhia! Y-yo... —escuché su voz quebrada, mientras hacía ademán de levantarme—. Lo mejor será que no nos volvamos a ver nunca más.

—Ragun, tranquilo. Sé que no has sido tú... estoy b-...

Mi amigo rugió, llevándose las manos a la cabeza, en señal que estaba luchando por mantener la cordura.

—Será mejor que me vaya.

—¿¡A dónde crees que vas, kupó!?

El aturdimiento que se había formado en mi cabeza se esfumó al escuchar la voz de Tandy en el cuarto. Se colocó frente mía, defendiéndome y lanzando una fulminante mirada a Ragun.

—¿Así que tú eres Ragun, tan, tan? ¡Te vas a enterar de lo que es bueno, kupó! ¡Pagarás por haberle hecho daño a Nadhia, tan, tan, taaaan! ¡Perl-...! ¡!

Agarré a Tandy por sus alas, provocando que aquel hechizo jamás fuese conjurado. Lo estrujé entre mis brazos, intentando tranquilizarle.

—¡Tandy, calla, por favor! —temía que algún Maestro o compañero descubriera a mi amigo... y en ese estado, no era el mejor de los momentos— Estoy bien, no te preocupes. Él no tiene la culpa, no...

—V-Vale... kupó... ¿pero por qué, tan..?

—Ragun, sé que tú no has tenido nada que ver. Soy luz, es normal que a Ello no le agrade mi mera presencia a tu alrededor. Escúchame, sé que tienes miedo, y que estás cansado y confuso —me acerqué de nuevo a él, teniendo sumo cuidado. Sus ojos alternaban a un amarillo intenso, los de un sincorazón. Pero no me acobardé. Seguí acercándome, hasta posar mis manos en sus hombros—. Pero si eres capaz de controlarlo ahora, aunque sea por unos segundos, eso quiere decir que existe una forma de hacerle frente y que ese control sea permanente.

Yo no lo sabía, pero mi aspecto decía mucho para que mi amigo se asustara de sí mismo. Una pequeña gota de sangre surcó mi frente debido al golpe que me había dado contra la estantería. Pero aquello no importaba.

En aquel momento, Ángel escuchó un pequeño pensamiento, fugaz, pero dejó escapar su opinión, apoyándome:

Si crees que es lo correcto, no tienes por qué tener miedo. Yo estaré contigo.

—Tandy, nos vamos.

—¿¡N-Nadhia, tan, tan!? ¿A dónde, kupó?

—Con Ragun, a un lugar seguro. No voy a permitir que se vaya a Bastión Hueco así. Ni tampoco voy a dejar que lo descubran aquí en Tierra de Partida.

>> Ahora lo que más me importa es su seguridad. Sé que Fyk lo comprendería, y el Maestro Kazuki también. Creo incluso que el pequeño Fyk nos echaría una mano, pero no voy a dejar que cargue con más responsabilidades.

Invoqué a Ángel Forjado, en señal de que me iba con Ragun, preparándome para invocar mi Glider.

El primer sitio en el que pensé fue Ciudad de Paso, junto a Merlín. Quizás el viejo mago nos ofreciese refugio y consejo.

[Sombra]

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—¿¡A dónde crees que vas, kupó!?

¿Quién? ¿Mogara?

No, aquella voz no era de la Moguri a la que Nadhia siempre había estado tan apegada. Y el aspecto de él no era el de aquella critura tampoco. Era un Moguri, sí. Pero con... ¿orejas de conejo?

—¿Así que tú eres Ragun, tan, tan? ¡Te vas a enterar de lo que es bueno, kupó! ¡Pagarás por haberle hecho daño a Nadhia, tan, tan, taaaan! ¡Perl-...! ¡!

—¡!

Levanté mis manos para protegerme, pero el ataque mágico nunca llegó. En su lugar, Nadhia lo había parado a tiempo evitando que cojurase el hechizo por completo.

—¡Tandy, calla, por favor! Estoy bien, no te preocupes. Él no tiene la culpa, no... —me defendió. ¿Por qué lo hacía? No tenía sentido proteger a alguien como yo.[/b][/color]

—Que estás bien dices... Es obvio que no lo estás. ¡Estás sangrando!

—Ragun, sé que tú no has tenido nada que ver. Soy luz, es normal que a Ello no le agrade mi mera presencia a tu alrededor. Escúchame, sé que tienes miedo, y que estás cansado y confuso —la chica dio unos pasos hacia mí. Dentro sentí como me ardían las entrañas. Me sentía furioso, Ello hacía que estuviese enfadado con todo y odiase a Nadhia. Sentía aquel odio tan grande contra cualquier vida. Pero no, no iba a ceder facilmente—. Pero si eres capaz de controlarlo ahora, aunque sea por unos segundos, eso quiere decir que existe una forma de hacerle frente y que ese control sea permanente.

—No será permanente si no lo elimino de mi interior.

—Tandy, nos vamos.

—¿¡N-Nadhia, tan, tan!? ¿A dónde, kupó?

—Con Ragun, a un lugar seguro. No voy a permitir que se vaya a Bastión Hueco así. Ni tampoco voy a dejar que lo descubran aquí en Tierra de Partida.

>> Ahora lo que más me importa es su seguridad. Sé que Fyk lo comprendería, y el Maestro Kazuki también. Creo incluso que el pequeño Fyk nos echaría una mano, pero no voy a dejar que cargue con más responsabilidades.

—¿Estás loca? ¡Te harás daño! Podría matarte en cualquier momento.

Nadhia estaba decidida, se lo notaba. Incluso había materializado su llave espada dispuesta a ir conmigo si o sí.

No queda más remedio pues...

—Lo siento, Nadhia. No puedo dejar que vuelva a hacerte daño. Así que... adios. ¡Evasión Sombría!

Una especie de mancha negra se formó bajo mis pies y empecé a hundirme en el suelo para evitar que la chica pudiese seguirme.

[EspeYuna]

—¿Estás loca? ¡Te harás daño! Podría matarte en cualquier momento —exclamó Ragun, completamente en desacuerdo con mi decisión. Pero no le haría caso.

—Ragun, no voy a dejar que sufras esto tú solo. No pienso tolerar que Ello... ¿¡Ragun!?

—Lo siento, Nadhia. No puedo dejar que vuelva a hacerte daño. Así que... adiós. ¡Evasión Sombría!

¡No, no, no!

¡Nadhia, usa mi poder!

—¡Destino Enlazado! —exclamé cuando ciertas palabras asomaron por mi cabeza, sin previo aviso y gracias al poder de Ángel Forjado.

De pronto, las cadenas que colgaban de su mango, a modo de llavero y restos de lo que fue en su día la prisión de Aguacero, tomaron forma, multiplicándose y rodeándome. Deseando que Ragun no se fuese de allí, y como si no fuese la primera vez que usaba aquella peculiar habilidad, las cadenas de luz rodearon el cuerpo de Ragun, atrapándolo.

Era un poder extraño y útil, muy útil. Por lo que presencié, Ragun ya se hallaba medio hundido en su habilidad, pero las cadenas evitaban que Evasión Sombría se ejerciese finalmente.

Ragun cayó al suelo, y desesperada por retenerlo, me arrodillé y coloqué encima suya, cogiendo a Ángel con una mano y agarrando las cadenas de Destino Enlazado por otro.

No le iba a soltar. No podía, si no él... ¿qué pasaría si le dejaba a merced de Ryota? Sabía que el Ragun de siempre no quería esa clase de Sabiduría, la Verdad Absoluta, pero... ¿Ello?

—¡Ugh! —a pesar de todo, mi fuerza era poca si Ragun forcejeaba, pero no desistí— Ragun, por favor... déjame ayudarte.

—N-Nadhia, kupó.

Tandy se hallaba volando en una esquina, estudiando la situación. Parecía dispuesto a salir volando hacia la habitación más cercana, avisar a alguien cercano a mí, como Fyk, Xefil o Light.. pero sabía que nuestro pacto le impedía hacer algo en contra de mi voluntad. En cierto sentido, aquello fue útil para que permaneciera inmóvil y no cometiese ninguna estupidez.

En ese momento, era yo quien manejaba la situación.. ¿o no?

—Ragun, por favor. Lucha... no te rindas.

[Sombra]

—¡Destino Enlazado! —con esas dos simples palabras mi cuerpo se vio rodeado por cadenas, cadenas de luz. Resistentes como las armaduras que usábamos nosotros, los portadores, veloces como la propia luz y... Peligrosas como una daga envenenada.

Y aquella sensación de peligro fue lo que le hizo volver de nuevo.

—Debería haberte matado en cuanto tuve la ocasión, perra —fue lo que salió de los labios de su amigo en cuanto este cayó al suelo al haberse cancelado la habilidad que estaba a punto de hacer. Las manchas negras volvieron a aparecer por su rostro y sus ojos se estaban volviendo del característico brillo de los sincorazón. Su mirada mostraba furia, odio y sobre todo... maldad.

—Ragun, por favor lucha... no te rindas... —suplicó Nadhia tirada sobre el cuerpo del muchacho tratando de que sus palabras le llegasen al Ragun que tanto aprecio le tenía.

—¿Luchar? ¡No me hagas reír, estúpida! —contestó enfadado aquel ser—. El que se hace llamar “Ragun” no es más que una Inexistencia. Nunca ha existido como persona. Solo nació porque este cuerpo no tenía recuerdos y necesitaba una “consciencia” para seguir existiendo. Su destino ahora es caer en el olvido.

Incluso estando completamente inmovilizado el cuerpo de Ragun empezó a agitarse para así poder ponerse en pie librándose de la chica que estaba sobre él. Miró por encima del hombro a Nadhia y sonrió.

—No tenéis oportunidad de pararme pues yo soy el Elegido de la Oscuridad. El dueño del arma legendaria —se refirió a la Llave Espada Oscura—. ¿Cuánto crees que estas cadenas tardarán en corromperse al estar en contacto conmigo?

>>La Luz genera sombras, pero las sombras no generan luz. Es por eso que alguien como tú jamás podría vencerme. Yo que tú me olvidaría de esa simple Inexistencia. Lo digo por tu bien. ¿Qué me dices? No te mataré con la condición de que nunca jamás vuelvas a buscarle.