[Castillo de los Sueños] Cordialmente invitado

Encuentro de Xefil y Nadhia

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Re: [Castillo de los Sueños] Cordialmente invitado

Notapor EspeYuna » Vie Ene 17, 2014 2:05 am

Clara retrocedió, con una mueca de terror al ver como el brazo del aprendiz comenzaba a arder y echar humo. Y emitió un grito ahogado cuando la cama se empapó de sangre.

¿Cuánta? No lo sabía. Pero, a pesar de considerarse una doncella fuera de lugar, aquella imagen de las garras y alas de Xefil le había impactado.

¿Qué… qué eres…?

Para nada la muchacha se habría podido imaginar el poder que ocultaba el aprendiz. Aterrada de que sus poderes no hicieran el mínimo efecto en él, la joven se vio empotrada contra la pared, gritando del dolor que le recorrió la columna. Parecía como si se hubiese roto todas las vértebras. Puso sus "delicadas" manos sobre la garra de éste, pero emitió otro chillido cuando se las quemó al contactar con ésta. Experimentando un aplastamiento mortal, la “inocente” Clara forcejeó, pero de poco le serviría.

Porque había despertado la ira de Xefil. Y con ello, la ira de la Bruja Eterna.

Dónde. Está. Nadhia. ¡¡Contesta!!

¡Suelta, demonio! ¿Por qué… con ese poder… te preocupas por alguien como ella, eh?

Parecía que la joven, más que asustada, no comprendía la furia que emanaba Xefil a través de la sangre mágica.

¡Una simple mortal no puede ser…! —rugió, en afán por usar de nuevo sus poderes contra la abominable extremidad de Xefil.

Detente, Clara.

Entonces, tras la ventana de la habitación, surgió un hombre. De larga cabellera, recogida en una elegante coleta, y con ropas propias de aquel mundo, se apresuró en entrar al cuarto, hablando con tutela a Clara, mas no con crueldad. Parecía conocerla, y le pedía con un gesto de sus manos que mantuviera la calma.

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¡¡Tú!! ¿¡Qué haces tú aquí!?

Clara, escúchame. Tu hermana… ya no está entre nosotros. Tienes que asumirlo.

La joven alternó su mirada entre ambos presentes. Tras el hombro de la cara nueva, un peludo rostro familiar observaría a Xefil en la distancia, con una expresión sumida en la preocupación… y en el miedo. No era otro que Tandy.

Xefil, kupó… le encontré… a Saron, tan, tan.

¡Mi hermana está dentro de ese broche! ¡¡Ese sucio broche que le dio tu… tu…!!

Clara, escúchame… dime dónde tenéis a esa muchacha. Ella os puede ayudar, no debéis…

¡Lárgate de aquí!

No, Clara. No me iré hasta que me escuches. Por favor… sólo quiero ayudaros.

>> Él no os quiere, como yo os amé a todos.

¡¡Ya basta!!

De pronto, la muchacha brilló por sí sola y en un instante desapareció, dejando atrás un puñado de plumas de brillante color celeste.

Xe...Xefilón, tan…

El moguri, algo temeroso, se acercó al Xefil poseído por la ira de la Bruja Eterna. Pero valiente, decidió acercarse a él todo lo posible para tranquilizarlo.

Lord Saron quiere ayudarnos… ¿dónde… está Nadhia, tan, tan?

>> Tranquilo…

Una de las patitas del entrañable moguri se posó en la mano humana de Xefil.

Por otro lado, el supuesto Saron se agachó al suelo para recoger una de las plumas que habían caído de aquella muchacha, Clara.

¿Quiénes eran? ¿Y qué querían de Nadhia?

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Nunca dejaréis de sorprenderme, Caballeros de la Llave-Espada —pronunció el señor, acercándose a un Xefil, seguramente, algo más calmado gracias a Tandy y su tacto—. Sois capaces de portar un arma que conlleva una gran responsabilidad a vuestras espaldas. Y, a pesar de ello, seguís cargando con más pesares.

>> Muchacho, ¿Xefil, no es cierto?

>>> Tranquilo, soy un amigo. Este pequeño, Tandy, no ha dejado de hablar de ti y de su amiga, Nadhia.

Su rostro tornó serio, buscando no ser atacado por las garras de la Locura, algo que se escapaba a su saber.

Relaja el cuerpo, el corazón… así es. Piensa en momentos felices. Deja que el odio se vaya.

Pero parecía saber de aquel tipo de posesiones. Aquellas que estaban relacionadas con los portadores. Y no parecía sorprenderle en absoluto el estado de Xefil.

He visto tantas cosas en mis viajes… tranquilo, no es ni será la primera vez que haya visto algo como esto.

>> Sois más vulnerables, pero también tenéis una fortaleza que cualquier monarca desearía. Bien así lo fue Cédric en su vida.
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Re: [Castillo de los Sueños] Cordialmente invitado

Notapor Zee » Vie Ene 17, 2014 2:24 am

¿Por qué… con ese poder… te preocupas por alguien como ella, eh?

No comprendí muy bien la cuestión que alzaba. Ladeé mi cabeza, como un animal que no entiende lo que se le presenta al frente. ¿Por qué me preocupaba por Nadhia? Bueno, si la respuesta a aquello era bastante obvia:

Porque ella es especial para mí. Me importa —iracundo, apreté los dedos de mi mano libre, aumentando el poder de la AntiGravedad sobre Clara—. Y mucho.

¡Una simple mortal no puede ser…! —exclamó la chica, intentando usar de nuevo sus habilidades contra mí. En vano. Un cosquilleo en mi garra me hizo saber que, aunque lo intentaba con un gran afán, la magia de la Bruja era mucho más poderosa que la suya.

Aquel poder… no se comparaba con el que me había prestado en la batalla contra Wix. Ni siquiera cuando me enfrenté a Orpheus y la Reina del Crepúsculo, Dusk. Era… mucho más. La sensación que recorría mis venas era tan vigorizante, tan agradable…

Soy el Monarca de la Locura. Soy el Mago Eterno —murmuré, sin siquiera pensarlo, mientras una sonrisa tétrica se me dibujaba en el rostro. Y aquella sensación, de autodenominarme un título, de saberme importante y poderoso… me agradó sobremanera.

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Detente, Clara.

Una voz extraña pronunció aquellas palabras a mis espaldas. Giré mi cabeza para contemplar a quien había sentenciado aquella orden. Para mi sorpresa, era alguien que había decidido entrar por la ventana (curioso, pues estábamos varias plantas por encima de los jardines). Era un hombre, igual de elegante que Arthur y Clara, con un largo cabello recogido en una cola de caballo.

¡¡Tú!! ¿¡Qué haces tú aquí!? —quiso saber la joven. Aunque el hombre sí le respondió, le advertí con un empujón de mi hechizo que lo mejor que podía hacer era guardar silencio.

Clara, escúchame. Tu hermana… ya no está entre nosotros. Tienes que asumirlo.

Para mi sorpresa, aquel hombre no era el único que había arribado a la habitación. Sobre su hombro se asomó alguien más: una carita pequeña y peluda, extrañamente expresiva para un animal.

Vaan…

Xefil, kupó… le encontré… a Saron, tan, tan.

Tragué saliva. Avergonzado, miré la garra que cubría mi antebrazo.

¿Es… es él? —pregunté, ocultándomela detrás de la espalda, como si quisiera convencerme a mí mismo de que Vaan, al no verla más, se olvidaría de su existencia—. Hiciste un buen trabajo, amigo.

Bajé la guardia por unos instantes y el hechizo que aprisionaba a Clara se disipó. Arrastrada por un eje de gravedad normal, la chica se deslizó por el muro hasta caer al suelo.

¡Mi hermana está dentro de ese broche! —apuntó, furiosa— ¡¡Ese sucio broche que le dio tu… tu…!!

Clara, escúchame… —volvió a pedir Saron, más atento que autoritario— Dime dónde tenéis a esa muchacha. Ella os puede ayudar, no debéis…

¡Lárgate de aquí! —rugió la chica. Lord Saron no perdió el control pese a la actitud de la joven y una vez más, intentó aproximarse a ella:

No, Clara. No me iré hasta que me escuches. Por favor… sólo quiero ayudaros.

>>Él no os quiere, como yo os amé a todos.


¡¡Ya basta!!

Me di cuenta que fue un error bajar la guardia. Extrañado y curioso como me había encontrado ante la presencia de Lord Saron, me permití perder de vista a Clara. Y aquello, desgraciadamente, había sido un grave error. Aprovechando que la había liberado de mi conjuro, la joven despidió una blanca luz por cada poro de su piel. Y luego, de una manera silenciosa y elegante, simplemente desapareció.

Rugí más que enfadado al advertir que la había perdido para siempre. Sin ella y sin su hermano, no había manera de encontrar a Nadhia pronto. Furioso, rasgué el muro con mi garra, como si así fuese capaz de interceptarla. Lo único que gané, sin embargo, fueron cuatro profundas marcas en la pared.

Xe… Xefilón, tan…

Saqué la garra del muro de un tirón al escuchar aquel estúpido sobrenombre. Me di la vuelta con un amplio giro, con el cual danzaron los cristales que colgaban de mis alas, y contemplé con mis bestiales ojos a Vaan:

¡¡Qué!!

Me arrepentí casi al instante. La misma expresión de terror que había contemplado en el rostro de la joven Clara la exhibía el rostro del pequeño moguri. Me llevé la garra a la cabeza, despeinándome y haciéndome varios rasguños en la coronilla, intentando calmarme. Cerré los ojos y me concentré en controlar mi respiración, la cual era más acelerada de lo que recordaba. Mi brazo ardía.

De pronto, sentí el calor de alguien más en mi mano humana. El pelaje y el tamaño me revelaron que se trataba de Vaan, quien pese al miedo se había acercado a mí para intentar tranquilizarme.

Lord Saron quiere ayudarnos… ¿dónde… está Nadhia, tan, tan?

Nadhia está… —musité, haciendo la cabeza a un lado para que no me mirase si llegaba a separar mis párpados—. ¡No lo sé, no lo sé, maldita sea!

Tranquilo…

¿¡Tranquilo!? —rugí, abriendo los ojos y clavándolos en Tandy. El moguri hizo ademán de retroceder, pero al final no lo hizo y en su lugar me apretó la mano con más fuerza.

Nunca dejaréis de sorprenderme, Caballeros de la Llave-Espada —halagó el presunto Lord, acercándose hacia Tandy y yo. Detrás de él se encontraba el espejo del tocador, el cual de alguna manera había terminado por agrietarse. Y entonces reparé en el par de espectros que habían brotado de mi espalda. Asustado por aquella visión, solté a Vaan en un instante y retrocedí hasta pegar la pared a mi espalda—. Sois capaces de portar un arma que conlleva una gran responsabilidad a vuestras espaldas. Y, a pesar de ello, seguís cargando con más pesares.

>>Muchacho, ¿Xefil, no es cierto?


N-no… No estoy seguro… ahora —confesé, contemplando con horror la garra que cubría mi antebrazo. ¿Cómo la había usado con tanta naturalidad, como si hubiese sido parte de mí? ¿Por qué no me había asustado al ver toda esa sangre…? La toqué con el índice de la otra mano. Era rígida y al tacto se sentía como un hueso.

Tranquilo, soy un amigo. Este pequeño, Tandy, no ha dejado de hablar de ti y de su amiga, Nadhia.

S-sí, estoy seguro, yo… —el cuerpo me comenzó a temblar; y realmente no supe por qué. Intentando disfrazar el miedo que se asomaba en mi respiración, me llevé la mano a la boca. Evidentemente, la que moví fue la equivocada, y sólo logré hacerme un amplio corte que me recorrió toda la mejilla. Al instante aparté la garra y me quejé con grito enmudecido.

Relaja el cuerpo, el corazón… —indicó de pronto Lord Saron, provocando una sorpresa en mí, digna de señalar—. Así es. Piensa en momentos felices. Deja que el odio se vaya.

Al principio me mostré un poco cauteloso ante su actitud. Sin embargo, el líquido carmesí que corría por mi mejilla me recordó lo sencillo que había sido dañar. No había tardado más que unos segundos para aprisionar a Clara contra el muro, a Tandy lo había espantado como si yo fuese un monstruo, e incluso me había hecho daño a mí mismo accidentalmente. Aquel poder era peligroso, tanto para mí como para los que me rodeaban.

He visto tantas cosas en mis viajes… tranquilo, no es ni será la primera vez que haya visto algo como esto.

>>Sois más vulnerables, pero también tenéis una fortaleza que cualquier monarca desearía. Bien así lo fue Cédric en su vida.


Saron tenía razón. Tenía que cargar con aquella responsabilidad. Siguiendo sus consejos, cerré los ojos e intenté normalizar mi respiración. Y, como él pidió, pensar en momentos felices…

Hay tantas cosas en mi vida que me hacen feliz. Cosas simples como bajar al comedor por la mañana y toparme con que han preparado mi pastelillo preferido; o cosas tan complejas cómo contemplar la sonrisa gratificante de un Maestro tras un entrenamiento. Muchas, muchísimas cosas que van desde mi infancia hasta los últimos instantes pasados en mi habitación en Tierra de Partida,

Tantas cosas y todo lo que en ese momento pude pensar fue “Nadhia”.

La determinación con la que blandía a su Llave-Espada durante su entrenamiento, la entusiasta atención que había prestado cuando le había hablado de mi mundo, la adorable vergüenza que había exhibido cuando Mogara le ofreció el vestido, los nervios que había apreciado en su rostro y en la mano que tomaba la mía mientras bajábamos las escaleras, las sonrisas que nos sacábamos el uno al otro a la par que intentábamos bailar entre aquella multitud…

Y cuando estuvo tan cerca de mí y había tenido ganas de besarla…

Cuando miré de nuevo a aquel espejo, unos ojos marrones me devolvieron la mirada. No quedaba más rastro en mí de aquel terrible episodio que la sangre que goteaba por mi frente y mi mejilla.

Se me escapó un suspiro de alivio. Aquel… aquel no había sido yo, estaba seguro.

Lo siento, Vaan… —me excusé, poniéndome de cuclillas a su lado y acariciándole la cabeza—. Pero la quiero tanto como tú. Lo único que quería… era poder para protegerla.

>>Ambos somos sus guardianes, granuja, que no se te olvide. Todavía tenemos que encontrarla e ir por ella
—sonreí, intentando tranquilizar al pequeño. Ya todo había pasado.

>>Tengo mi propia montura, pero no pasaría inadvertida —señalé, girándome hacia Lord Saron mientras me ponía de pie de nuevo—. He visto establos cerca de la parte trasera de los jardines. Tomaré prestado un corcel e iré a buscarla de inmediato. Creo que está más que claro que Arthur y Clara no son tan ingenuos para mantenerla cerca del castillo.

Sin más dilación, me acomodé la capa que llevaba puesta, para que me cubriera el cuerpo del frío. Acompañado por Vaan, abrí la puerta de la habitación y me apresuré a salir al pasillo, sin saber muy bien realmente por dónde comenzar a buscar.
—You're like that coffee machine: from bean to cup, you fuck up—

~Dondequiera que el arte de la medicina es amado,
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Re: [Castillo de los Sueños] Cordialmente invitado

Notapor EspeYuna » Vie Ene 17, 2014 2:52 am

Tandy no había estado tan asustado desde los sucesos de Ciudad de Paso. Cuando tuvo miedo dentro de aquel paraje frío y gris, sacó el valor necesario para ir a hablar con la Jorougumo y suplicarle que le devolviera la vista a Nadhia.

Sin embargo, aquello era totalmente diferente. Una persona a la que apreciaba, a la que incordiaba constantemente por ser un tanto travieso, estaba luchando contra algo que le convertía en un monstruo, en una abominación.

La imagen de Nadhia cruzó su mente; temeroso de que algún día, si no era esa misma noche, la joya que portaba Nadhia la hiciera cambiar. Porque había visto cosas: sucesos que había ocultado a su dueña, y que bien Montblanc le había advertido en privado. El moguri, viendo como los ojos y el brazo de Xefil volvían a la normalidad, acarició el cascabel que aún conservaba en su cuello. Y recordó las palabras del patriarca de los moguris en Ciudad de Paso, antes de marchar con su nueva amiga.

Xefil se agachó a él, pidiéndole disculpas por su amenazante y peligroso aspecto segundos antes. Tandy alzó la mirada y se encontró con los ojos castaños de Xefil. Parecía que estaba a punto de echarse a llorar, como el niño que era y mantenía vivo dentro de él:

Lo siento, Vaan… —el pequeño Hoghes se sorprendió con el tacto de Xefil. Casi siempre había notado sus manos, pero no con aquella calidez. Obviamente, la mayoría de las veces había sido por intentar quitárselo de encima, cuando lo incordiaba tirándole de los pelos—. Pero la quiero tanto como tú. Lo único que quería… era poder para protegerla.

Bueno… eso es discutible, tan —Tandy evadió la mirada y se sonrojó con el gesto de Xefil, haciendo un puchero. Incluso en una situación así, su orgullo seguía vigente—. Lo de quererla tanto como yo, tan, tan...

¿Celos por Xefil, quizás? Lo más probable. Nadhia era la persona que más le importaba, el comienzo de una nueva vida dejando atrás los años que esperó a su antiguo tutor, Salim. A pesar de considerarse algo independiente y libre para meterse en líos, el lazo con Nadhia era muy fuerte. Bien lo dejaba claro el pacto que había sellado ella: el día que Nadhia muriera, Tandy le seguiría. Era algo inevitable.

Y Tandy quería seguir siendo muy importante para Nadhia. Le divertía que la joven se comiera el tarro con una cosa tan obvia como sentirse atraída por Xefil. Pero, por otro lado, le daba miedo que Xefil lo sustituyera. De un modo u otro, incordiarle era su pasatiempo favorito para dejar claro que Nadhia no era sólo para él.

Ambos somos sus guardianes, granuja, que no se te olvide. Todavía tenemos que encontrarla e ir por ella.

La sonrisa de Xefil fue seguida de la de Tandy. Una más pícara y, sorprendentemente, llena de complicidad con el nativo de Reino Encantado.

¡Por supuesto, kupó! ¡Si no conseguimos encontrarla antes de que amanezca, ten por seguro que te quitaré el cargo de guardián, tan, tan! —exclamó el peludo moguri, volviendo a alzarse en el aire con sus alas y a la altura de Xefil mientras éste se levantaba.

Una amenaza que pretendía, sin más, animar al joven aprendiz para que ambos encontraran a Nadhia cuanto antes.

Tengo mi propia montura, pero no pasaría inadvertida —señaló Xefil, girándose hacia Saron, quien contemplaba la escena con una sonrisa—. He visto establos cerca de la parte trasera de los jardines. Tomaré prestado un corcel e iré a buscarla de inmediato. Creo que está más que claro que Arthur y Clara no son tan ingenuos para mantenerla cerca del castillo.

¿Tomar prestado un corcel de los nobles sin su permiso? Sí, me parece una buena idea —preguntó Saron con una actitud cercana y bromista, pero mostrando una serenidad que calmó los nervios de Xefil—. Y, como bien deduces, ellos no están ahora en el castillo. Ni siquiera sé si Clara habrá abandonado este mundo. Sin embargo, todavía soy capaz de… sentir la “esencia” de Nadhia.

>> Perdona que me refiera a tu amiga como si fuera una fragancia, pero precisamente así es como conseguí saber de ella y de su relación con…

El hombre calló, mientras veía a Xefil cubrirse con la capa que llevaba puesta, dispuesto a salir en busca de Nadhia. Cerró los ojos y, al instante, los volvió a abrir.

Déjame acompañarte. Arthur puede que no sea el único que tenga cautiva a Nadhia.

>> Hay alguien más… alguien que quiere que Evangeline vuelva. Y si es así, temo por tu amiga.

*****


Los grillos lograron que mis ojos se abrieran con su característico sonido. ¿Cuándo me había quedado dormida? Completamente desorientada, me levanté del sitio, intentando acordarme de lo que había sucedido, cuando miré donde me encontraba.

Aquello ya no era el interior del castillo. Ni los largos pasillos, ni los grandes salones, ni los bonitos aposentos que nos había concedido Lord Saron. No, todo estaba… demasiado oscuro. Y el ruido de las hojas al levantarse el viento me confirmaron que, efectivamente, no era el castillo donde había estado con Xefil.

¿Dónde estoy?

Ha despertado, jejej.

Mis ojos se abrieron como platos y, buscando fuerzas para levantarme, giré mi cuerpo para buscar el origen de aquella voz. Porque estaba muy segura de haberla escuchado antes, en alguna parte.

Fíjese amo. ¡Fíjese! Evangeline ha despertado, jejej. ¡Ella ha…!

De repente, un espantoso grito provino de la voz de aquella voz masculina. Parecía estar retorciéndose de dolor. En otro intento por levantarme, tropecé con la falda de mi traje y caí al suelo. Sin tiempo a pensar, me quité los zapatos y pisé el húmedo suelo. La luna, antes escondida entre las nubes, apareció para darme algo de tregua y visualizar mejor el lugar donde me encontraba.

Era un gran llano, rodeado por un frondoso bosque, de ahí al sonido de los pequeños animales y el crujir de las hojas cuando soplaba el viento.

Necia marioneta, ¿cómo osas decir que esta joven se trata de mi preciado ángel?

Una voz más grave asomó entre los árboles. Parecía que se trataba de quien había atacado al hombre del que me era muy familiar su voz.

¡Lo siento, mi señor! Es que… huele igual que ella… ¡No! ¡Jamás volvería a disfrutar de su aroma, y menos en su… presencia!

>> Xinjat es muy malo, señor.

¿Qué… qué acabas de decir…?

Tras la oscuridad de los arbustos y los árboles, una figura se asomó. Gateando como si fuera un animal salvaje y poseedor de unos ojos inyectados en sangre, me quedé en el sitio al descubrir que, efectivamente, era imposible olvidar su voz. Ni tan siquiera su nombre.

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Tú…

¡¡Se acuerda de mí!! ¡Xinjat es feliz, sí!

Silencio, Xinjat.

>> No querrás asustar a nuestra invitada, ¿verdad?

Noté por encima de mi hombro que alguien me susurraba cerca del oído:

Hola, hermanita.

Me aparté como pude, tropezando de nuevo con el traje y cayendo al suelo. Solté un bufido al darme cuenta de quien se trataba.

Arthur, tú… ¿estás con ellos?

¿Por qué te enfadas conmigo, Evangeline? —cuando me preguntó aquello, recordé al instante lo que había sucedido. Él me había hecho algo, me había… paralizado. Recordando su habilidad, evadí la mirada a la de él, esperando que así no volviera a caer en la misma trampa— Estar con nuestro amo siempre fue lo mejor para los tres, hermana mía. Imagina la vida que habríamos llevado. Una vida sin miedo a la enfermedad, ni a la mismísima vejez.

>> Una vida eterna al lado de nuestro Amo, que tanto nos ama.

¿De qué estás hablando?

Perdone a Arthur, señorita. Al igual que su hermana y mi leal servidor, apenas saben distinguir con el poder que emana la joya que portas.

De las sombras surgió una tercera figura. Delgada y alta, aquel porte pertenecía a un señor de avanzada edad, con ropas bastante diferentes a las usuales de Castillo de los Sueños. Eran atuendos elegante, y su sombrero de copa ocultaba la expresión de sus ojos. Pero sí pude ver una cínica risa que me heló la sangre.

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Es un placer conocerte. Ahora, ¿podrías mostrar más respeto?

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De repente, toda la gravedad del bosque pareció centrarse en mi sitio y caí de rodillas, sintiendo como si una fuerza invisible me aplastara. Forcejeé, pero mi rostro se comió el cesped y la tierra del suelo.

Mucho mejor.

¿Quién… quién demonios eres…? ¿Y qué quieres de mí?

Hermanita, ¿acaso no te acuerdas de nuestro señor?

Yo nunca tuve un amo. Yo era dueña de mi corazón.

“¿Eh?”

Aquellas palabras salieron de mi boca con una facilidad… aterradora. No era un pensamiento mío, sin duda. Y la única que podía decir aquello era…

“¿Evangeline?”

Idiota de mí, me encogí aún más que con lo que aquel hechizo provocaba, al sentir un inexplicable y punzante dolor en el pecho, a la altura del broche.

Clarita llega tarde, jejej.

Herm… hermana…

Un montón de imágenes pasaron por mi cabeza. Tan familiares, pero a la vez… sabía que no eran recuerdos míos.

Ya… ya basta.

Pobre niña… me compadezco de ti. ¿Qué necio se haría cargo de una joya tan valiosa, tan inalcanzable?

Agh… Xef… Cé…dric…

*****


Llegando a los establos, Tandy se interpuso entre el corcel escogido por el aprendiz y él mismo. Frunciendo el ceño, señaló con sus patitas la sangre que goteaba de la mejilla y la frente de Xefil.

¡Quieto ahí, kupó! ¡No vas a ir a ninguna parte con esas heridas, tan!

>> ¡Deja que el gran hechicero Tandy Vaan Hoghes se encargue!

Brilla linda flor,
dame tu poder,
vuelve el tiempo atras,
torna lo que ya fue.

Cura el daño ya,
cambia el azar,
el sin otro calor.
Torna lo que ya fue,
lo que ya fue...


Tandy mostraría a Xefil un poder que jamás le había revelado en su presencia. El joven escuchó atentamente la canción que recitaba el pequeño granuja, y notó como el dolor de las heridas se desvanecía. Comprobaría que, en efecto, ya no había corte alguno en su rostro. Sólo se encontró con la sangre seca y parte de la que aún había goteado y recorrido su mejilla y cuello.

¡Listo, kupó! —el moguri se colocó al hombro de Xefil, tirando a modo de campana de uno de los mechones que caían a ambos lados del rostro del aprendiz— Que sepas que no lo he hecho por ti, jum.

>> Si Nadhia se enterara de que te dejo morir desangrado, jamás me lo perdonaría, tan, tan.
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Re: [Castillo de los Sueños] Cordialmente invitado

Notapor Zee » Vie Ene 17, 2014 3:23 am

Para nuestra suerte, no me equivocaba. Sabía que había distinguido la familiar silueta de un establo en la parte trasera de los jardines, después de las varias ocasiones en las que había decidido ir a dejarle algo de comida a Pema. Y afortunadamente, parecía que estaba bastante solo; muy seguramente los que cuidaban de los animales y los guardias que vigilaban los muros se habrían descuidado, distraídos por la fiesta que se llevaba a cabo en el castillo.

Me di prisa para examinar a los caballos. No tenía mucho tiempo si pretendía colarme y robar alguno. Bueno, tomarlo prestado, más bien, puesto que pretendía devolverlo. Abrí las puertas con la Llave-Espada y me deslicé al interior, buscando en la oscuridad a algún corcel que se adaptara a mis necesidades. Necesitaba a alguno de complexión fuerte, que estuviese acostumbrado al terreno hostil y dificultoso, buen saltador y de reflejos saludables.

Caminé agachado de corral en corral, intentando calmar a los animales con leves “Shhh” y palmadas en sus hocicos. Tras buscar durante un minuto y poco más, decidí que la mejor decisión que podía tomar era un percherón negro que, aunque no era el más joven que tenían allí guardado, no respondió con miedo al oler a un extraño frente a su puertecilla.

Hola —saludé, acercándome a él y buscando acariciarle el hocico. El caballo no se apartó ni una pulgada; es más, me respondió casi al instante—. Hola, amigo.... Hey, tú me vas a ayudar, ¿sabes? No hay problema, ¿no, muchacho? —el corcel me correspondió a las caricias sin rechistar. Era negro casi por completo, excepto en la parte anterior de la cabeza, las cernejas y parte de sus patas. Su pelaje era bastante bonito.

Abrí la puerta y lo dejé salir, guiándolo con atenciones hacia la entrada de los establos, donde había suficientes sillas de montar, riendas y bridas para elegir a mi gusto. Y sin embargo, no tardé más que unos segundos en tomar las primeras que pude encontrar y que le quedaran al caballo. Mi comodidad era prescindible.

¡Quieto ahí, kupó! —llamó Vaan de pronto, tomándome un poco por sorpresa. No hubiera esperado que nos hubiese seguido al interior del establo. Interrogándolo con la mirada, le pedí que continuara, a la par que le ponía el equipo al caballo—. ¡No vas a ir a ninguna parte con esas heridas, tan!

¿Qué? ¿Esto? —inquirí, tocándome la herida que tenía en la mejilla. La sangre ya no estaba tan fresca, pero seguía pegajosa—. Pero si no es nada.

¡Deja que el gran hechicero Tandy Vaan Hoghes se encargue!

Vaan, que no es nada, te lo prometo.

Sin embargo, el moguri decidió no hacerme caso alguno. Ignorando el hecho de que le hubiese restado importancia a aquellos rasguños, me obligó a bajar un poco la cabeza para que él pudiese posar sus patas en las heridas. Y luego, sin melodía que lo acompañase, comenzó a cantar.

Dos estrofas cuyo significado no comprendí con mucha claridad. Pero en cuanto las terminó, descubrí que la molestia en la zona de las heridas había desaparecido. Hubiese preferido que lo hubiera guardado en caso de que nos encontráramos en una situación más precaria, pero aun así se lo agradecí en voz baja.

¡Listo, kupó! Que sepas que no lo he hecho por ti, jum.

>> Si Nadhia se enterara de que te dejo morir desangrado, jamás me lo perdonaría, tan, tan.


Respondí con una sonrisa amable. Luego me monté al caballo de un salto, al cual ya había terminado de preparar. Sorprendentemente, esa vez sí decidió quejarse y, un poco sorprendido, salió del establo a ritmo de trote. Tuve que agachar la cabeza para no golpearme con el marco de la entrada. Esperé ver a Saron detrás de mí, pero para mi asombro, el Lord ya se encontraba afuera, montado en un corcel blanco, más delgado y elegante que el mío, pero un poco más pequeño.

Debía tener más experiencia, supuse…

Vaan, no puedo enviar a Pema a investigar —declaré, girándome hacia el moguri, que me había seguido aleteando con sus alitas—. Llamaría mucho la atención. Pero tú eres pequeño y puedes hacerlo sin miedo a que alguien te vea.

>>¿Crees que puedas alzar vuelo y ver si encuentras algo?
—pregunté, mientras intentaba calmar al caballo, que aunque había decidido que correr no era una buena idea, no paraba de dar vueltas en su sitio.

Y luego, con cuidado de que ninguno de los dos animales me vieran, disparé un Piro al cielo, como si fuera una bengala.

Para tranquilizar a Nadhia. Sabe que vamos por ella —expliqué, finalmente tomando control sobre el percherón. Lo obligué a dirigirse a la salida más cercana—. Y advertencia para Arthur y los otros.

>>Saben que vamos por ella.
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Re: [Castillo de los Sueños] Cordialmente invitado

Notapor EspeYuna » Vie Ene 17, 2014 3:25 am

¡Por supuesto, tan, tan!

Tandy salió disparado hacia el cielo estrellado, esperando encontrar alguna pista del paradero de Nadhia desde las alturas. El pequeño guardián volaría tan alto como sus alas se lo permitieran y se lanzaría en busca de su dueña, repitiéndose a sí mismo que debía encontrarla.

No te perderé, kupó. No como a papá, tan, tan.

Recordando el rostro de su tutor, quien cuidó de él desde el día que nació, deseó con todas sus fuerzas que la historia no se volviera a repetir.

No iba a permitir que nadie se llevara a su nueva madre.

*****


Arthur se acercó y se agachó, mirándome con ojos sumidos por el odio. Evadí la mirada al instante, mientras me aferraba al pecho en busca de acabar con aquella tortura de imágenes que sucedían por mi cabeza. Pasaban tan rápido… que apenas recordaba con claridad lo que acababa de ver.

Pero tenían algo en común: sus protagonistas. Las voces de Clara, Arthur… y otra muy familiar que hacía que me ardiera el pecho mucho más de lo que podía resistir en aquel momento. Tenía que ser él. Su rostro todavía me era borroso, y me pareció verlo sólo una vez, cuando Xefil y yo…

Xefil…

Confundía su imagen en mi mente con la del muchacho que tanto apreciaba la intrusa de mis acciones y sentimientos.

Mi señor, ¿no deberíamos coger el broche e irnos de aquí?

>> Disculpe, amo. Pero no logro entender, ¿por qué la necesitamos a ella?

El hombre del sombrero de copa esbozó una sonrisa a Arthur, mientras yo me retorcía en el suelo a causa de luchar contra los sentimientos de una persona totalmente ajena a mí. No quería que entrara, que espiara. No quería que sustituyera los míos.

Porque el broche, por desgracia, está unido a esta mortal.

¿¡Para siempre!?

¡Agh!

Arthur me agarró del pelo y consiguió alzar mi cuerpo sin esfuerzo alguno. Intenté levantar las manos para liberarme, pero apenas contestaban. Y me di cuenta entonces de que del broche comenzaban a emerger cristales rojos, puntiagudos y que goteaban… goteaban…

¿Me está diciendo, mi señor… que mi hermana está atrapada dentro de este engendro?

“¿San...gre…?”

¡Ya… basta…!

¡Calla!

Y volví a caer al suelo, guiada por la gravedad y el rechazo de las garras de Arthur. Allí, postrada en la tierra, eché un ojo al broche. No me equivocaba: muchos de los cristales que comenzaban a extenderse por mi pecho… sangraban. Y la imagen me aterró tanto que intenté mirar a otra parte, pensar qué hacer para salir de allí, detener aquel fenómeno… pero no se me ocurría nada. ¿Y qué había pasado con Xefil? ¿Y con Tandy?

La discusión de ambas personas, sirviente y amo, me eran ya indiferentes. Buscaba cualquier oportunidad para salir de allí, pero al encontrarme con la espantosa y tétrica mirada del enfermizo esclavo Xinjat me quedé paralizada.

¿Y por qué no acabamos con ella?

Mis ojos se abrieron como platos, y Xinjat se acercó para acariciarme el pelo.

Pobre, pobre Evangeline. Niña buena, niña buena…

Aléjate… de mí… —repliqué entre dientes.

No creo que eso funcionara, Arthur —dijo el Amo, rascándose la barba del mentón—. Sin embargo…

>> No veo por qué no intentarlo. Pero si fallamos, deberías saber que el broche podría desaparecer de nuevo. Y tendríamos que empezar la búsqueda de tu hermana otra vez… desde cero.

>>> Han sido veinte años, ¿recuerdas?

Arthur chasqueó su lengua en señal de estar bastante irritado. Si no estuviese allí su dueño, aquella persona que quería recuperar también a Evangeline, ya me habría matado sin dudarlo dos veces. Empecé a sudar, incapaz de buscar una salida.

Una luz pasó por el rabillo de mi ojo izquierdo. Algo que explotaba en el cielo nocturno, y por el ruido y el color…

“¿Eso es… un hechizo… un Piro…? ¡Xefil!”

Tenía que ser él. Muchas veces habíamos aprendido de ese tipo de señales gracias a las lecciones de nuestros Maestros, para usarlas en un futuro en caso de emergencia.

Y aquello era, sin duda, una emergencia.

Aprovechando que estaban demasiado ocupados en decidir sobre qué harían conmigo, invoqué a Ángel Forjado, en un intento de lanzar otro Piro en dirección al cielo. Pero en cuanto saqué la suficiente fuerza para alzar mi brazo, Xinjat se irguió y me pisó el brazo.

¡Suelta! —rugí. A falta de que no iba a ceder a mi deseo, Ángel Forjado desapareció para volver a materializarse en mi zurda— ¡Piro!

Y fallé. El hechizo ígneo se conjuró, pero tuve la mala suerte de que alcanzara un árbol en el trayecto al cielo, haciendo que pronto éste estuviera cubierto en llamas. Nunca había usado la zurda para apuntar, y sumando las pocas fuerzas que tenía con los hechizos de gravedad y los efectos del broche, poco iba a conseguir de puntería.

Y recibí una patada en la cabeza, perdiendo el conocimiento.

“Mi… princesa…”
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Re: [Castillo de los Sueños] Cordialmente invitado

Notapor Zee » Vie Ene 17, 2014 3:29 am

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¿Puedes ver algo…? ¿Vaan?

Chasqueé la lengua entre mis dientes y tiré de las riendas del caballo, obligándolo a girar en dirección al bosque, puesto que se mostraba algo indócil cuando se trataba de abandonar el sendero. Estaba más que claro que el animal no estaba acostumbrado a alejarse del camino, y mucho menos para adentrarse en la espesura, cubierta por la oscuridad.

No había montado a caballo en muchas ocasiones. Habían sido las pocas veces que se me prestaba un corcel para dar un paseo o se me invitaba de cacería. Muy escasas, sin duda; pero por lo visto suficientes para tener al menos algo de experiencia: con señas y palabras amables, logré convencer a mi montura para que obedeciera mis órdenes.

El bosque se veía aterrador en la oscuridad. Como todo, supongo, pero éste lo era especialmente cuando sabía que los enemigos podían encontrarse en cualquier sitio.
Y aun así no tenía muy claro por dónde ir. No tenía sentido alguno apurarnos mientras no supiéramos en qué dirección se encontraba Nadhia. Y sin embargo, si no avanzábamos y no la encontrábamos pronto… No quería ni imaginarlo.

Pero luego vino el apropiado apunte de Tandy. Llamas y humo en la lejanía, como si los árboles estuviesen ardiendo. No era precisamente una señal, pero… era mejor que nada. Podía tratarse de los captores de Nadhia o podía tratarse de una fogata que se había salido de control. ¿Y qué me indicaba el equilibrio de la probabilidad?

Tomemos el riesgo —expresé en voz alta, suficiente para que el moguri puede escucharme. Al instante clavé mis tobillos en los costados del caballo y tiré de las riendas, forzándolo a dirigirse en la dirección que Vaanhabía señalado.

Al principio el corcel se mostró algo desafiante, pero tras insistirle durante varios minutos y obligarle a aumentar cada vez más el ritmo de su carrera, terminó por resignarse. Los dos recorrimos el bosque como una saeta, esquivando las irregularidades del terreno con precarios saltos que nos ponían en peligro a ambos. A lo lejos brillaba el incendio, inalcanzable y destelleante como una estrella.

¿Qué ocurría si no lo lográbamos?

¡¡Vamos, muchacho, ella depende de nosotros!! —rugí, apremiando al percherón con unas palmadas en su hocico. Milagrosamente, el caballo pareció entender mi mensaje y, de pronto, aumentó la velocidad. No mucho, en realidad; de hecho, fue un cambio muy poco perceptible… pero estuvo allí, y eso marcaría una diferencia.

Pasaron dos… cinco… siete… diez minutos. Una eternidad en la que cualquier cosa pudo haber ocurrido. Si Nadhia había encendido aquel árbol en realidad, ¿qué me aseguraba que sus secuestradores no se habían apresurado a marcharse? ¿O si era sólo una trampa para alejarme de ella, al lado contrario?

Pero era todo lo que tenía. Debía… debía… encontrar...

De pronto, el aire se volvió caliente y algo comenzó a picarme en la garganta. ¡Estábamos cerca, aquello era el humo del pequeño incendio! Y sí, efectivamente, en sólo medio segundo pude ver el claro donde mantenían a Nadhia prisionera. ¡Y varias siluetas se recortaban perfectamente!

¡Va, chico, no te asustes! ¡Aquí viene! —le advertí al caballo, intentando hacerme escuchar sobre el viento y sus cascos. Con un último latigueo de riendas, lo forcé a saltar al interior del claro.

Sabían de mi presencia, estaba claro. El sonido del galope muy seguramente había sido escuchado desde hacía minutos. Pero no sabían qué tan rápido llegaría, ni hacía dónde.

El corcel trazó un precioso arco, con el cual parecimos volar casi cinco metros de alto. Fue un salto magnífico y elegante, sí; pero desafortunadamente, no le permití terminarlo.

Porque nos envolví a ambos con un hechizo de propulsión gravitatoria, una Prisa Gravitacional, con la cual salimos disparados en dirección a la primera silueta que pude distinguir. Un joven de cabellos de plata, pero que no era Arthur en absoluto. No lo sabía entonces, pero su nombre era Xinjat.

El peso del caballo lo mandó a volar. Si el joven era un humano normal, no había manera de que hubiese sobrevivido aquello sin al menos una docena de huesos rotos. En el fondo, esperé que fuese así.
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Re: [Castillo de los Sueños] Cordialmente invitado

Notapor EspeYuna » Vie Ene 17, 2014 3:32 am

El plan de Xefil salió tal y como se lo esperaba… o a medias.

La primera parte ocurrió como había planeado: el caballo dio contra Xinjat, lanzándolo hacia el otro extremo del claro. Pero lo que no había previsto el joven es que el impacto fuera tan fuerte como para hacer que él saliera disparado contra el suelo, a pesar de los hechizos que había usado para mantenerse a lomos del córcel.

El caballo, asustado, salió corriendo en la espesura del bosque.

Xefil notó entonces como alguien lo recogía del suelo, lo alzaba sin dificultad y le miraba con unos ojos enfurecidos, desafiantes y le recibía con una cínica sonrisa. Se trataba de Arthur.

Vaya, ¿el príncipe viene a salvar a su princesa en su leal córcel? Qué vomitivo.

Con desprecio, lanzó a Xefil contra un árbol, como si de una muñeca de trapo se tratara.

Ingenuo mortal. ¿Se puede saber qué hace mi hermanita que no te ha devorado? Es asqueroso que tengamos que alimentarnos de vuestras emociones para sobrevivir. Pero Clara llevaba tiempo sin retomar fuerzas. Así que dime, ¿dónde está ella?

Suéltale, Arthur. Ya es suficiente.

Un corcel blanco entró en escena. Y sobre él, Lord Saron miraba fijamente a Arthur. De repente, Xefil volvió a sentir aquel poder mágico ardiendo en su cerebro. Con tan sólo mover sus ojos, alternando entre Saron, Arthur, y el hombre de sombrero de copa que se acercaba cada vez más a Nadhia, quien se encontraba desmayada en el suelo, sus neuronas se quemaban y el dolor le hacía cerrar los ojos. Arthur era muy poderoso, al igual que Clara. O puede que más, pero la cuestión era… ¿debía usar el poder de la Bruja de nuevo?

Saron y Arthur conversaban frente a él, pero por alguna razón no era capaz de escucharles. Y su visión se hacía borrosa por momentos.

Al ver como Tandy se disponía a alcanzar a Nadhia, Xinjat lo derribó con un potente hechizo de fuego. El pequeño moguri chocó contra otro árbol, quedando inconsciente en el suelo.

El hombre del sombrero pronunció unas palabras dirigidas a Lord Saron, y una vez más sonrió, agachándose a Nadhia.

Xefil perdió entonces la consciencia, pues otra punzada de dolor fue suficiente para no tener fuerzas de seguir despierto.

*****


Muchacho, despierta.

Cuando Xefil volviera a abrir los ojos, se encontraría con los de Saron puestos en él, claramente preocupado.

Se han ido, pero… ella te necesita. A mí no me escucha.

¡Nadhia, Nadhia, tan!

Xefil se encontró entonces con una imagen… terrorífica y perturbadora en el centro del llano donde había derribado a Xinjat y donde se encontraba… Nadhia.

La misma joven se encontraba sentada en el suelo, siendo abrazada por… ¿qué demonios era eso?

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Mi princesa… quédate conmigo.

Aquella criatura, similar a un sincorazón, y tétricamente a un ser humano, se abrazaba a Nadhia con desesperación. Nadhia tenía los ojos abiertos, pero parecía totalmente en trance, vacíos y sin mostrar reacción alguna al agarre del monstruo.

Otro detalle fue el broche que colgaba del pecho de Nadhia: de él surgían cristales rojos que goteaban un líquido rojo. Los ojos del monarca de la locura lo identificarían como sangre.

Los cristales se extendían por todo el cuerpo de Nadhia, y el proceso parecía ir en aumento.

No me dejes solo —rogaba la criatura, aferrándose aún más a la joven.

¡Xefilón, tenemos que hacer algo! ¡He intentado cerrar el broche acercándome pero es imposible, tan, tan!

Si Xefil se lanzaba a por Nadhia, el monstruo rugiría, haciéndole pensar dos veces si arriesgarse a salir herido de gravedad. Había algo que le aterraba de aquel ser.

Lord Saron se acercó a Xefil y posó una mano en su hombro:

Llámala. Acércate con cuidado y hazle recordar quién es.

>> Ella es la única capaz de cerrarlo ahora.
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Re: [Castillo de los Sueños] Cordialmente invitado

Notapor Zee » Vie Ene 17, 2014 3:53 am

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Mentiría si dijera que la posibilidad de caer el caballo no había cruzado por mi mente. Era cierto; aquel movimiento había sido arriesgado, pues tenía un precio que pagar, pero el resultado valió la pena. Aquel extraño joven salió disparado hacia el otro lado del claro, pero el caballo plantó los cascos en el suelo, asustado, y provocó que la inercia me arrancara de su lomo. Me precipité irremediablemente, pero preparado para el violento aterrizaje, apoyé mi mano derecha y eliminé todo impacto con una voltereta.

Estuve a punto de levantarme, pero alguien me tomó por los hombros y, antes de que pudiese alzar la mirada, éste alguien terminó por alzarme a mí. Tardé un poco en reconocer su rostro, pues no lo había visto más que por unos minutos y era difícil con la luz titilante del ardiente fuego, pero finalmente terminé por advertir que se trataba de Arthur.

Vaya, ¿el príncipe viene a salvar a su princesa en su leal corcel? Qué vomitivo.

Hola, Arthur —saludé con una sonrisa burlona—. Déjala ir y…

Antes de que pudiese terminar de hacerme el chulo y responder a sus palabras, el joven me lanzó por los aires con una fuerza increíble. Surqué el aire a una velocidad precaria, incluso cuando intenté detener mi avance con MicroGrav, y al final sólo el tronco de un árbol pudo pararme. Me estrellé con un estruendo, arrancando hojas y clavándome ramas, para después caer al suelo desde una altura de unos dos metros y poco más.

Ingenuo mortal —insultó el hombre, acercándose de nuevo a mí. Sólo pude ver sus botas haciéndose cada vez más grandes—. ¿Se puede saber qué hace mi hermanita que no te ha devorado? Es asqueroso que tengamos que alimentarnos de vuestras emociones para sobrevivir. Pero Clara llevaba tiempo sin retomar fuerzas. Así que dime, ¿dónde está ella?

La Bruja se deshizo de ella… —murmuré, sin realmente pensar en mi respuesta. Me sobrevino un ataque de tos que manchó la tierra bajo mi rostro con sangre.

Suéltale, Arthur. Ya es suficiente.

La voz de Saron surgió de algún lugar a mis espaldas, mientras un caballo blanco entraba al claro. Noté, también, que el mío había desaparecido. Arthur clavó sus ojos, brillantes con ira, en los del noble Lord. Los dos comenzaron a atacarse con palabras, pero pronto los sonidos me parecieron tan lejanos y enmudecidos que no entendí ni una sola palabra.

Ninguno de los dos notaba al hombre que se acercaba a Nadhia. Un hombre alto, ataviado en un atuendo victoriano y cubierto por una larga gabardina negra. ¿Alto…? O tal vez era su sombrero de copa el que lo hacía parecer alto. De cualquier manera, su aspecto era espeluznante y terrorífico, de rasgos delgados y puntiagudos, como un esqueleto con piel. Y era no menos amenazante…

Mis ojos ardían. Pero no era la misma molestia que se produce al entrar polvo o suciedad en ellos, o al estar tremendamente cansado. Era un fuego que se producía desde adentro, desde mi cerebro o tal vez más allá, mi intangible mente.

Nad… —no pude terminar de llamarla cuando mi cabeza se desplomó en el suelo. Saboreé el metal en la boca y lo último que pude ver fue a aquella araña humana agachándose junto a Nadhia.

*****

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Muchacho, despierta.

La voz de Saron y el sonido de la madera crepitando fue lo que me trajo de vuelta a la vida.

Abrí los ojos al instante, encontrando las fuerzas que me habían faltado poco antes de quedar inconsciente. Aun así me costó algo de esfuerzo ponerme en cuatro y luego de rodillas, especialmente cuando mi espalda se quejó a gritos. El simple roce del viento me quemaba, por lo que supuse que el traje de Mogara había quedado destrozado. No supe en qué momento había perdido la capa: tal vez al cabalgar por el bosque.

Tosí de nuevo. Ésta vez no escupí sangre, pero aquel reflejo me quemó en la garganta y de cualquier manera su sabor invadía el interior de mi boca.

Se han ido, pero… ella te necesita. A mí no me escucha.

¿A qué… te refieres…? —cuestioné, cansado. Apoyándome en una de mis rodillas, finalmente me las arreglé para incorporarme. El lado derecho de la cabeza me dolía horrores, tanto que sentía que el ojo se me iba a salir de la órbita.

Tandy fue quien me guió. Nadhia estaba sana y salva, sentada en el suelo, en el centro del claro. ¿Y sin embargo… qué era eso que la abrazaba con corrupto cariño? ¿Un Sincorazón…?

Era una bestia, sin duda, pero su forma era extrañamente humana. Tenía brazos, piernas, tronco y cabeza… maldita sea, incluso llevaba puesta una especie de armadura. Pero de su piel oscura, negra como la noche que nos cubría a todos, brotaban decenas de apéndices similares a tentáculos, que parecían bailar al ritmo de su respiración. Las puntas de éstos parecían lanzas y brillaban con una innatural luz anaranjada, como el metal fundido, al igual que sus pequeños ojos.

Mi princesa… quédate conmigo.

Y su voz… Su voz era humana sin duda, pero corrupta e innatural, como la de un demonio. Sí, aquello, sin duda, era un demonio. ¿Pero además de eso, qué era…? ¿Guardián de Nadhia… o su asesino?

La chica estaba sangrando. O al menos eso pensé en un principio, antes de caer en cuenta que aquel líquido en realidad provenía de su broche, el cual parecía haber estallado desde adentro con cristales del mismo color carmesí. Y, para terror mío, parecían intentar crecer alrededor del cuerpo de Nadhia, como buscando envolverla.

¡El broche! ¡Ese maldito broche! —rugí, furioso al ver que aquello era la causa de todo.

No me dejes solo —pidió el demonio, abrazándose todavía más a Nadhia. Di varios pasos al frente, materializando mi Llave-Espada, pero hubo un momento en el que la bestia decidió que me había acercado demasiado. Soltó un iracundo alarido y rasgó el aire con su garra, apuntándome con ella.

¡Xefilón, tenemos que hacer algo! ¡He intentado cerrar el broche acercándome pero es imposible, tan, tan!

¿¡Vaan, podrías llamarme Xefil por una vez!? ¡Esto es serio y me estás poniendo nervioso! —exclamé, girándome hacia Tandy para reclamarle. Después, cerré los ojos, intentando mantener la cabeza fría. Si perdía el control, no podría ayudar a Nadhia. Tenía que pensar en una manera de acercarme.

Podía transportarme hasta allí con un hechizo, pero no tendría más que un segundo para tomar a Nadhia y regresar, antes de que la bestia atacara con un zarpazo. ¿Y si el demonio estaba ligado al broche y se aparecía con nosotros? Podía intentar lanzarle un hechizo para distraerlo y después de ello clavarle la Llave-Espada, buscando inmovilizarlo… pero el mismo problema se alzaría de nuevo: el tiempo. ¡Si tan sólo pudiese mover el tiempo tan bien como podía mover el espacio!

Llámala. Acércate con cuidado y hazle recordar quién es.

>> Ella es la única capaz de cerrarlo ahora.


La actitud de sabelo-todo de Saron me comenzaba a sacar de quicio. O tal vez sólo estaba celoso porque el pudo hacerle frente a Arthur y yo había sido lanzado como un triste saco de arena. De cualquier manera, no podía negar que el Lord podía tener un punto. Si el broche era parte de Nadhia, era muy posible que ella tuviese la forma de cerrarlo. Tal y como yo podía disparar mi poder con ayuda de la Bruja.

Me acerqué de nuevo y la bestia se quejó con otro rugido. Furioso, le reclamé:

¡Oh, crece de una vez, Cédric! —¿era mi teoría correcta? Nadhia había mencionado que Evangeline tenía fuertes sentimientos por alguien que llevaba aquel nombre, Clara lo había confirmado y aquel monstruo llamaba a Nadhia “mi princesa”, muy seguramente confundiéndola como todos habían hecho aquella noche—. ¡Ella no es tuya! ¡Mírala bien, ni siquiera es Evangeline! —clavé mi Danza de la Demencia en el suelo, donde se llenó de ceniza—. ¡Se llama Nadhia y está bajo mi servicio, del Monarca de la Locura! ¡Así que no puedes llevártela!

No se me había olvidado el título improvisado que le había otorgado para desafiar a Dusk aquella vez en Ciudad de Paso; y lo mencioné no sólo para retar a aquella bestia, si no porque sabía que debía significar algo para Nadhia. Dos días habíamos pasado juntos, apenas… y tenía que usarlos para traerla de vuelta.

Sujeté la empuñadura de mi Llave, acariciando sus espinas carmesíes. Sin decir nada en voz alta, intenté expresarle un urgente mensajes con mi corazón.

¿También tienes una voz…? Si es así, por favor, te lo ruego… Busca al Ángel Forjado. Necesitamos de su ayuda… Por favor, Llave mía…

No pasó nada que pudiese confirmar que aquello había funcionado. Pero no podía desperdiciar el tiempo volviéndolo a intentar, por lo que pasé mis dedos una última vez por el llavero y luego retiré la mano de nuevo.

¡Nadhia! ¡Un, dos, tres; un, dos, tres! ¡Escucha el vals, Nadhia! —exclamé, para extrañeza del demonio, que seguramente no esperaba que empezara a hablar con la chica en lugar de acercarme a él—. ¡Estamos bailando, tú y yo! ¡No dejas de mirarte los pies porque tienes miedo de pisarme!

>>¡Ahora escuchas el viento siendo cortado, tus músculos quejándose, tu rostro empapado en sudor! ¿Lo recuerdas? ¡Estás entrenando con tu Ángel Forjado! ¡Tandy te está ayudando! ¡”Vamos, Nadhia, kupó”!
—volví a girarme hacia el moguri y, amenazándole con los ojos, le rogué—: ¡Ayúdame, Vaan!

>>¡Siente la cuerda entre tus dedos, tira de ella hasta que se tense, tanto como si fueras a besarla; respira, visualiza tu blanco! ¡Dispara la flecha! ¿Recuerdas tu arco, Nadhia? ¡Tu arco de oro, por el que tanto luchamos!

>>¿Te acuerdas, en Ciudad de Paso? ¡Light y yo, locos por ti por culpa de este peluche sucio! ¡Las campanas, el hotel, el eidolon, la Reina, la mujer araña…!

>>¡¡Tu primer beso, Nadhia, nuestro primer beso!!
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Re: [Castillo de los Sueños] Cordialmente invitado

Notapor EspeYuna » Vie Ene 17, 2014 3:58 am

Quédate conmigo.

Me aferraba a su cuerpo, buscando darle calor. Presenciaba todos y cada uno de sus recuerdos, ¿conmigo? No lo sabía. Sólo quería protegerle. Sólo quería que no sufriera. No podía dejarle allí solo.

Pero entonces, ¿por qué luchaba por no cerrar los ojos? ¿Me aterrorizaba acaso? ¿Por qué debería?

La oscuridad, cierto. Daba miedo, nos acunaba en silencio mientras yo seguía a su vez abrazada a… ¿Cédric? ¿Por qué lo hacía? No le conocía de nada. Ni tan siquiera era humano, eso lo supe desde el primer momento.

No me dejes sólo.

Por favor… suéltame —en un intento de recuperar la cordura, hice ademán de separarme, pero sus brazos eran más fuertes—. No soy quién tú crees.

Lo eres. Eres mi luz.

No, no lo soy. Me confundes con… yo soy…

>> ¿Quién soy?

El miedo se apoderó de mí.

¿Cómo me llamo?

Nadhia.

Lo escuchaba claramente, pero por alguna razón lo olvidaba nada más volver a recordar la vida de mi monstruo. Un pasado triste, oscuro y cruel. La voz que me llamaba por ese nombre, desconociendo aún si se trataba del mío, era angelical y muy cercana. Tanto, que parecía provenir de mi propio corazón. Allí, en aquel paraje oscuro, en mitad de un islote arenoso rodeados del negro océano, era lo poco humano que existía. ¿Y yo? ¿Cómo era? No era capaz de acordarme.

Si era joven o mayor, si era hombre o mujer… todo eso daba igual. Sólo importaba él. Volvía a sentir la necesidad de abrazarlo y hacerle feliz así, por poco que fuera.

Y el ciclo se repetía, una y otra vez…

Nadhia. Nadhia. Nadhia.

Déjame ir, te lo ruego. No puedo quedarme contigo.

¡No me dejes! ¡Por favor, no!

… y volvía a su cauce.

*****


¿También tienes una voz…? Si es así, por favor, te lo ruego… Busca al Ángel Forjado. Necesitamos de su ayuda… Por favor, Llave mía…

Xefil.

Xefil pudo escuchar un tintineo en el aire, suave y lejano. Pero no se equivocaba: había escuchado perfectamente decir su nombre. Mientras Lord Saron se encargaba junto a Tandy de apagar el fuego del bosque con hechizos de aire y agua, el joven escuchó de nuevo su nombre danzando en el viento con la ceniza.

Y si cerraba los ojos, percibiendo aquella voz, podría visualizar por un momento el arma de su compañera… portada por un hombre alto, rubio y apuesto, con un sólo ojo visible, azul como el más despejado de los cielos.

Te ayudaré. Hazle recordar quién es.

*****


Ya no me quedaban fuerzas para intentar escapar de su agarre. Dejaba de importarme mi identidad, tan sólo dormir. Porque se sentía mejor desistir y aferrarme al monstruo que seguir escuchando sus súplicas y sollozos.

Porque se estaba convirtiendo en la persona más importante para mí.

¡Ella no es tuya! ¡Mírala bien, ni siquiera es Evangeline!


Sí… alguien gritaba, muy lejos de allí. Pero, ¿quién era?

¿Evangeline? ¿Quién es… Evangeline?

Nadhia. Escucha esa voz. Él sabe quién eres.

Pero, ¿quién eres tú?

Lo sabes perfectamente. Tan sólo escucha.

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¡Nadhia! ¡Un, dos, tres; un, dos, tres! ¡Escucha el vals, Nadhia!


¿Un… dos… tres…?

Eso es, Nadhia. Recuerda los pasos. Un… dos…

*****


Tres. Un… dos… tres…

De repente ya no me encontraba en la oscuridad rodeada de mar. Mi monstruo seguía allí, pero rugía furioso y aquello fue suficiente para recobrar la consciencia y asustarme de verdad. Éste cogía mis hombros y los aferraba con violencia. Sentí que me clavaba las garras y chillé, aterrada.

¡Déjame! ¡Sueltame!

Sin embargo, todavía no era capaz de ver con claridad lo que sucedía. Los recuerdos del monstruo se sucedían frente a mis ojos, sin dejarme ver las tres figuras que gritaban mi nombre. Mi verdadero nombre.

Así es, Nadhia. Guíate por él.

¿Él?

¡Ahora escuchas el viento siendo cortado, tus músculos quejándose, tu rostro empapado en sudor! ¿Lo recuerdas? ¡Estás entrenando con tu Ángel Forjado! ¡Tandy te está ayudando! ¡”Vamos, Nadhia, kupó”!


¿Ángel…? ¡Ángel!

Reaccioné invocando inconscientemente mi Llave-Espada. Volvía a recordar quién era, poco a poco. La luz de Ángel hizo que el monstruo me soltara, y, asustada, invoqué una Flecha Celestial, guiada por una voz que me animaba… que me guiaba, que me embriagaba.

Usé fuerza bruta para arrancar los cristales rojos que me tenían inmovilizada y que habían crecido sin control por mi cuerpo. Cayendo de nuevo al suelo, retrocedí al ver que el monstruo se acercaba para tomarme de nuevo.

¡Mi princesa!


¡Siente la cuerda entre tus dedos, tira de ella hasta que se tense, tanto como si fueras a besarla; respira, visualiza tu blanco! ¡Dispara la flecha! ¿Recuerdas tu arco, Nadhia? ¡Tu arco de oro, por el que tanto luchamos!


Y disparé, dando de lleno en el pecho de la bestia. Ésta rugió de dolor, mas yo también me llevé la mano al pecho, sintiendo un dolor indiscutible; me faltaba el aire para respirar. Como si yo hubiera recibido el mismo ataque, me desplomé en el suelo.

¿Te acuerdas, en Ciudad de Paso? ¡Light y yo, locos por ti por culpa de este peluche sucio! ¡Las campanas, el hotel, el eidolon, la Reina, la mujer araña…!


Claro… que me acuerdo… Xefil...

¡¡Tu primer beso, Nadhia, nuestro primer beso!!


Sonreí, recordando los momentos tan especiales y sinsentido vividos con el Monarca de la Locura…

*****


¿Xefil? ¿Tandy?

Fue lo primero que dije al despertar. Y el segundo no tardó en reaccionar y abalanzarse. Solté un quejido, y el pequeño se apartó asustado.

¡Nadhia, estás bien! ¡Pensaba que no ibas a despertar, tan!

¿Qué ha… pasado…?

Me incorporé de golpe, acordándome de Xinjat, Arthur… y el Amo. Pero, como siempre, aquello no fue buena idea. Aquel movimiento brusco hizo que todo diera vueltas en mi cabeza y que ésta decidiera echarse de nuevo.

Pero alguien decidió que su brazo sería más cómodo que el húmedo y frío tronco de un árbol del bosque. Me encontré con los ojos de Xefil y solté una estúpida sonrisa, adormilada y con una voz que sonaba bastante gangosa.

Hola, mi Lord —bromeé, viendo que en sus ojos castaños se notaba la preocupación—. Gracias. Me hiciste recordar… quién soy.

¡Yo también ayudé, kupó! ¡Vitoreé a la magnífica Nadhia Hoghes, tan, tan, taaaan!

Me estalla la cabeza, ¿no habré bebido algo? ¿O todo lo que ha pasado es verdad?

Tandy me observó preocupado, y más atento a mi pecho. Fui a verlo, y me llevé la desagradable sorpresa de que tenía el traje destrozado, cubierto de cristales rojos y manchado de, ¿sangre?

Hice una muesca de asco y me volví a fijar en Xefil.

Estoy hecha un desastre —reí, intentando calmar la situación.

Porque estaba claro que algo gordo había pasado: el broche se había abierto. Tras recuperarme un poco, Xefil decidió esperar un rato. Me contó todo lo que había pasado, y cuando Lord Saron llegó con el caballo que había mencionado Xefil y con otro corcel blanco, el Monarca que me reclamaba como suya me lo presentó.

Lord Saron estuvo hablando un largo rato conmigo, preguntándome de dónde había sacado el broche, en qué mundo, durante cuanto tiempo lo llevaba puesto, desde cuando oía las voces y veía a aquel monstruo. Le conté con detalle todo de lo que me lograba acordar, pero la migraña apenas me dejaba acordarme de lo más minucioso.

El Lord nos explicó que su cometido era recuperar a su familia: Arthur y Clara, hermanos de la fallecida Evangeline. No entró en más detalles, sólo con mencionar que ella estaba muerta era suficiente para que me estremeciera. Porque eso significaba que cargaba con fantasmas a la altura del corazón. Y no precisamente ángeles.

Saron intentó llevarse el broche a una distancia montando en su caballo, pensando que tal vez, después de cerrar y hacer desaparecer al monstruo por mi cuenta, ya no estaría ligado a mí. Pero nos equivocamos cuando el hombre regresó apenado, viendo como la joya seguía reluciendo en mi poder.

Ojalá pudiera hacer más por ti, Nadhia.

¿Qué es lo que busca ese… Amo?

Lo único que os debe preocupar es que quiere el broche. Con o sin ti.

>> Cuando llegamos, a quien tú llamas el Amo quiso acercarse a ti y arrebatarte el broche, quizás cegado por la locura de volver a ver a Evangeline. Pero… ese ser…

El Lord se quedó callado y pensó detenidamente en la continuación.

Te protegió, de un modo u otro. Pero no es capaz de controlarse. Es un fantasma del pasado al que hay que entender… pero también, enseñarle el camino para que descanse en paz.

>> Siento no poder hacer mucho más por ahora. Y entiende que no te quiera contar más de lo que ya sabes, pero… no creo que sea necesario que sufras por personas que no conoces.

>>> Quería conversar contigo, pensé que sería lo mejor, que supieras sobre nosotros. Pero tal y como han sucedido las cosas, lo más seguro es que no nos veamos. Procuraré vigilar los movimientos de ellos cuatro. Hasta entonces, Nadhia, procura ir acompañada a cualquier mundo al que vayas.

*****


Los tres volvimos en caballo hacia un claro y nos despedimos allí de Saron. Éste desapareció en la oscuridad junto al corcel blanco que montaba, mirando apenado como Xefil se alejaba con su corcel.

Montada frente a él, mientras volvía a paso lento con el caballo, yo intentaba no pensar en lo que había sucedido. Ni siquiera sabía si sería capaz de dormir a partir de entonces.

Es un caballo muy bonito.

>> Y… jamás había montado en uno. No sabía que tú supieras, Xefil.

Se notaba en mi voz el miedo. Pero intenté por todos los medios sonreír.

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Re: [Castillo de los Sueños] Cordialmente invitado

Notapor Zee » Vie Ene 17, 2014 4:09 am

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Es un caballo muy bonito.

Inevitablemente se me escapó una sonrisa. Escuchar la voz de Nadhia después de todo lo que había ocurrido era la mejor recompensa que podía haberme ganado. El saber que había sido gracias a nuestros esfuerzos (de Saron, Tandy y míos) por lo que la joven seguía viva era más que suficiente. Cada vez que me hacía consciente de su presencia, cuando sentía el peso de su cuerpo contra el mío o cuando su cabello me rozaba el rostro, me era imposible guardarme los suspiros de alivio.

Estaba sana y salva, gracias a mí. Sonaba egoísta y orgulloso, tal vez, pero no fue hasta que comencé a recordarle quién era que Nadhia comenzó a luchar. Desafió al demonio, disparando su flecha y arrancándose los cristales que la mantenían prisionera. Después de ello, fue sólo cuestión de recuperar sus energías y hablar con Lord Saron. Desgraciadamente, no hubo mucho que el hombre pudiese hacer, pero prometió encontrarse más tarde con Nadhia, mientras tanto encargándose de vigilar a Arthur y su grupo

Y… jamás había montado en uno. No sabía que tú supieras, Xefil.

Dejé salir una pequeña carcajada y le sonreí a Nadhia, aprovechando que se había girado a verme. Después de habernos alejados de aquel fatídico claro (apagando antes el fuego, por supuesto), no hubo más sino ofrecerle a Nadhia el corcel. No obstante, ante la insistencia, tuve que montar detrás de ella. Tal vez aquella era una mejor idea; no quería que se cayera de pronto por culpa de la poca energía que le quedaba.

La cosa es… no sé —confesé, apartando la mirada—. Jamás lo había hecho correr. Sólo paseos de cacería, nada de cabalgar a todo galope. Ni creas, todavía me duele en… —sí, a cada paso que el caballo había dado, yo había rebotado en la posición incorrecta y…— las piernas.

¿Me enseñarás algún día?

¿Por qué no ahora? —sugerí, tendiéndole las riendas. Y sin embargo, cuando ella las tomó, no aparté mis manos. No sólo pretendía guiarla, pero si llegaba a perder el control gracias al cansancio…— Ahora mismo está tranquilo, caminará por sí solo. Simplemente asegúrate de detenerlo con un tirón si intenta trotar o echarse a correr, recordarle que nosotros mandamos; como ya está disciplinado, no debe haber mucho problema.

>>¿Ves? No lo obligas, simplemente lo guías. Por ejemplo, si quieres ir a la izquierda…
—apremié a Nadhia para que jalara de las riendas hacia la dirección correcta—. Es fácil, no hay más que eso. Pero podemos hacerlo de nuevo si quieres, otro día. Eso o —sonreí— puedes intentarlo en bisonte volador.

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OFF: (nunca he montado IRL, así que ni idea xDDD)


Volveríamos al castillo a devolver el caballo, solamente. No tenía sentido ir de nuevo a la fiesta; no con lo cansados que nos hallábamos y con el desastre que estábamos hechos. Cubiertos de sangre, llenos de rasguños, con las ropas desgarradas… (uy, Mogara iba a meternos una bronca…) Aunque sí me gustaría ver las caras que pondrían las amigas de Camille, tendría que resistir la tentación.

Aquel paseo era más disfrutable, de cualquier manera.


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La sangre… No podía dejar de mirar las manchas en la ropa de Nadhia, imaginando que muy posiblemente las mías se verían mucho peor. No sólo eso sino que, bien lo recordaba, aquella sangre era mía. Cuánto había perdido, no lo sabía; pero si había sido capaz de dejar una gran mancha en las sábanas, debió haber sido al menos medio litro. Y, curiosamente, no me sentía realmente cansado.

Nadhia, yo… —comencé. No tenía sentido intentar guardar el secreto; ahora no sólo Light lo sabía, sino que Tandy también me había visto. Y aunque sabía que mi amigo era perfectamente capaz de mantenerse callado, no podía estar tan seguro sobre el moguri.Y también, por supuesto, estaba el hecho de que Nadhia pasaba por algo similar; tal vez, con mucha suerte, podríamos ayudarnos el uno al otro—. Quiero decirte algo. Es algo… importante. Después de lo que pasó hoy, estoy decidido a que lo sepas…

Después de que Nadhia me dio su confirmación de que estaba dispuesta a escuchar (pese a que había sonado bastante nerviosa al respecto, extrañamente), fui directo al grano:

Soy… de alguna manera, como tú —expliqué, moviendo las riendas entre mis dedos con evidente preocupación—. Hay una… En mí, hay una… mujer...

Eso sonó terriblemente mejor en mi mente que en mi boca.

¡No, lo siento, yo…! ¡Vaan, déjame terminar! Agh, me refiero a… —llevé una de mis manos al mentón de Nadhia y la obligué a mirarme a los ojos. Voluntariamente, los iluminé como dos linternas, con el color de la sangre— esto. Lo viste en Ciudad de Paso, pero no te lo expliqué con sinceridad…

>>Mi Locura, la que tú y Light vieron… Y la que Vaan vio, mientras luchaba con Clara… Viene de un alguien. Un alguien que está, efectivamente, dentro de mí. En el mismo sitio donde están mi corazón y mi Llave-Espada.

>>Una bruja… Una hechicera que, según dice, ha vivido por siglos… No sé su nombre, pero no se queja cuando la llamo
“Némesis” —algo en el interior de mi pecho titiló como una campana. Tal vez… cadenas de plata—. Hoy… y aquella noche en Ciudad de Paso… ella me prestó su poder. Si no fuera por eso, tal vez no estaríamos aquí hablando. Hoy, incluso… pensé haberla visto, a una persona idéntica a ella. Tal vez vuelva, un día; quiero entender… yo...

>>...ella sigue siendo el enemigo, ella quiere… si no encuentra la manera de salir, ella quiere… el dominio.

>>Mi cuerpo es una jaula, Nadhia. Y creo que… eres la única que me entiende.
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Re: [Castillo de los Sueños] Cordialmente invitado

Notapor EspeYuna » Vie Ene 17, 2014 4:30 am

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¿Por qué no ahora? —sugirió Xefil, sonriente. Me tendió las riendas y yo, algo temerosa en principio, me sentí segura cuando él decidió no apartar las manos— Ahora mismo está tranquilo, caminará por sí solo. Simplemente asegúrate de detenerlo con un tirón si intenta trotar o echarse a correr, recordarle que nosotros mandamos; como ya está disciplinado, no debe haber mucho problema.

Me da algo de cosa, ¿y si tiro demasiado fuerte y le hago daño?

No lo obligas, simplemente lo guías. Por ejemplo, si quieres ir a la izquierda… —seguí la indicación de Xefil, sonriendo como una niña pequeña cuando vi que había conseguido que el caballo respondiera a la orden—. Es fácil, no hay más que eso. Pero podemos hacerlo de nuevo si quieres, otro día. Eso o puedes intentarlo en bisonte volador.

Pema, ¿verdad? —confirmé. Todavía recordaba lo sorprendida que me quedé al conocerla— No es tan mala idea tampoco.

Reí con Xefil, volviendo al castillo para devolver el corcel a su establo. Era bastante obvio que los dos estábamos indispuestos para volver a la fiesta, con los trajes destrozados (Mogara nos iba a matar…) y cubiertos de sangre. Seguramente Xefil había intentado acercarse a mí, y con el intento de atraparme se había dejado el traje hecho un asco. Sin contar con los rasguños que los dos habíamos recibido tras los ataques del enemigo. Sin olvidar mi melena totalmente desaliñada. Una vez más le sonreí a Xefil.

Nadhia, yo… Quiero decirte algo. Es algo… importante. Después de lo que pasó hoy, estoy decidido a que lo sepas…

“¿Eh?”

Me giré a Xefil, extrañada por el nerviosismo en su voz. Y tan cerca estaba de su rostro, que me puse roja sin poder evitarlo. Tandy sobrevoló nuestras cabezas y se colocó a la espalda del caballo.

C-Claro… ¿qué ocurre?

Soy… de alguna manera, como tú. Hay una… En mí, hay una… mujer...

¿Eh? —tan mal sonó para mí aquello como para Tandy, quien se empezó a desternillar de risa a nuestra espalda.

¡El caballero Xefilón resulta ser la dama Xefilona, tan, tan, taaaaaaan! —exclamaba el travieso moguri entre sonoras carcajadas.

¡No, lo siento, yo…! ¡Vaan, déjame terminar! Agh, me refiero a… —Xefil cogió mi mentón y me acercó a su rostro, para que le mirara fijamente. Me pegué… un buen susto, debo reconocerlo. Y no por lo que mi inocente cabecita pensaba que iba a suceder, sino por lo que realmente pasó: los ojos de Xefil se inyectaron en sangre, convirtiéndose en dos rubíes— esto. Lo viste en Ciudad de Paso, pero no te lo expliqué con sinceridad…

“Claro que lo vi”, pensé, irremediablemente. No aparté mis ojos de él en ningún momento. Agradecí los nervios previos, los que camuflaban que sabía de aquello.

Pues yo ya conocía a la responsable.

Mi Locura, la que tú y Light vieron… Y la que Vaan vio, mientras luchaba con Clara… Viene de un alguien. Un alguien que está, efectivamente, dentro de mí. En el mismo sitio donde están mi corazón y mi Llave-Espada.

Percaté entonces que Tandy se asomaba en la lejanía. Pude ver por el rabillo del ojo su mirada, preocupado y confuso, y lo comprendí: la Bruja Eterna había hecho acto de aparición.

Una bruja… Una hechicera que, según dice, ha vivido por siglos… No sé su nombre, pero no se queja cuando la llamo “Némesis” —a pesar de saber de su existencia, Xefil es quien mejor podía explicarme sobre su origen o el por qué de encontrarse como un parásito dentro de su corazón—. Hoy… y aquella noche en Ciudad de Paso… ella me prestó su poder. Si no fuera por eso, tal vez no estaríamos aquí hablando.

“Ni Tandy tampoco”, añadí para mis adentros. Él no lograba acordarse de que había invitado a la Bruja a poseer su cuerpo durante unas horas, a cambio de ayudarnos con el pacto del pequeño Vaan. Recordé lo que Némesis era capaz de hacer… poseer corazones.

¿Acaso los guardaba dentro de Xefil? Sólo de pensarlo la rabia se apoderaba de mis nudillos. Porque Xefil no merecía que descubriera que su cuerpo no era solo la prisión de una bruja, sino el de… corazones de gente que pudo vivir en otro tiempo.

Debiste verlo. Llegó arrastrándose hacia mí, pidiéndome perdón y misericordia, luego de uno de sus tan usuales episodios de heroico orgullo. Tan patético…


Hoy, incluso… pensé haberla visto, a una persona idéntica a ella. Tal vez vuelva, un día; quiero entender… yo...

>> ...ella sigue siendo el enemigo, ella quiere… si no encuentra la manera de salir, ella quiere… el dominio.

¿El dominio? —era bastante razonable de que estuviera preocupada por él.

De la noche a la mañana, Xefil se había convertido en una persona muy especial para mí. Y sólo de pensar en que aquella Bruja hiciera lo que le viniese en gana con su cuerpo, yo...

Mi cuerpo es una jaula, Nadhia. Y creo que… eres la única que me entiende.

Puedes contar conmigo —le dije antes de llegar a los establos—. Si alguna vez pierdes de nuevo el control, o ella… bueno, todavía no sé cómo, pero… no permitiré que te haga daño.

>> No lo consentiré, Némesis.

Dije en voz alta su nombre, si en algún lugar recóndito dentro del corazón de Xefil, la misma bruja lograba escucharme. Le regalé una amenaza de la pequeña Nadhia Hoghes.

*****


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Llegamos muy tarde a Tierra de Partida. Montados cada uno en nuestros Gliders, tras quitarnos los trajes completamente destrozados al pulsar el regalo de Mogara, nos volvimos a ver envueltos en nuestras armaduras.

Al llegar a nuestro hogar, vi como Xefil soltaba a Pema y yo me quedaba con la boca abierta. ¿Cómo demonios era posible que pudiese caber la pobre en aquella cápsula tan pequeña? Ya me era agobiante pensar en Tandy atrapado dentro de aquella cosa tan minúscula, ¡como para intentar visualizar a la “pequeña” bisonte! Escapé una risotada cuando Pema, tras ser liberada por Xefil, fue a restregar su enorme nariz al joven y éste cayó al césped.
Se le notaba cansado, pues en cuanto aterrizó en el suelo se dejó caer e inspiró profundamente por la nariz. Me arreglé el pelo como pude, totalmente hecho un desastre. Sentir el viento de Tierra de Partida en el rostro y escuchar los sonidos nocturnos en los jardines consiguió crear una atmósfera especial para ambos.

Los dos no teníamos prisa por marchar, aunque apenas tuviéramos fuerzas para mantenernos en pie. Como Pema apenas había podido caminar en el mundo al que habíamos ido, decidimos dar un largo paseo por las colinas mientras ésta volaba alegremente y con sus idas y venidas nos hacía caer al suelo. Tandy se lo pasaba muy bien con ella, aunque parecía tenerle un poco de miedo. No sabía si por el aspecto de la propia mascota de Xefil o porque éste le hubiera amenazado un par de veces a hacerlo su tan esperado festín.

Una vez ambos bostezamos ruidosamente, decidimos que lo mejor sería marchar al castillo y a nuestras habitaciones. Lo mejor sería irse a la cama, sí.

Aunque me costaba asimilar que aquella noche estuviera acabando, por lo muy cruda que se hubiera puesto a medio camino… había sido maravillosa para mí.

Y, sonriente, esperaba que para Xefil también.

¿No le vas a recompensar por haberte salvado, tan…?

Tandy susurró aquello tan bajito y tan cerca de mi oído que Xefil no lo escucharía, y más despidiéndose de su enorme mascota.

Caminamos unos pasos más hacia los dormitorios, pensando si debía hacer caso a Tandy o no. Dubitativa, empecé a entrelazar mis dedos con los pantalones bombacho, incapaz de decidirme por lo que estaba a punto de hacer.

Y llegó el momento de la despedida. El cuarto de Xefil se encontraba en el piso de arriba, por lo que cuando llegamos a la puerta de mi habitación, me paré y le sonreí.

Gracias por acompañarme, Xefil.

Cuando me mostró su sonrisa, supe que debía hacer algo. ¿Una locura? Tal vez. Pero Tandy me había dicho que debía compensarle por haber pasado todo aquel mal trago por mí, ¿no?

Y…

Con las orejas y mejillas a punto de entrar en erupción, me acerqué a él y le di un beso…

… en la mejilla.

Gracias por salvarme. ¡B-Buenas noches!

Salí corriendo hacia la puerta, sin querer comprobar la reacción de Xefil. Cerré y me dejé escurrir hasta tocar el suelo, riendo como una tonta y acurrucándome en mis rodillas.

Me sentía tan estúpidamente feliz...

Vaya, qué aburrida, tan, tan —comentó Tandy afuera en los pasillos.

*****


Tandy suspiraba en sueños, pero yo no era capaz de dormir. Tumbada en la cama, no dejaba de sonreír, acordándome de todo lo que había vivido con Xefil aquella noche. Me sentía más… viva, de alguna forma. Había sido algo completamente diferente a lo que solía hacer. Había vivivo un cuento de hadas con él.

El Monarca de la Locura.

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Al pronunciar aquel apodo, recordé el de la mujer que se hallaba prisionera dentro del cuerpo de Xefil. Me levanté de la cama y fui a hurgar en el cajón del escritorio.

Y encontré un pequeño pergamino, elegante y con un vistoso listón carmesí que lo mantenía cerrado. Lo recogí y me senté de nuevo en la cama.

Observándolo por unos instantes, decidí abrirlo a la luz de la luna que asomaba en el gran ventanal de mi cuarto. Y pude leer el mensaje de la Bruja Eterna impreso en él.

Nadhia Hoghes, su presencia será requerida cuando el silencio se vea roto.


Cuando el silencio se vea roto…

Repetí aquella frase un par de veces, intentando darles un significado. Pero por más que lo hice, no pude comprender las palabras de Némesis.

Y me daba miedo no entenderlo.

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Re: [Castillo de los Sueños] Cordialmente invitado

Notapor Zee » Vie Ene 17, 2014 4:33 am

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Cuando volvimos al castillo colgante, ya era más de medianoche. La luna se alzaba en el punto más alto de la bóveda y las cadenas doradas resplandecían bajo la luz de las estrellas. Los jardines se encontraban completamente vacíos a aquellas altas horas y había muy pocas luces encendidas en las ventanas de la academia. Y a juzgar por la humedad en el césped, no faltaban más que unas horas para el amanecer.

Jamás había deseado tanto un entrenamiento con Kazuki a la mañana siguiente. Probablemente terminaría muerto con cualquier otro.

Al aterrizar me quité inmediatamente tanto la Armadura como el traje de Mogara. Si funcionaba con la misma magia que la primera, con suerte se repararía por sí mismo. De lo contrario, ya podía comenzar a rezar por mi seguridad. Luego de ello, desenganché la cápsula de viaje que llevaba en el cinturón y liberé a Pema.

Lo siento, bonita. Por tu propia seguridad —me excusé, acariciándole la nariz con mi mano. No muy convencida por mis disculpas, Pema me dio un empujón con su hocico. Fue algo fuerte, sí, y sumado a la poca energía que tenía, irremediablemente caí al suelo de espaldas.

El césped se sentía tan suave y cómodo, sin embargo…

***

Después de un corto paseo que sirvió para estirar las piernas después del viaje (especialmente Pema lo disfrutó, volando de un lado a otro), tuvimos que volver a los dormitorios. Me asomaba por las ventanas del castillo cada dos segundos, esperando ver la luz del alba en cualquier momento, mientras caminaba junto a Nadhia en un silencio extrañamente cómodo. Después de todo lo que había pasado supuse que ambos lo agradecíamos, especialmente estando tan a punto de desfallecer.

Mi habitación estaba en la punta de la torre; la de Nadhia, en la segunda planta. De tal manera que me tocaba subir escaleras y recorrer dos pasillos en soledad después de despedirme de ella; sinceramente, más de lo que esperaba. Ambos nos paramos frente a la puerta e intercambiamos un par de sonrisas cómplices.

Gracias por acompañarme, Xefil.

Bueno… —sonreí—. Como dicen: el placer fue todo mío.

Y…

Antes de que pudiera entender lo que estaba pasando, Nadhia acercó su rostro al mío y me estremecí por los nervios. Supongo que no esperaba que ella precisamente me diera un pico en la mejilla a manera de agradecimiento. Y el hecho de que fuese ella precisamente lo hizo todavía más… especial.

Gracias por salvarme la vida. ¡B-Buenas noches!

Aquello lo pronunció tan apresuradamente que ni siquiera me dio tiempo a responder. La puerta se cerró en apenas un instante, incluso dejando a Tandy… a Vaan, fuera conmigo.

Buenas noches… —murmuré, sabiendo que ya Nadhia no podía escucharme. Sonreí de una manera estúpida y luego me giré hacia el moguri, a quien le di un amigable tirón en ambas orejas—. Buenas noches a ti, Vaan.

Vaya, qué aburrida, tan, tan —sonreí en cuanto comprendí el mensaje de Tandy y luego me di media vuelta, volviendo a saltos y con las manos en los bolsillos hasta las escaleras de caracol.

***

¡Tarde de nuevo!

Sabía de antemano que Elizabeth atravesaría la puerta, como de costumbre, para regañarme por mi tardanza. Ya era usual en ella, incluso cuando era perfectamente puntual. La ignoré como solía a hacerlo y abrí la puerta de mi habitación. Sólo me quité las botas e ignorando la ropa que llevaba puesta, me arrojé en la cama.

¡Sabes que no puedo…!

“¡…dejar Tierra de Partida!” —terminé, imitando su aguda voz. No pude ver su reacción, ya que había hundido mi cara en la almohada—. Estuve fuera. Y me divertí. Así que no me importa.

>>Sí, realmente fue una fantástica noche…


Sin realmente pensarlo, me quedé dormido con una mano sobre la mejilla, con la melodía del vals resonando en mi cabeza. Un, dos, tres; un, dos, tres...


End
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Re: [Castillo de los Sueños] Cordialmente invitado

Notapor Sombra » Vie Ene 24, 2014 3:20 pm

¡Vale! Me ha encantado vuestro encuentro, además avanzais ambos mucho en la historia de vuestros personajes :3

Bueno, bueno. No nos entretengamos, que seguro que ya tenéis ganas.

Xefil: 30 PX, buena actuación, buena ortografía, diálogos divertidos y encuentro entretenido. (9 PX para el nivel 14)

Nadhia: 30 PX... O eso habría podido decir si pudiese puntuarte. Por desgracia, no puedes recibir los PX debido a que tienes más encuentros abiertos. Una pena. Te digo lo mismo que a Zee, aunque en tu caso, al principio me pareció muy forzado el diálogo de la historia de Nadhia, aunque no hay más quejas.
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