—¿Parte de mi? —repetía mientras observaba cómo conjuraba un MicroGrav sobre su cuerpo provocando que sus cabellos y pliegues se agitasen suavemente, como si se encontrase debajo del agua y bailasen al son de las corrientes submarinas.
Ladeó ligeramente la cabeza y se acercó un poco para mirar con curiosidad el efecto de aquel hechizo, pues era el primer conjuro de su misma afinidad que contemplaba. Paseó unos momentos por alrededor de él hasta terminar en el mismo sitio en el que había comenzado su marcha, tratando de prestar atención a los efectos que producía aquel conjuro en el usuario.
—Está bien. Un propósito un propósito...
Dio varias vueltas a la cabeza en busca de alguna cualidad que pudiese otorgarle a esa energía. Varias ideas le pasaron por la cabeza: pegarse en el techo como lo había hecho antes el Aprendiz, empujar un objeto proyectando la energía hacia dicho cuerpo material en un golpe de fuerza, etc. Y entonces una idea emergió.
Chocó su mano cerrada contra la palma de su diestra, como si se le hubiese ocurrido una genialidad.
—¡Ya sé! Si tu te cuelgas por las paredes yo haré justo lo contrario, me apartaré de ellas —y sin nada más que añadir comenzó la elaboración del conjuro.
Recordó cómo Xefil se adhería a la superficie del pasillo perfectamente. Debía estar usando su magia para mantenerse ahí arriba, como si su cuerpo fuese atraído hacia ese plano en vez de a tierra firme. Su objetivo era lo contrario: debía de acumularla y luego expulsarla para dejar de ser atraída y poder elevarse.
Una vez tuvo eso claro aguantó la respiración y conglomeró sus fuerzas dentro de sí misma. A continuación, como ya había hecho con anterioridad, expulsó el aire de sus pulmones junto con el acumulado brío por todo su cuerpo.
En vez de la característica bruma que solía desprender esta vez no hubo muestras visuales de cambio alguno, al menos en los primeros minutos. Lentamente sus pies iban despegándose del suelo hasta lograr alzarse un par de centímetros con lo cual terminó por resbalar en el aire y caer de espaldas al suelo, de una forma ligeramente cómica.
—Aucho... Eso ha dolido... —se incorporó acariciando la espalda para mermar el golpe que había recibido —. ¿Lo he logrado?