Aquel era uno de los días más calurosos en las Islas del Destino: un paraíso tropical, perfecto para relajarse y disfrutar de unas merecidas vacaciones.
Light había escuchado el mundo de la boca de muchos y había decidido darle una oportunidad. Después de sus aventuras en Bastión Hueco, había decidido tomarse un merecido descanso en aquel isleño lugar: un lugar que rebosara de luz y tranquilidad. Por supuesto, les había pedido permiso a los Maestros para alejarse durante unos días de la rutina.
—¡Esto es vida! —indicaba mientras se estiraba. En aquel momento se encontraba tumbado sobre una hamaca y bajo una sombrilla, ambas alquiladas por un módico precio. Iba vestido con una camiseta color naranja y llevaba puesto un bañador, prenda que no podía faltar si tenía pensado meterse en el agua. Como también tenía pensado tomar el sol, se había traído consigo las gafas de sol que había comprado exclusivamente para ese día; y por supuesto, crema solar.
Desde su posición, podía ver como se extendía el calmado mar, el cual les separaba de otra isla. Según había oído de un anciano, aquella isla era peligrosa y alguna que otra vez habían aparecido Sincorazón en ella, por lo que los niños tenían prohibido ir a ésta. Muchos de ellos estaban bastante decepcionados, pues aquel pequeño paraíso había sido su lugar de juegos durante muchos años.
—¡Licu! ¡Solo! ¡Hoy es el día, tenemos que construir nuestra balsa!
Tres niños se encontraban sentados en la arena y bajo una palmera, resguardados del sol. Situados cerca de Light, éste podía escuchar la conversación que estaban teniendo.
—P-pero Queiri, la mayoría de los materiales se encuentran en la otra isla y no seremos capaces de llegar nadando hasta allí.
—Tampoco nos dejarán una balsa, es un lugar peligroso…
—¡Nada de excusas, tenemos que intentarlo! ¡No seáis vagos y preparaos para nadar!
Los dos niños hicieron una mueca y se negaron rápidamente. Su amiga infló sus mofletes y apretó los puños, claramente indignada.
Parecía que iban a necesitar la ayuda de algún adulto…