Twilight Town (Lazy Afternoons) - Piano Mix—
Sí, y yo no voy a creerte —declaró, claramente preocupado—.
Mejor vamos abajo. De todas maneras, a los dos se nos ha caído el helado.—
Será lo mejor, sí —algo apenada por lo sucedido, me reconfortó que Xefil no me soltara hasta que bajamos las escaleras que daban al interior de la estación—.
Gracias, Xefil.Cuando llegamos a la salida, me pidió que me sentara en los escalones frente a la puerta, todavía algo preocupado por si no se me había pasado el susto. Lo agradecí e hice caso a sus palabras, acurrucándome un poco en mis rodillas y recuperando un poco el aliento.
No era consciente todavía que me había estado a punto de matar. Y, sin embargo, seguía dándole vueltas al origen de aquella sensación tan desagradable, dándole mucha más importancia de la que, seguramente, merecía.
Entonces noté que Xefil se agachaba frente a mí y me acariciaba el brazo para comprobar que me encontraba bien.
—
¿Te sientes mejor ahora? —asentí, sonriendo un tanto forzada para no preocuparle. Éste, no muy convencido, señaló con el dedo al asfalto de la plaza—.
Bueno, en eso quedó lo del helado...Xefil exclamó de sorpresa, y yo sonreí al ver que lo que señalaba no era, precisamente, una mancha de helado de sal marina: en medio de la plaza había un par de bates de Struggle abandonados, cosa que, como Xefil había podido comprobar, era algo completamente natural con tanto niño descuidado.
Respondí a la sonrisa desafiante de Xefil con una mueca llena de ironía y un tanto bromista.
—
¿Crees que vas a poder conmigo?Sin comprobar si estaba en condiciones de incluso mantenerme en pie, me incorporé y salí corriendo a por el primer bate que mi diestra atrapara. En cuanto me di la vuelta, mi espada de goma espuma chocó con la que portaba un Xefil bastante veloz.
Hice una primera finta, y luego otra igual de rápida. Puede que yo fuese una de las campeonas de
Struggle en mi niñez, y que probablemente lo fuera en los próximos torneos que se celebraran: pero nada podía hacer cuando en aquel duelo, dos portadores de la Llave-Espada se jugaban el orgullo con creces.
Separándonos a unos cuantos metros tras chocar de nuevo nuestras espadas de juguete, observé algo asombrada el cometa verde que las ropas de Xefil dejaban a su paso. Un efecto que hipnotizaba, que me hacía ver el cuerpo de Xefil danzar con una velocidad difícil de alcanzar.
At Dusk, I Will Think Of You - LizzPensé en lo especial que eran todos los momentos vividos con él. Desde aquel infortunio relacionado con el pequeño moguri que ahora era mi guardián y compañero de aventuras, habían pasado muchas cosas. Y tras el baile al que fuimos invitados y los problemas que sucedieron después, habíamos coincidido más a menudo. En clases, en los entrenamientos... almorzando o cenando en el comedor, hablando sobre las misiones, sobre cómo Akio me pateaba el trasero en sus demostraciones o él envidiaba aquello, sintiéndose algo ignorado por Kazuki. Y en alguna ocasión, cuando estábamos solos, hablábamos sobre Némesis o el broche en sí, dos maldiciones que nos habían unido mucho más, comprendiéndonos mutuamente e intentando buscar una solución juntos.
Ragun seguía siendo mi mejor amigo, y el primero, de hecho. Light era como un hermano mayor, que bien podía serlo realmente cuando nos juntábamos los dos, con Dan en la Villa.
Y Xefil era... otro mundo. Me gustaba, me... atraía. Era agradable pasar tiempo con él, y de vez en cuando, su presencia hacía que mi corazón latiera con fuerza. Cualquier expresión en su rostro, desde la más triste a la más alegre; su aguda ironía, su férrea valentía, su humanidad al temer por la Bruja parásita de su cuerpo, su tierna curiosidad al descubrir y aprender sobre otros sitios, su inocente inseguridad, su calidez... todo me gustaba de Xefil. Lo tenía claro dentro de mi cabeza, pero era tan difícil decir algo, de intentar expresarlo o confesar al culpable, que prefería vivir aquellos pequeños momentos con él, antes que estropearlo diciendo alguna tontería. Además, ¿y si no era tan mutuo como pensaba? ¿Y si aquellos recuerdos en el baile, los gestos y sus palabras, solo eran amabilidad y cortesía?
Entonces, sin saber muy bien cómo, acabamos uno frente al otro cuando yo intentaba bloquear una de sus fintas. Me vi reflejada en sus ojos castaños, incapaz de reaccionar.