[Villa Crepúsculo] Invítame a un helado

[EspeYuna]

—No sé usar una espada —le dediqué una mueca graciosa, como expresando un "¿En serio, Caballero de la Llave-Espada?"—. ¿Por qué no vamos a comer algo? ¿Helado, quieres helado? Me han dicho que el de aquí es bastante bueno.

—No habrá helado hasta que juguemos un rato a Struggle —dije tajante a mi acompañante—. Los helados de sal marina saben mucho mejor después de entrenar con las espadas de goma espuma y yendo a la Torre del Reloj, ¡todo el mundo de aquí lo sabe!

>> Y pronto tú también.

La plaza no estaba tan llena como hubiera supuesto en un principio. A la tarde, seguramente, aquello estaría a rebosar. Era día de diario y los pocos que entrenaban eran los mayores. Aunque no caí en que el recreo de mi antigua escuela era aproximadamente a aquella hora, por lo que no me extrañó encontrar a Dan rodeado de un grupo de niños... que se me hicieron extremadamente familiares.

—Mira, está ocupado el sitio. Vamos a otro sitio, ¿sí? No queremos molestar a los niños...

—¿Te vas a echar atrás? ¡Seguro que no hay problema! —tiré de él con todas mis fuerzas, y Xefil no pudo... o no quiso hacer fuerza para escapar— ¡Dan, ya estamos aquí!

—¡¡Nadhia!!

—¡Es Nadhia!

De pronto, un grupo de niños se abalanzó encima mía y tuve que soltar a Xefil para que no lo atraparan a él también. Confundida, vi como Dan se reía del careto que había puesto tanto yo como mi compañero.

Entonces los recordé: fueron el grupo de niños con los que Dan, Light y yo pasamos una última tarde juntos jugando con las espadas de goma espuma. Me agaché y los saludé a todos con una sonrisa.

—No paraban de preguntar por ti, hermanita. Creo que te envidio por tener fans tan devotos —con una expresión burlona, Dan se acercó a Xefil y vio que tenía en sus manos el bate de Struggle—. ¡Oh! ¡Al final encontrasteis uno, genial!

—¿¡Y dónde está el Mandoble Celeste!? —preguntó uno de los niños, emocionado.

—Light no ha podido venir, tenía... un examen —mentí, aunque sí era cierto que tenía entrenamiento con Ronin.

[Zee]

—¿Te vas a echar atrás? ¡Seguro que no hay problema!

—¡No me estoy echando para atrás! ¡Estoy avanzando en una dirección diferente! —respondí, mientras Nadhia volvía a tirar de mi muñeca. Aunque hice ademán de intentar resistirme, en el fondo me había resignado, por lo que terminé por no hacer fuerza suficiente, dejando que la chica me llevara a donde quería.

—¡Dan, ya estamos aquí!

—¡¡Nadhia!!

—¡Es Nadhia!

Mis reflejos me advirtieron del inevitable peligro. En un instante, me aparté a un costado con una amplia zancada, a la par que una avalancha humana se lanzaba de frente contra Nadhia. Con una fuerza hercúlea, la chica resistió aquella masa de carne que intentó atraparla entre sus múltiples apéndices. En mi rostro no pude ocultar la sorpresa (y, en cierta cantidad, el miedo) que experimenté en aquel momento, contemplando con incomprensión aquel espectáculo de afecto.

—No paraban de preguntar por ti, hermanita. Creo que te envidio por tener fans tan devotos —declaró Daniel, con una sonrisa divertida. Parecía que había estado en aquella plaza todo el tiempo, probablemente acompañando a los niños. Luego, el joven se giró hacia mí y su mirada inevitablemente se vio atraída al bate azul que llevaba en una mano—. ¡Oh! ¡Al final encontrasteis uno, genial!

—¡N-no, esto es...! No es mío, tal vez debería devolverlo, yo creo que-- —escupí, con las palabras saliendo con la misma velocidad que la estampida que había atacado a Nadhia. Sin embargo, me interrumpí cuando escuché una frase en particular:

—¿¡Y dónde está el Mandoble Celeste!?

Como si no hubiese escuchado aquel título antes...

—Light no ha podido venir, tenía... un examen —mintió Nadhia, sin borrar la sonrisa que le dedicaba a los pequeños. Hice una mueca. Estaba bien que fuese su mundo natal, ¿pero por qué parecía que su nombre siempre terminaba saliendo en la conversación? Sí, Light era uno de mis mejores amigos, pero cuando tenía que ver con Nadhia su mención me volvía algo... sensible.

Fruncí el ceño y volví a girarme hacia Daniel Hoghes.

—El Gran Rayo Escarlata contra La Hoja Insomne —declaré, tajante, apretando mi agarre sobre el bate de Struggle y haciendo ademán de subir a la plataforma. Presté especial atención en mi volumen de voz para que Nadhia también pudiese escucharme—. Sin relevos.

[EspeYuna]

—El Gran Rayo Escarlata contra La Hoja Insomne —me quedé perpleja cuando Xefil dirigió su bate de Struggle a Dan y le retó a un duelo—. Sin relevos.

—¡Wo, parece que tienes ganas! —profirió Dan, tomando su bate en posición de combate— Así que mejor nos saltamos lo de las bolas y el cronómetro, ¿no?

>> Está bien, Hoja Insomne. El primero que toque con su bate la espalda del contrincante gana.

—¡No, no, no!

—¡El Rayo Escarlata otra vez no!

Los niños se aferraron a mí y me empujaron hacia ambos con una fuerza a la que no pude resistirme. Demonios, aquellos diablillos sí que habían entrenado con el bate de Struggle durante esos meses.

—¡Queremos al Destello Dorado!

—¿Eh?

—¡Seguro que ella puede con la Hoja Insomnio! —exclamó otro niño, quien pronunció mal el nombre de Xefil.

Todos empezaron a ponerme carita de cordero degollado. Y, bromista, Dan también.

—Eso me parece mejor idea todavía —parecía que a Dan no le molestó.

Es más, me lanzó el bate sin dejar que Xefil tuviera la última palabra.

—No te contengas con ella, o si no teme por ti —musitó Dan a su hasta ahora nuevo contrincante.

Impulsada por los niños, agarré mi bate y me fijé en el rostro preocupado de Xefil ante aquel imprevisto cambio.

—Hoja Insomne, intentaré ser blanda contigo.

Dan pitó con el silbato que llevaba colgado a su cuello, dando por comenzado el combate.

[Zee]

Vaya, no me lo esperaba.

—Hoja Insomne, intentaré ser blanda contigo.

—Qué...

Eso no era lo que había tenido en mente. En absoluto. La idea era batirme con Daniel, no con su hermana. Si antes había estado entre la espada y la pared, en ese momento sentí que estaba entre dos espadas o dos muros con clavos. ¡Aquello no era justo, no estaba en los planes!

Nunca había entrenado con Nadhia. Había luchado con ella antes, no contra ella, y me parecía haberla visto practicar algunos movimientos algunas veces. ¿Pero aquello? Nunca; no se le compararía.

Sujeté mi bate con sólo una mano, extendiendo la otra hacia un costado por si necesitaba dar una voltereta. Tragué saliva e inhalé bastante aire, intentando tranquilizarme. No estábamos en Villa Crepúsculo y yo no estaba jugándome la primera impresión... estábamos en Tierra de Partida, entrenando... sí, eso lo haría más ameno.

Escuché el silbato del Maestro y eché a correr al frente, preparando mi Llave-Espada para un abaniqueo inicial.

[EspeYuna]

En cuanto sonó el silbato, Xefil relajó los músculos y se lanzó hacia mí con su bate de Struggle. Enseguida pude comprobar que lo portaba como con su Llave-Espada, algo típico, aunque yo solía coger el mango de una forma diferente a la de Ángel Forjado. Teniendo en cuenta que, la mayoría de las veces, usaba la Llave-Espada como un arco y bastón mágico para los hechizos y mis habilidades.

Sin embargo, aquello era un combate cuerpo a cuerpo, y tenía que enfrentarme frente a Xefil. Decidida a no comprobar su fuerza física en comparación a la mía, realicé una finta que dejó un pequeño matiz dorado en el sitio donde había estado a ojos de Xefil, perdiéndome de vista durante una milésima de segundo.

La suficiente para tocar su espalda y acabar con el combate.

Sin embargo, estaba hablando de Xefil, y sus reflejos eran igual o mejores que los míos. Olvidé que era muy veloz, y que una finta no serviría de nada contra sus movimientos.

Ambos chocamos el bate de Struggle, y ante la fuerza superior de Xefil, equilibré mi cuerpo a tiempo en el suelo, forcejeando con él.

Era bastante extraño combatir contra él... y, para qué mentir, me estaba divirtiendo mucho.

—Procura no hacer trampas con el Espacio —musité, sólo siendo escuchada por mi contrincante.

[Zee]

El Destello Dorado...

No hubiera pensado jamás que aquel título tuviese un origen tan... literal. En un instante, Nadhia desapareció de mi vista, a sólo unas pulgadas de que yo pudiese golpearla con mi Llave-Espada. Donde antes había estado la chica, permaneció sólo un suave brillo color dorado, como un espectro de ella.

—Detrás.

Cierto. El propósito de aquel duelo era golpear la espalda del otro con la Llave. De tal manera que, si Nadhia había decidido hacer una finta, no había otro sitio donde pudiese estar sino...

Giré sobre mis talones en el suelo encerado de la Sala del Trono, asestando un corte horizontal tan amplio como podía mientras me daba la media vuelta. Escuché el sonido del metal golpeando el metal, mientras una dolorosa vibración ascendía por mi brazo hasta mi hombro. Mantuve, sin embargo, la posición y terminé de girarme para enfrentar a Nadhia.

Permanecimos un momento en una posición de espada contra espada, mirándonos a los ojos.

—Procura no hacer trampas con el Espacio —murmuró, traviesa. Respondí sólo con una sonrisa, para después romper nuestro contacto con un salto hacia atrás. Sujeté la Llave con ambas manos, con una en la empuñadura y otra en la punta, buscando cubrir más terreno de esa manera. Cualquier ataque que Nadhia me lanzara por el frente, estaba seguro que podría desviarlo... si intentaba su famosa finta de nuevo, sin embargo...

Primero hubo un destello dorado; y esta vez, ya me lo esparaba. Tardé incluso menos en dar la media vuelta sobre un solo pie, danzarín.

Y luego, hubo un destello verde. Me lancé veloz al suelo, rodeando a Nadhia con una rápida voltereta y colocándome a su espalda. Mi técnica no se comparaba con la suya, pues mientras ella se había convertido en un parpadeo dorado de una manera que no lograba comprender, yo sólo me había movido tan rápido que parecía haber dejado la estela de mis ropas detrás de mí, como un cometa... pero igualmente, había sido similar, y escuché las exclamaciones de asombro de los demás Aprendices.

Descubrí, sorprendido, que me estaba divirtiendo mucho con aquel entrenamiento. Por lo que, en lugar de aprovechar la oportunidad y golpear a Nadhia en la espalda, me puse de pie en un instante y le soplé con los labios en la nuca, provocándole un escalofrío.

[EspeYuna]

—¡Vamos, Nad! ¡Sabes que ese truco no es nada para ti!

Y lo sabía. Cuando era pequeña, había entrenado aquella finta con mucho cariño y se había convertido en mi especialidad dentro del deporte más famoso de Villa Crepúsculo.

Pero Xefil no era un chico corriente de la Villa.

Le notaba sonriente, desafiante, como cuando lo veía en los entrenamientos de Tierra de Partida. Por alguna razón, comprendí que se lo estaba tomando como algo serio y procuraba pensar como uno de los duelos en los jardines.

Y, por supuesto, aquella sonrisa traviesa provocaba algo extraño dentro de mí...

—¡Ah!

... lo suficiente para que pudiera tomarse la libertad de hacerme una pequeña broma y sacrificar una oportunidad con ello para vencerme. Algo herida en orgullo, me llevé la mano libre a la nuca y le busqué con la mirada, algo alterada y con el rostro a punto de entrar en erupción.

—Bu.

Y recibí otro de sus ataques en la oreja, erizando por completo mi piel y haciendo que las mejillas me ardieran. Sin embargo, en aquel último momento giré sobre mí misma en una dorada finta para acabar a la espalda de Xefil.

Pero claro, no iba a ser tan fácil, y Xefil volvió a bloquearme.

La miel de mis ojos brilló y mi sonrisa desapareció. En aquel momento, estaba apareciendo el verdadero Destello Dorado.

—¡Nad se está poniendo seria! —exclamó Dan, emocionado.

Aproveché y, con un movimiento hipnótico, volví a girarme para saltar sobre la espalda de Xefil y atacarle. Éste bloqueó en el aire mi ataque, quedando en el aire y aprovechando para saltar encima de Xefil y pisar sus hombros para acabar de nuevo en el suelo. Me giré y ambos tuvimos la punta de nuestros bate de Struggle a escasos milímetros de nuestras narices.

—No... no está... mal, ¿eh? —logré decir, con el corazón en la garganta.

[Zee]

—No... no está... mal, ¿eh?

Para nada. Ni siquiera me había enterado de qué había sucedido. Sólo había sentido a Nadhia pisarme los hombros y, de pronto, estaba en un sitio completamente diferente. Me quejé mientras hacía un movimiento al costado con mi cuello, destensando mis músculos con un chasquido.

—En absoluto... —respondí, sintiendo que también me faltaba el aliento—. Me divierto... —añadí, con un hilo de voz y una media sonrisa.

Aparté a Ángel Forjado con un amplio arco con Danza de la Demencia, obligando a Nadhia a retirar su brazo. Di una zancada al frente, como si fuese a golpear a la chica con una estocada, pero me hice a un lado e intenté alcanzar su espalda con un roce de mi arma. La joven fue rápida, no obstante, y aprovechó la inercia del empujón que le había dado a su brazo para girar sobre su eje y darme con su Llave-Espada en el pecho.

El metal no me dolió tanto, por alguna razón.

Retrocedí con un gruñido y separé mi Llave-Espada en dos dagas...

—¿Qué? No, ¿qué?

La Sala del Trono desapareció en un destello y mi Danza de la Demencia se transformó de pronto en una espada de juguete. Una que, claro, no pude separar y...

[EspeYuna]

—En absoluto... Me divierto... —confesó Xefil, con una sonrisa de medio lado.

Xefil volvió a la carga retirando mi bate con el suyo, así que tuve que retirar el brazo y prepararme para una estocada. Sin embargo, sabía que lo que estaba intentando era alcanzar de nuevo mi espalda. Estaba claro que no iba a permitírselo después de haber tenido dos oportunidades que desaprovechó para gastarme aquella pequeña broma.

Aproveché el empujón que me había dado para girar sobre mí misma y no dudé en alcanzar su pecho con la espada de goma espuma. Xefil gruñó y... ¿qué hacía con la espada?

—¿Qué? No, ¿qué?

Había visto ese movimiento en sus entrenamientos y en el campo de batalla: su Llave-Espada podía dividirse en dos partes, usándolas como dos dagas afiladas. Si no fuese por la estructura interna del bate, gruesa y dura, podría haberse cargado la espada con su fuerza. Sonreí maliciosamente: aquel pequeño descuido me daría la victoria.

Desaparecí del campo de visión de Xefil, aparecí con el destello dorado a su espalda, le di un toque con el bate y le soplé en la nuca, provocándole un escalofrío:

—Bu.

Los niños comenzaron a vitorear y Dan usó su silbato para dar por finalizado el combate. Algo agotada, me di el lujo de sentarme en el suelo y recuperar el aliento, mientras le sonreía a Xefil.

—Pues no ha estado mal para ser un novato, Hoja Insomne —se acercó entonces Dan, agarrando a Xefil por el hombro de forma amistosa—. Pero no podrías hacer nada con DanNad en acción.

—Es el nombre que usamos participando juntos en los Torneos desde... que tenemos memoria —le expliqué a Xefil, pues se me había olvidado comentárselo, aunque también era verdad que no había tenido la ocasión para que saliera en la conversación—. Este verano estoy pensando en traer a más compañeros y participar todos en el campeonato. ¡Será genial!

Era sólo pensar en el torneo y me entraba un cosquilleo agradable en el estómago. Ardía en deseos porque pronto llegara el verano.

*****

Mis padres no estaban en casa, y Dan me explicó que estaban de comida con los vecinos. Dijo que iría a por ellos, pero la idea de fastidiarle los planes por haber ido sin avisar no me hacía gracia y decidí que no les molestara.

Después de comer en casa los tres, por alguna razón Dan decidió quedarse. A estudiar, decía. Enarqué una ceja y le dediqué el rostro de la incredulidad.

—He visto cómo le miras —recogiendo los platos, estuve a punto de caer uno al suelo si no fuese porque Dan lo cogió a tiempo en el aire—. Soy tu hermano, y como tal debo decir que... parece buen chico.

Me guiñó el ojo y no dijo más, dejándome con la palabra en la boca.

*****

—Y éste es el tan famoso helado de sal marina.

Acercándome al puesto más cercano, cogí unos pocos platines de mi bolsillo y pagué por dos polos, y uno de ellos se lo entregué a Xefil. Mientras subíamos por los Altos de la Estación, me fijé en su expresión al probarlo por primera vez.

Reí: era la misma que la de los más pequeños de la Villa cuando saboreaban por primera vez la mezcla dulce y salada de aquellos helados.

—¿Te gusta?

Llegando al pie de la estación, le propuse a Xefil subir a la Torre.

[Zee]

—Pues no ha estado mal para ser un novato, Hoja Insomne.

—¿¡"No está mal para un novato!?" ¿¡Pero tú tienes idea de con quién estás hablando!?

Aunque fue aquello lo que se me cruzó por la cabeza, pues consideraba injusta la manera en la que había perdido, en voz alta no hice más sino chasquear la lengua. Mientras me cruzaba de brazos, a la par que Daniel se enorgullecía del buen equipo que hacía con su hermana, contemplé a los pequeños fanáticos que Nadhia poseía. Debía ser agradable ser vitoreado como eso de vez en cuando, en lugar de ser reprimido por Lyn cada vez que echaba a perder alguna postura o ser tan poco interesante que Kazuki se quedaba dormido.

Y si Nadhia en algún momento realmente organizaba aquel torneo que había mencionado, me aseguraría de inscribirme. Aunque había descubierto que estaba acostumbrado a usar la Llave-Espada y mis habilidades mágicas (y aquello, claro, era un grave error), estaba seguro que en un combate hecho y derecho me iría mucho mejor.

Y me aseguraría de pegarme a un muro o algo. Mi primera impresión no había sido tan significativa como esperaba.

* * *

Disfrutamos, más tarde, de una improvisada comida. Fue algo bastante espontáneo y fuera de los planes iniciales, pero finalmente me fue mucho mejor de lo que esperaba. Principalmente, debo señalar, debido a la ausencia de los padres de Nadhia. Aquello me decepcionaba y me alegraba al mismo tiempo; primeramente porque no habría reencuentro alguno entre padres e hija... y por otro lado, yo estaría a salvo, sin tener que ganarme la aprobación de nadie...

Aprobación... Aquel concepto no se salía de mi cabeza, pensé, mientras Nadhia partía a comprar un par de helados (había dicho, al menos). Sabía perfectamente el por qué de aquel razonamiento, pero me costaba admitirlo... aunque era cierto que, poco a poco, me iba acostumbrando a la idea.

Siempre que la miraba se me salía una sonrisa tonta. Cuando hablábamos, sus palabras me parecían lo más interesante e importante del universo. La expresión 'mis ojos se clavaron' cobraba sentido con ella, porque literalmente me resultaba imposible apartar la mirada. Mi corazón palpitaba con más fuerza estando frente a ella que al tener algún entrenamiento o combate.

Tal vez el hechizo de Tandy tenía remanentes orgánicos. O tal vez no. Pero fuese como fuera, era innegable que comenzaba a... No, maldita sea, ya era seguro: Nadhia me gustaba. Yun montón.

—Y éste es el tan famoso helado de sal marina.

Agradecí a Nadhia con una sonrisa, aceptando el helado que me ofrecía. Mientras comenzábamos a caminar por el sendero por el que habíamos llegado, le di una mordida directamente.

Demonios. Aquello no era natural.

Fruncí el ceño, apreté los párpados y alejé el helado de mi rostro para examinarlo. Pero no pude ver nada que me explicara cómo podía saber dulce y salado al mismo tiempo.

A Nadhia se le escapó una risita.

—¿Te gusta?

—¡No! —respondí, dedicándole a Nadhia una mirada inquisitiva, cuestionándole sin palabras cómo era posible que a ella pudiese agradarle—. Bueno, quiero decir... Psicológicamente. Es muy confuso como para disfrutarlo. Me siento engañado. Aunque sí sabe bueno...

>>Pero no te preocupes. Me acostumbraré.

Alcé la mirada, observando la punta de la torre del reloj. ¿Era allí donde íbamos? Después de todo, ella había dicho que "el helado sabía mejor allí arriba".

Ascendió un escalofrío por mi columna. Por un segundo, sólo un instante, aquella torre me pareció de lo más tétrico. Era una sensación extrañamente familiar, como si hubiese estado allí antes, en otra vida o algo.

Pero se me pasó al cabo de un rato.

[EspeYuna]

—¡No! —abrí los ojos de par en par, sorprendida de su sincera opinión sobre el helado de sal marina—. Bueno, quiero decir... Psicológicamente. Es muy confuso como para disfrutarlo. Me siento engañado. Aunque sí sabe bueno...

>> Pero no te preocupes. Me acostumbraré.

De hecho, aquella muestra de sinceridad no me sentó mal. Seguí riéndome de la expresión de su cara, como la de un niño que prueba un jarabe de fresa por primera vez, y subí con él a la Torre. Antes de entrar a la estación, vi que contemplaba lo más alto de la Torre con la mirada perdida y... me acerqué, algo preocupada. Sin embargo, él le restó importancia y no me dijo qué le pasaba por la cabeza en aquel momento.

* * *

Tras subir por las interminables escaleras dentro de la estación, antes mostrándole a Xefil los tranvías y las taquillas donde trabajaba mi padre, llegamos a lo más alto de la Torre.

Emocionada, corrí en dirección al filo de la Torre, donde normalmente solía sentarme sin miedo a las alturas y tomar el helado de sal marina. Con mi hermano, a solas... con Ragun, con Light... y sabía que se me escapaba alguien, pero en aquel momento no lograba recordar quién.

Giré sobre mí misma, algo que a aquellas alturas estaba completamente acostumbrada. Y algo que, sin duda, asustaba a los extranjeros. La mueca de Xefil viéndome en el filo, sin miedo a caer, me hizo reír y dejarle claro que estábamos acostumbrados a ello desde pequeños, y que nadie, nunca...

"¿Q-Qué...?"

Fue sólo un segundo. El palo del helado que llevaba en la mano se escurrió de mis dedos y comenzó a caer desde aquella altura, y a cámara lenta dentro de mi cabeza. Puede que fuera sólo un palillo, pero de verlo chocar contra el suelo hizo que una sensación extraña y desagradable me recorriera el estómago.

Y es entonces cuando, por primera vez en toda mi vida, experimenté lo que muchos llamaban... vértigo. Pero no sólo eso. Perdiendo un tanto el equilibrio, contemplé aterrada el suelo y la distancia a la cual se encontraba de mi situación.

No logré caerme de milagro. Xefil me agarró del brazo y tiró de mí hacia dentro de la terraza de la Torre, aferrándose y empezando a recriminarme el descuido. Por un momento, no era capaz de escucharle. Aquel sentimiento, tétrico y desconocido, seguía haciendo que el corazón me bombeara a mil por hora y un fino hilo de sudor me recorriera la frente.

Al cabo de unos segundos, conseguí volver a la realidad. Me asomé un poco, aun con Xefil sin querer soltarme la mano, y comprobé que aquella sensación de mareo había desaparecido.

—Puede... que me haya sentado mal el helado. Es extraño, esto nunca me había pasado antes.

Xefil propuso bajar, por lo que no me resistí. Sabía que una vez me caí, aunque lo recordaba como un sueño, antes de ir a Tierra de Partida con Akio y Lyn. Pero... ¿había sido la única vez, verdad?

[Zee]

—¡Nadhia, demonios! ¿¡Estás bien!?

Ya sabía yo que sentarse en el punto más alto de la ciudad para comerse un helado no era la mejor idea. Tradición o no, no podía ser muy seguro. ¿No había muerto nadie desde allí? ¿No había habido algún descuidado al que se le había resbalado el pie, dando paso a un desafortunado accidente? Aquel sitio era peligroso; y aunque a mí no me molestaban las alturas, no podía decir lo mismo respecto a Nadhia. Una parte de mí se esperaba (y temía) que eso llegase a ocurrir.

Parecía que algo había provocado que a la chica le diera un mareo. Si no fuese porque había logrado tomarla de su brazo en el último instante, dejando que mi helado también se me escapara de los dedos, muy probablemente habría terminado por perder el equilibrio y cayendo al vacío. Intenté deshacerme del nudo que se me había formado en el estómago al suspirar con alivio, pero el miedo decidió que tardaría un poco más en desvanecerse.

—Puede... que me haya sentado mal el helado. Es extraño, esto nunca me había pasado antes.

—Sí, y yo no voy a creerte —declaré tajante, aunque también amable. Era evidente la preocupación en mi voz—. Mejor vamos abajo. De todas maneras, a los dos se nos ha caído el helado.

Aunque el peligro ya había pasado, no solté el brazo de Nadhia. No sabía si la incomodaba o si la consolaba, pero prefería no arriesgarme a soltarla, no fuese a caer por la escalera o algo... No lo hice, al menos, hasta que llegamos a la entrada de la estación, donde le pedí que se sentara en los escalones frente a la puerta, para después quedarme frente a ella en cuclillas.

—¿Te sientes mejor ahora? —pregunté, acariciando el brazo de Nadhia con afecto, esperando que eso pudiese calmarla. Volví a expresar mi alivio con un suspiro, mientras alzaba la mirada para contemplar de nuevo la torre, desde abajo. Era bastante alta y una caída desde allí no podría sobrevivirla nadie. Aunque bueno, teniendo el Glider a la mano, quién sabía...

Hubo en destello curioso, durante el cual se materializó una gigantesca sombra sobre nosotros, a un lado de la torre del reloj. Cuando intenté comprender qué estaba ocurriendo, desapareció sin dejar rastro alguno.

—Bueno, en eso quedó lo del helado... —apunté, señalando con el dedo a una mancha azul que había quedado sobre el pavimento. No obstante, solté una exclamación ahogada de sorpresa y entendimiento cuando, contemplándola mejor, me di cuenta que aquella silueta era un grupo de bates de Struggle abandonados y no el desastre del helado suicida.

Me giré hacia Nadhia y le sonreí desafiante, esperando que pudiese captar el mensaje.

Revancha.

[EspeYuna]

Twilight Town (Lazy Afternoons) - Piano Mix

—Sí, y yo no voy a creerte —declaró, claramente preocupado—. Mejor vamos abajo. De todas maneras, a los dos se nos ha caído el helado.

—Será lo mejor, sí —algo apenada por lo sucedido, me reconfortó que Xefil no me soltara hasta que bajamos las escaleras que daban al interior de la estación—. Gracias, Xefil.

Cuando llegamos a la salida, me pidió que me sentara en los escalones frente a la puerta, todavía algo preocupado por si no se me había pasado el susto. Lo agradecí e hice caso a sus palabras, acurrucándome un poco en mis rodillas y recuperando un poco el aliento.

No era consciente todavía que me había estado a punto de matar. Y, sin embargo, seguía dándole vueltas al origen de aquella sensación tan desagradable, dándole mucha más importancia de la que, seguramente, merecía.

Entonces noté que Xefil se agachaba frente a mí y me acariciaba el brazo para comprobar que me encontraba bien.

—¿Te sientes mejor ahora? —asentí, sonriendo un tanto forzada para no preocuparle. Éste, no muy convencido, señaló con el dedo al asfalto de la plaza—. Bueno, en eso quedó lo del helado...

Xefil exclamó de sorpresa, y yo sonreí al ver que lo que señalaba no era, precisamente, una mancha de helado de sal marina: en medio de la plaza había un par de bates de Struggle abandonados, cosa que, como Xefil había podido comprobar, era algo completamente natural con tanto niño descuidado.

Respondí a la sonrisa desafiante de Xefil con una mueca llena de ironía y un tanto bromista.

—¿Crees que vas a poder conmigo?

Sin comprobar si estaba en condiciones de incluso mantenerme en pie, me incorporé y salí corriendo a por el primer bate que mi diestra atrapara. En cuanto me di la vuelta, mi espada de goma espuma chocó con la que portaba un Xefil bastante veloz.

Hice una primera finta, y luego otra igual de rápida. Puede que yo fuese una de las campeonas de Struggle en mi niñez, y que probablemente lo fuera en los próximos torneos que se celebraran: pero nada podía hacer cuando en aquel duelo, dos portadores de la Llave-Espada se jugaban el orgullo con creces.

Separándonos a unos cuantos metros tras chocar de nuevo nuestras espadas de juguete, observé algo asombrada el cometa verde que las ropas de Xefil dejaban a su paso. Un efecto que hipnotizaba, que me hacía ver el cuerpo de Xefil danzar con una velocidad difícil de alcanzar.


At Dusk, I Will Think Of You - Lizz

Pensé en lo especial que eran todos los momentos vividos con él. Desde aquel infortunio relacionado con el pequeño moguri que ahora era mi guardián y compañero de aventuras, habían pasado muchas cosas. Y tras el baile al que fuimos invitados y los problemas que sucedieron después, habíamos coincidido más a menudo. En clases, en los entrenamientos... almorzando o cenando en el comedor, hablando sobre las misiones, sobre cómo Akio me pateaba el trasero en sus demostraciones o él envidiaba aquello, sintiéndose algo ignorado por Kazuki. Y en alguna ocasión, cuando estábamos solos, hablábamos sobre Némesis o el broche en sí, dos maldiciones que nos habían unido mucho más, comprendiéndonos mutuamente e intentando buscar una solución juntos.

Ragun seguía siendo mi mejor amigo, y el primero, de hecho. Light era como un hermano mayor, que bien podía serlo realmente cuando nos juntábamos los dos, con Dan en la Villa.

Y Xefil era... otro mundo. Me gustaba, me... atraía. Era agradable pasar tiempo con él, y de vez en cuando, su presencia hacía que mi corazón latiera con fuerza. Cualquier expresión en su rostro, desde la más triste a la más alegre; su aguda ironía, su férrea valentía, su humanidad al temer por la Bruja parásita de su cuerpo, su tierna curiosidad al descubrir y aprender sobre otros sitios, su inocente inseguridad, su calidez... todo me gustaba de Xefil. Lo tenía claro dentro de mi cabeza, pero era tan difícil decir algo, de intentar expresarlo o confesar al culpable, que prefería vivir aquellos pequeños momentos con él, antes que estropearlo diciendo alguna tontería. Además, ¿y si no era tan mutuo como pensaba? ¿Y si aquellos recuerdos en el baile, los gestos y sus palabras, solo eran amabilidad y cortesía?

Entonces, sin saber muy bien cómo, acabamos uno frente al otro cuando yo intentaba bloquear una de sus fintas. Me vi reflejada en sus ojos castaños, incapaz de reaccionar.

[Zee]

Aquello era mucho mejor. Sin nadie que estuviese observándonos, sin nada que probar, sin respeto que ganarme... Y, obviamente: por diversión y no obligado. Si bien el otro combate me había divertido, la revancha lograba sumergirme en completo éxtasis.

Ya no había estúpidos delirios. Ya no jugaba por ganar, jugaba por divertirme. No era necesario imaginar que estaba en un entrenamiento ordenado por el Maestro; era sólo un chico divirtiéndose con el Struggle en Villa Crepúsculo. Y Nadhia, una chica divirtiéndose con el Struggle en Villa Crepúsculo. Sólo un par de amigos teniendo un duelo.

Y debía ser por eso por lo que de vez en cuando se me escapaba alguna carcajada, como cuando ambos habíamos chocado nuestros bates en apenas el primer movimiento. Nuestra velocidad no se comparaba, estaba seguro, con la de ningún combatiente de la Villa. Ambos éramos dos Portadores de la Llave-Espada; y como tales, nuestros juegos eran letales.

Ambos nos movíamos como dos serpientes, deslizándonos veloces sobre el suelo intentando alcanzar la espalda del otro. Dábamos vueltas y vueltas, dando fintas y volteretas, a tal grado que más que una pelea parecía un frenético y demente baile. Llegaban momentos en las que el destello y el cometa se movían tan raudos que nuestros bates no golpeaban nada más sino el aire vacío, siendo incapaces de encontrarse con el otro.



Pronto llegó un momento en que dejé de pensar en el combate, dejando que mi cuerpo se moviera por sí mismo. No pude evitar dirigir mi completa atención a Nadhia, quien me parecía fascinante y encantadora. Me gustaba, estúpida y especialmente, la manera en la que su cabello se movía cuando luchaba. La determinación que se reflejaba en sus grandes ojos avellana, siempre serenos, siempre lograba maravillarme. Y aquella sonrisa traviesa, aquella que sólo podía dedicarme a mí por nuestro juego, me robaba el aliento tanto como el propio combate. Para mí, Nadhia era hermosa. Y todas aquellas cosas que no podían verse, como el cariño y el empeño que ponía a sus entrenamientos, su decisiva actitud por mejorar, su maternal afecto por todos los que eran importantes para ella, su gentileza para todo el que necesitase ayuda o consuelo...

Nos permitimos una tregua improvisada, mientras ella pretendía bloquear uno de mis ataques. Fueron unos breves segundos de silencio perfecto entre los dos, en los que no nos movimos ni una pulgada.

Mis ojos destellearon con el color del rubí. Y luego, sin pensar muy bien en lo que estaba haciendo, solté mi bate de Struggle y avancé con un largo paso hasta Nadhia.

La tomé del rostro y, sin previo aviso o concesión, la besé en los labios.

Disfruté de su tacto, de su aroma, de su sabor, de... de toda ella durante aquel medio segundo que me pareció el más largo de toda la historia del universo. Simplemente me quedé a su lado, con mis manos envolviendo su rostro y mis labios sellando los suyos, sintiendo mi corazón latir tan frenético que parecía que iba a estallar y mis rodillas temblándome por los nervios. Por un medio segundo que pareció durar un crepúsculo entero, sentí una felicidad y un alivio extremos, como si me hubiese liberado de una hazaña hercúlea. Haber resistido la necesidad de hacer eso durante todo ese tiempo había sido como sostener los mundos en mi espalda, y finalmente me los había quitado de encima con un simple e inocente beso.

Pero luego abrí los ojos y finalmente me di cuenta de lo que estaba haciendo. Y tras aquel arrebato, llegaron a mí los miedos: ¿cómo iba a reaccionar Nadhia? ¿Y si no sentía lo mismo que yo? ¿Y si se enfadaba por haber hecho algo como eso sin permiso? ¿Si mis sentimientos llegaban a asustarla y decidía alejarse de mí?

¿Y si por aquel impulso, había derrumbado lo poco que había logrado construir con ella...? ¿Y si todo estaba arruinado...?

Me aparté de Nadhia con un paso hacia atrás, con mis ojos brillando todavía, aunque me aseguré de apartarlos hasta que mi mirada fue a parar al suelo.

—L-Lo s-s... —pero no podía hablar. Ni siquiera podía disculparme con ella...

[EspeYuna]

Vi como aquellos ojos se bañaban en resplandeciente carmesí y avanzaban hacia mí, antes de que su dueño decidiera tomarme del rostro con ambas manos y sellar mis labios.

Mis ojos se abrieron como platos, a la luz del crepúsculo, y tal fue la sorpresa que me dio Xefil que dejé caer el bate de Struggle que portaba en mi diestra. Escuché en la lejanía el eco de la espada de goma espuma cayendo sobre el asfalto de la plaza, y, cerrando los ojos, me dejé llevar por el tacto de sus manos agarrando mi rostro, tan cálidas y amables, y por el sabor de aquellos labios que probaban los míos... por segunda vez.

Pero la situación era muy diferente a la de nuestro primer contacto. Aquellos sentimientos eran sólo míos, y le pertenecían a Xefil. No era obra de un accidente, o de un maleficio: había surgido de la forma más sencilla posible. Y me pareció mágico, igualmente.

El corazón me empezó a latir tan fuerte que pensé que se me saldría del pecho de un momento a otro. Inexperta, como no, sentí como él disfrutaba de aquel momento en el que había conseguido evadirme de toda duda posible sobre sus sentimientos hacía mí.

Estaba claro que era mutuo.

Noté como la felicidad inundaba todo mi ser, mientras que luchaba por no caer de rodillas debido a los nervios. Estar por primera vez segura de algo, de un sentimiento que suponía permanecer al lado de una persona de una forma tan especial, me hacía sentir una aprendiz poderosa. Sabía lo que quería, y era a él. Recién habíamos comenzado a expresarlo con un gesto tan inocente como aquel, pero estaba convencida de que era el principio de algo muy grande.

De pronto, el contacto entre ambos se rompió cuando Xefil se apartó de mí y evadió sus ojos, incapaz de hablar.

—L-Lo s-s...

Algo atontada, observé el rostro de Xefil, escondido entre el cabello castaño que le caía a ambos lados de sus mejillas. Y, acalorada, me llevé una mano a los labios, sin poder creerme lo que acababa de suceder.

Y me di cuenta que estaba intentando pedirme disculpas. ¿Acaso no se daba cuenta? Sonreí e, incapaz de detenerme, le di un toque en el hombro. Para cuando llamara su atención, me habría puesto de puntillas para alcanzar sus labios y dejar clara mi respuesta.

Disfruté entonces, segura de mí misma; sin miedos.

"Dulce... y salado a la vez."

Y cuando llegó el momento de separarnos, le dediqué una risa, algo avergonzada.

No era muy buena para aquellas cosas, no.