[Ciudad de Navidad] Mi primer viaje

[Soul Artist]

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Los golpes de Oswald no fueron nada efectivos contra el moguri. Cada vez apretaba más sus dientes en él, mientras espuma salía de su boca y le cubría todo el brazo. Bavol fue quien pensó con dos dedos de frente y pidió a la criaturilla que se marchara... Pero cuando le apuntó con la Llave Espada y mencionó a Ronin, los ojos de la criatura volvieron a brillar.

—¡No amenaces a Mogrey, kupoooó!

Y acto seguido, se lanzó al brazo con el que Bavol sujetaba la Llave Espada. El gitano sufrió lo mismo que unos segundos antes le estaba pasando a Ban: se iba a quedar sin brazo, y el bicho parecía rabioso a más no poder. Amenazarle y pegarle no servía de nada; tendrían que plantear otra estrategia.

[Tidus Cloud]

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Tenía que haberlo dejado en la disculpa, quizás hubiera conseguido algo más. Sin embargo, decidió soltar una pequeña amenaza pensando que si involucraba al Maestro Ronin surgiría más efecto, pero se equivocaba y lo iba a lamentar.

—¡No amenaces a Mogrey, kupoooó!

—¡AHHHHH!—gritó Bavol cuando el moguri se lanzó contra él.

El moguri soltó a Ban, pero comenzó a morder al pobre gitano con todas sus fuerzas. A Bavol se le saltaban las lágrimas a medida que el maldito moguri apretaba más con sus dientes, jamás había visto a un moguri tan enfadado como este. No podía ni defenderse, ya que le estaba mordiendo en el brazo con el sujetaba la Llave Espada, aunque tampoco hubiese servido de mucho viendo lo que había ocurrido con Ban.

Ya solo se le ocurrió una salida.

—¡LO SIENTO, LO SIENTO! ¡TE PEDIMOS DISCULPAS!¡VUELVE A TIERRA DE PARTIDA Y PROMETO DECIRLE A PAPÁ NOEL QUE TE LLEVE UN REGALO!—rogó Bavol mientras comenzaba a retorcerse por el suelo.

[Astro]

Para intentar ayudar al rubio, el pequeño aprendiz le pidió que le soltara, pero cometió el error de apuntarle con su llave espada y amenazarle con usarla si no le obedecía.

Gran error.

—¡No amenaces a Mogrey, kupoooó!

Para alegría de Ban, el gordinflón verde soltó su brazo para engancharse en el brazo del gitanillo. Nada más tuvo su brazo libre, el muchacho se remangó el abrigo para comprobar el estado de su herida: era sorprendentemente profunda para provenir de un bicho tan pequeño y gordo.

—¡Demonios, esto duele! ¡Me va a dejar marca!

Mientras Ban se quejaba de su dolor, el pequeño portador tenía que intentar liberarse del moguri:

—¡LO SIENTO, LO SIENTO! ¡TE PEDIMOS DISCULPAS!¡VUELVE A TIERRA DE PARTIDA Y PROMETO DECIRLE A PAPÁ NOEL QUE TE LLEVE UN REGALO!

Ban optó por no abrir la boca. Aquel demonio vestido de verde era pequeño, pero letal, y estaba empezando a cogerle miedo. Temía que, si abría la boca, se lanzara otra vez a por él.
Por seguridad, Ban dio un par de pasos hacia atrás sin apartar la vista del dúo. Agarraba su llave espada con fuerza, preparado para usarla si volvía a por él, pero procurando no apuntarle con ella.

"¡Lárgate de una vez, bicho!"

[Soul Artist]

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La súplica de Bavol y la promesa de que Santa Claus traería regalos a los moguris logró que Mogrey soltara el brazo del muchacho. Se limpió la espuma de la boca y voló alegre alrededor de la cabeza de los chicos, feliz como una perdiz. Tomó la bolsa entera con los juguetes y la levantó en el aire con algo de esfuerzo, dirigiéndose directo hacia el cielo. Como se le soltara, acabaría aplastando a alguien.

—¡Gracias, kupó! Me llevo un par de estos regalos igualmente... ¡Os escribiré una carta desde Tierra de Partida, kupopopó!

Y así el moguri se fue. Habían hecho una buena acción: la criatura perdida regresaba a casa. Podían sentirse buenos niños: sólo tenían que explicar a una multitud enfurecida de elfos por qué habían permitido que el Grinch se llevara todos aquellos juguetes como si nada.

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¡Recordad poner al final de vuestro último post el reparto de los 10 PX entre los dos!

[Astro]

Para sorpresa de Ban, las súplicas del niño funcionaron. El bichejo soltó su brazo y empezó a volar alrededor de la cabeza de los aprendices cual murciélago feliz.

—¡Gracias, kupó! Me llevo un par de estos regalos igualmente... ¡Os escribiré una carta desde Tierra de Partida, kupopopó! —agarró la bolsa con todos los juguetes y emprendió el vuelo hacia el cielo, perdiéndose entre las nubes.

—Ojalá te pierdas —gruñó Ban, procurando decirlo bajito para que no le oyera.

Con el orgullo herido por semejante humillación, Ban necesitaba desahogarse. Le dio una patada un juguete que se había quedado tirado por el suelo, y aun con el brazo dolorido, se acercó a su compañero de herida:

—Eh, chavalín, ¡¿cómo se te ocurre amenazarle?! —le reprochó el rubio, ajustándose la gorra— Si es que...¡maldito bi-!

—¡Vosotros dos!

Ban giró sobre sus talones, encontrándose de pronto con un numeroso grupo de elfos canijos que les miraban con cara de pocos amigos. Ahora que el "Grinch" se había ido, los pequeñajos empezaban a salir de sus escondites pero, por alguna razón que Ban no llegaba a entender, no parecían muy contentos.

—¿Qué demonios os pasa? No estoy de humor.

—¡Habéis dejado escapar al Grinch!

—¡Sí, eso!

—¿Q-qué...? Ah, bueno, sí... —ahora que lo pensaba, habían dejado escapar a un ladrón con su botín casi intacto, y sin hacer nada por evitarlo.

—¿No sois caballeros de la llave espada? —no podían negarlo, ambos chicos tenían su arma legendaria en las manos.

—¡No, son unos inútiles!

—¡Sí, unos inútiles!

—¡¡Inútiles!!

—¿Pero qué? ¡Ay! —una bola de nieve impactó en toda la cara del chico.

—¡Hay que castigarles!

—¡Sí, merecen un castigo!

—¡A por ellos!

—¡¡Demonios!!

Todos los pequeñajos se armaron con bolas de nieve, e incluso unos cuantos llevaban bastones de caramelo gigantes a modo de arma. Si el ataque del moguri vestido de verde había sido absurdo, éste iba a ser la monda.

Ban ni esperó a ver qué hacía el otro chico. Dio media vuelta y echó a correr hacia el interior de la ciudad, huyendo de la multitud de elfos canijos que le perseguían. Pies, para qué os quiero.

[Tidus Cloud]

Afortunadamente, Ban no añadió nada más que pudiera ofender al moguri y éste al final parecía bastante convencido con aquella propuesta. Soltó el brazo del gitano, al tiempo que Bavol derramaba unas últimas lágrimas de dolor. En cuanto Bavol observó las intenciones del moguri al coger la bolsa de juguetes, alzó el otro brazo en su dirección para tratar de impedírselo, pero fue inútil.

—¡Gracias, kupó! Me llevo un par de estos regalos igualmente... ¡Os escribiré una carta desde Tierra de Partida, kupopopó!

—Ojalá te pierdas —refunfuñó Ban muy bajo, temiendo seguramente que el moguri regresase al escucharle.

Y sin que pudieran evitarlo el moguri regresó a Tierra de Partida con todos los objetos robados.

—Eh, chavalín, ¡¿cómo se te ocurre amenazarle?! Si es que...¡maldito bi-!

Por su parte, Bavol comenzó a llorar con fuerza. No era típico en él, pero no sólo estaba frustrado por el hecho de que había dejado escapar al ladrón de Papá Noel, sino que aún le dolía mucho las marcas que le había dejado el moguri en el brazo.

— ¡Me duele, me duele mucho! ¡Y yo no tengo culpa! —sollozaba Bavol desconsolado.

—¡Vosotros dos! —exclamó una voz a su lado.

Sin parar de llorar, Bavol giró la cabeza para ver quién les había hablado. Se trataba de los elfos, los cuales no estaban para nada contentos con la resolución de la situación. Cada vez salían más de todos sus escondites, incluso entre ellos pudo distinguir a Irving y a Mandy (aunque no encontró por ninguna parte a Billy). Lo curioso es que ninguno había salido a ayudarle, pero ahora que todo había terminado estaban dispuestos a reprocharles lo que habían hecho.

—¿Qué demonios os pasa? No estoy de humor. —el otro Portador no tenía precisamente tacto social.

—¡Habéis dejado escapar al Grinch!

—¿Q-qué...? Ah, bueno, sí...

— ¡Lo siento! ¡Yo no quería! —volvió a llorar Bavol mientras se cubría la cara con las manos.

—¿No sois caballeros de la llave espada?

—¡No, son unos inútiles!

—¡Sí, unos inútiles!

—¡¡Inútiles!!

—¿Pero qué? ¡Ay!

Los duendes lanzaron alguna que otra bola de nieve contra Ban. Para suerte de Bavol no le lanzaron ninguna, quizás los duendes se habían apiadado un poco al verlo tan pequeño y tan triste.

—¡Hay que castigarles!

—¡Sí, merecen un castigo!

—¡A por ellos!

—¡¡Demonios!!

El grito del chico le alertó para que levantara la cabeza y contemplase a la multitud de duendes armados con bolas de nieves y algunos bastones de caramelos empleados como lanzas. Y no parecía que ahora se fueran a apiadar de él porque se tratase de un niño, de manera que, pese a tener los ojos empañados de lágrimas, se levantó del suelo aún dolorido y se echó a correr junto a Ban.

Ambos chicos eran veloces y corrían más rápido que los pequeños duendes, pero había que admitir que esos pequeñajos eran incansables y su sed de sangre no era propia de quienes vivían en un mundo de magia y alegría. La cosa comenzó a volverse aún más preocupante cuando algunos de ellos prendieron fuego a algunos de los bastones como si de antorchas se trataran.

Bavol ya no sabía por dónde podía escapar de aquella multitud enfurecida, cuando de pronto otra pequeña figura emergió de un callejón y le indicó:

— Por aquí, Bavol. ¡Rápido!

¡Era Billy! Aquel duende había decidido ayudarle en lugar de arrancarle el cuello como pretendía los otros. Dirigió una mirada a Ban, no era muy agradable y no estaba seguro de si debía ayudarlo; sin embargo, no podía abandonarle a su suerte. Se acercó rápidamente y agarrándole del hombro le indicó que le siguiera a través del callejón en el que estaba Billy.

Lo hiciera o no, Billy los guío hasta un callejón sin salida oculto de las calles principales donde estarían a salvo de esos duendes sedientos de sangre. Bavol acostó su espalda sobre el gran muro que bloqueaba el paso y se puso la cabeza entre las piernas, aún estaba bastante triste.

— Anímate, Bavol. Estoy seguro de que Santa Claus entenderá lo que ha pasado y calmará a los duendes.

— Pero no es justo… —sollozó Bavol sin levantar la cabeza.

[Astro]

Un nuevo dato que Ban aprendía hoy: correr sobre la nieve era difícil. Bastante difícil. Pero con una horda de elfos enfurecidos tras él, no le quedaba otra opción que seguir corriendo.
Junto a él también corría el pequeño portador de Tierra de Partida, que además de criajo también era un llorón. No había dejado de lloriquear desde que el moguri le había mordido, e incluso corriendo seguía sollozando. A Ban le ponía de los nervios.

La pareja de aprendices corrieron y corrieron por las calles de la ciudad. Afortunadamente, incluso sobre la nieve ambos eran más rápidos que los elfos, y conseguían mantener una distancia de seguridad con ellos. Pero, por otra parte, éstos no parecían cansarse nunca. Si seguían así, acabarían atrapándoles cuando ya no pudieran correr más.

Las fuerzas de Ban ya empezaban a fallar, cuando...

—Por aquí, Bavol. ¡Rápido! —un elfo, el mismo que antes estaba en la plaza, apareció por una esquina.

El compañero de huida de Ban se dio por aludido. Dio un tirón al hombro de Ban, indicándole que le siguiera, y salió disparado a reunirse con el elfo. El rubio dudó unos segundos, pero cuando un bastón de caramelo le pasó rozando una oreja, no se lo pensó más y salió corriendo tras Bavol.

—¡Espérame!

El canijo de orejas puntiagudas guió a ambos aprendices hasta un callejón sin salida, bastante escondido, donde los tres se ocultaron. Esperaron en silencio, hasta que pasados diez minutos ya no se escuchaba ninguna voz por los alrededores. Al menos por el momento, estaban a salvo.

—Anímate, Bavol. Estoy seguro de que Santa Claus entenderá lo que ha pasado y calmará a los duendes.

El chico, que se había sentado contra el muro con la cabeza entre las piernas, no dejaba de sollozar.

—Pero no es justo…

—¡Deja de lloriquear, demonios! —protestó Ban entre jadeos. Correr era malísimo para la salud— ¡Eres un llorica!

El joven Oswald tenía un cabreo de cuidado. Lo que en un principio iba a ser un viaje de turismo se había convertido en una experiencia humillante y ridícula. Y encima ahora tenía que aguantar a un criajo llorando, que además era del bando enemigo. ¿Podía empeorar más?

»¿Es que en Tierra de Partida no tienen mínimo de edad? ¡Demonios!

[Tidus Cloud]

—¡Deja de lloriquear, demonios! ¡Eres un llorica!

Bavol alzó la cabeza un poco de entre las piernas con el ceño fruncido. Desde que era Aprendiz de la Llave Espada jamás nadie le había hablado de esa manera, todos sus compañeros habían sido bastante amables con él. Puede que llorara mucho, pero no tenía derecho a hablarle de esa manera.

— ¿Es que en Tierra de Partida no tienen mínimo de edad? ¡Demonios!

— ¡¿Pero quién te has creído que eres, pedazo de idiota?! ¡¿Te recuerdo por culpa de quién ha empezado a mordernos el moguri?!

Bavol apretó sus dientes con fuerzas, aquel chico se había estado comportando todo el tiempo de una forma odiosa. No podía creer que alguien así pudiera tratarse de un Caballero de la Llave Espada.

— ¡¿Qué clase de imbécil te dejo a ti coger una Llave Espada?! ¡¿Quién es tu Maestro?!

[Astro]

La reacción de Bavol ante las actitud grosera de Ban no se hizo esperar:

—¡¿Pero quién te has creído que eres, pedazo de idiota?! ¡¿Te recuerdo por culpa de quién ha empezado a mordernos el moguri?!

—¡¿Yo?! ¡Fuiste tú quien le susurro algo en el oído! —replicó el rubio, incapaz de asumir su parte de la culpa— ¡Seguro que soltaste alguna idiotez, le enfadaste y por eso fue a por mí!

—¡¿Qué clase de imbécil te dejo a ti coger una Llave Espada?! ¡¿Quién es tu Maestro?!

Ban no pudo contenerse. Otro aprendiz de Bastión Hueco, en su lugar, habría sacado provecho del momento: estaba con un niño, aprendiz de Tierra de Partida, que le había tomado por un compañero del mismo bando. Era la situación idónea para conseguir información del enemigo o incluso para capturarle cuando menos se lo esperara.
Pero Ban no era así. Era orgulloso, cabezota, y sobre todo estaba muy muy cabreado. Ni siquiera lo pensó.

—¡Mi Maestro es el gran Ryota!

Ban apuntó a Bavol con su llave espada, amenazante. Su cara estaba roja de ira.

—¡Y si sabes lo que eso significa ya puedes echarte a temblar, llorica!

[Tidus Cloud]

—¡Mi Maestro es el gran Ryota!

¿Ryota? Pero no recordaba que ninguno de los Maestros de Tierra de Partida se llamase así. Estaban el Capitán, el Maestro señor Kazuki, la chiflada, Akio, Lyn y Rebecca. Entonces, eso sólo podía significar una cosa… Ban pertenecía al bando de Bastión Hueco, al bando de los malos. Quién iba imaginarse que aquel día se encontraría con un enemigo de Tierra de Partida. Ban, furioso, le apuntaba con su Llave Espada, de manera que Bavol no lo dudó y volvió a invocar su Llave Espada.

—¡Y si sabes lo que eso significa ya puedes echarte a temblar, llorica!

— ¡Tiembla tú, malvado! ¡Mi Maestro es Ronin, el hombre más grande que jamás ha existido!

No iba a permitir que uno de los villanos de Bastión Hueco se fuera a salir de rositas. Tenía que haberlo adivinado, su desagradable comportamiento no era propio de un Aprendiz de Tierra de Partida. Ban estaba evidentemente enfadado, pero Bavol sentía como la sangre le ardía de furia. No iba a dejar que uno de los malos se riera de él, aquel “llorica” iba a ser su última palabra.

Antes de que tuviera tiempo de atacarle, Bavol le apuntó con la Llave Espada y conjuró:

— ¡Perla!

[Astro]

—¡Tiembla tú, malvado! ¡Mi Maestro es Ronin, el hombre más grande que jamás ha existido!

Ban soltó un bufido de desprecio. Había oído hablar de Ronin, el líder de Tierra de Partida y el enemigo directo de Ryota, y aunque nunca le había visto en persona estaba convencido de que no le llegaba a su maestro ni a la suela de sus zapatos. Seguro que era un idiota obsesionado con la luz.

—Pfff, no me hagas reír. ¡Ahora ve-!

—¡Perla!

No pudo terminar la frase. Bavol tomó la iniciativa y disparó un proyectil mágico hacia Ban, que impactó en el hombro del chico haciéndole caer de espaldas al suelo nevado.

—¡Agghh, demonios!

Ban se levantó del suelo lo más rápido que pudo, con un dolor horrible en el hombro. Era la primera vez que le atacaban con un ataque mágico, y desde luego no se imaginaba que dolían tanto. Incluso más furioso que antes, pero con los nervios empezando a invadirle (¡¿qué demonios estaba haciendo?!), se preparó para iniciar su contraataque cuando...

—¡PARAAAAAAAAAAD! ¡NO OS PELEÉIS!

El elfo cabezón que les había ayudado se puso en medio de los dos aprendices, con un brazo extendido hacia cada uno.

—¡¿Qué demonios haces?! ¡Aparta de ahí!

[Tidus Cloud]

Bavol no pudo evitar esbozar una amplia sonrisa, por fin estaba venciendo a los malos. El Perla que había conjurado impactó de lleno en el hombro del chico y éste cayó derribado al suelo. Tanta chulería por parte de Ban había resultado nada más que palabrería, el gitano iba a derrotarlo enseguida con los hechizos que había aprendido en Tierra de Partida.

—¡Agghh, demonios! —se lamentaba Ban ante la confiada mirada de Bavol.

Como cualquier villano, se levantó del suelo rápidamente mucho más rápido que antes. Ahora seguramente intentaría lanzarle algún ataque, simplemente tenía que esquivar su torpe golpe y después volver a lanzarle otro hechizo, quizás un Piro que le quemase los pantalones. No obstante, para su sorpresa, Billy se interpuso entre los dos gritando:

—¡PARAAAAAAAAAAD! ¡NO OS PELEÉIS!

—¡¿Qué demonios haces?! ¡Aparta de ahí!

Bavol se inclinó hacia adelante a la vez que le pedía con la mano que se quitara. No podía atacar a Ban mientras Billy estuviera en medio, ya que lamentablemente podría resultar herido. Sin embargo, el pequeño duende no pensaba quitarse, tenía mucho que decir:

— ¿Por qué os peleáis? ¿No veis que sois como los guisantes y el puré de patata? A mucha gente no le gusta comerlos si están en el mismo plato, pero ¡está bien, está muy bien! Porque los guisantes y el puré lo van a masticar en la boca… Y pasarán por el esófago para disolverse en el estómago para que lo absorba el instinto y mejor ya no sigo. ¡Pero el caso es que todos somos nutrientes en este gran sistema digestivo llamado vida!

El gitano se quedó un tanto desconcertado ante el discurso de Billy, puede que simplemente fuese muy inocente o quizás estaba un poco loco. Aunque si intentaba entender las palabras de Billy, comprendería que lo que quería decirle era que ambos Aprendices eran muy parecidos y pertenecían al mismo bando. Seguramente Billy no comprendiera que Ban era de los malos y que nunca serían iguales, pero decidió que era mejor no pelear con él presente.

Bavol se acercó sonriente a Billy, se agachó para pasarle el brazo por el hombro y después alzó vista para mirar a Ban.

— ¿Tregua? Sólo por hoy…

[Astro]

—¿Por qué os peleáis?

"Eso me pregunto yo. ¿Qué demonios estoy haciendo...?"

—¿No veis que sois como los guisantes y el puré de patata? A mucha gente no le gusta comerlos si están en el mismo plato, pero ¡está bien, está muy bien! Porque los guisantes y el puré lo van a masticar en la boca… Y pasarán por el esófago para disolverse en el estómago para que lo absorba el instinto y mejor ya no sigo. ¡Pero el caso es que todos somos nutrientes en este gran sistema digestivo llamado vida!

Ban parpadeó perplejo, intentando procesar la que acababa de soltar el elfo. Era, con facilidad, la mayor estupidez que el chico jamás había escuchado. Y había escuchado muchas.
Sorprendentemente, Bavol parecía convencido por las palabras del pequeñajo. Como se suele decir, entre idiotas se entienden. El gitanillo se acercó sonriente al elfo, abandonado su pose de pelea, y se dirigió hacia Ban:

—¿Tregua? Sólo por hoy…

Ban apretó con fuerza el mango de la llave espada, considerando la idea. No quería luchar, eso lo tenía claro, y se maldecía por haber iniciado la lucha. Le dolía el brazo por el mordisco y el hombro por el golpe mágico, y estaba cansado de tanto correr. Sólo quería largarse de allí. Pero había una vocecita en su cabeza que le instaba a defender su honor. ¿Qué clase de caballero sería si huía de un niño pequeño? Ya había tenido bastantes fracasos hasta la fecha...

Agobiado, el joven llegó a una decisión precipitada y poco pensada:

—¡Colmillo demoníaco!

Sin mediar palabra, Ban lanzó un corte al suelo hacia Bavol y el elfo, creando una onda a ras del suelo que levantó mucha nieve en su camino hacia la pareja. Aprovechando el momento, el pequeño Oswald salió corriendo. Su solución había sido bastante cobarde: atacar y salir corriendo. Evitaba terminar la pelea, pero no sin haber lanzado antes un ataque.

Ban corrió y corrió por las calles de la Ciudad de la Navidad, sin importarle si se volvía a encontrar con el enfurecido grupo de elfos (que, por suerte, no se cruzó) o si el pequeño gitano le perseguía. Llegado a un punto, empezó a gritar al aire con todas sus fuerzas. Estaba enfadado. Furioso. Quería explotar de rabia.
Los Juegos del Enjambre, el engaño de Ivan Kit, París, los continuos fallos en los entrenamientos...y ahora esto. Fracasos. Demasiados fracasos. Ban estaba harto de fracasar. Pero, tal vez...estaba harto del bastión.

El muchacho sólo quería un viaje para desconectar de aquel ambiente tan agobiante. Dar un paseo por los mundos, conocer un paisaje nuevo y hacer un poco de turismo. Él no había pedido nada de esto. Como tampoco pidió que su ordenador le tragara y le descubriera todos los mundos que se abrían a su alrededor. ¿De verdad...aquel era su sitio?

Aun a la carrera, Ban activó su armadura e invocó su glider. Se subió de un salto a su vehículo y emprendió el vuelo hacia las nubes. Volvería a Bastión Hueco, se encerraría en su habitación y jugaría a videojuegos hasta que cayera dormido de agotamiento. Mañana sería el momento para pensar.

El primer viaje de Ban Oswald había sido una mierda.

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Fin del encuentro por mi parte. Un placer, Tidus, espero repetir en el futuro ^^

Recuerdo que tengo +5 PX por haber encontrado el moguri.

[Tidus Cloud]

Bavol observó atentamente qué hacía su enemigo. Le había propuesto una tregua sincera, sólo tenía que aceptarla y la lucha se acabaría. La expresión dubitativa del joven le estaba empezando a inquietar.

—¡Colmillo demoníaco! —Bavol borró la sonrisa al escucharle.

El niño se lanzó instintivamente hacia Billy para protegerle del ataque. Una ola de nieve les cubrió de pies a cabeza, pero afortunadamente no recibieron ningún tipo del daño. Cuando Bavol volvió la cabeza hacia donde estaba Ban, observó que el joven de Bastión Hueco ya no se encontraba allí.

— Maldita sea… —dijo Bavol chasqueando la lengua.

Tras unos instantes, Billy se levantó del suelo y comenzó a quitarse molesto la nieve de encima.

— Eso no ha sido nada amable. Se lo tendré que contar a Santa.

— ¡Achus! —estornudó Bavol sonoramente.

Bavol estaba totalmente empapado a causa de la nieve y tenía la piel helada. Se abrazaba a sí mismo como podía mientras tiritaba por el frío, seguramente habría cogido un buen resfriado.

— Creo que me voy a-a… ¡Achus! —volvió a estornudar el niño—. Me voy a casa, Billy.

— Oh, es una pena. ¿Volverás algún día?

— Claro. Esperaré a que los duendes se tranquilicen un poco.

Bavol activó de nuevo su armadura y, lanzándola al aire, transformó la Llave Espada en su Glider. Se subió de un salto dispuesto a marcharse a casa, pero antes de irse se le ocurrió una cosa:

— Eh, Billy, ¿me harías un favor?

— ¡Claro, Bavol!

— ¿Podrías…ya sabes…hablar con tu jefe…y bueno…?

— ¿Me estás pidiendo que le diga a Santa que te traiga mejores regalos.

— Bueno, sí, más o menos… ¿Es mucho pedir?

—Lo intentaré.

— Gracias, Billy.

El Glider comenzó a ascender mientras Bavol se despedía de Billy, el cual agitaba rápidamente la mano. Cuando estuvo lo suficientemente alto, puso rumbo a Tierra de Partida.

Era cierto que había sido mordido por un moguri (tendría que ir a la enfermería a que le miraran el brazo) y se había encontrado con su enemigo, pero sentía una sensación reconfortante en su interior. Se había vuelto mucho más fuerte y había sido capaz de derribar a uno de los malos, e incluso podría haberlo derrotado si hubiese querido. Se sentía mejor, más poderoso y más grande, era capaz de comerse el mundo (o mundos).

El primer viaje de Bavol había sido una prueba, en la que había demostrado su fuerza.

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Fin del encuentro, listo para cerrar y puntuar. El placer es mío, Astro. La próxima vez sin moguris XD

Mitad y mitad por encontrar el moguri, así que 5 PX más para mí

[Soul Artist]

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¡Puntuaciones! Voy a ser directo que llego tarde a clase:

Astro
27 + 5 = 32 PX

Tidus Cloud
24 + 5 = 29 PX

Lo más destacable que tengo que comentaros a ambos es que el Encuentro me parece terminado de forma muy precipitada. Habéis tardado en juntaros y una vez lo habéis hecho me ha parecido poco el desarrollo que habéis tenido; me ha dejado un poco vacío al final todo.

¡Y ya está! No hago crítica ni nada porque tengo prisa y estoy de vacaciones; prometí puntuar este Encuentro antes de irme y ya. Pero, si queréis crítica, comentádmelo y la hago por MP para ambos. ¡Un saludo!