[Tierras del Reino] All hail Lord Helix

[Sombra]

La rata amarilla empezó a reirse por lo que acababa de decir.

—¿Es que te hace gracia? —espeté malhumorado.

—¡Mira ahí, caraculo! ¡El todopoderoso señor Helix va a regresar de su tumba pronto! Y a él se sumarán las mentes no sólo de estos animales, ¡sino las de todos los mundos!

—¿Las mentes?

Entonces comprendí que todos estaban siendo controlados mentalmente y no me extrañaría que los collares negros fuesen el medio que utilizaba para ello. Si tan solo pudiese destruir los collares...

Entonces, la cueva empezó a temblar, varias piedrecitas calleron contra el suelo junto a una enorme polvareda que cubrió todo unos instantes.

Parecía que quedaba poco para liberar aquel fosil en forma de hélice que ocupaba gran parte de la cueva.

—¡Oh, gran lord Helix! ¡Despierta de tu letargo, heredero de R'lyeh! —alzó las manos como adorando a un dios.

—Estás loco —sentencié con sequedad—. Pagarás por todo lo que has hecho.

Y me tiré contra él tratando de atravesarle con mi llave espada. La rata se movió a una velocidad enorme esquivando con una facilidad insultante mi ataque.

—Eh, tú. Entre los dos seguramente podremos hacer algo, ayúdame —me dirigí al buitre que había alzado el vuelo para escapar del terremoto.

Me hundí en el suelo cual sincorazón y me aproximé hacia él. Por suerte para mí, todo estaba en penumbras y era muy difícil detectarme por lo que cuando salí bajo sus pies anteponiendo el filo de mi arma no pudo esquivarlo bien logrando así hacerle una herida superficial en su pierna.

No podíamos permitir que sus planes triunfasen ni de broma, nuestras voluntades nos pertenecían a nosotros únicamente, nadie tenía derecho a arrebatarnos nuestra voluntad.

[Soul Artist]

—Eh, tú. Entre los dos seguramente podremos hacer algo, ayúdame.

Mis ojos se abrieron como platos cuando reconocí el arma que llevaba el lobo. Su voz, por primera vez, e me hizo familiar: ya le conocía. Claro que le conocía, ¡maldita sea! ¡Sólo ese idiota se disfrazaría de lobo en un mundo desértico con la única flora cercana siendo selvas!

—¡Ragun, eres tú!

Le lancé volando al lobo y le derribé para abrazarle con mis dos alas, aplastándole contra mi cara y acariciándole con los mofletes mientras sonreía como un tonto. Sólo él era capaz de seguirme por el espacio para salvarme en caso de problemas: era, al fin y al cabo, mi caballero negro particular. Y no sabía bien cómo agradecérselo.

—¡Viejo amigo, debí saber que vendrías a rescatarme! ¡Soy yo, I...!

Y entonces mi mente se apagó. Mis ojos se pusieron blancos mientras notaba cómo el ratón amarillo venía por mi espalda y me colocaba algo alrededor de mi cuello; y fuera lo que fuese, me clavó un par de pinchos en la zona de la nuca, provocando que mi cerebro viajara lejos.

Poco puedo recordar mis acciones siguientes. Pero por lo que me dijeron más tarde, mis palabras automáticas fueron:

—Alabado sea Lord Helix.

[Sombra]

—¡Ragun, eres tú!

—¿Te co...? ¡Aah! —exclamé cuando el buitre se tiró contra mí abrazándome traté de librarme de él sin mucho éxito. Por primera vez me di cuenta que el no tener manos para quitarse de encima a aquel tipo era realmente molesto—. ¡Suéltame!

—¡Viejo amigo, debí saber que vendrías a rescatarme! ¡Soy yo, I...!

—¿I...? —dudé.

Entonces me di cuenta de que la rata amarilla acababa de ponerle el collar a aquel animal que me había reconocido.

No me hizo falta pensar mucho para que por mi mente se pasase la cara de cierto aprendiz al que de una forma u otra siempre me topaba en algún apuro.

—¿Ivan?

—Alabado sea Lord Helix —respondió con los ojos en blanco y sin una pizca de su típica personalidad.

—Estúpido, siempre te metes en líos —fruncí el ceño mientras las imágenes de lo que había acontecido en París se repetían en mi mente.

Quería probar a lanzar un Electro contra el aparato, probablemente tenía algún tipo de mecanismo que modificaba las ondas cerebrales, pero aquello era algo muy delicado. Si atacaba sin pensar para sobrecargar el aparato o si se lo quitaba por la fuerza podría dejarle en estado vegetal o algo peor.

¿Un Ivan todavía más tonto? ¡Imposible!

—Pichu, encargate de no dejar que me alcancen los Electros de ese capullo —le dije al pequeño ratón, el cual estaba firmemente sujeto a mi pelaje.

Viendo lo que había hecho antes con aquel poderoso ataque teníamos alguna posibilidad más.

Y de esa forma salté en el aire hacia el esclavista y con Golpe Contundente tratando de aturdirlo. No lo conseguí, pero supe de inmediato que aquel golpe le había dolido cuando soltó energía eléctrica por su cuerpo que me tiró hacia atrás.

—Hijo de puta.

[Soul Artist]

No recuerdo nada de lo que hice. Tengo imágenes borrosas en la mente, trozos de la batalla, pero poco más. Debe ser una sensación semejante a la amnesia; sólo que, por mucho que me lo cuenten, no llego a recordarlo. Por tanto, la versión que tengo de los hechos no es la mía, sino la que se me dio más adelante y puede no ser real:

El yo esclavo vio cómo Ragun se lanzaba contra el pikadeador y, después de que mi amigo fuese atacado, me lancé a por él. Logré alcanzarle, y coloqué mi mano en su frente para concentrar un hechizo Hielo en él que tras unos segundos de carga le lancé a bocajarro, lanzándole hacia atrás.

—Alabado sea Lord Helix.

Invoqué mi Llave Bastón y continué atacando con un hechizo Electro que lancé hacia su cuerpo en el suelo, sin darle ningún tipo de cuartel. Sin embargo, el rayo se desvió en el último momento para ser absorbido por Pichu, la cual se había colocado en posición defensiva con las patas delanteras en el suelo y el pelo erizado.

Miré a mi mascota con indiferencia y cargué un hechizo Piro en la palma de mi mano, dispuesto a achicharrar a la ratoncita. No cabía razonamiento en mí.

—Alabado sea Lord Helix.

[Sombra]

De pronto Ivan se situó frente a mí poniendo su ala en mi frente. Solo me dio tiempo a mirar como una sensación de frío se generaba antes de ser golpeado por la enorme fuerza mágica de Ivan.

Me vi lanzado hacia atrás y caí al suelo tratando de no acabar aplastando a la pequeña ratona que llevaba conmigo.

—¿¡Qué coño estás haciendo!? —grité algo encolerizado.

Dolía como mil demonios, era como si me hubiese explotado una piedra congelada en toda la cara, joder. Notaba como incluso sangraba en el lugar del impacto, necesitaría unos puntos al menos para sanarla correctamente.

—Alabado sea Lord Helix.

Y entonces otra magia se lanzó contra mí, un electro que se desvió de golpe hacia donde estaba Picho, que absorvió la magia con facilidad.

Fue entonces cuando miré el arma de Ivan, ¿una llave espada? No, lo suyo parecía una Llave Bastón más bien. Nunca había visto uno, ni sabía que existían.

—¡Detente!

Y un Piro se lanzó hacia la ratona que ya me había protegido en dos ocasiones. Esta vez era mi turno.

Mi cuerpo se recubrió por Oscuridad materializando un aura que recibió toda la magia y la absorvió hasta disiparla.

—Alabado sea Lord Helix. —fue la única frase que salió de la boca de Ivan al ver aquello.

Tras él estaba la rata amarilla grande, parecía disfrutar del espectáculo ya que no se estaba metiendo en absoluto, solo estaba interesado por ver como nos destruíamos entre nosotros.

Un verdadero hijo de puta.

Levanté mi pata izquierda y apunté al aprendiz lanzando un Láser Oscuro que impactó en él. No me paré a ver el resultado puesto que al momento siguiente ya estaba corriendo hacia él para arroyarle con mi velocidad y fuerza. Tampoco es como si quisiese utilizar mi llave espada para acabar con él, ¡era Ivan al fin y al cabo!

Solo estaba siendo controlado, no era su culpa. Pero... Tenía que haber algo cerca, alguna cosa que funcionase como un "servidor" para controlar todas aquellas mentes. Mientras esquivaba el siguiente ataque de Ivan miré a todos los lados durante un solo momento. Si encontraba esa máquina o lo que fuese podría apagarla.

[Soul Artist]

Aparentemente, Ragun me lanzó un Láser oscuro como respuesta a mi anterior ataque, lanzándome varios metros en el aire. Aterricé dando una voltereta en el suelo (¿de verdad mi cuerpo era capaz de algo así?) y me dirigí hacia él de nuevo, mientras buscaba el modo de desactivar el collar que mantenía mi mente presa. Dirigí hacia él mi Llave Bastón y repetí aquellas malditas palabras:

—Alabado sea Lord Helix.

Lancé un Piro que a duras penas pudo esquivar el chico. Me levanté de mi posición y me acerqué a él con paso firme mientras cargaba otro, pero este se vio desviado cuando Pichu subió por mi espalda y se agarró a mi cabeza, tapándome la vista con sus patitas. Grité y me revolví para librarme de ella, pero mi fiel mascota no se soltó: no quería que dañase de ningún modo a su nuevo amigo.

Por su parte, el ratón amarillo se había alejado del combate y había subido hasta un nivel superior donde algunos animales seguían excavando. Manejaba una especie de mando a control remoto con una pequeña pantalla en él y reía cada vez que atacaba a Ragun. Era, por lo que tenía entendido, el objeto con el que había dominado a todos los animales.

—Vamos, acaba con el lobito...

[Sombra]

—Alabado sea Lord Helix.

Otra bola de fuego más se lanzó contra mí a gran velocidad. Salté en el aire, pero la capa de mi pelo no tuvo la suerte de esquivar del todo el ataque. Solté un ladrido de dolor ante la quemadura y agité mi pata apagando las llamas que no se habían extinguido.

Era inútil hablar con él, su mente estaba lejos.

Y no veía nada que pudiese controlar las mentes de todos aquellos animales, ¡mierda!

Pero tenía que estar en algún lugar, existía. No creía que fuese posible que el propio collar controlase a cada animal de forma individual.

Ivan se acercó cargando un nuevo Piro en su ala, pero la suerte estuvo de mi parte. Pichu se había subido a él y tapado sus ojos provocando que la magia se desviase.

¡Bien jugado! Quise decirle.

Por su parte, el ratón amarillo se había alejado del combate y había subido hasta un nivel superior donde algunos animales seguían excavando. Manejaba una especie de mando a control remoto con una pequeña pantalla en él y reía cada vez que atacaba a Ragun. Era, por lo que tenía entendido, el objeto con el que había dominado a todos los animales.

—Vamos, acaba con el lobito...

En aquel mismo instante me fijé en un aparato que aquel cabrón que había esclavizado a esos animales llevaba consigo. Parecía un mini ordenador, o un mando a distancia con una pantalla, cada vez que Ivan soltaba un ataque pulsaba un botón. Allí estaba él, había subido por unas escaleras hasta un nivel superior de la cueva desde donde parecía divertirse bastante.

—Así que es eso... —deducí al momento.

Empecé a correr a toda velocidad hacia las escaleras esquivando las magias que Ivan me lanzaba. No esperé ni un solo instante, cargué un Láser Oscuro tratando de dar de lleno en el aparato, pero no funcionó, puesto que empezó a correr esquivando por completo mi ataque.

—¡Vuelve aquí, rata cobarde! —grité—. ¡¡¡Voy a arrancarte los ojos y utilizarlos como canicas!!!

[Soul Artist]

Me agité lo suficiente como para quitarme a Pichu de la cabeza y lanzarla contra el suelo; por suerte, no hice grandes daños a mi mascota. No me centré en ella, pues el problema lo tenía con Ragun, quien estaba a punto de alcanzar a mi nuevo amo y cargaba un ataque contra él.

—¡Vuelve aquí, rata cobarde! ¡¡¡Voy a arrancarte los ojos y utilizarlos como canicas!!!

Mi única opción a aquella distancia y una puntería que perfilar era lanzar una serie de Carámbanos contra el chico, deteniendo su avance e interrumpiendo su ataque. Y así lo hice: el daño era mínimo, pero más que suficiente como para llamar su atención y desconcentrarle. Creo que en el fondo me sentí mínimamente realizado, incapaz de pensar.

El ratón amarillo se aproximó a toda velocidad a Ragun y le tomó de la barbilla, electrocutándole la cabeza para dejarlo inconsciente. Dejó que el aprendiz cayera a cuatro patas frente a él y le pisó con su enana patita, sintiéndose victorioso.

—¿Y quién eres tú para intentar impedir el regreso del gran Helix? —preguntó con un tono de burla el cabrón.

[Sombra]

De pronto, una ráfaga de proyectiles impactaron contra mí. Eran como pequeñas piedrecitas que apenas dolían, pero muy molestas.

¡Había fallado otro ataque por culpa de ese ataque por sorpresa!

—Mierda, Ivan. ¿Qué coño haces? —giré la cabeza hacia él.

Fue el tiempo suficiente como para que no viese como aquel tramposo se acercaba a una velocidad impresionante, me agarraba de la barbilla y soltaba un potente rayo con el que me hizo perder el conocimiento unos segundos. Caí al suelo derrotado.

Con aires de superioridad colocó una de sus patas sobre mí en señal de victoria.

—¿Y quién eres tú para intentar impedir el regreso del gran Helix? —inquirió con toda la chulería del mundo.

Me hice el inconsciente unos instantes más esperando que bajase la guardia, aquella era mi única oportunidad.

Y lo hice, cuando creyó que realmente no iba a despertar en un buen rato me levanté y salté hacia la pata con la que sujetaba el control de los collares mordiéndole con fuerza.

Aquello obligó a la rata que soltase el aparato, el cual cayó al suelo, dio un pequeño bote y se precipitó hacia el nivel inferior.

¡Crack!

Al mirar hacia abajo lo vi, el control se había roto partiéndose en diminutos pedazos que yacían esparcidos por el suelo.

—Yo soy el que acaba de derrotarte en tu propio juego, idiota —contesté con el mismo tono de burla que él había puesto momentos antes.

[Soul Artist]

Ragun rompió el control remoto mental del ratón amarillo y yo caí inconsciente al suelo, incapaz de mantenerme de pie siquiera después de haber sufrido ataques del bruto del aprendiz de Bastión Hueco. Pichu se acercó a mí y me zarandeó el hombro, seguramente con lagrimones en la cara, mientras mi héroe seguía atendiendo a su enemigo.

—¡Idiota! —gritó este, tomando por los morros a Ragun y colocándole directamente frente a su cara—. ¡Los has liberado a todos!

Las consecuencias de aquel acto llegaron de inmediato. Todos los animales esclavizados recuperaron la conciencia y se revelaron contra los gorilas, los cuales fueron incapaces de hacer frente a tantos sujetos juntos. Estos comenzaron a correr, saltar y galopar hacia el túnel de la salida, atropellando a los esbirros del ratón amarillo de camino.

Y la cueva no podía soportar tanto movimiento junto. El techo comenzó a derrumbarse y las paredes a desquebrajarse; algunos gorilas, inteligentes ellos, tomaron las bolsas con las piedras preciosas y salieron pitando. El ratón amarillo, por su parte, estalló en un mar de rayos, histérico porque todos los planes se habían tornado para mal.

—¡Moriremos todos aplastados! —gritó a Ragun, lanzándole un Electro de gran nivel y lanzándolo al nivel inferior.

Tras aquello, echó a correr hacia la pared del gran fósil, el cual se empezaba a separar peligrosamente del muro. Si seguía así, en unos pocos segundos acabaría cayéndose y aplastando mi pobre e inocente cuerpo.

[Sombra]

—¡Idiota! —me agarró al instante de la cara obligandome a mirarle a los ojos—. ¡Los has liberado a todos!

—No me digas, ¿ahora eres un genio? —contrasté sarcástico dando por hecho que es lo que quería hacer desde un principio.

Todos los animales recuperaron la consciencia y empezaron a huír a toda velocidad atropellándose entre ellos. Una estampida con todas las de la ley, pero al menos seguirían vivos y serían libres de nuevo.

Los dos gorilas no pudieron hacer nada contra tal marabunta, que fueron aplastados con brutalidad por los animales de aquel mundo.

Pero claro, la cosa que fue tan simple. Varios pedruscos empezaron a desprenderse del techo peligrosamente rompiendo contra el suelo. En las paredes aparecieron grandes grietas y todo estaba empezando a ceder.

La rata eléctrica estaba en cólera de tal forma que no podía contener su propia magia, que salía a borbotones en forma de rayos y centellas desde su pequeño cuerpo.

—¡Moriremos todos aplastados! —gritó con una furia impresionante.

En ese momento, utilizó toda la magia que estaba liberando para concentrarla en un solo Electro con una potencia suficiente como para mandarme volando contra el suelo del nivel inferior. Noté como varios huesos se me partían por el golpe provocando que gritase del dolor.

—No, eso no pasará —dije con un hilo de voz mientras veía como aquel tipo salía corriendo a toda pastilla.

Apenas me quedaban fuerzas y me mantenía consciente tan solo por aquella situación en la que estábamos y en la cual no me podía permitir caer.

Si lo hacía moriría al fin y al cabo.

Agarré al buitre, que no era otro que el propio aprendiz Ivan, de Tierra de partida entre mis dientes y indiqué con un movimiento de cabeza a Pichu que se montase sobre mí.

Las rocas empezaron a caer encima nuestra, pero por suerte pude esquivarlas, pero llegó el momento en el que ya era imposible evitarlas.

Me concentré todo lo que pude poniendo toda mi magia en una última y desesperada Evasión Sombría. Normalmente era una habilidad que utilizaba durante menos de cinco segundos, por lo que aquella vez su uso fue muchísimo más largo, ya que recorrí toda la cueva hasta la salida convertido en una sombra que se arrastraba por el suelo y las paredes.

Y finalmente la vi. Nunca había agradecido tanto ver la luz como aquella vez. Salí de la cueva y de la sombra que mi magia había creado rodeado por una bruma de oscuridad con Pichu e Ivan, los cuales dejé en el suelo antes de caer sin conocimiento sobre el duro suelo. Estaba demasiado herido y falto de magia, no podía permanecer más tiempo despierto, había excedido mi límite por mucho.

La cueva había acabado cediendo por completo borrando todo rastro de su existencia a excepción de el enorme cartel rojo que todavía estaba sobre la que había sido la entrada de aquel horrible sitio.

[Soul Artist]

Recobré el sentido cuando el sol golpeó mis párpados con su salvaje calor. Pichu se encontraba encima de mí, zarandeándome con todas sus fuerzas y llorando desconsolada, preocupada por mi salud mental. Le acaricié la cabeza con el ala y solté un grito al comprobar que estaba montando a Ragun por la espalda, echando a volar un par de metros por encima.

La cueva se había derrumbado y los animales que habían logrado escapar corrían por todo el cañón, buscando regresar a sus casas. Aquel día el aprendiz de Bastión Hueco había hecho una buena acción, la cual la naturaleza jamás podría pagárselo suficiente: me había salvado a mí. Sí, también unos animaluchos esclavizados, pero más importante era yo, que tenía en mi posesión una Llave Espada y todos los mundos confiaban en un servidor.

—¿Qué coño ha pasado?

No lo noté mientras estaba en el aire, pero un terremoto sacudió todo el cañón. Una explosión de rocas a mi espalda me hizo volar varios metros y darme la vuelta con total habilidad para descubrir que mi pesadilla aún no había terminado.

El ratón había vuelto, y no solo. Estaba montando el fósil de la cueva, pero para mi desagradable sorpresa, había resucitado. Un molusco azul gigantesco con dos ojos saltones y alegres levantaba sus dos tentáculos hacia el cielo, feliz como una perdiz. El caparazón de diez metros de alto a su espalda no parecía pesarle nada: el muy cabrón era fuerte y temible, pese a su cara inocente.

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—¡Lord Helix ha vuelto! ¡Ahora reinará la anarquía en el Reino de la Luz! —gritó el ratón amarillo, alzando su puño hacia el cielo—. ¡Una victoria definitiva para los Cats!

[Sombra]

—¿Qué coño ha pasado?

Incluso notando como mi conciencia volvía por momentos cuando Ivan se acercaba a mí para mirarme curioso apenas era capaz de moverme. Incluso respirar era un suplicio, aquel Electro había dolido como mil demonios, pero la caída aún había sido peor. No me había roto las piernas —patas— de milagro.

Y en ese momento, escuchamos un fuerte temblor que movió toda la zona y tiró a algunos de los animales que escapaban al suelo.

Justo después, una potente explosión movió mi cuerpo hacia el otro lado del cañón. Varias rocas pasaron cerca de mi cabeza a punto de aplastar mi cabeza.

Reacciona, vamos.

Apenas podía moverme, mentalmente estaba muy agotado por utilizar magia hasta ese extremo y mi cuerpo dolía tanto que apenas era capaz de moverlo, aún menos levantarme.

Y entonces lo vi. Una enorme criatura similar a un caracol de mar, con un caparazón que se retorcía en forma de espiral y, ¡qué demonios! Era tan grande como toda la cueva de la que habíamos salido.

La piel del monstruo era azul y dos ojos saltones sobresalían a pocos metros bajo el caparazón. Aquella cosa tenía numerosos tentáculos que movía felices por haber resucitado.

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—¡Lord Helix ha vuelto! ¡Ahora reinará la anarquía en el Reino de la Luz! —proclamó la rata cabrona, en la cual no me había fijado hasta aquel momento y el cual apuntaba con su puño hacia el cielo en señal de victoria—. ¡Una victoria definitiva para los Cats!

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Lo siento, era necesario xDDDDDD

¡Cats! ¿Cats? ¿¡CATS!?

En mi mente trataba de asimilar aquella información. ¿Aquello significaba que conocía a los otros que ya había visto? Redcat, Silvercat y Purplecat. ¿Él era uno de ellos transformado? ¿O era otro?

¿¡Cuántos de aquellos hijos de puta había!? Parecían una jodida secta.

—Ivan, sácame de aquí —le pedí mientras tosía, apenas me quedaban fuerzas y en aquel momento no creía que fuésemos capaces de enfrentarnos a aquellos dos.

[Soul Artist]

—Ivan, sácame de aquí.

Me giré en el aire hacia Ragun y le vi débil, sin fuerzas para aquel enfrentamiento final. Estaba a punto de desmayarse, estaba claro, y aquel molusco gigante podía devorarlo sin necesidad de masticarlo. Agité mis alas en dirección al autoproclamado Cat, furioso, y apreté el pico con fuerza.

Ragun me había salvado a mí, y no era la primera vez. Él era fuerte, no necesitaba mi ayuda nunca. Pero en aquella ocasión, necesitaba que le llevase lejos, que huyese con él; debía salvarle la vida. Era mi responsabilidad, mi deuda. Y sin embargo, sabía que si lo hacía le habría fallado por siempre. Así que sólo pude hacer una cosa:

—¡No, Ragun! ¡Yo te salvaré!

Me lancé directo contra el enemigo, invocando mi Llave Bastón y dirigiéndolo hacia el molusco. Sabía que podía acabar con él, por muy difícil que fuera: mi magia era poderosa, yo era poderoso. Con el poder de la fe podría tumbar aquel dios y a quien hiciera falta. ¡Tenía el valor! ¡Tenía la creencia! ¡Los medios! ¡Yo sería quien salvara a Ragun en aquella ocasión!

—¡¡Ráfaga!!

Y así fue cómo Lord Helix, alegre de que le lanzara una pequeña brisa, agitó uno de sus tentáculos hacia mí y salí volando kilómetros a distancia del golpe.

[Sombra]

A pesar de que le pedía expresamente que me cogiera y me alejase volando, Ivan no me hizo ningún caso. Me observó unos segundos pensando algo con gran fuerza (o eso me pareció)

—¡No, Ragun! ¡Yo te salvaré! —dijo volando hacia m...

¿¡A dónde coño se iba!?

Ivan invocó su peculiar Llave Bastón y apuntó con él a aquel tal Helix.

—¡¡Ráfaga!!

Noté la poderosa magia del aprendiz rodeando su cuerpo, siendo canalizada por su legendaria arma. Abrí los ojos como platos. ¿En serio iba a cargarse a aquella bestia?

Pensé que sí, lo pensé. Tonto de mí. Toda mi confianza y esperanza se fue cuando el molusco dio un pequeño golpe hacia el Buitre de forma "cariñosa". Tan cariñosa que lo mandó a tomar viento.

Por un segundo creí ver una estrella en el cielo mientras desaparecía de mi vista, pero al menos no se había percatado de mí así que algo había hecho. Se había sacrificado por mí.

—Estúpido... Tenías que haberme sacado llevándome volando contigo, no enfrentarte a él —dije para él, aunque aquellas palabras nunca le llegarían. ¿Podría sobrevivir a eso?

Deseaba que sí con todas mis fuerzas, era un compañero que también poseía la llave espada. Aunque estuviésemos en diferentes bandos seguía siendo un amigo, o algo así.

Fue entonces cuando escuché un pitido. En mi pata derecha, en la que llevaba el control del teletransporte de la nave un discreto pitido indicó que se habia cargado al fin, por lo que podría volver a la nave para curarme y buscar a Ivan con más tranquilidad.

—Pichu, acércate —me dirigí al animal que supuse que sería la mascota de Ivan o algo así.

En cuanto la pequeña rata amarilla se hubo acercado activé la pulsera. La luz azul me envolvió y sentí como tiraba de mí.

Transformado en humano nuevamente, me arrastré (literalmente) hacia la Cápsula de curación, en la cual me metí para sanar mis heridas. ¡Una máquina milagrosa de alta tecnología que recupera la magia y sana las heridas!

Tenía que ayudar a Ivan, pero no podría hacer nada en aquel estado.

—Espérame, amigo. Pronto iré a por ti.