[Ciudad Disney] Helixzilla

[Soul Artist]

Atención: este Encuentro no fue escrito bajo el efecto de sustancias drogadictivas más allá de las pipas y el Nestea. Sin embargo, el consumo de estas puede ayudar a comprender mejor los hechos acontecidos durante el transcurso del tema.


Pichu y Ragun habían muerto.

Me encontraba en la Black Hunter con ambas manos tapando mis ojos, intentando contener las lágrimas que brotaban de mí. Todo un río de gotas saladas se escapaba de mi cuerpo para caer contra el metálico suelo. Había fallado a mucha gente aquel día; todo lo que hacía acababa en fracaso, y no lo evité cuando tuve ocasión.

Hacía apenas dos horas que Ragun y yo nos habíamos encontrado en un mundo lejano llamado Tierras del Reino. Juntos habíamos hecho frente a un ratón eléctrico de gran tamaño al que pude patear el culo, pero finalmente logró su objetivo: resucitar al gran Lord Helix, un monstruo enterrado bajo la tierra del mundo. Una vez este volvió se lanzó a por nosotros, y cuando el aprendiz de Bastión Hueco necesitó mi ayuda, fui incapaz de dársela: me enfrenté solo al gigantesco monstruo y perdí. Cuando desperté, ya no había rastro ni de Lord Helix ni de mis amigos.

¡¡Idiota!!

Me pegué un puñetazo en la mejilla derecha, intentando calmar mi dolor espiritual con uno físico; pero de nada sirvió. No podía aguantar la idea de haber fallado a mis mejores amigos. Aunque me costara aceptarlo, Ragun significaba muchísimo para mí, más que cualquier otra persona en el Reino de la Luz; y Pichu era mi mascota, y dejar de tenerla cerca era algo que no podía soportar.

Les había fallado a todos.

[Sombra]

Salí de la cápsula rodeado por una densa capa de niebla blanquecina que inundó la habitación hasta que se fue disipando lentamente.

Estiré mis huesos y vi que mis heridas estaban perfectamente curadas ya, mi magia también se había recuperdo. Pero mentalmente estaba agotado.

—Oh, tu... —miré a la pequeña mascota de Ivan Kit, la cual había acabado conmigo por culpa de aquel tal Lord Helix; un caracol mutante de diez metros. Lo normal.

Me acerqué un poco al animal, el cual miraba desde una de las ventanas hacia el mundo que teníamos bajo nosotros; Tierras del Reino.

—Hace dos horas desde que salimos de allí, lo más seguro es que volviese a su nave —le dije a la rata amarilla sin añadir un "si es que sigue vivo". Suspiré agotado y cogí mi teléfono móvil, el cual había dejado junto a mis pantalones antes de bajar al mundo.

Abrí la aplicación Tuipper y busqué entre los usuarios de Tierra de partida la cuenta de Ivan "@ElMejor17". ¿Por qué no me sorprendía ese nickname?

Pulsé el nombre del aprendiz y apareció un cuadro donde podría escribirle que tenía a su mascota.

De @RagunScarf

Eh, @ElMejor17. Tengo a tu mascota, ¿por dónde estás? Puedo acercártela un momento.

Bueno, yo tardaría un poco en ir. Al fin y al cabo la Nave-Grúa todavía tenía que llegar y darme un depósito de combustible para poder ir hasta allí.

Solo deseaba que el seguro de la nave cubriese los gastos.

[Soul Artist]

Con el alma rota era incapaz de pensar con claridad. Logré levantarme del suelo tambaleante y me dirigí hacia el camarote del capitán mientras dejaba que la nave se dirigiese hacia donde quisiera, sin supervisión alguna; si acababa estrellándome en un sol y moría abrasado, bien por mí. Me lo merecía por haber fallado a los míos.

Llegué al cuarto y me tiré sobre la cama, incapaz de seguir hacia adelante. Despejé las lágrimas de mi cara con la almohada y observé la pared blanca fijamente mientras por mi mente se pasaba la imagen de cómo Lord Helix tomaba a Ragun por las patas traseras y delanteras para partirlo en dos, como una alita de pollo antes de comérsela. Mis ojos se hincharon de nuevo y hundí mi cara en la almohada, sollozando por lo bajo. Me pasaba por idiota, por pensar en aquellas cosas que no debía.

Tomé mi teléfono móvil y pensé en escribir algo en Tuipper. Decir cómo me sentía, expresar mi corazón roto a los demás. Pero no, no podía hacerlo. ¿Cómo hacer que Nadhia se enterase de que su novio había muerto así? No... Necesitaba pensar qué decirle, cómo contárselo. Y tenía que ser cara a cara, no vía móvil.

Se me hincharon los ojos de nuevo al pensar en ello. No podía hacer nada con claridad. Lo guardé bajo la almohada y seguí sollozando.

[Sombra]

<<Nada>>

El tiempo pasó sin ninguna respuesta por parte de Ivan. No pude evitar empezar a sentirme preocupado e incluso tentado a volver a bajar al mundo para buscarle.

—Mierda... ¿Y ahora qué? —Pichu se acercó preocupado acariciando mi pierna. No sabía si me entendía, pero esperaba que no se diese cuenta de que había posibilidades de que su dueño no volviese nunca a por él.

Volví a escribir un tpeet más mostrando mis preocupaciones:

De @RagunScarf

No puedo evitar sentirme preocupado. ¿Y si de verdad ha muerto?

Por la fuerza de aquel golpe no me habría extrañado si me dijesen que había muerto. Me mordí el labio inferior pensativo. Si de verdad algo le habia pasado, lo mejor que podría hacer era encontrar a sus padres y explicarles yo mismo como su hijo se había sacrificado para salvarnos. Era una muerte heróica, incluso si él era un tanto estúpido se había ganado mi respeto.

—¿Y que haré yo contigo? —observé a la ratoncita. ¿Quedarme con ella? Ni siquiera sabía si preferiría quedarse con alguna otra persona.

[Soul Artist]

Nadhia debía saberlo. Merecía saberlo, antes de que se enterara por cualquier otro medio.

Tomé aire y lo expulsé lentamente. Había aguantado como un campeón todo el viaje desde la entrada del castillo de Tierra de Partida hasta la habitación de Nadhia sin derrumbarme: no quería que todos los aprendices de la Orden se preocuparan por mí, ni tampoco darles un espectáculo. Si otra gente como Light se enteraban, acabarían terriblemente disgustados. Aunque sí solicitaría después a Ronin un día de silencio por tal guerrero, que aunque perteneciese a la otra mitad de la Orden, merecía un funeral por todo lo alto. No habría nunca más nadie como él, y era algo que yo tenía más que claro.

Llamé a la puerta con los nudillos y volví a tomar aire. Tenía unos pocos segundos para replantearme qué decir a Nadhia: lo mejor sería mirarla a los ojos y decirle si por favor me dejaba pasar. Nos sentaríamos en la cama y le soltaría la noticia poco a poco, explicándole que sus últimas palabras habían sido sobre ella. Que me había pedido que le dijera que estaba secretamente enamorado de ella... Y que había sido un placer conocernos a todos nosotros. Sería un bonito recuerdo el que tuviese de él para el resto de nuestras vidas, aunque fuese mentira.

La puerta se abrió y el rostro de Nadhia apareció frente a mí. Verla tan feliz, tan alegre, me terminó de romper el corazón. Comencé a llorar desconsolado y me arrodillé ante ella, tomándola de las manos y dejando que mis lágrimas cayeran al suelo, desconsolado.

—¡¡Ragun ha muerto!! —grité en mitad del pasillo.

[Sombra]

Debería haber luchado mejor. Era verdaderamente todo culpa mía, jamás podría redimir aquel error.

Ivan Kit, aprendiz de Caballero de la Llave Espada había muerto delante de mis narices sin que yo no hubiese podido evitarlo.

Me levanté de golpe asustando a Pichu y me senté en la silla que estaba frente a los controles de la nave no sin antes volver a mirar si Ivan había tuippeado alguna cosa, lo que fuese con tal de saber que estaba vivo.

Lo peor era que... Yo solo no podría encontrarle y no podía contar con la ayuda de Bastión Hueco para esto.

—¡Eso es! —golpeé con mi puño mi palma abierta.

Iría a Tierra de Partida y pediría que se hiciese una búsqueda, lo que fuese con tal de recuperar su cuerpo incluso si ya nada se podía hacer por él.

[EspeYuna]

—Parece que ya le estoy cogiendo el truco a esto.

Y me había costado lo suyo. El comunicador que me había regalado Xefil no era de los modelos más sencillos y ya me costaba hacer una llamada con él, ¡cómo para usar Tuipper!

Pero unas horas antes de acostarme sacaba un rato para aprender a manejarlo. Aquella tarde que tenía libre, tras una larga mañana de lecciones y entrenamientos, lo único que me apetecía después de almorzar abajo en el comedor era encerrarme en el cuarto, tumbarme en la cama y curiosear en las redes sociales antes de caer dormida. Tandy ya estaba en su rincón y había dejado de tocar la armónica, exhausto. Sonreí al pequeño hablando en sueños y volví a mirar a la pantalla del comunicador, entrando mi nick y mi contraseña.

¿Qué se contarían mis contactos?

De @RagunScarf

Eh, @ElMejor17. Tengo a tu mascota, ¿por dónde estás? Puedo acercártela un momento.

Fruncí el ceño, algo extrañada. ¿Kit había estado con Ragun? ¿Tenía a su pequeña mascota? Me levanté de la cama y comencé a teclear para preguntarle:

De @NadHoghes

@RagunScarf ¿Tienes a Pichu? ¿Qué ha pasado?

Esperé su respuesta. Sin embargo, a los pocos segundos tuippeó con una frase que me dejó helada.

De @RagunScarf

No puedo evitar sentirme preocupado. ¿Y si de verdad ha muerto?

Antes de poder siquiera reaccionar, alguien llamó a la puerta. Sin saber a qué atender, decidí abrir la puerta para atender a quien fuera y luego llamar a Ragun.

Pero entonces, un sentimiento entre sorpresa y alivio me atravesó cuando Kit apareció tras la puerta. No pude evitar sonreír, obviamente. Menudo susto me había dado Ragun.

—¡Kit, pensaba que...!

—¡¡Ragun ha muerto!! —gritó de pronto, dejándome con la palabra en la boca. Se arrodilló y me tomó de las manos, sollozando como sólo el valiente guerrero Ivan Kit sabía hacerlo.

—Esto... Kit... —lo metí en el cuarto y fui a recoger mi comunicador para mostrárselo— Ragun está vivo. Y tiene a Pichu. Te ha estado hablando por Tuipper hace un rato.

>> ¿Se puede saber qué ha pasado?

[Soul Artist]

—Esto...

—¡¡Fue culpa mía!! —seguí gritando, agitando el brazo de Nadhia e intentando buscar su perdón. La pobre se había quedado completamente perpleja, casi traumatizada; podía entender su dolor—. No fui fuerte, Nadhia, ¡no fui fuerte! ¡Le he fallado y ahora su muerte pesa sobre mí!

—Kit...

—¡Quise salvarle, pero un monstruo se lo comió! ¡Y ahora...! ¡Ahora...! ¡¡Lo siento!!

Me agarré la cabeza y seguí sollozando, rabioso. Era un fracaso. No había podido ayudar a Ragun a la hora de la verdad, y él siempre lo había hecho conmigo; y era capaz de mentir a Nadhia a la cara. Veía el dolor en sus ojos, que eran como un libro abierto para mí.

—Ragun está vivo. Y tiene a Pichu. Te ha estado hablando por Tuipper hace un rato.

—¿Mande?

Levanté la cabeza para mirar completamente dubitativo a Nadhia. La chica parecía tan segura de sí misma que me preocupó. ¿Es que tan rápido había pasado a la fase de negación, que creía que había hablado con él?

Imposible. Saqué el móvil de mi bolsillo mientras me invitaba a entrar a su cuarto y abrí la aplicación de Tuipper. Y así era: tenía una mención de Ragun y un comentario en el que se preocupaba por si era yo quien había muerto. Me llevé la mano a la boca y dejé escapar un pequeño grito de asombro.

—¿Se puede saber qué ha pasado?

Le puse la mano en la cara a Nadhia, pidiéndole que me diera un momento. Fui a mi agenda de contactos y busqué el número de Ragun; no tardé en pulsar el botón de llamada.

[Sombra]

Pero antes de ir a Tierra de Partida... Tenía que hacer algo con mi nave.

<<Espero que no tarden mucho esos de la Nave-Grúa>>

Se suponía que solo me llevarían hasta Ciudad Disney, donde me dejarían en el Hangar para rellenar el depósito, lo cual era un problema. ¿Por qué no podían llevar ellos mismos combustible? ¡Era ridículo! ¡Tan solo me hacían perder tiempo!

—Maldita sea...

Y el tiempo transcurrió en un largo e incómodo silencio.

Una nave con un enorme gancho que se acercó antes de que me diese cuenta

—Ah, ahí está —comenté mientras observaba como hacía varias maniobras con destreza.

Desde la Impresora, un papel de recibo empezó a ser expendido. Lo leí con cuidado, era un alivio que todo saliese a cargo del seguro de la nave. Hice una firma digital, que fue enviada al conductor de la otra nave.

<<Espera Ivan... Ya voy a por ti.>>


Ring, Ring

El timbre de mi teléfono móvil me sorprendió. Al mirar la pantalla y ver el nombre de la persona que me llamaba no pude evitar sonreír de alivio.

Pulsé la tecla verde para recibir la llamada.

—¡Tú! —grité—. ¿Es que no miras lo que te ponen o qué? ¿¡Para qué tienes un teléfono si no atiendes a él!?

[Soul Artist]

—¡Tú!

Me tapé la boca al escuchar de nuevo su voz, intentando no echarme a llorar de la alegría. Nadhia tenía razón: estaba vivo e intactó. Miré a mi compañera con los ojos llenos de lágrimas retenidas y le sonreí, afirmando con la cabeza para tranquilizarla. Suspiré y abrí la boca para hablar, dando las gracias al cielo por haberme regalado un Ragun vivo y sano:

—¡Gracias al niño Jesús que estás bien! Creí que...

—¿Es que no miras lo que te ponen o qué? ¿¡Para qué tienes un teléfono si no atiendes a él!?

Mi corazón estalló en mil pedazos cuando escuché que Ragun me echaba la bronca. ¿Culpa mía? ¡Me había muerto de preocupación por él! ¿¡Así me recompensaba estas horas de estrés y sufrimiento, el muy cretino!?

—¡C-cállate! ¡Tú has sido el que no me ha llamado! —le recriminé, alzando la voz con Nadhia delante para no dejarme amedentrar por aquel idiota—. ¡Todo es culpa tuya! ¡Vaca!

Tenía la necesidad de llamarle así en aquel momento. Quizás Ragun debía soltar leche en algunos momentos de su vida, no lo sé; sencillamente, me salió un impulso.

[Sombra]

—¡C-cállate! ¡Tú has sido el que no me ha llamado! —en eso tenía razón—. ¡Todo es culpa tuya! ¡Vaca!

—¿¡Vaca!? —pregunté sorprendido ante aquel... ¿Insulto? ¿En serio tenía algún parecido con esa clase de animal?—. Lo que sea, da igual —suspiré tratando de mantener la compostura e ignorar las chorradas de Ivan.

Las hacía todo el rato, por lo que no merecía la pena decirle nada por ello. Viviría más feliz de ese modo, nada de quebraderos de cabeza, no señor.

—Vale... ¿Andas muy lejos de Ciudad Disney? —pregunté—. Estoy yendo hacia allí para pasarme por el Hangar de naves Gumi —no añadí que porque se me había olvidado comprar un depósito de combustible nuevo y otra nave me estaba remolcando hasta allí.

[Soul Artist]

— Lo que sea, da igual.

Levanté el puño frente a Nadhia, feliz por haber ganado una discusión con Ragun. No podía negar que toda aquella situación había sido su culpa, por inútil y tontorrón; si hubiese acudido a mí, en vez de hacerse el débil e idefenso, nada de todo aquello estaría pasando. El disgusto que Nadhia tuvo no hubiese sucedido de ninguna manera, ni ahora toda Tierra de Partida pensaría que estaba muerto.

—Vale... ¿Andas muy lejos de Ciudad Disney?

—¿Es que quieres invitarme al parque de atracciones? —pregunté chulesco, buscando burlarme de él frente a Nadhia. Aunque la realidad es que sí me apetecía ir allí y montarnos juntos en la noria, desde donde se vería toda la ciudad a nuestros pies.

—Estoy yendo hacia allí para pasarme por el Hangar de naves Gumi.

Qué excusa más barata para verme. Estaba claro que mi buen amigo sólo quería asegurarse de que yo no era una voz de su cabeza intentando quitarle el peso por mi posible muerte, y haría todo cuanto tuviese en sus manos para volver a tenerme frente a él. ¿Y qué podía hacer yo, más que ir allí y sonreírle?

—Está bien, allí estaré —le confirmé, con una amplia sonrisa dibujada en mí dirigiéndose hacia Nadhia para confirmarle que la crisis ya había pasado—. Oye... ¿Está Pichu contigo?

[Sombra]

—Está bien, allí estaré —aceptó gustoso.

—Allí nos veremos entonces.

—Oye... ¿Está Pichu contigo?

—Sí, claro. ¿Quieres que se ponga? —acerqué el teléfono a la rata, que empezó a hacer ruidos extraños que "El Mejor" reconocería—. Bueno, llámame otra vez cuando estés allí. Hasta luego.

Guardé el aparato en uno de mis bolsillos mientras veía como mi nave era arrastrada por el infinito intersticio. Me recosté sobre el sillón mientras trasteaba con el Ordenador de abordo para buscar el mapa estelar y ver cuánto tardaríamos en llegar.

[Soul Artist]

—Sí, claro. ¿Quieres que se ponga?

Ragun me puso con mi adorada mascota, que comenzó a soltar soniditos de medio sollozo. Suspiré tranquilo al ver que la pequeña estaba bien, pero ponerme con ella por teléfono me parecía estúpido; era como a alguien se le ocurriese hacerlo con su perro o su caballo. No iba a entender nada de lo que dijera.

— Bueno, llámame otra vez cuando estés allí —volvió a ponerse Ragun, sin darme más tiempo a preguntarle cómo había sobrevivido o qué había pasado con el monstruo gigante que por poco nos mataba—. Hasta luego.

El aprendiz de Bastión Hueco me colgó acto seguido, sin darme tiempo a despedirme de él. Aparté mi oído del celular y lo observé unos segundos, planteándome para mí mismo todo lo que había conseguido con aquella llamada. Volví a mirar a Nadhia y afirmé con la cabeza.

—Bueno, te alegrará saber que Ragun está vivo y que acabo de quedar con él —le anuncié a la joven, dirigiéndome hacia la puerta, abriéndola y saliendo como si allí nada hubiese pasado—. Ha sido un placer, Nadhia. Te traeré un peluche del parque de atracciones o algo; Ragun quiere que vayamos juntos a la noria.

Y con aquello, cerré la puerta y dejé sola de nuevo a la joven.

[EspeYuna]

Me llevé las manos por detrás de la espalda y escuché a Kit discutiendo con Ragun. Nunca hubiera podido imaginar que fueran amigos, y más que discutieran como hermanos. Estaba sonriendo cuando Kit apartó la oreja del comunicador y me buscó con la mirada para confirmar que, en efecto, Ragun no estaba en peligro de muerte ni su mascota estaba desaparecida:

—Bueno, te alegrará saber que Ragun está vivo y que acabo de quedar con él.

—No sabes cuánto me alegro de oír eso —le dije con tono bromista.

—Ha sido un placer, Nadhia. Te traeré un peluche del parque de atracciones o algo; Ragun quiere que vayamos juntos a la noria.

—Esto, ¿divertíos? —comenté antes de que abandonara mi cuarto y cerrara la puerta.

Me giré y vi que, a pesar del escándalo montado por Kit, Tandy no había abierto los ojos y seguía durmiendo plácidamente bajo la cálida luz del sol. Me tumbé de nuevo en la cama y suspiré, pensando a qué mundo irían esos dos.

Aunque saber que Ragun se encontraba bien era un gran alivio.

Estaba a punto de quedarme dormida, cuando mi comunicador comenzó a sonar. Al ver su nombre en la pantalla, sonreí y respondí:

—¿Qué tal esa lección con Kazuki? —fue lo primero que pregunté— ¿En serio? ¿Otra vez se ha vuelto a escaquear?