[Ciudad Disney] Helixzilla

[Sombra]

Pasó cerca de hora y media cuando el mundo apareció frente a nosotros. Contemplé maravillado lo que se veía a nuestros pies, mientras la nave era guiada hasta el hangar.

Salí de mi transporte por la compuerta. Unos brazos mecánicos adornados con graciosos guantes blancos en forma de mano me atraparon entre ellos y me llevaron hasta una plataforma al otro lado de aquel lugar. A su vez, mi nave descendía a donde se almacenaban y reparaban. Para volver solo tendría que enseñar mi pulsera y me la traerían de nuevo, un sistema muy útil.

—Bien, allá vamos —me dirigí hacia la salida subiendo unas escaleras en forma de caracol y utilizando unos carteles que me llevaron hasta una salida que daba a la ciudad.

[Soul Artist]

El interespacio estaba en calma. No me encontré con Sincorazón ni con otras personas de camino al mundo en el que había quedado con Ragun: era un viaje tranquilo. Tanto, que tenía los pelos de punta, pues era la primera vez que podía viajar sin ninguna clase de molestia.

Mi sexto sentido estaba como loco. No sabía por qué, pero me costaba relajarme, y cuanto más me aproximaba a la Ciudad Disney más loco me volvía. Una voz en mi corazón me gritaba que diese media vuelta, que llamara a Ragun y cancelara nuestra cita para otro día. Podría cuidar de Pichu hasta entonces, dudo que le molestara lo más mínimo. Parecía llevarse bien con ella cuando les vi juntos, acudiendo de la mano para salvarme en aquella cueva de Tierras del Reino.

Pero continué mi viaje. No me eché atrás en ningún momento, pensando que aquella sensación eran imaginaciones mías. Cerré los ojos contadas veces en el viaje para tomar aire y expulsarlo lentamente; debía calmarme.

Y cuando llegué, comprobé que mis miedos eran completamente infundados. Ciudad Disney estaba tranquila, como cualquier otro mundo. Suspiré tranquilo y sonreí, llamándome estúpido por dentro. No pasaba nada.

Tomé mi móvil y busqué el número de Ragun en la agenda. Una vez lo encontré, pulsé el botón de llamada y comenzó a comunicar.

Y entonces, un gran temblor en mi nave me hizo tirarme del asiento del piloto al suelo. Todas las alarmas de la nave se pusieron al rojo y estallaron en un festival de colores, con los avisos de la computadora de que estaba en máximo peligro. Me levanté sobre mis rodillas y miré a mi alrededor, llegando a la única conclusión lógica: algo había chocado conmigo.

Vi entonces pasar por delante de la cabina una nave gigantesca, cien veces más grande que la Black Hunter. Se dirigía directamente hacia Ciudad Disney. Y tenía en ella un símbolo que no creí que volviese a ver nunca, uno que me recordaba a mi niñez: la silueta de la cabeza de un gato negro, sobre un fondo blanco, con un parche rojo.

El símbolo de los Cats.

[Sombra]

En cuanto salí de los subterraneos bajo la ciudad que llevaban al hangar vi una ciudad hermosa y verdaderamente animada.

Los edificios de aspecto gracioso estaban por doquier y por todas partes había peculiares animales con forma humanoide. A cada paso que daba no podía evitar exclamar de asombro ganando la mirada curiosa de muchos de los trauseuntes.

Ring, Ring.

<<Ah, debe ser Kit>>

Rebusqué en mi pantalón el objeto y abrí la pantalla encontrando la Llamada Entrante de mi "amigo" (si es que podía considerarle eso, claro)

Pulsé la tecla para aceptar la llamada.

—¿Kit? ¿Dónde estás?

[Soul Artist]

—¿Kit? ...ónd...tás?

Escuché la voz de Ragun y el corazón me dio un vuelco. Me tiré sobre el teléfono y lo agarré con las dos manos, comprobando que mi amigo lo había descolgado. Pero había un problema: la cobertura estaba fallando. Las barras estaban bajando, y era realmente complicado mantener el contacto así. Si todavía podíamos hablar, no sería por más de unos segundos.

El mensaje de alerta máxima de la nave se mezcló con otro más. La voz computerizada empezó a advertirme de algo que no esperaba: intrusos. Múltiples agentes no deseados habían invadido mi nave en los niveles más bajos, y habían abierto además una brecha por la que seguramente entraron. Solté una palabrota y me dirigí hacia el teléfono, lanzando mis ojos hacia la nave que ya se colocaba sobre el mundo de Ciudad Disney; era imposible no verlo con su gigantesco tamaño.

—¡¡Ragun!! ¡¡Sal de ahí!!

[Sombra]

—¡¡Ra...!! ¡¡Sal de...!! —la voz entrecortada de Ivan se mezcló con el sonido de unas alarmas antes de que la llamada se cortase. Repetí el nombre del joven varias veces nervioso. ¿Qué había querido decir?

Lo averigué a los pocos segundos.

Una sombra cubrió el cielo de la ciudad. Una enorme nave de proporciones ciclópeas había aparecido de la nada y... ¡Joder! Con ese tamaño hacía competencia a algunas de las enormes naves que rodeaban el centro penitenciario de Espacio Profundo.

En algunas zonas de la nave se podía ver un símbolo similar al de una cabeza de gato con un parche en el ojo.

Un fuerte dolor de cabeza me obligó a caer de rodillas mareado.

¿No conocía ese símbolo?

Más importante... ¿Y Kit?

Al fijarme bien, me di cuenta que también estaba allí arriba la nave de Ivan, apodada Black Hunter y que había visto en Ciudad de Paso, antes de encontrarme con Nyx.

El tamaño de aquella monstruosidad calló a toda la gente de la ciudad, que señalaban con sorpresa la aparición de aquel crucero galáctico.

¡Allí podían vivir cientos de personas como mínimo!

Me concentré invocando mi llave espada, la cual lancé hacia el cielo transformándola en el Glider, también materialicé mi armadura, la cual se ajustó como un guante a mi cuerpo.

—¿Por qué todas las desgracias ocurren cuando estás cerca, Kit? —murmuré mientras montaba en el vehículo.

Me lancé hacia el cielo dejando atrás el suelo de la ciudad. Mi objetivo era entrar en la nave de Kit, tendría que buscar alguna manera de entrar.

[Soul Artist]

—¿¡Por qué todas las desgracias ocurren cuando estás cerca, Ragun!?

El móvil, definitivamente, no funcionaba. Alguien estaba cortando todas las comunicaciones de la Black Hunter y las de cualquier otra nave gumi que estuviese cerca; aquella bestialidad estaba preparando algo gordo, tanto que no podía permitir que nadie se comunicase con ningún otro mundo. Estaba involucrado en lo que iba a ser una guerra de mundos.

Las pantallas dejaron de avisarme de los intrusos y del peligro inmediato. En su lugar, tras unos segundos de ruido, apareció la figura de un hombre adulto, muy delgado y ojos aburridos, casi burlones. Gruñí hacia la figura y sonrió lascivamente.

Spoiler: Mostrar

—Habitantes de Ciudad Disney: hablo en nombre de mi organización, Cats. Venimos desde un mundo muy lejano, de un reino distinto al vuestro, que sufrió la peor de las desgracias. No queremos condescencencia: reclamamos vuestro mundo.

Apreté los dientes mientras miraba con furia los ojos de aquel capullo. Sí, yo sabía de dónde venían perfectamente, y esa desgracia la conocía de sobra: yo también la había vivido de pequeño. Pero creía que la organización se había separado hacía años, y ahora... ¿Me encontraba con aquello?

—Sabemos que no abandonaréis por voluntad vuestro hogar. Por lo que os ofrecemos una ayuda:

»Un dios.

La comunicación se cortó en aquel momento. Me quedé extrañado unos segundos, pero la alerta por intrusos volvió a golpear mis tímpanos: no tenía tiempo para perder en aquello. Debía defenderme de lo que iba a venir.

Me acerqué a la entrada a la cabina del piloto cuando la puerta automática se abrió sola. En su lugar apareció un Sincorazón Soldado que saltó a por mí de inmediato.

[Sombra]

—Habitantes de Ciudad Disney: hablo en nombre de mi organización, Cats. Venimos desde un mundo muy lejano, de un reino distinto al vuestro, que sufrió la peor de las desgracias. No queremos condescencencia: reclamamos vuestro mundo.

Aquella voz... La reconocí al momento, era una voz imposible de olvidar.

—Sabemos que no abandonaréis por voluntad vuestro hogar. Por lo que os ofrecemos una ayuda:

»Un dios.


Un enorme relámpago atravesó el cielo desde la zona central de la nave cayendo sobre la plaza de la ciudad. Aquella luz fue vista incluso a kilómetros de distancia y me cegó por unos momentos.

—¿Qué cojones? —viré mi Glider para ver mejor lo que acababa de pasar.

En medio de la plaza había aparecido un enorme molusco azul que llevaba un enorme caparazón sobresalía sobre los edificios de la ciudad. Unos largos tentáculos se movían de un lado para otro con ansias... Lord Helix había aparecido.



Y parecía hambriento.

—Cats... —repetí con rabia. Aquella voz que había resonado desde todos los megáfonos y radios de la ciudad a la vez... Era Silvercat.

Me mordí el labio y miré unos instantes al poderoso "Dios" que había empezado a moverse tirando a su paso unos puestos de frutas que se vieron aplastados sin que aquel monstruo se diese cuenta siquiera.

Parecía llevar un enorme collar alrededor y sobre el caparazón había una especie de caseta en la que cogerían perfectamente varias personas.

—¿Acaso? —pensé en el collar que la rata mutante le había colocado a Ivan para controlarle. ¿Y si dentro estaba el mismo tipo? Tendría sentido, tal vez demasiado—. Tengo que encontrar primero a Kit —recordé. Yo solo no podría enfrentarme a él, pero si uníamos fuerzas tal vez fuese posible hacer algo.

Trabajo en equipo, como había aprendido en el primer entrenamiento que había tenido con Ronin. Aquel día en el que había acabado sin poder desayunar.

[Soul Artist]

—¡¡Quita, bicho!!

El Sincorazón se había agarrado a mi cabeza y clavó sus afiladas garras en mis mejillas, provocándome un grito de dolor. Intenté cogerle y apartarle de mí, pero mi baja fuerza física era incapaz de hacer frente a aquel soldado. Me mordí el labio y, reteniendo mi dolor, di una vuelta de croqueta por el suelo para hacerle chocar.

Se soltó de inmediato. Aproveché su confusión para levantarme del suelo con las rodillas y dirigí mi mano hacia él: un bloque de hielo surgió de la palma y se dirigió hacia él, borrando su existencia de un sólo golpe. Su corazón fue liberado y lo ignoré, más centrado en las sombras que surgían al otro lado de la puerta de la habitación.

No les di tiempo a entrar. Corrí hacia ella y la cerré de forma manual, activando el cierre inmediato en toda la nave. No iban a pasar allí, de ninguna de las maneras; no mientras yo tuviese el control de mi propia nave.

Comencé a escuchar golpes al otro lado, pero los ignoré cerrando los ojos con fuerza. Estaban llamándome con violencia

—¡Kit! ¡Abre la puerta!

Negué con la cabeza. No sabía cómo me podían conocer, pero no dejaría que nadie entrase. Necesitaba ganar tiempo mientras pensaba qué hacer.

[Sombra]

Volé alrededor de la nave de Kit hasta encontrar un humeante boquete. El metal alrededor del agujero parecía doblado por la calor, lo que significaba que aquello lo había hecho un Rayo Láser.

Me quité la armadura y hice desaparecer el vehículo cuando me introduje en la nave.

Nunca había estado dentro de ella, pero en cierto sentido era como si la conociese de antemano. ¿Seguro que no había entrado alguna vez?

Por un segundo, vi un niño de ojos verdes y cabello oscuro corriendo, como si estuviese jugando. Tras él, otros dos niños, uno pelirrojo y otro paliducho le seguían. Pero tan rápido como aparecieron también se desvanecieron.

<<¿Qué ha sido eso?>>

Giré hacia la izquierda y abrí la primera compuerta dando a las escaleras interiores para subir a una de las plantas altas de la nave, allí debería estar la sala de mando donde esperaba que estuviese Kit.

[Soul Artist]

Iban a lograr acceder antes o después. Con los golpes que estaban dando a la puerta metálica, en unos pocos minutos acabaría rota y entrarían adentro. Iba a morir a manos de unos Sincorazón y una nueva organización de Cats que no hacían honor ni justicia a la original.

Aquella no era forma de decir adiós, pero no tenía más opciones. No había escapatoria: no podía llamar a nadie para despedirme siquiera. No podía teletransportarme afuera tampoco, pues acabaría en mitad del interespacio sin un Glider para montarme. Sólo podía esperar, agonizante, a los últimos segundos de mi vida.

Pero me negué. Aquella idea era estúpida: tenía mucho que hacer. Yo era Kit, el gran Ivan Kit. El mejor aprendiz de Tierra de Partida, el cantante más aclamado de Atlántica. Mi nombre aún no se había registrado en todos y cada uno de los mundos del Reino de la Luz, aún no había pasado a la Historia. Quería ser recordado, pero ¿cómo lograrlo encerrado en una nave, rodeado de Sincorazón y un impostor por parte de la organización que desde pequeño había admirado?

Si la situación era negra, mejor. Mi leyenda sería recordada para siempre. Cuando sobreviviese, acudiría al comedor de Tierra de Partida y todos escucharían mis historias de cómo derroté a todos aquellos enemigos, cómo salvé Ciudad Disney de la masacre absoluta. Muchos me tendrían envidia, pero me daría igual: sabrían lo genial que era. No me olvidarían jamás.

—Vamos a ello.

En situaciones desesperadas, nada es mejor que una medida aún más desesperada. Me acerqué a los mandos de la nave y clavé mis ojos en el cercano mundo.

—Máxima velocidad.

La nave comenzó a moverse con brusquedad. Tomé aire largo y tendido y dejé que entrase en su atmósfera, sin molestarme en equilibrarla. Sonreí, viendo los techos de los edificios y el monstruoso Lord Helix destruyéndolos.

Iba a estrellar mi propia nave contra el mundo.

[Sombra]

Llegué a la planta más alta del enorme crucero propiedad de Ivan, donde se suponía que debía estar mi compañero cuando un movimiento brusco me lanzó contra el suelo logrando que batiese mi cara contra el frío hierro.

Me llevé la mano al labio dolorido manchando mis dedos con sangre. Al menos no me había partido un diente.

Abrí la puerta encontrando a alguien que estaba tratando de entrar por la fuerza en el puesto de mando.

—¡Kit! ¡Abre la puta puerta de una vez! —gritaba mientras golpeaba la puerta.



¿No había visto a aquel pelirrojo antes?

En... ¡El Mundo Inexistente, claro! La primera vez que había visto a Silvercat estaban juntos. ¿Es que aquellos Cats estaban por todos lados o qué?

Y lo que era peor, tenía dos sincorazón al lado suyo que también llevaban aquel extraño collar con el que controlaban las mentes.

—Purplecat, Yellowcat, Silvercat y Redcat —dije en voz baja.

Por como llamaba a Ivan significaba que lo conocía, y no parecía muy contento precisamente. Fuese como fuese, aquellos Cats eran enemigos.

Invoqué mi llave espada y la apunté hacia él.

—¡Láser Oscuro!

Un fino rayo de oscuridad salió desde la punta de mi arma perforando su camisa azul y logrando causar una pequeña quemadura en su piel que debía escocer bastante. El joven rugió.

Redcat se giró con una mirada llena de ira que cambió de golpe a una de sorpresa en cuanto me vio.

—Imposible —abrió los ojos como platos—. ¿Prí...?

—Flama Tenebrosa —impedí que acabase lo que iba a decir. El hombre salió propulsado hacia un lado envuelto en llamas esquivando mi ataque—. ¡Ivan, soy yo Ragun! ¿¡Qué demonios estás haciendo!?

Por como la nave estaba moviéndose diría que... Nos íbamos a estrellar contra el mundo. ¡Íbamos a morir!

[Soul Artist]

—¡Ivan, soy yo Ragun! ¿¡Qué demonios estás haciendo!?

No iban a engañarme. Los intrusos estaban intentando hacerse pasar por mis seres queridos para abortar mi plan, pero yo era demasiado inteligente como para caer en la trampa. Sonreí para mí mismo, observando el suelo hacia el que nos dirigíamos: chocar contra él iba a provocar una explosión inmediata de la nave. Los bloques gumi saldrían volando en todas direcciones y nadie, ni siquiera yo, sobreviviría. No había escapatoria de aquello.

—Gravedad nula.

Mi cuerpo tiró hacia el cristal, y todos los objetos que había en la habitación lo hicieron conmigo. Me agarré, sin embargo, al asiento del piloto mientras veía que todo se estrellaba contra el suelo; la gravedad había pasado a ser la misma que la del mundo.

Un minuto para colisión.

O mi plan funcionaba, o moriría como un héroe.

[Sombra]

—¿Ivan? Pero no se supone que Ryan... —desconcertado, el hombre se llevó la mano a la frente.

Me quedé parado unos instantes antes de lanzarme sobre la puerta golpeando y llamando a Ivan ignorando al pelirrojo, el cual no hizo ademán de detenerme.

Un nuevo temblor en la nave por el cambio repentino en la gravedad me estampó contra el techo de la nave, donde no podía hacer nada más que permanecer pegado. Redcat y sus sincorazón también acabaron como yo, incapaces de poder moverse.

Un minuto para la colisión.

En aquel momento, el pelirrojo remangó la camisa mostrando una pulsera similar a la que tenía yo y que reconocí al momento. ¿Se iba a teletransportar a su nave? Pulsó el botón del objeto y una luz azulada envolvió a Redcat junto a los dos sincorazón que estaban con él.

—Me da igual, morid vosotros si queréis. Yo me las piro.

En cuanto la luz se desvaneció ya no quedaba nadie. Solo permanecíamos allí Ivan y yo.


—¡¡¡Ivan!!! —grité con todas mis fuerzas—. Detén esto ya, ¡nos matarás! —y no solo a nosotros, también toda la gente que estuviese debajo y a los que les alcanzara la explosión.

>>¡Morirán civiles también! ¿No querías ser un héroe? ¿¡No querías ser el mejor!? Si estrellas la nave tan solo te recordarán como un terrorista.

[Soul Artist]

—¡¡¡Ivan!! Detén esto ya, ¡nos matarás!

Cerré los ojos, escuchando todo el ruido de mi alrededor. La alarma de intrusos, los gritos de Ciudad Disney, el rugido de Lord Helix; el mundo estaba intentando transmitirme algo. Y yo sabía qué era: buscaban un héroe, y ese iba a ser yo. Y para serlo, tenía que salvarme a mí mismo o morir en el intento, no había otra.

La alarma por intrusos calló. Abrí de nuevo los ojos y vi el cercano suelo a nosotros, a punto de chocar con la nave. Sonreí para mí mismo: los invasores habían abandonado la nave. El plan había funcionado, y yo ya era libre.

—¡¡Comando: aterrizaje forzoso!!

Dos propulsores delanteros se activaron, frenando la velocidad de la nave en seco. Pese a todo, estaba demasiado cerca del mundo como para no recibir ningún tipo de daño colateral: choqué contra él y la Black Hunter rebotó un par de metros para caer de espaldas a las afueras de la ciudad, desprendiéndose algunos de los bloques gumi de ella.

Estaba tirado en el techo de la nave, de espaldas. Pero ante aquello sólo podía hacer una cosa: reírme. Había dado el primer paso en un largo día que había comenzado en Tierras del Reino. Ahora sólo quedaba salvarlos a todos.

—Desactivar cierre de puertas.

La puerta de acceso a la sala de mandos se abrió, y al otro lado surgió el cuerpo de la última persona que esperaba ver allí. Tumbado en el suelo levanté la mano y le saludé con mi sonrisa tonta, satisfecho por el excelente plan que había dado sus frutos.

—Anda. Ragun.

[Sombra]

—¡¡Comando: aterrizaje forzoso!! —escuché al otro lado de la pueta.

—Oh ¡mier...!

El golpe que recibí a continuación contra el suelo me hizo sentir como un bicho estampado contra un parabrisas. Dolía, y no poco precisamente.

Despegué la cara del suelo, se me había hinchado y probablemente tenía la cara roja como un pimiento y entonces la nave se estrelló.

Salí rebotado nuevamente contra una pared, y otra. Era como una pelota de tenis en medio de un partido. Me cubrí como pude intentando recibir los menores daños posibles.

Y finalmente se detuvo. Me puse de pie apoyándome en la pared. Me limpié la sangre de las heridas que acababan de abrirse por toda mi cara y vi como la puerta que había estado sellada se abría sola.

Allí estaba aquel idiota de Ivan, riéndose en el suelo con varios moratones por toda su cara (y a saber cuántos más por todo su cuerpo.

—Anda. Ragun.

—¿Es eso lo único que vas a decir? —volví a caer al suelo por el mareo que llevaba encima. Me quedé tumbado boca arriba—. Eres un capullo, Kit.

Cuando todo esto acabase le daría un puñetazo.