[Tierra de Partida] Elemental, mi querido Enix

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Participantes: Enix y Jess
Cronología: Antes del encuentro Hazme enloquecer

Un importante aprendiz llega hoy a Tierra de Partida.Te ha sido encomendado el cometido de transportar sus pertenencias a la habitación que le ha sido concedida. Éstas se encuentran en los jardines; no muy lejos de la entrada, será fácil reconocerlas.

La nota había aparecido aquella mañana en su habitación. Tomando la nota como algo aislado parecía un suceso normal y corriente, pero ésta iba acompañada de unas extrañas circunstancias. La nota venía, esta vez, dentro de un sobre. Nunca había visto un sobre de ese tipo en Tierra de Partida: era de colores oscuros, estaba cerrado con un sello de cera y en el reverso podía verse un símbolo bastante extraño de color rojo junto a unas palabras, <Ms. Jess Stronberg>.

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Pero esa no era la única diferencia de aquel comunicado respecto a los que se usaban usualmente… dentro del sobre había también un objeto pesado, que resultó ser una llave; y otro papel con un plano que indicaba dónde estaba la habitación del nuevo individuo. ¿Por qué tanto cambio en el tipo de notificación? Por mucho que pensara no podía entenderlo.

Independientemente de las razones, había otra diferencia en aquella carta, algo que podía pasar más desapercibido que el resto, pero que era incluso más raro: la carta no tenía remitente. No tenía ninguna forma de saber quién estaba mandando esto o si era siquiera una misión auténtica; aún así debía realizar la tarea. Esa era la única forma de no salir mal parada: si la misión era real, cumpliría con su encargo y si no lo era, tan sólo perdería un poco de tiempo. Parecía una actuación razonable.

Así, pues, salió de su habitación después de arreglarse. Decidió dejar atrás a Ryu, que aún dormía acurrucado en un rincón de su cama.

Poco después estaba en el exterior, ante unas cuantas torres de cajas. Contó aproximadamente unas veinte cajas. Moverlas todas llevaría un buen rato y requeriría un esfuerzo considerable, pero debía hacerlo.

Un par de cajas era la máxima cantidad que podía llevar sin que éstas se cayeran según las pruebas que había estado haciendo, así que cogió dos de las cajas con que había estado probando y se dirigió silbando a la habitación marcada en el plano que había recibido.

[Enix]

Agotado, me dispuse a volver a mi cuarto, después de la larga mañana de entrenamiento. En eso consistían básicamente mis días en Tierra de Partida, desde que había llegado la anterior semana. Parecía que el entreno daba sus frutos, me encontraba más en forma e incluso algo más alto. De vez en cuando, en mi tiempo libre, iba un rato a la biblioteca, e intentaba aprender todo lo que podía sobre la luz, la oscuridad, los Sincorazón... Todo lo que tuviera que ver con mi nuevo deber… y que pudiera decirme algo, una pista, lo que fuera, sobre mis padres.

Sin darme cuenta, ya había llegado a mi cuarto, el cual era bastante más grande y cómodo que el que me habían asignado en el orfanato. Me quité la chaqueta, la dejé sobre la silla del escritorio y me tumbé en la cama a descansar. Nada más hacerlo, noté una especie de bulto bajo mi espalda. Me levanté, incómodo, y vi que era un sobre rojo, bastante extraño, me sorprendí de no haberlo visto antes. Llevaba mi nombre estampado en rojo y un símbolo extraño del mismo color.

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Qué raro, ¿quién requeriría mi presencia? Lo abrí, y leí el mensaje:

Un importante aprendiz llega hoy a Tierra de Partida.Te ha sido encomendado el cometido de transportar sus pertenencias a la habitación que le ha sido concedida. Éstas se encuentran en los jardines; no muy lejos de la entrada, será fácil reconocerlas.

Hm. Desde luego, tenía que ser alguien bastante importante para tener que recoger sus cosas. Me guardé la carta, junto con un mapa que llevaba a su cuarto. Bajé corriendo, para intentar acabar lo antes posible y echarme una cabezada antes de la cena.

Una vez abajo, pude comprobar que había unas cuantas cajas, dieciocho concretamente, y suspiré ante el rato que me llevaría hacerlo. Revisé el mapa por última vez, cogí tres cajas como pude, y me encaminé hacia la habitación.

[Sometron]

No tardó mucho en llegar a la habitación marcada en el mapa. Era imposible confundirse de habitación, aquella estaba hecha claramente para acoger invitados importantes. Podía determinarse tan sólo viendo aquella puerta de madera maciza, con una decoración recargada y una cerradura muy extraña. ¿Quién podría ser el invitado que necesitaba tales consideraciones? Sin duda, pronto lo descubriría.

Se dispuso, pues, a descargar las cajas por un momento para poder abrir la puerta. Una vez éstas estuvieron en el suelo, la joven estiró los brazos y dejó escapar un leve bostezo. La tarea se presentaba tediosa, puesto que ni siquiera tenía la certeza de que fuera un encargo auténtico y podía descubrir que era una broma después de todo el trabajo duro.

Decidió no plantearselo más y acabar aquello lo antes posible. Metió la mano del bolsillo y sacó un pequeño objeto metálico de dentro: la llave que se le había entregado dentro de aquel sobre. Puso una mano en el picaporte y procedió a desbloquear la puerta; pero frenó en seco al oír el sonido que provenía de dentro de la habitación.

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—AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH

Era… un grito. Un grito cargado de desesperación. La chica se quedó completamente quieta en la posición en que se encontraba, incapaz de reaccionar. Aquel grito era mucho más desgarrador que cualquiera que pudiera realizar una garganta humana. De repente, tras un parpadeo, recordó que tenía la llave a aquella habitación en la mano.

Intentó abrir la puerta, pero la prisa le impedía atinar a la hora de introducir la llave en la cerradura. La punta de la llave chocaba una y otra vez contra la puerta, sin llegar a entrar dónde debía. Finalmente la muchacha consiguió que la llave entrara por el ojo de la cerradura y la giró ansiosamente. Un crac indicó que la puerta estaba abierta. Y Jess la empujó con todas sus fuerzas, ansiosa por descubrir qué estaba pasando dentro, pero su avance fue detenido repentinamente.

La puerta estaba cerrada por dentro con un cerrojo de cadena, que intentó inútilmente deshacer desde el exterior. Aquellas cadenas sólo podían ponerse y quitarse desde dentro, al fin y al cabo.

El siguiente impulso de la aprendiz fue mirar a través de la pequeña abertura que permitía aquel tipo de cerrojos. Fue fútil, puesto que la habitación se encontraba a oscuras a excepción de un pequeño rayo de luz que parecía entrar a través de la ventana, que tenía los postigos cerrados al parecer.

—¡Eh! ¿Hay alguien ahí? ¡Responde!

La única respuesta fue el silencio, por ello la joven se aferró desesperadamente al picaporte y empezó a dar fuertes empujones, intentando que la cadena se partiera. Aún así, la cadena no iba a ceder tan fácilmente.

[Enix]

Sudando, con la respiración agitada, seguía llevando las cajas por el infierno de pasillos que era el castillo de Tierra de Partida. A pesar del mapa, no conseguía orientarme muy bien por mi nuevo hogar. ¿Además, para qué demonios querría tanto equipaje el nuevo inquilino? ¿Que sería, un príncipe o algo? Yo solo había traído ropa. Aunque claro, yo solo tenía ropa. Y la katana de Leo. Tendría que devolvérsela a Donny algún día. Decidí que lo haría, cuando volviera a acercarme por allí.

Me detuve un momento, y dejé las cajas en el suelo, soltando un suspiro. De todas formas, no podía seguir amargándome por ello. Como había dicho la Maestra Lyn, la única arma que puede acabar con los Sincorazón definitivamente es la Llave Espada, y yo había hecho todo lo que había podido. Recogí las cajas otra vez, y me puse en marcha. También estaba el tema del Sincorazón del que había ido a encargarse a mi Maestra. ¿Estaría causando muchos estragos, sería demasiado fuerte? Me costaba mucho no pensar en ello, al fin y al cabo, era mi ciudad natal.

Sumergido en mis pensamientos, por poco no me di cuenta de que casi había llegado. A lo lejos vi como otra chica también estaba haciendo la misma labor que yo, y había dejado unas cajas idénticas a las mías en el suelo. Entonces lo oí:

—AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH[b]

Y de repente se cortó. Había sido un grito que desgarraba el silencio que reinaba en el pasillo, un grito que expresaba auténtico pavor y dolor. Solté las cajas de golpe y eché a correr hacia la puerta. Pude ver como la chica, de pelo castaño y más o menos de mi edad, intentaba abrir la puerta, pero algo la bloqueaba por dentro. Al llegar allí, pude ver por qué. Había una cadena impidiendo su total apertura. Aparté a la chica suavemente con la mano, e invoqué la Llave espada con la otra:

—[b]¡Hielo! —recé porque el conjuro que había aprendido no fallase, y tuve suerte.

Le di un mandoble con todas mis fuerzas a la cadena, y esta se partió en dos. Abrí la puerta con el peso de todo mi cuerpo, para golpear a alguien si estuviera al otro lado. Guiado por un pequeño rayo de luz, me acerqué hasta la ventana. Al buscar a ciegas con la mano, pude notar un líquido viscoso en la pared, y intenté no imaginarme lo peor. La ventana, como pude comprobar, estaba cerrada por dentro y la abrí para poder ver. La escena que contemplé entonces me volvió a impactar. Había un cadáver, un maldito chico muerto, en la esquina del cuarto. Estaba sentado, y estaba creando un charco de sangre en el suelo, al igual que había dejado un rastro y un estallido en la pared.

Me giré otra vez hacia la chica:

— ¿Quién eres, y qué haces aquí? ¿Como sé que puedo confiar en ti? —dije, a la vez que le apuntaba con la Llave espada. No podía descartar ningún posible sospechoso.

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EDIT: Negrita

[Sometron]

Seguía golpeando la puerta una y otra vez, incapaz de pensar en algo que no fuera la puerta. No dejó de repetirlo hasta que alguien le tocó por el hombro, provocando que la chica pegara un pequeño bote del sobresalto. Se trataba de un chico rubio, que aparentaba tener su misma edad. El joven la apartó e invocó la Llave Espada, dirigiéndola hacia la cadena.

—¡Hielo!

La cadena se congeló y el chico le arreó un fuerte golpe, provocando que ésta se partiera y la puerta quedara desbloqueada. Ambos entraron y la puerta se cerró rápidamente tras ellos. La puerta hizo un ruido anómalo al cerrarse, no parecía pues una puerta normal.

La habitación se encontraba a oscuras a excepción de un pequeño rayo de luz que se filtraba a través de los postigos de la ventana. Pudo oír cómo el chico se acercaba a abrirla para dejar entrar la luz.

La claridad exterior la cegó por un momento, y la siguiente imagen que vio se le quedó grabada en las retinas: un cadáver. El rojo nubló su visión.

—¿C-cómo puede una persona tener tanta sangre? —verbalizó sus pensamientos sin darse cuenta de ello.

No podía apartar la vista del cadáver. No era el primero que había visto en su vida, puesto que las ejecuciones eran frecuentes en Port Royal; pero seguramente era el más sangriento. Y aún así lo seguía observando, aunque no analizaba lo que veía, sólo seguía las manchas de sangre con la vista una y otra vez.

Por su parte, el chico pareció haber superado fácilmente el shock inicial y se acercaba a inspeccionar el cadáver, a lo que Jess reaccionó inmediatamente.

—¡No toques el cadáver! —gritó, extendiendo una mano hacia el joven—. Las pruebas no han de alterarse bajo ningún concepto.

No era lo más adecuado que podía decir en aquella situación, pero el pequeño discurso salió de sus labios casi sin pensarlo. Desde que dos semanas antes aproximadamente leyera por error un libro de misterio en la biblioteca de Tierra de Partida, no había podido parar de leerlos uno tras otro. Su rutina durante aquel lapso de tiempo se limitaba básicamente a dormir, comer, asearse y leer, con algún que otro asunto o entrenamiento ocasional.

Impulsado o no por esas palabras, el chico se giró hacia ella y la apuntó con la Llave Espada, no se fiaba de ella.

— ¿Quién eres, y qué haces aquí? ¿Como sé que puedo confiar en ti?

La pregunta resultó decepcionante, y no pudo evitar que se reflejara en su cara. Se limitó a sacar del bolsillo el sobre que le había sido entregado, y desdoblarlo antes de lanzarlo a los pies del muchacho. Sin perder más tiempo, se giró y caminó en dirección a la puerta, el ruido que había hecho al cerrarse no presagiaba nada bueno.

Allí pudo comprobar que, como había temido, la cerradura de aquella puerta se cerraba sola. La llave que le había sido entregada, con la que había abierta la puerta, se hallaba introducida en la cerradura por el lado exterior. Estaban, pues, atrapados en aquella habitación. En cualquier caso, aquello podría haberse determinado sin siquiera acercarse a la puerta, puesto que en la pared contigua a ésta había escrito un mensaje con letras rojas.

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TRUTH IS THE KEY

<<Seré idiota, he caído de pleno en la trampa.>>

Aquellas letras desprendían un olor raro. Jess se acercó y tocó la letra K, manchándose el dedo porque estaban aún sin secar. Sin pensarlo demasiado, intentó percibir el sabor de aquella sustancia, para comprobar que se trataba de pintura roja y no de sangre.

—Encerrados cual críos hasta que resolvamos este “juego”, por lo que parece. Habrá que ir empezando, ¿no?

Decidida a acabar con aquello cuanto antes, se aproximó al elemento más importante de cualquier homicidio: el cadáver. Era la forma más eficiente de proceder sin perderse en elementos y detalles ajenos al crimen; aún así las pruebas no se podían modificar, por lo que se paró a un par de pasos y lo observó.

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Presentando a cadáver-kun c:

Por la apariencia se podía suponer que era un hombre, no tendría más de veinticinco años. Se encontraba apoyado contra la pared de la esquina más alejada de la puerta. La herida mortal parecía encontrarse en el cuello, donde tenía clavado una especie de punzón de tamaño considerable. Aún pareciendo obvio que aquello fue lo que le mató, no era la única herida que presentaba: tenía un corte no demasiado profundo cerca del estómago. La presencia de más de una herida solía significar violencia o inexperiencia, muchas veces ambas.

Poca información más podía aportarle aquel cuerpo, pero aún le quedaba algo por descubrir del cadáver.

—Voy a tomarle el pulso, debemos asegurarnos de que está muerto. Van Dine 7: En cualquier novela de misterio ha de haber un cadáver; si el asesino quiere jugar limpio, este enigma debería seguir las reglas.

>>Aún así, “no-me-fío-del-culpable”, puedes observarme de cerca mientras inspecciono el cuerpo, si quieres. Podrás asegurarte de que no oculto ninguna prueba ni nada por el estilo.

Cogió el brazo del chico y presionó su dedo en la muñeca del chico inconsciente. No tenía pulso y aún estaba cálido. Comprobó también el pulso en el cuello para ver si se trataba de algún truco para parar la circulación, pero no cabía duda...

...aquel chico estaba muerto.

[Enix]

La chica, sin mostrar otra cosa que decepción ante mi pregunta, me lanzó una tarjeta exactamente igual a la que yo había encontrado en mi cuarto, solo que con su nombre escrito: Jess Stronberg. Cuando volví a mirarla, se encontraba intentando abrir la puerta, que había quedado bloqueada mientras mirábamos el cadáver, y ahora no se podía abrir, por mucho que la chica, la tal Jess, lo intentara con todas sus fuerzas, y debía de haberse dejado la llave fuera, cuando había abierto.

Entonces me fijé en que al lado de la puerta, estaba escrito en letras de color rojo sangre, e incluso podía dudar de que no estuviera escrito con la del cuerpo. Jess probó el líquido para comprobarlo, y a continuación, dijo más para sí misma que para mí:

—Encerrados cual críos hasta que resolvamos este “juego”, por lo que parece. Habrá que ir empezando, ¿no?

—Si lo que queremos es salir de aquí, sí. Espero que tengas alguna idea sobre casos de asesinatos.

Como a modo de respuesta, la pelirroja se acercó al joven muerto, que debía ser unos cuantos años mayor que nosotros. Se cercioró bien de la herida desde la distancia, que se encontraba en forma de agujero en el cuello, provocado por un punzón. Y me fijé en algo más, algo que empapaba de sangre el abdomen de su camiseta: un corte en el estómago. Una posibilidad era que tal vez había presentado pelea ante su agresor, que le había provocado el corte, y con la víctima ya sin posibilidad de defenderse, la había apuñalado con el punzón. Volvió a dirigirse hacía mi:

—Voy a tomarle el pulso, debemos asegurarnos de que está muerto. Van Dine 7: En cualquier novela de misterio ha de haber un cadáver; si el asesino quiere jugar limpio, este enigma debería seguir las reglas.

—De todas formas, dudo que nadie normal pudiera sobrevivir a un ataque como este.

—Aún así, “no-me-fío-del-culpable”—me dijo, con cierto tono de reproche—,puedes observarme de cerca mientras inspecciono el cuerpo, si quieres. Podrás asegurarte de que no oculto ninguna prueba ni nada por el estilo.

Observé cómo la joven apretaba con el dedo índice la muñeca, por donde circulaba la arteria radial, para saber si tenía la mínima señal de pulso. También comprobó la yugular, a la altura del cuello. No dijo nada al respecto, por lo que di por hecho que era seguro que había fallecido.

—Muy bien, Jess, parece que entiendes sobre asesinatos. Deberías ser tú la que decidiera lo que tenemos que inspeccionar ahora.—aunque estaba más que claro: buscar rastros del asesino. Sin embargo, la chica parecía divertirse jugando a ser detective, y no hacía mal su trabajo.

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EDIT: Colores

[Sometron]

—Muy bien, Jess, parece que entiendes sobre asesinatos. Deberías ser tú la que decidiera lo que tenemos que inspeccionar ahora.

—¿Así que quieres colaborar? De acuerdo, Van Dine 1: No está permitida la resolución de un crimen sin la presentación previa de todas las pruebas. Es decir, dentro de esta habitación cerrada han de estar todas las pruebas habidas en este caso.

>>Y juzgando por el contenido de la habitación, pocas pruebas más vamos a poder encontrar al margen de los que ya hemos podido ver.

>>En cualquier caso, yo revisaré bajo la cama, tú encárgate del armario si quieres; eres libre de mirar en cualquier otra parte que desees. Hablaremos cuando hayamos acabado.

Observó que la cama estaba deshecha, y que alguien había estado en ella hasta hace poco, puesto que la cama aún conservaba algo de calor. Pocos datos más aportó aquel mueble, debajo no pudo observar nada; y en cuanto a la mesilla de noche, reparó en que estaba movida.

Cerca de la ventana había un escritorio volcado y una silla tirada. Los objetos que se habían hallado sobre la superficie de la mesa, se encontraban ahora en el suelo, pero no eran nada importante: un florero roto, unos cuantos papeles intrascendentes y una pluma estilográfica. Nada que pudiera aportar algo que no supieran ya sobre el caso.

Volvió a comprobar la ventana, donde encontró una mancha de sangre; los signos de lucha eran demasiado evidentes para descartar la hipótesis. También intentó idear un método para cerrar la ventana desde fuera, pero le fue completamente imposible, por lo que reafirmó que sólo podía ser cerrada desde dentro.

Finalmente, un segundo vistazo al cadáver le permitió saber que había dos grandes contingentes de sangre: uno desde el suelo hasta el cuello del cadáver tal y como lo habían encontrado y otro a una altura mayor, ambos unidos por un pequeño rastro vertical.

—¿Está usted listo, señor sin nombre? Si es así, dígame, ¿qué ha encontrado?

[Enix]

—¿Así que quieres colaborar? De acuerdo, Van Dine 1: No está permitida la resolución de un crimen sin la presentación previa de todas las pruebas. Es decir, dentro de esta habitación cerrada han de estar todas las pruebas habidas en este caso. Y juzgando por el contenido de la habitación, pocas pruebas más vamos a poder encontrar al margen de los que ya hemos podido ver. —su voz sonaba ligeramente arrogante, como si estuviera completamente segura de lo que hacer.

Quién sabe, igual era así, y no era la primera vez que se encontraba ante un asesinato, pero sonaba más como si todo lo que estuviera diciendo lo hubiera sacado de una o varias novelas detectivescas.

—En cualquier caso, yo revisaré bajo la cama, tú encárgate del armario si quieres; eres libre de mirar en cualquier otra parte que desees. Hablaremos cuando hayamos acabado.

Me acerqué al armario, con un leve suspiro. Me hablaba con el trato que se da a un niño pequeño, cuando era ella la que se había quedado bloqueada antes intentando abrir la puerta cerrada con la cadena. Además, ¿por qué demonios estábamos allí? ¿Sólo querían jugar con nosotros? Ahora estaba convencido de que las notas que habíamos recibido no nos las había enviado ningún Maestro

Abrí el armario, revisándolo por encima mientras seguía dándole vueltas a la situación. ¿No se suponía que Tierra de Partida era un lugar seguro para sus Aprendices? Entonces, ¿cómo había conseguido colarse allí alguien, y lo que es más, asesinar a alguien? Daba que pensar, acerca de la seguridad del mundo. Cerré el armario, medio cabreado: allí no había más que ropa.

Me giré hacia mi compañera, que en esos momentos se encontraba revisando el cuerpo por segunda vez, en esta ocasión, mirando la sangre atentamente. Al cabo de un momento, ella se percató de que la estaba mirando, y me preguntó:

—¿Está usted listo, señor sin nombre? Si es así, dígame, ¿qué ha encontrado? —me preguntó en tono burlón.

—No había nada más que ropa en el armario. Por cierto, mi nombre es Enix, Aprendiz de la Maestra Lyn. ¿Tú has encontrado algo, Jess?

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—No había nada más que ropa en el armario. Por cierto, mi nombre es Enix, Aprendiz de la Maestra Lyn. ¿Tú has encontrado algo, Jess?

<<Un chico simple, desde luego>> La chica no pudo evitar sonreír, el inocente chico se estaba ganando poco a poco su simpatía; aunque aún no había sido declarado que él no pudiera ser el artífice detrás de aquel peculiar juego.

—Pues bien, Enix-aprendiz-de-la-Maestra-Lyn, no he encontrado nada nuevo que no pudiera ser hallado a simple vista —dirigió su mirada a la silla y luego al aprendiz, queriendo indicarle que pensaba sentarse en ella—. Esto implica que todas las cartas están ya sobre la mesa —dijo mientras levantaba la silla y tomaba asiento—. Así que si no tienes nada que alegar…

Cruzó las piernas.

>>... que empiece el razonamiento.

Se aclaró la garganta.

—Como habrás podido observar, nos encontramos en un cuarto cerrado, privado tanto de entrada como de salida. Los asesinatos dentro de un cuarto cerrado son un tópico bastante recurrente dentro del género de misterio, puesto que generan la ilusión de que no pueden ser resueltos y provocan que muchos lectores no intenten siquiera solucionarlos.

>>La mayoría de las resoluciones de este caso se pueden dividir en dos patrones: o el crimen realizado es falso o el cuarto cerrado no es perfecto.

>>Empecemos estudiando la primera de las opciones: la falsedad del asesinato. Si el asesinato fuera falso implicaría que la víctima estaría fingiendo estar muerta o sería el propio asesino, es decir, un suicidio.

>>Contando con tales heridas sumado a la ausencia de pulso, la primera opción podría ser descartada automáticamente. El pulso puede ser parado en la muñeca durante algún tiempo con mecanismos simples, pero detener el de todo el cuerpo durante un periodo tan extenso resulta bastante complicado.

>>Y los signos de violencia son tan evidentes, que también se podría descartar la idea del suicidio sin darle demasiadas vueltas.

>>¿Algo que objetar, o alguna apreciación que consideres oportuna?

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EDIT: Añado plano de la escena para clarificar un poco la distribución.

[Enix]

La joven Jess sonrió ante mis palabras, algo que provocó que sintiera ligeramente incómodo, aunque ni yo mismo estaba seguro de la razón. Tras esto, ella me respondió:

—Pues bien, Enix-aprendiz-de-la-Maestra-Lyn, no he encontrado nada nuevo que no pudiera ser hallado a simple vista —enfocó su cabeza y vista hacia la silla, lo que tomé como una invitación a sentarnos—. Esto implica que todas las cartas están ya sobre la mesa —continuó, moviendo la silla para sentarse—. Así que si no tienes nada que alegar... Que empiece el razonamiento.

—Estoy de acuerdo contigo, Jess. No he logrado encontrar ninguna otra pista. Procedamos.—moví la cabeza buscando otra silla, pero no parecía haber ninguna otra en el cuarto. Crucé los brazos sobre el pecho y relajé mi postura.

—Como habrás podido observar, nos encontramos en un cuarto cerrado, privado tanto de entrada como de salida. Los asesinatos dentro de un cuarto cerrado son un tópico bastante recurrente dentro del género de misterio, puesto que generan la ilusión de que no pueden ser resueltos y provocan que muchos lectores no intenten siquiera solucionarlos.

>>La mayoría de las resoluciones de este caso se pueden dividir en dos patrones: o el crimen realizado es falso o el cuarto cerrado no es perfecto.

>>Empecemos estudiando la primera de las opciones: la falsedad del asesinato. Si el asesinato fuera falso implicaría que la víctima estaría fingiendo estar muerta o sería el propio asesino, es decir, un suicidio.

>>Contando con tales heridas sumado a la ausencia de pulso, la primera opción podría ser descartada automáticamente. El pulso puede ser parado en la muñeca durante algún tiempo con mecanismos simples, pero detener el de todo el cuerpo durante un periodo tan extenso resulta bastante complicado.

>>Y los signos de violencia son tan evidentes, que también se podría descartar la idea del suicidio sin darle demasiadas vueltas.

La pelirroja parecía saber más de lo que yo creía. Había elaborado una teoría difícilmente refutable sólo investigando aquella habitación. Aquello provocó que le echara una mirada llena de admiración.

—¿Algo que objetar, o alguna apreciación que consideres oportuna?

—Nada que ponga en duda tu teoría, Jess. Permíteme decirte que me asombran tus conocimientos de detective. Entonces, según tú, la única opción que queda, entonces, es que haya alguna salida del cuarto desconocida por nosotros, pero no por el asesino, y que este la haya usado, ¿no? ¿Y dónde podría estar?

[Sometron]

—Nada que ponga en duda tu teoría, Jess.

—Aburrido. —sentenció.

—Permíteme decirte que me asombran tus conocimientos de detective. Entonces, según tú, la única opción que queda, entonces, es que haya alguna salida del cuarto desconocida por nosotros, pero no por el asesino, y que este la haya usado, ¿no? ¿Y dónde podría estar?

—No es nada del otro mundo, con algunos libros y un poco de soberbia es suficiente para ser un detective medianamente decente. —<<Al fin y al cabo, yo hubiera pensado lo mismo que él de alguien que dijera lo que estoy diciendo yo hace apenas dos semanas>>— Y no, la única opción no es que el cuarto cerrado sea imperfecto, hay más posibilidades; lo que estoy diciendo es que la más usual suele ser esa.

>>Y en cuanto a la posible salida que haya usado… Knox 3: No están permitidas las habitaciones secretas o pasadizos ocultos. Es decir, cualquier salida o entrada, e incluso escondite, que el detective no pueda encontrar queda terminantemente prohibido.

Hizo una pausa, dejando al chico reflexionar y llegar a la conclusión que ella esperaba.

—Exacto, a este habitación sólo puede accederse mediante la puerta y la ventana.

>>La ventana estaba cerrada y con los postigos cerrados, y ambas cosas solo pueden bloquearse desde dentro. Al margen de eso, por las manchas de sangre de la ventana, podemos concluir que la ventana estaba cerrada cuando se cometió el asesinato, y un asesino con prisas no se pondría trabas a sí mismo a la hora de huir, ¿no crees?

>>Ahora dime, ¿qué piensas de la puerta?

[Enix]

—No es nada del otro mundo, con algunos libros y un poco de soberbia es suficiente para ser un detective medianamente decente. —replicó, pero aun así seguía asombrado— Y no, la única opción no es que el cuarto cerrado sea imperfecto, hay más posibilidades; lo que estoy diciendo es que la más usual suele ser esa.

>>Y en cuanto a la posible salida que haya usado… Knox 3: No están permitidas las habitaciones secretas o pasadizos ocultos. Es decir, cualquier salida o entrada, e incluso escondite, que el detective no pueda encontrar queda terminantemente prohibido.

Fruncí el ceño ligeramente, mientras la chica dejaba que yo pensara en ello. Las otras dos leyes de novela tenían su lógica, y eran perfectamente adaptables a nuestro caso. Pero esa tercera, del tal Knox… Por supuesto que tenía sentido en una novela detectivesca, para no defraudar al lector, pero en la vida real… El asesino no tendría por qué estar atado a esa ley; es más, sería mucho más precavido si no la siguiera en absoluto.

—Entonces...—pero me interrumpió antes de que pudiera continuar.

—Exacto, a este habitación sólo puede accederse mediante la puerta y la ventana.La ventana estaba cerrada y con los postigos cerrados, y ambas cosas solo pueden bloquearse desde dentro. Al margen de eso, por las manchas de sangre de la ventana, podemos concluir que la ventana estaba cerrada cuando se cometió el asesinato, y un asesino con prisas no se pondría trabas a sí mismo a la hora de huir, ¿no crees?

>>Ahora dime, ¿qué piensas de la puerta?

Suspiré un momento, antes de contestarle, un poco irritado:

—Escúchame. Tu teoría está muy bien y todo eso. Pero lo primero que tienes que tener en la cabeza en esta situación es que esto no es una maldita novela; es la vida real, y por tanto el asesino no tiene por qué seguir las reglas de Knox, Van Dine, o cualquiera de los escritores que hayas leído.

>>¿Quieres que sigamos jugando a tu jueguecito? Está bien. La puerta tenía la cadena echada, lo que significa que el asesino, que no podría haber huido por la ventana, seguía dentro de la habitación cuando entramos, y siguiendo tu estúpida regla de los pasadizos ocultos, tiene que haber huido mientras yo estaba abriendo la ventana, y no podíamos ver nada. Y mientras tanto, nosotros estamos aquí encerrados, escuchando cómo grito como un idiota cuando deberíamos estar resolviendo este caso seriamente, ¿contenta?

Pasaron unos segundos, en los que, sentado en la cama, respiré profunda y lentamente para tranquilizarme, mirando al suelo. Tras eso, volví a hablarle.

—Mira, siento haberme puesto así. Es sólo que me siento agobiado, con un caso que, como tú has dicho, parece completamente imposible de resolver. El asesino no puede haber escapado de forma convencional, como tú dices, ¿no? ¿Y qué significa eso exactamente, que usó magia?

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—Escúchame. Tu teoría está muy bien y todo eso. Pero lo primero que tienes que tener en la cabeza en esta situación es que esto no es una maldita novela; es la vida real, y por tanto el asesino no tiene por qué seguir las reglas de Knox, Van Dine, o cualquiera de los escritores que hayas leído.

>>¿Quieres que sigamos jugando a tu jueguecito? Está bien. La puerta tenía la cadena echada, lo que significa que el asesino, que no podría haber huido por la ventana, seguía dentro de la habitación cuando entramos, y siguiendo tu estúpida regla de los pasadizos ocultos, tiene que haber huido mientras yo estaba abriendo la ventana, y no podíamos ver nada. Y mientras tanto, nosotros estamos aquí encerrados, escuchando cómo grito como un idiota cuando deberíamos estar resolviendo este caso seriamente, ¿contenta?

Esbozó una sonrisa pícara, el muchacho al fin intentaba aportar algo al caso y eso estaba bien. Además, cuanto antes sacara la vena psicótica, antes se le pasaría, y antes podría empezar a pensar con claridad.

—Sí, mucho.

—Mira, siento haberme puesto así. Es sólo que me siento agobiado, con un caso que, como tú has dicho, parece completamente imposible de resolver. El asesino no puede haber escapado de forma convencional, como tú dices, ¿no? ¿Y qué significa eso exactamente, que usó magia?

—No, no, te equivocas. Estaba esperando a que dijeras eso. Veamos, en lo referente a tu afirmación de que esto no es una novela, siento anunciarte que lo es. Es decir, ¿si tu fueras un psicópata aburrido que decide que alguien resuelva uno de sus asesinatos, no seguirías unas pautas para que la resolución fuera posible? ¿Qué gracia tendría si no va a ser solucionado? Y, claro, ¿si tú fueras el culpable, no estarías deseoso de ver cómo evolucionan tus jugadores?

>>La respuesta es sí, por lo que el culpable podemos ser cualquiera de los dos. ¿No se está volviendo esto de lo más divertido?

>>Pues sí, pero la diversión aumenta aún más cuando entra en juego la Séptima ley del Decálogo de Knox: ¡El detective no puede ser el culpable!

>>Pero, por lo general, esta ley solo acepta a un detective por caso, así que solo uno de nosotros goza de inmunidad. ¿Adivinas quién es? —la muchacha cada vez hablaba de forma más rápida y con un tono ligeramente demencial.

>>¡Exacto! ¡Ninguno de los dos está libre! Puesto que los dos hemos hecho en algún momento la función de detective, ambos somos el detective. Y, aún así, ambos somos sospechosos, ya que desde mi punto de vista yo soy la detective y desde el tuyo lo eres tú. Pero, ¿y si uno de los dos fuera el culpable, no sería descartado como detective? —se echó hacia atrás en la silla.

>>Pues sí —su tono de voz volvió repentinamente a la normalidad—. Pero desgraciadamente no podemos saber de forma tan simple si uno de los dos es el culpable, por lo que seguiremos razonando como hasta ahora.

Bajó la mirada, pensativa, rememorando sus propias palabras y las del chico, buscando un punto por el que seguir.

—Oh, sí, la magia. Knox 2: Todos los agentes sobrenaturales son descartados rutinariamente. Es decir, pese a que nosotros conocemos que los agentes sobrenaturales existen, en muchos mundo no lo hacen y, por eso, nunca debe usarse magia ni similares en los crímenes ni la resolución de estos. Bueno, al menos en las novelas; pero trataremos esta habitación como una novela, si no tienes ninguna objeción.

>>Y me temo que la posibilidad de que el cuarto cerrado sea imperfecto no es posible, esa puerta es, ciertamente, imposible de cerrar desde fuera.

>>Así que deberíamos barajar las posibilidades de que el cuarto cerrado fuera construido antes o después del crimen; aunque eso no nos deja en buen lugar a ninguno de los dos...

Las posibilidades iban siendo negadas, los caminos se acortaban y la verdad no tardaría en salir a relucir.

[Enix]

Alcé una ceja, su reacción me había pillado completamente desprevenido. Ella continuó, como si no hubiera dicho nada en absoluto:

—No, no, te equivocas. Estaba esperando a que dijeras eso. Veamos, en lo referente a tu afirmación de que esto no es una novela, siento anunciarte que lo es. Es decir, ¿si tu fueras un psicópata aburrido que decide que alguien resuelva uno de sus asesinatos, no seguirías unas pautas para que la resolución fuera posible? ¿Qué gracia tendría si no va a ser solucionado? Y, claro, ¿si tú fueras el culpable, no estarías deseoso de ver cómo evolucionan tus jugadores?

—Bueno, eso es cierto, pero…

—La respuesta es sí, por lo que el culpable podemos ser cualquiera de los dos. ¿No se está volviendo esto de lo más divertido?

—Por supuesto, no hay nada más divertido que esto.

—Pues sí —continuó, ignorando por completo mi sarcástico comentario— , pero la diversión aumenta aún más cuando entra en juego la Séptima ley del Decálogo de Knox: ¡El detective no puede ser el culpable!

>>Pero, por lo general, esta ley solo acepta a un detective por caso, así que solo uno de nosotros goza de inmunidad. ¿Adivinas quién es? —su tono de voz empezaba a preocuparme, casi parecía demasiado emocionada.

—¿Ninguno?

—¡Exacto! ¡Ninguno de los dos está libre! Puesto que los dos hemos hecho en algún momento la función de detective, ambos somos el detective. Y, aún así, ambos somos sospechosos, ya que desde mi punto de vista yo soy la detective y desde el tuyo lo eres tú. Pero, ¿y si uno de los dos fuera el culpable, no sería descartado como detective? —tanto complicación innecesaria empezaba a darme dolor de cabeza.

—Claro, pero… ¿En serio estás haciéndome plantearme que seas la asesina?

>>Pues sí. Pero desgraciadamente no podemos saber de forma tan simple si uno de los dos es el culpable, por lo que seguiremos razonando como hasta ahora.

—Por supuesto, ¿cuál es el siguiente paso?

—Oh, sí, la magia. Knox 2: Todos los agentes sobrenaturales son descartados rutinariamente. Es decir, pese a que nosotros conocemos que los agentes sobrenaturales existen, en muchos mundo no lo hacen y, por eso, nunca debe usarse magia ni similares en los crímenes ni la resolución de estos. Bueno, al menos en las novelas; pero trataremos esta habitación como una novela, si no tienes ninguna objeción.

>>Y me temo que la posibilidad de que el cuarto cerrado sea imperfecto no es posible, esa puerta es, ciertamente, imposible de cerrar desde fuera.

>>Así que deberíamos barajar las posibilidades de que el cuarto cerrado fuera construido antes o después del crimen; aunque eso no nos deja en buen lugar a ninguno de los dos...

—Pero como tú has dicho, no podemos inculparnos mutuamente, así que tenemos que cambiar de teoría.

[Sometron]

—Pero como tú has dicho, no podemos inculparnos mutuamente, así que tenemos que cambiar de teoría.

Se aclaró la garganta.

—Yo no he dicho que no podamos, de hecho creo que debemos hacerlo. Sólo si estamos seguros de que el otro no ha podido ser el culpable podremos confiar en él para la resolución de este caso.

>>¿Qué te parece si convertimos esto en una especie de juicio? Yo te intentaré inculpar con una teorías y tú habrás de refutarla, y después cambiamos las tornas. Repetiremos esto hasta quedarnos ambos sin sospechas posibles hacia el otro, ¿de acuerdo?

Si el chico aceptaba, como esperaba que hiciera, empezaría con la teoría que llevaba en mente desde el principio.

—Te acuso a ti, Enix, del asesinato de este sujeto desconocido. Tu modus operandi fue simple. Primero cometiste el crimen y dejaste la escena del crimen preparada para el futuro detective en tu juego macabro. Después de eso, saliste por la ventana, dejándola encajada, pero sin cerrar. El cuarto cerrado —o la ilusión de cuarto cerrado, más bien— fue creado después del crimen, contigo como asesino.

>>Adelante, defiéndete y contraataca. Estoy preparada.