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¡Electro!Antares sin perder un segundo apuntó con su Llave Espada al brazo restante del Sincorazón, desintegrándolo con un solo impacto.
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¡Vete de una vez!La niña por su parte lanzó un nuevo hechizo
Perla al pie, debilitándolo todavía más, pero sin llegar a destruirlo.
Y finalmente vino Mei, que alejó a la Sombra con uno de sus hechizos, pero sin llegar a derrotarla. La aprendiza volvió a electrificar la circuitería de engranajes, acto que iluminó todavía más la habitación. La Armadura vio sus posibilidades de recibir refuerzos mermadas, pues muchas sombras acechantes desaparecieron de los rincones que fueron repentinamente iluminados, a lo que finalmente, decidió retirarse a través de un oscuro portal, tan característico de los Sincorazón. El resto de Sincorazón, incluyendo la Sombra que acosaba a Mei, siguieron a su líder y quedaron en paz finalmente.
Alice dejó caer su Llave Espada al suelo —desmaterializándose esta— y exhaló un profundo y largo suspiro, agotada. Antares por su parte no desmaterializó su arma, sino que se ajustó las gafas y permaneció inmóvil, desconfiado.
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Por fin, ya iba siendo hora, madre mía.—
Nivel de luminosidad en la sala: ochenta y uno por ciento. Número de enemigos: cero. Perímetro asegurado. Nivel de riesgo: siete por ciento.—
Aun estando bajo tierra, supongo que podríamos quedar aplastados en caso de derrumbamiento. —soltó sin más observando el techo y ajustándose nuevamente las gafas, dando una explicación lógica al análisis de su mascota
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Me encuentro un poco exasperada, así que sigamos antes de que pase algo más. —la niña, con un cierto tono malhumorado continuó hacia adelante, directa al pasillo restante
Cabía recordar que la estancia sólo disponía de dos salidas: el pasillo por el que habían venido y una nueva entrada sumida en las penumbras. Esta última zona era un largo pasillo oscuro, repleto de ratoncitos pequeños, arañas y cucarachas, las paredes incluso se caían a pedazos y se mostraban preocupantemente agrietadas. No sería extraño un derrumbe en cualquier momento. El grupo avanzó hasta la entrada de dicho pasillo: Alice y el robot se adelantaron, mientras que Antares prefirió quedarse vigilando.
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Seguid vosotras, yo prefiero quedarme a vigilar para asegurarme de que no nos acorralan ahí dentro.Antares sujetó su Llavero con su mano derecha, mientras que con la izquierda sacaba una caja de cigarros y comenzaba a fumarse uno.
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Sí Mei, sigamos nosotras, que al parecer el ”Señor Lo Siento” está muy depre como para seguir. —y con aquella ofensa hacia su persona —quién sabría los motivos— le enseñó la lengua como la niña pequeña que era y arrastró a Mei por el brazo derecho
Antares permaneció allí de pie, pensando en cosas que sólo él sabría…
~Flashback~Aquella mañana en Vergel Radiante no podía ir a peor. Antares, un reciente profesor, había fracasado nuevamente en ciertas pruebas de acceso. Se sentía preparado, tenía muchas ideas en mente, y sin embargo, decidieron suspenderlo por muy poco. Su frustración no podía ser mayor.
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Esto es ridículo… —se quejó con voz rota, sentado en un muro de los Parterres Exteriores, junto a las aguas cristalinas de la fuente, cabizbajo—
¡Tengo el suficiente potencial, y sin embargo…!Apretó el puño derecho con fuerza, donde sostenía su
Diario personal, y se ajustó las gafas, impotente.
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Y sin embargo no me dan ninguna oportunidad… ¿¡Por qué!?Y fugaz como el viento, una sombra pasó por el rabillo del ojo. El hombre se puso recto de inmediato, asustado por la idea de que alguien conocido le hubiese escuchado. Analizó a una velocidad alarmante toda la plaza, y al no ver a nadie volvió a bajar la cabeza, confundido.
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Ya hasta veo visiones… Lo que me faltaba.Una fuerte pisada resonó a su espalda, indicándole lo equivocado que estaba…
Mei al entrar en la nueva sala comprobó en el suelo, a pocos centímetros del marco de la puerta, una puerta —valga la redundancia— rota por la mitad y de color verdosa, húmeda y pútrida; tirada en el suelo. Contempló además que la estancia era más pequeña, mucho más que la anterior, parecía más bien un estudio. Poco más adelante de la puerta rota había un cubo de madera también de color negruzo, bastante podrido, y justo a su derecha otro pasillo que se internaba en las penumbras. Al fondo a la derecha, en el mismo estudio, se hallaba un escritorio cubierto de polvo, papeles y documentos desperdigados por el suelo, acompañados de una peculiar máquina dividida en dos dispositivos: uno muy ancho similar a un gran ordenador pero sin pantalla —aparentemente—, y otro tras éste más alto y estrecho, pero con las medidas suficientes como para que una persona normal pudiese entrar dentro.
Alice soltó del brazo a Mei por unos instantes y se adentró hasta el centro de la habitación, junto al robot. Fue entonces cuando Antares apareció junto a la máquina de pronto, entre figuritas cúbicas translúcidas; se había teletransportado. El hombre se aproximó al ordenador y extendió su mano derecha sobre éste, ajustándose las gafas.
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Yo me encargo de recoger todos los datos, vosotras podéis ir a por los documentos. No tardaré mucho, o eso creo; no sé si sus recuerdos me darán muchos problemas.Antares empleó un hechizo eléctrico sobre el aparato, que se encendió a duras penas emitiendo fuertes pitidos y sonidos que indicaban claramente que su tiempo de vida se agotaba. Numerosas luces de colores verdes y rojas se encendieron en la superficie del ordenador, parpadeantes, y si tenían algún significado, Mei no tendría ni idea de cual era. De inmediato, numerosos ceros y unos surgieron de la máquina como por arte de magia y ascendieron hasta la mano del hombre, introduciéndose lentamente en él.
Alice se giró, optimista, hacia Mei, mostrándole una cándida sonrisa.
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Ya has escuchado, nos toca a nosotras hacer limpieza.No obstante, Mei pudo asustarse por un momento cuando comenzó a escuchar voces en su cabeza. Voces provenientes de los datos que Antares estaba extrayendo. No podía percibir con claridad de quién venían dichas voces.
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Son recuerdos. No te asustes, Mei. —dijo con una sonrisa misteriosa en el rostro, ajustándose las gafas
Eran recuerdos muy difusos, provenientes al parecer, de una chica joven cuya identidad no pudo averiguar. Escuchaba claramente expresiones hechas, o importantes para esa persona, quién sabría. Tampoco podía averiguar con certeza que aquellos recuerdos fuesen extraídos en orden cronológico, igual estaban desordenados…
... lo primero que necesitas es Poder…... vergüenza para la familia!... una Llave Espada.¡Pues qué regalo de cumpleaños más cutre, S-...!... maldita mandona, cállate de una vez.Y podía comprobar, para su sorpresa, que cuánto más se acercara a los datos que estaban siendo extraídos con mayor claridad podría ver escenas en su cabeza, o escuchar más y más voces. No obstante, antes de que Mei pudiese siquiera moverse, Alice la agarró de nuevo por el brazo derecho y, sonriente como si no le importasen aquellos supuestos recuerdos, le mostró una sonrisa brillante y una mirada inocente.
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Date prisa y no seas cotilla. ¡Venga vamos!Arrastró a Mei hasta el pasillo situado al lado del cubo, el cual giraba a la izquierda (apuntando en dirección a la máquina) para mostrar diversas mesas repletas de documentos y papeles desparramados por todas partes.
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Tenemos que recoger toda la información que podamos con cuidado, ¿entendido? Yo me encargo de esta zona, tú de esa. —y señaló a una mesa bastante larga a la izquierda de Mei
Podía recoger todos los papeles que quisiera, podía no hacer nada, podía marcharse o incluso leerlos o robarlos. Cualquier posibilidad estaba abierta para la aprendiza. Podría ver por encima que estos hablaban de numerosas teorías sobre la Luz, la Oscuridad, los Corazones, los Recuerdos… Y eran muchísimos artículos.
* * *Esperé pacientemente y cruzada de brazos, ojeando su arma. Tenía que admitir que su juego de colores resultaba fascinante. Y lo primero que me preguntó fue por qué había mentido. Solo pude exclamar un inaudible “
¿Eh?”, confusa por la pregunta que no sabía a qué venía. Quizás, al ignorarlo de tal manera en la calle le había dicho algo que no le hubiese gustado, no tenía ni idea y le resté importancia cuando cambió de tema al momento.
No me importó escuchar con curiosidad, mientras esperaba por mi nuevo Llavero, su historia sobre sus tios y su amigo, historia que no comprendía bien, pero al menos me hacía la espera más amena. Continuó alardeando sobre su espada, y cuando pronunció su nombre me quedé con los ojos en blanco, estupefacta.
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¿Akatsuki? Pues yo me llamo Saeko.Escuché el típico aleteo de los Moguris, y me viré hacia el mostrador en el que estaba apoyada para observar a la criaturita con una peculiar cajita de motivos dorados, muy bella a la vista. Me dispuse a coger el paquete cuando el dependiente me avisó de que tendría que pagar más. Se me heló la sangre, pues no tenía encima más platines. Afortunadamente el tal Akatsuki cuyo apellido no recordaba me defendió. Qué detalle por su parte.
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Pues aquí tienes, y no se hable más.Deposité mi bolsita de platines sobre la mesa y recogí mi paquete emocionada, como si fuese un auténtico tesoro. No tardé en abrirlo y coger el pequeño y reluciente llavero de su interior, el cual constaba de una cuerda y una preciosa gema roja. Invoqué entonces mi Llave Espada en mi mano derecha y con el brazo extendido: Aguacero. Era la primera vez que hacía aquello, y la emoción me embargaba.
Retiré el llavero de Aguacero y coloqué el nuevo, a lo que mi arma reaccionó brillando con fuerza y cegándome levemente. Para cuando pude ver con claridad, ¡su aspecto había cambiado!
Quedé fascinada, pues era incluso mejor que en la imagen del catálogo. La superficie de su mango de madera era suave y lisa, y las gemas que recorrían la espada la hacían más preciosa si cabía. El filo no es que fuese especialmente destacable, pero si la había elegido era principalmente por el afilado pico de acero de la punta, que me permitiría asestar letales cuchilladas.
¡Qué emocionada estaba!
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No, si el mango es perfecto… —contesté a las palabras de Akatsuki sobre mi espada
Me invitó también a luchar, cosa con la que estaba de acuerdo, siempre y cuando no me pegara una paliza de muerte.
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Venga, va. —respondí con una sonrisa desafiante
Dejé que encabezara la marcha, y terminamos en el mencionado
Distrito 2. Para mi sorpresa, frente a la fuente, parecía haber un combate. Me aproximé rauda y alerta por si acaso algo me atacaba por sorpresa, para asomarme al bordillo. Al parecer había una chica de pelo rosa combatiendo unos Sincorazón con sus dos pistolas, pero ella sola no iba a durar mucho, pues la superaban en número.
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Probemos nuestras armas entonces, Akatsuki.Y corrí a toda prisa hacia las escaleras con Llave Espada en mano, deseosa de entrar en combate. Sentía que de algún modo, mis fuerzas habían aumentado.
Por si no queda claro, la chica que lucha contra los Sincorazón es Roxana, la que sale al comienzo. Considero que no ha tenido apenas protagonismo, y quería aprovechar esta ocasión para hacer notar su existencia. Y está usando dos revólveres para combatir. Te dejo la cantidad y los tipos de Sincorazón a ti Happy, así es más divertido =3