Abrí los ojos, asombrado, cuando comprobamos que el apaño que el híbrido había funcionado, y el generador se había puesto en marcha otra vez. El moguri demostró su felicidad volando emocionado por toda la sala. Sonreí ligeramente al verlo tan emocionado.
—¡Kupóooo! ¡Lo habéis arreglado! ¡El generador vuelve a funcionar! ¡Ahora volveré a Tierra de Partida y me lo pasaré bomba en la sala de máquinas!
Fruncí el ceño, aún sonriente, pensando en que trastadas se le ocurrirían. Recé porque a ninguno de los Aprendices nos estallara nada de nuestro cuarto.
—Ah... el otro se ha ido arriba, a saber que esta haciendo. —dijo el otro Aprendiz, refiriéndose a su moguri mascota. Sacó una bala con una muescas extrañas, en forma de silbato y sopló, produciendo un estridente sonido. Al poco tiempo, apareció el pequeñín de la gabardina volando:
—Kupóveo que lo habéis arreglado, por fin podemos ir hasta allí —¿Allí? ¿Se referiría a aquel objeto valioso que habían ido a buscar?— . Kupóvamos, subid antes de que os deje debajo.
Ambos sujetos se subieron a una rueda de engranaje gigante, que se empezó a elevar como un ascensor justo cuando yo salté también sobre ella.
—Siento ser un poco pesado... Bueno, en realidad no. El caso es, que aún no me habéis dicho cómo os llamáis, ni qué estáis buscando exactamente.