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¡Hielo!El helado hechizo salió de mi mano para ir directo hacia el agua y empezar a congelarla. Como me esperaba no fue suficiente para cubrir toda la superficie y llegué a necesitar un segundo hechizo para conseguir crear un puente medianamente solido por donde pudiese arrastrar la pierna. Mira que la distancia no era muy larga, pero sentí que tardé una eternidad en pasar al otro lado entre el dolor y que no me fiaba totalmente de la resistencia del puente helado.
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Espero no tener que pasar muchas zonas más como esa —resoplé cogiendo aire tras haber llegado al otro lado.
El siguiente obstáculo no tardó en llegar. A los pocos metros de donde me encontraba se había formado un peligroso campo de minas, siendo estas unas tres decenas de estalactitas que colgaban peligrosas del techo de la cueva. Había decenas más tiradas en el suelo junto a montones de piedras apiladas, al final el derrumbamiento de la entrada había afectado a esta parte también.
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Espero no fallar en esta ocasión si se me cae una estalactita encima —pensé en alto dando los primeros pasos hacia aquella mortal sala.
Avanzando con cuidado y ayudándome de las rocas más grandes para no caerme debido al dolor que me causaba la pierna, fui mirando de tanto en tanto al techo esperando que ninguna de las agujas de piedra decidiera desprenderse. El moverme tan despacio y hacer poco ruido ayudaba a que las estalagmitas no reaccionaran y pronto me encontré a unos pasos de salir de aquella peligrosa zona y adentrarme en un túnel.
Ya podía cantar victoria cuando los ruidos que había escuchado al volver a internarme en la cueva llegaron nuevamente a mis oídos, en esta ocasión con más fuerza. Y creo que esa fuerza con la que llegaron fue la que hizo que todo mi cuerpo se estremeciera al ver como una de las agujas se resquebrajaba y empezaba a caer en dirección a mi cabeza.
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¡Electro! —conjuré al segundo apuntando con mi mano al techo y dejando escapar un certero rayo que convirtió la peligrosa estalagmita en inofensivas piedrecitas que se me cayeron encima, pero ya eran más molestas que dañinas.
Aun así no podía quedarme quiero, porque el rayo aun habiendo dado en su objetivo, también había creado una especie de efecto en cadena que hizo que más de las agujas cayeran. No se como me aguanté el dolor en aquel momento para empezar a trotar y llegar a la entrada del nuevo túnel antes de que una de las estalagmitas me atravesara. Prácticamente me había tirado al suelo de un salto para ver si podía cubrir más distancia en menos tiempo.
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Aun no estoy seguro de que pueda salir con vida de aquí.Recogiendo el sombrero y levantándome entre pinchazos a la herida, seguí mi camino por el túnel. Por tercera vez escuché el ruido mientras avanzaba, cada vez más alto debido a que estaría acercándome. Más veces llegó el ruido, por lo que aproveché para analizarlo e intentar deducir que podía ser. A decir verdad si que parecían rugidos, pero sonaban muy seguidos el uno del otro haciéndome ver que era imposible que aquello fuese un animal que conociera.
Al rato de arrastrarme por el pasillo, conseguí finalmente ver la salida del túnel. Haciendo un esfuerzo, aceleré un poco la marcha para descubrir por fin que demonios era lo que estaba causando aquellos rugidos extraños. Al salir fuera lo vi, en una amplia sala por donde pasaban pequeñas partes del río y en la que que se habían formado enormes estalagmitas que tocaban el suelo se encontraba en el centro una pequeña figura en el centro. Esta parecía estar pegando al aire alargando sus cortos bracitos, movimiento que acompañaba por un gritillo fiero que reconocí al instante como los rugidos del monstruo.
Me fui acercando poco a poco para intentar vislumbrar mejor a la pequeña criatura que tan ocupada estaba en lo que parecía ser su entrenamiento. Creo que tuve que causar algún ruido, porque entonces el ser se detuvo y giró la cabeza en mi dirección permitiéndome ver unos brillantes ojos. Segundos más tarde, el animal saltó y se colocó frente a mí listo para atacarme.
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¿Quién eres tú, cham? ¿Y cómo has encontrado mi zona de entrenamientos secreta, cham? —inquirió el animal amenazante —
¡Venga, cham! ¡Habla si te atreves, cham!Y prácticamente lo haría si me recuperaba de la sorpresa, porque delante de mí no había otra cosa que un pequeño osito de color blanco y negro que no paraba de morder una hojita. El oso panda mantuvo la mirada sin dejar de mostrarme sus pequeñas pezuñas, listo para atacar en cualquier momento.
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¿Qué te pasa, cham? ¿Es que te ha comido la lengua el gato o que, cham? —volvió a preguntarme el animalillo y en esta ocasión si que pude contestarle.
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Pe-perdona, es solo que no me esperaba encontrar a alguien por aquí —me disculpé antes de presentarme —
. Soy, Alec Ocus y estaba buscando un lugar para poder… descansar, cuando se derrumbó parte de la cueva y me quedé atrapado en ella.El panda se quedó un rato en silencio mirándome de arriba a abajo como si estuviese analizándome. Al final pareció que mi presentación le había convencido, ya que finalmente se relajó y se cruzó de brazos cerrando los ojos.
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Cham cham cham, esta cueva es demasiado peligrosa para un fideo como tu, cham —. Vale, aquello dolía, aunque si era cierto que mi fuerte no era lo físico —
. Menos mal que me has encontrado, cham ¡Por qué soy lo suficientemente fuerte como para llevar una piedra de este tamaño de un lado a otro de la cueva, cham! —saltó bastante orgulloso señalando una roca que tendría dos veces su tamaño.
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Gracias, supongo… —fue lo único que llegué a decir tras ver como se chuleaba el animalito —
. Aunque siendo fuerte, ¿no tienes miedo de todas estas estalagmitas? A mí algunas casi me matan.El panda empezó a reírse a carcajadas al escuchar aquello, se reía tanto que acabó en el suelo tronchándose de risa. Ya no sabía que pensar ¿en serio este era el terrible monstruo de la cueva?
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¡Yo no tengo miedo de nada, cham! ¡Para eso soy Yancham, el oso más duro del bosque, cham!Que día más largo estaba teniendo.