Cronología:
20 de Agosto, antes del Evento Global
La biblioteca estaba repleta de toda serie de volúmenes; libros de magia, cultura general, historia de los mundos visitados hasta la fecha, novelas, cuentos, etc. Todos y cada uno de ellos poseía en sus páginas el registro de valiosos conocimientos que pocos afortunados eran capaces de llegar a leer algún día. Una maravilla para cualquier erudito u ocioso de la lectura.
Y ahí estaba ella, mirando los estantes, embobada perdida. Cuantas personas hubiesen dado todo lo que tenía para poder estar en su situación, y ella no podía siquiera leer aquellos manuscritos. Tan sólo podía coger un volumen al azar, sentarse en el suelo e imaginarse lo que aquello contendría. Y así lo hizo.
No lo sabía en el momento, pero lo que tenía en manos era ni más ni menos que un libro titulado “Aprender a leer para idiotas”. Era irónico, ese libro podría ayudarla a aprender a leer, pero, como era un libro escrito, no podía. ¿Quién había colocado un libro semejante? Que broma de mal gusto.
—Aaaah, que mierda. Yo quiero saber lo que pone aquí, jooo —fruncía los labios e inflaba las mejillas a modo de reproche hacia sí misma. Llevaba tiempo empeñándose en el empeño y tan sólo había logrado distinguir lo que era una “a” de una “o”, y poco más.
Volviendo a colocar el libro en su sitio, dándose por vencida aquel día, decidió buscar algún libro que tuviese muchos dibujos y paisajes ilustrados en sus páginas para entretenerse. Quizás también se decantaba por dibujar un rato, llenando las horas libres de aquella tarde. A la mañana había tenido entrenamiento matutino y estaba demasiado cansada como para salir afuera a una de sus típicas investigaciones. Tampoco le apetecía demasiado montar el glider y dar una vuelta por el lago, los nubarrones que se apelotonaban en el cielo tenían mala pinta. No quería volver chorreando en medio de una tormenta fortuita.
—Puede que Mogrey me diga de algún buen libro de dibujos por aquí. Él supuestamente se conoce todo este sitio como la palma de su mano.
Tras un breve estiramiento para desperezarse se puso en marcha, rumbo hacia el mostrador de información donde estaba el moguri encargado. Debía acordarse de pedirle papel y lápiz también, se había olvidado el material de dibujo en su cuarto y la pereza podía con ella por primera vez desde que llegó al castillo.