Nombre: El ninja de las sombras
Solicitante: Chi-Fu
Descripción:
¡Necesitamos ayuda! Esos malditos japoneses han acudido a atacar al Emperador y han enviado a una criatura blanca y morada a por él. Deambula por la Ciudad Imperial a sus anchas y le gusta recorrer los callejones oscuros y los tejados de la gente. Es silencioso como nadie, y veloz como el viento. ¡Detenedle, por favor!
Mundo: Tierra de Dragones
Requisitos:
- 2-4 participante(s)
Notas:
- El Game Master entrará a participar en la misión hasta dos veces: el momento en el que localicéis al objetivo y cuando paséis a enfrentaros a él.
- La misión se separa en tres partes: búsqueda, persecución y batalla. Podéis poner trampas durante la búsqueda, pero si en la persecución el objetivo logra escapar, perderéis la misión.
- Se aconseja velocidad y elasticidad para esta misión.
- El objetivo es de Nivel 20-25.
Recompensa:
* Anillo Prisa [Velocidad +2]
* Pringue de flan [Velocidad +1, Reflejos +1, Elasticidad +1]
* 5000 platines
- Anotación: sólo se otorgará uno de cada uno de los accesorios, y los platines deberán repartirse entre el grupo como lo vean justo.
Interesados: Ragun, Alec Ocus, Ban Oswald, Saeko
EN PROCESO
Un ninja existe en las sombras; es la oscuridad, el silencio, la letalidad. Nunca es encontrado, nunca revela su identidad. Sólo vive con un objetivo: cumplir con su honor.
La figura oculta por la oscuridad de la noche recordó aquellas palabras dentro de su mente. Contempló los dos anillos con los que había sido provisto para aquella misión y los contempló en silencio, pensando en cómo proceder. Llevaba días investigando la Ciudad Imperial, pensando en cómo proceder y cumplir con su objetivo.
Aquella sería la noche. Cumpliría con su misión: acabaría con la vida de aquel a quien le habían asignado. Fijó su mirada en el palacio del Emperador, en pleno centro de la ciudad, cuyos gigantescos muros aislaban las miradas curiosas del interior.
Vencería, o moriría con honor.
Cuatro aprendices de Bastión Hueco y sus mascotas (si habían acudido con ellas) llegaron a la entrada de la Ciudad Imperial. Tenían una misión con la que cumplir: salvar la misión del Emperador de manos de un misterioso asesino que vagaba por la ciudad por las noches. Era curioso cómo había cambiado el trato con aquel mundo por parte de su bando tras la traición de Andrei: estaban allí para intentar no enemistarse más con los chinos también, y no debían olvidarlo.
Las casas de China eran individuales, aunque sus tejados eran fáciles de alcanzar de uno a otro con un salto. El problema era escalarlos: todos eran ellos de dos pisos de altura, y un simple Doble salto no era suficiente para llegar hasta el tejado. Les tocaría escalar, pero necesitarían un mínimo de elasticidad para ello; quince puntos, si se pudiese medir así.
En pleno centro de la ciudad, por otra parte, se encontraba el famoso palacio imperial. Seguramente el asesino intentase ir allí en algún momento, así que debían tener aquello en mente. Pero si intentaban entrar se encontrarían con muros que no podían escalar y guardias salvaguardando la única entrada con extrema cautela.
El camino hasta el palacio era una gran vía de doble sentido, pensada para establecer algunos comercios y el transporte de carretas. En el centro de la vía había árboles de vez en cuando, y a los lados, algunas lámparas de aceite encendidas que iluminaban toda la calle, apenas sin actividad a aquellas altas horas de la noche.
Era hora de buscar.