El estrépito de unas cadenas a los lejos rompiéndose y que parecía hacer resonancia por todo el laberinto, erizó el vello de mi cuerpo, ya que aquello parecía una señal de mal presagio. Quizá me estuviese equivocando, pero fuese como fuese había que salir pronto de aquel laberinto antes de que empezasen a suceder más cosas como aquella. ¿Habría alguien activado alguna trampa? Probablemente fuese eso, pero no había sonado para nada bien.
No resulté ser el único que lo había oído, ya que me había vuelto a reencontrar con mis compañeros de equipo — a excepción de Keiko, por la cual seguía preocupado — y avanzábamos todos juntos como lo habíamos hecho con anterioridad hasta que aquel sonido perturbó la paz de nuestro pequeño grupo:
—
¿Qué ha sido eso...?—
No creo que sea nada grave, seguro que alguien ha tocado algo que no debía y ha caído en una trampa o algo. —por lo viso Bavol tenía la misma opinión sobre lo sucedido que yo, pero naturalmente no lo podíamos saber aún, necesitaríamos tiempo para averiguar que había sido lo que se había “liberado”.
—
Deberíamos darnos prisa. Diría que estamos en peligro, y no hablo sólo de esto —la otra muchacha cuyo nombre no sabía y que había llegado en un principio con nosotros nos enseñó una uña rota—.
Necesita arreglo urgente.A partir de aquí la conversación derivó en torno a lo que se podría hacer con la uña de la joven y alguna que otra solución espontanea que había ofrecido Bavol, por mí parte seguía pensativo y no metí baza en aquella conversación, pues el tema de unas uñas no me era demasiado interesante en la situación en qué estábamos.
Finalmente llegamos a una nueva sala tras avanzar por un túnel bastante estrecho. Aquella sala me recordaba bastante a aquella donde incluso había habido una chimenea ardiente para descansar si así lo requeríamos, pero a pesar de que estaba cansado no quería detenerme ahora, y por lo visto mis compañeros tampoco. Avanzaríamos sin dudarlo.
Fue entonces cuando me percaté de las opciones que nos brindaba aquella nueva instancia: por un lado había un camino que daba hacia el este, y por otro una enorme puerta. Esta última se encontraba plagada de avisos e incluso con una especie de cinta que trataba de alejarnos de ella; es más, al guardar silencio se oían toda clase de sonidos furiosos y golpes que provenían de su interior.
¿Qué coño hay dentro?...Me acerqué a ella, pero rápidamente comprobé como mis compañeros estaban más asustados que otra cosa y se pusieron todos de acuerdo en coger el camino que se dirigía hacia el este, en lugar de interesarse por aquella misteriosa puerta... ¿Qué podía hacer yo? Aunque me resultase realmente curioso por el misterio que abarcaba en si mismo, no podía arriesgarme yo solo a que se tratase de una trampa y acabar metido sin ninguna clase de ayuda en la boca del mismísimo lobo, por lo que no tenía otra opción que aguantarme y seguir a mis compañeros por el momento.
Saito es un copiota que quiere vivir y se va por el este con sus compis.