[El País de las Maravillas] ¡Viva el azul!

[Aru]

—¡Eres una desagradecida! —le aclaró Bavol entre gritos—. ¡Tú solamente piensas en ti misma y no sabes apreciar todo lo que hago yo por ti siempre que nos vemos! ¡Y esto que ha pasado ahora es culpa tuya por querer ayudar a todo el mundo que tenga un problema por extraño que sea! ¡Deberías ser menos chulita y ayudarme!

Tras escuchar aquellos gritos que provenían de Bavol, la muchacha no pudo creer lo que estaba oyendo, él le llamaba egoísta y desagradecida cuando lo único que intentaba hacer era ayudar y para rematar encima con aires de superioridad le ordenó alejarse de él.

—¡Eres un maldito idiota!—le gritó entre lágrimas y enfurecida Aru.

Entonces la muchacha agarró a Queso y antes de marcharse, dijo:

—¡Y me voy porque me da la gana no porque tu me lo hayas ordenado!

Realmente estaba muy decepcionada, no podía entender el porqué Bavol le había dicho todo aquello, ella nunca realmente había hecho nada para hacerle rabiar tanto.

Entonces, se puso manos a la obra, lo que ahora importaba era calmar a Queso que estaba recogiendo flores, entonces este se acercó a ella y le preguntó:

—¿Quieres ayudar a tu amigo, verdad?

¿Ayudarle? al diablo con Bavol, pensó la muchacha, pero aunque estuviese muy enfadada, sabía que ella era la causante de este problema y quería intentar ayudarle aunque el no lo quisiera, así que simplemente le asintió con la cabeza.

—Puedo romper el hechizo, pero tendrás que hacerme un favor —entonces Queso agarró con su mano el hombro de la chiquilla—. Si le cuentas esto a alguien, no arreglaré el hechizo nunca. ¿Quieres ayudar a tu amigo? Pues tendrás que acompañarme sola.

¿Ir sola con un loco como Queso? que idea tan descabellada, pero… ¿Tendría Aru alguna otra opción?

—Iré, pero si pasa algo no dudaré en defenderme como es debido —le advirtió la jovencita para dejar claro que no se pensaría dos veces el acabar con el.

Es cierto, Aru podía ser bastante temible cuando estaba enfadada, y más en esta situación que el que le había enfadado era su mejor amigo Bavol.

Entonces la muchacha, antes de irse con Queso, dirigió su vista hacia donde se hallaba Bavol, y tras observarle agachó la cabeza y siguió adelante.

[Tidus Cloud]

Aru amenazó a Queso con herirle si se le ocurría sobrepasarse, pero éste se limitó a asentir complacido de que la chica decidiera acompañarle.

La criatura guió a Aru por los diversos senderos del País de las Maravillas. Aquel mundo no tenía lógica alguna, a veces parecían que estaban pasando por el mismo lugar, otras parecía que estaba caminando del revés, incluso algunas que se habían llegado a perder del todo. Definitivamente Aru no podría volver hasta dónde estaba Bavol sin ayuda.

Tras un rato de caminata un hermoso lago se presentó justo delante de ellos. Era realmente hermoso. El agua estaba rodeado de hermosas flores de distintos colores y cuyas fragancias aromatizaban la zona majestuosamente. La luz del sol se reflejaba sobre el lago provocando que éste brillara proporcionándole un aspecto verdaderamente mágico.

Queso alargó el brazo y señaló en el medio del lago. Si Aru se fijaba bien, notaría que en la zona que le estaba marcando Queso se dibuja una especie de silueta en medio del agua. No estaba muy claro lo que era, pero casi parecía… una cerradura.

—Tienes que abrir esa cerradura —explicó Queso con la mirada perdida—. Sé que eres uno de ellos, que tú tienes el poder de la Llave Espada. Con tu poder puedes abrir cualquier cerradura, incluso una cerradura mágica.

» Tienes que hacerlo o tu amigo se quedará así para siempre —Queso agarró el hombro de la muchacha y la acercó hacia el lago—. Haz aparecer tu arma, apunta ahí y haz que se abra.

Las indicaciones estaban claras. Queso se apartó un poco para dejarle espacio a Aru, ya todo dependía de ella.

***
—¡Aru tampoco está! —exclamó el gitano tras inspeccionar un poco la zona.

—Oh no, esto es muy grave. Aunque no lo parezca, Queso es un ser muy poderoso. Sin el control necesario, su poder podría desatarse y destruir todo lo que hay a su alrededor —advirtió Bleu muy preocupado—. Puede que incluso tu amiga ahora mismo esté…

Los ojos de Bavol se abrieron al escuchar lo que estaba insinuando Bleu. Se había enfadado mucho con la joven y se había marchado, pero jamás podría haber imaginado que por culpa de eso la vida de Aru pudiera correr peligro alguno. Bavol agarró los hombros del agente especial y comenzó a agitarle con fuerza.

—¡¿Cómo podemos encontrarlos?! ¡Responde! —le exigió el niño.

—¡Tranquilízate! —le chilló Bleu quitándoselo de encima—. Este mundo es un verdadero laberinto. Si no tenemos ninguna pista para saber por dónde empezar, sólo conseguiremos perdernos más.

—¡¿Entonces qué hacemos?!

—No lo sé. Creo que tenemos que esperar…

Bavol negó con la cabeza varias veces, no podía quedarse quieto y esperando a que ocurriera lo peor. Tenía que poner algo de su parte para remediar la situación. Hizo el amago de echar a correr en busca de Aru, pero el brazo de Bleu le frenó.

— Si de verdad te importa tu amiga, hazme caso, por favor.

[Aru]

Ante ella un maravilloso lago se encontraba, pero la chica no tenía la mente como para pensar en hacer turismo, tenía un objetivo y tenía claro cual era: Devolver a Bavol a la normalidad.

Queso señaló al lago, una especie de marca encajable con forma de cerradura, irónico para ella ya que su arma tenía forma de llave.

—Tienes que abrir esa cerradura —explicó Queso—. Sé que eres uno de ellos, que tú tienes el poder de la Llave Espada. Con tu poder puedes abrir cualquier cerradura, incluso una cerradura mágica.

Aru sabía que este loco no podría tener objetivos buenos o medianamente ‘’buenos’’, así que le miro y le preguntó:

—¿Qué pasará cuando abra la cerradura?

Esperando la respuesta de Queso, Aru se quedó pensando en las opciones que podría tener, ella tenía claro que no iba a abrir nada sin saber que podría pasar con certeza, pero también sabía que si no lo hacía, el loco al que acompañaba podía convertirla en otra cosa azul o peor, podía dejar a Bavol como está ahora.

Aru, astutamente le dijo a Queso:

—¿Sabes? Que despiste, justamente se me ha quedado algo atrás para conjurar mi llave. Es que las llaves de ahora son ‘’automáticas’’ y justamente quien la tiene era Bavol, ya sabes, el es mi maestro. Además necesito ir al baño, ¿podrías esperarme aquí? Te doy mi palabra de que no te dejaré aquí tirado, es más me iré justamente detrás de aquel manojo de arbustos —.Concluyó la muchacha señalando aquel arbusto de allá y finalmente le da la mano a Queso como promesa de maestro de llave.

Como había dicho, la muchacha se adentró entre los arbustos y decidió esconderse un poco de Queso, ya que este no podría ver lo que iba a hacer a continuación:
Aru invocó su llave sin que Queso la viese y la levantó hasta donde el arbusto tapaba.

—Piro —dijo casi en tono inaudible y completando el conjuro con éxito—Por favor Bavol, no tardes y espero que hayas visto la llamarada del cielo.

Entonces la pequeña concluyendo con éxito su señal de socorro, volvió con Queso mientras hacía como que se estaba abrochando el cinturón.

—¿Sabes que acabo de ver un Ave fénix? Nunca había visto uno —dijo por sí Queso había visto alguna llama de la invocación de Aru.

[Tidus Cloud]

La Aprendiza le preguntó a la criatura muy inteligentemente qué es lo que pasaría si abría la cerradura, pregunta ante la cual Queso no se inmutó en absoluto.

—Liberarás a alguien —respondió secamente y después la miró fijamente a los ojos para decirle—. Me gusta la leche con chocolate.

Aru le soltó una serie de excusas para no tener que abrir aquella cerradura o al menos poder esperar hasta que llegue Bavol. La historia del pipi fue bastante convincente, ¿a quién no le entraría ganas de ir al servicio en un momento tan crítico?

—Pissss, pishhhhh —repetía Queso mientras Aru se marchaba hacia unos arbustos cercanos.

Después de hacer su señal con aquel Piro con la esperanza de que Bavol lo viera, Aru regresó hacia donde estaba Queso intentando disimular que acababa de ir al servicio.

—¿Sabes que acabo de ver un Ave fénix? Nunca había visto uno.

—A mí me gustan los conejos —replicó Queso—. Me gustan los conejos. ¿Has visto alguno?

Aru podría adivinar que algo malo se avecinaba, puesto que la sonrisa de Queso se había vuelto mucho más macabra, a la vez que se iba acercando lentamente a ella.

—Conejito… —escuchó decir a Queso que posaba sus manos sobre los hombros de la Aprendiza.

Fueron las últimas palabras que la muchacha pudo escuchar antes de que todo ante sus ojos se ensombreciera. Su mente cayó lentamente en la oscuridad…

***
Bavol había aceptado a regañadientes el consejo de Bleu. Los dos se habían sentado en el suelo a la espera de que algún milagro les indicara donde estaba la joven. El gitano dudaba seriamente de que algo así pudiera ocurrir realmente, pero de pronto una bola de fuego recorrió el cielo desde algún punto lejano del bosque.

—¡¿Has visto eso?! —exclamó Bavol levantándose de un salto y señalando a aquella bola de fuego—. Ahí tienes tu señal.

—Pero si ni siquiera estamos seguro de que sean ellos…

—¿Cómo que no? Yo le enseñé a Aru a hacer eso. Ella es mi Aprendiza y yo soy su… —Bavol se calló y permaneció unos segundos en silencio. Se acababa de dar cuenta de algo—. Y yo soy su Maestro. Y no me he portado bien con ella, le tenía que haber enseñado a hacer las cosas, no haberle gritado.

Bavol agachó la cabeza. Era cierto que la Aprendiza no se había portado de la forma más indicada en una situación de crisis, pero eso tampoco justificaba todo lo que le había dicho. Él era su Maestro y no podría perdonarse jamás que a ella le pasara algo por su culpa. Era la hora de ir a rescatarla.

—¿Bavol?

—Vamos —se limitó a decir el chico mientras comenzaba a correr hacia la zona de dónde había emergido a aquella bola de fuego.

—¡¿A dónde vas?!

—A rescatar a mi Aprendiza.

[Aru]

Tragando saliva, la pequeña se hizo la valiente y dio la vuelta lentamente pero cuando se pudo dar cuenta, la pequeña pudo notar como el ambiente se tornaba oscuro, como el sol de repente oscureció, como generalmente, toda la luz desapareció de repente del escenario.

La pequeña se sintió indefensa, como irónicamente, un conejito acorralado. Sus piernecitas no podían dejar de temblar, pero aun así Aru quiso plantarle cara a Queso pero no iba a sacar aun su llave espada, ya que podía ser exactamente una trampa de Queso para obligarla a abrir aquella cerradura. Simplemente se puso su armadura y preguntó:

—¿Qué pretendes?

Aru sabía que no estaba ahora mismo en situación de exigir o preguntarle algo a Queso, ya que cabía a destacar que tenía una oscura intención, sin embargo no sabía como reaccionar tras tal amenaza.

—¿Crees de verdad que no sé qué intentas? No soy estúpida, al igual que sé que tú no lo eres, si lo que quieres es que abra esa cerradura, estás perdiendo el tiempo. No te temo, si lo que vas a hacer es convertirme en otra criatura azul, o intentar aniquilarme, siento decirte que has fallado, pues no te tengo ningún miedo, chiflado.

—Conejito… —contestó Queso mientras posaba sus manos sobre los hombros de la muchacha.

Entonces, como si de una droga se tratase, todo alrededor se volvía negro, la pequeña sentía que se iba a desmayar, y apenas podía mantenerse de pie. Clavando su mirada en Queso, la pequeña iba cerrando los ojos poco a poco hasta finalmente, caer sumida en la oscuridad.

—Bavol, ayúdame —dijo con apenas voz inaudible mientras caía en la oscuridad.

[Tidus Cloud]

Aru jamás podría haber estado en un lugar como ese. Todo a su alrededor era oscuridad, ni siquiera había una superficie sólida en la que pudiera apoyar sus pies. La joven Aprendiza estaba flotando en un mar de pura oscuridad sin nada alrededor, a excepción de una única cosa: una figura encapuchada.

—Por fin ha llegado el momento… —anunció una voz grave.

Poco a poco, Aru podría ir viendo con más claridad la silueta de aquel ser enfundado en una capucha de color verde oscuro, que le tapaba el rostro de tal forma que impedía que alguien le pudiera reconocer.

—Escaparé de esta prisión y todo el universo será mío de una vez por todas…

***
—Uy, ya habéis llegado —chilló Queso con su aguda voz.

La idea de Bavol de seguir aquella bola de fuego había sido acertada; sin embargo, allí no había rastro ninguno de Aru, sólo se encontraba aquella criatura con esa siniestra sonrisa pintada en la cara. El gitano hizo el amago de adelantarse unos pasos, pero Bleu le volvió a frenar apoyando su mano en el hombro.

—Ten cuidado, ya te he dicho que es un ser muy poderoso.

—Pero tenemos que encontrar a Aru.

—Yo sé dónde está el conejito… —afirmó Queso alargando un brazo hacia el lago que había a sus espaldas—. Acercaos.

Bavol se quitó el brazo de Bleu de encima y desobedeciendo sus indicaciones decidió aproximarse hasta la orilla del lado. Una vez estuvo a su lado, Queso pasó su brazo por encima del hombro del pequeño niño y le indicó con el dedo un punto en el medio del lago.

—¿Lo ves? —le preguntó Queso acercando su boca a su oreja siniestramente, lo cual provocó una mueca de Bavol.

Aún así el chico afinó la vista y contempló lo que Queso le estaba señalando. En el medio del lago podía observar la silueta de dos cuerpos distintos: la primera era la de una cerradura, mientras que la segunda era de la de un cuerpo humano abrazado a ella.

—¿No reconoces al… conejito? —preguntó Queso poniendo especial enfásis en la última palabra.

Bavol se llevó las manos a la boca a la vez que el corazón le comenzaba a latir cada vez más rápido. No podía creérselo, aquel monstruo no habría sido capaz de ahogar a Aru… ¿o sí? Se giró para mirarle directamente a aquellos dos ojos que no miraban a ninguna parte y para su sorpresa Queso le negó con la cabeza.

—Sólo está atrapada y tú puedes salvarla —Queso se apartó de él y retrocedió unos pasos atrás para dejarle espacio a Bavol—. Con tu Llave Espada. Abre esa cerradura.

El gitano se quedó totalmente inmóvil. Aquella criatura había atrapado a Aru con alguna clase de maleficio en aquel lago y lo peor es que además de alguna forma conocía el secreto de las Llaves Espadas. No podía fiarse de un ser así, tenía que luchar contra él si quería liberar a su Aprendiza.

—¡No sé qué estás tramando, bicho raro, pero libera ahora mismo a Aru o paga las consecuencias! —le exigió Bavol invocando su Llave Espada y apuntándole para luego conjurar—. ¡Piro!

Queso soltó un fuerte chillido, pero no se movió ni un centímetro de su sitio para esquivar la bola de fuego. En su lugar se alzó un muro formado por enredaderas que emergió mágicamente del suelo, recibiendo el impacto del Piro. Al ver que no había resultado dañado, Queso sonrió bobaliconamente.

—Uf, me gustan las flores —dijo para después volver a recuperar la compostura entrecerrando los ojos—. Pude encerrarla ahí, pero no liberarla. Eso sólo lo puede hacer una Llave Espada.

Bavol comprendió a la perfección lo que le estaba queriendo decir Queso, sólo le estaba dejando una salida bien clara. Sin embargo, no todos parecían igual de dispuestos a aceptarla.

—¡¡No lo permitiré!! —exclamó Bleu lanzándose contra Queso.

Rápidamente las enredaderas volvieron a surgir atando por los brazos y por el tronco el pequeño cuerpecito azul del agente espacial. Seguidamente, Bleu sentir como de pronto las plantas tiraban cada vez más de cada una de sus extremidades.

—¡Aggg, socorro! —suplicó Bleu pidiendo ayuda a Bavol.

—Conejito lindo, conejito tonto —canturreó Queso mientras su prisionero no paraba de gritar dolorido—. Date prisa si no quieres que el conejito se rompa…

Bavol estaba contra la espada y la pared. Si no abría aquella cerradura, Queso acabaría con la vida de Bleu y Aru quedaría eternamente atrapada allí, pero si la abría, intuía que podía pasar algo terrible.

No obstante, no tenía más salidas…

—Lo haré —aceptó Bavol resignado.

Apuntó con su Llave Espada hasta la cerradura del lago y un fino haz de luz emergió de su arma hasta ella. Un sonido metálico les indicó a todos los presentes que había conseguido abrirla. Las plantas soltaron contra el suelo a Bleu, mientras Queso sonriendo triunfalmente apartó a Bavol de un empujón.

—Por fin…

***
Un sonido metálico resonó en medio de aquella oscuridad y a continuación, un agujero blanco emergió en el centro de la estancia. Si Aru se acercaba y miraba a través de él, vería que allí estaba la salida al exterior. No obstante, no sería la única en alegrarse.

La risa grave del encapuchado sonaba cada vez más y más fuerte. Lentamente se fue acercando hasta la brillante salida de aquel oscuro infierno. Antes de salir de una vez por todas, dirigió una mirada a Aru y afirmó:

—Ten miedo porque he vuelto.

El encapuchado saltó hacia el interior del agujero dejando sola a Aru allí dentro. Era el momento de la Aprendiza de salir también de aquel sitio.

[Aru]

Cuando la muchacha abrió los ojos jamás podría haber imaginado un lugar tan lúgubre y vacío. La joven Aru, se encontraba flotando en medio de una sala oscura, con un aura triste y malévola. Pero no estaba sola, no. Había otro ser encapuchado en ese lugar, Aru se giró para poder verle indiscretamente, pero no logró ver su rostro.

—Por fin ha llegado el momento… —anunció una voz grave.

—¿Quien eres? —dijo la muchacha esperando una respuesta, pero esa respuesta no llegó.

Poco a poco, Aru podría ir viendo con más claridad la silueta de aquel ser enfundado en una capucha de color verde oscuro, que le tapaba el rostro de tal forma que impedía que alguien le pudiera reconocer.

—Escaparé de esta prisión y todo el universo será mío de una vez por todas…

—¡¿Qué estás diciendo?!.

La muchacha sintió un profundo dolor en el pecho, y empezó a sentirse bastante mal, tanto que el dolor le hacía cerrar los ojos.

—Bavol imbécil, porque me dejaste sola, pensé que eras mi maestro y que me protegerías —dijo la muchacha comenzando a llorar sintiéndose muy sola.

Aru seguía flotando ahí, mientras la otra figura seguía inmovil, la muchacha comenzó a temblar y a sentir cada vez más y más miedo, sin poder entender que había hecho mal, sin entender el porqué ella estaba ahí.

—No… La culpa es mía, no debí alejarme… Por mi culpa Bavol ahora es un bichejo azul más, y por mi culpa quedará siempre así…

Un sonido metálico resonó en medio de aquella oscuridad y a continuación, un agujero blanco emergió en el centro de la estancia. Aru se asomó y pudo observar la cara de Bavol y Queso al otro lado.

La risa grave del encapuchado sonaba cada vez más y más fuerte. Lentamente se fue acercando hasta la brillante salida de aquel oscuro infierno. Antes de salir de una vez por todas, dirigió una mirada a Aru y afirmó:

—Ten miedo porque he vuelto.

El encapuchado saltó hacia el interior del agujero dejando sola a Aru allí dentro. Era el momento de la Aprendiza de salir también de aquel sitio.

—¡BAVOL! —gritó Aru mientras alzó la manos para atravesar la sala.

Pero Aru pudo comprender que era aquel agujero de luz, mientras también pudo ver todo ahora con claridad…

—Has… —sin acabar la frase Aru se llevó la mano en la boca, y salió corriendo de ahí.

La pequeña por fin estaba en el lugar antes de llegar a la sala oscura, donde también se encontraba Bavol, Bleu y Queso.

Aru abrazó a Bavol mientras lloraba pidiéndole perdón repetidamente, pero entonces recordó al ser malévolo que Bavol aún no sabía que había liberado.

Corrió hacia Queso y le agarró por el cuello y los brazos para que no pudiese conjurar nada.

—¡¿Dónde está?! Maldito chiflado, ¿sabes qué has hecho? —gritó amenazante la muchacha, bastante histérica.

[Tidus Cloud]

Después de que Bavol abriera la cerradura del lago, un portal de oscuridad surgió justo en frente de Queso. Tirado en el suelo el niño observó cómo un encapuchado negro emergía de aquel portal ante el eufórico cabezón que le abrazó nada más verlo. El encapuchado le dio unas palmaditas en la espalda a Queso y a continuación los presentes pudo notar que habría caído tumbado al suelo si no hubiera sido porque Queso le sujetó.

—A-amo, ¿está bien? —preguntó Queso muy preocupado.

—Llevo demasiado tiempo encerrado. Me siento débil…

—Amo, debéis escapar.

Mientras el encapuchado se apoyaba en su subordinado, Queso cerró los ojos por completo a la vez que alargaba el brazo hacia una zona cercana a ellos y alejadas de Bavol y Bleu. Poco a poco unas briznas de oscuridad comenzaron a formarse allí. Justo en ese momento Bavol contempló cómo una nueva figura surgía también del portal. Antes de que pudiera darse cuenta de quién era, notó como se tiraba encima de él y empezaba a abrazarle entre lloros.

—¿A-aru? —preguntó sorprendido al ver la reacción de la chica que no paraba de pedir disculpas. El gitano esbozó una débil sonrisa y apoyó su cabezita en el hombro de la Aprendiza—. Me alegro de que estés bien.

Entonces, Bavol se percató de que el portal de oscuridad, que Queso había estado formando, ya estaba terminado. El encapuchado avanzó unos pasos y se internó en el interior del portal. Aru no dudó ni un momento y se lanzó a por Queso agarrándole por el cuello y por uno de los brazos.

—¡¿Dónde está?! Maldito chiflado, ¿sabes qué has hecho?

—¡Sí! —chilló eufórico Queso—. ¡He liberado a mi amo!

—¿Quién es tu amo? —preguntó Bavol mientras se levantaba lentamente.

—Queso —exclamó una profunda voz proveniente del portal—. Necesito que me hagas un último favor: líbrate de estos insectos.

El cabezón giró la cabeza hacia el portal extrañado, por primera vez en todo lo que llevaban de día parecía que estaba realmente confundido con lo que le acababa de decir su amo. Varios tentáculos emergieron del portal y agarraron los brazos y el tronco de Queso.

—¿Conejito?

Antes de que pudiera hacer nada, los tentáculos tiraron a Queso contra el portal provocando que finalmente fuera engullido por completo por la oscuridad. Bavol se acercó hasta su Aprendiza y le tiró de la mano pidiendo que retrocediera y a continuación hizo lo mismo con Bleu, quien enseguida se levantó y le siguio. El gitano había visto como un corazón de cristal se elevaba en el aire y era engullido por las sombras, por experiencia ya sabía que se avecinaba a continuación.

—¡Corred, corred, corred! —ordenó Bavol en cuanto escuchó el primero de los rugidos.

Giró brevemente su cabeza y pudo ver una criatura que empezaba a formarse en medio de aquel portal de oscuridad que se estaba cerrando. Era grande y negra y lo más gracioso es que tenía la forma de un animal al que habían estado mencionando todo el rato: un conejo.

Spoiler: Mostrar

Queso se había transformado en un sincorazón y parecía que aquel bicho tenía ganas de perseguirlos a los tres.

[Aru]

Aru miró con los ojos bien abiertos como la pobre criatura loca moría, aunque por culpa de ella ahora Bavol era como Bleu y que casi moría. No pudo evitar que de ella floreciera un sentimiento profundo de pena y odio. El que era su Amo, le había obligado a morir, sin poder siquiera darle la elección a su alumno, Queso.

—¡Corred, corred, corred! —nos ordenó Bavol.

Una criatura empezó a nacer en medio de aquella oscuridad, con una forma enorme de un conejo. Queso ahora era aquel animal que tanto solía mencionar.

‘’Supongo, que esto no podía ser de otra forma’’ pensó Aru.

La muchacha agarró a Bavol de la mano junto con Bleu, para asegurarse de que ninguno se quedaba atrás, y empezaron a correr como si no hubiera mañana. Mientras corría, la pequeña no dejó de pensar en el pobre Queso y lo ciego que estaba al haber obedecido y liberado a aquel ser maligno.

—¡Ahí! —señaló Aru mientras sugería a la vez esconderse tras unos arbustos detrás de una arboleda.

Tiró a Bleu y a Bavol al lugar de escondite y los abrazó a ambos mientras hundía su cabeza entre sus cuerpecitos.

—Bavol, ponte la armadura, y tú Bleu, guarda silencio —ordenó la chica con cara bastante seria pero temblando a la vez—. Tenemos que estar preparados por si tenemos que defendernos.

Aru se sentía responsable de aquella situación, y si tuviese que dar la vida para poder defender a ambos, se sentía lista para ello. Puede que no fuese suficiente rival para aquel nuevo sincorazón, pero iba a dar todo lo que pudiese para ganar un poco de tiempo.

[Tidus Cloud]

En medio de aquella persecución Aru exclamó algo y a continuación empujó a Bavol y a Bleu contra unos arbustos. Seguramente estuviera intentando esconderlos del sincorazón, lo cual no era una mala idea.

—Bavol, ponte la armadura, y tú Bleu, guarda silencio.

—¿La armadura? No sé si es buena idea que me la ponga con este cuerpo… —dudó Bavol mirando su pequeño cuerpo de color azul.

— ¡¿Qué me calles?! ¡¿Cómo quieres que esté tranquilo con el bicho ese persiguiéndonos?! —chilló Bleu histérico.

Bavol le dio una pequeña colleja a su compañero para que dejara de gritar de una vez. Aunque en un principio se calló, Bleu de pronto dio un pequeño respingo y salió de su escondrijo para sorpresa de Bavol que lo intentó detener.

— He tenido una idea —aclaró Bleu— Acabo de darme cuenta que fue por aquí donde se estrelló mi nave. Creo que tengo un arma allí dentro…

—Vale, vale, pero ten cuidado y dáte prisa.

Bleu corrió rápidamente hacia el interior del bosque hasta perderse de la vista de ambos Aprendices. Tras un rato escondido en aquellos arbustos y sin rastro ni de Bleu ni del sincorazón, Bavol se acercó a Aru y le susurró en broma:

—¿Qué te apuestas a que ése no vuelve? —Soltó una risa por lo bajo—. Siento haberte traído aquí. Te prometí una aventura y todo ha sido un desastre. He perdido mi cuerpo, hemos liberado a ese tipo raro, Queso se ha convertido en un sincorazón… Lo siento, creo que no he sido un buen Maestro.

Después de aquella disculpa, Bavol escuchó atentamente si Aru tenía algo más que decir, aunque también comprendería que la Aprendiza no quisiera añadir nada ya fuera por la situación tan peligrosa que vivían o por cualquier otro motivo.

Lamentablemente estar escondido no sirvió de mucho más porque pronto sintieron aquellas pisadas del conejo que hacían temblar todo el suelo. Pronto divisaron al sincorazón andando lentamente por el camino que se encontraba justo delante de ellos. De pronto, giró la cabeza justo hacia los arbustos donde estaban escondidos y soltó un rugido.

—Bleu no llega, así que habrá que luchar —concluyó Bavol saliendo de su escondite y apartándose a un lado—. Demostremos qué es lo que pueden hacer dos Caballeros de la Llave Espada.

[Aru]

—¿La armadura? No sé si es buena idea que me la ponga con este cuerpo… —respondió Bavol un poco dudoso.

Aru miró con cara de confianza a Bavol, y le asintió con la cabeza para que el pequeño se sintiera más seguro.

—¡¿Qué me calles?! ¡¿Cómo quieres que esté tranquilo con el bicho ese persiguiendonos?! —gritó Bleu

En ese momento Bavol le dió una colleja a Bleu y a su vez la muchacha le echó una mirada mortífera para indicar que si no se callaba ella misma también le iba a dar otra colleja.

El pequeño bichejo azul estuvo un rato callado, pero de pronto saltó del arbusto pero Bavol logró detenerle a tiempo.

—¿¡Se puede saber que haces!? —susurró Aru alarmada.

—He tenido una idea —aclaró Bleu— Acabo de darme cuenta que fue por aquí donde se estrelló mi nave. Creo que tengo un arma allí dentro…

—Vale, vale, pero ten cuidado y dáte prisa.

Aru también asintió ante la idea de Bleu, y miró a Bavol un poco nerviosa, pero depronto desvió la mirada y empezó a vigilar un poco por si venía el sincorazón.

Tras estar un buen rato escondidos y esperando a Bleu, Bavol se acercó a Aru y dijo:

—¿Qué te apuestas a que ése no vuelve? —Soltó una risa baja—. Siento haberte traído aquí. Te prometí una aventura y todo ha sido un desastre. He perdido mi cuerpo, hemos liberado a ese tipo raro, Queso se ha convertido en un sincorazón… Lo siento, creo que no he sido un buen Maestro.

—No te preocupes Bavol, puede que no todo haya ido como queríamos pero —entonces la chiquilla pausó y le agarró la mano a Bavol— No has sido un mal maestro, cuando te has enterado de que estaba en peligro has venido a rescatarme, eso es lo que hacen los maestros,¿no?.

Entonces, la calma comenzó a descender entre los estruendosos ruidos de pisadas lo que era seguramente, ‘’nuestro’’ sincorazón. Bavol y Aru pudieron observar al sincorazón entre las ojos el arbusto, y por desgracia, él también pudo verlos.

—Bleu no llega, así que habrá que luchar —dijo Bavol mientras salía del arbusto y se puso al lado de el—. Demostremos qué es lo que pueden hacer dos Caballeros de la Llave Espada.

Aru salió también detrás de él, invocó su llave espada y se puso delante de Bavol.

—Es mi culpa, no voy a dejar que cargues con algo que es responsabilidad mía.

Entonces Aru apuntó hacia un ojo del sincorazón, y formuló un Piro.

—¡PIRO!.

Aru esperó a ver si su hechizo tuvo efecto. Aún tenía la imagen del pobre Queso en la cabeza y como su cuerpo iba siendo engullido en la oscuridad.

—¿No podemos hacer nada por el verdad?

[Tidus Cloud]

Bavol se percató de que la chica quiso hacerse cargo de la situación y decidió adelantarse. El gitano la intentó detener porque, aunque estaba bien que quisiera tomar su parte de responsabilidad, también era cierto que seguía siendo una novata que no duraría sola en una batalla contra ese sincorazón.

La aprendiza disparó un hechizo Piro directo contra el ojo del conejo, el cual rugió dolorido ante el ataque, pero que en absoluto le había provocado un daño verdaderamente grave. El sincorazón de Queso optó por apartar a los dos Aprendices de un manotazo que los lanzó contra unos árboles cercanos.

—¿No podemos hacer nada por el verdad? —le preguntó Aru mientras Bavol intentaba recomponerse.

—¿Estás loca? —exclamó Bavol sorprendido ante la pregunta de su compañera—. Si se ha convertido en un sincorazón es que ha perdido el corazón para siempre. Lo que hay que hacer es derrotarlo.

Bavol echó un vistazo a su alrededor intentando idear alguna estrategia para derrotar a aquel maldito conejo. Lo mínimo que tenía que conseguir es tiempo hasta que Bleu llegara de una vez por todas.

—Tú escóndete o algo, yo me encargaré de él, ¿vale?

Antes de que a Aru se le ocurriese replicarle, Bavol invocó sus Alas del Solsticio y a continuación se hizo invisible ante los ojos de todos los presentes gracias al hechizo Tenue que había conjurado sobre sí mismo.

Ahora el gitano trataría de llevar a cabo su plan mientras intentaba ganar al menos un poco de tiempo hasta que llegara Bleu.

[Aru]

—¿Estás loca? —respondió Bavol—. Si se ha convertido en un sincorazón es que ha perdido el corazón para siempre. Lo que hay que hacer es derrotarlo.

Entonces, Aru sintió una tremenda tristeza y decepción, la idea de poder ayudar de alguna forma a Queso, había muerto como por desgracia el mismo.

—Tú escóndete o algo, yo me encargaré de él, ¿vale?

Bavol no dejó oportunidad a Aru para dejarla opinar de lo que dijo, inmediatamente la muchacha perdió de vista a su amigo, como si se hubiera esfumado.

—¡¿Bavol?! —gritó la inocente chica—. ¿Dónde estás? ¡No se te ocurra dejarme sola!—advirtió.

Entonces a Aru se le ocurrió una idea, tenía que llamar la atención del bichejo. Se acercó a coger unas flores que recordó que a Queso le encantaban, y cuando acabó se puso delante del aterrador sincorazón.

—¡Eh cara de conejo! ¡Mira que tengo, flores!.

Entonces Aru espero a que el conejo la persiguiera para comenzar a correr como si no hubiera mañana.
—¡BAVOL! ¡Todo tuyo! —gritó Aru mientras perdía las flores por el camino mientras corría.

La muchacha divisó otro par de arbustos y se lanzó de cabeza entre ellas.
Ya en el interior del arbusto, decidió echar un vistazo para asegurarse de que el conejo la había seguido y Bavol estuviese aprovechando su despiste para atacarle por la espalda.

¡Por desgracia para la jovencita, se había escondido en unas zarzas! Tuvo que aguantar el picor y las ganas de salir de ahí para no estropear el plan.

—¡Maldita sea! —se dijo a sí misma cuando se percató del ardor del picor.

[Tidus Cloud]

El sincorazón de Queso se centró en Aru. No por el intento de la joven de llamar su atención con lo que al antiguo Queso le gustaba, sino porque era atraído por los corazones llenos de luz y el gitano en aquel momento era mucho más difícil de capturar.

Bavol observó desde su posición aérea la persecución del conejo a la pobre Aprendiza. Estaba preocupada por si la joven resultaba herida, pero tenía que estar concentrado para encontrar el momento preciso para actuar.

—¡BAVOL! ¡Todo tuyo!

Parecía que ya iba siendo hora de que interviniera. El niño se acercó rápidamente y aterrizó en la cabeza del conejo justo antes de que el hechizo se agotara. Una vez allí agarró las dos orejas del conejo y empezó a tirar de ellas como si se tratara de las riendas de un caballo.

El sincorazón intentó resistirse moviendo la cabeza de un lado a otro, pero Bavol estaba lo suficientemente bien agarrado como para resistir los bruscos movimientos. El conejo cambió varias veces de trayecto en un intento de librarse del gitano, pero el niño estaba decidido a resistir.

—¡Iaaaaaaah! —chilló de pronto una voz conocida.

Justo en ese momento Bleu saltó de entre los árboles con un arma de entre las manos. Dio varias vueltas sobre el suelo, apuntó al conejo y apretó el gatillo. Un brillante disparo de electricidad impactó contra el sincorazón provocando que comenzara a retorcerse a causa de los calambres. Bavol, que también estaba recibiendo aquellos calambres, decidió saltar hacia el suelo.

El sincorazón se tambaleó hasta caer derrumbado contra el suelo; no obstante, no había sido derrotado. Bavol, aún debilitado por el disparo de Bleu, invocó su Llave Espada y embistió contra el sincorazón para darle el golpe final. El cuerpo del conejo desapareció mientras un corazón se elevaba al aire.

No fue el único efecto, pues tanto Bavol como Bleu fueron rodeados por un brillante mar de luces que cubrieron sus cuerpos. Cuando las luces se disiparon, ambos habían recuperado sus cuerpos originales. Bavol había vuelto a ser un pequeño niño gitano, mientras que Bleu se había transformado en un gran hombre de piel azul, marcados músculos y cabellos rubios.

Spoiler: Mostrar

Bleu se echó un vistazo a sí mismo incrédulo por haber recuperado su antiguo cuerpo. A continuación, miró a Bavol, pero su expresión se ensombreció al darse cuenta que el gitano se había desmayado. Quizás aquel disparo le había dañado más de lo que creía.

[Aru]

Aru aun escondida, pudo observar como la batalla estaba apunto de acabar, pero algo le llamó bastante la atención. Su querido amigo Bavol, yacía en el suelo inconsciente al lado de un extraño de color azul. Mientras, el corazón del conejo empezó a ascender en el cielo, indicando su fin en este mundo.

La pequeña corrió para auxiliar a su amigo Bavol, que por suerte, había recuperado su antiguo cuerpo. La muchacha cogió con suavidad la cabeza de Bavol y la apoyó en su regazo, mientras le daba palmaditas suaves en la mejilla para que despertase.

—¡Bavol, Bavol, despierta! —decía a la vez que seguía dándole palmaditas.

Entonces la muchacha se percató del otro hombre que estaba al lado, le observó desde el suelo de los pies a la cabeza.

—¿Bleu? —dijo a la vez que seguía dándole palmaditas al gitano que seguía inconsciente.

Acto seguido decidió tomarle el pulso a Bavol, para descubrir que por suerte, seguía con ellos. Pero no sabía porqué no despertaba, entonces decidió dejarlo reposar un poco, hasta que él mismo quisiera despertar.

—Bleu, ¿podrías mojar estas hojas? Quizás un poco de agua que le refresque la cabeza le ayude.