—Pues sí, tienes razón —En parte podía llegar a comprender la preocupación del anciano. Light perdió temporalmente a su mascota en el ataque de Erased y temió que nunca pudiera recuperarla.
—¿Te apetece brindar?
—Claro.
Imitó a la chica y levantó su taza.
—Porque en la próxima misión no nos choquemos y por ganar todavía más dinero.
—Porque en la próxima no se nos acople un borracho pesado —dijo Light. Inevitablemente se rió al recordarle.
Chocaron las tazas y Light se bebió el contenido de la suya de un trago. No había nada mejor que una taza de café calentito tras una ardua misión.
—Si sale cualquier otra cosa, ya sabes, sólo tienes que decírmelo. Pero nada de volver a buscar loros o criminales durante un tiempo, por favor.
El chico asintió. Ya empezaba a tener agujetas por culpa de las carreras que se pegaba últimamente. La próxima vez buscaría una misión más tranquila, Fátima podía estar segura.
—Digo lo mismo. Cuenta conmigo para la próxima.
Se despidió de ella y se marchó hacia su habitación. Iba siendo hora de seguir leyendo aquel libro sobre Incorpóreos que había sacado de la biblioteca hace escasos días; nunca se hubiera imaginado hacer tal cosa.
Dejó la lámpara de su cuarto encendida, cogió el libro y se tumbó sobre su cama para dejar reposas sus piernas. ¡Sin duda lo merecía!
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