Días después…
Los pasos de un pequeño niño resonaron a lo largo de todo el pasillo. Seguro que sin quererlo despertaría a más de uno a aquellas horas de la madrugada, pero tenía un importante mensaje que entregar. Bavol se colocó frente a la puerta de la habitación que buscaba y abriéndola con un portazo entró en ella. Continuando con aquella carrera se dirigió hacia la cama y saltó encima de la Aprendiza que allí se hallaba.
—¡Vamos, contramaestre, despierta! —le apremió Bavol mientras saltaba encima de la cama de Jeanne.
Una vez la joven se hubiera despertado del todo, el gitano se bajó de la cama y sacó un papelito que tenía guardado en uno de sus bolsillos.
—Tengo un mensaje para ti~ —canturreó—. Me ha dicho que es muy importante, ¿quién sabe? ¡A lo mejor te pide que seas su novia!
Bavol sonrió enseñando todos los dientes y le entregó el mensaje a la Aprendiza. En realidad no sabía qué podía contener aquel papelito porque no se lo había leído. Había preferido no hacerlo, quizás era algo que su nuevo hermano mayor quería mantener en secreto.
—Bueeeno, creo que yo ya me voy para mi cuarto —anunció el gitano.
Se dio la vuelta dispuesto a marcharse a su habitación, aunque antes de abandonar el dormitorio de Jeanne soltó como el que no quiere la cosa:
—Ya me contarás mañana qué es lo que quería Simbad.
Sentía curiosidad por la relación que pudiera haber entre su nuevo hermano del bando contrario y su grumete contramaestre, pero tampoco le corría muchas prisas averiguarlo y además, después de todo lo que había vivido aquel día en la Cité prefería serenarse un poco en su propia habitación.
Lo que sí era cierto es que Simbad, sin quererlo, le había hecho pensar que era hora de iniciar una nueva aventura del Odisea I…
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