—
Me parece que si vas a asumir que las personas «monas» no tienen porqué ser peligrosas, vas a terminar muy mal —
Mona y peligrosa no puede ir en la misma frase, es de cajón —comentó él entre risas, con aire divertido—.
Lo que quiere decir...—
La próxima vez puede que te partan en dos en vez de darte sólo un golpe de agua.
Adam no lo pudo evitar, y se echó a reír a carcajada limpia. ¡Le parecía todo tan gracioso! Fátima no tenía un aspecto para nada amenazante, y por mucho que pudiera usar trucos de magia baratos, no consideraba que realmente fuera una amenaza.
La idea de que pudiera "partirle en dos" era divertidísima.
—
¿Ves? No te pega nada decir cosas como esa, Fátima —le dijo, con cierta sorna—.
Aunque no has respondido a mi pregunta, ¡no sabes jugar!Ambos permanecieron en silencio durante unos minutos, sin que ninguno llegara a decir nada. Adam disfrutaba de la cara de Fátima, que parecía tener un debate interno. ¿Qué haría? ¿Acabar con el malvado vampiro? ¿Entregarle a las autoridades de aquel mundo? ¿Marcharse sin más?
¡Se moría de ganas por averiguarlo! Y luego escaparse, claro.
Pero no hubo ocasión para llegar a verlo. Fátima iba a decir algo cuando, de pronto, el típico sonido que hacían los sincorazón al aparecer puso en alerta a ambos. Levantaron la cabeza, descubriendo efectivamente a un monstruo volador de ojos amarillos acechándoles.
—
¡Tenemos compañía! —anunció Adam, sonriendo de oreja a oreja.
Machacar sincorazón siempre era divertido. Pero antes de que pudiera moverse, Fátima reaccionó antes: disparó su hechizo de fuego contra la criatura voladora, y echó a correr a toda velocidad.
Adam, sin llegar a moverse, la observó subirse a un tejado con bastante agilidad, llegando hasta a aplaudir cuando lo consiguió. ¡La chica era incluso rápida! Menuda caja de sorpresas que era aquella jovencita.
—
¡Hasta que volvamos a vernos! —le gritó el vampiro, sonriente, haciendo un gesto de despedida con el brazo cuando ella se giró para mirarle.
Pudo ver que le hacía un corte de mangas, pero no tuvo más tiempo para fijarse por dónde se fue: uno de los sincorazón que habían aparecido por allí embistió contra él, arrojándolo al suelo. Casi lo había olvidado: tenía trabajo que hacer.
* * *Tuvo que emplear toda su fuerza bruta, pero transcurridos unos diez minutos ya andaba con total tranquilidad por uno de los callejones traseros del Distrito 2. Aunque, bueno, iba lleno de heridas.
—
Ya ha anochecido... Será mejor que vuelva —decidió.
Por lo que había escuchado, en aquel mundo cuando caía la noche la gente evitaba salir de sus casas, por miedo sobre todo a los sincorazón. Así sería imposible volver a encontrar una nueva cena, por no mencionar que Fátima podía estar buscándole.
Bueno, eso último no sería malo. Le encantaría volver a encontrarse con ella. ¡Tenían un juego de preguntas pendiente!
Se enfundó la armadura, invocó su
glider y salió disparado hacia el intersticio. En el bastión, le esperaba una bolsa de sangre calentita... O un moguri fresquito. Sí, mejor lo último.
Ñam.
o/
¡Para la próxima uno en el que puntuemos los dos! <3