Nadhia se removió en el sitio, incapaz de moverse ante la amenaza de aquel rastrero pirata que se llevaba a Elizabeth en sus narices. Había escuchado los disparos, y todo indicaba que los voluntarios y guardias eran traidores que habían aprovechado el anuncio para infiltrarse sin problemas en la fiesta. Se le revolvió el estómago de sólo pensar en la posibilidad de que Paul le hubiera contado una sarta de mentiras.
Pero en aquel momento no era tiempo de pensar en lo que sucedía más allá de los jardines. Si se llevaba a Elizabeth y lo perdía de vista, quizás sería muy difícil alcanzarles luego. Observó la sombra del pirata y Elizabeth, y de pronto le vino una idea a la cabeza. Y pensó que sería muy arriesgada si no era capaz de controlarlo.
«No me queda otra», se dijo, no muy segura. ¿Pero qué otra cosa le quedaba? Estaba claro que esos canallas querían a Elizabeth viva, que aquella amenaza era un simple farol para asustarla y velar por su seguridad.
Sin embargo, con aquel movimiento no sería necesario moverse. Se concentró, cerró los ojos, y buscó los latidos de otra persona. Le llevó unos segundos, los justos para no perder de vista a aquellos dos.
El caso, es que el pirata se había detenido en el mismo instante que Nadhia volvió a abrir los ojos y los dirigió hacia él. Sintió como penetraban en sus pupilas y lo paralizaban. Masculló palabras ininteligibles para Nadhia, quien estaba concentrada en la habilidad y tratando de controlar los impulsos salvajes que comenzaban a hacerse presentes en su pelo, oscureciéndose en un violáceo brillante.
—¿Qué... qué diantres...?
Era la oportunidad perfecta. Nadhia actuó con rapidez y sacó una flecha de su carcaj, y apuntó con su arco hacia el farol más cercano. La vela se apagó y se hizo todo oscuridad, aprovechando una ventaja suculenta dado que también era capaz de ver en la oscuridad gracias a la conexión que había decidido activar, a pesar de los riesgos.
Corrió e invocó su Llave-Espada, aprovechando para darle un golpe contundente al pirata en el estómago. Éste se tiró al suelo, confuso y desorientado, y esta vez Nadhia sí que pudo escuchar palabras feas y vomitivas salir de su boca. Cogió a Elizabeth de la mano y echó a correr en sentido opuesto, dejando la amenaza atrás.
Lo primero sería dejar a Elizabeth en la mansión, o al menos buscar a su padre para mantenerla a salvo de posibles topos. Escuchó el sonido de su móvil, pero no era momento para verlo.
Eso pensaba cuando de pronto Elizabeth tiró de ella y se apartó. Nadhia se giró, buscando otra vez su mano, pero vio a la muchacha corriendo y alejarse de ella. ¿¡Qué estaba haciendo!?
—¡Vuelva! ¡Tenemos que evitar a los piratas!
Pero no obtuvo respuesta. ¿Qué demonios había sido eso? Le estaba salvando la vida, y había decidido huir de ella...
... y entonces se vio en un reflejo de una fuente cercana, y comprendió.
—Mierda...
Sus ojos aún resplandecían en un brillante y escalofriante iris dorado. Era de esperarse que Elizabeth saliera corriendo temiendo por su vida. Y por mucho que intentara cerrar los ojos y volver a su estado normal, no fue capaz. Masculló y cogió el móvil, leyendo el mensaje de Light.
Se dio prisa en responder:
Todos los guardias y los voluntarios son piratas. Nos han engañado. Logré salvar a Elizabeth de uno de ellos, pero nos hemos separado. No sé dónde está.