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Sí… Es por eso que deberíamos vivir cada día como si fuese el último. Apreciar como un tesoro el tiempo que pasamos con aquellos que queremos. ―Light asintió, no podía estar más de acuerdo. Eso mismo fue lo que le dijo a Hana en la taberna de Port Royal, que debían aprovechar la vida al máximo.
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Nuestro trabajo como Portadores no es fácil. Somos los novios de la muerte. En cualquier momento podemos ser reclamados por ella. ―
Eso ha sonado un poco raro, ¿sabes? ―opinó, poniendo una ligera mueca antes de soltar una carcajada. ¿Novios de la muerte, en serio? Sonaba deprimente, prefería ser novio de cualquier otra cosa.
―
Todavía queda mucho por ver, no debemos acobardarnos ahora. ―
¿Acobardarnos? Ni de coña. Después de todo solo eran visiones, películas que se reproducían… y de una forma bastante especial. Podían vivir en primera persona esas escenas como si formaran parte del recuerdo.
Caminaron por otra serie de escalones y llegaron a una nueva vidriera. Esta vez representaba una sala de ese mismo templo: el hall, donde se encontraba la vidriera de Zephyr. Agudizó la vista todo lo posible para identificar al sujeto que sujetaba la puerta de la salida, pero no lo consiguió.
Igualmente pronto lo averiguarían porque se vieron inmersos en el recuerdo.
―
Ronin ―pronunció el nombre del joven al verificar que se trataba de él: la persona que bloqueaba la puerta por algún motivo. Se fijó en su rostro y comprobó que estaba aterrado.
Estaban en el hall del Santuario, como no.
La escena comenzó a reproducirse: el joven Ronin adquirió movimiento y se aseguró de que la puerta quedaba bien cerrada. Luego retrocedió y se dejó caer sobre el suelo, aliviado.
Por su cabeza empezaron a pasar imágenes que había visto hace pocos minutos. Revivió el recuerdo de la muerte del amigo de Nanami y llegó a comprender lo que estaba pasando: ¿estaría huyendo del asesino? Quizás aquella visión era una continuación de la anterior… de hecho Ronin sudaba como si hubiera hecho una maratón.
¿Qué es esto? Light dejó de observar al chaval y se giró bruscamente hacia la puerta. Esa voz… era la del asesino.
El perseguido permaneció inmóvil, sin realizar ningún ruido para no delatar su presencia. Pero eso no serviría de nada.
Ábrete. Light, sin miedo alguno, se acercó a la puerta hasta tenerla a escasos centímetros. Puso una pequeña mueca: el asesino estaba tan cerca y a la vez tan lejos… Ellos no formaban parte de aquel recuerdo, no podían abrir el portón que el Ronin de antaño se había esforzado en bloquear. A menos que el supuesto Aaron la atravesara no confirmarían sus sospechas.
El ex pirata, más relajado, se aproximó a la puerta que le protegía. Se atrevió a contestar a su perseguidor.
―
Jamás. Tengo todo el tiempo del universo. La conversación de ambos finalizó. El asesino por alguna razón había dejado de insistir, quizás se había rendido. O puede que se hubiera internado en la Prueba, a saber.
De cualquier manera no podía abrirla, Light era consciente. Ronin
debía esperar a que los Maestros llegaran. Eso es lo que él hubiera hecho de tener a ese loco persiguiéndole…
Estar atrapado hasta que alguien te rescatara sonaba angustiante. Y de hecho, esa ansiedad le era familiar… después de todo los dos aprendices habían experimentado una situación similar en el estómago de cierta bellena.
Light, atento a los movimientos de su Maestro, vio que se acercaba a la inscripción de Zephyr para examinarla.
«
Entra, si la verdad anhelas».
Escucharon claramente el pensamiento del joven aprendiz:
«
Ojalá en vez de la verdad hubiese puesto salidas de emergencia».
El tiempo de la visión aceleró. Fueron testigos de cómo Ronin se movía rápidamente por la habitación e intentaba acomodarse, impaciente. En alguna que otra ocasión pareció que iba a abrir al fin la puerta, pero no lo hizo. Resultaba demasiado arriesgado por motivos obvios. ¿Y si ese loco seguía todavía allí? Dijo que tenía todo el tiempo del universo.
―
Qué angustiante… ―comentaba, tenso.
El tiempo volvió a su cauce normal: los movimientos de Ronin se hicieron más lentos. Parecía que el futuro líder de Maestros había logrado conciliar un breve sueñecito. Unas voces le reanimaron.
Se aproximó a la puerta para escucharlas mejor y comprobar de quiénes eran. Light hizo igual que él y puso el oído.
Apenas fue capaz de escuchar los murmullos, y por supuesto no reconoció de quiénes eran.
Pero sí que supo que se había iniciado un combate, pues como aprendiz estaba bastante familiarizado con estos. Ronin no lo dudó y aporreó la puerta, deseando saber qué sucedía.
―
¿¡Qué demonios está pasando!? ¿¡Quién…!? ―
¿Ronin? ―Oyeron una voz de mujer. Era una Maestra de Ronin, aunque esto no lo podía saber Light.
―
Sí, yo… ―
¡¡Quédate ahí!! ¡No… te muevas! ―exclamó, realizando algunas pausas. Parecía que no estaba en condiciones de hablar, debía seguir combatiendo―.
¡¡Él no ha tomado la Prueba!! ¡¡No le dejes entrar!! ¡Nunca… abras… la… puerta! ―
Pero… ―
¡¡Obedece! ¡Ellos ya…! Y gritó, pero no de cualquiera manera. Era… como si su vida hubiera terminado en aquel instante, sonó demasiado desgarrador. Light tragó saliva y se alejó lentamente de la puerta, impactado y horrorizado por lo que acababa de pasar.
«
Es horrible».
Los sonidos cesaron: el asesino debía haber acabado con la mujer y sus acompañantes de haberlos. Light miró a Ronin. Éste examinaba las rendijas del portón, en busca de la posible sangre dejada por sus seres queridos, quienes habían muerto al otro lado.
Otra vez, resonó en sus cabezas la voz de Ronin. Pero no la del Ronin jovencito de la visión, sino la de uno futuro.
Eran sólo tres. Una Maestra y dos aprendices. Ellos acudían por primera vez al Templo. Se suponía que no había ningún peligro. Que no iban a morir.La visión se tornó de lo más deprimente tras ese pensamiento. El joven Ronin aporreó la puerta del Santuario, rogando que alguien contestara al otro lado, le diera nuevas órdenes, cualquier cosa.
«
Odio no poder hacer nada».
Se compadeció de él al instante. Aquello le sonaba demasiado familiar.
«
Así que tú también pasaste por eso», cerró los ojos un momento. Y pensó en aquel amargo suceso del Castillo del Olvido:
Entonces Yami se interpuso entre él y Ryota y disparó una onda de oscuridad a la vez que, con un gemido de esfuerzo, empujaba a Light para apartarlo.
Dos hojas de viento la acertaron de lleno. Yami se desplomó de espaldas, con los ojos anegados en lágrimas y cubierta de sangre. Esbozó una temblorosa sonrisa en su dirección:
—V-vuela.
Y cerró los párpados. No salió ningún naipe.
Era cierto que había sido un estorbo, en efecto. Y un iluso al pensar que podía afrontar a Ryota. No había podido hacer absolutamente nada para ayudar a Yami y no se lo perdonaría en lo que le quedaba de vida; tampoco olvidaría el crimen del Maestro traidor, por supuesto.
«¡Mierda!», fulminó a Ryota con la mirada.
En un arrebato de furia, estampó la palma de su mano en el suelo, invocando un hechizo: se protegió con unas minas ocultas que quizá detendrían el avance del Maestro enemigo. Gaomon, consciente de que había logrado convencer a su invocador, inmediatamente se materializó y le ofreció su espalda para que montara sobre él sin más dilación.
Rápidamente, y con cuidado de no activar ninguno de sus explosivos, salió huyendo, con el corazón en el puño. Saltó sobre el lomo de su mascota y se dispuso a dejar aquella sala, abandonando allí a Ryota y a una Yami acabada.
Incapaz de contener toda aquella frustración, soltó un grito desgarrador:
—¡MIERDA!
***
«Odio no poder hacer nada».
Ambos habían abandonado a una Maestra para salvarse el pellejo. Y, curiosamente, en su Prueba había tenido que actuar de la misma manera a fin de pasarla. ¿Casualidad?
Volvió a escuchar la voz del asesino. Ésta fue la última vez.
Así que una Prueba… Cuando se quiso dar cuenta la reproducción del recuerdo había finalizado. Light se quedó mirando fijamente el dibujo de la plataforma, muy serio (demasiado), pensando en todo lo que había presenciado.
—
Cómo lo comprendo. —Agachó la cabeza, formó una línea fina con sus labios y no añadió nada más: no daría explicaciones aunque Ragun se las pidiera. No le apetecía hablar de ello simplemente.
»
Llevamos mucho tiempo aquí, creo que deberíamos marcharnos. Ya he tenido suficientes recuerdos por hoy —expresó, cansado.
Al final no habían logrado ver a Aaron como tal en ninguna de las visiones, menudo chasco. Solo sospechaban que se trataba de la misma persona que había asesinado a tantos aprendices. Ningún punto débil, ningún dato interesante de su historia… nada de nada. Se habían quedado con conjeturas.
Pero daba igual, siempre podían volver. Ya tendrían más suerte en su siguiente visita.
Noti: por si no ha quedado claro lo de los quotes (flashbacks) está sacado tal cual del EG3 XD