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Oh, pues sí, he estado antes, pero como vine por una misión no tuve mucho tiempo de explorarlo, aunque me pareció muy divertido —opinó—.
Estuve en la noria, en el circo, en la casa de las riñas. Ah, y también fui a ver a la Vidente, pero no vayas ahí, es solo un engañabobos.—
Ya veo, lo tendré en cuenta. —Se rió. Él tampoco creía demasiado en esos que aseguraban adivinar algo tan incierto como el futuro. De hecho, había tenido una mala experiencia con un vidente muy absurdo hace poco.
Ragun, aprendiz de Bastión Hueco, se acercó a ellos para conversar.
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¿Y a vosotros Ronin os ha mandado hacer de niñeras de Akio? —Soltó una risotada.
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Qué va, yo he venido por mi propia voluntad —aclaró.
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Si queréis, podemos ir juntos. ¿Tenéis panfletos? Ariasu nos dio bastantes a cada uno.Light le pidió que le entregara uno, le dio las gracias y no tardó en empezar a curiosear. Circo, Montaña rusa… sí que había entretenimiento para rato, sin duda. Era enemigo oficial de la comida basura y defensor de la dieta sana, por lo que con casi toda seguridad no iba a pisar ese Mak quing; y tras escuchar a Maya, esa Casa de la Vidente estaba prácticamente descartada también.
Apartó la vista del panfleto para comprobar que Freya y Simbad se habían unido a ellos. Les saludó otra vez.
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Este sitio es... Un poco especial, la verdad. La última vez que estuve, que de hecho fue con Maya y Nicoxa, el circo fue un completo caos. No recuerdo mucho más, porque la montaña rusa por ejemplo no la probé, así que... Ni idea.
»Por cierto, ¿os apetece que vayamos juntos?—
No tienes ni que preguntarlo.Freya entonces procedió a presentar a Simbad. Light ya le conocía desde el jueguecito de Andrei en Ciudad de Paso, así que no hacían falta presentaciones entre ellos.
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Ese premio de la Casa de la Riña suena bien, aunque la Montaña Rusa también parece de lo más emocionante.—
¡Vamos a la montaña rusa! Tengo muchas ganas. ¿Tú qué dices, Light?—
Claro, vamos. —Asintió con la cabeza.
Continuó conversando con los aprendices para matar el tiempo, hasta que les abrieron el parque. Pudieron verlo en movimiento, pues acababan de activarlo para ellos ni más ni menos. Le parecía fascinante.
Avanzó con el resto de sus compañeros y entró en el parque. Empezó a detenerse paulatinamente en cuanto vio a una persona que le resultaba familiar. Agudizó mucho la vista, extrañado, pues ante ellos se encontraba una antigua alcaldesa de Villa Crepúsculo. ¿Qué demonios hacía esa mujer en aquel mundo? Intercambió miradas de confusión con Freya.
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¡Queridos Portadores de la Llave Espada! Vosotros y yo tenemos algo en común: perdimos nuestro hogar por la culpa de otros. Hemos tenido que superar la desesperación y dejar atrás nuestro pasado para seguir adelante. Y por eso también algo nos distingue: creísteis obrar con elección, mas os engañaron vilmente para utilizaros. Hoy he venido para liberaros de esa farsa.
»Os devolveré los años dorados que esas dos Órdenes terroristas os arrebataron.―
¿Terroristas? ¿Qué demonios estás hablando? ¿Pero usted se está oyendo, señora? ―preguntó en voz alta, aturdido, incapaz de entenderla. Las Órdenes tenían tan mala fama en Ciudad de Paso que a saber que le habían contado.
Light nunca se había interesado demasiado por la política, así que apenas sabía de sus logros como alcaldesa. Pero sí conocía que no era muy amiga del Struggle, el deporte que el Maestro tanto apreciaba, y para él eso no era un punto a su favor precisamente.
Las puertas se cerraron, quedando atrapados, y un hada se materializó al lado de la alcaldesa. Parecía preocupada.
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¿Vas a seguir adelante, Myrall?―
Por supuesto. Esta tierra quedará bañada de tu bendición. Ahora, cumple mi deseo y yo procuraré que perdure hasta el amanecer. De ese modo se convertirá en realidad. Cueste lo que cueste.―
El tuyo, y el de cualquiera con un corazón anhelante que acuda a mí.El hada agitó la varita, materializando un polvo blanco que no tardó en producir efectos. Empezó a notar que estaba decreciendo y que su kimono cada vez le quedaba más y más grande. Las mangas ahora resultaban demasiado anchas para sus brazos y ni siquiera se le veían las piernas, ya que habían quedado tapadas por la parte inferior de la prenda. ¿Cuántas tallas había perdido de golpe?
«
¿Por qué...?», simplemente no daba crédito. La gente a su alrededor había rejuvenecido una barbaridad; sin ir más lejos, tenía a una Maya diminuta de cuatro años a su lado. Por supuesto, él no había sido una excepción, no tardó en comprobarlo.
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Pero… ¿oh? ―Se llevó la mano al cuello, sorprendido por su antigua voz, que ya se agravó hace tiempo durante la pubertad. Sí, efectivamente volvía a ser un niño, físicamente hablando―.
¿Qué demonios…? ―Se examinó los brazos y las piernas (alguna herida de los entrenamientos seguía ahí), nada fortalecidos, y se tocó la cara. ¿En serio estaba pasando? No podía creerlo. No quería creerlo. ¿Qué clase de magia habían usado en ellos?
La idea de volver a ser un niño no le hacía demasiada gracia, ¡quería recuperar su cuerpo de verdad, ya había pasado por esa época!
Al empequeñecer, la mayoría de las armas quedaron al descubierto. Un Akio mucho más joven naturalmente les echó la bronca. Light, que se había olvidado por completo de su daga, soltó una risilla inocente y nerviosa mientras cogía su arma y la desenfundaba. Seguramente la iba a necesitar más que nunca.
Se disponía a exigirle al hada que les devolviera a su estado anterior cuando ciertas personas empezaron a aparecer. Alguno incluso se había molestado en camuflarse. Light reconoció a algunos, obviamente. Había protagonizado bastantes persecuciones en Ciudad de Paso y algunos vecinos debían estar hasta el gorro de él. El sentimiento era mutuo.
Eran las consecuencias de visitar aquella ciudad a menudo, tenía que dejarse ver menos por ahí.
«
Cañas… Redes… ¿Pero qué coño?», nada tenía lógica.
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¡Prendedlos! ―gritó antes de desaparecer con el hada.
Light, aturdido, miraba incrédulo a los adultos, dispuestos a cazarlos. Se le ocurrió la idea de enfrentarse a ellos, pero desistió al recordar que ahora era un niño, con las consecuencias que eso implicaba. Su cuerpo no estaba nada entrenado y llevaba las de perder. Solo podían hacer una cosa.
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¡¡Corred!!Rápidamente se deshizo de la parte inferior de su kimono, que le estorbaba más que nada, y se quedó con la parte superior que le cubría incluso parte de las piernas. También le quedaban los calzoncillos (algo grandes).
«
Joder, vaya liada, ¿no?».
«
Ya ves», coincidió el eidolon.
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¡Maya! ―Con la siniestra cogió de la mano a la más pequeña de todos, para ayudarla a huir, y echó a correr con ella. Con la diestra sujetaría la daga. Sin perder de vista a los adultos, buscaría un hueco para escabullirse y trataría de esquivarlos si se lanzaban a por él, al igual que Ariasu.
Si ambos no llegaban muy lejos debido a la constitución de Maya, la llevaría a la espalda si era necesario.
Por supuesto, no entablaría combate con nadie. Solo en el caso de que le atraparan (a él o a Maya), les apuñalaría con la daga para liberarse de un posible agarre y seguiría corriendo de inmediato, deseando que les perdieran de vista.
«
Si os atrapan os ayudaré, no os preocupéis», le dijo Gaomon, quien se materializaría en su forma no bípeda y mordería a aquellos que les pusieran en aprietos. Después, desaparecería.
Se dirigiría, mismamente, hacia el circo. Se le ocurría que quizás… ¿podrían conseguir algo de ropa allí? Aunque fuera de payaso.
«
Estamos jodidooooos», concluyó, con el pulso acelerado. Nunca se le había presentado una situación así, ¿qué iba a ser de ellos?