Fátima casi no podía respirar cuando, estrujando el lápiz y manoseando la goma, se dirigió hacia la sala del trono. La cabeza le latía por la falta de sueño, tenía los ojos enrojecidos y los labios despellejados de tanto mordérselos. Repetía una y otra vez las palabras con las que Lyn anunció que la había propuesto para el Examen. Sin su permiso, claro.
Fátima llevaba tiempo dándole vueltas a la idea y preparándose para solicitar el Examen, pero Lyn no le había dejado tiempo.
Sí, tendría que haberse imaginado que pasaría y casi era mejor así, si lo consideraba con frialdad; ella habría retrasado la elección con toda clase de excusas porque
no se sentía preparada —y pensar en el suspenso casi le arrancaba gimoteos de pura angustia—. Lyn decía que sí lo estaba, que ni siquiera tenía que pensárselo. Era su Maestra, si lo decía ella, sería con conocimiento de causa. Debería confiar en su criterio y, por lo general, lo hacía, pero no podía librarse de la convicción de que estaban cometiendo un grave error.
«
Estás preparada de sobra y lo mejor es tomarlo con ganas, para que no tengas dudas, ni te pongas nerviosa.»
Contuvo una risita histérica. Que no se pusiera nerviosa. ¡Ni siquiera le había dicho en qué consistiría el Examen! Miró a su alrededor y se alegró de que no hubiera nadie. Parecía que la noticia no se había extendido. Menos mal. No habría soportado que todo el mundo estuviera pendiente de si superaba o fracasaba la Prueba.
Se detuvo frente a las puertas de la sala y sufrió un nuevo retortijón. Contuvo un gemido, apretó los instrumentos de escritura contra su pecho.
«
Puedo hacerlo. Lyn dice que puedo. Si no confío en mi misma, me quedaré estancada para siempre.»
Las ganas de salir corriendo amenazaron con superarla por un momento. Después respiró hondo y se obligó a avanzar: si no lo conseguía, lo intentaría de nuevo más tarde, cuando
ella se sintiera lista. No había dejado de dar la murga con que deseaba ser más fuerte, así que no debía escapar de los desafíos.
Cruzó el umbral y apretó los labios al ver a Ronin sentado en uno de los dos tronos. Lyn aguardaba no muy lejos y la invitó a sentarse frente a un pupitre colocado frente a los tronos. Junto a este había otro, ocupado por…
Frenó en seco al reconocer al odioso Derhe Yeno, a quien parecía haber traído Akio, que esperaba a su lado. Miró a Lyn murmurando un «¿en serio?» sin hacer ruido antes de tomar asiento. No sabía si sentirse más tranquila o no por su presencia. No le gustaba que estuviera en «su» Examen pero, por otra parte, se consoló diciéndose que no haría el ridículo sola…
Espera. Si fracasaba, ¿sería equivalente a quedar a la altura de Derhe Yeno?
Por suerte para ella, Ronin se incorporó y comenzó a hablar, evitando que sucumbiera a una nueva y potente oleada de pánico.
―
El Examen constará de tres pruebas. Tendréis que superarlas todas para aprobar y no conoceréis los resultados hasta el final del examen. Vuestros Maestros os supervisarán durante la mayor parte del tiempo, pero debéis afrontar este desafío en solitario y confiando únicamente en las capacidades y experiencias que os han guiado hasta aquí.Fátima tragó saliva y miró de reojo a Lyn. ¿Eso significaba que podía o no podía hacerle preguntas?
—
El camino hasta este Examen siempre es duro y largo, más de lo que nos gustaría, sobre todo en estos tiempos. El futuro no pronostica mejores expectativas; y es por eso que necesitamos de jóvenes, como vosotros, dispuestos a asumir los riesgos, a continuar luchando y a seguir llevando nuestro emblema, pese a los peligros que nos acechan, ahora más que nunca. Este será vuestro primer paso tras la meta, pero pronto comprobaréis que os esperan muchas más. Buscadlas. Y, sobre todo, buscadlas siguiendo a vuestro corazón.»
Que dé comienzo el Examen.Aspiró una bocanada de aire y volvió a mirar a Lyn, que se puso frente a ella y le entregó un folio. Percatarse del tic de la oreja de su Maestra y de que las manos le temblaban estuvo a punto de hacerla gritar de angustia. ¡Lo sabía, lo sabía, no estaba preparada, se habían precipitado, hasta Lyn debía reconocer que se había equivocado…!
―
La primera prueba es sencilla: responde de forma sincera y ordenada las siguientes preguntas. ¿Has traído algo para escribir? Puedo prestarte un bolígrafo. El tiempo máximo será de una hora, pero te sobrará. Siempre sobra.
—
N-no, no hace falta—farfulló, mostrándole el lápiz y la goma—.
Gracias.Desde que Lyn le dijo que iba a presentarla como candidata, Fátima se había pasado buena parte de las noches repasando lo que había dado en las clases, desde la historia de Tierra de Partida a toda la magia que Kazuki y los demás les habían enseñado. Era el único punto de todo el Examen que creía que podía aprobar sin miedo. O eso esperaba.
El problema era que se trataban de tres pruebas. Tres. ¿Y de verdad esperaban que terminara en menos de una hora la primera? ¿Serían preguntas cortas? ¿Cuánto iba a durar en total el Examen?
Lyn bajó la voz y dijo:
―
Puedes hacerlo, no es más que una chorrada de test, de cosas que ya sabemos por tus informes o que Ronin quiere comprobar antes de nombrar a nadie Maestro. Hazlo rápido para que podamos pasar a las auténticas pruebas. ―Antes de que Fátima pudiera responder o similar lo que había dicho alzó un poco la voz―.
Si Akio lo aprobó, cualquiera puede hacerlo. ―Akio gruñó y Fátima resopló, divertida a su pesar―.
Plantea ahora cualquier duda que tengas. No se podrá hablar en mitad de la prueba.Fátima se las apañó para sonreír, algo más relajada. Agachó la cabeza y leyó las preguntas. Su boca se fue abriendo poco a poco y se debatió entre gritar de alivio y preguntar si iba en serio. No por nada había dicho Lyn que era una «chorrada de test». La Maestra le recomendó que fuera sincera. No era lo que se había esperado y la había cogido completamente desprevenida pero… Tenía que tomárselo en serio.
—
No tengo preguntas—dijo en un susurro, mirando de reojo a Derhe Yeno y preguntándose si él ya habría hecho un Examen y cuáles serían sus respuestas.
―
Empezad.―
Buena suerte.
«Gracias» vocalizó sin hacer ruido.
—
¿Dónde pongo el nombre?―
¡Shh!Su sonrisa se amplió un poco sin poder evitarlo. Luego adoptó una expresión de concentración.
1. ¿Algunas vez has estado a punto de morir o has pensado que ibas a hacerlo? ¿Mereció la pena el riesgo en esa ocasión? ¿Has pensado cómo afrontarías de nuevo esa misma situación, o qué harías para que no se repitiera en el futuro?Entrelazó los dedos y se sorprendió al recordar todas las ocasiones en las que había rozado la muerte. Pensándolo bien, eran unas preguntas más duras de lo que esperaba. Se quedó un par de minutos dándole vueltas antes de coger el lápiz y ponerse a escribir:
He vivido numerosas situaciones en las que he estado a punto de morir. No todas merecieron la pena. La que más me ha afectado ha sido la que vivimos en Tierra de Partida o, más bien, el Castillo del Olvido hace pocos días.
Ahí el riesgo sí mereció la pena, sin lugar a dudas; era luchar con todo lo que teníamos o permitir que los Sincorazón invadieran nuestro hogar. Si no hubiera arriesgado mi vida puede que hubieran muerto más personas y probablemente yo habría estado entre ellas.
En cuanto a cómo afrontaría la misma situación… Estoy convencida de que haría lo mismo: me quedaría a luchar. A menos que fuera más útil para acabar con la amenaza en otro sitio, permanecería en mi puesto.
Para evitar que se repita algo así sólo puedo pensar en estudiar sobre las defensas que hemos tenido hasta el momento y buscar una forma de reforzarlas o añadir patrullas para evitar que nos vuelvan a coger desprevenidos.
Consciente de que sus respuestas eran vagas, pero que tampoco podía inventar un nuevo sistema de defensa que sustituyera al que habían tenido hasta entonces, pasó a la siguiente pregunta, que era peliaguda. Vaciló en varias ocasiones sobre si contar o no la verdad. Lyn le había recomendado que fuera sincera, pero dudaba que fuera a servirle de mucho decir que sí, que había querido matar. Que seguía planteándose matar a alguien.
Al final, sin embargo, se dijo que si no era capaz de ir con la verdad por delante frente a la gente a la que quería servir, no sería digna de convertirse en Maestra. Al menos no una que ella fuera capaz de respetar.
2. ¿Alguna vez has querido matar a alguien? ¿Por qué? ¿Crees que lo merecía/lo sigue mereciendo? ¿Volverías a actuar igual? ¿Aprendiste algo de esa experiencia?
Sí. Andrei Saavedra. Las razones son el daño que hizo a los chinos y que fue culpable de actos como…
Se detuvo. Estaba edulcorando la realidad. Tuvo que obligarse a borrar y reescribir.
Sí. Andrei Saavedra. Tengo muchos motivos. Creó a un clon mío del que se ha aprovechado en innumerables ocasiones. Provocó una guerra y me utilizó para dividir al ejército chino y condenar así a muchísimas personas. Torturó a amigas delante de mí. También me atacó de una forma que no puedo perdonar.
He deseado matarlo más de una vez. Puedo decir sin miedo que lo odio, pero que siempre ha sido demasiado fuerte para mí. No soy una rival para él o, al menos, no una rival que pueda ponerse a su altura por ahora. Es algo que quiero remediar cueste lo que cueste.
Si lo pienso seriamente, no sé si deseo que muera. Estoy enferma de ver muertos. Sí que quiero hacerle daño. Eso es lo primero que se me pasa por la cabeza cuando le veo.
No sé si volvería a actuar igual. Quizás, si un día soy más fuerte que él, pueda enfrentarme a Andrei sin tener que pensar en matarlo porque sabré que puedo detenerlo y que no tengo que recurrir a darle muerte para ello. Es decir, que mi seguridad o la de los que me rodean está garantizada.
Andrei me enseñó que sólo por tener una Llave Espada no era invencible, que hay enemigos mucho más difíciles que un Sincorazón, y que el poder en manos de la gente equivocada es terrible.
Podría haber escrito más pero se sentía terriblemente incómoda revelando todos aquellos pensamientos, casi era como ir a un confesionario por la fuerza. No le había dicho las cosas tan claras ni siquiera a Malik. Resistiendo las ganas de borrar, saltó a la siguiente pregunta.
3. ¿Alguna vez has asumido la responsabilidad en una misión o tarea (tanto dentro como fuera de la Orden)? ¿Te has sentido como una líder o ejerciendo una superioridad frente a otros? ¿Crees que lo hiciste bien? ¿Volverías a hacerlo?
Sí, en China y en alguna que otra misión. No, nunca me he sentido líder, aunque sí responsable de los demás por ser la aprendiza de más experiencia del grupo. Creo que en ocasiones lo he hecho bien, pero que no tenía la suficiente experiencia para ejercer el papel de líder de la manera más eficiente.
Si no hay nadie con más capacidades de liderazgo para dirigir a un grupo, sí, volvería a ponerme al mando, siempre que el resto del equipo lo aceptara.
«
Me van a suspender, joder.»
Continuó, apretando los dientes y dando gracias porque fuera la última pregunta. Maldijo por lo bajo al releerla. Habría preferido un examen sobre hechizos.
4. ¿Alguna vez has dudado o puesto en duda a la Orden? ¿Te parece que en ocasiones actuó mal o te avergonzó ser parte de ella? ¿Habrías hecho algo de haber podido? Si las respuestas anteriores han sido afirmativas, ¿por qué, aún con ello, continuaste tu camino de aprendiza?Sólo me he avergonzado por ser aprendiz de la Orden cuando no he podido ayudar a la gente o cuando he sentido que nuestros actos no eran suficientes para solucionar el conflicto que estábamos provocando/contemplando.
No, en realidad, ha habido más ocasiones en las que he puesto en duda a la Orden: cuando Nanashi me obligó a unirme, cuando he sentido que no se explicaba con la suficiente claridad a los que querían unirse lo que les esperaba ahí fuera. Cuando las dos Órdenes entraron en guerra abierta y cuando me descubrí haciendo cosas horribles por el bien de las misiones.
Todavía sigo preguntándome hasta dónde llega la ley de no-intervención, qué es correcto y qué no lo es. Si alguien que no es del mundo de Tierra de Dragones acicatea una guerra, ¿por qué no podemos intentar detenerla? Conozco la respuesta, pero sigue doliéndome saber que podríamos haber salvado muchas vidas si hubiéramos dado un paso al frente y descubierto la verdad. No creo que yo lo hubiera hecho, ya que la realidad es que estuvo en mi mano hacerlo y decidí obedecer las leyes de Tierra de Partida. Sigo sin saber si actué bien.
Continúo siendo aprendiz es porque creo en los ideales de Tierra de Partida, por mucho que considere que algunos deben cambiarse o por mucho que no esté totalmente de acuerdo con ellos. Quiero seguir aquí porque somos de los pocos que podemos evitar que la gente muera a las manos de los Sincorazón o que acabe dominada por personas que pueden trastocar los mundos.
Sigo aquí porque ahora considero Tierra de Partida mi hogar. Mi vida está aquí y ya no lo querría de otro modo.
Suspiró y se masajeó una mano antes de ponerse a repasar para asegurarse de que se había expresado bien y que no había faltas de ortografía.
5. Piensa en algún momento en el que Fátima haya tenido problemas con las autoridades, o con alguien superior a ella. ¿Cómo actuó y por qué?
No ha tenido problemas —directos, al menos que yo recuerde— ya que Fátima obedece a sus Maestros. Considera que son los que tienen experiencia y, por tanto, se les debe hacer caso y respetar.
Sí que se ha molestado por el comportamiento poco serio de Ronin o con Lyn por no confiar en ella para las misiones.
En la última trama de Quién teme al lobo feroz se encontró en un conflicto entre las órdenes de Ronin y Lyn. Ronin le había pedido que no dejara que Lyn se acercara al bosque y la Maestra pretendía ir hacia el mismo. Confiando en Ronin, pidió a Lyn que le dejara a ella lidiar con el problema y se sintió herida porque interpretó que Lyn pensaba que era débil. Ni entonces se enfrentó a ella de forma directa, sólo le pidió que confiara en sus habilidades.
En caso de NPCs, Fátima tiene la política de no llamar la intención y de tragarse sus opiniones. A menos que haya un enemigo amenazando su vida o la de sus compañeros de forma directa, en cuyo caso saldría a defenderlos. Esto ocurrió, por ejemplo, cuando quiso defender a Mulan frente a Shang (la autoridad del momento) y Andrei: estuvo más que dispuesta a atacarlo para evitar que matara a su amiga —aunque al final no hizo falta—.
6. Piensa en algún momento en el que Fátima mintió. ¿Cómo actuó y por qué?
En una de las primeras tramas de Tierra de Dragones, Fátima cubrió a Mulán aunque su padre les había enviado a ella y a Ronin a buscarla, y decidió mentir diciendo que no la había encontrado. Respetó su disfraz —aunque quedó casi claro que Ronin sabía que Fátima no le había dicho la verdad— porque se identificó con ella y creía que el sexo no debía ser un obstáculo para vivir la vida que uno considera correcta — también porque el género no debería interponerse en el camino de una persona—.
Generalmente miente por ayudar a otra persona o por el bien de la misión, otra cosa es que le salga bien decir una mentira.
7. Piensa en algún momento en el que Fátima quiso proteger a alguien a toda costa. ¿Cómo actuó y por qué?
En la trama de The Game Never Ends Fátima intentó proteger a Clío a pesar de que ella la atacó. Se esforzó por no hacerle daño e incluso se la llevó consigo —tras haberla dejado inconsciente— porque no quería dejarla tirada aunque era peligrosa tanto para ella como para Light. Poco después le gritó de todo a Andrei cuando este las capturó, porque no podía soportar la idea de que siguiera manipulando y haciendo daño a Clío. Gritar así, teniendo en cuenta que Andrei controlaba su cuerpo, es una locura pero estaba demasiado furiosa como para no intentar alejarle de Clío aunque fuera con insultos.
Vamos, que puede ponerse en peligro —y a los que la rodean, sin darse cuenta, como el caso de Maya cuando Andrei las capturó— cuando se desespera por proteger a alguien.
8. Piensa en algún momento, al final de una misión o tema, en el que Fátima no estuviera satisfecha con los resultados obtenidos. ¿Cómo actuó y por qué?
Al final de las tramas de China Fátima estaba muy, muy insatisfecha y destrozada. No se opuso a las decisiones de Ronin, sino que se culpó a sí misma. Es su forma de ser; llora cuando no puede más y trata de razonar la realidad para asumirla, aunque la sobrepasen a menudo las emociones. Se lo traga todo, como al final de la trama de Los muertos no cuentan cuentos, cuando Ronin tomó una decisión con la que ella no estaba completamente de acuerdo.
Una vez hubo terminado le hizo una señal a Lyn con un nudo de nervios en la garganta y unas preocupantes ganas de vomitar.