Grupo de Ronin y Ryota —
¿En serio te acuerdas? —preguntó Ronin ante el comentario de Ragun, sorprendido—
. Viniendo de ti, es todo un halago. A ver qué has aprendido en todos estos años, ¿eh? Felipe, por su parte, forzó una sonrisa tensa cuando el joven Maestro se le acercó, y correspondió a su saludo con la cabeza.
—
Buena suerte, pues, Ragun. Las formas de Ragun no habían sido las más adecuadas, pero el príncipe no se lo reprochó. Actitud que pareció cambiar cuando, ya en el Reino de la Oscuridad, aprovechó para contarles a todos acerca de lo peligroso que podría resultar para todos que él se acercara a Xihn. Ryota frunció el ceño.
—
¿No deberías haber pensado en eso antes de venir al frente? —le reprochó.
—
Si las cosas se tuercen, ten por seguro que intervendremos, Ragun —dijo Ronin antes de darle tiempo a replicar. Al igual que Ryota, no parecía nada contento, pero estaba dispuesto a darle el voto de confianza. Felipe los miró de reojo sin decir nada—
. Tomaremos las medidas necesarias. La misión es lo primero. Cuando los Sincorazón aparecieron, resultó que Ragun estaba en lo cierto. Las Neosombras no suponían un problema para ninguno de ellos. Láseres, rocas, espadazos. Daba igual cuántas vinieran a por ellos. Ronin y Ryota podían permitirse más magia, y literalmente destrozaban todo a su paso. Felipe no se quedaba atrás. El Príncipe desprendía una luz tan intensa que, si bien a ellos no les hería, desintegraba a los Sincorazón que entraban en contacto con él.
Era imposible que Xihn no se diera cuenta de lo que ocurría. Ni él ni cualquiera que se encontrara en el Reino de la Oscuridad.
Parecía que el plan había tenido éxito. Cuando las puertas empezaron a abrirse, las Neosombras huyeron despavoridas. Por un momento, calma. El silencio que precedía a la tormenta, a una tormenta que quizás podría poner fin a todo.
Lo que esperaba tras ellas no fue Xihn. Fue el principio de la tormenta.
Ryota dio un paso al frente, pero no para ir a por el joven. Ni siquiera le miraba. Su mirada estaba puesta sólo en su compañero.
—
Ronin... Ronin, no lo hagas. Pero Ronin no le escuchó.
—
¿Cómo? ¿Cómo puede estar ése aquí? ¡¿Por qué no está muerto y pudriéndose en el infierno?! Le temblaban las manos. De miedo, de ira, no sabrían decirlo. Su voz era una mezcla de ambos.
—
Inquietante, ¿verdad? —preguntó Aaron con una sonrisa burlona—
. ¿Qué se siente, Ronin? ¿Qué se siente al saber que habéis llegado tan lejos pero seguís sin entender nada? —
Silencio. ¿Qué haces aquí? —
Bueno, habéis —¿cómo lo diría?— llamado a la puerta. Fuerte, además. ¿Qué vais a hacer ahora, me pregunto?
»¿Vais a entrar, ir a por Xihn y dejar que os humille, os destroce, os aniquile, os mate a todos? ¿Pensáis de verdad que tenéis una mínima posibilidad? Sería el fin de la Orden. ¿Es eso lo que queréis? Ragun:
VIT: 200/200
PH: 85/92
Malik:
VIT: 138/138
PH: 58/58
Xefil:
VIT: 40/40
PH: 46/56
* * * Grupo de Nithael —
No podemos correr el riesgo de exponernos tan pronto —dijo Alanna. De acuerdo con ella, Celeste asintió con la cabeza—
. Si Xihn nos descubre antes de que los demás grupos puedan hacer nada… Iré yo delante para asegurar el camino, si os parece bien a todos. —
Sí, pero antes... ¿de verdad eso es agua? —Zel ladeó la cabeza pero terminó por encogerse de hombros—
. Dejad que lo compruebe antes, por favor. Es el castillo de Xihn, después de todo. Podría ser veneno o algo por el estilo. —
Ten cuidado—le pidió Nithael, con las alas medio desplegadas, preparado para arrojarse a ayudarla si la superficie resultaba ser dañina.
Celeste descendió al agua y comprobó que era simplemente agua negra y sucia. Muy caliente, eso sí. Cuanto más hundía las piernas, más fuerte era la corriente, pero por suerte no les llegaba más allá de la cintura a las chicas. Nithael arrugó la nariz y se quedó revoloteando con esfuerzo para no tener que entrar en contacto con la superficie. Zel bajó de un ágil salto. Era tan delgado que apenas sí salpicó, pero terminó por aferrarse a Celeste y a Alanna para que la fuerza del agua no lo arrastrara. Una vez dentro del túnel, se escurrió el pelo con una mueca de asco, pero sin dejar que una sola protesta escapara de sus labios.
Nithael tuvo problemas para entrar a la cloaca, porque sus alas eran demasiado anchas para que pudiera pasar de perfil entre las barras. Al final, con todo, logró chapotear al interior mientras mascullaba para sus adentros y dejaba a su paso un rastro de plumas negras hundiéndose en la negra agua. El olor era potente y pegajoso, pero al menos no hacía demasiado calor ni parecía que hubiera vida de ninguna clase por los alrededores. De momento. Quién sabía lo que podría provocar el Caos.
—
No—dijo Zel si alguien intentaba invocar algo de luz, porque la cloaca se perdía en una profunda negrura—.
Yo os ayudaré a ver. Y, acto seguido, pudieron ver en medio de la penumbra. Era como si existiera una luz de la que nunca habían sido conscientes y que dejaba el mundo sumido en colores fríos pero no muy agresivos. Zel marchó al frente, todavía protegiéndolos con su influencia, y pudieron ver cómo a su paso se retiraba una oscuridad mucho más densa y sucia.
Durante unos minutos avanzaron contra el agua sin problemas… Hasta que el camino se dividió en tres. Zel se acercó al del medio con el ceño fruncido y murmuró que, al cabo de un rato, parecía ascender.
—
Pero… ¿hay algo?—Se puso tenso—.
¡Algo se acerca! —
¡Atrás!—Nithael tiró de Zel en cuanto vio que quería lanzarse a atacar e invocó su Llave Espada. Hizo un gesto a las chicas para que también se prepararan, pero no amagó para arrojarse contra la presencia que chapoteaba hacia ellos con lentitud.
—
¿Nith? El ángel bajó la mano con la que había detenido a Zel con terrible lentitud. Siguió, con todo, enarbolando la Llave Espada. Se había puesto pálido. Balbució algo, pero ninguna entendió qué palabras eran.
El desconocido dio unos pasos y se mostró por completo. Era un muchacho joven, atractivo, con un aire melancólico, preocupado y frágil. Era corpóreo, pero una delicada aura azulada lo envolvía y despedía polvo de luz a su paso. Solo en sus pies se notaba cierta transparencia.
Un alma… O un fantasma.
—
¿Gabriel?—consiguió decir al final Nithael.
Zel dio un paso al frente, desconfiado, pero terminó por encogerse de hombros. No parecía un Sincorazón y tampoco una ilusión, así que prefirió quedarse a la espera
Nithael dio unos pasos vacilantes mientras Gabriel lo contemplaba en silencio. Al final tendió una mano y, para su sorpresa, pudo tocar la cara de su amigo. Hasta le recogió algunos cabellos tras una oreja.
—
¿Eres tú… de verdad? —
Siempre me recogías así el pelo y me decías que me lo cortara, que un día me explotaría un hechizo en la cara si no veía bien. Y yo te decía que deberías dar ejemplo—respondió este con una sonrisa—.
Siempre me arrepentiré de esa vez que te corté el pelo, Nith. No te quedaba bien y… Nithael no permitió que terminara y lo atrapó en un abrazo. Gabriel se lo devolvió en silencio y no vieron su expresión porque Nithael era bastante más alto y sus hombros ocultaron al muchacho.
—
¿Qué haces aquí? —preguntó Nithael en cuanto recuperó la voz.
Gabriel se separó haciendo un esfuerzo. Se pasó una mano por la cara y sacudió la cabeza.
—
Xihn está perdiendo el control, por eso hemos podido escapar alguno Yo fui el primero, porque ya había tomado el control otra vez, y pude sacar a tres más. No sé cuánto aguantaremos en medio de este Caos y Oscuridad. Casi no me creo haber podido llegar hasta aquí. Pensaba salir a buscaros fuera del reino de la oscuridad pero… ¡No esperaba que ya estuvierais aquí! Hasta pensé por un momento que sería cosa del Caos o que nunca había logrado escapar de Xihn. Zel soltó un sonido de incredulidad, no tanto porque no le creyera como por su aspecto. Lo repasó con la mirada y espetó:
—
Te estás deshilachando poco a poco. ¿Cómo pretendías escapar del reino de la oscuridad? Gabriel se miró las manos y se darían cuenta de que parecían algo más transparentes que antes. El joven sonrió con tristeza.
—
Teníamos que intentarlo. Xihn… Xihn se está perdiendo a sí mismo. Se está consumiendo. Ha empezado a devorarnos para intentar mantener la cordura, cuando antes siempre nos guardaba para utilizar nuestras habilidades o recuerdos. Era intentarlo y morir o… morir sin hacer nada. ¿Eres uno de los niños? Los vi en sus recuerdos. Xihn siempre… Oh. No. Ahora ya no importa. Lo siento. Zel meneó la cabeza con los labios apretados, pero le apartó la mirada a Gabriel. El joven estudió a Nithael y luego a Celeste y Alanna.
—
Estáis aquí para acabar con Xihn, ¿verdad? Pero ahora es demasiado fuerte para vosotros. Puedo… Puedo ofreceros mi poder. Llevará un tiempo inestimable y no sé cómo pretendéis organizaros pero… Si estáis dispuestas, lo siento Nithael, no creo que la Oscuridad te sintiera bien, estoy dispuesto a fusionarme con una de las dos y que podáis usar mi capacidad a placer. —
¿A qué te refieres? ¿Qué poder? —
Oscuridad. Liberación. Podríais… arrancarle más corazones a Xihn y debilitarlo. Porque aunque esté perdiendo el juicio, es tan fuerte que podría mataros de un suspiro, en especial ahora que no tiene cuerpo que reprima sus poderes.Grupo de Nanashi Nanashi empezó a trepar la primera, seguida de Saeko y luego de Eve y de Saito.
—
Vamos a buen ritmo. Y parece que todo está saliendo bien. Eve ni se molestó en reprimir un bufido.
—
¿Siempre eres así de positiva o dices eso para tentar a la suerte? —preguntó, sarcástico.
Saito habló en ese momento. Entretenido como estaba en sus pensamientos, no se había dado cuenta de que Nanashi no esperaba a nadie, pero logró atraer la atención de todos.
Pero cuando Nanashi alzó la mirada, lo que fuera que Saito había visto ya no estaba. La mujer guardó silencio un momento.
—
¿Algo raro? —repitió, un tanto irritada por la ambigüedad de su descripción—
. Sigamos subiendo. Estad preparados para cualquier cosa. Confío en que lo que Saito ha visto era real. —
Ronin nos contó que teníais aprendices... peculiares. Raritos. Que oyen voces y cosas por el estilo. El tono de Eve demostraba que él no compartía la confianza de Nanashi, pero al menos tuvo el respeto de no cuestionarla directamente. Ella no le contestó. Ante la pregunta de Saito, el niño se encogió de hombros y se limitó a decir:
—
Nada fuera de lo común. Caos. Oscuridad. La que desprendéis vosotros dos es más intensa, así que Xihn seguro que no es. Tranquilizador.
Siguieron escalando hasta lo más alto. La torre, ahora inclinada casi en horizontal, se extendía durante unos quince metros hasta los primeros tejados. Formaba un pasadizo lo bastante ancho como para que pudieran pasar de dos en dos.
Nanashi se alisó la falda y empezó a andar. El silencio era casi total. Había un zumbido en el aire, como si algo cortara el viento. Como si...
—
¡Nanashi! ¡A tu derecha! La Maestra proyectó un escudo en el último segundo. Fue lo que les salvó de caer, empujados por la onda expansiva que el hechizo había causado. ¿O era por las propias alas del...?
¿Ángel?
La criatura se plantó delante de ellos, batiendo las inmensas alas blancas. Extendidas, les tapaban casi toda la visión del castillo.
Sin darle tiempo a volver a atacar, Nanashi disparó un relámpago que le atravesó limpiamente el pecho. Ante sus miradas, el agujero que había dejado se rellenó de tinta y reformó al ángel de nuevo sin que demostrara sentir una pizca de dolor.
—
Karel —gruñó—
. Va aprendiendo. —
¿Detener a Karel ayudaría a matar a esa cosa. —
En teoría sí. ¿Dónde podía estar? ¿Por ahí cerca? ¿Quizás en el castillo, observándoles?
Con un destello de luz blanca, Garuda descendió del cielo y elevó a Nanashi por uno de sus brazos.
—
¡Proteged a Eve! —les gritó antes de alzar el vuelo. Invocando la Llave Espada, Maestra y eidolon se arrojaron contra el ángel de tinta. La criatura ascendió para perseguirles.
«Proteger a Eve», era la orden. ¿Pero qué quería decir con eso? ¿Que debían aprovechar su distracción para seguir hasta el castillo? ¿Y si Karel enviaba otra criatura tras ellos? ¿O a por Nanashi? Estaban luchando en
su territorio. Puede que simplemente debieran luchar junto a ella con Eve, ya que con ella avanzarían más seguros...
Eve, por su parte, miraba a Saito y a Saeko incluso más perdido y asustado que ellos. La decisión tendría que ser de los Caballeros.
Saito:
VIT: 120/120
PH: 60/60
Saeko:
VIT: 84/84
PH: 58/58
* * *Grupo de Lyn Lyn miró a Fátima durante un momento que a la Maestra se le hizo eterno. Un asomo de duda cruzó por sus ojos.
—
De acuerdo —dijo, sin embargo. Acomodó a Ruz en su espalda y la dejó marchar sin poner pegas—
. El resto, ¿conmigo? Fátima no se entretuvo en escuchar sus respuestas, pero Dos se adelantó para ir tras ella. Lyn enarcó las cejas, pero Hiro fue más rápido en tratar de disuadirla. No tuvo éxito. La mujer loba siguió a Dos con la mirada, frunciendo los labios tan preocupada que casi se le olvidó dónde estaban y por qué.
—
Vamos, Hiro, Kairi. No hay tiempo que perder. Ruz, agárrate fuerte. Vamos a necesitar un milagro para sortear a Andrei sin que se dé cuenta... Lyn se preparó para correr.
* Andrei frenó en seco cuando Fátima y Harun alzaron el vuelo casi en su cara. Durante un instante, el desconcierto fue precioso. Pero pronto dibujó una sonrisa burlona, y todo rastro de sorpresa desapareció.
—
Vaya. Mira qué ha traído el gato. Lyn, Kairi y Hiro, con Ruz medio escondido entre la melena de la Maestra, salieron corriendo entonces. Andrei empezó a girarse hacia ellos, pero una flecha amenazó con atravesarle los pies.
Y luego otra, y otra más...
Andrei viró y las esquivó todas con la gracia de un bailarín. Cortó la última limpiamente por la mitad con un lanzamiento de naipes que, además, alcanzaron el cuello de Harun. El dragón rugió, aunque se trataba de una herida superficial, y Andrei soltó una risita. Dejó de perseguir al resto.
—
¿Y ya está? —preguntó—
. ¿Qué pasa con el despliegue de magia de colorines, las chicas mágicas y demás? No te contengas, por favor. Dos, que tenía problemas para seguirle el ritmo a un dragón, aprovechó ese momento de distracción para gritar con la voz de Karel, pero algo no surgió como esperaba.
Su enemigo apenas se inmutó. Cuando la droide se abalanzó sobre él, la atrapó con facilidad agarrándola por la cabeza. La desarmó de un rodillazo y la sujetó como a un escudo.
—
Idiota —le susurró Andrei, molesto de verdad—
. Karel está al otro lado del castillo. ¿Es que de verdad pensabas que esta tontería iba a funcionar? Con la vista puesta en Fátima, Andrei invocó sus naipes de nuevo y rozó con ellos el cuello de Dos. Puro teatro, claro —era una droide de metal—, pero los tres sabían con certeza que, si quería matarla en ese preciso instante, nada se lo impediría. Irónicamente, la carta que Dos vería si bajaba la mirada no era otra que la del Joker.
—
¿Juguetes, Fátima? Qué bajo has caído. Esperaba que esto fuera a ser de otra manera. Me siento decepcionado. Si Dos trataba de forcejear, o si Fátima iba a moverse, Andrei les espetaría:
—
Quietas las dos. No quiero ver ninguna habilidad. De hecho, vamos a hablar un ratito, ¿vale? Me gustaría entender qué planeáis trayendo aquí a los hijos de Xihn... porque intuyo que están los tres. —Entrecerró los ojos—
. No me digáis que os habéis rendido, ¿o sí? La idea parecía encantarle. Puede que incluso demasiado. ¿Por qué? ¿Es que ni él mismo veía asegurada la victoria de Xihn?
—
Hagamos de esto un juego —propuso—
. ¿Y si rompo una pieza de este muñequito por cada respuesta que no me convenza? ¿Eh? ¿O utilizo un poco de Caos? No estoy seguro. ¿Sugerencias? * —
¿Estarán bien? Ya no veo al dragón. Lyn frenó de una derrapada y volvió la vista atrás. En todo ese tiempo, se habían alejado mucho de Andrei, Fátima y Dos, y el propio camino se interponía entre ellos y la ciudad. La Maestra miró a Hiro y a Kairi, que sin duda estarían agotados tras la carrera, y accedió a concederles un descanso. Al fin y al cabo, ya estaban delante del castillo. Mejor recuperar todas las fuerzas.
—
Vamos a confiar en ellas, ¿de acuerdo? —Bajó a Ruz y le dio un toquecito en la punta de la nariz—
. Que no veamos al dragón no significa nada. Seguro que lo tapan los árboles, eso es todo. Aunque sonaba convencida, Lyn les clavó una mirada desesperada a los Caballeros, pidiendo —pidiendo, sí— que intercedieran para que el niño se sintiera mejor.
Hablaran o no, la Maestra volvió a dirigirse a Hiro:
—
Ha sido muy bonito lo que le has dicho antes a Dos —confesó—
. Ojalá te hubiese hecho caso o, al menos, recapacite pronto. Se dio la vuelta.
—
Valoramos esa clase de actitud entre los Maestros. Con un poco de tiempo, quizás... Espero que pienses en ello. —
¡Lyn! ¡Lyn! ¡Mira! Ruz señalaba un punto detrás de Kairi. La Maestra se volvió de inmediato, Llave Espada en mano.
Sus ojos se abrieron como platos. Todo un seguido de emociones pasó por ellos en un momento. Terror, confusión, incredulidad, ira. Una tormenta en comparación con los rojos en calma de
ella.
—
¡No! ¡No puedes...! ¡No tienes cuerpo! —
Me confundes con Xihn. No te equivoques, niña, yo ya no soy más que Chihiro... y he tenido que morir para ello. Era tal y como la recordaban del Castillo del Olvido. Pálida, demacrada. Más humana de lo que la habían visto en muchísimo tiempo, de no ser por el etéreo brillo plateado que la envolvía y el hecho de que fuera translúcida.
Pero no podía ser ella. Su cuerpo había sido destruido, y también su mente tras haber sido parasitada por Xihn. Chihiro llevaba muerta mucho tiempo. La única explicación era que los fantasmas existieran en el Reino de la Oscuridad, pero... ¿era eso posible?
Chihiro, a pesar de todo, parecía muy corpórea. Percibiendo la hostilidad de Lyn, que se había interpuesto entre ella y Ruz, se revolvió.
—
No tenéis tiempo para esto, ¿me equivoco? —dijo, irritada—
. Ahórrate las bravuconadas. Puedo ayudaros a derrotar a Xihn, pero tenéis que dejarme. Conozco este castillo como la palma de mi mano, os puedo conducir adonde queráis... y proporcionaros armas efectivas contra él. —
Demuéstralo. Chihiro rió sin ganas, y su melena plateada le cubrió los ojos.
—
¿Acaso puedo? Vais a tener que confiar en mí. Creedme, ni siquiera ahora que ha perdido mi cuerpo y mi poder sobre el tiempo tenéis posibilidades. No soy la única que se ha dado cuenta, y los pocos que no nos hemos consumido estamos intentando echaros una mano. Si alguien quiere de verdad vengarse de ese monstruo, esa soy yo —sentenció.
¿Confiar? ¿No confiar? Tenía el aspecto, la voz e incluso la actitud de Chihiro, pero ¿qué les aseguraba que no era una trampa orquestada por Karel o Andrei, o incluso por el propio Xihn? ¿Había alguna forma de descubrirlo?
Si decía la verdad, podían ganarse a una aliada muy poderosa. Si se equivocaban, podían perderlo todo.
Fátima:
VIT: 32/32
PH: 100/100
Dos:
VIT: 33/40
PH: 38/38
Kairi:
VIT: 40/40
PH: 52/52
Hiro:
VIT: 28/28
PH: 54/54
* * *Fecha límite: viernes 1 de junio
Faltas:
Helco: I
Zero: I (justificada)