Emocionado y confuso, así me encontraba. Por una parte, por fin se me presentaba ante mí la tan anhelada arma; días soñando con poseerla, con tenerla en mis manos y utilizarla a mi antojo. Por la otra, no podía evitar algo de decepción: ¿una llave? ¿Todo para aquello?
Pero me mantuve callado, asimilando la forma del arma. Sí, quizás el aspecto de una llave no fuese el más adecuado para un arma tan temible. Quizás no fuese ideal para atemorizar enemigos con tu sola presencia. Pero era EL arma, por fin la tenía ante mí. El murmullo de Ronin solo me hacía desearlo más en vez de echarme atrás. Mis ojos estaban clavados en ella.
Apenas tardé unas milésimas en tomar el arma y sujetarla. Casi parecía que brillaba ante mí, reflejando la luz en los cristales de mis gafas. Me mordí el labio inferior, deseoso de poder usarla pronto.
—Finalmente... —no pude evitar susurrar—... Es mío...
La llamada Llave Espada desapareció en un flash, desvaneciéndose de entre mis manos. Pero no me preocupé; algo me decía que era normal, y que mi arma estaría segura allí adonde hubiese ido.