El joven asintió con la cabeza, y extendió su mano frente a él. Cerró los ojos e intentó visualizar el arma que acababa de ver, como llamándola desde lo más profundo de su corazón. Desde el momento en que había tocado el arma de Akio notaba una especie de calor, de luz en su interior; esta sensación le sirvió de confirmación para saber que realmente era un portador. Sin embargo, deseaba ver materializada su nueva fuerza.
Así, imaginando el nuevo poder que albergaba hecho realidad, invocó su Llave Espada, que apareció con un fuerte resplandor. Un gran arma de filo plateado y mango amarillo estaba ahora en su mano. Miró el arma con orgullo, sintiéndose realizado de algún modo.
Tras mirar al maestro, hizo desaparecer su arma y afrontó su nueva realidad. Era hora de irse de aquel sitio donde, a pesar de no tener una gran cantidad de lazos, sí tenía algunos. No podía irse sin decirle nada a su madre, ni a su mejor y único amigo en aquel pueblo.
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Hay gente de quien debo despedirme —Murmuró, únicamente, mirando al suelo. Se sentía triste por tener que dejarles atrás, naturalmente. Pero no iba a abandonar aquella oportunidad.
Hitori echó a correr hacia el pueblo. Se despediría primero de su amigo, aunque no pensó en la razón de esto. Simplemente deseaba hacerlo.
Tras recorrer largas calles, llegó a la plaza, donde supuso que estaría su amigo, practicando ese Struggle que a Hitori no acababa de gustarle. Pelearse con la gente, aún de forma amistosa, no le entusiasmaba.
Como supuso, Ben, un joven un par de años mayor que él, de pelo corto y negro, alto y fuerte, estaba ahí, luchando con toda su energía contra otro pueblerino. Esperó a que terminase, admirando la final victoria de su amigo, para llamarle, poniendo su mano en el hombro de Ben.
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Anda, ¿has venido a ver cómo lucho? —Ben sonrió, alegrándose de ver al joven de pelo castaño, que rara vez iba a ver sus entrenamientos. Sin embargo, pronto advirtió la triste expresión en el rostro de su amigo—.
¿Estás bien, Hitori?Éste se limitó a abrazar a su amigo de repente, sorprendiéndole. Ben se limitó a devolverle el abrazo, intentando animar a su amigo. Tras unos segundos, Hitori se separó lentamente y miró a los ojos castaños de Ben, sin decir nada. Se sentía incapaz de despedirse, pero debía hacerlo. No podía irse sin decir nada.
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Debo irme durante un tiempo... —Murmuró, finalmente. Ante la expresión de extrañeza del otro, cogió su mano—.
No es para siempre. Voy a volver pronto, te lo prometo. Y cuando vuelva... comeremos helados y haremos una batalla de Struggle...Las lágrimas empezaron a brotar de los ojos de Hitori, incapaz de aceptar que debía dejar atrás a su querido amigo. Esperó que Ben le impidiese ir, que le dijese que no iba a ir a ningún lado. Sin embargo, la reacción de éste le sorprendió. Se sacó el anillo plateado que siempre llevaba en su dedo corazón, y lo puso en la mano de Hitori, cerrándola con la suya.
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Sé que volverás. Y tendrás que devolverme mi anillo —Dijo, intentando poner una sonrisa, a pesar de que su rostro indicaba las ganas de llorar junto a su amigo—.
Hazte fuerte si no quieres que te dé una paliza en tu primera batalla de Struggle, ¿eh?Hitori rió levemente y asintió, abrazando de nuevo a Ben. Tras separarse, caminó lentamente hacia atrás, sin dejar de mirarle, para finalmente correr en dirección a su casa, que no volvería a ser su hogar.
Miró la puerta de su casa. Tenía miedo de abrirla, de estar por última vez en mucho tiempo en aquel sitio. Pero no quedaba más remedio. Desanimado, abrió la puerta, sujetando el pomo con la mano donde ya lucía el anillo que le había cedido Ben. Al abrirla, sólo vio oscuridad.
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Ya he llegado —Dijo, alzando la voz. Sin embargo, nadie contestó. Hitori supo al instante que su madre había salido, seguramente a trabajar. Era tarde para esperarla, no podía demorarse más. Cogió una hoja de la mesilla de la entrada, y escribió una nota para su madre. No era el método más bonito, pero sí era lo suficientemente efectivo.
"Muchas gracias por todo. Hay algo que debo hacer, y cosas que debo descubrir. Pero volveré, mamá, lo prometo. Te quiero - Hitori"
Tras escribir esas palabras, las lágrimas volvieron a asomar en sus ojos, resbalando por sus mejillas y cayendo sobre el papel. No había vuelta atrás, todo estaba decidido.
Salió de su viejo hogar y se dirigió raudo al bosque, donde imaginó que su maestro le estaría esperando.
Un poco largo, ¿no? Espero haberlo hecho todo bien y no haberla cagado xD