[Prólogo] Silencio

Aquí se encuentran los inicios de los primeros jugadores del rol que vivieron de primera mano todo lo sucedido antes de la aparición del bando de Bastión Hueco. Jóvenes e inocentes aprendices...

Re: [Prólogo] Silencio

Notapor Zee » Lun Feb 06, 2012 12:59 am

Bajamos juntos la escalinata que antes subí tan apresurado, esta vez de una manera tranquila, serena y un tanto relajante. Con el brazo de la dama Nanashi tomando el mío, mientras se sujetaba el vestido para no pisarlo al bajar en una expresión de elegancia, sentí que me dirigía a uno de tantos bailes que frecuentemente presenciaba sin realmente pasarme por la pista de baile... aunque esta vez, como un participante, acompañado por una fascinante mujer. No en la situación en que lo había imaginado, pero sin duda alguna aquella escena se quedaría grabada en mi memoria.

Y luego, la desconocida alzó una pregunta que tal vez, en el fondo de mi alma, estuve esperando que hiciera. Inquirió si me gustaría acompañarla, indicando que sería demasiado peligroso dejarme allí, solo, rodeado de aquellos seres sin corazón. Me ofreció ir con ella, lejos del castillo, lejos del reino... inclusive, si las leyendas eran ciertas, tal vez más allá de este mundo entero. ¡Tantas posibilidades! ¡Tanto conocimiento: libros que leer, personas que conocer, paisajes que ver! ¡Tantas cosas por hacer!

Y sin embargo, "el fondo de mi alma" es algo bastante profundo, cubierto por capas y capas de, entre tantas cosas, sentido común, empatía y altruismo. Había muchísimas cosas que eran más que importantes comparadas con mera curiosidad infantil. Entre ellas, por supuesto...

Hmmm...—murmuré, deteniéndome en la entrada de la sala del trono. Nanashi, todavía tomándome del brazo, me imitó, pues no podía continuar sin mi respuesta o sin que me moviera. No volteó a verme cuando dejé de andar, no obstante, por lo que aproveché la oportunidad presentada.

Y sin embargo, me ocupé de contestar a su pregunta antes de hacer cualquier cosa:

La respuesta es no.

Un ágil giro sobre mis talones y un leve tirón y me liberé del brazo de Nanashi. Usando el mismo impulso, me di media vuelta y tomé con fuerza a la mujer de la cintura, desde atrás. Simultáneamente, mi mano izquierda se deslizó hasta mi cinturón y asió con fuerza la empuñadura de mi daga, luego alzándola hasta que la punta acarició la delicada piel de aquella dama.

Pensé que seguramente se preguntaba qué demonios intentaba hacer, fingiendo amabilidad en un principio y después levantando mi arma contra ella. Evidentemente, aquello era simple diplomacia. Antes de que pudiese articular palabra alguna, me permití decir:

Ahora escúchame, Nanashi —comencé, tuteándola por primera vez—.Quiero que me veas a mí y luego te veas a ti. Después mira a este desolado reino. Y luego vuélvenos a mirar a nosotros dos. ¿Qué ves? Porque yo veo un par de... peculiares personas. ¡Despiertas! ...en un castillo sumido en un inquebrantable sueño. ¿Por qué? ¿Qué sé yo? Yo, nada...

>>¿Pero tú, Nanashi?
—cuestioné apresuradamente, deslizando un poco mi arma en su cuello, para poder terminar antes de que pudiese tomar acciones al respecto—. No me has dicho todo. Te he contado lo que sé, que es poco, pero te lo he contado. ¿Y tú? Lo lamento, Nanashi, pero no puedo confiar en nadie con semejante facilidad. Y menos a sabiendas de que eres la única persona además de mí que se las arregló para romper el hechizo.

>>Dime lo que quiero saber. ¿Quién o qué eres? ¿Qué haces, o para o con quién trabajas? ¿Por qué luchar contra estos... Sincorazón? ¿Qué razones tienes para llevarme contigo?


Con otro giro de muñeca, di la vuelta a mi daga y, mientras liberaba a Nanashi, quien no había tenido tiempo de forcejear o responder ante mi raudo discurso, se la acomodé en uno de los listones de su vestido, entregándole así mi único modo de defensa. Francamente, todo aquello había sido un simple acto (¡diplomacia agresiva!). No me iba a permitir perder a la única persona que podía darme respuestas. Tenía que confiar en mí tal y como yo confiaba en ella... ciegamente.

Estoy escuchando...
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Re: [Prólogo] Silencio

Notapor Nell » Mié Feb 08, 2012 12:26 am

Por primera vez, Nanashi no pareció en absoluto satisfecha con la arrogancia y tenacidad del joven, que osaba hablarle de cualquier manera, siendo de noble cuna (como él le había dicho), como un niño maleducado cualquiera, a ojos de la dura Maestra.

En el momento en el que la daga se deslizó por su vestido, Nanashi la recuperó con un ágil movimiento, digno de una mano experta, y le tendió nuevamente el mango a Xefil. Durante aquellos cruciales segundos, podían suceder dos cosas: o que el chico se negara a recuperar lo que la Maestra le ofrecía, o que volviera a tomarla. En el primer caso, Nanashi no tendría ningún reparo, pues, en tirarla al aire para que cayera al suelo, enfrente suya; sino, simplemente se la devolvería.

Entonces, no confíes en mí —decretó. Bajo aquellas palabras había una furia muy poco vista en la Maestra—. No confíes en la única persona que te ha ofrecido ayuda, una solución o una alternativa al gran problema que afecta a este reino. Porque no eres tú quien debe depositar en mí su confianza. Todo lo contrario.

Se encaminó con calma hacia la puerta de la entrada, abriéndola ligeramente, antes de volverse de manera teatral hacia el joven.

Guárdate tus preguntas. No necesitas conocer las respuestas si vas a quedarte aquí. Como guardiana de la armonía, tengo deberes en este reino, así que, tarde o temprano, confío en acabar dando con la solución para levantar el maléfico hechizo que asola a este mundo. Espero que para entonces continúes vivo, Xefil.

Traspasó la puerta y salió al exterior, cerrándola tras de sí, dejando nuevamente solo al joven, con las mismas preguntas y el mismo dilema en su interior, en una habitación repleta de personas que, plácidamente, dormían en el suelo como bebés. Una sala llena... y a la vez vacía.
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Re: [Prólogo] Silencio

Notapor Zee » Mié Feb 08, 2012 2:29 am

¿La he cagado? —me dije ensimismado, contemplando con curiosidad la furia que reflejaban los ojos de aquella mujer. Desaprobando mi amenaza, tomó la daga que había dejado en el vestido y, en vista que no tenía intención de recuperarla, la soltó, provocando que cayera con un sonido ahogado en la alfombra real.

Un punto más que analizar sobre aquella extraña dama: no toleraba las faltas de respeto y la arrogancia. Sonreí para mis adentros, aunque externamente le mostré una falsa mueca de furia. Aún tenía oportunidad de salvar esta situación si golpeaba los puntos precisos. Tendría que hacer algunos sacrificios más, sin embargo. Esto, no obstante, era muchísimo más arriesgado, a sabiendas de que ya había perdido el primer asalto. Había apostado la poca confianza que Nanashi podía tenerme y un boleto de oro para investigar la maldición del castillo desde otro lugar que no fuese su simple biblioteca.

Y no sólo eso... la oportunidad de conocer lo que se hallaba más allá de aquel reino encantado; la oportunidad de saber si las leyendas y cuentos infantiles tenían una hebra de sanidad detrás de ellos y si realmente, como decían los mitos, cada estrella era un mundo. Una completa estupidez me hubiese parecido en otros momentos, pero en aquel peculiar día... no podía estar tan seguro.

Nanashi se dirigió hacia la puerta de la sala, a la entrada del castillo. Giró su cabeza hacia a mí y me volvió a ver con aquella estricta y juzgadora mirada, para después negarse a contestar mis preguntas. Que "no necesitaba saberlas si iba a quedarme aquí", me dijo.

¿Qué cosa? ¿Acaso no entendía mi situación? ¿¡Acaso no entendía el dolor que me había provocado ver a todas aquellas personas caer dormidas frente a mis ojos!? ¿¡Acaso no debía aprovechar la oportunidad de hallarme despierto para salvar a todos!? Si aquella... aquella... aquella ilusa se pusiera en mis zapatos, entendería que no iba a dejar el castillo tan fácilmente.

¡He perdido todo, Nanashi! —vociferé cuando la exótica forastera había abierto la puerta por completo y se había alejado una buena distancia de la entrada, no sin antes dedicarme más palabras que no hicieron más sino lastimarme. Esta vez, mi furia era sincera. Real. Dolorosa...

Me quedé allí parado y cabizbajo, con la sala del trono a mis espaldas y con Nanashi, alejándose poco a poco, en el puente frente a mí. Era como una pesadilla. ¿A dónde tenía que ir? ¿Qué debía hacer? Conteniendo el enfado en mis puños, di media vuelta y me agaché, tomando con cuidado la daga que la mujer había dejado caer al suelo. La iba a necesitar...

No entiendes... no entiendes nada... —murmuré, sintiendo mis ojos tornarse vidriosos. Apretando la daga con fuerza, volví a girar sobre mis talones y repetí mi acusación a voz en grito, para que la mujer me escuchara. Luego añadí—: ¡Sólo quiero respuestas! ¡Sólo quiero salvarlos! ¿¡No era ésa tu misión!? ¡Yo sólo quería confiar! ¿¡Cómo podía haberlo hecho sin dejarlos atrás!? ¿¡Cómo podía elegir entre mis propios deseos egoístas y el bien de mis amigos y familia!? ¿¡Cómo podía saber, dime, que no se trataba de ella!? **

Una lágrima resbaló por mi mejilla. No iba a dejar que Nanashi me viese así. Apretando el viejo cestus y la daga en mis manos, me di la media vuelta y volví al interior del castillo. Me importaba un comino la maldición y los Sincorazón... yo debía permanecer allí...

**
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Ahora, aquí viene un punto peligroso, y requeriría de tu aprobación para continuar. ¿Se le permite a mi personaje saber sobre Maléfica a través de mitos y cuentos, al igual que "sabía" sobre los otros mundos? Recordemos que en la historia de la Bella Durmiente, la bruja hechiza a la princesa en frente de medio reino y las hadas se presentan al bautizo (o lo que fuese) sin descaro alguno xD A lo que quiero llegar es, tiene que haber un registro sobre la bruja en algún lado, ¿no? Ahora, también puede que la maldición se haya mantenido en secreto para quien no haya estado presente o que Maléfica ni siquiera exista en este mundo paralelo, así que por eso te lo pregunto antes de hacer algo que podría no ser adecuado...
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Re: [Prólogo] Silencio

Notapor Nell » Dom Feb 12, 2012 2:41 pm

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Sobre Maléfica, sí, más allá de los cuentos y leyendas, puesto que el reino entero conoce la historia sobre la rueca que mataría a la princesa (como se presentó en el nacimiento, etc.). Así que sí, podría haber oído hablar perfectamente de ella. Hasta qué punto, es tu decisión.


El joven se adentró en el castillo, en solitario. A pesar de que Nanashi había escuchado cada uno de sus gritos descorazonadores, no le había hecho el menor caso y había cerrado tras de sí la puerta, abandonándole en la sala del trono.

En un par de vueltas, el muchacho volvió a convencerse de que se encontraba en un castillo de bellos durmientes. Apenas parecían respirar, simplemente, dormían presos de una maldición de la que no podían liberarse. Y allí, entre todos ellos, estaba él, despierto quién sabe por qué, viendo el panorama sin poder hacer nada. Un paisaje desconsolador, sin duda.

No obstante, al cabo de un rato, notó una perturbación. Otra vez, esos pasos. ¿De verdad sólo Nanashi había estado por allí? Al girar en la siguiente esquina, los vio. Se trataba de un par de seres que Xefil no había visto nunca. Seres horribles, en cuyos ojos no parecía reflejarse ningún sentimiento, ninguna emoción. Sólo el mero instinto de un animal nacido por y para un fin.

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Parecían haber estado intentando escalar un muro hasta ese momento, intercalándose, como si se tratase de un juego. Pero en el momento en el que Xefil apareció en su rango de visión, se giraron hacia él, casi (sólo casi) sorprendidos. E, ignorando las tres personas caídas en medio del pasillo que dormían plácidamente, se lanzaron hacia el chico, con la intención de atacarle. Estaban a unos cuatro metros de distancia, así que Xefil tenía tiempo para barajar sus opciones…
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Re: [Prólogo] Silencio

Notapor Zee » Mar Mar 13, 2012 4:31 am

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WARNING! WALL OF TEXT INCOMING! BRACE FOR IMPACT!


El cerrar de la puerta pareció resonar por todo el castillo, rebotando en cada pasillo y habitación, repitiéndose interminables veces como una caótica melodía y recorriendo su camino de vuelta para regresar hasta mí, en la sala del trono, y recordarme que había vuelto a quedarme solo. Solo, aunque acompañado por las docenas de durmientes habitantes y por aquellos que aún no se habían mostrado ante mí y que, sospechosamente, parecían ser el objetivo de aquella que me había abandonado a mi suerte: los Sincorazón.

Me hallaba solo, pero acompañado. No sabía qué pensar, qué hacer, qué sentir... Había sido abandonado no sólo una, por aquellos que me acompañaron toda mi vida, sino dos veces, puesto que Nanashi había hecho caso omiso a mis palabras y había decidido alejarse... posiblemente para siempre.

En aquel inquebrantable silencio, creí escuchar las dos lágrimas que resbalaron por mis mejillas estrellarse en la mullida alfombra.

Me limpié con el dorso de la mano libre y luego levanté mi daga hacia la bóveda de la sala del trono, mirándola como si fuese mi única amiga en aquel desolado paraje. Con fuerza, la apreté en la diestra, donde también llevaba puesto el viejo cestus de metal, y decidí, finalmente, caminar una vez más.

Lo que tardé en regresar a mi habitación pudieron ser unos cuantos segundos, o largos días de caluroso sol o interminable lluvia; no lo sabía. Podía pasar una eternidad en aquel sitio, donde sólo mis pisadas rompían con la eterna respiración que todos parecían llevar a cabo al mismo tiempo. Inhalan... doy un paso... exhalan... doy otro... inhalan... doy otros dos... me acelero... exhalan... tres... comienzo a correr... me asusto... estoy solo... inhalan, exhalan, corro. Sólo yo corro. Sólo yo. Solo.

Solo. Solo. Solo. Solo.

Y volviéndome loco, aparentemente. No sé cuánto tardé en despertar de nuevo, pero cuando me hallé sobre mi cama, perfectamente tapado con las sábanas y ya desvestido, la luz no había cambiado en lo más mínimo. Podía haber dormido un día entero o sólo cinco minutos. O la maldición podía haber comenzado a hacer efecto sobre mí y había estado allí durante meses. No lo sabía. No había manera de saberlo. Porque estaba solo.

Tuve que mojarme la cara con agua fría unas diez veces para convencerme de que en realidad no podía escuchar a los demás respirando. Tuve que darme algunas cachetadas para hacerme a la idea de que valía la pena seguir buscando. Tuve que tragarme un gran nudo para advertir que, por lo visto, Nanashi no volvería al castillo. Tuve que apretar con fuerza mi daga para darme cuenta que, si realmente estaba solo, entonces tenía que solucionar las cosas por mi cuenta.


Cuando abrí la puerta de mi habitación, me sorprendí al escuchar unos golpes metálicos en algún lugar más allá del recodo en el pasillo de las habitaciones. Se detenían y volvían a empezar a intervalos impredecibles e irregulares, y por ello mismo no parecían venir de algo que no estuviese vivo. ¿Armaduras, tal vez? Inmediatamente eché a correr por el pasillo, ignorando a un par de vecinos que habían caído en el recodo con un grácil wallrun. Ellos fueron básicamente el único obstáculo con el que me encontré (porque la sección de las habitaciones en el castillo era ya de por sí un laberinto), así que llegar al lugar de donde provenía el sonido me tomó sólo unos cuantos instantes.

Sentí que mi corazón iba a estallar de la emoción. Si no fuese porque aún me quedaba un poco de decencia y orgullo después de lo de Nanashi, allí mismo podía haberme hechado a llorar de alivio. Parecí dejar salir el peso del mundo entero en una sóla exhalación, mientras mis ojos se envidriaban.

¡Niños! ¡Dos pequeños niños, jugueteando con un par de armaduras e intentando trepar un muro! Suspiré, posiblemente, unas mil veces, mientras frenéticamente me pasaba la mano por el pelo, pensando en qué hacer. ¡Es que no sabía cómo reaccionar! Aunque podían haber sido unos cuantos instantes, pero sentía yo que había pasado ya varios años buscando a alguien, aunque fuese un pequeño animal, para convencerme de que había esperanza de despertar en aquel reino encantado. ¡Y allí había dos niños! Con un nudo en la garganta, di varios pasos hacia ellos y llamé:

¡Eh, ni--!

Mas me detuve al instante. Ambos se giraron a verme, pero no en cuanto los llamé o en cuanto me acerqué a ellos, no: fue como si me hubiesen sentido allí. Mi mirada se topó con dos pares de orbes amarillos brillantes (no sabía si podía llamarles ojos) y unos rostros tan negros como las noches bellas que envolvían al reino.

Y en ese momento supe que se trataba de aquellos "Sincorazón".

El mundo volvió a derrumbarse a mi alrededor mientras aquellos dos pequeños soldados me prestaban completa atención y echaban a correr hacia mí, con sus largas garras balanceándose tras ellos; con nada más sino el instinto impulsándolos, el hambre... las ganas de hacerse con mi corazón.

¿Y si era a causa de ellos que todos habían caído dormidos? ¿¡Y si les habían robado los corazones a los demás habitantes del castillo!? Eso explicaría por qué aquellos dos seres pasaron de largo a todos aquellos que habían caído dormidos precisamente en aquel pasillo y se concentraron solamente en mí. ¡Era su culpa! ¡Y allí tenía yo al frente a dos de ellos!

Sólo a cuatro metros. Sólo a eso los tenía de mí. Un pasillo de unos seis metros de ancho, de largo indefinido, pero con mucho espacio para correr. Unas cuantas ventanascerradas, aunque, por lo que acababa de ver, muy altas para aquellos soldados oscuros. ¿El piso? Una alfombra mullida en la que era imposible resbalar. ¿Obstáculos? Sólo tres o cuatro durmientes y algunas macetas demasiado pesadas para levantar.

Tenía suficientemente espacio para huir por un lado, si es que era capaz de adelantármeles. Si intentaba escapar al regresar por donde había llegado, podía perderles entre los estrechos pasillos, pero no tendría otra manera de evitarlos si llegaban a alcanzarme.

También tenía un cestus roto y una daga...

"Confío en acabar dando con la solución para levantar el maléfico hechizo que asola a este mundo.

>>Espero que para entonces continúes vivo, Xefil".


Me decidí. Seguramente no podía luchar contra ellos, pero podía arreglármelas para quitármelos de encima. Correría tan rápido como mis piernas me lo permitieran hasta la biblioteca, donde intentaría encontrar información sobre lo que estaba sucediendo. Pero para escapar en ese momento, en ese mismo instante, sólo podía hacer una cosa...

No me gusta ser competitivo, Nanashi, pero si alguien va a levantar el maleficio... —me dije para mí mismo, apretando el arma con fuerza. Y mientras me lanzaba hacia el frente, en posición de batalla, añadí en voz en grito—: ¡¡...ese alguien voy a ser yo!!

Mi cestus roto se estrelló en el pecho de uno de aquellos pequeños seres, donde no llevaban ninguna clase de armadura y la otra mano, donde asía con fuerza la daga, se dirigió rauda al abdomen del otro.

Ya no había vuelta atrás: si no lograba aturdirlos por lo menos un segundo, entonces no podría escapar por el pasillo y tratar de llegar a la biblioteca. Ya no había vuelta atrás. Ya no podía arrepentirme.

Todo dependía de mi habilidad contra la suya.
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Re: [Prólogo] Silencio

Notapor Nell » Dom Abr 08, 2012 9:07 pm

Apenas estaba a punto de golpearlos cuando Xefil se dio cuenta de que era inútil. Ágiles, como si carecieran de varios huesos, se deslizaron cada uno hacia un lado, esquivando la arremetida del muchacho, atacándole por ambos flancos, sin dejarle tiempo a correr, porque era demasiado tarde para meditarlo, en esta ocasión. Las dos criaturas, sincornizadas, agarraron y tumbaron al muchacho al mismo tiempo, sujetándolo con una mano y alzando la restante para darle un golpe mortal con aquellas afiladas cuchillas. No había rastro de emoción, de compasión, en su mirada. Su único cometido en su existencia era aquel, y si bien Xefil seguramente no lo entendiese, poco importaba: pronto pasaría a formar parte de ellos.

Unos segundos que podrían ser eones para el muchacho. A veces, en sus últimos momentos, las personas ven su vida pasar delante de sus ojos o, simplemente, se lamentan de su mala suerte. Fuera cual fuese el caso de Xefil, había llegado el suyo.

O no exactamente. Cuando las garras se lanzaban contra él para desgarrarle, el rápido movimiento de una especie de espada disolvió en oscuridad a las criaturas, quedando libre Xefil de sus atacantes. El muchacho sólo tendría que alzar un poco la cabeza para verla. La única persona despierta del castillo, Nanashi. No obstante, la Maestra no le miraba, sino que tenía girada la cabeza en dirección opuesta. Su arma estaba entonces desapareciendo de su mano.

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-Los débiles nunca podrán valerse por sí mismos -musitó la Maestra, echando a andar en dirección contraria. Al parecer, tenía la intención de marcharse sin más de nuevo, como si sólo estuviera de paso y no se hubiese producido ningún rescate o reencuentro.
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Re: [Prólogo] Silencio

Notapor Zee » Mar May 08, 2012 1:27 am

Apenas pasaron unos instantes desde que me lancé hacia ellos, me arrepentí de mi decisión. No eran humanos, después de todo, y su velocidad no era algo que debía ser subestimada. Y yo, siendo un gusano de biblioteca y un mestizo que no hacía más sino asistir a eventos dentro del castillo, no fui rival alguno para aquel par de extraños seres.

Dejé salir un grito cuando ambos se abalanzaron sobre mí, sin darme tiempo a plantar el segundo golpe. Se separaron e hicieron ademán de lanzarse hacia a mí por ambos lados, por lo que intenté retroceder de un salto. No obstante, su ataque llegó más rápido que mi estrategia y se las arreglaron para derrumbarme en el suelo, los dos encima de mí al mismo tiempo. Mi daga salió volando y cayó lejos de mi alcance, mientras que mi cestus se estrelló contra el frío suelo de granito y, puesto que ya estaba bastante dañado por la armadura del Sincorazón y sus innumerables años de vida, se partió en varios pedazos, unidos sólo por algunas tirillas de cuero.

Mejor que caer dormido sin haber luchado... —pensé, mientras observaba como la garra de aquel oscuro soldado se alzaba para asestarme el golpe final—: Je... Mas qué patético haber caído tan pronto...

Aparté la vista, esperando sentir el raudo ataque del Sincorazón en mi pecho y mis ojos se encontraron con la hoja de la vieja daga, abandonada a sólo un brazo de distancia. Tan cerca se hallaba la posibilidad de luchar, pero tan inalcanzable...

Lamento no haber podido ser capaz de hacer más por vosotros... —murmuré, sonriendo ante lo estúpida que había sido mi decisión de luchar.

Yo era débil.

Era solamente un niño.

Estaba solo.

Solo...

La hoja de la daga me mostró un veloz reflejo, un destello de color blanco, durante unos instantes. Mis esperanzas de que un milagro se volviera realidad se tornaron auténticos hechos cuando el sonido de un arma golpeando una armadura llegó a mis oídos y el peso desapareció súbitamente de mi cuerpo.

Las criaturas se convirtieron en una densa niebla oscura que me impidió ver, a pesar de levantar la cabeza, quién había sido capaz de acabar con ellos con semejante facilidad.

Pero no tenía que hacerlo para saber de quién se trataba.

Los débiles nunca podrán valerse por sí mismos —expresó Nanashi, sus palabras siendo tan hirientes como si me hubiese escupido en la cara. Pero claro, no podía hacerlo si ni siquiera me dirigía la mirada. ¿Y se iba a ir sin más, también? Y yo era el niño malcriado, sí...

Me puse de pie, no sin antes alcanzar mi daga con la yema de mis dedos y ágilmente escondiéndola en mi manga. Más valía prevenir...

Presumes, pues, de haber nacido con la capacidad de blandir tan poderosa hoja, ¿debo suponer? —repliqué, esperando que se detuviera por lo menos unos segundos para escucharme hablar—. Podrá este reino ser débil e incapaz de liberarse de la maldición que lo acosa... pero está lleno de guerreros. Los veo desde que me levanto de la cama y mojo mi cara en agua fría hasta que me dejo caer en ella con un libro entre mis manos: guerreros que se esfuerzan por llevar un trozo de pan o carne a su familia, guerreros que luchan por blandir siquiera un azadón, guerreros que combaten para que los suyos tengan oportunidades que ellos no pudieron soñar... —acaricié el filo de la daga que llevaba oculta en mi brazo—. Guerreros que lo único que quieren es proteger a los que aman...

>>He visto muchas cosas en este castillo, Nanashi, pero te puedo asegurar que la debilidad no es una de ellas.

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Re: [Prólogo] Silencio

Notapor Sombra » Dom May 13, 2012 11:38 pm

La mujer se paró para escuchar al joven ante su queja y escuchó todas y cada una de sus palabras.

Así que, en definitiva dices ser fuerte. Lo suficiente como para quedarte aquí y enfrentarte a esas criaturas. Dime. ¿Qué harás cuando no haya comida? ¿Sabes al menos cultivar o cuidar ganado? ¿Podrías hacerlo con el constante acoso de esas criaturas? ¿Podrías dormir por las noches tranquilo ante el peligro de que derriben las puertas de tu habitación? Yo creo que no —habló Nanashi dándole aún la espalda—. Solo los fuertes son capaces de dejar atras lo que aman para encontrar las verdaderas respuestas.

La mujer se giró mirando al muchacho con gesto solemne, todavía parecía algo enfadada, pero a la vez más relajada, como si hubiese reflexionado mucho y hubiese decidido que no podía abandonarle allí a su suerte.

Dime, ¿eres fuerte como esas gentes de las que hablas? —la mujer hizo aparecer de nuevo el arma con forma de llave, pero a la vez de espada como por arte de magia y la cogió por su filo extendiéndole el mango. Era la última oportunidad que la mujer le daba para salir de aquel mundo, Xefil podría darse cuenta de eso por la mirada seria de Nanashi—. Ahora mismo, te estoy dando una oportunidad única que no solo implica el que estés más seguro alejado de este mundo, si no que además podrás entrenar y hacerte realmente fuerte para que rompas tú mismo este maleficio. Quiero que me lo digas ahora. Un sí o un no, sea cual sea tu respuesta sepas que no podrás retractarte de esta. Escoge con sabiduría.

En realidad, la mujer parecía muy interesada en el joven. ¿Tal vez se preguntaba el motivo por el que él había sido el único despierto en todo el reino? Quizás la clave de todo residía en él y por eso le daba aquella especie de oportunidad como excusa para no separarse del muchacho y así investigarle.
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Re: [Prólogo] Silencio

Notapor Zee » Lun May 14, 2012 7:49 am

Nanashi escuchó cada palabra que pude articular. Tenía muchas cosas más por decir, pero mi mente no hallaba la forma de ordenarlas y expresarlas por mi boca. Durante un momento, me detuve a escuchar su respuesta de manera respetuosa, pues ella me había ofrecido la misma actitud cuando decidí responder a sus provocaciones. Podía ser una mujer estricta y orgullosa, pero sabía de respeto y de paciencia, y no perdía ninguno de los dos con facilidad. Decidí dedicarle la misma disposición.

Yo no he dicho tal cosa —contesté, una vez terminó, refiriéndome al calificativo que, según ella, había decidido imponerme—: No he dicho que yo fuese fuerte. Meramente estaba defendiendo a aquellos que no pueden hacerlo. Si vas a desprestigiar a alguien, preferiría que evitaras a mi querido reino y te dirigieras mejor a mí, que fui incapaz de defenderme yo solo de dos criaturas a las que pudiste destrozar de un sencillo movimiento.

Me permití un momento para tragar saliva e intentar poner en orden mis pensamientos. Hablar con Nanashi era como discutir con un filósofo. Ambos retorcíamos las palabras como acertijos y dábamos constantes vueltas para ilustrar lo que queríamos decir.

La mujer del vestido blanco se giró hacia mí y me obsequió una mirada, más suave que las anteriores, aunque aún estricta. Por primera vez, decidí comunicarme sin palabras y agaché la cabeza, intentando mostrarle mi arrepentimiento. Con un movimiento de muñeca, me guardé la daga en el cinturón, sin ocultarla en ningún momento.

Luego, ella invocó su arma. No la había visto con claridad por primera vez, pero ahora Nanashi me la mostraba directamente. Apareció de una cegadora luz blanca en la mano de su dueña, sin señal o movimiento alguno, al menos aparentemente. Era metálica, creo, y de color azul marino con adornos de plata. Tenía, extrañamente, la forma de una enorme llave, aunque de muchísima más estética y complejidad; las curvas de la empuñadura contrastaban con los bordes rectos del filo, que en su estilo asemejaba algo mecánico, como un engranaje o una complicada rueda. Aparte de una larga cadena con un librito pequeño en la punta, los únicos adornos eran un par de estrellas y una luna en la punta.

Y Nanashi me la estaba ofreciendo. Le dio la vuelta y la tomó al revés, mostrándome su brillante empuñadura, y me ofreció, una vez más, salir del Reino junto con ella. Pero esta vez, me propuso entrenarme con ella (o con sus iguales, no lo sabía) y hacerme más fuerte. Por mi mente pasaron numerosos rostros de gente dormida: mi familia, mis contados amigos, montones de nobles y sirvientes, la familia real, incluyendo la Princesa Aurora, que recientemente había llegado al Castillo tras años de ausencia. ¿Se suponía que los dejara solos, a merced de los Sincorazón?

Era la última oportunidad. Ya había echado a perder la anterior. No iba a volver a hacer lo mismo con aquella.

Maestra Nanashi —llamé, añadiendo el respetuoso título que me parecía más apropiado—. Le agradezco su interés por las personas de este desdichado reino. Le agradezco infinitamente haber salvado mi vida, pese a mi infantil actitud. Y le agradezco de todo corazón la oferta que se me hace, pese a los errores cometidos y a mi evidente incapacidad...

>>Pero antes de dar mi respuesta, quisiera que me respondiera una, y solo una pregunta más
—miré a Nanashi a los ojos y le sostuve la mirada, intentando que mis más profundos sentimientos llegaran a ella—: La fuerza de la que yo hablaba no es aquélla que se mide por qué tan rápido se corre o cuánto peso se levanta. No es aquella que se mide por qué tan elegantemente se blande una espada o a cuántos enemigos se puede derrotar de un solo movimiento... No, yo... Para mí, la fuerza es aquello que te impulsa a luchar, aquello que te permite hacer frente a todas las cosas que osen posarse ante ti, aquello que añoras, extrañas y deseas proteger con toda tu alma —me llevé la mano al pecho, sobre mi corazón—. Si realmente soy débil... prométame que esta necesidad de proteger lo que más quiero en el mundo, esta otra fuerza que siento tan intensamente me servirá de algo allá donde me lleve y será suficiente para que, un día, pueda volver aquí con usted y liberar a este reino encantado de su maldición... Por favor... Esa promesa es todo lo que pido...
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Re: [Prólogo] Silencio

Notapor Sombra » Lun May 14, 2012 10:55 am

La mujer cerró los ojos como disfrutando de las palabras que salían de la boca del joven, una sonrisa de solemnidad apareció en su rostro como satisfecha ante las palabras del joven.

Está bien. Te lo prometo —concluyó Nanashi volviendo a abrir los ojos y clavandolos en Xefil. Su rostro seguía serio, sin embargo en sus ojos podía distinguirse un poco de melancolía o tal vez cariño hacia el joven. ¿Sus palabras podrían haberla ablandado un poco?

La maestra se acercó al joven con elegancia para ofrecerle su espada desde más cerca.

Sepas que... —empezó a decir la maestra—. Tal vez el camino que has escogido sea muy largo e incluso peligroso. Hay muchos mundos ahí fuera, mundos que, en algunos casos están incluso peor que este. Nosotros, los caballeros de la llave espada nos dedicamos a protegerlos de cualquier amenaza que perturbe el equilibrio del universo. Enfrentarse a esos monstruos; los sincorazón será algo que tengas que hacer en cuanto tengas algo de practica. Por desgracia para este mundo, lo que aquí pasa puede considerarse grave y te aseguro que en un caso normal los maestros y los aprendices estaríamos trabajando en el caso para dar con una solución, pero ahora mismo hay mundos en situaciones peores. Mundos asediados por hordas de sincorazón que matan a los inocentes para convertir sus corazones en su alimento y multiplicarse, mundos hundidos en la más pura oscuridad... Aquí, sin embargo, a pesar de la gravedad de que esto no es normal, si los sincorazón no atacan ni se interesan por los durmientes no podemos hacer nada. Por eso, tu vendrás con los demás que son como yo, portadores, elegidos de la llave espada. Podrás no solo salvar a miles de personas, si no que con el tiempo podrás volver y salvar tu reino. En un tiempo no podrás volver, pero en cuanto cojas algo de práctica y tengas el Permiso de los maestros para viajar entre mundos por tí mismo podrás venir siempre que quieras e investigar más a gusto —ante aquella última frase, Nanashi dedicó una sincera sonrisa a Xefil. En realidad, parecía que ser su aprendiz no era un camino de rosas, pero tenía multiples ventajas que se equilibraban en la balanza con los peligros que podría tener elegir ir con ella.
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Re: [Prólogo] Silencio

Notapor Zee » Mar May 15, 2012 4:21 am

Sonrió. Nanashi me sonrió. Mientras más dejaba salir mis sentimientos, más evidente se notaba cómo el enfado iba perdiéndose, poco a poco, bajo la compasión y el afecto. No pude evitar asentir con la cabeza y, tras tragar saliva por última vez, sonreír de manera avergonzada, mientras ella posaba su serena mirada sobre mí.

La llave resplandeció un poco cuando, al inclinarla aun más hacia adelante, los rayos del sol se refractaron en su pulcro metal. ¿Qué clase de material era? No había hablado suficiente con el herrero como para ser un experto, pero sabía que aquella espada no estaba hecha de acero; no podría decir si se trataba de algún material mágico, como la escama de dragón o la obsidiana estelar. No... era demasiado especial para haber sido forjada por el hombre. Con el simple hecho de mirarla, mi corazón se aceleraba al grado que lo sentía en mi garganta, aunque me embargaba una extraña paz y serenidad. ¿Tendría habilidades especiales? ¿Aquel diseño sería el estándar, o podían adoptar distintas formas?

Y Nanashi me habló sobre lo que sería ser su Aprendiz. Me habló sobre cómo el reino estaría a salvo mientras yo me iba a entrenar con ella y otros aprendices. Que podía salvar a decenas de mundos e incontables personas de los Sincorazón, pues mi hogar no era el único que se hallaba en peligro. Protegerles sería mi responsabilidad.

El llavero en forma de librillo rebotó varias veces contra la punta de la empuñadura y el cantarín sonido que produjo me recordó que la espada seguía allí, más cerca de lo que hubiera imaginado. Parecía como si no sólo su brillo me llamara, sino ella misma, con una inaudible voz que cantaba mi nombre. Era... inexplicable, pero sentía que estaba destinado para ello, o que tal vez en alguna vida pasada había yo empuñado alguna de aquellas peculiares armas.

Y, sin decir nada más, la tomé entre mis dedos. La sensación que me embargó no podría expresarla con palabras. Sólo supe que, en ese momento, yo ya era un poseedor más y que mi vida estaba a punto de cambiar. Sentí que mi mano quemaba por un momento con la energía que irradiaba, pero mi corazón se regocijaba al sentirla tan cerca. ¡Yo era un Aprendiz, y era para lo que estaba hecho!

Llave-Espada...

Con un resplandor, el arma desapareció y volvió para que Nanashi pudiese empuñarla una vez más. No importaba: yo ya sabía que, ante mi llamado, ella acudiría. Que, a partir de ese instante, mi Llave y yo íbamos a ser compañeros de batalla. Que a través de ella resonarían las decenas de corazones que tuviesen importancia para mí. Que, pese a lo que había sucedido en mi reino, yo ya no estaba solo.
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Re: [Prólogo] Silencio

Notapor Sombra » Mar May 15, 2012 12:58 pm

Bien, mi aprendiz —empezó la maestra mientras hacía desaparecer su llave espada—. Lo primero, lo más básico que un portador debe saber son tres normas esenciales. La primera es mantener el balance entre la luz y la oscuridad, la segunda es mantener el secreto sobre la existencia de otros mundos y la tercera, y no por ello menos importante no meterse en los asuntos internos de otros mundos que no sean el tuyo propio a no ser que tengan que ver con la misión primordial de los portadores; mantener la armonía del universo.

La mujer metió su mano dentro del bolsillo buscando algo en silencio, cuando lo encontró se lo mostró al joven. Se trataba de una especie de metal de aspecto moldeable que podría adaptarse a cualquier parte del cuerpo, en apariencia. Tenía una especie de botón en un lado.

Esta, Aprendiz Xefil. Es una armadura, puedes colocártela donde gustes y cuando pulses el botón podrás activarla o desactivarla. Te informo de que mientras viajemos por la galaxia has de llevarla puesta ya que es muy peligroso el no llevarla —la mujer apartó un poco su cabello mostrando un pendiente con un diminuto botón que pulsó haciendo que su cuerpo quedase totalmente envuelto por un resplandor, que al desaparecer dejó ver una hermosa armadura—. Prueba a usarla, saldremos de inmediato, aunque si necesitas recoger algo te esperaré fuera.

Dicho eso, Nanashi se dirigió al exterior del castillo donde le esperaría en caso de que tuviese que recoger alguna cosa.
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Re: [Prólogo] Silencio

Notapor Zee » Mar May 15, 2012 9:25 pm

Mientras caminaba por los interminables pasillos del castillo, perfectamente limpios y ordenados (a excepción de algún dormilón aleatorio que podía o no cruzarse en mi camino), decenas de preguntas atacaron mi mente: ¿podría acaso yo utilizar la Llave con tanta maestría como Nanashi? ¿Sería entonces capaz de derrotar a los Sincorazón con tanta facilidad? ¿Ser un Aprendiz me traería otras habilidades; cambios físicos, tal vez? Y la armadura... ¿de qué estaba fabricada y cómo podía resistir el abismo entre los mundos? ¿Era simple protección o también tenía propiedades especiales, como la Llave? ¿Y cómo podía salir de tan pequeño aparato?

Cada paso suponía una interrogante más, una nueva incógnita que descubrir, una nota mental más por hacer... y Nanashi me había brindado la oportunidad de, poco a poco, ir respondiendo cada una de mis preguntas. Ello significaba dejar el reino, pero era una acción necesaria se quería convertirme en su Aprendiz. No, en realidad, ya lo era. Desde el momento que había tomado la Llave-Espada entre mis manos, me había convertido en discípulo de Nanashi y había comenzado a cargar con montones de responsabilidades sobre mis hombros sin siquiera advertirlo.

Finalmente llegué, de nuevo, a la pequeña zona residencial del castillo. Pasé de largo la puerta de mi habitación y entré, sin preguntar (como si alguien fuese a responderme. Ja), a la que estaba a un lado. La madera rechinó cuando la empujé para pasar al interior, pero ése fue el único ruido que respondió a mi presencia.

Madre se hallaba en el comedor, sentada a la mesa, con su cabeza sepultada entre sus brazos. En sus manos sostenía un trozo de pollo al que no había terminado de separar en tiras, proveniente de un tazón de barro que se hallaba a unos palmos de ella. A su lado, descansaban algunos champiñones y un bote de leche de cabra. Sonreí. Las tiras de pollo en salsa de champiñones eran mis preferidas...

Padre había caído en medio del recibidor, pero por su expresión deduje que no se hallaba tan incómodo. Como si hubiese resistido antes de quedarse dormido, un rastro de cuero curtido, hilos y aguja detrás de él. Si bien era un noble, le gustaba hacer arte con la piel. Y eso eran los guantes de cuero que habían quedado atrapados entre sus dedos: arte puro.

Mi hermana se hallaba sobre la cama de mis padres, más allá de la sala y el comedor, apenas visible a través de la puerta entreabierta. Al acercarme, noté que también llevaba algo consigo: un pequeño diario empastado, de color verde y costura dorada, acompañado por la pluma blanca de algún ave majestuosa. Curioso, decidí abrirlo y ver si tenía algo dentro.

Lo tenía. Para Xefil. Felicidades por haber sido aceptado.

¿Aceptado? ¿Felicidades? ¿Era aquello acaso una celebración... para mí? Tenía sentido: mi comida preferida, sumada a los guantes y brazales de cuero que tanto quería, y un diario y pluma debido a mi reputación de gusanito de biblioteca. Pero eso significaba... ¿Me habían aceptado como un aprendiz en la academia, con los eruditos? ¿Después de años de pedirlo, siendo siempre rechazado por mi mestizaje? Sonreí.

Qué oportuno... Gracias —y dicho esto, me despedí de mi hermana con un beso en la frente, sin olvidar tomar su regalo antes. Repetí lo mismo con mi padre, para después ponerme los guantes de cuero para sentir su tacto en mi piel. Y finalmente, besé a mi madre en la mejilla y acaricié su mano con suavidad—: Volveré... lo prometo. Y cuando despertéis, lo primero que haremos será celebrar.

Con el diario y pluma bajo un brazo y el artefacto de la armadura en el otro, salí de la habitación de mis padres dispuesto a reunirme con Nanashi, para no volver en un largo, largo tiempo...

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Re: [Prólogo] Silencio

Notapor Sombra » Mié May 16, 2012 11:48 pm

El paisaje que se veía era un tanto fantasioso para cualquier extranjero, un largo y elevado puente de piedra que se suspendía sobre un inmenso precipicio que dejaba ver kilómetros de distancia a lo largo del cañón por el que pasaba un estrecho río. Al otro lado del puente que conducía al hermoso castillo había un camino de tierra que pasaba entre unas elevaciones rocosas cubiertas de musgo y que parecían conducir a un bosque.

La Maestra Nanashi, ya con su armadura vio como Xefil salía del castillo y se acercaba a ella con paso apresurado. No se podía ver el rostro de la mujer, pero si se viera podría comprobar que tenía cara de sorpresa ante el casi inexistente equipaje del muchacho.

Veo que ya estás listo, Aprendiz Xefil —comprobó la maestra con un rápido vistazo—. El lugar al que nos dirigimos no está lejos, en menos de media hora estaremos allí si no nos surge ningún inconveniente—informó mientras hacía aparecer su llave espada —. Ahora, es momento de que te enseñe tu primera lección; invocar tu llave espada y tu Glider. El Glider, es un vehículo que usamos para transportarnos entre los mundos. Tu ya tienes el tuyo, solo tienes que convocarlo de esta manera —dicho eso, Nanashi lanzó hacia el cielo su llave espada, un rayo de luz parecido al resplandor de una estrella surgió de la nada haciendo que un vehículo que no se parecía en nada a su anterior forma se posase sobre el suelo del puente—. Tu turno.

La maestra, sin esperar a que su nuevo aprendiz lograra invocar su vehículo se elevó cerca de diez metros sobre el puente esperando pacientemente.

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Re: [Prólogo] Silencio

Notapor Zee » Jue May 17, 2012 8:45 am

El hermoso e imponente cuadro que se alzaba ante mí a las puertas del castillo siempre me había parecido algo de otro mundo. El puente era casi tan largo como lo era el castillo, ¿o tal vez un poco más? Era de un material tan bello... creo que un granito de color gris, pero tan suave, tan elegante y tan limpio... Cruzaba el enorme cañón en toda su extensión, con la verde vegetación, los peligrosos riscos y el resplandeciente río reflejando la luz crepuscular bajo él. Más allá, había escuchado, se hallaba un extenso bosque y, todavía más lejos, tierras inexploradas donde se decía vivían brujas y otros seres malignos.

Mientras más me acercaba a mi Maestra, inquirí por un momento si más allá del reino, donde los demonios se alojaban, estaría la cura a la maldición del sueño eterno...

Estaba a punto de oscurecer, pero aún así la armadura de Nanashi brillaba. No con una luz anaranjada, como esperaba, sino con algo más... sobrenatural. Algo mágico, como la Llave-Espada, tal vez. Bello y cautivador, también, cabe decir. Mientras me acercaba a ella, con formalidad, como me acercaría a un sabio erudito, decidí ponerme el curioso artefacto que me había dado. Opté por colocarlo en mi muñeca, sobre el extremo de uno de los guantes que mi padre había hecho para mí. Con su curiosa magia, se adaptó a mí como su siempre hubiese sido un brazalete, aunque por su tamaño yo había pensado quedaría mejor en el hombro.

Veo que ya estás listo, Aprendiz Xefil —constató mi Maestra cuando me acerqué a ella. Asentí con la cabeza y le mostré la "armadura" en mi muñeca, como queriendo hacerle saber que estaba preparado para utilizarla—. El lugar al que nos dirigimos no está lejos, en menos de media hora estaremos allí si no nos surge ningún inconveniente. Ahora, es momento de que te enseñe tu primera lección; invocar tu llave espada y tu Glider. El Glider, es un vehículo que usamos para transportarnos entre los mundos. Tu ya tienes el tuyo, solo tienes que convocarlo de esta manera...

Y no pudiendo ilustrar sus palabras de mejor manera, Nanashi lanzó la Llave-Espada que llevaba en su mano al cielo. Sin quererme perder ni un instante, la seguí con la mirada hasta que llegó a su punto más alto, donde un resplandor me cegó por unos instantes. No pude ver cómo sucedía, pero cuando el arma descendió, ya no lo hizo como tal, sino como un vehículo que se alzaba medio metro sobre el suelo. Con elegancia, la mujer subió a éste de un salto y permitió que levitara unos diez metros por encima de mi cabeza, no sin antes darme la señal para que lo intentara.

Algo nervioso por no haber estudiado la teoría, llevé mi mano al frente, cerrando los dedos como si empuñara un arma invisible. Respirando profundamente, intenté recordar la sensación que experimenté cuando Nanashi me entregó la Llave y la tomé por primera vez. Mi corazón palpitó, sólo una vez, más fuerte de lo normal y antes de que me diese cuenta la Llave-Espada había aparecido, acompañada con un resplandor, en mi mano.

Noté, sin embargo, que la mía era diferente a la de Nanashi. Si era por mi status de Aprendiz o porque la Llave tomaba distintas formas debido a su portador, no lo supe en ese momento. En mi mano había aparecido, como sabría después, el llavero estándar de un nuevo poseedor: la Cadena del Reino. En aquel instante, empero, sólo sabía que se trataba de una llave gigante plateada, con empuñadura de color dorado y una cadena colgando de un extremo. Era... bonita, supongo.

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OFFROL: Gracias al usuario mogcaiz por su maravilloso artwork de la Cadena del Reino en Deviantart.


Sacudí la cabeza, como si con eso pudiese apartar la intriga y las preguntas de mi cabeza, y respirando profundamente de nuevo, lancé la Llave-Espada al cielo. Noté que, incluso cuando no llevaba mucha fuerza con ella, voló por más tiempo de lo que había esperado.

Transfórmate, transfórmate, transfórmate... —rogué al cielo numerosas veces, aunque no en voz alta. Y exactamente como había sucedido cuando invoqué mi Llave, mi Glider ya estaba junto a mí antes de que pudiese darme cuenta, siquiera. Lamenté no haber puesto suficiente atención a ello. O tal vez, de eso se trataba la magia... Oh, tan hermoso e inexplicable fenómeno... Magia pura, sin duda.

Sonreí al ver mi vehículo. Era una sencilla tabla de color verde y extremos terminados en punta donde, suponía yo, tenía que ponerme de pie sin usar los brazos para nada excepto para equilibrarme. Tal vez así sería más sencillo usar armas si era necesario, no sé... Sólo podía estar seguro de que su diseño me encantaba. Si Nanashi me hubiera pedido hacerlo yo mismo, seguramente tras días y días de exprimir mi cerebro, aquél habría sido el resultado. Jamás me había subido a un artefacto como ése, pero al hacerlo inmediatamente supe que me iba a encantar andar en él.

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OFFROL: Propiedad del usuario hhello de Deviantart. ¡Un excelente dibujo, en mi opinión! Bonita Hoverboard, que es lo que interesa. Olvidemos al muchachito de verde xD


Miré arriba, intentando ver a mi Maestra hacerme alguna afirmación o mueca, cualquier señal... pero llevaba su yelmo puesto. Y entonces recordé que, por la emoción del momento, había olvidado ponerme mi propia Armadura. Solté un pequeño "¡oh!", aunque obviamente nadie pudo escucharlo, y le di un pequeño golpecito al botón plateado que estaba en mi muñeca.

Y de pronto, estaba viendo el mundo a través de un cristal tintado. No pude alcanzar a apreciar nada más que mis pies y mis manos, pero me encantaba lo que veía. Poco después descubriría que mi armadura era de color verde azulado, con brillos ligeramente verdosos, y se diferenciaba de la de un guerrero normal al estar fabricado de un material más ligero que el metal, pero más resistente y pesado que la tela; aunque algunos componentes no faltaban, como los guanteletes, las botas, la coraza y el yelmo. En este último, además, llevaba esculpido un par de alas y en la espalda llevaba otras más grandes, aunque se asemejaban más a dos cuchillas que a extremidades con plumas.

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OFFROL: Créditos por la imagen al usuario soxxeh de Deviantart. Sencillamente, me encantó su armadura y su evidente afinidad al viento. Las manchas verdes en las alas fueron un error mío al cambiar los colores; ignorémoslo :_D


Emocionado como me hallaba, no noté, no obstante, cómo de una de las ventanas de la torre más alta una figura había observado toda mi iniciación. Alcé la mirada y esperé a que Nanashi me diera la señal para ascender...

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¿En serio? ¿Me he quedado a un punto de la evaluación perfecta y de saltarme un nivel hasta el 3? ¿Y sin explicación alguna? ¿¡En serio!? D:
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