[Prólogo] Nada más allá

[Ueki_168]

La preocupación se me fue cuando vi a Sano aparecer. Sonreí y supiré aliviado aunque la sensación era confusa, ya que Sano habia desaparecido sin decir nada, pero alegre porque estaba a salvo y con su humor de siempre. Pero entonces me presenta a alguien, una mujer -he de admitir que bastante bella- con un kimono rojo y un largo cabello que hizo que todo se volviera algo violento.

Ella comenzó a hablar de manera frenética como si se hubiera tomado varias tazas de café y estuviera muy nerviosa. Sus palabras fueron igual de confusas que la situación. Al principio habló con la intención de ayudarnos -lo qual al principio me calmo, pero después recapacité- luego nos dijo que éramos náufragos aunque nos confundió con vaqueros, -¿que acaso sabía como era un vaquero?- y que quizá necestiábamos leña, ya que era lo que ella y Sano llevaban en las manos.

Su nerviosismo casi me lo contagia, pero quité la mueca de no entender nada que tenía, y hize lo que creí conveniente: protegernos de cualquier desconocido. Ella podia ser uno de nuestros perseguidores -aunque no lo pareciera-. Todo esto lo pensé en poco tiempo y actué rápido.

-¡Aparta Sano! -dije después de apartarle casi de un empujon, y poniéndome en posición de batalla con mi espada de madera en las manos delante de la desconocida- ¡Dime quien eres y que quieres!

[Zee]

—¿Quién soy? Hmmm...—repitió la mujer, aunque no sabría decir si intentaba asegurarse de que había escuchado bien la pregunta o si titubeaba sobre la respuesta que daría. La extraña mujer, se llevó un dedo a los labios y apartó la mirada en actitud meditativa.

Mientras tanto, Sano caminó hasta donde se hallaba Ueki y dio media vuelta, para permanecer al lado de su amigo pero no perder la atención que le prestaba a la desconocida. Ambos muchachos esperaron pacientemente a que la mujer terminara de pensar, lo cual, a sabiendas de cuánto podía hablar en escasos segundos, podía suponer un problema.

—Bueno, esto puede suponer un problema —. Bingo—. Quiero decir, depende de en qué sentido lo preguntes. Porque quién es una variación de qué, así que podrías preguntarme qué es lo que somos. Aunque tal vez no sea así. No es así, ¿verdad? Pero en caso de que sea así, te digo que somos... digo, soy una mujer. Ah, también puedo decirte quién fuimos, pero no puedo decirte quien seré. O tal vez pueda. Digo, nunca ha leído el futuro, pero nada me garantiza que no pueda hacerlo ahora, ¿verdad?

—¿Cuál es tu nombre y por qué razón estás aquí, en esta isla? —dijo Sano, reformulando la pregunta. Ueki se cuestionó por qué su amigo no había cuestionado a la mujer sobre aquello antes, si había pasado ya rato con ella. Aunque probablemente había tenido resultados parecidos a los que tenían ahora. Después de todo, hablar con ella era como hablar con una computadora: uno tenía que decir lo que tenía decir literalmente, sin dar lugar a interpretaciones, para que ésta pudiese dar la respuesta esperada.

—Ah, bien. En ese caso, puedo decirles, porque puedo (y quiero), que nuestro nombre es Yami. Mío, quiero decir. Y pues... estoy aquí en esta isla porque... ¡Espera, no puedes decirles! ¡Es un secreto! Ah, cierto, es un secreto, así que no puedo decíroslo. Lo lamentamosssss--lamento, quiero decir.

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Espero que no te moleste que controle tanto a Sano (y espero no hacerlo mal), pero es que has pasado por alto algunas indirectas y he tenido que apoyarme en él para dirigirte un poco :_D

[Ueki_168]

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No te preocupes por como controlas a Sano, es un NPC bastante versátil, se adapta a (casi) cualquier personalidad que se le ponga. Respecto a las indirectas... yo soy muy malo en eso u.u"

Le formulé una pregunta y ella se puso a meditar la respuesta... -¿tan difícil era decirme su nombre?- cada segundo de ese silencio incómodo que pasaba me ponía mas nervioso. Estaba a punto de abalanzarme hacia ella -no entiendo de temas de ser caballero y no pegar a las mujeres... u.u- cuando de repente volvió a hablar. Y como no, de manera confusa. No podía seguirle el hilo de lo que hablaba, y cuando creí que podría entenderla Sano se me adelantó ayudandome a dejar las cosas claras, que supongo que él tampoco las tenia.

-¿Cuál es tu nombre y por qué razón estás aquí, en esta isla? -pronunció Sano esperando una respuesta clara de la chica-.

"Yami" así se llamaba. Tardó en decirlo, pero lo finalmente lo hizo. Luego pude entender con facilidad algo de lo que antes no me di cuenta, a parte de que se refería a si misma como "algo" en vez de "alguien", hablaba en plural -¿se refería a Sano, o a alguien más a parte de nosotros?-. Bajé mi espada y me calmé. Veía inútil seguir a la defensiva, la chica tenía un buen corazón -un corazón algo infantil-, o al menos eso aparentaba.

-Yami, bonito nombre. -dije en un tono amistoso, sonriendo y llevandome las manos a la nuca- He de admitir que no te entiendo mucho, pero creo que sin querer se te ha escapado un dato importante: no estas sola ¿cierto?

Aún no tenía mucha confianza con ella, pero si realmente no tenía malas intenciones, una ayudita no nos vendría nada mal -¿no?-

-Puede que sea demasiado entrometido, -dije aún sonriendo pero con cierto ánimo de sacarle información- pero es que si conoces a alguien mas que nos pueda ayudar, lo aceptaremos encantado.

-¡Si! -dijo Sano apoyandome- Ahora que somos "náufragos" necesitamos mucha ayuda...

Después de eso me adelanté hasta estar a dos metros de Yami y estreché mi mano con una gran sonrisa natural en la boca.

[Zee]

—Ah, no venimos... digo, no vengo acompañada —expresó la mujer, aunque luego volvió a dudar de sus palabras y, llevándose un dedo a los labios, añadió—: O a lo mejor sí y no lo he sabido. Quiero decir, no he visto a nadie, pero a lo mejor venía escondido. O escondida. No lo sé. ¿Vosotros créeis que haya podido ser así? Yo lo creo. ¿O no? No lo sé...

Una vez más Yami permaneció en silencio, pensando en las palabras que acababa de pronunciar. Sabría Dios qué clase de conflictos empezaban en su mente cada vez que sus labios articulaban algo.

>>Pero si queréis nuestra ayuda... —comenzó de nuevo, sonriente—: Bueno, creo que podremos ayudaros. Por supuesto, los favores necesitan algo a cambio. ¿No? Creo que sí... ¿O no? ¿Sí...? ¿...o no?

[Ueki_168]

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Madre mia... Ese personaje es algo exasperante. Otra cosa: Espero pillar bien tus indirectas, porque creo que me estas haciendo muchas con este personaje... De lo que creo que me digas, actuaré.

La situación -como no...- se volvió de nuevo confusa. Le insinué si venía acompañada y ella volvió a responder con lo que creía que era un acertijo. Cuando se puso a pensar un segundo me dirigí a Sano y en voz baja le dije:

-¿Entiendes algo de lo que dice esta tia? -le pregunté-

-Si te soy sincero: -respondió él en voz baja también- no, no mucho.

Volvió a hablar, de nuevo insinuando que habia alguen más con ella. Decidí seguirle el juego, y seguirla a ella.

-Si quieres podemos seguir buscando provisiones... -le propuse a Yami- Y así de paso buscamos a ver si hay alguien que te estuviera siguiendo. Si es alguien malo, no te preocupes, yo te protegeré -dije soltando una sonrisa y blandiendo con orgullo mi espada de madera-

Así que, junto con Sano, comenzamos a caminar de nuevo hacia más adentro del bosque, esperando que Yami también lo hiciera

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Si no estoy pillando bien tus indirectas, por favor dame alguna pista para que las capte, que ya te dije que se me dan muy mal ...

[Zee]

—¿Entonces queréis ayuda para recoger provisiones? —quiso confirmar Yami. Cuando los chicos asintieron con la cabeza, añadió gustosa—: Estam... estaré, estaré gustosa de ayudar —y sin embargo, el extraño laberinto que sus pensamientos suponían volvió a confundir a la desconocida, que de inmediato volvió a su actitud meditativa y agregó—: Creo. A lo mejor es mi código ético indicándome que lo haga. Porque no sé si tenga otras cosas que hacer y no lo recuerde. Hmm... ¿tenía que hacer algo? Tal vez no y es uno de esos cosos que crees que ya viviste. Es una palabra de ese idioma lujoso. De... deyu...

—¿Déjà vu? —terminó Sano, preguntándose si aquello sería lo que Yami intentaba decir. Resultó que así era, pues la mujer respondió emocionada:

—¡Sí, eso! Estamos seguras. Ahora, ¿tenía que...? —la mujer volvió a llevarse un dedo a los labios y miró al cielo, como esperando que éste le diese la respuesta. Y al instante, como por arte de magia o un milagro divino, lo recordó—: ¡Ah! ¡Es cierto! Sano y amigo de Sano, ¿no habréis visto a dos niños perdidos por aquí?

[Ueki_168]

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Siento mucho haber tardado tanto >_< Me he encontrado muy ocupado con el instituto, y ahora que tendré examenes trimestrales tambien estaré ocupado.

Confiando en que Yami nos ayudaría a recoger provisiones, se vuelve a parar y pensar.

-¿Entonces queréis ayuda para recoger provisiones? -dijo ella-

-Sí, te lo agradeceriamos -dije sonriendo y asintiendo-

Luego volvió a hablar en voz alta como si quisiera que supiéramos lo que pensaba. Siguió mencionando un "nosotros" ciertamente sospechoso. Mientras dudaba de una palabra Sano la ayudó, cosa que le hizo recordar finalmente una pregunta.

-¿no habréis visto a dos niños perdidos por aquí? -fue la pregunta-

La miré extrañado -pensaba que era evidente en la situación en la que nos encontrábamos Sano y yo- y después pronuncié:

-Bueno... Nosotros somos dos "niños", y estamos perdidos. ¿No? -expuse-

-Sí, se hace evidente que lo estamos... -puntuó Sano-

-Yami, ¿no nos estaras buscando a nosotros, no? -pregunté finalmente-

[Nell]

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Continuaré el prólogo en sustitución de Zero. Como no sé la historia que tenía pensada, voy a improvisar por la marcha. Cualquier incoherencia, ¡avísame!

Yami pareció darse de cuenta, de pronto, de la gran casualidad que habían destacado los dos chicos, precisamente solos en una isla desierta, mientras la mujer preguntaba por personas con su misma descripción.

—¡Sois los que escapasteis, entonces! ¿Es este el territorio de los sincorazón? —preguntó repentinamente—. ¿Qué hacéis en un sitio tan peligroso? ¡Horribles criaturas os atacarán cuando menos os lo esperéis! Más de un joven se ha perdido entre sus garras —advirtió.

Si era otro de esos insoportables adultos que alertaban constantemente a los niños sobre su seguridad, probablemente no les ayudaría a recoger provisiones, ni mucho menos a quedarse en ese sitio ahora prohibido. Aún así, su gesto seguía siendo amable.

—¿Por qué ibais a quedaros aquí? Debéis volver a vuestras casas. ¡Nada como el hogar, el hogar! —recomendó Yami.

[Ueki_168]

Mi pregunta ayudó a encaminar la conversación de nuevo ya que Yami, al fin, no se andaba por las ramas al contestar. De su respuesta ignoré completamente el hecho de considerarnos como fugitivos debido a que mencionó aquella palabra: sincorazón. Era una palabra que relacionó con "horribles criaturas" y "garras". ¿Que podía ser? ¿Que aspecto tendría? ¿Tan peligroso es?. El simple hecho de pensar en ello me hizo olvidar de todo por lo que estábamos en aquella isla.

-Sincorazón... -me murmullé a mi mismo.

Miré a Sano, que tenia la misma cara que yo, una cara confusa y preocupada. En parte estaba preocupado y quería salir de aquella isla, pero la parte mas profunda de mi corazón deseaba poder encontrarse con "aquello" para saber hasta que punto era peligroso intentar combatirlo. Yami después nos animó para que nos fuéramos de la isla a lo que yo rápidamente contesté:

-No se nos ha perdido nada en nuestras casas... -dije evitando el contacto visual con Yami- Y... ¿que has dicho respecto a unos "sin...corazón"? Creo que sabes, o mas bien "sabéis" el motivo por el que no podíamos venir aquí, ¿cierto? -pregunté inquisitívamente a Yami acercándome a ella para incomodarla.

Sano me acompañó para incomodar a Yami y, aún ignorando que ella sabía que habíamos escapado de casa, preguntó de manera resumida:

-Dinos, ¿que es un sincorazón?

[Nell]

Por un momento, Yami pareció horrorizada ante la respuesta del chico.

—¿Qué puede haber en una casa, en un hogar, sino calidez? ¿Quién no puede añorar el amor de una tierra conocida? Sois jóvenes, sí, sí, no lo comprendéis aún. No hasta que entendáis que se pierde siempre en la morada —relató con pasión.

No obstante, no volvió a insistir sobre el hogar del que habían huido ambos muchachos. Por otra parte, Yami, en vez de responder a la pregunta de los chicos, comenzó a delirar cosas que podían o no entender:

—Muchas son las ocasiones en las que el conocimiento es privado a cambio de un secretismo que se resguarda con el pretexto de la protección. ¿Estará bien, estará mal…? ¡Quién sabe! —exclamó—. En este caso, mi obligación es transmitirlo sólo a quienes se unan a la esperanza. Podéis o no hacerlo. Es vuestra decisión. No habrá marcha atrás. Y comprenderéis, entonces, lo que se os ha perdido en el hogar.

[Ueki_168]

Mi mirada se fue al vacío al oír aquellas palabras. Seguían siendo extrañas, pero en aquel momento las entendí mejor que nunca, debía tomar una decisión: descubrir más y adentrarme en un mundo de aventuras, o seguir en aquella isla, intentando sobrevivir -aunque con mi amigo.

Mi decisión fue difícil, y a mi no me gusta tener que pensar una decisión, así que hice caso al mas profundo sentimiento de mi corazón, el que busca la aventura y desea explorar y descubrir para poder enfrentarse a alguien fuerte.

Primero miré a Yami con una mirada dura y seca y luego, lentamente, dirigí mi mirada a Sano, aún manteniéndola firme. Fue cuando Sano me dirigió la mirada también, que adivinó lo que pensaba -cómo no...-. Sonreí y corrí a abrazarle con todas mis fuerzas. Cuando me separé, le cogí de los hombros y, con lágrimas en los ojos le dije:

- Esto es algo que debo hacer solo, no quiero que te pase nada... -me sequé las lágrimas y seguí- Además, alguien tendrá que cuidar de la isla. Hahaha

- Ueki, sabía que algún día te llegaría tu oportunidad de hacer lo que realmente quieres: ser mas fuerte -declaró Sano- Y por fin ha llegado...

Una lágrima de alegría cayó por su mejilla, la cual se secó deprisa para extenderme la mano con una sonrisa. Le di la mano con mi mejor sonrisa y entonces se formó un cálido aura de amistad que forjaría aquel momento en nuestra memoria, para siempre.

Di media vuelta para dirigirme a Yami y con paso decidido y la mirada de nuevo firme, me dirigí hasta estar delante de ella y le dije:

- Si de verdad puedes ofrecerme esos conocimientos... -dije sereno- Deseo poseerlos.

[Nell]

Yami contempló pensativa la triste despedida de los dos amigos. En cuanto Ueki estuvo listo, le hizo una seña para alejarse de Sano y continuar ambos andando por la playa, solos. Los oídos del otro chiquillo no podían captar la información que la Maestra estaba a punto de otorgar a su próximo pupilo.

—¡Oh, la curiosidad del conocimiento! Es tan atrayente, como peligrosa. Lamento que tu vida cambie por la decisión que acabas de tomar —dijo Yami. Por su mirada, realmente parecía arrepentida de lo que iba a hacer—. Verás, para qué entiendas el drama en el que vives, debes saber primero que existen innumerables mundos. Algunos tan pequeños como el tuyo. Otros, más grandes. Existen de toda la diversidad que puedas imaginar. Pocos conocen este secreto. Aun así, fuerzas malignas luchan desde hace eones para perturbar la paz de estos mundos.

Hizo una pausa para agacharse un momento en la arena. Ueki pudo observar cómo Yami recogía una concha del suelo y, en vez de quedársela, se acercaba a la orilla y dejaba que el mar se la llevase. Quizá la mujer no era consciente de ello, pero probablemente dicha concha acabase regresando tierra adenro.

—Esa es nuestra misión. Mía, mía, digo, y nuestra, claro. La de la orden a la que pertenezco. Impedimos que los mundos no puedan convivir en paz, ¡porque es tan frágil!. Los sincorazón son parte de esa oscuridad que trata de conquistarlos. No sabemos muy bien de dónde vienen, ni quién los ha originado. Pero representan un grave peligro para todos. ¡Incluso para los que nada saben!

De repente, Yami estiró el brazo y, en su mano, apareció tras un destello una peculiar arma, con forma de Llave y formas extrañas. Le tendió el mango al chico.

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—¿Te gustaría unirte a nuestra noble causa? —le ofreció—. Abandonarás tu hogar, pero te ofreceremos otro. ¡Miles, miles si quieres! ¡Miles de mundos te esperan al otro lado de este vasto cielo! ¡Aventuras sin igual! Pero, en ellas, también encontrarás la oscuridad… o ella te encontrará a ti.

[Ueki_168]

En cuanto nos alejamos de Sano, supe que no lo volvería a ver en mucho tiempo, pero me negué a mirar atrás... ya había escogido mi destino. Incluso sabiendo que aquella decisión había cambiado por completo el rumbo de mi vida, yo seguía firme en mi decisión. Una sonrisa se me trazó en la boca cuando pensaba en lo fuerte que me podría hacer, en todos los deseos ambiciosos que podría cumplir...

Al descubrir que no estaba solo en aquellas islas, que habían muchos mas mundos a parte del que vivía yo, que estos mundos podían ser mucho mas grandes que este, la cara se me iba iluminando de manera progresiva hasta que llegó el limite, y Yami me dijo que fuerzas oscuras -lo que deduzco que son los "sincorazónes"- intentaban perturbarlos.

Contemplaba con una mirada curiosa la escena que Yami estaba protagonizando en la orilla del mar.

Fue entonces cuando Yami por fin desveló aquel secreto del "nosotros" del que siempre hablaba: ella formaba parte de una orden que pretendía sofocar los malignos planes de estas fuerzas oscuras.

Seguidamente extendió su mano para hacer aparecer en ella, entre destellos, una curiosa espada en forma de llave. Me la quedé mirando asombrado con los ojos mas abiertos que dos platos y la boca abierta hasta que Yami, posicionando aquella espada con la intención de que cogiera el mango, preguntó lo que definitivamente decidiría mi futuro: si me quería unir a su causa.

Todos los sentimientos de lo que deseaba se volvieron a reflejar en mi corazón dibujando de nuevo en mí una magnífica sonrisa. Sin dudarlo ni un instante agarré con fuerza el mango de aquella espada y contesté:

-¡Por supuesto! -exclamé- No te llegas ni a imaginar las ganas que tengo de comenzar este viaje.

[Nell]

Nada más coger la llave, ésta desapareció, sin dejar rastro. Sin embargo, Ueki notó, sorprendentemente, que la misma sensación que había notado al empuñarla había quedado arraigada en su corazón, de modo que podría convocarla en cuanto quisiese.

—¡Tu destino ha sido decidido! —decretó Yami—. ¿Serás capaz de afrontarlo o te perderás por el camino? De ti dependerá la respuesta.

Yami cogió entonces una especie de aro metálico, flexible y maleable, de uno de sus bolsillos. Se lo entregó con cuidado, mientras recitaba sin parar las reglas que ella misma se había tenido que aprender en su día.

—Nuestra misión, secreta y sagrada, no debe ser descubierta por inocentes. Mantén siempre el secreto de la existencia de otros mundos frente a ellos. Tampoco intervengas en los asuntos que no te atañan, ni uses tu poder a favor de quienes rompan el equilibrio. Y ponte esto en alguna parte de tu cuerpo, así.

Le mostró, un poco descaradamente, aunque a Yami no pareciese importarle, el mismo aro en el muslo superior de su pierna, enroscado y oculto tras la raja del kimono. Yami lo apretó. Inmediatamente, un destello de luz la envolvió y, al instante, estaba cubierta por una armadura de cuerpo completo.

—Es peligroso viajar entre los mundos sin la protección adecuada —mencionó. Luego, pareció recordar algo—. Esta es tu última oportunidad para despedirte. ¡Podrás volver, oh, sí! Pero allí vivirás.

Y esperó pacientemente la respuesta del chico. Si así lo solicitaba, Ueki podría regresar a casa, o con Sano, para el último adiós, mientras la Maestra aguardaba en el mismo lugar su vuelta.

[Ueki_168]

Me quedé asombrado cuando la espada que empuñé desapareció igual que lo hizo cuando apareció, entre destellos. Pero en ese mismo momento sentí en el corazón como si una fuerte energía se hubiera apoderado de mi.

Aquel era uno de los primeros pasos para mi viaje, en el que me podía perder, un temor que no me embriagaba.

Me entregó un aro metálico de curiosa forma el cual miré inquisitivo mientras escuchaba seriamente las palabras de Yami. Palabras que desprendían responsabilidad y benevolencia. Me las aprendí al pie de la letra ya que sabia que un solo paso en falso, un solo ápice de desobediencia, podían significar mi perdición.

Desvié la mirada sonrojado cuando Yami mostró su aro, colocado en la parte mas alta de su pierna, debajo de su kimono. Aun intentando evitar de mirar directamente, observé la función que tenia aquel extraño objeto: desplegaba una armadura con la que podrías viajar a otros mundos. Siguiendo el ejemplo de situarlo en un sitio oculto, levanté la manga de mi camiseta y coloqué el aro en el brazo, en la parte mas cercana al hombro.

Me dejó un ultimo momento para despedirme, pero ya no era necesario que nos dijéramos nada mas, todo estaba dicho, y a él le parecía bien. Le miré, me miró, sonreímos y en ese momento, ambos pensábamos: "adiós"

-¿A que esperamos? -dije emocionado y sonriendo- Me estoy impacientando.