[Prólogo] Preguntas del pasado

[Gray]

¿Su corazón no era lo suficientemente fuerte? ¿Motivos puros? Quizás debería replantearse por lo que estaba dispuesto a blandir aquella arma o no, lo primero. ¿Por qué lo hacía? Se sentía extrañamente atraído hacia aquella palabra, sentía que tenía que ver con él, pero a la vez no recordaba el porque de aquel sentimiento. ¿Qué era lo que le proporcionaría aquella arma? ¿La capacidad para proteger a sus seres queridos? Como era ahora no podía hacerlo, sabía que poco o nada tenía que hacer frente a las dos personas que tenía frente a si, incluso con el arma que tenía a su espalda. Proteger a los sus seres queridos, hacer que aquel mundo no cayera en esa oscuridad que habían comentado previamente, no quería que la luz de aquel sitio se apagara y menos sin poder él intentar protegerla.

— No se si mi motivo sea del todo puro, pero es lo que yo entiendo por lo correcto.— Dijo primero, previo a comenzar a explicar sus razones.— No quiero que este mundo caiga a la oscuridad que habéis mencionado antes, no quiero verlo morir sin poder si quiera protegerlo por mi mismo, y si para eso tengo que pasar incontables pruebas lo haré.— Comentó el joven de pelo azul con decisión mientras miraba hacia Rebecca.— No puedo decir que mi corazón sea lo suficientemente fuerte, pero si hay algún modo de comprobarlo, estoy dispuesto a pasar por eso. Vosotros decidís.— Finalizó mientras cogía la funda de la espada en su espalda y la depositaba en el suelo, a su lado, mostrando como confiaba en ellos, extrañamente les creía.

[Zee]

—Mierda, ¿cómo se prueba al corazón...? —murmuró Simon, sin advertir que lo había hecho. Se frotó la coronilla mientras dejaba salir varios "Amm..." y "Erm...", intentando no ver a Gray en lo más mínimo mientras lo hacía. Rebecca sencillamente lo miraba expectante.

Luego, Gray dejó su espada en el suelo, tal y como Simon se lo había pedido antes, como señal de confianza. Tanto a Rebecca como a su compañero aquello pareció tomarles por sorpresa, a juzgar por sus expresiones y la mirada que cruzaron, especialmente si se tomaba en cuenta la actitud inicial de aquel muchacho y la manera en la que (casi) había amenazado a los dos viajeros a que revelaran sus intenciones.

—Los ojos dicen muchas cosas... —dijo Rebecca, de pronto. Simon dejó salir un "¿Eh?" de incomprensión—. Me... me gustan... sus ojos... Cuando dice que quiere ayudar, brillan... brillan con... umm... valor y... y...

—Ah... creo que entiendo

—Pero... quiero estar segura...

Todo fue muy rápido, pero no lo pareció así: dichas estas palabras, la chica alzó su mano al frente y cerró los ojos. Simon intentó detenerla con un "¡Nonono!", pero para cuando puedo llegar a su lado, un fulgurante destello había cegado a los presentes. Y en un instante, entre sus dedos, la joven asía un arma de apariencia un tanto extraña, mas agradable:

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[Gray]

¿Sus ojos decían muchas cosas? No se había dado cuenta hasta ese momento, pero en un instante quedó cegado. Había visto aquella luz antes, había podido contemplarla hacía ya unos años, aunque el recuerdo era difuso. Aquel mismo destello se había aparecido tiempo atrás en la mano de su hermano Allen, poco antes de que desapareciera sin dejar rastro. Frente a él y tras unos cuantos movimientos estaba un arma extraña, de la misma había procedido aquella extraña luz que había cegado a los presentes y que Gray recordó haber vislumbrado antes.

¿Cómo se suponía que tenía que actuar ante aquella extraña arma? ¿Rebecca quizás intentaba atacarla ahora que estaba indefenso? Si era así no podía hacer nada, pero había algo que no le cuadraba, sus ojos. Como ella había dicho, la vista de una persona puede decir mucho mas que las simples palabras, no veía nada que pretendiera acabar con la vida de Gray. Quizás aquella era la prueba que estaban esperando, pero, ¿Qué tenía que hacer? Se inclinó levemente ante ella y colocó una de sus rodillas en el suelo de aquel techo, mientras hacía una reverencia a la chica.

— Estoy preparado para lo que sea.— Susurró lo suficientemente alto para que Rebecca pudiera oirle, claramente aquello era una señal de que le haría caso en lo que tuviera que hacer, ya que habían demostrado que lo que decían era verdad, por tanto podía confiar en ellos.

[Zee]

—Estoy preparado para lo que sea.

Aquellas fueron las palabras con las que Gray aceptó seguir todas las indicaciones y/u órdenes que Rebecca pudiese darle. Cual caballero esperando su nombramiento por parte del monarca, el joven de cabellos azules inclinó la cabeza y se hincó en el suelo, presentándole su respeto y confianza a la Maestra, esperando que ésta le diera su aprobación, o que le dijera qué hacer, o que...

Lo que fuera.

Pero nada de eso pasó. En realidad, pasó lo que Gray no hubiese imaginado en una decena de años: Rebecca se llevó la mano a la boca e intentó contener una risilla, provocando que ésta sonara como un carraspeo. Sin embargo, la chica no pudo evitarlo y terminó fallando, estallando en carcajadas. Primero suaves y sutiles, que gradualmente se convirtieron en un incontrolable y vigoroso ataque que apenas la dejaba respirar.

—Viejo... ¿en serio... acabas de hacer eso...?—cuestionó Simon, incrédulo, quien también reía por lo bajo.

Fue incómodo...

[Gray]

Nunca hubiera esperado que aquello pasara de aquella manera. Esperaba algunas palabras al menos, algo que lo alentara a seguir su camino, pero no, aquello fue totalmente diferente. Se encontró con que su movimiento realizado fue algo como de otra época, cuando él lo había tomado por algo caballeroso, algo que no se hacía a cualquiera, creía que la chica sería algo mas amable, pero parece que se equivocaba. Se comenzó a erguir levemente mientras miraba como la chica tenía un ataque de risa, parecía que no pararía por un buen rato y ciertamente no estaba de mucho humor.

— Desde luego he de decir que me esperaba otra cosa.— Comentó con aire despectivo mientras en su rostro se veía levemente un rubor colorado.

Entonces se cruzó de brazos y comenzó a mirar a la chica fijamente, viendo cada una de sus acciones, y esperando porque parara de una vez y le dijera que hacer. Aunque cuando pensó en la imagen mental que era verse a si mismo arrodillado frente a ella, no pudo evitar pensar que le pedía matrimonio o una cosa así, cualquiera lo hubiera mal interpretado. Río levemente, a penas un segundo para luego taparse la boca y volver a colocarse en su compostura normal, esperando porque pudiera terminar de demostrar lo que tendría que demostrar.

En su mirada aún brillaba ese luz que había visto antes, aquel destello proveniente de esa llave espada que tenía la chica, como si de un fantasma luminoso se encontraba danzando por sus glóbulos oculares. Extrañamente estaba con ansías de demostrar lo que valía, quizás era debido a Rebecca.

[Zee]

Rebecca tardó un rato más en calmarse, y cuando lo hizo necesitó todavía recuperar el aliento, calmar su estómago y limpiarse algunas lagrimillas del rostro. Gray alcanzó a echarle una ojeada a su cicatriz cuando lo hizo: quemadura, sin duda, y grave, por lo que podía verse. ¿Sería a causa de una herida de guerra? ¿O algún desafortunado accidente? La chica notó su mirada puesta sobre ella, pero de su semblante no desapareció aquella cálida y agradable sonrisa.

—Veo que vas en serio con esto, Gray —dijo la joven, a manera de halago. A una distancia prudente, Simon observaba orgulloso cómo su compañera había perdido toda sombra de timidez. Rebecca continuó, advirtiéndole al muchacho sobre su futuro—:Si estás seguro de participar en esta guerra, debes estar consciente de que abandonaras este mundo por mucho, mucho tiempo. No podrás decirle a nadie sobre los demás mundos y no podrás huir de tu pasado. Estarás condenado a cargar esta Llave toda tu vida, y sin ayuda alguna...

—Mentirosa... —sonrió Simon, para luego corregir a su compañera mientras se dirigía a Gray—. Nos tendrías a nosotros, a los demás Maestros y a los montones de Aprendices que llegarán dentro de nada. Y puedes volver cuando quieras. Te llevo en mi Nave Gumi si me lo compensas, ¿vale? —el hombre le guiñó un ojo.

—Una vez tomes esta Llave-Espada, Gray, no habrá vuelta atrás —advirtió Rebecca, extendiendo su arma al frente, con la punta hacia arriba, como apremiando a Gray para que la tomaran juntos de la empuñadura.

[Gray]

Al fin y al cabo lo parecía. Se habían dado cuenta de la seriedad de sus palabras y acciones, tenía muy claro lo que debía o no debía hacer, desde el principio había actuado para la protección de los suyos, e incluso en aquellos momentos seguía pensando de la misma forma. Abandonar aquel mundo no suponía mucho problema, algún día volvería, nuevo, radiante y feliz, dispuesto a mostrarle a Jane lo que había madurado y en lo que se había convertido, su decisión estaba muy clara.

La cara de la chica mostraba determinación, además de una fea quemadura realizada tiempo atrás, quien sabría en que tipo de batallas había tenido que ingresar aquella mujer para acabar con tales heridas. Esos signos no hicieran nada mas y nada menos que acrecentar su espíritu de lucha, mientras escuchaba las palabras de Simon. ¿Maestros y aprendices? ¿Cuántos habría como ellos en aquellos mundos que se encontraban en el exterior? Eso hizo que su curiosidad por conocerles comenzara a crecer, mientras que Rebecca finalmente ofreció empuñar junto a Gray la llave espada.

— Es todo un honor Rebecca.— Dijo mientras colocaba su mano junto a la de ella y comenzaba a sostener la llave espada con la chica.

Instantes después la joven soltó su mano de la del chico, dejando el arma ancestral a Gray, que la sostuvo firmemente unos segundos. La llave irradiaba alguna especie de fuerza, pero no pudo sostener mucho aquella sensación, porque instantes después la misma desapareció, volviendo de nuevo a la mano de Rebecca. ¿Qué significaría aquello? ¿Estaba preparado para ser un portador de la llave espada? Solo aquellas dos personas lo dirían.

[Zee]

Un arma que se materializaba de la nada en el aire y que volvía a la mano de su poseedor apenas se separaba de él, como si tuviese vida propia. Aunque, de una u otra manera, aquello podía intuirse en cuanto se posaba la mirada sobre aquella peculiar arma. Y si, como Gray, se tenía la oportunidad de tocar una por unos instantes, toda duda sobre ello desaparecía.

¿Qué se sentiría no sólo tocarla, sino poseerla?

—Es hora de que te despidas de quienes tengas que hacerlo, Gray —dijo Rebecca. Simon, quien se había sentado en el suelo, se puso de pie y sacó unas llaves de su bolisllo, pero no dijo nada salvo:

—Nos vemos luego, Gris. Haz orgullosa a tu Maestra.

—Diles que te irás lejos... —continuó la joven, dándose la vuelta y mirando en dirección al atardecer—. Y que tardarás en volver. Pero que cuando lo hagas, habrás hecho algo grande por este mundo y por todos los demás que están allá afuera. Ah, y —apuntó la Maestra—, deberías intentar invocar tu propia Llave-Espada. Ella te ha aceptado ahora.

Y luego, su Llave-Espada desapareció en un haz de luz.

[Gray]

¿Despedirse de sus seres queridos? Si lo hacía probablemente intentarían detenerle los niños, pero tenía claro que Jane lo dejaría ir si viera esa mirada que tenía. Hizo caso a lo que habían dicho, colocó su mano frente a si y cerró los ojos. En un instante un destello de luz se hizo presente en el lugar, y una llave espada — Notablemente diferente a la de Rebecca, ya que parecía una llave de verdad.— apareció en su mano. La sensación era increíble. Sentía el poder de la llave desde su mano hasta todo su cuerpo, lo sentía como una especie de universo encerrado en ese arma. En un instante volvió a desaparecer, pero no le preocupó, sabía que podría volverla a invocar en cualquier momento.

— Iré a despedirme, ahora vuelvo, maestra.— Comentó a modo de pasada mientras cogía el cuenco que había estado comiendo antes y lo llevaba al interior del edificio.

Bajó las escaleras y se dirigió a su piso para dejar el recipiente. En la puerta de entrada se encontraba Jane, su madre adoptiva, que parecía que había estado esperando un tiempo allí. Cuando se dio cuenta de la presencia de Gray, la mujer avanzó medio dubitativa ante el chico, que abrió la puerta con su llave e ingresó a la habitación junto a ella. Vació el plato y luego lo colocó en la basura, preparado para no volver a comer algo así en mucho tiempo. Después se giró y miró a Jane a los ojos, la cual sin mediar palabra lo abrazó.

— Me voy a ir durante un tiempo de aquí, no me verás hasta entonces, pero volveré.— Dijo el joven de pelo azul mientras correspondía al abrazo y miraba hacia los ojos de ella.

— Se te ve decidido.— Dijo primero para después separarse del abrazo de la chica.— ¿Vas a ir a buscarle no?— Preguntó.

— Si, pero además de ir a buscarlo quiero ser mas fuerte, no puedo permitir que os pase algo debido a mi debilidad, por eso me iré.— Volvió a decir, mientras se apoyaba levemente en la pared.

— No se porque, sabía que te ibas a ir tal como se fue él.— Dijo la señora mientras intentaba aguantar las lágrimas que ya comenzaban a aparecer.— Él dijo que os volveríais a encontrar en el futuro, antes de irse también.

— ¿Sabes a donde fue? ¿Cómo es que no me has dicho nada en estos tres años?

— Si te lo hubiera dicho hubieras salido en su búsqueda nada mas saberlo, y él dijo que tu tendrías tu momento, por eso decidí guardar el secreto.— Calló un momento.— Está por ahí fuera, no se mucho mas. Vuelve y tráelo a casa, que tengo que regañarle por haberse ido así.— Pidió mientras ya se dejaba abandonar a las lagrimas.

— Lo haré.— Susurró mientras abrazaba a la mujer, que en pocos segundos dejó de llorar y se fue por donde había venido, digna ella.

Una tímida lágrima salió del ojo derecho de Gray, que con un rápido movimiento de su mano izquierda se la quitó. Alargó la mano derecha al frente, sabiendo que no había nadie alrededor y en un instante apareció de nuevo, su llave espada. Volvió a hacerla desaparecer, teniendo claro que su hermano quizás blandiera una como la suya, o quien sabe. Quizás la suya fuera un tanto diferente como lo era la de su maestra. Volvió a subir al tejado, preparado para lo que tuviera que pasar, ya estaba preparado para irse.

— Ya estoy listo.— Fue lo que dijo nada mas estar frente a la pareja, o al menos al estar frente a su maestra.

[Zee]

Cuando Gray regresó al lugar donde había conocido a su Maestra, descubrió que Simon ya no se hallaba allí. Sospechó que, de alguna manera, las llaves que había sacado de su bolsillo la última vez que se habían visto tenían algo que ver con su súbita desaparición. La despedida se había sentido un poco vacía y seca, pero sólo tal vez porque el hombre había sabido que no era una: se volverían a ver, y pronto-

—Entonces, si estás listo, nos iremos ahora —señaló Rebecca cuando le vio subir por la escalera—. Umm... si... si estás bien con eso... quiero decir... —añadió luego, sin embargo, cuando sus ojos se encontraron con los de su Aprendiz. ¿Acaso esa chica tan tímida y dubitativa sería su Maestra? ¿Qué clase de cosas podría enseñarle?

Rebecca caminó hacia él y luego le tendió algo que llevaba en la mano. Gray lo tomó sin dudar: era un aro de metal, parecido a un brazalete, de color plateado. Nada especial... aparentemente, por lo menos.

—Amm... te lo pones donde gustes... y... —la joven dio un leve golpecito a un adorno muy parecido, aunque más delgado y sutil, que llevaba en el cuello. Como cuando había aparecido la Llave-Espada, un haz de luz cegó a Gray por un momento.

Cuando volvió a mirar a su Maestra, ésta llevaba puesta una armadura completa; con casco y capa, incluso. Era de tonos morados y grises, y la capa de color blanco.

—Y después... tienes que hacer esto... —Rebecca hizo aparecer su Llave-Espada y luego la lanzó hacia el cielo. Con un destello más, la Llave se convirtió en un vehículo en el cual la Maestra podía montarse, lo cual hizo apenas éste se lo permitió—. Entonces... si puedes hacer eso...

[Gray]

La chica parecía bastante dubitativa, pero ciertamente no dudaba para nada de ella después de lo que había mostrado anteriormente. Confiaba en ella y aunque parecía algo tímida, tenía claro que podría enseñarle muchas cosas, aunque quizás confiaba en ella por mas cosas. Parecía que Simon no estaba mas en escena, ni si quiera se había despedido, pero tenía claro que pronto se volverían a ver, le daba esa corazonada. Aún tenía una pregunta preparada para el, ¿Qué era esa nave Gumi de la que había hablado? Tenía mucha curiosidad sobre ese término.

Rebecca mientras él se perdía en sus pensamientos, le entregó un pequeño aro de metal, el cual se colocó en su brazo izquierdo, exactamente en la muñeca. Su maestra le dio un leve golpe a la pieza que tenía ella en el cuello, algo mas delgada que la que le había entregado a Gray. En un momento, tras un destello de luz, la chica apareció vestida con una armadura de tonalidades moradas y grises, además de una capa blanca, parecía un caballero de la mesa redonda, además sus curvas se acrecentaban con aquella protección. Instantes después lanzó su llave al cielo, transformándolo en un vehículo que no había visto nunca.

— Y yo debo hacer eso, que bien te queda la armadura maestra.— Piropeó mientras se preparaba para hacer lo mismo que ella.

¿Él debía de hacerlo? No estaba seguro de como realizar en aquel momento, pero optó por simplemente copiar los movimientos exactamente como había hecho ella, no sería demasiado difícil. Alargó su mano derecha, la que usaba para sostener la llave espada, y la golpeó contra el pequeño trozo de metal entregado previamente. En aquel momento su cuerpo se cubrió por un destello dorado, que dejó paso a una armadura de tonalidades marrones y rojas, sin ninguna capa extra. En su mano se encontraba la llave espada, la cual después de maravillarse de su aspecto, lanzó al cielo, transformándose esta en una especie de vehículo con forma de moto. Su color era negro con un asiento suficiente para dos o tres personas. Parecía por lo demás una moto normal pero sin ruedas, además de llevar cuatro especie de tuberías a los lados para estabilizarlo. Tras un momento de pausa se montó.

— Estoy listo.— Después de aquellas palabras seguiría a su maestra donde debería ir, desde ese momento era un portador de la llave espada.

[Zee]

Una vez el joven pudo materializar su nueva nave, Rebecca le dio algunas indicaciones sobre cómo dirigirla. No era muy difícil. En realidad, Gray supo que podría dominarla al primer intento. Después de todo, era su nave, su Llave Espada.

—Entonces... en marcha... mi Aprendiz —Gray no pudo ver nada a través de su casco, pero supo que su nueva Maestra le dedicaba una cálida y gran sonrisa. El chico la correspondió, incluso sabiendo que no podría verle. Ya tendría tiempo para responder a todas las preguntas de su pasado; por lo pronto, miró al cielo y pensó que, aquella vez, era su turno de forjar un futuro.

Y como dos estrellas fugaces, las dos naves desaparecieron en la profundidad del cielo de Villa Crepúsculo, como el sol que se ocultaba en el horizonte.

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¡Enhorabuena! ¡Has concluido tu Prólogo!

Obtienes:
- 18 PX. Nada, nada mal. Inmediatamente se nota que tienes experiencia en esto. Muy buena ortografía (aunque vi algunos fallos menores por allí), muy buena extensión y buena desenvoltura. Sin embargo, como dije en un principio, parecías basarte más en lo que yo decía y en repetirlo que en darle individualidad al personaje. Lo bueno es que terminamos mejorándolo. ¡Excelente trabajo!
- Cadena del Reino.
- Armadura.
- La habilidad: Materialización del arma.

Añadiré todo a la ficha en cuanto actualices tu Subida de Nivel. Reparte tus ocho (8) puntos en Estadísticas y agrega tu nueva Habilidad. ¡Nos vemos en Tierra de Partida, Aprendiz!