—Vaya, seis años. Eso es, eh... Mucho tiempo.
—Si...lo es—Casi susurré. La soledad que se sentía en aquel mundo era indescriptible. Me fijé en que Kazuki parecía algo conmovido y me compadecía por aquel suplicio que había vivido aquellos seis años.
—¿Qué fue de los demás? ¿Qué sucedió en esta ciudad? —preguntó Kazuki, intentando sacar algo en claro de todo aquello. Por desgracia yo no sabía absolutamente nada.
—No lo sé, no tengo ningún recuerdo sobre eso—Expliqué.—Simplemente desperté frente a un gran rascacielos cercano al castillo flotante, seguramente lo hayas visto mientras venías—Continué hablando dejandole claro que realmente no sabía absolutamente nada. En todo aquel tiempo había desarrollado varias teorías, la primera era que hubo algún tipo de guerra aunque viendo el buen estado de toda la ciudad, a excepción del crater en el que estaba el castillo esa teoría se había convertido en algo poco posible. Mi segunda teoría era que aquellas criaturas habían matado a todo ser humano y yo había recibido algún golpe o algo que me hizo olvidar todo mi pasado, aquello era lo más probable y aún así lo dudaba. La última que no era tan descabellada viendo las circunstancias era que toda la gente de aquella ciudad se había transformado en sincorazones por algún motivo que posiblemente tenía que ver con el castillo.
Pero como dice el nombre, una teoría es solo eso y no significa nada si no tiene una base real que la respalde y yo no tenía ninguna prueba ni nada que pudiera probar que alguna de esas tres fuera verdad.
Miré a Kazuki un momento.
—Veo que tampoco sabes nada—Dije con un tono de decepción bastante evidente aunque para nada despectivo.