[Prólogo] Chica para todo

[Soul Artist]

El moguri se alegró ligeramente al verla, dirigiendo sus pequeños ojitos cerrados hacia la chica que había entrado corriendo a la cocina. Parecía estar nerviosa e ilusionada con algo, por lo que se acercó a ella volando con pequeñas alitas rojas y su sombrero de chef, que seguía intacto sobre su cabeza.

—¡Qué sorpresa, kupó! No te esperaba para nada hoy aquí siendo día libre. ¿Has venido a animar a la clientela, kupó? Qué buena y responsable eres, kupó.

Sin embargo, los ojos de su empleada decían otra cosa.

—Ah... Has estado pensando lo de aquella señora, ¿no, kupó? —dedujo, algo más triste.

[ita]

El siempre animoso moguri parecía triste ante la noticia que Irian le traía. Sí, iba a marcharse para siempre y, por lo tanto, debía dejar su trabajo ahí.

No llevaba más de unos pocos meses trabajando en el restaurante, pero le tenía bastante aprecio a su jefe, a pesar de su tacañería, era siempre muy amable con ella y la trataba bien. Por eso se sentía un poco mal al tener que dejarle, pero hizo de tripas corazón y, con un nudo en la garganta, trató de despedirse con la mayor animosidad posible.

- ¡Jefe, siento decirle que tendrá que buscar a otra camarera! - dijo con energia, para que no sonase tan triste como se sentía en realidad. - Siento avisarle con tan poca antelación - prosiguió - pero, tal y como ha dicho usted, me voy con aquella extraña señora. Espero que me perdone y... ¡muchas gracias por haberme dado la oportunidad de trabajar con usted! - sus ojos empezaron a brillar peligrosamente- le echaré de menos, señor- concluyó, mientras se daba la vuelta y recogía sus pertenencias.

Y salió por la puerta, dispuesta a no volver.

[Soul Artist]

El moguri observó cómo se alejaba la mejor empleada que nunca había tenido. Quizá llamara la atención de los borrachos, quizáno fuese tan rápida como otras, pero sabía tratar a los clientes y atraerlos hacia allí.

—Buena suerte, kupó —se despidió en voz baja, sabiendo que seguramente no volvería a ver nunca a la joven.

En la plaza de Ciudad de Paso, cerca de la salida del mundo, se encontraba todavía Nanashi junto a un buzón de correos color rojo muy llamativo. Cuando finalmente vio que la joven regresaba con su pesada maleta en mano la observó de arriba a abajo, algo severa, como si no terminara de aprobar tanto equipaje.

—¿Lista? Bien. Antes de partir, hay un par de leyes que debes conocer. Primero: nunca, jamás, reveles tu procedencia a los nativos de otros mundos. No deben saber de la existencia de lugares más allá de los suyos propios. Segundo: no te involucres nunca en los asuntos propios de los nativos de esos mundos, a menos que estén involucrados los Sincorazón u otros viajeros que estén provocando el caos. Y tercero y más importante: nunca, jamás, ceses ante la oscuridad. El equilibrio de los mundos consiste en el predominio de la Luz: recuerda eso.

Nanashi se apartó ligeramente de la joven e hizo aparecer en su mano la Llave Espada azul que tanto le recordaba a la de su hermano. Sin previo aviso, la Maestra lanzó su arma al cielo, que se iluminó levemente con una estrella; y de ella bajó una especie de plataforma enorme, como una pequeña nave.

—Te doy entrega de tu armadura —indicó Nanashi, dándole en mano a la joven un pequeño aro de metal que pesaba muy poco—. Es muy importante para el viaje entre mundos y las batallas de alto nivel; te protegerá frente a innumerables peligros. Puedes vestirla en cualquier parte de tu cuerpo, como muñecas o...

Nanashi se tocó el pelo hasta llegar a la coleta, donde tenía otro aro como aquel que había pasado a la joven. Al entrar en contacto con él, se cubrió de luz y volvió a aparecer vestida con una imponente gran armadura metálica.

—Haz todo lo que yo he hecho. Invoca tu armadura, llama a tu Llave Espada y transfórmala en plataforma voladora. Una vez hecho, podremos irnos.

[ita]

Irian miró, asombrada, todo aquello. Parecía todo magia. Era tan extraordinario... era increible. Y ahora ella también podría hacerlo.

Sonrió mientras se ponía el brillante brazalete metálico en su muñeca. Luego cerró los ojos y se concentró. Tenía que invocar su Llave-Espada. Se sentía un poco asustada, ¿sería capaz de hacerlo?

Su corazón empezó a latir con más fuerza, y la sangre que fluía era mucho más cálida; era una sensación muy agradable. Y, de repente, sintió el metal aferrándose en su mano. Abrió los ojos. Allí estaba, brillante y hermosa, su Llave-Espada. Su propia Llave.

Tocó levemente el aro de metal y sintió cómo su cuerpo entero se recubría con su armadura. Sentía que se volvía más pesada.

Finalmente lanzó su espada, con un poco de miedo, hacia el cielo, tratando de invocar su propia nave espacial. Una vez lo logró, sonrió, satisfecha, y se volvió a la mujer.

- Ya entiendo - dijo, en respuesta al comentario sobre las normas que debían cumplir los Portadores.

[Soul Artist]

—Perfecto —señaló Nanashi, montándose en su nave y preparada para salir volando—. Sigueme al vuelo. Deberíamos llegar pronto a Tierra de Partida, el mundo donde entrenarás.

Nanashi despegó, dirigiéndose hacia las estrellas donde no tardó en perderse de vista. Su aprendiz le seguiría y tardarían muy poco tiempo en llegar. Pronto comenzaría su entrenamiento y aprendería a ser como su hermano, a salvaguardar la galaxia del mal y de los llamados "Sincorazón", los cuales habían estado atacando recientemente Ciudad de Paso.

Pronto, dejaría de ser una "chica para todo" y se convertiría en lo que siempre había querido ser. Ser como su hermano.

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¡Fin del Prólogo!

Obtienes:
-16 PX. Algunas partes muy buenas, pero otras muy flojas. Tus faltas me han matado, además, y deberías aprender a usar los guiones de diálogo correctamente. ¡Subes al nivel 2!
-Cadena del Reino.
-Armadura.
-La habilidad: Materialización del arma.