[Prólogo] Chica para todo

[ita]

Desde su posición contempló la escena.

Si ya le parecía extraordinario que un cliente la tratase de tal modo, más aún que la familia Kit y su invitada apareciesen de la nada, con aquellas extrañas armas en mano, tratando de salvarla.
Todo era demasiado confuso, todo era demasiado irreal. Todo... salvo aquella llave espada.

En su dedo índice, gravada en un anillo de plata, había otra igual. Y no podía ser una casualidad; aquella era la llave-espada de su hermano. ¿Cómo podía tenerla aquella chica? ¿Cómo era posible? Se suponía que... Su hermano estaba muerto, nadie debería poder invocar aquella llave-espada. ¿De dónde la había sacado?

Realmente todo era demasiado fuera de lo común.

Y, abrumada y confusa como estaba, susurró
- Esa es... la llave de él... mi hermano. - y superada por las emociones y el pánico, rompió a llorar.

[Soul Artist]

—¿Y ahora tú por qué lloras? —preguntó el borracho, tirando más del pelo de la muchacha.

Aquella distracción le costó caro. De un rápido movimiento, la mujer utilizó su arma para, con un sencillo sablazo, romper el revólver del borracho por la mitad. Al borracho le costó inmutarde, pues cuando se dio cuenta de que su atacante estaba más cerca intentó disparar, sin éxito. Puso el grito en el cielo y se echó atrás, soltando a la chica y lanzándola contra ella; esta la recogió en brazos sin soltar su arma. Uno de los amigos del hombre disparó su pistola, pero la adulta bloqueó la bala sin apenas esfuerzo con su arma, calculando perfectamente hacia donde se dirigía.

Fue entonces cuando Sharon vio su oportunidad y atacó con su látigo, el cual se estiró hacia el brazo del que acababa de disparar y se lo agarró con fuerza. Este gritó de dolor al notar las espinas clavándose en él e intentó librarse de ella poniendo su otra mano sobre el látigo, sufriendo más por no haberlo pensado antes. Su compañero fue a su rescate apuntando hacia ella; pero antes de poder llegar a apretar un gatillo, un fuerte "bang" rezumbó por sus oídos y la pistola salió volando en dirección contraria. Ryan acababa de disparar y había acertado completamente en el arma de fuego del enemigo.

—¡Huid! ¡Huid! —gritó el cabecilla de los tres, levantándose del suelo y echando a correr. El compañero que había sido sorprendido por Ryan fue tras él, mientras que el otro no pudo moverse de su sitio, todavía preso del látigo de Sharon.

—¡Esperadme! ¡No me dejéis atrás! —gritó desesperado.

La mujer de la enorme Llave dedicó su mirada hacia Sharon, todavía manteniendo entre sus brazos a la joven Line.

—Dejen escapar a los otros dos. Pondremos carteles en su búsqueda; con la Federación como nuestro aliado, no creo que tardemos mucho en capturarlos. Señor Kit, he oído que tiene una nave Gumi, y fantástica, por cierto. ¿Podría llevar al maleante que su mujer ha capturado hasta ellos, por favor?

—Por supuesto —afirmó Ryan, contento de ser útil—. Sharon y yo nos acercaremos allí, no tardaremos mucho. Solo... Dígale a Ronin que ahora tendrá que pagarnos él una cena. Por tardón.

La mujer sonrió ligeramente al hombre, aunque todavía con seriedad.

—Se lo diré —aseguró, afirmando con la cabeza.

El matrimonio Kit dejó el lugar, en dirección hacia las enormes puertas que llevaban hacia la salida de Ciudad de Paso y donde podrían tomar su nave Gumi para salir, a la vez que obligaban al preso a caminar hacia allí. La mujer, por su parte, volvió a dirigir su mirada hacia la delicada chica que tenía entre los brazos.

—Tranquila, ya estás a salvo —le aseguró, acariciándole el pelo—. Me llamo Nanashi. ¿Quién eres tú, criatura?

[ita]

La chica contempló toda la escena que sucedía ante ella, tan increible que parecía sacada de una novela de acción, como mínimo. ¿De dónde habían salido aquellas personas?
Conocía bastante al matrimonio Kit, pero jamás hubiese dicho que tuviesen semejante poder. Y aquella extraña mujer... su llave-espada era igual a la de su hermano. Y la usaba con gran maestria. De un sólo movimiento se había librado de la pistola del hombre ebrio, que ahora huía ruinmente, confundiéndose con los otros muchos borrachos que, a esas horas de la noche, pululaban por Ciudad de Paso. Sería difícil identificarle, seguramente ya se habría refugiado, junto a su camarada, en su propia nave Gumi, desapereciendo para siempre. Pero quedaría grabado en la mente de Irian durante mucho tiempo; su propia pesadilla hecha realidad.

Y, de repente, se encontró entre los brazos de la desconocida. Sorprendida y aún aterrada, con las lágrimas fluyendo de sus grandes ojos castaños, la miró, desconcertada, sin comprender muy bien lo que acababa de presenciar. ¿Era real? Estar ahí, siendo abrazada por aquella especie de ángel mortal era como encontrarse envuelta por una nuve. Todo blanco, cálido y protector. ¿Quién era ella? Y...

- Su espada... - jadeó, confusa y extrañada, observándola ahora de más cerca - es la de mi hermano.

[Soul Artist]

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Nuve, mis hogos x_x

Nanashi se sorprendió ante las palabras de la joven a la que abrazaba. Todavía abrazándola, invocó entre sus manos un pañuelo con el que limpió las lágrimas de la muchacha, secándole la cara.

—Eh, eh, tranquila. Respira, creo que esto ha sido demasiada acción para ti. Te equivocas, mi Llave Espada no era de nadie antes; siempre me ha pertenecido. Pero hay muchas más, probablemente la que hubieses visto era otra muy distinta.

La mujer soltó a la joven finalmente, soltándola de los brazos con algo de pesar. Clavó su mirada en ella.

—Dices que tu hermano es un portador de la Llave Espada también. ¿Cómo se llama? Quizá pueda identificarle.

[ita]

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Lo siento, me confundo con el catalán x_x.

Irian cayó sobre su propio peso a causa de la concentración de emociones. Había sido demasiado para ella y ahora caía al suelo como un peso muerto. Se sentía muy cansada y débil, demasiado... y también se sentía mareada.

Clavó sus ojos oscuros en los de aquella extraña que la había salvado. ¿Quién era? O... ¿Qué era? Tenía una llave-espada, así que, siguiendo la lógica, debía ser una Portadora, como antaño lo había sido su querido hermano. Pero no era normal. Había algo extraño en todo aquello... porque era la misma espada, estaba convencida; la había visto suficientes veces como para saber reconocerla. No sería capaz de confundirla con otra, la llevaba tatuada en su mente... y en su anillo.

- Mi hermano - murmuró, sacando fuerzas - se llamaba Henry y... era el Portador de la Llave-espada... una que... era igual a la suya - el esfuerzo de hablar la obligó a entrecerrar, cansada, los ojos. Pero no quería caer bajo los influjos del sueño; tenía que saber, debía comprender qué estaba pasando...

[Soul Artist]

—Henry... —Nanashi bajó la mirada, aparentemente buscando en sus recuerdos— ¿Henry Touchdown, tal vez? ¿No? Lo siento, el nombre no me dice nada. Igual los demás Maestros saben algo; podrías preguntarles tú misma si vinieses conmigo a...

Nanashi miró a su alrededor. demasiada gente escuchando que no sabía nada acerca de las Llaves Espada; agarró sin mucha fuerza a Irian del brazo y le invitó a alejarse de allí con ella para hablar.

—Aquí estaremos fuera de la mirada de curiosos —señaló, ocultándose tras la orfebrería y antes del acceso al Distrito 2 de la ciudad—. Dime, muchacha; ¿estás sola en este mundo? ¿No tienes familiares? Por lo que has comentado, tu hermano ya no está aquí. Si vienes conmigo, podrás preguntar a otros como yo por él, intentar sacar algo en claro; te daremos hogar y no tendrás que seguir trabajando. Aunque en la cafetería de nuestro mundo no nos vendría mal una trabajadora, podríamos pagarte con un buen salario... Y más importante —puso su arma en horizontal, mostrándosela a la joven—, puedes tener una Llave Espada también. Como tu hermano.

[ita]

Su mirada se tornó confusa ante las palabras de aquella mujer. Al principio le había parecido alguien encantador y amable, pero... ahora se veía empujada fuera de su hogar. ¿Qué era todo aquello que le estaba diciendo? No, no quería aquello.

Sí que quería saber más sobre el pasado de su hermano, sobre su trabajo, sobre las Llave-Espada pero... desde su casa, tranquila, rodeada de normalidad. Y... ¿Qué era eso de que podría tener también una Llave-Espada ella también? Todo sonaba demasiado extraño. Demasiado fuera de lugar. Y lo único que ella quería era seguir con su rutina, recoger sus cosas del restaurante e irse a descansar, tras el agetreado día que había pasado. Cerrar los ojos y olvidar... Y seguir como siempre, sin que nada se viese alterado.

Pero parecía que aquello no podría suceder.

[Soul Artist]

—Entiendo. Quieres pensártelo, ¿no? La mayoría de gente aceptar de inmediato cuando se les ofrece esto, pero... No todos somos niños pequeños, ¿verdad?

La mujer se apartó, alejándose un poco.

—Cuando tengas tu decisión, ven a buscarme. Habla con el señor Kit; él mismo podrá acercarte a mi mundo. Estaré esperando, pequeña. Tómate tu tiempo.

Nanashi se fue, desapareciendo de la vista de Irian definitivamente. Esta se quedó sola, de nuevo. Puede que ya fuese tarde; ahora solo le quedaba reflexionar y pensar en lo que había pasado, lo que le habían propuesto.

[ita]

Y se quedó sola de nuevo.

Ahí, en medio de la calle, tras la orfebrería, bajo la luminosa luna, rodeada por miles de puntitos brillantes, se sentía más sola que nunca. A pesar de que estaba acostumbrada a sentirse así, en aquella ocasión era distinto. Talvez el encontrarse con la Llave-Espada de Henry, aunque la mujer dijese que no, le había traido recuerdos de su pasado...

Durante mucho tiempo habían sido siempre ellos dos: Henry e Irian. Habían sufrido juntos la pérdida de sus padres, que habían muerto frente a la joven, cuando a penas tenía cinco años. El recuerdo era muy borroso, sólo podía ver las manchas de sangre en la moqueta de casa y a ella misma gritando sus nombres en el vacio. Y lágrimas, muchas lágrimas derramadas.
A partir de ese momento su hermano se había responsabilizado de todo. Sólo tenía 12 años, pero se las había apañado para mantener a su pequeña hermana, pagar las facturas y todo lo demás. Era un muchacho increible. Y su hermanita le adoraba. Y más cuando recibió su Llave-Espada: estaba tan orgullosa de él... Sus ojos brillaban de ilusión y esperanza, lleno de valentía y coraje. Aquellos ojos tan similares a los de ella, que ya no brillarían más bajo la clara luz del sol de Ciudad de Paso.

Sí, toda aquella paranoica situación le había hecho recordar...

Mientras caminaba de vuelta al restaurante, donde su pobre jefe debería de estar lidiando solo con todos los clientes que aún quedaban, meditó sobre la propuesta. En realidad no tenía un verdadero hogar, hacia tiempo que lo había perdido, al morir Henry. Y ella había quedado sola en el mundo. Había luchado para mantenerse, para sobrevivir. Y, más o menos lo había logrado. Y ahora le ofrecían algo increible, le abrían las puertas para convertirse en lo que su hermano, su admirado hermano, había sido alguna vez, tiempo atrás. Y podría investigar. Y no tendría que preocuparse más por borrachos clientes, por sonreir aún cuando estaba cansada, de aguantar malas miradas o piropos malintencionados...

Sólo tendría que pensarlo y buscar al señor Kit.

[Soul Artist]

Los días pasaron. Cada hora de reflexión de Irian se iba volando como el viento se llevaba las hojas de otoño; más pensaba, más pensaba, más pensaba. En aquellos días el trabajo disminuyó bastante, seguramente debido al miedo de los ciudadanos por el ataque de los borrachos y con el temor de que se repitiese. Sea como fuere, si el negocio seguía así el dueño se vería obligado a despedir a Irian por no poder pagarla.

Finalmente, Irian vio un día festivo que tenía a Ryan Kit dirigirse hacia la salida de Ciudad de Paso, acompañado de un joven alto y de pelo castaño desaliñado, vestido con una camisa roja con otra gris debajo, y el logo de una estrella.

—Así que quieres viajar a un sitio llamado Tierra de Partida, ¿eh, chico? Bueno, tienes suerte, conozco el mundo. Mientras me pagues, podré llevarte...

Aquella podía ser la última oportunidad de Irian.

[ita]

Ahí estaba el señor Kit, en compañía de otro chico. Por lo visto tenía trabajo, ya que parecía que su acompañante quería viajar a otro lugar en la Nave Gumi que poseía Ryan Kit. Y eso podía significar que estaría de crucero durante bastante tiempo... Y eso fue lo que empujó a la muchacha a acercarse, corriendo, al par de hombres que charlaban animadamente.

- Perdone, señor Kit, ¿podría decirle a su amiga que quiero ir con ella?- preguntó un poco avergonzada, jadeando por la carrera que había tenido que hacer para darles alcance.

[Soul Artist]

Ryan sonrió ligeramente ante lo que la chica le estaba pidiendo. Colocó su mano sobre el hombro de la joven y la miró fijamente a los ojos.

—Irian, Irian Line —le dijo en un tono de voz tranquilo—, no le pienso dar ningún mensaje tuyo a Nanashi.

Irian pudo decepcionarse con aquellas sinceras palabras. El señor Kit sonrió todavía más, mirando por la espalda de la joven.

—No le pienso dar ningún mensaje —prosiguió—porque se lo puedes dar tú misma.

Detrás de la joven se encontraba Nanashi, ligeramente sonriente. Toda una sorpresa, pues no le había visto venir; Ryan se despidió finalmente y se alejó con el muchacho que le acompañaba, en dirección a su nave Gumi.

—Irian Line, volvemos a vernos —observó Nanashi—. ¿Tienes ya tu decisión? ¿Lo has reflexionado a fondo? Si es así —la mujer invocó en su mano la Llave Espada con un destello, ofreciéndoselo a la joven—, toma el arma. En caso contrario, vete, y no volveré a cruzarme contigo nunca más.

[ita]

La chica contempló a la otra mujer, que recién acababa de aparecer, llena de asombro y expectación, pues no esperaba encontrársela, y menos en aquella situación, completamente desprevenida.

- Eh... sí, ya lo pensé - contestó un poco sonrojada. Entonces miró directamente a los ojos de su acompañante, decidida y cogió con firmeza y resolución la Llave-Espada que le tendia. - Iré con usted allá donde quiera llevarme.- prosiguió, con aplomo y mayor seguridad. - Pero antes de irnos...- musitó un tanto avergonzada repentinamente - debería despedirme de mi jefe y recoger mis pertenencias. Si es posible, claro.

[Soul Artist]

Nanashi observó a la chica con más seriedad. La Llave Espada desapareció de las manos de Irian, yendo a descansar a su corazón.

—Por supuesto, despídete de tus seres queridos. Podrás volver para verlos cuando quieras —le comentó la mujer—. Cuando te hayas despedido, vuelve. Te estaré esperando. En cuanto a tu arma... Podrás invocarla cuando más lo necesites. Desea que aparezca, y aparecerá.

Así, la mujer dio un paso hacia atrás para dejar que Irian recogiese sus cosas y se despidiese de su jefe, que trabajaba en el bar-restaurante a pocos metros de allí.

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Aceleremos un poco. Prepara todo cuanto debas, despídete, recoge tus cosas y estate lista para terminar.

[ita]

Estaba maravillada; ahora ella también poseía una de aquellas extrañas armas. Y la notaba junto a ella, en su interior, más allá de su corazón.

No podía créerselo; por primera vez en mucho tiempo volvía a estar ilusionada con algo, volvía a sentir aquella sensación, creciendo dentro de ella, el misterio, la aventura, las ansias por descubrir, por hacer... Ese momento sería imposible de olvidar e Irian lo sabía.

Y mientras empaquetaba rápidamente sus cosas pensó en su hermano, ¿habría sentido lo mismo cuando le otorgaron la Llave-Espada? Sonrió estúpidamente al pensar que ahora estaba un poco más cerca de él, de su recuerdo.

Bajó las escaleras apresurada, cargando con una pesada maleta. Como no sabía dónde iría, optó por cogerlo todo, pues vale más estar prevenida y llevar de más. Salió a la calle e hizo el mismo recorrido que hacía todas las mañanas desde hacia unos meses, hasta llegar a la puerta del restaurante.

Entró y, dejando las bolsas a un lado, se abalanzó, embargada por la emoción de la despedida, hacia la cocina, donde, desde bien temprano se encontraba su jefe, el pequeño alegre moguri.