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El espacio. La última frontera, decían. Oscuro, negro, estrellado... Muchos deseaban alcanzarlo, tocarlo, viajar a través de él. Y aquel joven, finalmente... Lo había conseguido.
Gambit miraba atónito a través de la ventanilla del crucero Gumi cómo por fin estaba fuera de Ciudad de Paso. Lejos de aquel mundo donde solo le esperaba la soledad, lejos del orfanato donde se había criado, lejos de la biblioteca donde había pasado gran parte de su vida... Aunque seguía conservando el carné, con un gran valor sentimental para él.
Ya no estaba en casa, ya no quería volver a casa. Había pagado con los pocos platines que tenía aquel viaje a un hombre que se dedicaba al transporte de pasajeros por el espacio, a distintos mundos. Quería comprobar si realmente el lugar donde había miles de Llaves Espada, Tierra de Partida, existía. Y allí estaba, en el lugar de mando, junto con el capitán que controlaba la nave.
Su sueño parecía estar a punto de cumplirse.