—Los jóvenes de hoy en día, que quieren impresionar con sus cosas...
Aquella fue la única respuesta del Maestro al muchacho sobre la pregunta que le había formulado. El hombre se levantó de su sitio con algo de pesar y, después de limpiarse el trasero de algo de nieve que había quedado en la roca, invocó su Llave Espada en la mano.
—Hora de irnos, chavalote —señaló el hombre—. Sí, adonde vamos entrenarás todos los días y conocerás a otros aprendices como tú. Seguro que te diviertes de lo lindo; ellos no ven cada día a comefuegos. ¡En marcha!
Ronin lanzó su Llave Espada hacia el cielo, sin apenas esfuerzo, y en su lugar descendió una plataforma voladora de colores parecidos a su arma. Hizo un gesto a su nuevo aprendiz para que le imitase.
—Haz lo que yo he hecho. Si tienes que hacer algo por aquí antes de irte, este es el momento; puede que no vuelvas en un tiempo.
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