De acuerdo. Espero no excederme, aunque lo creo necesario XD
—
"Eso" que has sentido es que el poder de la Llave Espada descansa en tu corazón —dijo Akio, mientras que observaba el filo de su arma. Parecía no haber escuchado aquella misteriosa voz. Aún así, decidí no interrumpirle, intentando mantener un respeto hacia mi nuevo "Maestro". ¡Sonaba tan divertido, una Aprendiz con cerca de veinte años con un Maestro de diez!—
¿Quieres ver más mundos? Ya puedes. Solo tienes que... Despedirte de tus seres queridos. No volverás a verles en un tiempo; podrás visitarles cuando quieras, pero piensa el feo que sería marcharte sin decir nada. Aunque bah, siendo conmigo no te importaría, ya lo sé. Yo te esperaré aquí.Dicho esto, Akio se acomodó en los escalones de la entrada de la estación, con su espada apoyada junto a él. Cierto, tenía cosas que hacer antes de irme con el pequeño bribón, aquel que me daba la oportunidad de vivir más allá del crepúsculo de mi Villa.
—
¡No tardaré mucho! —dudé en lo que pensé hacer a continuación, pero dejé mi timidez atrás, le debía una broma a Akio. Además, ¿quién sabe si en su mundo aquello estaría permitido hacia los considerados Maestros?
Me abalancé sobre él, abrazándole con todas mis fuerzas.
—
¡Gracias! ¡¡Gracias Akio!! ¡¡Muchas gracias!!—y dicho esto, le di un beso en la mejilla.
Hubiese querido ver su expresión en aquel momento, pero salí corriendo en dirección a mi casa, dejando atrás a mi pequeño amigo.
Debían de estar todos preocupados por mi repentina desaparición, a pesar de que al último que pude saludar en la lejanía fue mi padre. Tremenda era la bronca que me esperaba.
Cuando llegué a la calle donde había crecido junto con Dan, me encontré a mi padre hablando con los vecinos. En cuanto me vio aparecer, corrió hacia mí y me propinó una gran bofetada en la cara. Me la merecía, jamás les había hecho eso, desaparecer sin previo aviso. Luego me abrazó y me condujo a casa, donde mi madre empezó a recriminarme que dónde había estado, con quién, dónde había pasado la noche...
Claro está que no les conté nada sobre mi nuevo poder, el cual aún no había probado a experimentar. Tenía miedo de involucrar a mis padres en algo como esto, así que intenté enredar algunas mentiras, siendo cauta. Por cómo actuaba Akio, debía ser un secreto muy importante la existencia de los Caballeros de la Llave Espada.
Cuando mi madre me mandó a mi cuarto, "castigada", me encontré con Dan en el pasillo. Me regaló una sonrisa de alivio y de resignación por el comportamiento de mamá. Yo se la devolví, recordando la sonrisa inocente de mi nuevo Maestro. Entré en mi cuarto y me lancé a la cama, abrazando la almohada.
¿Qué les iba a decir a mis padres? ¿Que un niño de diez años se haría cargo de mí? Empecé a reír para mis adentros observando el techo, pensando qué debía hacer con respecto a mi familia. Alcé la mano pensando en la Llave Espada de Akio.
—
¿¡Eh!? —me sobresalté cuando un destello cegador invadió mi habitación. Algo contactó con mi mano, cálido y reconfortante, con un poder que desconocía. O sí. Era el mismo de hace unos momentos en la estación.
Quedé perpleja ante la espada con forma de llave que apareció en aquel haz de luz. Era diferente de la de Akio, más simple, incluso parecía más pesada por su aspecto. Sin embargo, al levantarme de la cama y alzarla varias veces pude comprobar que me resultaba misteriosamente ligera.
Sonreí. Todo aquello era real. Sabía lo que tenía que hacer.
Por arte de magia la llave espada desapareció en otro breve destello.
Cogí de mi viejo escritorio (repleto de pilas de libros a los que añoraría) un papel y un boli, y empecé a escribir:
"
Mamá, papá, me voy de casa. He recibido ofertas para poder estudiar sobre los libros que tanto amo, pero desgraciadamente ese lugar se encuentra lejos de aquí, tendré que pillar un tren lo más seguro. Allí cuidarán de mí, así que sólo me llevo una muda de ropa, no puedo llevar mucho equipaje conmigo. Tranquilos, pronto os visitaré, aunque debo quedarme un tiempo allí para adaptarme a mi nuevo hogar. Sé que es egoísta por mi parte huir sin despedirme, pero sé que si lo hubiese hecho, mamá jamás me hubiese dejado marchar. Comprendedlo y sed pacientes, pronto tendréis noticias sobre mí. Os quiero.
PD: Dan, siento no haberte devuelto los platines. ¡Cuando vuelva te los devolveré sin falta! Te quiero, pequeño."
Cuando terminé de escribir la carta sentí necesidad de llorar, pero limpié las lágrimas antes de que saliesen de mis ojos avellana. Guardé la carta en uno de los viejos sobres que pensé que nunca utilizaría y grabé mi nombre en él, dejándolo encima del escritorio.
Preparé la mochila junto con mi libro "Armonía y Caos", abrí la ventana de mi cuarto y empecé a bajar con cuidado por la enredadera del vecino.
Al pasar por el solar, estaba completamente vacío. Ahora mismo muchos niños se encontrarían en la escuela, y los de mi edad estarían vagueando por sus casas. Sonreí, emocionada de todo lo que me esperaría a partir de ahora.
Todavía me quedaba algo por hacer. Llegué al desguace del viejo Sendh y dejé otra nota en la puerta.
"
Sendh, pronto sabrás por mis padres o por mi hermano Dan que me he ido de casa. No sé cuándo volveré. Espero que encuentres otra personita que se encargue de tus plantas. O de las avispas que las molestan, trabajo que yo nunca pude ofrecerte por mi evidente fobia. Gracias por haberme salvado de la aburrida rutina durante todos estos años, con tus libros. ¡Siento el desastre del desguace, me considero culpable! ¡Cuando vuelva te contaré todo con sumo detalle! Así que sobrevive, viejo gruñón.
Con cariño, Nadhia."
Una vez terminada la tarea, me apresuré en dirección a la estación. Tenía miedo de que Akio cambiase de opinión por la tardanza.
Volví a hacer aparecer mi Llave Espada, llegando a la estación con ella aferrada a mi mano derecha.