[Villa Crepúsculo] Quemaduras y cicatrices. In the face!

[James Bond]

Cuando me dirigía a la estación, el sol ya estaba ocultándose haciendo que el cielo tomara un tono anaranjado y toque rojizo. La verdad, es que cada atardecer hacía que la ciudad parecia un cuadro.
Aunque no tenía tiempo para pensar en pinturas, pues tenía un sitio al que ir. Por el camino observaba como la gente volvía a sus casas, seguramente para pasar el resto del tiempo en ellas haciendo lo que fuera. Quizás mi madre ya estaría preparando la cena, ¿qué habría para cenar? Bueno, ya lo averiguaría cuando volviera de la estación, pero primero me pasé por la heladería y compré uno de los famosos helados. Había una leyenda urbana que decía que uno de los tantos polos llevaba premio. Pero obviamente, nadie hasta ahora había logrado conseguirlo. Una vez pagado el helado, me lo metí en la boca y lo saboreé. Me fijé al salir de la heladería que algunas tiendas estaban cerrando, entre ellas una orfebrería regentada por una extraña criatura llamada moguri. Entonces, ya me dirigí hacia la estación pero me choqué contra alguien sin darme cuenta.
La persona en cuestión era un hombre obeso que parecía un macarra. Llevaba puesta una chaqueta de cuero de color negro, la tenía abierta dejándose ver una camiseta blanca. Y llevaba unos pantalones vaqueros negros los cuales eran sostenidos por una cuerda, que puede que hiciera de cinturón. Llevaba además un gorro extraño que no había visto en ninguna tienda de la ciudad. En dicho gorro había un interrogante dentro de una plaquita o algo parecido. Para acabar, su pelo era negro y revuelto además llevaba unas gafas discretas, cosa un poco chocante. Aquel desconocido me habló.

—¡Oye! Ten cuidado. ¿Es que tus padres no te enseñaron modales? —se quejó aquel tipo. Iba a abrir la boca para responderle, pero el fue más rápido que yo—. Bah, da igual. Tengo que darme prisa e ir con ella.

Dicho esto, el extraño se dirigió calle arriba, en dirección a la estación. ¿Quién podría ser ella? ¿Quizás acaso...? Para averiguarlo, yo me dirigí también a la estación.

[Sombra]

El hombre que acababa de salir corriendo subió con una pasmosa velocidad la cuesta sin ninguna clase de problema hacia la estación, cosa que resultaba llamativa pues siendo como era su cuerpo debería cansarse con el simple hecho de subir andando aquella empinada calle.

Hikaru siguió su camino en la misma dirección llegando sin problemas a la plaza que quedaba justo frente a la estación, presidida por la alta torre del reloj, el edificio a más altura de la ciudad, lugar que resultaba ser un típico lugar de encuentro para los jovenes que querían disfrutar de un bello crepúsculo o del amanecer, en caso de que se situaran al otro lado.

Si el muchacho miraba hacia arriba podría ver unas delgadas y largas piernas colgando sobre el vacío. Se podía distinguir unas medias negras en sus piernas que llegaban a la altura de sus rodillas. A su lado, otras dos piernas surgieron, unas bastante más anchas y con la tela de pantalón vaquero de color negro que podría sonarle mucho, pues se había encontrado con alguien con aquellos mismos pantalones. Desde allí abajo no podría saber de que hablaban o que es lo que hacían aquellos dos extraños que no parecían ser de la ciudad. ¿Serían de alguna ciudad vecina? Podría preguntarse mil y una cosas en aquel momento, pero si no subía a la torre para espiarles de nada serviría sus dudas.

[James Bond]

Aquel hombre subió corriendo la cuesta sin problema alguno. Había algo que no encajaba, pues normalmente, las personas con problemas de peso de Villa Crepúsculo les costaba muchísimo subir aquella cuesta y solían acabar sudando a mares. Cosa que aquel hombre no hacía. Definitivamente había algo que olía a chamusquina. Pero tenía que dirigirme a la estación, ya tendría tiempo para montarme mis propias teorías. Llegué sin ningún problema. La estación se encontraba en una plaza que había al final de la cuesta que subí antes, y estaba presidida por la torre del reloj, que era el edificio más alto de toda la ciudad. Miré hacia arriba y volví a flipar en colores cuando vi unas medias negras en sus piernas. Al lado de estas, vi además unos pantalones negros que me resultaban extrañamente familiares. ¡Eran los de aquel tipo raro! Parecía que estaban hablando, pero... ¿cómo demonios estaban en el aire como si fuera lo más normal del mundo? Quería averiguar quien era esa chica, pues nunca la había visto en la ciudad. Pero tampoco quería escuchar a escondidas una conversación, pues era de mala educación. ¿Qué debía de hacer? Estuve pensando un rato, y decidí subir a lo alto de la torre, pues hasta allí se tardaba un buen rato en ello. Empecé a subir escaleras con la esperanza de que cuando las hubiera subido, finiquitasen aquella conversación,

[Sombra]

Mientras Hikaru subía las escaleras pudo escuchar la grave voz del hombre que se había chocado con él un poco antes. Cuando llegase a la cima vería sentados en el bordillo de la torre sin ninguna clase de miedo a aquel hombre y a una chica, la misma que había visto antes saltando de tejado en tejado con la agilidad de un gato.

—¿Un aprendiz potencial? ¡Venga ya. Sabes muy bien lo que pienso de tus actuales aprendices como para que empieces a reclutar más —se quejaba el hombre obeso gesticulando exageradamente con las manos.

—Simon, tu no lo entiendes. Los Maestros vemos el potencial de las personas con solo mirarlas, y él rebosaba talento, talento que tiene que pulir —hablaba la chica con una clara y dulce voz mientras se llevaba la mano a su liso y negro cabello pelo para colocarse unos revoltosos mechones que se habían salido de su sitio jugueteando con el viento.

—¿Me estás diciendo que ese ladrón y el espía tienen talento? Por favor —questionó.

—Así es, tienen talento, mucho —contestó desafiante.

[Sombra]

Mientras Hikaru subía las escaleras pudo escuchar la grave voz del hombre que se había chocado con él un poco antes. Cuando llegase a la cima vería sentados en el bordillo de la torre sin ninguna clase de miedo a aquel hombre y a una chica, la misma que había visto antes saltando de tejado en tejado con la agilidad de un gato.

—¿Un aprendiz potencial? ¡Venga ya. Sabes muy bien lo que pienso de tus actuales aprendices como para que empieces a reclutar más —se quejaba el hombre obeso gesticulando exageradamente con las manos.

—Simon, tu no lo entiendes. Los Maestros vemos el potencial de las personas con solo mirarlas, y él rebosaba talento, talento que tiene que pulir —hablaba la chica con una clara y dulce voz mientras se llevaba la mano a su liso y negro cabello pelo para colocarse unos revoltosos mechones que se habían salido de su sitio jugueteando con el viento.

—¿Me estás diciendo que ese ladrón y el espía tienen talento? Por favor —questionó.

—Así es, tienen talento, mucho —contestó desafiante.

[James Bond]

Subía las escaleras para llegar a lo alto de la torre, y cuando me estaba acercando, podía oir la voz de aquel hombre con el que me choqué en la cuesta. Terminé de subir y ví como ese tio, junto a la chica a la que vi en el solar y también saltando de tejado en tejado, estaban sentados en el bordillo sin ningún tipo de miedo. Todavía estaban hablando y no pude evitar oir su conversación.

—¿Un aprendiz potencial? ¡Venga ya. Sabes muy bien lo que pienso de tus actuales aprendices como para que empieces a reclutar más — decía aquel hombre, a la vez que gesticulaba sus manos exageradamente.
—Simon, tú no lo entiendes. Los Maestros vemos el potencial de las personas con solo mirarlas, y él rebosaba talento, talento que tiene que pulir —la voz de la chica era dulce y clara.

Mi mente empezaba a trabajar. ¿Maestros? ¿Aprendices? ¿Potencial? ¿A qué podía referirse aquella chica con esos términos? Además, ¿maestros de qué? Ella no tenía el aspecto de un maestro, empezando por su uniforme escolar. Además, parecía muy joven para serlo. Aunque gracias a esa conversación me enteré del nombre de aquel hombre. Entonces, Simon volvió a decirle a aquella desconocida:

—¿Me estás diciendo que ese ladrón y el espía tienen talento? Por favor —sonaba como si cuestionara a aquella chica.
—Así es, tienen talento, mucho —le contestó la chica desafiante.

Mi mente seguía dando vueltas. Pero no podía negar que un espía pudiera tener talento. Lo había visto muchas veces en las pelis de estos, aunque sé que es ciencia-ficción. Me empecé a sentir avergonzado, por que había escuchado una conversación privada que no tendría que haber oido. Ni siquiera tendría que haber subido. Entonces, decidí de volverme a mi casa, no tenía que haber escuchado eso, me sentía fatal.

[Sombra]

—Por cierto, Rebecca. Ya que hablamos de espías... —se giró a donde estaba Hikaru escondido—. Tú, sal de ahí —ordenó con una voz que dejaba ver lo molesto que estaba.

El muchacho podría intentar huír, pero sabía de sobras que aquel tipo llamado Simon era muy rápido y no se cansaría con facilidad. Si quería escapar lo tenía bastante crudo. No le quedaría más remedio que dejarse ver.

En cuanto se dejó ver, a la chiquilla parecieron iluminarsele los ojos, como si hubiese estado esperando por él. Si Hikaru se fijaba podía distinguirse la cicatriz de una quemadura que cubría gran parte de su cara.

—Oh... ¡Qué sorpresa! Oh, mmm. No sé que decir... Esto... —la muchacha bajó la vista avergonzada totalmente roja—. ¡Ah, lo siento. Perdoname! —pidió con un adorable gesto.

—¿Quién eres, Espía dos? ¿Es que tus padres no te enseñaron que está mal escuchar a escondidas? —echó en cara al joven—. ¿En esta ciudad os entrenan para cotillear, es deporte nacional o algo? —bramó notablemente molesto, el hombre reparó entonces en su rasgos—. Espera, tu eres el maleducado de antes ¿Me has seguido?

—¡Simon, déjale! Es él —cambió a un tono de voz bastante más serio. Parecía que aquella chica cambiaba de personalidad según con quien estuviese, algo que se hacía bastante extraño.

El hombre miró a la joven, que no superaría los diecisiete años con bastante sorpresa alternando su mirada entre la chica y el joven recién llegado.

—De verdad, tienes un muy mal gusto para elegir tus aprendices —concluyó.

[James Bond]

Justo iba a irme, cuando Simon dijo:

—Por cierto, Rebecca. Ya que hablamos de espías... —se giró hacia donde yo estaba escondido—. Tú, sal de ahí—me ordenó con una voz molesta.

Podía huir, pero seguro que Simon me cogería en nada. Ya le había visto subir la cuesta sin ninguna dificultad. Así pues no pude hacer otra cosa que dejarme ver. Salí de mi escondite, avergonzado, y cuando lo hice, aquella chica llamada Rebecca me miró como si me hubiera estado esperando. Miré a Rebecca y ví que en su cara tenía una quemadura con una cicatriz que podía distinguirse perfectamente. ¿Qué le habría pasado a aquella chiquilla? Entonces, muy avergonzada y totalmente roja, la chica dijo:

—Oh.... ¡Qué sorpresa! Oh, mmm. No sé que decir... Esto... ¡Ah, lo siento. Perdóname!— Me pidió mientras hacía un adorable gesto.

Simon, entonces se dirigió a mi, y me echó en cara que no podía escuchar a la gente así como así. Tenía razón, pero la curiosidad me pudo. No podía hacer otra cosa más que estar avergonzado de ello e intentar pedir perdón, aunque en ese momento, Simon reparó en mí y me reconoció como el chico contra el que se había chocado antes en la cuesta que llevaba a la estación. Me preguntó si le había seguido. Podía decirse que sí en parte, pero por otra yo también me dirigía a la estación antes de encontrarme con él. Antes poder responderle, Rebecca intervino.

—¡Simon, déjale! Es él —Aquella chica no era la misma de hace unos momentos. Parecía que cambiaba de personalidad. Era algo extraño, pero parecía posible.

Simon volvió a mirarme como si me estuviera examinando. Intercambió varias miradas entre Rebecca y yo. Entonces, cuando acabó de mirar:

—De verdad, tienes un muy mal gusto para elegir tus aprendices —

Otra vez la palabra aprendices. ¿Y de qué podría ser maestra la tal Rebecca? Ya, movido por pura curiosidad, pregunté con la mayor educación que pude:

—Disculpe Sr. Simon por mi comportamiento y actitud. Pero... ¿podría decirme a qué tipo de aprendices se refiere exactamente?—

[Sombra]

Simon le miró con desprecio, en cierto sentido parecía como si tuviese envidia por algún motivo o algo similar.

—Yo no soy quien para decirte nada sobre eso —contestó de mala gana—. Estaré en donde tú ya sabes —le dijo a Rebecca informando de su marcha. El hombre se dirigió a las escaleras de la torre para desaparecer por estas todavía enfadado.

La muchacha suspiró algo triste, tal vez decepcionada con aquella persona. Hikaru podría tratar de imaginar la clase de relación que aquellos dos tenían, aunque seguramente no sacase nada en claro por mucho que lo intentase.

Rebecca, si es que aquel era su verdadero nombre miró al joven, mejor dicho. A su magullado rostro lleno de heridas durante un momento antes de volver a bajar la mirada roja como un tomate.

—¿Co... cómo te llamas? —preguntó el nombre del muchacho con timidez—. ¡Ah, perdon! Yo... Me llamo, esto... Rebecca —se presentó interrumpiendo cualquier respuesta por parte del joven, siempre evitando contacto visual con él. Era dificil decir si tenía miedo o simplemente era muy tímida.

[James Bond]

Simon me miró como si me despreciara, aunque parecía como si tuviera envidia de algo. Entonces, me respondió:

—Yo no soy quien para decirte nada sobre eso —me dijo de mala gana—. Estaré en donde tú ya sabes —le dijo a Rebecca.

Simon se dirigió a las escaleras para irse, y pude notar que todavía estaba enfadado. Supongo que le molestó que escuchara su conversación. Así que si le volvía a ver, le pediría una disculpa mucho más formal. Rebecca suspiró, ¿quizás estaba decepcionada por algo? ¿Qué clase de relación podrían tener? Di vueltas a la cabeza, pero no lograba sacar nada. Era muy malo con este tipo de cosas.
Entonces, la chica me miró, pero volvió a bajar su cabeza, roja de vergüenza.

—¿Co... cómo te llamas? —me preguntó. Parecía que era una chica muy tímida—. ¡Ah, perdon! Yo... Me llamo, esto... Rebecca — dijo antes de que pudiera responderle.

La chica evitó mirarme a la cara, ¿sería demasiado tímida para ello? ¿O quizás tendría miedo? Podría ser cualquiera de las dos cosas. Así pues, le respondí:

—Mi nombre es Hikaru Akarui. Encantado de conocerla, Srta. Rebecca. Oh, y pido perdón por haber escuchado la conversación con su compañero. Me siento avergonzado de ello... —

[Sombra]

La chica empezó a mirar a todas partes nerviosa siguiendo una especie de patrón, siempre evitando mirar al joven que le estaba hablando. Era imposible saber si solo era curiosa y miraba todo o era parte de su excesiva timidez.

Nada más el joven se presentó la chica dejó de menear la cabeza a todos lados para centrarla en él.

—Ah, mmm. ¡No te preocupes!—exclamó—. De todos modos yo... iba a buscarte después —se explicó tornando sus mejillas a un color completamente carmesí.

La muchacha levantó de golpe su cabeza conectando su mirada con la del joven la cual empezó a respirar como si le estuviese dando un ataque de asma, aunque se podía notar que nada malo tenía realmente, solo era parte de su personalidad.

—Lo que qu-quiero p-pedirte es... ¡Sé mío! —chilló. Varios lagrimones cayeron por sus mejillas, como si hubiese estando esperando decir eso por bastante tiempo.

Ella no se habría dado cuenta, pero Hikaru era posible que malinterpretara sus palabras, cosa que no sería de extrañar dado la personalidad de aquella muchacha.

[James Bond]

Observé de reojo que Rebecca empezó a mirar a todas partes, siguiendo un mismo patrón y evitando mirarme. ¿Estaría nerviosa? No sabría decirlo, puede que estuviera nerviosa, o quizás puede también que fuera muy tímida. Cuando me presenté, ella dejó de mover la cabeza y se centró en mí.

—Ah,mmm. ¡No te preocupes!—Me dijo—. De todos modos yo... iba a buscarte después —me explicó y observé que sus mejillas se sonrojaron.

¿Me iba a venir a buscar? ¿Para qué? No tenía ni idea, pero en ese instante Rebecca levantó de golpe su cabeza y me miró a mis ojos. Aunque a su vez empezó a respirar como si tuviera un ataque de asma, pero no era nada malo, ya que quizá sería parte de su personalidad. Ella era de momento la chica más rara que había conocido en mi vida. Entonces, me dijo algo que no me esperaba:

—Lo que qu-quiero p-pedirte es... ¡Sé mío! —dijo chillando. Pude comprobar que empezaron a caerle varios lagrimones por las mejillas. Como si hubiera estado esperando muchísimo tiempo a decir eso.

No sabía como interpretar eso. ¿A qué se refería con lo de “ser suyo”? Lo primero que me vino a la mente fue que quizás quisiera ser mi novia pero... ¡eso era imposible! Apenas nos conocemos y no creo que una chica de buenas a primeras me dijese algo así. Quizás se hubiera confundido al estar nerviosa. Pero aún así, le pregunté muy tímidamente:

—Disculpe... Srta. Rebecca pero... ¿no se habrá... confundido? Es decir... No creo que... Bueno... Supongo que... sabe a que me refiero... Espero...—

[Sombra]

La joven, tras las palabras del chico se puso aún más colorada dandose cuenta de la situación, empezó a mover los dedos cerca de su cara ocultando su rostro en gran medida.

—¡Perdon, no te enfades conmigo! —pidió con miedo—. M-me refería a que fueras mi aprendiz.

La muchacha se alejó quedando en el borde de la torre, no parecía tener ni un poco de miedo a aquello pues se subió al bordillo y empezó a hacer equilibrio sombre él como si tal cosa.

—Yo... verás. Soy una maestra de un... arma "especial" llamada Llave Espada y me dedico a mantener el equilibrio entre... la luz y la oscuridad —empezó a explicar—. Yo... vi en tí una fuerte luz mientras te enfrentabas a aquel chico arrogante y por eso... quise hacerte mí...aprendiz.

[James Bond]

Parece que Rebecca se puso más colorada cuando le dije aquellas palabras dándose cuenta de la situación al mismo tiempo. Movió sus dedos cerca de su cara para ocultar su rostro en gran medida.

—¡Perdón, no te enfades conmigo! —me pidió con ¿miedo?—. M-me refería a que fueras mi aprendiz.

¡Así que se refería a ser aprendiz! Supongo entonces que se equivocó al utilizar sus palabras. Bueno, no me molestó mucho ya que ella estaba muy nerviosa. Pude sentir que se me quitaba un gran peso de encima y observé que la muchacha se alejó y se quedó al borde de la torre. Parecía que no tenía miedo, ya que se subió al bordillo e hizo equilibrismo sobre él como si fuera la cosa más normal del mundo.

—Yo... verás. Soy maestra de un... arma “especial” llamada Llave Espada y me dedico a mantener el equilibrio entre... la luz y la oscuridad —me explicó—. Yo... vi en ti una fuerte luz mientras te enfrentabas a aquel chico arrogante y por eso... quise hacerte mi... aprendiz.

Ya me había quedado claro. Así que la muchacha llamada Rebecca era maestra de algo llamado Llave Espada. Pero recordaba haber oído o leído ese término en alguna parte. Entonces, le respondí:

—No se preocupe Srta. Rebecca. No estoy enfadado, simplemente me... sorprendió. Entonces, según usted, ¿puedo ser su aprendiz?— Dudé un momento. A mí me gustaba ayudar a la gente, pero en algunas ocasiones me había ganado algunas cicatrices de por vida y una quemadura en la mejilla derecha de mi cara. Si gracias a esa arma especial conocida como Llave Espada lograba ayudar a la gente sin hacerme daño... —Está bien. En ese caso, me gustaría ser su aprendiz si con eso puedo ayudar a la gente.

[Sombra]

La muchacha se sorprendió ante su rápida respuesta. Pocos aprendices aceptaban tan gustosamente sin saber siquiera que se hacía en realidad.

—Oh, p-pues bueno. Entonces deberías de ir a despedirte de tu familia. El lugar al que vamos queda en otro mundo y no podrás volver en algún tiempo —informó—. Además es peligroso, hay monstruos que deboran el corazón de las personas ¡Algunos mundos han sido destruídos por ellos! —advirtió preocupada ante la posibilidad de que el joven resultase herido de alguna manera.

Un resplandor que apareció en la mano derecha de la chica sorprendió a Hikaru. Aquella luz fue haciendose más tenue hasta el punto de desaparecer dejando una especie de espada de extraño aspecto con motivos rojos y violetas.

Spoiler: Mostrar

—Si la coges, no podrás volver atrás. ¿Estás seguro? —agarró el arma por el filo entregándosela por el mango ofreciéndosela. La decisión de tomarla o no era suya.