El otro joven que acompañaba al que le había preguntado su nombre, le había dicho que le habían estado buscando porque su maestro había pedido que hiciera un entrenamiento con él. El chico que había preguntado su nombre no se había andado con chiquitas al abrir la puerta del comedor. En la misma había aparecido uno de los moguris, que creyó que Gray era el que la había abierto, encontrándose con los tres aprendices. Cuando el moguri habló dijo algo mas de lo que esperaba. ¿Les esperaban a los tres?
El maestro que había visto antes entonces habló, refiriéndose a que eran ellos tres los aprendices que había mandado a llamar. Presuponía habían preparado aquella sala para que pudieran tener aquel entrenamiento del día, pero el joven Gray, fijándose en como iban vestidos los moguris, pudo observar una pequeña arma, además de que el mas vistoso de ellos iba andando en vez de ir volando, algo sumamente extraño, nunca había visto andar a un Moguri. Al parecer el ser que les había cerrado la puerta, se llamaba Moglin. Se quedaron de nuevo esperando fuera, al parecer aún tenían que preparar alguna que otra cosa, comenzaba a entender algunas cosas, pero solo eran suposiciones.
— Un entrenamiento especial ¿no?...— Susurró un momento para después suspirar, mientras escuchaba la pregunta de uno de los chicos que se encontraban allí.— Pues vengo de Villa crepúsculo, un lugar donde la puesta del sol es realmente hermosa y donde la gente es bastante tranquila, no suele suceder nada extraño por allí ciertamente.— Contestó mientras comenzaba a fijarse en como iba vestido cada uno.
Del que le había preguntado si se trataba de Gray no podía observar mucho, excepto que iba vestido con colores oscuros y una capa de viaje encima de la ropa. ¿Para que la necesitaría allí? ¿Costumbre quizás? El otro tenía unas gafas y ojos amarillos. En cambio su pelo le resultó de lo mas extraño, nunca había visto a nadie que pudiera tener casi el mismo color de su pelo, solo que el chico lo tenía mas oscuro que él. Aún no sabía el nombre de ninguno, por tanto lo mejor sería preguntarlo y obtener la información. A penas había pasado dos segundos desde que el había respondido, por tanto estaba a tiempo de hacer una pregunta.
— ¿Y vosotros dos como os llamáis? ¿De que mundo provenís?— Preguntó curioso, mientras se arrascaba un poco la cara, ya que le picaba un poco en la parte donde le solía salir el vello.