—Bien —comenzó la Maestra una vez con sus chicos—, ya estáis todos aquí. Bienvenidos a la segunda prueba; los pilares del poder del dichoso Sincorazón.
La prueba reunía características semejantes a la anterior, como las plataformas de colores, las cuales (por ahora) no estaban rotas. En embargo, cada una llevaba a un pilar diferente que pudieron asemejar a un color; uno blanco, con el símbolo de un sol en sus laterales; otro negro, aunque tal vez debería hacer sido rojo, pues una llama tenía dibujada; otro amarillo, con cuatro cuadrados separados entre sí; y por último, uno celeste, con lo que parecían ser unos pinchos dibujados. A los pilares fácilmente se podía llegar con un Planeador, aunque también podían ir por las plataformas habituales.
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—Bueno, sabéis lo que toca —comenzó a explicar Lyn—[b]. Vosotros cuatro fuisteis escogidos porque cada uno podría hacer frente a un pilar. Ahora os corresponde a vosotros decidir quién irá por cada lado.
Los aprendices tenían que tomar sus decisiones y actuar por tanto.
Mientras tanto, Fyk seguía reunido con el misterioso hombre de pelo chamuscado. Le había escuchado atentamente a todo lo que le había dicho, aunque cuando le confirmó que ningún fortachón había hecho acto de presencia por aquel lugar dibujó una mueca de desagrado.
—Claro que no está por aquí, ¿para qué salvar a la gente de un peligro tan menor? ¡Argh, ese Hércules hace que estalle!
De golpe, todo el cuepo del desconocido estalló en llamas rojas que mostraron toda su furia y enfado por la ausencia del tal "Hércules". No pareció preocuparle en un principio asustar al chico, pero una vez se calmó y pasó la mano por el pelo y volvió a su color natural azul.
—Bueno, bien, bien, estoy tranqui, estoy bien —se calmó a sí mismo con una sonrisa más relajda y un gesto de manos—Siento mis modales, chico, pero ya sabes, ¿qué es la vida sin un poco de sentimiento? ¡Tiene gracia que yo lo diga!
El desconocido observó a Fyk de abajo a arriba, aparentemente analizándole con la mirada. Se paseó a su alrededor, dejando un rastro de humo negro tras su paso, mientras se acariciaba la barbilla.
—Creo que no nos hemos presentado. Soy Hades, dios del Inframundo, señor de los muertos, bla bla bla. ¡Ey! ¿Te apetece participar en los juegos de dentro de unos días? Tengo precisamente una entrada aquí mismito.
Hades sacó un papel y se acercó a Fyk, situándose encima de su hombro derecho y dándoselo entrega por su izquierda, plantándoselo en la cara.
—Vamos, chiquitín, no acepto un "no" por respuesta —aseguró el hombre—. Solo tienes que decir "guay del paraguay, gracias".
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