[Tierra de Partida] Muñequita de trapo

[YuOchiga]

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Una de las chicas me habia cogido por la mano y me habia llevado hasta donde estaban todos. Ese gesto, aunque amable y mono, no lo aguantaba. Me hacia ver lo frio y antisocial que era yo. No me molestaba, pero no me gustaba que los demás pensaran de mi.

- Me llamo Fátima Laforet, y soy de Atlántica. Mi Maestra es Nanashi. Es un placer conoceros. En cuanto a lo del castigo… ¿no sería más lógico explicarle la situación? Al fin y al cabo, todo lo comenzó ese Yeno. Seguro que si le aclaramos lo ocurrido saldremos bien parados. Solo tenemos que pedirle que hable con Yeno

-Ja! No creo que Lyn vaya a dejarnos ''escapar''así como así.. Somos sus ovillitos de lana, por decirlo de algun miserable modo..- y así era mi vision sobre mi maestra. Patetico.

Luego se presentó el que me habia detenido antes.

-Antes de responder a tu pregunta, me gustaría presentarme. Me llamo Kousen Zephyr, provengo de Islas del Destino y entreno bajo la tutela de la Maestra Yami... Si, la que iba lanzando flores en San Valentín- y empezó a reirse de manera un tanto inusual.-Respecto al castigo, creo que la dureza dependerá de lo estricta que sea la Maestra en cuanto a ello, pero aunque hayamos intentado defender a alguien, formar un corro de gente e invocar las llaves en medio del comedor ya es suficiente para un toque de atención. Analicemos la situación: Nosotros solo hemos protestado ante abuso psicológico, mientras que al parecer "Derhe" ya ha montado escándalo antes, y sigue aquí tan campante...

-Yo creo que será, no solo muy estricta, sino que tambien muy pesada...- se notaba que odiaba a Lyn con toda mi alma?

Luego la otra chica... bastante recia pero extraña a la vez empezó a hablar:

-Lyn es muy buena maestra, me gusta su forma de ser. Lo único malo es que no se compadece de los caídos en batalla
-No me extraña. Y buena maestra? A ti te habrá enseñado a blandir espadas, no a bailar. - así que esa era aprendiz de Lyn tambien... la vigilaría de ahora en adelante. Dejay Lion dijo que se llamaba.
-No hagáis desaparecer la Llave-espada, supongo que nos hará falta luego. Estoy segura de que pronto aparecerá la Maestra tan esbelta y exquisita como siempre. Que levante la mano el que ha usado la Llave-espada

-En serio?-levantar la mano? que infantil...- yo sabría usar la llave espada si Lyn me enseñara mejor a usarla. Solo se transformarla en un vehiculo y algunos golpes que aprendí en mi ciudad con palos de madera. Me sirven bien para defenderme, y seguro que si lo potencio acabo siendo la repera.- estaba divagando- Bueno... y a alguno de vosotros os ha atacado eso llamado... quiero decir, esos sincorazón?
A mi si, en ese momento apareció un hombre llamado Leon y mató a uno enseguida, luego apareció Lyn y me dejó a solas contra una de esas criaturas, sin ninguna defensa personal, simplemente con mis puños. Un ser normal habria muerto tras aquella paliza, pero se movian y atacaban de forma totalmente aleatoria. La proxima vez espero estar preparado para destrozarles- que ganas tenia de ver las entrañas de aquellos seres infectos a mi alrededor. Y si no tenían entrañas, sus cabezas servirían como buen trofeo

[Suzume Mizuno]

— ¡Ja! — soltó, con sarcasmo, Yu Ochiga —. No creo que Lyn vaya a dejarnos escapar así como así. Somos sus ovillitos de lana, por decirlo de algún modo…

Fátima le miró con los ojos abiertos de par en par. ¿De qué estaba hablando? ¿Tan… retorcida podía ser la tal Lyn?

—Antes de responder a tu pregunta, me gustaría presentarme. Me llamo Kousen Zephyr — se presentó el otro aprendiz —, provengo de Islas del Destino y entreno bajo la titela de la maestra Yami… Sí, la que iba lanzando flores en San Valentín — se rió por lo bajo y Fátima se quedó pensando en cómo sería aquella maestra —. Respecto al castigo, creo que la dureza dependerá de lo estricta que sea la Maestra en cuanto a ello, peor aunque hayamos intentado defender a alguien, formar un corro de gente e invocar las llaves en medio del comedor ya es suficiente para un toque de atención. Analicemos la situación: nosotros solo hemos protestado ante un abuso psicológico, mientras que al parecer Derhe ya ha montado escándalo antes y sigue aquí tan campante…

Fátima asintió, algo más tranquila. Tenía razón. Seguramente les echarían una bronca, pero no pasaría de ahí. No habían destrozado nada, en todo caso un plato, y en cuanto al intento de agresión…

“Bueno” miró de reojo a la aprendiz rubia. “Espero que ella explique por qué insistió en atacarle”.

— Yo creo que será — dijo Yu—, no solo muy estricta, sino que también muy pesada…

— A lo que iba — intervino entonces la otra chica —, Lyn es muy buena maestra, me gusta su forma de ser. Lo único malo es que no se compadece de los caídos en batalla — a Fátima se le vino el alma a los pies —. Algo sobre mí… veamos… ¿Esencial? ¿Imprescindible para conocerme bien? Me gusta luchar, como habéis podido comprobar — se plantó delante de Kousen —. Ah, sí, y me llamo Dejay Lion. ¡Oye, tú! Así que vienes de las Islas del Destino, ¿eh? Me suena, pero la verdad es que tienes mucha razón. Yeno es insoportable. No hagáis desaparecer la Llave Espada — les advirtió de pronto. Fátima le dedicó una mirada extrañada —, supongo que nos hará falta luego.

—¿Por qué? — preguntó Fátima.

—Estoy segura de que pronto aparecerá la Maestra tan esbelta y exquisita como siempre. Que levante la mano el que ha usado la Llave Espada.

Ella se quedó sin saber muy bien qué hacer, miró a sus compañeros, y alzó un poquito la mano.

—¿En serio? Yo sabría usar la Llave Espada si Lyn me enseñara mejor a usarla…— Yu empezó a despotricar contra la enseñanza de su Maestra, resaltando sus grandes habilidades con una arrogancia que le hizo poner los ojos en blanco. No le extrañaba que le hubiera afectado tanto en el orgullo que le acusaran de travesti. Después empezó a hablar de los sincorazón.

Y a Fátima se le congeló hasta el témpano de los huesos.

Sí, se había encontrado con ellos, y no solo mataron a la buena parte de los pasajeros del barco en el que viajaba, sino que por muy poco acabaron con ella. Logró enfrentarse a un par, incluso sin tener todavía su Llave. Pero lo había pasado fatal, estuvo segura de que iba a morir. En realidad, de no haber sido por Nanashi, no estaría entera. Aunque también era por culpa de su Maestra que ahora estaba en Tierra de Partida. Miró de mala manera a Yu cuando le escuchó hablar con creciente excitación, muriéndose por reencontrar a esas criaturas para enfrentarse a ellas, como si fuera algo fácil e incluso divertido, como si fuera un juego.

—Solo voy a luchar contra ellos porque no tengo otra opción — murmuró —. Pero, si de mí dependiera, no volvería a toparme con ninguno.

Se estremeció al pensar en sus antenas, en sus ojos brillantes en medio de sus caras oscuras. Había tenido pesadillas con ellos desde el desagradable incidente en el que toda su vida dio un vuelco, y solo la noche anterior consiguió dormir de tirón sin que sus siniestras figuras reptaran por sus sueños, torturándola de antemano, porque sabía que un día la mandarían a destruirlas. Y esa perspectiva le revolvía el estómago. Eran seres antinaturales, monstruos, y no creía que una chica como ella pudiera enfrentarse a ellos con éxito, fuera una elegida de la Llave Espada o no.
Pero, por suerte, todavía faltaba tiempo para que el día en que tuviera que salir a pelear llegara.

O eso esperaba.

Respiró hondo. Prefería cambiar de tema.

—¿Cuánto lleváis viviendo aquí? Yo solo seis días, todavía no me he acostumbrado a este sitio — sonrió, nerviosa—, ni siquiera conozco a los demás maestros, solo a la mía… Por cierto — se acordó súbitamente del chico rubito—, ¿es verdad que ese tal Akio es un Maestro? ¿Cuántos años tendrá, unos diez? ¿Se puede llegar a serlo con esa edad?

[Kousen]

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Ante todo, disculpas por la tardanza en postear, asuntos de clase y tal D:

Al parecer la opinión de Yu sobre la reacción de Lyn a nuestra conducta no era muy esperanzadora, y me estaba empezando a sonar bastante a una represalia con desgaste físico severo. Podía olerme unas agujetas tremendas dirigiéndose en dirección a nosotros, mientras imaginaba a una furia entrando por la puerta del comedor de un momento a otro.

-Yo creo que será, no solo muy estricta, sino que tambien muy pesada...- Se reafirmó el mismo tras haber expuesto mi opinión respecto al asunto.

— A lo que iba — sonó la voz de la otra chica —, Lyn es muy buena maestra, me gusta su forma de ser. Lo único malo es que no se compadece de los caídos en batalla — No hay piedad para aquellos que se rinden, según vi por lo que iban contando sus aprendices... Mejor que tomase nota, nunca viene mal conocer a aquellos que van a llevar tu formación, después de todo —. Algo sobre mí… veamos… ¿Esencial? ¿Imprescindible para conocerme bien? Me gusta luchar, como habéis podido comprobar — Efectivamente eso es algo que nos había quedado más que claro, no hacía falta afirmarlo.

En resumen. Lo que habíamos causado, según mi juicio, no nos causaría un castigo severo... eso llegando hasta el punto de invocar un arma en mitad del comedor. Ese es el punto que me traía de cabeza y por el cual nuestro futuro inmediato en Tierra de Partida colgaba en una incógnita total. Si bien algunos maestros no lo tendrían tan en cuenta cuando solo defendíamos según nuestro juicio personal a un aprendiz de otro mucho más conflictivo, el daño llevado a cabo por este último solo había quedado en el ámbito verbal y fuera de la violencia.
Pero Yeno no quedaba exento del asunto; él ya era reincidente en mala conducta y además de iniciarlo todo, también había invocado su llave con una actitud de pelea mucho más clara que la nuestra... después de la chica cuyo nombre aún no conocía.

Conocer por palabras de los aprendices de Lyn, sumado a algunos rumores de pasillo sobre la actitud habitual de esta me ayudaba a hacerme una idea de la clase de represalia que nos esperaba. Pero los juicios personales no ayudan, y es imposible deducir la decisión que tomaría, aún más sin conocerla personalmente. Suspiré rendido al no tener ni idea de la que nos iba a caer.

Mientras me encontraba absorto en mi pensamiento, la joven de cabello dorado dió unos pasos para colocarse ante mí —Ah, sí, y me llamo Dejay Lion. ¡Oye, tú! Así que vienes de las Islas del Destino, ¿eh? Me suena, pero la verdad es que tienes mucha razón. Yeno es insoportable. —De repente pareció recordar algo — No hagáis desaparecer la Llave Espada, supongo que nos hará falta luego — Añadío rapidamente —Estoy segura de que pronto aparecerá la Maestra tan esbelta y exquisita como siempre. Que levante la mano el que ha usado la Llave Espada.

— ¿Levantar la mano por haber... usado la llave? — Me encogí de hombros y la alcé un poco, igual que Fátima. Aunque solo había entrenado ligeramente con los trastos que había en los jardines, sinceramente.

Yu empezó a sacar una ligera vena de gallito oculta bajo su aspecto y volvió a atacar las técnicas de su mentora, se notaba que debía estar muy enfadado con ella por haberle ridiculizado, o eso contaba. Fue en esto que de repente nombró el tema tabú: Sincorazón.

Una vez más, me dolió mi falta de experiencia en campo exterior a la lectura y el mundo en general. Obviamente había escuchado hablar de ellos a muchísimos aprendices que habían chocado con estas manifestaciones de la oscuridad, algunos jactándose de haber eliminado uno especialmente fuerte. La investigación personal que realicé con libros de la biblioteca me revelaron los detalles importantes sobre su naturaleza y su aspecto. Bestias nacidas de la oscuridad, con unos ojos amarillos que brillan en esa negrura sin fín.

— La verdad es que no me he topado con ellos aún, pero tampoco tengo prisa por hacerlo — sentí que mentía en eso último — Es peligroso enfrentarse a semejante amenaza sin prepararse de antemano, aunque supongo que los más débiles no deben de ser un gran problema para eliminarlos, al menos si no se agrupan muchos — crují los nudillos.

Yu volvió a mostrar su mismo carácter anterior, con ganas de enfrentarse a muchos de ellos y aniquilarlos. Aunque sinceramente dudo que un monstruo de oscuridad semejante deje nada tras de sí al ser eliminados, aparte del corazón cautivo. Fátima se puso pálida de golpe y habló entrecortadamente, seguramente había pasado algo horrible con ellos en su mundo natal. Cambió de tema drásticamente.

—¿Cuánto lleváis viviendo aquí? Yo solo seis días, todavía no me he acostumbrado a este sitio. Ni siquiera conozco a los demás maestros, solo a la mía…— dijo.

— Yo solo unos meses, poco antes de la celebración de San Valentín. No soy especialmente reciente, pero no he tenido mucha actividad... supongo que Yami anda ocupada con alguna misión.— No mentía, aunque había desarrollado bastante mis habilidades mágicas, velocidad y también mi manejo de la Llave espada en el combate a base de puro entrenamiento — Y personalmente solo conozco a mi maestra y de vista, a unos cuantos como Ronin o Nanashi.—

— Por cierto, ¿es verdad que ese tal Akio es un Maestro? ¿Cuántos años tendrá, unos diez? ¿Se puede llegar a serlo con esa edad? — Añadió Fátima.

—Eso mismo me pregunto yo, tiene que ser todo un prodigio para alcanzar el rango de maestro a esa edad tan corta, aunque ahora que lo pienso, no he oído nada de que la Llave haga distinción en cuanto a edad... cualquiera podría serlo si reúne las cualidades y pasa el examen ¿no?—

[Deja]

—¿Cuánto lleváis viviendo aquí? Yo solo seis días, todavía no me he acostumbrado a este sitio. Ni siquiera conozco a los demás maestros, solo a la mía…

Aquella frase me llamó la atención de entre toda la batería de temas que se proponían. Quería dejar claro que Lyn no era mi maestra, ni me caía bien. Pero cada uno que cuidase de sus palabras y de sí mismo; no dije lo segundo por si acaso. A veces da más miedo un maestro enfadado que un sincorazón.

—Yo llevaré aquí meses, supongo. La verdad es que no llevo la cuenta del tiempo... —Saqué la lengua— Yo sólo conozco a... Akio, Lyn y Nanashi. Tampoco te pierdes mucho... Ya habréis visto como es mi maestro. Pasa de nosotros como de las moscas. Miento, quizás a las moscas les haría más caso.

Y era tan cierto... Hacía ya bastante tiempo que no dialogaba con Akio. Ni siquiera me dedicaba un mísero saludo. Pocas veces lo veía, y justo en aquel instante andaba ocupado, o simplemente no tenía ganas de perder el tiempo conmigo. Su trato con los otros aprendices me importaba poco, pero por lo que podía apreciar de él significaba que tampoco era muy propio de un maestro. Desde que me había conocido en Agrabah no habíamos tenido una charla en condiciones.

Agrabah. Me propuse volver a ese mundo en el mismo momento en el que me habían contado que podía salir de Tierra de Partida, no lo hice. Había quedado con Enok para ir algún día e investigar el regalo de mi madre, con esas letras tan raras que poseía. Pero no sabía nada de ese aprendiz desde aquel día. Luego estuvo Lyn y su sorprendente viaje al Coliseo del Olimpo, allí había visto al primer sincorazón "real" en su vida.

Después estaba Zait, aquel chiquillo tan gracioso y amistoso venido de Nunca Jamás. Juntos habíamos cruzado las puertas del pequeño mundillo escondido de los maestros. Era la opción perfecta para salir de allí sin que te vigilasen. Habíamos quedado en ir a mi mundo y al suyo, respectivamente. Pero ya hacía que no lo veía por aquellos pasillos, algún día le tendría que enviar una carta, como la primera vez.

—De allá de donde vengo —hablé despacio—, en Agrabah, es rumor la aparición de sincorazón por las afueras y por dentro de la ciudad. ¿Quién lo dice? Todo el mundo, pero pocos los han visto. ¿Cómo entran? Ni idea. El único que he visto ha sido en otro mundo —prueba de la veracidad de "en Tierra de Partida no hay sincorazón"—. En un combate. Son demasiado grandes como para aparecer de la nada, y dan bastante miedo. Lo conseguimos derrotar porque éramos un grupo de cuatro. Pero, sin miedo. Tal y como dice aquí el colega Kousen, os enseñarán a defenderos antes de dejaros salir por ahí. Además, las primeras veces que salgáis será con un Maestro... O no.

Por mucho miedo que dieran o por muchas advertencias que hicieran los maestros, cualquiera tendría unas ganas horribles de salir ahí y luchar contra esa cosa que amenazaba la paz universal. Porque, claro, los cuatro éramos aprendices de la Llave-espada y estábamos allí para luchar contra ellos. Pero lo importante era el castigo, a saber cómo nos libraríamos de él.

—En resumen, estaremos castigados en menos de cinco minutos. Pero, seré sincera, el que se debería salvar sería Kousen. Aunque me pese decirlo, él ha rehuido la batalla —le observé con mirada inquisitiva—. ¿Se lo contarás a Lyn?

[Soul Artist]

—Aquí no se salva nadie hasta que yo lo diga.

En el marco de la puerta, junto con Mogi, una mujer de no mucha mayor edad que ellos había hecho acto de presencia. Lo primero que sin duda destacó para los aprendices debió ser su aspecto animal; por las enormes orejas que tenía, las cuales acompañaban a su pelo grisáceo no muy largo, parecía un híbrido entre humano y alguna especie de animal. No era su única característica, pues en sus ojos grises había en aquel momento dos largas líneas que, junto con sus cejas arqueadas, dejaban claro que poco contenta se encontraba.

La extraña bestia entró dio un par de pasos hacia el grupillo de jóvenes, seguida del moguri. La armadura con la que vestía provocaba sonidos metálicos cuanto más cerca estaba, brillando con los rayos de luz que entraban por los enormes ventanales de la estancia, dotando a sus placas marrones claras un tono dorado con el que le hacía parecer alguien más espectacular si cabía. Era inevitable fijarse en el enorme rubí que destacaba en su cuello.

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—¡No les he quitado el ojo de encima ni un momento, Maestra Lyn! —aseguró Mogi orgulloso, llevándose una de sus pequeñas manos a la frente—. ¡También ha habido otro implicado, kupó, pero ya se lo llevó el Maestro Akio!

—Descansa, soldado. Has hecho un buen trabajo —le felicitó la mujer, permitiendo a la criatura que bajase el brazo para seguir revoloteando a su alrededor—. Después puedes venir conmigo a ver al cocinero para que te dé un tarrón de azúcar.

Lyn observó detenidamente a todos y cada uno de los presentes. Primero analizó a Kousen, no pudiendo evitar fijarse en sus colmillos y orejas. La Maestra inclinó la cabeza, sin cambiar mucho su cara.

—¿Nos conocemos?

Después de él, fue a Dejay. Observó a la mujer por encima, pero no se detuvo mucho; saltó a Fátima, ante la cual sí se paró algo más de tiempo. Tras mirarla de pies a cabeza, se acercó ligeramente a ella y la olisqueó. Reflexionó un momento, echándose atrás y sin quitarle los ojos de encima.

—Hueles... Raro. Dúchate más de vez en cuando.

Y finalmente, dio un par de pasos hasta Yu. No le importó su enfado o comportamiento ante ella; solo le pasó el dedo por encima, enfadada.

—Déjame adivinar: lo que ha pasado aquí, sea lo que sea, ha sido cosa tuya. No se te puede dejar solo, joder. Dos días aquí y ya la has armado, te parecerá bonito —observó a los demás, enojada—Quiero una explicación de lo que ha pasado. Y la quiero ya.

[YuOchiga]

-Aquí no se salva nadie hasta que yo lo diga.

-Glups...- tragué saliva. Aquí estaba, la pesada de mi maestra. Lyn, con sus tiernas orejas de gato y su seductor fisico. Me ponía enfermo

Lyn se acercó y mientras nos miraba fijamente de uno en uno, el Moguri empezó a hacerle la pelota.

-No les he quitado el ojo de encima ni un momento, Maestra Lyn!- dijo el enano pomposo —. ¡También ha habido otro implicado, kupó, pero ya se lo llevó el Maestro Akio!- ah si, ese memo... tendrían razon los de mi grupo en que a Lyn no le importaria que le echara la culpa y encima nos rebajaría el castigo?

Tras prometerle un cubito de azucar al Moguri (lo mismo que le daría yo a un caballo) empezó a mirarnos todavia mas fijamente. Empezó por el chico de pelo raro, la chica prepotente, la chica que olia raro (según Lyn. Yo por mi parte olia un perfume a sandía) y acabó delante de mi. Un escalofrio me recorrió el cuerpo... Lyn me puso un dedo delante de la cara y empezó a regañarme.. como siempre:

-Déjame adivinar: lo que ha pasado aquí, sea lo que sea, ha sido cosa tuya. No se te puede dejar solo, joder. Dos días aquí y ya la has armado, te parecerá bonito.Quiero una explicación de lo que ha pasado. Y la quiero ya.

-Pero... pero bueno! - me habia cabreado- Yo no he hecho nada! Simplemente he cogido la bazofia de comida del comedor, me he sentado donde he podido y ese tal Yeno ha empezado a insultarme por ponerme trajecitos, a llamarme putita y a joderme la vida. No he hecho mas que intentar darle su merecido.- Lo habia intentado. Lo habría conseguido de no ser por los otros tres. Aunque gracias a ellos hoy no iriamos de entierro y Lyn no me mataría a mi tambien.

[Suzume Mizuno]

Fátima meditó la respuesta que le había ofrecido Kousen. En ese caso, Akio debía ser un verdadero genio para haberse convertido a tan poca edad en un Maestro… Entonces, Dejay comenzó a hablar sobre su lugar de origen y de los sincorazón. Fátima puso mala cara. Había querido cambiar de tema por algo y no le hizo gracia que retomara el tema. Pero se aguantó las ganas de resoplar.

—En resumen, estaremos castigados en menos de cinco minutos. Pero seré sincera, el se debería salvar es Kousen. Aunque me pese decirlo, él ha rehuido la batalla. ¿Se lo dirás a Lyn?

Fátima abrió la boca, dispuesta a defenderse, porque no consideraba que ella también tuviese la culpa de haber peleado. Pero justo en ese momento intervino otra voz fuerte y con un poco de mala uva:

— Aquí no se salva nadie hasta que yo lo diga.

Una mujer joven, poco mayor que ellos, de largo cabello grisáceo y pronunciadas orejas de animal, entró al comedor. Fátima se quedó mirándola, debatiéndose entre la impresión y el temor, porque estaba claro que ella tenía que ser Lyn. Ahora entendía las bromas de Yu acerca de la “gatita”. En parte se alegró de llevar ya un tiempo en Tierra de Partida, porque así ya nada la sorprendía tanto, ni siquiera una extraña mezcla de animal como ella. Hacía unos días habría escapado despavorida pensando que era un demonio. Pero ahora se sentía insensibilizada por completo a las “peculiaridades” de aquel mundo. Lyn llevaba una ajustada armadura que resaltaba su cuerpo ágil y elegante, con un rubí en el cuello que atrajo a Fátima. La Maestra avanzó hacia ellos, con el moguri revoloteando a su alrededor esperando recibir alguna recompensa o halago por su trabajo. Después de asegurarle un terrón de azúcar, Lyn los fue examinando uno por uno. A Kousen le preguntó, seguramente debido a su físico, si se conocían de algo. Al fin y al cabo, Kousen también tenía ciertos rasgos animales. Pasó por delante de Dejay sin comentar nada y, para horror de Fátima, se plantó frente a ella. La recorrió de pies a cabeza con la vista. Fátima tragó saliva. Cuando la Maestra se acercó, su estómago se contrajo. Y al olisquearla se puso todavía más tensa. ¿Qué suponía que…?
—Hueles… raro — Fátima se quedó mirándola, expectante. Y lo que le soltó le sentó como una patada: —. Dúchate más a menudo.

—¿Perdón? — iba a alzar la voz, pero se mordió la lengua en el último segundo.

Tal vez no fuera la mejor idea del mundo llamarle todavía más la atención. Así que, entre humillada y aliviada porque se dirigiera al fin hacia su alumno, bajó la cabeza en silencio.

Empezó a amonestar a Yu y le exigió que le explicara lo ocurrido.

— ¡Yo no he hecho nada! Simplemente he cogido la bazofia de comida del comedor — si él hubiera probado la que tuvieron que verse obligados a comer algunas veces en su casa… Aquello era un festín en comparación con los alimentos de su pequeño pueblo—, me he sentado donde he podido y ese tal Yeno ha empezado a insultarme por ponerme trajecitos, a llamarme putita y a joderme la vida. No he hecho más que intentar darle su merecido.

Fátima pensó que le favorecería quedarse callada. Pero también quería dar su visión del asunto.

—Discúlpeme — dijo, llamando la atención de la Maestra —. Es cierto que lo empezó ese tal Yeno. Le insultó con todo lo que tenía — entrecerró los ojos y añadió, fríamente:—. Fue muy cruel y los demás intervenimos porque no podíamos quedarnos callados. Luego la cosa se nos fue de las manos un poco… bastante — se corrigió con resignación.
´
Decidió no decir más a menos que Lyn le preguntase algo directamente. No quería inculpar a los otros compañeros por sus acciones y prefería que ellos mismos defendiesen sus posturas.

[Kousen]

Dejay acababa de afirmar que yo sería el único en librarme del castigo, algo de lo que no estaba muy seguro ni de acuerdo al haber formado parte del embrollo. Antes de poder negarlo, me preguntó si se lo contaría a Lyn, aunque mi respuesta nunca se formuló.

Estaba aquí.

— Aquí no se salva nadie hasta que yo lo diga.— dijo una potente voz desde la puerta del comedor.

La maestra había hecho acto de presencia, pero menuda sorpresa me llevé con su aspecto.
Junto al Moguri, se encontraba una mujer algo mayor que nosotros, envuelta en una sólida armadura de destellos dorados. Pero lo que más me llamó la atención fue su posesión de rasgos animales: Un par de orejas sobresalían sobre su cabello y tenía cola, algo que la armadura no escondía.

Se paseó hasta nosotros después de prometer una recompensa al pequeño ser alado por habernos mantenido en el comedor hasta su llegada.
Fui el primero al que observó, y pude notar su mirada clavada en mis rasgos animales, aunque mucho más diluidos que los suyos, seguían estando presentes; especialmente orejas, colmillos y tonalidad de ojos.

—¿Nos conocemos?— Me preguntó, posiblemente por compartir tratos genéticos similares.

—Podría decir lo mismo... — pensé — pero lo dudo mucho.—

Sin tiempo para poder formular mi respuesta, pasó inmediatamente a Dejay, sin fijarse mucho y luego a Fátima. Se detuvo unos segundos y después la olisqueó para decirle:

—Hueles... Raro. Dúchate más de vez en cuando.

La cara de Fátima fue un poema, pude verlo. Seguramente se habría tomado aquello como una groseria y estaría esforzándose para no responder.

El reloj tocó la hora del juicio para el pobre Yu. Implacable, el dedo de Lyn lo señaló como culpable y empezó a soltarle lo que me esperaba fuese el inicio de la bronca del siglo.

—Déjame adivinar: lo que ha pasado aquí, sea lo que sea, ha sido cosa tuya. No se te puede dejar solo, joder. Dos días aquí y ya la has armado, te parecerá bonito —Las delgadas líneas gatunas de sus ojos, furiosos, se fijaron en nosotros—Quiero una explicación de lo que ha pasado. Y la quiero ya.

Tragué saliva y noté un sudor frío recorrerme el cuerpo, con palpitaciones.

Yu saltó inmediatamente contra la acusación de su maestra, con la que ya tenía un bonito enfado que se acrecentó aún más con esto. Tensó el cuerpo como gesto físico y soltó:

— ¡Yo no he hecho nada! Simplemente he cogido la bazofia de comida del comedor — Bonita forma de despotricar contra algo que no estaba tan mal. Excepto los guisantes, claro.—, me he sentado donde he podido y ese tal Yeno ha empezado a insultarme por ponerme trajecitos, a llamarme putita y a joderme la vida. No he hecho más que intentar darle su merecido.

Es cierto que lo que dijo Yeno habría cabreado a cualquiera hasta los límites de la paciencia normal, incluso yo podría haber acabado por llevarlo a lo físico si seguía así... pero no en mitad del comedor.

Fátima alzó un poco la voz al poco tiempo, dando su versión.

—Discúlpeme.Es cierto que lo empezó ese tal Yeno. Le insultó con todo lo que tenía — Lyn, al parecer, tornó su cabeza para escucharla. Noté un súbito cambio en su tono de voz al pensar en el gordo—. Fue muy cruel y los demás intervenimos porque no podíamos quedarnos callados. Luego la cosa se nos fue de las manos un poco… bastante — terminó

Mis ojos se dirigieron a las llaves que aún estaban en la sala al oir esa última frase, pero preferí ignorarlo. Callar mi versión no haría más que traerme problemas o hacer parecer que oculto algo como culpabilidad, así que decidi poner en lugar mi argumento antes de hablar.

—A decir verdad— Comencé a hablar —Es más bien lo que dice Fátima. Yeno empezó a molestar a Yu hasta el punto de acabar con la tolerancia de los que estábamos presentes...— gruñí inconscientemente —No niego que tuve mi parte culpa, porque me sacó de mis casillas hasta hacerme ponerme en pie. Pero en un principio no pensábamos usar la violencia directa, a menos que comenzase él... pero la cosa se puso movida — No podíamos ocultar el hecho de que todos esperábamos poder estampar algo contra la cara de Yeno, unos más que otros; pero todos.

[Deja]

Lyn hizo su gran aparición por la puerta. Parecía molesta, pero me daba igual. Desde que atravesó la puerta, supe que estaríamos castigados. Los golpecitos de la armadura de la maestra eran chirriantes y molestaban mucho. El moguri la acompañaba como un fiel sirviente lameculos, ni que hubiera hecho algo bueno. Me entraron unas ganas locas de usar la Llave-espada que sostenía en la mano contra él y destrozarlo. Quería luchar contra alguien, aquel aprendiz me había calentado lo suficiente.

"Aquí no se salva nadie hasta que yo lo diga. ¡Anda ya! Si no nos podíamos ir, ¡maestra!"

Pasó de largo al verme, quizás no me recordase, o quizás me recordase indebidamente. El caso fue que, pobre de Fátima, el no haberse echado perfume le costaría bastante caro el resto de su adiestramiento en Tierra de Partida.

—A decir verdad. Es más bien lo que dice Fátima. Yeno empezó a molestar a Yu hasta el punto de acabar con la tolerancia de los que estábamos presentes... No niego que tuve mi parte culpa, porque me sacó de mis casillas hasta hacerme ponerme en pie. Pero en un principio no pensábamos usar la violencia directa, a menos que comenzase él... pero la cosa se puso movida

Habló Kousen, el chico, aparentemente, más espabilado de todo el grupo. Por lo menos pensaba antes de hablar, no como Yu Ochiga, que semejaba el comportamiento de un chaval de diez años. Aunque para insultar no le faltase vocabulario, se le escapaban muchas cosas. Sabía que contaban la verdad a medias para no echarle la culpa a los demás, pero todos sabíamos que la culpa iba caer a mis espaldas. Con mi intervención no intenté arrastrar a los demás, tan sólo demorar los más mínimo el castigo. Empezar rápido, acabar rápido.

—Gracias tío, considera esto como un favor —susurré al oído de Kousen. Me importaba poco que Lyn se diera cuenta de que hablaba con él, lo que me interesaba es que la maestra no escuchara el mensaje. Con el objeto de que esto no sucediese, me acerqué a él para decírselo.

—Para ser sinceros —me giré a los aprendices—, lo siento chicos —me volví a girar hacia Lyn, ahora al lado de Kousen—, contaré la verdad entera.

Saqué mi bloc de notas, para imitar a un agente y comencé a relatar mientras leía la tinta invisible.

—Vamos a ver... Yeno comenzó a insultar a Yu Ochiga —lo señalé—, de forma leve. Los insultos fueron a más y se enfadó. Contestó brusco y se subió a la mesa tirando bastantes platos —señalé los platos del suelo—. Antes de que hubiera contacto físico, intervine lanzando un plato lleno de guisantes al tal Yeno ese. Fátima —la señalé con el dedo—, bloqueó mi ataque aprovechando el factor sorpresa. Hablé con ella para volver a atacar y que no pudiese repetir su acción, pero apareció el moguri —lo señalé—, y bloqueó mi Llave-espada. Akio se llevo a Yeno y nosotros nos presentamos con civismo. Entre nosotros no existe rencor, por lo que he de decir que el que inició todo esto fue Yeno. Ah... no nos olvidemos de mi colega Kousen, él fue el que mejor se ha portado del grupo. Mantuvo la calma durante el barullo y hasta intentó evitar la batalla convenciendo a Yu Ochica que no era necesario regañarle. Ya sabe... no merece ser castigado...

[Soul Artist]

Lyn escuchó atentamente cada uno de los testimonios de los cuatro aprendices, en especial el de Dejay. Arqueó las cejas en momentos puntuales como el reconocimiento por haber lanzado el plato de guisantes o el bloqueó de la Llave Espada de Fátima. Cuando Dejay terminó de hablar, Lyn se llevó la mano a la barbilla, pensativa; Mogi se apresuró a intervenir.

—¡Kousen no es tan inocente, kupó! ¡Fue muy grosero con el otro aprendiz y le amenazó con la Llave Espada!

La Maestra observó fijamente al joven de rasgos bestiales mientras se acariciaba el labio inferior, reflexionando. Pasó cerca de un minuto antes de que se acercarse a uno de los aprendices y clavase su mirada en él; después fue pasando por el resto con mirada severa. Estaba claro que, definitivamente, nadie se salvaría aquel día.

—Estáis todos castigados —sentenció Lyn, anulando toda esperanza de escapar de allí—. Por una parte, os habéis comportado como niños de guardería al entrar en un combate tan fácilmente. ¿Sois estúpidos o qué os pasa? Como Caballeros de la Llave Espada debéis madurar. Si os provocan, tragáis. Si algo no os gusta, tragáis.

»Mogi, trae los instrumentos de castigo habituales —indicó Maestra mientras al moguri, el cual se dirigió hacia la salida del comedor a buscar lo que le habían encomendado—. Por otro lado, algunos merecéis el castigo al menos en teoría, aunque no hayáis entrado en pelea —señaló con la barbilla primero a Fátima y luego en Kousen, lanzando una pregunta con un tono severo y directo—. ¿Habéis olvidado la primera regla como Portadores? Nunca os involucréis en los asuntos de otros mundos. ¿Y qué habéis hecho aquí? El ejemplo perfecto de cómo no meterse en una pelea en la que no os han llamado. Estoy decepcionada.

Mogi regresó revoloteando y portando, con algo de dificultad, cuatro fregonas: dos en sus manitas y otras otros bajo sus brazos. Pero, además detrás de la rosada criatura venía un niño transportaba dos enormes cubos de agua; se trataba de Akio, que se acercó a Lyn silbando alegremente. La híbrida no pudo evitar mostrar su sorpresa al verle.

—Hola, guapa —saludó con una amplia sonrisa—. ¿Tienes a estos niñitos castigados? ¿Quieres que me encargue yo?

La mujer arqueó una ceja en señal de desconfianza. Por su cara, las intenciones del niño podían ser de todo menos buenas; gruñó y se cruzó de brazos.

—¿Qué planeas esta vez, niño? ¿Vas a torturar a estos inútiles y sacarles dinero para ir a por más helados de sal marina?

—¡Por supuesto que no, soy un buen chico! —aseguró Akio, poniendo cara de no haber roto un plato en su vida.

—¡Está cruzando los dedos tras su espalda, kupó!

Akio se giró hacia Mogi y le dirigió una mirada asesina. El moguri no se dejó intimidar y no mostró ninguna clase de reacción, sino que aleteó sus alitas con tranquilidad, como si nada hubiese pasado.

—¡Sea como sea! —el niño volvió a dirigirse hacia Lyn con una sonrisa inocente, abriendo mucho sus ojos para intentar convencerla—. El aprendiz Derhe Yeno se lo ha quedado Nanashi y me ha dejado sin diversión, y eso que tenía planeado para él... Algo muy interesante. Para ambos, claro. ¿Y tú no estabas disfrutando de tu día libre en el Coliseo del Olimpo? Venga... No quieres perder así el resto de la tarde.

—Bueno... Eso es cierto. Igual con el teletransporte de la nave de Simón puedo llegar a tiempo para ver la Final —la joven reflexionó la propuesta de su compañero unos segundos—. Está bien, son tuyos. Pero su castigo es, única y exclusivamente, limpiar el comedor y la sala del trono. Nada más, ¿entendido?

—¡Por supuesto que sí!

—¡Kupó, está de nuevo cruzando los...!

Akio se abalanzó sobre el moguri y le rodeó con el brazo, apretando su puño contra su cocorota para torturarle con una falsa sonrisa de amistad.

—¡Mogi, qué bien nos lo vamos a pasar, viejo amigo!

Lyn arrugó la nariz, todavía desconfiada, y comenzó a alejarse hacia la salida del comedor, poco interesada en lo que pudiese tener planeado contra los pobres e infelices aprendices; al fin y al cabo, la entrada para ver los juegos le había costado un riñón y quería saber cómo les iba a dos de los aprendices que participaban en ellos.

En cuanto desapareció por el marco de la puerta, Akio soltó a la criautra y giró la cabeza hacia los cuatro jóvenes a los que les esperaba un fatal destino; el rostro del muchacho había borrado todo signo de inocencia para ser sustituida por una sonrisa llena de maldad.

—Ya podéis empezar a limpiar el comedor si queréis salir vivos —amenazó el crío con un tono de voz más oscuro.

[Suzume Mizuno]

Kousen trató de no ser muy explícito, como Fátima, pero Dejay sacó un bloc y empezó a exponer los eventos uno tras otro, para incomodidad de Fátima. Cuando intentó exculpar a Kousen, Mogi se lanzó a decir:

—¡Kousen no es tan inocente, kupó! ¡Fue muy grosero con el otro aprendiz y le amenazó con la Llave Espada!

Después de meditar durante un rato, Lyn les dirigió tal mirada a los cuatro que Fátima tuvo que reprimir un suspiro de resignación. Conocía ese tipo de gesto, que auguraba que no habría un perdón fácil.

—Estáis todos castigados — Fátima se encogió con suavidad de hombros. Se lo había esperado—. Por una parte, os habéis comportado como niños de guardería al entrar en un combate tan fácilmente. ¿Sois estúpidos o qué os pasa? Como Caballeros de la Llave Espada debéis madurar. Si os provocan, tragáis. Si algo no os gusta, tragáis. Mogi, trae los instrumentos de castigo habituales — Fátima sintió que se le secaba la garganta. ¿Instrumentos de castigo habituales? ¿De qué estaba hablando? —. Por otro lado, algunos merecéis el castigo, al menos, en teoría, aunque no hayáis entrado en pelea — al señalar a Fátima y a Kousen, ella sintió una pizca de alivio. Por lo menos se daba cuenta de que no habían tenido tanta culpa… —. ¿Habéis olvidado la primera regla como Portadores? Nunca os involucréis en los asuntos de otros mundos. ¿Y qué habéis hecho aquí? El ejemplo perfecto de cómo no meterse en una pelea en la que no os han llamado. Estoy decepcionada.

Fátima bajó la cabeza, a punto de musitar una disculpa, pensando que comportarse de forma humilde sería la mejor opción. Pero se mordió el labio en el último segundo. Lyn parecía ser de ese tipo de personas que estallaban a la menor provocación, y optó por no darle ningún motivo para que pudiera retomar la bronca.

Entonces Mogi reapareció con unas fregonas. Ella había estado temiendo cualquier otra cosa, menos eso. Y se le escapó una sonrisa.

“Ah, limpieza… Eso ya lo veo más lógico”.

Estaba acostumbrada a limpiar, no pensaba que fuera a resultar excesivamente duro para ella.

Se percató que, detrás del esponjoso y adorable moguri, venía el niño rubio de antes con dos grandes cubos de agua, silbando una animada melodía. Saludó a Lyn con arrojo y se ofreció a ocuparse del castigo de los aprendices. La Maestra desconfió de inmediato.

—¿Qué planeas esta vez, niño? ¿Vas a torturar a estos inútiles y sacarles dinero para ir a por más helados de sal marina?

Lo primero en lo que pensó Fátima fue en “torturar” y “sacar dinero”. Entrecerró los ojos y un gesto de frialdad cubrió su rostro, pues por el tono de Lyn no parecía que estuviera bromeando.

“Que se atreva…”

Luego se preguntó qué sería un helado. Y de qué estaría hecho. Porque la sal era para dar sabor a los alimentos…

Dejó de prestar atención a la conversación de los dos Maestros para preguntarse si el castigo llegaría a oídos de Nanashi. Estaba convencida de que sí. En realidad no esperaba otra cosa, pero le gustaría creer que su Maestra le daría la oportunidad de explicarse, solo para que conociera su versión de la historia. No pretendía justificarse, sino que no quería quedar mal a sus ojos por culpa de lo que Lyn o el moguri o el mismo Akio pudiesen contarle…

Captó, afortunadamente, las palabras que más le interesaba que dijera la mujer:

—Pero su castigo es, única y exclusivamente, limpiar el comedor y la sala del trono. Nada más, ¿entendido?

Se le cayó el alma a los pies. Sí, podía estar acostumbrada a limpiar… ¡Pero no espacios tan grandes!

Lyn les dejó en las manos de Akio, que había atrapado al moguri bajo su brazo. En el instante en que se quedaron a solas con él, el niño se volvió hacia ellos con una sonrisa que le puso los pelos de punta a Fátima:

—Ya podéis empezar a limpiar el comedor si queréis salir vivos.

Fátima puso los ojos en blanco y resopló. Se adelantó a coger una de las fregonas y echó un vistazo al comedor. Tardarían bastante rato, aun siendo cuatro, en dejar el lugar aceptable. Por suerte no parecía que pretendieran hacerles limpiar también las mesas. Se acercó al Maestro, al que miró con incomodidad, se hizo con uno de los cubos y, cargándolo con algo de dificultad, se dirigió hacia uno de los extremos del comedor. Pasó por al lado de su mesa y recordó el cuento que había sacado de la biblioteca. Apuntó mentalmente que tenía que llevárselo después a la sala del trono.
Metió la fregona en el cubo y empezó a fregar, dispuesta a no perder más tiempo y acabar cuanto antes con el trabajo.

[Kousen]

Tras dar mi corta explicación, Lyn siguió atenta a la siguiente parte de la historia.

—Gracias tío, considera esto como un favor — Dejay se había colocado justo a mi lado y me susurró al oído.

Acto seguido sacó un bloc de notas, el cual sospecho que estaba en blanco; pues no la había visto escribir en todo el tiempo que llevábamos allí, y empezó a narrar lo ocurrido omitiendo mi parte del conflicto lo más que podía.
Lyn nos escuchó a todos con toda su atención y se llevó una mano a la barbilla, pensativa. Justo entonces, Mogi revoloteó en el aire y exclamó en voz bastante alta:

—¡Kousen no es tan inocente, kupó! ¡Fue muy grosero con el otro aprendiz y le amenazó con la Llave Espada!

Toma, pues claro que lo había sido. Faltaría mas, cuando aquel niñato había empezado a liarla y aún buscaba más... además, era la forma más efectiva de imponer un poco de orden y evitar la pelea padre. El que no llora, no mama.

Me asusté un poco cuando Lyn clavó su mirada en mi y siguió moviendo un dedo desde donde tenía la mano, en posición reflexiva. Dió un corto paseo por delante de nosotros hasta detenerse delante de Yu.

—Estáis todos castigados —Proclamó, estaba más claro que el agua a estas alturas—. Por una parte, os habéis comportado como niños de guardería al entrar en un combate tan fácilmente. ¿Sois estúpidos o qué os pasa? Como Caballeros de la Llave Espada debéis madurar. Si os provocan, tragáis. Si algo no os gusta, tragáis.

»Mogi, trae los instrumentos de castigo habituales —¿Instrumentos? Por un momento me asusté esperando que nos colgasen de los pulgares, quizá influenciado por cierta novela que había encontrado en la biblioteca y me hallaba leyendo en aquellos momentos—. Por otro lado, algunos merecéis el castigo al menos en teoría, aunque no hayáis entrado en pelea —Respiré más relajado al ver que nos daba parte de razón señalándonos a Fátima y a mí, que no habíamos sido tan directos—. ¿Habéis olvidado la primera regla como Portadores? Nunca os involucréis en los asuntos de otros mundos. ¿Y qué habéis hecho aquí? El ejemplo perfecto de cómo no meterse en una pelea en la que no os han llamado. Estoy decepcionada. — Esa última frase hizo que me encogiese un poco, por alguna razón.

Nuestro amigo el Moguri regresó a duras penas, volando a altibajos mientras cargaba el peso de cuatro fregonas que superaban con crecer su tamaño.

—Menos mal...— susurré aliviado

Mi pequeña alegría se tornó en confusión al instante, porque en cuanto se apartó un poco, pude ver el brillo se una cabellera rubia caminando tras él. Akio acababa de entrar cargando dos cubos llenos de agua, para sopresa de todos, incluso de Lyn.

—Hola, guapa —¿Seguro que tenía diez años?—. ¿Tienes a estos niñitos castigados? ¿Quieres que me encargue yo?— Dijo con un deje burlón.

Lyn hizo un gesto de desconfianza más que claro, aquí había gato encerrado.

—¿Qué planeas esta vez, niño? ¿Vas a torturar a estos inútiles y sacarles dinero para ir a por más helados de sal marina?— Auch.

Akio intentó hacer gala de toda la inocencia de la que disponía -aunque sin mucha efectividad- Lyn se olía algo oculto tras sus intenciones y Mogi no paraba de advertir que estaba mintiendo. Esto propició unas miradas que me hicieron temer por la suerte del pequeño ser alado.
Al parecer, Nanashi se había encargado de Yeno (Juas juas), o eso contaba. El maestro sacó su carta de la manga y empezó a usar su don de astucia recordando a Lyn de un asunto pendiente en un mundo llamado Nosequé del Olimpo, o algo así. Funcionó sin error alguno, Lyn accedió a dejarnos bajo su supervisión, reiterando que el único castigo que teníamos era limpiar a fondo el comedor y la sala del trono.

—¡Por supuesto que sí!


Lyn se fue por la misma puerta por la que había entrado, dejándonos a solas con Akio, para gusto y goce de este. Cuando giró su cara hacia nosotros juro que vi a la mismísima parca grabada en aquella sonrisa llena de una malicia oculta que disfrutaba de forma retorcida con algún plan para hacernos bailar a su son.

—Ya podéis empezar a limpiar el comedor si queréis salir vivos — Nos amenazó con una voz que hizo que alguna alarma de peligro inminente dentro de mi saltase. Aquella mirada me heló hasta el tuétano.

— A sus órdenes, señor... — Suspiré desesperanzado por las dos enormes salas que nos tocaba limpiar. Limpiar el suelo nos tomaría un rato, pero me preocupaba la vajilla... generalmente de eso se encargarían en las cocinas, pero seguro que Akio nos haría montar un número de circo estilo malabares sin romper ni un plato.

Fátima resopló y se me adelantó tomando una fregona y un cubo mientras avanzaba hacia donde comenzaría a limpiar. Agarré otra fregona y pasé junto a Dejay lo justo para que no se notase.

—Gracias— dije en voz baja

Me eché la fregona al hombro y seguí a Fátima, acto seguido mojé la fregona en el cubo y me puse a fregar el suelo con las mismas ganas que tenía de pillarme el dedo meñique con una puerta. Intenté pensar en algo para hacerlo más ameno y de repente me vino una idea a la mente. Me tomé una cucharada de miel de un bote que tenía al lado para aclarar la voz y comencé a cantar de modo que solo se escuchara con claridad en nuestra zona.

— ♫♪Oooh, dulce ruiseñor
canta, por favor,
aaaaah, la vida.
Oh, dulce ruiseñor
canta, por favor.

Aaah, el amor.
Oh, dulce ruiseñor
canta, por favor,
aaaaah.

Oh, dulce ruiseñor
canta, por favor.
Oh, dulce ruiseñor
canta.

Oh, canta, ruiseñor,
sí.

Oh, canta, ruiseñor,
por favor,
oh, sí ♫♪

[YuOchiga]

Lyn escuchó nuestras versiones, identicas de lo sucedido, con mas o menos interés. Me daba rabia que a mi no me hiciera caso y si que se lo hiciera al desconocido este de los pelos ''bonitos''... Kousen. Le gustaba ignorarme y verme enrabietado.

-—¡Kousen no es tan inocente, kupó! ¡Fue muy grosero con el otro aprendiz y le amenazó con la Llave Espada!- gritó el Moguri, lameculos como siempre, diciendo algo para hacer que el castigo de Kousen no fuera menor al de los demás. Y mejor, no me gustaba que me hubiera detenido y de esta manera estaría como yo. Castigado

Lyn se paseó otra vez entre los 4 hasta acabar delante de mi... Ya pensaba que me iba a castigar solo a mi y si pasaba eso me iba a ir corriendo frustrado y muy cabreado...
...
-Estáis todos castigados —Buff... menos mal que no solamente yo—. Por una parte, os habéis comportado como niños de guardería al entrar en un combate tan fácilmente. ¿Sois estúpidos o qué os pasa? Como Caballeros de la Llave Espada debéis madurar. Si os provocan, tragáis. Si algo no os gusta, tragáis.
- me ha llamado estupido? Y yo que demonios sé... solo llevo unos dias con la llave espada y no tengo ni idea de como comportarme... además, aquel tio se merecía una paliza, a eso se le llama justicia.

-Mogi, trae los instrumentos de castigo habituales —dijo Lyn al Moguri, el cual se fué rapido y presto a por los ''instrumentos''—. Por otro lado, algunos merecéis el castigo al menos en teoría, aunque no hayáis entrado en pelea —señaló con la barbilla primero a Fátima y luego en Kousen,—¿Habéis olvidado la primera regla como Portadores? Nunca os involucréis en los asuntos de otros mundos. ¿Y qué habéis hecho aquí? El ejemplo perfecto de cómo no meterse en una pelea en la que no os han llamado. Estoy decepcionada.
-
No tenia ni idea de si se refería solo a ellos dos o a los cuatro... creo que yo ya la habia decepcionado totalmente antes de venir aqui.

Se oyó un pequeño murmullo detras de Lyn... sería el moguri trayendo los instrumentos de castigo. Un bate quizas?
Me sorprendí al ver que solo traia escobas, mochos y detrás de el, alegre como una rosa, el enano maestro de llave espada... Akio se llamaba?

-¿Tienes a estos niñitos castigados? ¿Quieres que me encargue yo?- seguro que nos trataba como a juguetes... casi que prefería a Lyn, a este le veía cara inocente pero un alma extraña y alborotada... seguro que nos maltrataba

-¿Qué planeas esta vez, niño? ¿Vas a torturar a estos inútiles y sacarles dinero para ir a por más helados de sal marina? - le preguntó Lyn mirandole con un gesto de sospecha.

-Sal marina? - dije en voz alta... me sorprendía que se pudiera tomar algo de ese sabor... sería como lamer el agua del mar. Claro que yo nunca habia ido al mar, pero oí a unos enamorados en Ciudad de Paso hablando de su Luna de Miel hace 2 semanas en el mar... y solo contaban cosas bonitas de el Gran AZul. Aunque describieron que el agua sabía a rayos por la sal.

Akio y Lyn seguían hablando y chillando mientras yo estaba absorto en mis pensamientos... no tenía ni idea de que habia pasado entre ellos dos, pero estaban echandose miradas asesinas. Akio saltó encima del moguri cuando este dijo algo y seguidamente Lyn se fué tras murmurar algo de un Coliseo...

Cuando cerró la puerta del comedor Akio estaba de espaldas a nosotros.
Yo resoplé y maldije internamente a Lyn, pero de repente Akio se giró y mostró su lado oscuro, el cual yo habia previsto... nos miraba de manera completamente diferente a la de antes.

-Ya podéis empezar a limpiar el comedor si queréis salir vivos- nos amenazó de manera brutal...
...
...
...
Era demasiado pronto para retar a un maestro de 10 años a una batalla?
...
...
...
Bah... limpiar por ahora era la mejor opción.
Parecía que el moguri no habia traido mas que escobas para limpiar todo el desastre... vi que los demás cogian las escobas y comenzaron a esparcirse por el lugar para limpiarlo por secciones... Yo cogí mi escoba con desgana. Ví que el Moguri me miraba, le saqué la lengua como burlandome de el.
...

Seguidamente miré al maestro, me quedé mirandole durante unos segundos con el entrecejo fruncido... no me gustaba nada el aura que desprendia aquel enano, acabaría dando problemas.

Seguidamente me dí la vuelta y me fuí a la mesa en la que estaba a barrer por debajo de ella.

Oí a Kousen cantar algo. De ruiseñores.... la músiquilla era un tanto...

-Oye, Kousen- le dije bajito para que no me llamara la atención Akio - Si no te importa....- el chico me miró como previniendo mi pregunta... seguro que creía que iba a decir que se callara para dejarme trabajar tranquilo- Si no te importa.... podrías decirme que es un ruiseñor?

Parecía algo que alegraba el alma

[Suzume Mizuno]

Kousen se puso a limpiar junto a Fátima, cuyos pensamientos se habían desviado rápidamente hacia otros asuntos, como, por ejemplo, de dónde sacaría tiempo para terminar el capítulo del cuento. Sabía que tenía que acostumbrarse a leer más cada día y esperaba que, aunque terminarían molidos después de limpiar, fuera capaz de robarle unos minutos al reloj esa noche…

De pronto escuchó una voz agradable y se percató de que era Kousen quien estaba cantando. Sorprendida, ralentizó un poco sus movimientos, interesada por la letra. Era muy simple pero bonita y le arrancó una sonrisa. Ella no cantaba mal y también solía tararear para entretenerse durante el trabajo.

Cuando Kousen terminó, pensó en que parecía ser honrado y agradable y, teniendo en cuenta que apenas sí había intercambiado un par de palabras con otros alumnos durante esa semana, decidió probar suerte e iniciar una conversación. Esperó a que respondiese a Yu que, para su sorpresa, le había preguntado qué era un ruiseñor, para intervenir:

—¿Es una canción popular en el lugar del que vienes? —se interesó, echando una ojeada a Akio. Apartó una silla y fregó por debajo de una mesa—. Me recuerda a la que cantaba mi madre cuando iba a lavar la ropa al río — admitió, sintiendo una pizca de añoranza.

Hacía tanto que no la veía… Poco después de que Nanashi la trajese a Tierra de Partida se las apañó para enviarle una carta a su familia y otra a su hermano para hacerles saber que había conseguido llegar a su destino a pesar de que se hundió el barco en el que viajaba y que tardaría en volver a contactar con ellos porque tenía que instalarse en algún sitio. Incluso si podía apañárselas sin problemas por su cuenta y se consideraba lo bastante adulta para sobrevivir, no podía dejar de pensar en su hogar, el lugar al que estaba acostumbrada, sin mayores peligros que encontrarse con la banda de matones del pueblo… Y no sincorazones ávidos de sangre, aparatos que volaban y promesas de futuros enfrentamientos por el bien del universo.

Bajó de las nubes.
—Antes dijiste que eras de unas islas… ¿Verdad? ¿Cómo son? ¿Y tu hogar, Yu? — se apresuró a incluirle, curiosa.

Si algo le fascinaba era que hubiese muchísimos mundos. Era algo que nunca se había planteado y que se moría por aclarar.

[Deja]

Spoiler: Mostrar

Me salgo de la trama a causa de los exámenes.

—¿Cómo se usa esto? —cogí la fregona con algo de desconcierto.

Se parecía bastante a las escobas, pero ésta había que mojarla y pasarla por el suelo para limpiar. Qué raro. Nunca había usado una. Estaba bastante segura de que en Agrabah no existían cosas así. Allí estábamos todos acostumbrados a vivir entre arenas, mucho más cómodo.

Akio me caía mal, desde luego. Pero bueno, era un maestro, la relación alumno-maestro suele ser mala, por lo menos en mi caso. Fregar. Él sí que iba a fregar, porque yo no tenía en mi mente hacerlo. O que lo hiciesen mis "compañeros", que ya se habían puesto a dialogar entre ellos y a limpiar la misma zona. Vaya.

Planteé mentalmente una estrategia para salir de allí sin que me pillara Akio. A lo mejor con una bromilla o algún despiste... Total, ¿estaba lo suficiente ocupado con los demás como para preocuparse por mí? Era la minoría.

—Nos vemos, Akio. —Susurré para que no me escuchase—. ¡Wuah, vaya camaleón! ¿Está desapareciendo?

Pronuncié el primer animal que me vino a la cabeza, uno típico de Agrabah. ¿Qué mejor que el camaleón? Quizás hasta colaba la broma y se quedaban interesados por él. De todas formas, salí corriendo de la sala. Adiós castigo, adiós Akio. Yo quería acción.