[Tierra de Partida] Muñequita de trapo

[Suzume Mizuno]

Fátima sonrió, agradecida, cuando Yu cogió la escoba.

—Gracias.

Y entonces, cómo no, Akio tuvo que intervenir. La chica crispó los puños, pensando que había tenido verdadera suerte por no acabar siendo su alumna. De haber sido así, estaba convencida de que habría acabado retorciéndole el pescuezo.

Se las apañó para trepar a los hombros de Kousen, pidiéndole perdón cada dos segundos porque no conseguía ponerse de pie a la primera. Luego, tambaleante, colocó a la vez que Yu la esferita en su sitio.

Antes de que pudiera ni pensar en cómo bajar, Akio se arrojó contra la puerta, dando un buen empujón a Kousen. Fátima lanzó un grito al perder el equilibrio y sacudió con fuerza los brazos en un intento de no caer de morros al suelo, pero lo máximo que consiguió fue desplomarse de lado, sino sobre Kousen.

Se clavó en el vientre uno de sus hombros y en un acto reflejo consiguió interponer en el último instante el brazo para no golpearse la cabeza contra el piso. Se quedó sin respiración y durante varios segundos vio las estrellas bajo los párpados.

—¡Joder! — se quejó con voz débil —. ¿Estás bien, Kousen? Lo siento muchísimo…

Rodó sobre sí misma para apartarse de él y se sentó, mareada y presionándose en abdomen con el brazo sano. Notaba que se le había revuelto el estómago y respiró varias veces hondo, reprimiendo a duras penas las arcadas.

—¡Vamos, os necesito aquí!

Fátima masculló con rabia a dónde podría irse Akio, y le ignoró mientras esperaba a que el dolor remitiera.
Cuando se encontró con fuerzas para levantarse recogió la escoba y el cubo que había dejado para poder meter la bolita de las narices en el hueco y entró en la habitación, sin atreverse a moverse demasiado porque notaba resentidos los músculos del brazo derecho y de la tripa.

Estaban dentro de un dormitorio desordenado, por los sujetadores obviamente de mujer. Fátima se fijó de inmediato en el enorme armario viejo, porque desentonaba en medio de lugar. Debería estar en una habitación pulcra, grande e incluso aristocrática, no en un sitio tan normal.

Akio les ladró un par de órdenes, y Fátima comprendió al fin qué demonios hacían ahí. ¡El muy cabrón quería meterse en el cuarto de una chica para encontrar algo!

Con un humor negro por culpa del dolor, demasiado quemada para obedecer sin rechistar a ese mocoso aunque fuera un Maestro, se quedó apoyada contra una pared.

“Sea lo que sea lo que busque, lo va a encontrar él solito” pensó con los dientes apretados.

[Kousen]

Yu simplemente explotó.
Indignado de alguna forma por como los acontecimientos del día iban acumulándose sobre sus hombros y obligándole a hacer cosas que no quería, se apartó negándose a colocar la pieza, aislado en un rincón.
Por un momento me temí haber causado un problema serio que nos ganase consecuencias mayores en el ámbito que estábamos y en los propios sentimientos de Yu. Pero gracias al cielo que Fátima probó que estaba equivocado.

La chica, con toda su dulzura, se agachó junto al joven para darle una sincera disculpa — Bueno, mira, lo siento. Este día ha sido demasiado para todos. Nos estamos peleando por una soberana estupidez, y ya está. Da igual quién ponga las bolitas en su sitio, solo acabemos con esto de una vez para pasar el resto de la tarde tranquilos

Tras unos mínimos segundos de titubeo, Yu abrió sus sentimientos y se vio de cierto modo sobrecogido por el hecho de que alguien quisiese arreglar una pelea con el. No pensé que quizá tuvo una infancia difícil o proviene de un mundo conflictivo...
No sin algo de dificultad, accedió también a disculparse con su actitud con Fátima

—Bueno, pues vamos a hacer esta cosa de las piezas... Yo cojo esta escoba — acto seguido siguió mis indicaciones generales.

—Gracias.— Dijo una sonriente fátima

—Gracias, Yu— Sonreí de igual manera, contento de que por fin se hubiesen solucionado nuestras diferencias.

Lástima que no pudiese extender más este sentimiento de alegría y satisfacción, pues la infantil voz de Akio ya empezaba a exigirnos que nos diésemos prisa con un tono de burla más que irritante. Valiente maestro.

Usando la pared como apoyo y con mucho cuidado de no caernos, conseguí sujetar a Fátima sobre mis hombros, quien encajó la decoración en su lugar correspondiente, a la vez que en el otro lado Yu hacía lo propio. El truco funcionó y el mecanismo oculto cedió, revelando la puerta abierta de una habitación. Juraría que notaba un olor familiar...

No me dio tiempo a pensar de que podría ser cuando Akio se abalanzó hacia la nueva estancia, empujándonos y haciendo que perdiesemos el equilibrio, con Fátima precipitándose sobre mi a la vez que yo caía al suelo.

— ¡La madre que lo...! — No pude terminar la frase cuando ya estaba estampado contra el frío suelo, viendo un flash blanco al cerrar los ojos en el momento de la caida. Escuché a Fátima preocupada y preguntándome su estaba bien.

La petulante vocecilla volvió a llamarnos una vez más, ya me tenía hasta las narices. Me levanté con toda la dignidad que me quedaba después del empujón y ayudé como pude a Fátima, para no preocuparla más.

—No es nada, si tú supieras la de golpes que me he dado cayéndome de las palmeras...

Gruñí sintiendo una preocupante mala idea creciéndome por dentro al escuchar a Akio, lo que produjo que el gruñido sonase más animal que lo habitual, y creo que enseñé los colmillos un poco más de la cuenta.

—¡Vamos, os necesito aquí!

A duras penas y con un punzante dolor en el costado nos abrimos paso hasta la puerta de la habitación, en la que ya nos estaba esperando aquel mocoso en cuyas manos nos encontrábamos.
Aquel dormitorio se encontraba sorprendentemente desordenado, a pesar de ser de una mujer, como obviamente indicaba la ropa interior desperdigada por numerosos puntos del amueblado.
Llamaba la atención el estampado de tigre de la cama, que estaba sin hacer, y sobre todo un enorme armario de madera que me recordó al arte rococó. ¿Que pintaba en medio de semejante caos?

Su (pequeña) majestad volvió a abrir el pico, esta vez ordenándonos fisgonear por todo el cuarto, obviamente con las esperanzas de encontrar algo, todo ello con el pretexto de ordenar.
No me hacía ni pizca de gracia el tener que revolver en las cosas de alguien, y menos de una chica. Entonces fue cuando se me cayó el alma a los pies.
La congestión respiratoria causada por el impacto de la caida remitió y pude volver a oler con claridad, ya identificaba de que era aquel olor. Un sudor frío me cayó por la frente al juntar todo el mapa mental. Era la habitación de Lyn.

— Oh mier... ¡psssst! ¡psssst!— susurré intentando comunicarme con mis compañeros sin que Akio se diese mucha cuenta — Mejor que salgamos de aquí ya, o estamos muertos ¡El crío nos ha metido en el dormitorio de la maestra Lyn!


Miré de reojo la puerta y la escalera de la torre, esperando que en cualquier momento llegase una furia envuelta en armadura y con orejas de felino.

[YuOchiga]

Antes de darme cuenta, había ayudado a Fátima a apoyarse en la escoba y en unos segundos me encontraba dolorido y tumbado en el suelo haciendo la croqueta... La muy torpe se había caído empujandonos de mala manera, a mi me dió con el codo en el pecho. Hasta Kousen estaba en el suelo dolorido apretujándose la espalda.

-Auch...ais..ais..aaah-dije con el culo en pompa y golpeando el puño varias veces contra el suelo- Dueele... duele- miré a Fatima con enfado, pero en seguida pensé en lo de antes y me tranquilicé...

Me toqué las costillas a ver si las tenia enteras....

Una vez contadas, me levanté , aun adolorido pero mas tranquilo y cogí la escoba y empecé a darle vueltas sin motivo alguno.

—¡Vamos, os necesito aquí!- dijo el enano, el cual había empujado a Kousen y había ocasionado tanto mal.

Entre gruñidos, los 3 nos dirigimos a donde nos señalaba el maestro. Abrió una gran puerta y al asomarme ví algo que me hizo estremecer

-Esto...este sitio tiene toda la pinta de ser...
-tragué saliva- de Lyn

El enano quería que entráramos a ordenar el cuarto, lleno de sujetadores y bragas por doquier. Kousen de repente comenzó a susurrarnos:

-Mejor que salgamos de aquí ya, o estamos muertos ¡El crío nos ha metido en el dormitorio de la maestra Lyn!

-Eso mismo pensaba yo... y te doy la razón, hemos de huir de aquí pero ya, como vuelva nos aniquila
- Kousen y yo miramos al unísono a las escaleras de fuera del dormitorio, esperando que Lyn entrara en cualquier momento.

Este Maestro que pretendía? Sus objetivos eran un verdadero misterio para mi...

[Soul Artist]

Akio observó con malos ojos a los tres aprendices, cuchicheando entre ellos algo que aparentemente no llegaba a escuchar. Se acercó a ellos y les dedicó una sonrisa pícara.

—¿De qué habláis, chicos? ¿De cosas de adolescentes? —dirigió la mirada a Kousen, agarrando una de las escobas y ofreciéndosela—. Seguro que es un tema muy interesante, pero adivinad qué: ¡os toca trabajar!

El niño señaló a los instrumentos de trabajo, o de tortura quizás, e hizo una señal en silencio para que se pusiesen a lo suyo. Se aproximó a la puerta y vigiló que nadie se acercara, dificultando así las posibilidades de huida.

—¡Limpiadlo todo bien! —ordenó el crío, girándose hacia ellos—¡A fondo! ¡No os dejéis ningún rincón! El escritorio, las estanterías, debajo de la cama, ese armario... ¡Lo quiero todo bien investigado!

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Bueno, voy informando. Igual otros Game Masters pueden estar esperando a que la gente postee un día de cada quince, pero yo soy bastante estricto con esto de los tiempos y habéis ido acumulando bastante retraso. No voy a imponer sanciones, pero sí vamos a acelerar el ritmo.

A partir de este post tenéis cinco días para postear en cada ronda. Con cinco días deberíais tener de sobra para poder sacar unos minutos a un post en esta Trama. Si veo que aprovecháis al máximo esos cinco días (posteando al quinto, claro) en esta ronda y la siguiente, rebajaré el plazo a tres días. Si, por el contrario, posteáis con buena velocidad en un par de rondas (post dentro de las veinticuatro horas desde que el Moderador General envíe el suyo), lo disminuiré a siete.

Igualmente, aviso lo que viene en esta parte. Podéis "limpiar" la habitación, a lo que describiré en mi siguiente post lo que habréis encontrado (¡pero no robéis a la pobre Lyn!) o podéis intentar buscar una manera de huir, si lo preferís. Otra cosa es si lo lográis o no...

[Kousen]

Yu pareció haber caído en la misma deducción que yo, y no tardó en responderme.

-Eso mismo pensaba yo... y te doy la razón, hemos de huir de aquí pero ya, como vuelva nos aniquila
- Miró en la misma dirección que yo, hacia aquella escalera fatal que habíamos tenido que escalar a duras penas.

Y maldita sea nuestra pobre suerte, pues Akio ya nos estaba clavando la mirada para cuando nos dimos cuenta. No sé si habría escuchado algo, pero desde luego nos había visto susurrar a sus espaldas y ya se acercaba.

—¿De qué habláis, chicos? ¿De cosas de adolescentes? —dijo, dirigiéndome una mirada mientras me ponía una escoba en las manos ¿Adolescentes? ¡Si tengo que tener el doble de su edad!—. Seguro que es un tema muy interesante, pero adivinad qué: ¡os toca trabajar!

Cada vez me ponía más furioso lidiar con semejante personaje, y el hecho de que nos hiciese burlas para que siguiésemos haciendo lo que nos decía no lo mejoraba. Encima de todo se puso ante la puerta para cortar la vía de escape.

—¡Limpiadlo todo bien! —ordenó el crío, girándose hacia ellos—¡A fondo! ¡No os dejéis ningún rincón! El escritorio, las estanterías, debajo de la cama, ese armario... ¡Lo quiero todo bien investigado!

Gruñí otra vez y le di una vuelta a la escoba en la mano, golpeando el mocho en el suelo como si le golpease a uno de los trastos de entrenamiento, y empecé a barrer un poco de mala manera. Podríamos hacer tiempo hasta que llegase Lyn para poder escapar mientras lo asesinaba. O tal vez... Miré hacia la ventana, pero descarté la idea. Demasiada altura y muy pocos huesos.

[Suzume Mizuno]

Fátima se quedó congelada al escuchar de los labios de sus dos compañeros que aquel era el cuarto de Lyn.

“¡Oh, madre mía! ¡Tienen razón, estamos muertos!”

—¡Pues entonces larguémonos de…!

—De qué habláis, chicos? ¿De cosas de adolescentes? — le puso a Kousen una escoba en las manos —. Seguro que es un tema muy interesante, pero adivinad qué: ¡os toca trabajar!

Fátima apretó con fuerza su escoba, pensando en lo que le gustaría retorcer las orejas del niño hasta que se le pusieran bien grandes y rojas, tanto que dolieran a la vista.

Con un aire furtivo, Akio vigiló el pasillo mientras se apostaba en la puerta, impidiendo así que escaparan a menos que intentaran llevárselo por delante. Con Kousen no sería muy difícil, pero luego no quería ni pensar en las consecuencias que tendría aplastar a un Maestro.

—¡Limpiadlo todo bien! ¡A fondo! ¡No os dejéis ningún rincón! El escritorio, las estanterías, debajo de la cama, ese armario…¡Lo quiero todo bien investigado!Fátima arqueó una ceja. ¿Por qué un niño pequeño estaba tan interesado en husmear en el cuarto de una mujer?

Prefirió no intentar averiguarlo.

Se dirigió al armario, que tanto le había llamado la atención, y lo abrió de par en par, examinando no sin cierta curiosidad qué ropa tendría aquella extraña Maestra que parecía medio animal.

[YuOchiga]

Esto no podía ser nada bueno... no no no NO! ¿Como podía pedirnos husmear en el cuarto de Lyn? Que clase de tipejo era este enano?
Estaba asustado, mucho... aunque pensaba en que al ser 3 y con un maestro con nosotros, si me pillaran no me caería a mi todo el marrón... eso me animaba a pensar...

-Em.. empezaré a buscar algo...- dije, viendo como KOusen y Fatima empezaban a limpiar y a abrir armarios.

EMpecé a dar vueltas, echando un vistazo por todos los rincones... Ví el sujetador en la cama, lo cogí...

-Um... parece tener una talla no demasiado pequeña pero tampoco muy enorme - ¿!EN QUE ESTABA PENSANDO?! Tiré bruscamente el sujetador contra la pared y me agaché a buscar debajo de la cama... llena de pelos y de polvo, menudo ascazo... esta maestra Lyn era una santa guarra...

-Habéis visto esto? ES asqueroso...- les dije a todos señalando la cama ... Miré al maestrillo y por su mirada deduje que quería que lo limpiara.

Intenté desviar la mirada , para que el mismo me dijera que lo hiciese, ya que no tenía ninguna gana de limpiar aquel cementerio de ácaros.

[Soul Artist]

Sí, saltar por la ventana era muy mala idea. Como podía comprobar Kousen al pasar por al lado, la altura era excesiva: si se tirase, no solo tardaría bastante en llegar a tocar el suelo, sino que además lo más grande que se pudiese recuperar de su cuerpo sería, seguramente, un pulgar. Estaban en uno de los puntos más altos del castillo de Tierra de Partida, y además la torre conectaba con un precipio. No llegaba a verse el suelo; una densa niebla cubría la colina donde estaba asentada el edificio. Imposible era imaginar dónde estaría el fondo.

—¡Menos mirar la ventana y más trabajar! —saltó Akio, acercándose a Kousen y cruzándose de brazos, esperando a que cumpliese con su castigo—. ¡Y abre ahí, que huele a perro!

Sin esperar a que el joven contestase a su orden, Akio se lanzó a la ventana y la abrió bruscamente, asomándose al exterior y tomar aire puro. Quizás mientras se asomaba al joven se le pasara la idea de empujarle, porque el chico estaba apoyando todo su cuerpo en el alféizar; un ligero empujoncito y no volverían a saber de él nunca más, ni de sus castiguitos... Pero antes de que se le pasase la idea siquiera, el chico se bajó de nuevo, perdiendo la oportunidad para siempre de acabar con la vida del Maestro.

Bajo la cama de la dueña de la habitación solo había polvo y suciedad, como imaginaba Yu. No encontró nada de valor oculto allí; solo suciedad, algún calcetín suelto y una revista tirada de Villa Crepúsculo con fecha de hacía tres meses.

Mientras tanto, Fátima se dirigió directa al armario que tanto llamaba la atención en un sitio como aquel. Pudo abrirlo sin problemas; no estaba cerrado con llave, ni lo protegía ningún mecanismo extraño, al contrario que la puerta de acceso a la habitación. En la puerta izquierda había colgada algo de ropa, aunque no mucha. Un par de delicados vestidos, bastante bonitos, pero poco más. Se veía que Lyn no guardaba mucha de aquella ropa.

A la derecha había varios estantes donde imperaba el más absoluto orden, al contrario que el resto del cuarto... Y el polvo. Se veía que Lyn no usaba mucho aquellos estantes, donde había algunos papeles con unos pequeños cuadernos, probablemente diarios e informes; algunos marcos pequeños con dibujos infantiles a los que no pudo atender mucho; y finalmente, en el estante más alto y espacioso, una pequeña vitrina cristalina, de base circular, con mucho polvo acumulada sobre ella.

Tras dicha vitrina había, resguardada de la suciedad, una pequeña muñeca. Una muñequita de trapo. No destacaba por los detalles precisamente; estaba hecha a mano, con manos y pies sin dedos y un trajecito de seda rosado. El pelo negro le caía por detrás, un pelo mal recortado y feucho, la verdad; y su cara inexpresiva, con ojos redondos color café que se clavaban en Fátima.

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Akio se lanzó al armario en cuanto vio con lo que había dado la aprendiza. Primero tomó uno de los cuadernos y lo hojeó, mirando por encima sus páginas para ver si captaba algo de interés.

—Aquí tiene que haber algo de interés —susurró el chico con una sonrisa pícara, emocionado por lo que tenía entre manos. Reparó pronto en que Fátima todavía estaba a su lado—. Algo para limpiar, claro... ¿Y esa cosa?

El Maestro había reparado finalmente en la muñequita de trapo. Escaló ligeramente las baldas de los estantes y llegó hasta ella, observándola unos segundos. Tras un ligero análisis, tomó la vitrina de cristal y la retiró con cuidado, teniendo acceso a su poder la muñeca.

—¡Ajá! ¡Así que Lyn sigue teniendo juguetitos! —el chico confirmó dónde se encontraban—. Mmm... Interesante. Bien hecho, chica rara.

—¿¡Qué estáis haciendo en mi habitación!?

Seguramente todos vieron pasar su vida ante sus ojos al oír aquella voz, llena de ira y jadeante por la carrera que se habría pegado subiendo las escaleras. En la puerta se encontraba Lyn, apoyada al marco y dirigiéndoles una mirada de furia. Algunos de sus rasgos animales habían surgido con mayor intensidad, cubriéndose de pelo parte de su rostro y con su nariz completamente animal. Sus manos eran peligrosas garras, con uñas afiladas y alargadas; corrían un gravísimo peligro.

—¡Han sido ellos! —señaló Akio, librándose de las culpas y ocultando la muñequita de trapo tras su espalda—. Son unos malos chicos e intentaron escapar del castigo huyendo aquí...

Lyn le silenció con el gruñido más potente que habían escuchado nunca en sus vidas. Parecía un lobo muy, muy enfadado.

—Quiero explicaciones —ordenó la mujer, dirigiendo su nariz hacia los aprendices, moviéndola como si les estuviese olfateando a distancia—. ¡Y las quiero ya!

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Fecha límite para postear: 22 de Junio. Venga, que no queda mucho, sed buenos e igual acabamos a tiempo para el Evento Global.

[Kousen]

Saltar era imposible, pues para colmo la ventana daba a uno de los numerosos barrancos presentes en los grandes picos montañosos de Tierra de Partida. Una caída por ahí y no volvería para contarlo... o de ninguna de las maneras.

Nos pusimos manos a la obra para "limpiar" la habitación, sin más remedio ni escapatoria posible. Si hubiese lanzado la llave por la ventana y hubiese esperado a que volviese convertida en glider quizás hubiese tenido una oportunidad, pero Akio habría hecho algo nada más verme invocar el arma en mi mano, así que...


—¡Menos mirar la ventana y más trabajar! —Akio volvió a tomarla conmigo, estaba claro que no pensaba darme tiempo para pensar ninguna estrategia—. ¡Y abre ahí, que huele a perro!

—Ya voy, ya voy... que tengo dos manos y están ocupadas.

Acto seguido abrió de par en par el ventanal de la habitación y salió casi entero para ver el paisaje. O era muy ingenuo o era más listo de lo que aparentaba y quería tentarnos aun más dándonos la espalda de esa manera. Un simple empujoncito y habríamos tenido un final relativamente feliz "Y desapareció Akio, cual tronco arrastrado por el río". Mi mano al parecer contempló más la posibilidad al temblar de pura rabia, pero seguramente se dejaría caer y subiría montado en su glider o con algún hechizo en cuestión de segundos. Suspiré y ya estaba revoloteando de nuevo por el cuarto, mientras Yu limpiaba una cantidad de pelo y polvo horrorosa oculta bajo la cama y Fátima inspeccionaba un gran armario.

La estantería de los libros era lo único intacto de todo aquello, completamente abandonada y cubierta de polvo.

—Desde luego no es que le chifle la lectura, no...— dije en voz baja, apenado por aquel panorama. Saqué la lengua en señal de asco cuando Yu sacó unos calcetines que llevarían sin lavarse lo que debían ser décadas.

Fátima siguió inspeccionando el armario y yo dejé de barrer sin soltar la escoba, observando una vieja revista de "Villa Crepúsculo", pasando rápido las páginas. Después de todo no había estado en el mundo exterior aún. Mi concentración se vió interrumpida por un sonido de emoción de Akio, que se lanzó al armario como un depredador, observando los libros y una pequeña muñeca que Fátima había encontrado en una vitrina... debía tener un gran valor para Lyn.

—Aquí tiene que haber algo de interés. Algo para limpiar, claro... ¿Y esa cosa?

Sin tener absolutamente ninguna delicadeza o reparo por el cuidado que su legítima dueña daba a este juguete infantil, Akio la sacó de la vitrina y la sostuvo entre sus manos, observándola atentamente.

—¡Ajá! ¡Así que Lyn sigue teniendo juguetitos! —Acto seguido felicitó a Fátima.

Algo se revolvió en mi estómago, como un mal presentimiento. La razón no tardó en revelarse.

—¿¡Qué estáis haciendo en mi habitación!?

Sentí que mi corazón se paraba de golpe durante unos segundos, mi mente solo podía gritarme que saliese de allí como pudiese. Lyn, que ahora parecía una bestia parda se encontraba en la puerta convertida en una auténtica furia asesina que no parecía poder esperar a clavar sus garras en nosotros.

—¡Han sido ellos! —Akio ya estaba intentando hacernos pagar el pato—. Son unos malos chicos e intentaron escapar del castigo huyendo aquí...

El susto y la intimidación que me provocaron el rugido animal de Lyn -que dejaba los míos en el gruñido de un cachorrillo- casi me hacen caerme al suelo de no ser por la escoba que aún sujetaba.

—Quiero explicaciones. ¡Y las quiero ya!— Nos miró a nosotros, como echándonos la culpa. Estábamos jodidamente muertos o castigamos para siempre si daban un paso en falso.

Tragué saliva e intenté poner mis pensamientos en orden a pesar de la tensión de la situación, acercándome a Fátima y Yu y haciendo una piña. Carraspee. Me costaba encontrar las palabras adecuadas.

— E... ¿Escapar del castigo? ¡¡Y un rábano!!— Me indigné ante la desfachatez de Akio y el miedo a lo que nos esperaba — ¿Se puede saber porque íbamos a salir huyendo hasta aquí con los cubos y las fregonas a cuestas, subiendo la torre más alta que hemos visto? ¡Y esa puerta no se ha abierto por arte de birlibirloque! Lyn, perdónanos. Solo seguíamos órdenes y no sabíamos que hacer, tú no estabas... — Casi se me cae la cara de vergüenza por no haber tenido más consideración al entrar en su habitación y haber rebuscado; todo eso mezclado con la incertidumbre de qué iba a pasar.

[Suzume Mizuno]

El armario se abrió sin esfuerzo y examinó el su interior. Había pocos vestidos, pero eran bonitos, y Fátima tuvo que resistir el impulso de acariciarlos para comprobar de qué estilo era la tela. Echó una ojeada por los papeles y cuadernos cubiertos de polvo, poco dispuesta a tocar porque en ese caso dejaría sus huellas como la marca del crimen. Se preguntó si los dibujos los habría hecho la misma Lyn de pequeña, pero no les prestó mucha atención. Su mirada se vio atraída por el estante más alto del armario en el cual, tras una pequeña vitrina, había una muñeca de trapo.

Tuvo que ponerse de puntillas para verla bien, y aun así el cristal de la vitrina desfiguraba los rasgos de la muñeca. Era bastante tosca, muy simple, con dos enormes ojos negros, un vestido y pelo negro mal recortado.

Era el muñeco típico de una niña pobre, con poco dinero que no se podía permitir nada mejor. Fátima pensó en todas aquellas muñecas que ella misma había cosido, con bastante más arte que aquella, quiso creer, y sintió un pinchazo en el pecho. Se olvidó de que estaban en la habitación de la Maestra y del dolor de la caída. Aquella muñeca le hizo recordar a cuando jugaba sola entre los árboles cuando no tenía que trabajar ayudando a sus padres.

Entonces Akio se precipitó a su lado. Casi olfateando de ansiedad, tomó varios cuadernos y los hojeó.

—Aquí tiene que haber algo de interés — dijo con una sonrisa que no le gustó en absoluto a Fátima. La miró de reojo y se apresuró a añadir: —. Algo para limpiar, claro… ¿Y esa cosa?

Trepó, apoyándose en los estantes, y se quedó mirando la muñeca. Fátima alzó una mano para detenerlo, pero se mordió el labio y al final no dijo nada. Akio retiró la vitrina y cogió la muñeca. Después bajó y dijo, triunfante:

—¡Ajá! ¡Así que Lyn sigue teniendo juguetitos! — su tono afectó a Fátima, que sintió que le daba un vuelco al corazón. Le recordó a la actitud burlona de sus hermanos mayores cuando descubrieron las muñecas que se hacía con los restos de la tela que su madre usaba para remendar sus ropas —. Mmm… Interesante. Bien hecho, chica rara.

—¿Cómo que "rara"? — le fulminó con la mirada.

Pero no obtuvo respuesta, porque, como una tromba alguien se arrojó sobre la puerta y rugió:

—¿¡Qué estáis haciendo en mi habitación!?

Fátima pegó un brinco y vio que Lyn, apoyada contra el marco, les clavaba unos ojos rebosantes de ira. Sus rasgos de bestia se habían acentuado; parte de su cara se había cubierto de pelo, su nariz parecía la de un animal. Y, Fátima tragó saliva, sus uñas se habían alargado y afilado.

Sin dudar, Akio les señaló, escondiendo a su espalda la muñeca:

—¡Han sido ellos! Son unos malos chicos e intentaron escapar del castigo huyendo aquí…

Lyn gruñó como un animal y Fátima retrocedió, aterrorizada. No podía evitarlo. Incluso si se había acostumbrado a ver cosas extrañas en Tierra de Partida, hacía solo unas semanas que su vida había dado un vuelco radical. Y encontrarse con una especie de mujer-lobo como Lyn era más de lo que podía asimilar sin desear salir corriendo.

—Quiero explicaciones. ¡Y las quiero ya!

Kousen se acercó a Fátima y a Yu, mientras ella pensaba desesperadamente qué decir.

—E…¿Escapar del castigo? ¡¡Y un rábano!! ¿Se puede saber por qué íbamos a salir huyendo hasta aquí con los cubos y las fregonas a cuestas, subiendo la torre más alta que hemos visto? ¡Y esa puerta no se ha abierto por arte de birlibirloque! Lyn, perdónanos. Sólo seguíamos órdenes y no sabíamos qué hacer, tú no estabas… — la voz le falló.

Fátima apretó los puños. Ya era suficiente de tanta tontería. ¿Porqué tenían que cargar con las culpas de un estúpido mocoso que, encima, solo quería ridiculizar a Lyn? Desde luego, aunque se ganara la enemistad del crío, no quería entrar en la lista negra de la Maestra. Por eso no se lo pensó dos veces al echarse adelante y arrancarle de un manotazo la muñeca a Akio, dispuesta a mostrársela a Lyn. Acto seguido le clavó una fría mirada al niño:

—¡Ya estoy harta de tus estupideces! ¿¡Te crees que después de hacernos pasar por todo esto vamos a dejar que te salgas con la tuya!? ¡Tú sueñas!

[Soul Artist]

La reacción de Fátima pilló por sorpresa a Akio, el cual no pudo evitar perder la muñeca de sus manos. Estaba claro que todas las broncas estaban cayendo sobre él, pero no pareció importarle lo más mínimo: se llevó las manos a la nuca y desvió la mirada hacia la ventana. Entre las pruebas que había señalado Kousen y lo que Fátima había dicho, le habían cazado.

—¡Bah! Ni que fuese para tanto... —susurró para sí mismo, restando importancia a las palabras de la joven.

Sin embargo, volvió a prestar atención cuando Lyn vio la muñeca. Su cara se puso blanca de golpe, desapareciendo todos sus nuevos rasgos animales. Extendió la mano hacia Fátima y habló, con voz temblorosa:

—Dame eso —ordenó con los ojos en blanco. Parecía ser un objeto realmente importante para ella—. Devuélvemela.

—¡Interesante!

Esta vez fue Akio el que quitó la muñeca a Fátima de las manos, con un repentino salto con el que sorprendió a todos los presentes. Nadie pudo evitar que la preciada posesión de Lyn acabara en sus manos; el niño observó bien lo que acababa de recoger, sin aprecio alguno, y dirigió una mirada pícara hacia la Maestra.

—Así que... Una muñequita...

—Akio —Lyn parecía realmente preocupada por el objeto, como si el niño fuese capaz de lanzarlo a una hoguera para satisfacer sus trastadas—. Dame la muñeca. No hagas nada de lo que vayas a arrepentirte.

—Deja que lo piense...

El muchacho retrocedió lentamente hacia la ventana, con la muñeca en alto. Nadie se pudo lanzar a por él una vez la alcanzó; estaba demasiado cerca, y si se veía en peligro estaba claro que la lanzaría por allí, perdiéndose para siempre.

—Si te importa la muñeca, ¡arrodíllate y suplícame! —exigió el niño, riéndose tontamente. Lyn soltó un gruñido, a lo que él contestó:—. Si no lo haces, la tiro por aquí. ¡Venga!

La mujer híbrida se tomó unos segundos decidiendo qué hacer. Con lo orgullosa que era, seguramente los jóvenes aprendices que contemplaban la escena imaginaron que no sería capaz de hacerlo; pero se equivocaban. Lyn apoyó su rodilla contra el suelo y bajó la cabeza, en señal de arrodillamiento, para contentar al niño engreído. Incluso el chico pareció sorprenderse ante lo que estaba haciendo.

—Devuélveme esa muñeca, Maestro Akio. Por favor.

—No, no —el jovencito negó la petición de Lyn con el dedo índice de su mano derecha, tentando su suerte—. Debes dirigirte a mí correctamente. Alabándome y suplicándome.

La mujer gruñó con fuerza, pero no se vio en otra opción que obedecer.

—Oh, gran y portentoso Maestro Akio —recitó Lyn con los dientes apretados, llena de furia interior pero tratando de comportarse para calmar al chico—. Te suplico a ti, el más sabio y valiente de todos, que me des mi muñeca.

—Y ahora ladra.

Lyn entrecerró los ojos, dirigiéndole una mirada llena de ira.

—Guau. Guau.

Akio estalló en un mar de risas, mofándose a costa de la Maestra. Esta apretó sus puños con fuerza, intentando calmarse mientras el niñato dejaba finalmente de reír.

—¡Vale, vale! Te has ganado tu muñequita... Aunque... —Akio tomó el juguete delante de ella con una mano, observándolo fijamente y volviendo a sonreír pícaramente—... ¿No crees que sería mejor que me quedase con algo tan feo?

Aquella fue la gota que colmó el vaso para Lyn. Sus rasgos más bestiales volvieron a surgir para lanzarse a por el Maestro, que fue pillado por sorpresa. Ambos forcejearon por la muñeca, intentando quedarse con ella.

—¡Lyn, Lyn! —Akio parecía finalmente nervioso, al contrario que hasta entonces—. ¡Para! ¡La vas a romper!

—¡¡Niñato idiota!! ¡¡Es mía, no te atrevas a tocarla!!

—¡En serio, la vas a...!

El sonido de un desgarre enmudeció a ambos y les obligó a detenerse. El niño se apartó de ella, cediendo el poder de la muñeca, y entonces los aprendices pudieron ver qué acababa de pasar: durante el forcejeo, uno de los brazos había sido arrancado del resto del cuerpo del preciado objeto de la Maestra. La cara de esta se había vuelto completamente blanca del shock de ver su preciada posesión rota.

—Lyn... Yo no... Te dije que... No quería, lo juro...

La voz de Akio temblaba; no por miedo, sino por puro arrepentimiento. Parecía darse cuenta de lo importante que era para ella aquella muñequita, y de cómo la había cagado al usarla en su contra y no devolvérsela de primeras.

—Idos.

Aquella fue la única palabra que pronunció Lyn. Akio bajó la cabeza y apartó la mirada hacia la puerta, asimilando su error. Cogió dos de los cubos él mismo, ayudando a los aprendices, y les indicó con la cabeza que saliesen de allí.

—Vámonos. Dejemos a Lyn a solas...

Mientras Akio abandonaba la habitación, la mujer se sentó en silencio en su cama, observando su muñequita... Ahora rota.

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Fecha límite para postear: 24 de Junio, para YuOchiga 22 de Junio todavía por tener pendiente lo del post anterior. La acción de Suzu me ha obligado a adelantarme a acontecimientos, pero esta vez no avanzaré hasta que los tres posteéis.
Estamos a una ronda de acabar. En serio. Se puede acabar para apuntarse a tiempo al Evento Global. Depende de vosotros.

[Suzume Mizuno]

Con desgana, Akio se llevó las manos a la nuca y dijo:

—¡Bah! Ni que fuese para tanto…

Fátima hizo crujir un puño, dispuesta a darle el capón que se merecía. Pero entonces, con voz ronca, Lyn extendió la mano en su dirección:

—Dame eso. Devuélvemela.

Ella no dudó en avanzar para obedecer sus órdenes (lo último que quería era que se lanzara sobre ella para recuperar la muñeca. Y por el tono de sus palabras, parecía que le importaba lo suficiente para hacerlo).

—¡Interesante!

Rápido como un rayo, Akio le arrebató la muñeca sin darle opción a reaccionar. Examinó el juguete con cierto desdén y luego, burlón, se dirigió a su compañera.

—Así que… Una muñequita…

Lo que sucedió a continuación dejó a Fátima con un terrible sabor de boca. Fue una escena lamentable. En su maldad infantil, Akio no debía percatarse de lo terriblemente humillante y doloroso que era tener que suplicar por un objeto querido. Pero lo peor era que sonriera al forzar a su compañera a arrodillarse ante él, siendo perfectamente consciente de su orgullo. Pero cuando la hizo ladrar Fátima pensó que aquello había sido ya demasiado cruel.

—¡Déjalo ya! — le gritó —. ¿Es que no te has divertido suficiente?

—¡Vale, vale! Te has ganado tu muñequita… Aunque… ¿No crees que sería mejor que me quedase con algo tan feo?

Nada más terminar la frase, Lyn se abalanzó sobre él para recuperar su muñeca. Pero Akio no la soltó, sino que se aferró a ella con fuerza. Los dos empezaron a tirar del desdichado juguete.

—¡Lyn, Lyn! ¡Para! ¡La vas a romper!

Fátima seguía con los ojos la muñeca y vio cómo iban estirándola por instantes. Lo sorprendente era que no la hubiesen roto ya.

—¡¡Niñato idiota!! ¡¡Es mía, no te atrevas a tocarla!!

—¡En serio, la vas a…!

Entonces pasó lo que habían estado esperando que ocurriera. La tela se desgarró. Akio se echó hacia atrás y así Fátima pudo ver que uno de los bracitos de la muñeca había caído al suelo. Lyn estaba blanca y contemplaba en silencio el desastre.

—Lyn… Yo no… Te dije que… No quería, lo juro…

Akio dejó de parecer un mocoso infernal para ser un simple crío de unos diez años, nervioso y arrepentido, que no encontraba las palabras para disculparse por una jugarreta que se le había ido de las manos.

—Idos.

Fátima pensó que Akio no obedecería, siendo rebelde como era. Sin embargo, para su sorpresa, bajó la cabeza y él mismo tomó dos cubos mientras les indicaba con aplomo que marchasen con él.

—Vámonos. Dejemos a Lyn a solas…

Fátima contuvo un suspiro de alivio. Todavía no podía creer que fueran a salir vivos de esa habitación. Cogió su escoba y se encaminó hacia la puerta intentando no hacer ruido. Escuchó el rechinar de los muelles de la cama y, en el umbral se detuvo para mirar con disimulo.

Lyn se había sentado en la cama, sosteniendo la muñeca como si fuera su objeto más preciado del mundo. Se le encogió el corazón al verla así. No la conocía de nada, pero por los bruscos encuentros de aquel día la había imaginado como una especie de monstruo agresivo y desagradable, impresión que se reforzó cuando apareció como una tempestad en el cuarto.

En cambio, ahora parecía tan pequeña, con los hombros hundidos y la expresión vacía…

Fátima miró a sus compañeros, humedeciéndose los labios.

“Bueno, si total, peor no puede acabar el día…” se dijo.

Apoyó la escoba contra la pared y, desobedeciendo las órdenes de los dos Maestros, se acercó a la cama de Lyn. Nerviosa, se agachó a su lado. Pensó en poner una mano sobre la de ella. Pero decidió que eso sería demasiado. Además, no podía olvidar que esas garras habían crecido hacía unos minutos y que no les cortaría nada rajarle la garganta. Mejor mantener una mínima distancia.

—Yo… —carraspeó. Tenía que dar fuerza a su voz —. Maestra, soy bastante buena cosiendo — señaló el desgarrón del hombro de la muñeca —. Como es un diseño bastante sencillo, creo que puedo volver a dejarlo como estaba… Si me deja intentarlo, claro — pensó que con eso no bastaba y se apresuró a decir: —. Le aseguro que no es tan grave como parecer. Solo necesito un poco de hilo claro y una aguja — sin esperar a su respuesta, se volvió hacia los chicos —. ¿Podríais traerme un poco?

Luego volvió a prestar atención a la Maestra. No podía evitar sentirse identificada. Ella había sufrido escenas similares durante su infancia hasta que aprendió que lo mejor que podía hacer era marcharse de su pueblo y empezar de nuevo.

—Todo va a salir bien — le aseguró —. Ya lo verá.

[YuOchiga]

Al final... un grito hizo que los pelos se me pusieran como escarpias.

-—¿¡Qué estáis haciendo en mi habitación!?

El susto que me dio fué bestial, tanto que me escondí debajo de la cama. Estaba cubierto de polvo y calcetines sucios, pero no estaba pensando en ello, estaba preparandome para recibir el castigo de mi vida.

-Quiero explicaciones. ¡Y las quiero ya!- gritó Lyn. Yo suponía que metería la mano de un golpe a través de la cama y me cogería del pescuezo, elevándome en el aire...

- Son unos malos chicos e intentaron escapar del castigo huyendo aquí...- dijo el enano

-Pero será capull....- no había terminado de murmurar cuando Kousen reventó y empezó a echar por los suelos el corto argumento de Akio.

También oí a Fátima, la cual también gritó a Akio... decidí sacar la cabeza de debajo de la cama, la cosa se ponía interesante y tal vez me tocara dar mi opinión a mi... y estaba debajo de la cama, no era un algo que diera una imagen muy de ''buen chico''.

Fátima se acercó al enano y le quitó de las manos una muñequita, no la habia visto antes, la habrían encontrado por algún rincon mientras yo inspeccionaba sujetadores.

Lyn le pidió a Fátima que le devolviera esa muñeca, pero de repente, cuando ya la sostenía en sus manos, el enano, no se como lo hizo, pegó un salto increible y cuando quisimos darnos cuenta, la muñeca volvía a estar en su posesión.

-Dame la muñeca. No hagas nada de lo que vayas a arrepentirte- dijo Lyn.

Era la primera vez que veía a Lyn verdaderamente preocupada por algo, esa muñeca sería verdaderamente importante... a lo mejor si la cogía yo podía chantajearla y satisfaría todos mis caprichos

(Imagen mental de Lyn vestida de sirvienta poniendome pizza en la boca)

La escena no podía ser mas incomoda... Akio le estaba pidiendo a Lyn que le suplicara por la muñeca. Yo no la creía capaz de hacerlo... pero...

-Oh, gran y portentoso Maestro Akio . Te suplico a ti, el más sabio y valiente de todos, que me des mi muñeca.
-¿¿!?- no podía creermelo... pero la cosa todavía no habia acabado

-Y ahora ladra.- mandó Akio

-No... Noooo- dije, como no pudiendo creermelo

—Guau. Guau.- ladró Lyn

-

Necesito una cámara... pero ya

- me dije a mi mismo. Era increible ver a la orgullosa Lyn hacerle caso a ese niñato, todo por una muñeca.

Al final Akio, tras reirse de mala manera, finalizó su turno de dar ordenes y se dispuso a darle la muñeca a Lyn... aunque luego rectificó su gesto y decidió quedarselo de nuevo.

Yo, que estaba aguantandome la risa, al ver como Lyn se tiraba encima de Akio a por la muñeca como una leona,solté una gran carcajada, era increible ver esto... los dos maestros comportandose como crios... era gracioso y me alegraba ver como Lyn tenía puntos debiles.

De repente, un sonido nos hizo callar a todos... la muñeca se habia roto...¿! Que- diantres- has-hecho- Akio?! Ahora su preciada muñeca estaba rota... !! NOS MATARÁ A TODOS!!

-Idos.- dijo Lyn

Akio estaba blanco, titubeaba al hablar. Cogió los cubos de agua que habiamos traído y nos mandó a salir del cuarto...

Me sentó mal haberme reído de aquella manera antes, pero es que me parecía tan divertido hasta que... se rompió la muñeca...

Al salir me senté en una esquina, saqué mi cuchillo oxidado y me puse a darle vueltas entre los dedos. Si Lyn antes era una fiera descontrolada, ahora sería algo peor que eso...

Una fria bestia

[Kousen]

Me sorprendió el gesto de Fátima, dejando salir todo el fastidio acumulado y arrebatándole la muñeca de las manos a Akio como si no fuese más que un enano que ni siquiera llega a aprendiz.
Cazado por los hechos que habíamos probado, Akio se llevó las manos hasta el cogote y farfulló:

—¡Bah! Ni que fuese para tanto…— Dijo intentando quitarle importancia al asunto.

Dejé escapar un suspiro entre alivio y molestia por la constante actitud de aquel pequeño diablo, y acto seguido me sorprendí al notar un cambio muy repentino en la voz de la maestra.

—Dame eso. Devuélvemela.— Le pidió a Fátima

—¡Interesante!

Lamentablemente, antes de que la aprendiz pudiese devolver el juguete a su legítima propietaria, Akio se abalanzó sobre su mano y volvió a tomar posesión de la muñeca, moviéndola de un lado a otro sin ninguna consideración. Luego esbozó una sonrisa situada entre la travesura y la sensación de control.

Tras cambiar su tono de voz a otro mucho más arrogante e infantil, como jugando con la maestra tratándola como si fuese un juguete y la muñeca el control remoto, comenzó a tentarla a cumplir sus órdenes.
El momento culminante fue cuando este sacó la muñeca por la ventana, poniéndola en un peligro mucho mayor cada vez que movía un dedo tentativamente. Lyn continuó sin más remedio y a pesar de su orgullo, incluso arrodillándose ¿Tan valiosa era esa muñeca para ella? ¿Serían recuerdos de la infancia? Odiaba tener que estar allí callado e impotente para no comprometer la seguridad de la muñeca.
Justo cuando la crueldad y falta de empatía del niño ya parecían haber alcanzado un nivel insuperable, este dió una orden más, "ladra para mí". Esperaba que Lyn lo destrozase, pero me quedé atónito cuando lo hizo sin resistencia.

— ¡Basta ya! ¿Es que no tienes corazón? ¡¿Tan divertido te parece tratar a otros como juguetes?!— Mi rabia estalló, gritando y a punto de rugir.

Este pareció no inmutarse, simplemente se encogió de hombros y dijo:

—¡Vale, vale! Te has ganado tu muñequita… Aunque… ¿No crees que sería mejor que me quedase con algo tan feo?

Esa última provocación le costó demasiado cara al niño, que se vio atacado al instante por la fiera que vimos hace solo unos instantes, forcejeando por la muñeca, que ya pendía un peligro mayor que la ventana.

—¡Lyn, Lyn! ¡Para! ¡La vas a romper! — Exclamó Akio, desesperado.

—¡¡Niñato idiota!! ¡¡Es mía, no te atrevas a tocarla!!

— —¡En serio, la vas a…!

Demasiado tarde. El desafortunado juguete cedió al fin, incapaz de resistir durante más tiempo el asalto a sus viejas costuras. El joven maestro retrocedió como asustado, con uno de los miembros de la muñeca yaciendo en el suelo. La cara de Lyn era un Réquiem.

—Lyn… Yo no… Te dije que… No quería, lo juro…

"Increíble, pero era de esperar. Por mucho maestro que fuese, Akio no dejaba de ser un niño de 10 años que juega con algo hasta sus límites y se asusta al ver como se rompe. Aunque sea de un modo especialmente cruel."

—Idos.— Fue la única palabra que pudo articular, rota como su muñeca.

—Vámonos. Dejemos a Lyn a solas…

Para mi sorpresa, Akio se dió la vuelta y sujetó dos cubos ayudándonos con el peso de estos y su transporte hasta donde quiera que fuésemos. Intenté buscar algunas palabras para confortar a la maestra, pero no encontré ni estas ni el valor para hablar. El aspecto aterrador de Lyn quedaba como algo borroso contra la imagen descorazonadora que estaba más allá del umbral de la puerta.

Fátima se quedó rezagada, y nos miró intentando decir algo. Sin embargo, calló y se dió la vuelta, volviendo a entrar en el cuarto de Lyn y colocándose a su lado.

Insegura de como decirlo, la chica se ofreció a arreglar la pobre muñeca con un poco de costura, pues al parecer tenía buena mano para ello.

— Solo necesito un poco de hilo claro y una aguja. ¿Podríais traerme un poco?—. Se giró en nuestro sentido, haciendo esa petición.

— Ehm... Tengo un poco en mi cuarto, si lo necesitas no tardaré nada en traerlo —. Me encaminé a la puerta de la torre sin demasiada prisa, en caso de que Lyn volviese a dejar clara su orden anterior.

[Soul Artist]

Yu decidió marcharse, obedeciendo a su Maestra y a Akio. Sin embargo, Kousen y Fátima decidieron quedarse con ella, intentando ayudar. Lyn no les ordeno que se marcharan ni que se quedaran; simplemente, entregó en silencio la muñequita a la joven mientras el chico de rasgos animales iba a por lo que le había solicitado su compañera.

Volvió con lo solicitado y Fátima pudo hacerse cargo de la preciada posesión de Lyn. No consiguió que quedara perfecta, pero la había arreglado. Una vez hecho, se la entregó en silencio y ella la agarró con fuerza, abazándola hacia su pecho.

—Gracias... —susurró simplemente ella—. Esta muñeca es... Muy importante para mí. Me hizo compañía durante muchos años, mientras mi padre...

Lyn enmudeció. Ya no diría más. En cuanto los aprendices salieran de su habitación, esta cerraría desde su interior, quedándose encerrada. Solo quería estar a solas... Con su muñequita de trapo.

Spoiler: Mostrar

Hoy es un día de mucho trabajo en el rol... Pero ya habéis acabado e_e



Pobre Lyn. Chicos, sé que esperáis que comente por qué las puntuaciones, pero en serio, voy a pegarme un tiro hoy, solo hace falta ver cuánto trabajo hay hoy. Se nota que el Evento Global está cerca... Espero que os apuntéis.

Suzume Mizuno.
58 PX obtenidos.
Level 3 reached!
Level 4 reached!
Level 5 reached!
24 PX para Nivel 6.

Kousen.
55 PX obtenidos.
Level 4 reached!
Level 5 reached!
16 PX para Nivel 6.

YuOchiga.
42 PX obtenidos.
Level 2 reached!
Level 3 reached!
Level 4 reached!
20 PX para Nivel 5.