[Tierra de Partida] Muñequita de trapo

[Kousen]

—Oye, Kousen— Yu se acercó a susurrarme a escondidas del maestro — Si no te importa....— Esperaba que me mandase a callar por cantar de manera horrible de un momento a otro— Si no te importa.... podrías decirme que es un ruiseñor?

No me esperaba para nada que me formulase una pregunta así después de su actitud anterior, ni que no supiese lo que es un ruiseñor. No debí presuponer que en todos los mundos hubiese la misma fauna y flora que en el mismo, posiblemente fuesen completamente opuestas. Terminé de cantar la última línea que me quedaba y procedí a responderle.

— Un ruiseñor es un ave — aclaré — generalmente vive cerca de rios y corrientes de agua dulce, y es muy conocido por cantar muy bien —

—¿Es una canción popular en el lugar del que vienes? —Fátima también me dirigió la palabra, al parecer interesada en la canción—. Me recuerda a la que cantaba mi madre cuando iba a lavar la ropa al río — dijo mientras fregaba tranquilamente el suelo bajo la mesa.

Escurrí bien el agua de la fregona y volví a remojarla bien, fregando una buena porción del suelo enérgicamente, esperando poder quitarnos la tarea de encima para charlar más calmadamente.

— Pues verás — carraspeé por la miel — mi madre solía cantarla cuando hacía las tareas de casa, y con el tiempo se me pegó a mí también — sonreí, divertido — Es una de esas cosas que llevas siempre de casa, además me ayuda a relajarme.

—Antes dijiste que eras de unas islas… ¿Verdad? ¿Cómo son? ¿Y tu hogar, Yu? — insistió.

— Ajá, Islas del Destino. — El nombre me traía muchos recuerdos — Es un mundo bastante bonito gracias al mar y la vegetación, pero es muy pequeño... aunque es parte de su encanto. — dije, en contradicción con mi vieja angustia de ver otros mundos aparte del mío propio, algo que ya había superado gracias a la promesa de la llave.

De repente escuché a Dejay exclamar bastante alto desde otro lado

— ¡Wuah, vaya camaleón! ¿Está desapareciendo?

¿Un camaleón? ¿En el comedor de Tierra de Partida? Más que improbable, en mi opinión. Pero cuando giré mi cabeza, era demasiado tarde. Vi como Dejay huía a toda pastilla del comedor, dejando su fregona y todo el marrón a nuestros hombros.

[YuOchiga]

Kousen me dijo lo que era un ruiseñor. Un ave que vivia al lado de los rios y que cantaba bien. Nunca habia oído sobre ese pajaro... creo que durante toda mi vida solo habia visto a un pajarraco negro, muy feo... un cuervo se decía.

La chica de repente nos preguntó a los dos de donde eramos, de que mundo:
— Ajá, Islas del Destino. Es un mundo bastante bonito gracias al mar y la vegetación, pero es muy pequeño... aunque es parte de su encanto.- dijo Kousen... yo nunca habia visto el mar, pero como antes habia dicho, habia oído como era de boca de unos amantes.

Me tocaba a mi

-Pues yo vengo de Ciudad de paso, de Travers Taun!- dije levantando la voz al pronunciar mi ciudad.- Es un lugar... como decirlo... nostalgico, lleno de bares, amantes, tiendas de ropa, restaurantes, un hotel de tres estrellas... yo solía frecuentar todos esos lugares
-mas bien para robar en todos esos sitios

De repente escuché a Dejay exclamar bastante alto desde otro lado que había un camaleon detras de nosotros.

-!¿Pero que dices?!- me iré rapidamente al igual que todos... nos quedamos embobados mirando la pared. Al girarnos vimos que Deja habia puesto pies en polvorosa

-Agh! No ... que... que astuto, tsché!- ahora yo no podía usar el mismo truco...

Bueno, era hora de seguir barriendo... triste vida la mia

[Soul Artist]

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Cuidado con los colores, Yu. Te aconsejo también un repaso general en tus mensajes antes de enviarlos; podrás notar pequeños errores ortográficos que afectan al PX total ganado, tales como signos de puntuación faltos, alguna tilde olvidada o signos de puntuación desaparecidos o dados la vuelta.

Se nota que un vistazo es lo que le faltaba a tu mensaje. Hazlos más presentables y bonitos y notarás la gran mejora en la puntuación final.

Esfuérzate en estos puntos y podrás ganar más PX al final de una Trama, y por tanto, subirás más rápido de nivel. ¡Ánimo!

La estrategia de Dejay Lion pilló a todos los presentes por sorpresa. Su mentira sobre el camaleón no solo no había engañado a Yu, sino también a Mogi, el cual se alteró al ver cómo la joven salía disparatada hacia la salida del comedor, directo a los pasillos.

—¡Kupóooo, que se escapa!

—Pobre camaleón —comentó simplemente Akio, sin importarle lo más mínimo la acción de la mujer y demostrándolo mientras se inspeccionaba las uñas de su mano derecha, quitándose algo de suciedad en ellas.

—¿Es que no vas a hacer nada? ¡Esa no es manera de educar a tus aprendices, kupó!

El Maestro resopló y dirigió una mirada hacia el moguri, que comenzaba a impacientarse ante la perspectiva de que el muchacho no se estaba tomando aquello con ninguna seriedad.

—Tienes razón. Esta no es manera de enculcar mis valores a aprendices.

El niño se acercó hacia la puerta con paso lento mientras Mogi le vigilaba. No podían estar seguros, pero los tres jóvenes allí presentes podrían haber dicho que el niño se estaba burlando en la cara de la rosada criatura para chincharle y fastidiarle, como si fuesen dos críos en un patio de recreo que se fastidian mutuamente.

Aquellas sospechas estuvieron más que confirmadas cuando llegó al margo de la puerta, alzó las manos hacia su boca para que su grito llegara a los oídos de la joven y gritó:

—¡Corre, Forrest, corre!

El moguri se acercó volando a Akio, furioso y aleteando con fuerza sus alitas.

—¿¡Qué!? —preguntó soltando un grito ante la cara del muchacho—. ¿¡Esa es la educación que repartes, kupó!?

—¡Claro! —el chico se llevó las manos a la nunca, dedicando una sonrisa maliciosa hacia Mogi para picarle más de lo que ya estaba—. Si no le animo a perseguir sus sueños, en este caso un camaleón imaginario, ¿quién lo hará?

—¡No has cambiado nada desde que eras un aprendiz, kupó!

La cara del moguri se volvió roja de la rabia antes de lanzarse a la persecución de la chica mientras Akio sonreía, como si aquella situación de verdad le divirtiera. En cuanto la criatura se perdió de vista entre los pasillos, chocó sus palmas y se dirigió hacia los aprendices.

—¡Recoged las cosas, inútiles! ¡Nos vamos de excursión antes de que ese lameculos vuelva!

Sin más dilación, el chico se colocó junto con el marco de la puerta, esperando a que los aprendices saliesen por delante de él cargando con los cubos y las fregonas. ¿Adónde pensaba llevarles? Podían protestar diciendo que querían quedarse allí, como había indicado Lyn... Pero era un trabajo demasiado grande y ahora les había fallado Dejay. Dependía de ellos qué hacer.

[Suzume Mizuno]

Fátima sonrió al enterarse de que aquella canción la cantaba la madre de Kousen. Le dijo un par de cosas sobre su mundo y entonces le prestaron atención a Yu. Estaba hablándoles de su mundo original cuando, de pronto, Dejay salió disparada del comedor con una excusa que dejó a Fátima paralizada.

“¿Se puede tener tanta cara?”

El pobre moguri reprendió a Akio cuando vio que no pretendía salir detrás de la desertora y que se mostraba más interesado por estudiarse las uñas. Pareció que iba a comportarse como el Maestro que se suponía que era, pero solo gritó una frase a la que Fátima no acabó de pillarle el sentido, excepto que estaba animando a Dejay a escapar lo más rápido posible.

“¿Quién es Forrest?”

Pero se olvidó de la pregunta al ver al moguri tan rojo como un tomate. Los ojos de Fátima se iluminaron. ¡Incluso así de enfadado era una monada!

Mogi se fue en busca de Dejay, dejando atrás a un divertido Akio. En cuanto perdió de vista a la criatura dio una palmada y exclamó en su dirección:

—¡Recoged las cosas, inútiles! ¡Nos vamos de excursión antes de que ese lameculos venga! — y se apoyó en el marco de la puerta, a la espera de que empezaran a moverse.

Fátima entornó los ojos. Era un Maestro, por lo cual tenía la categoría de Nanashi y se suponía que tenía que guardarle respeto. Pero empezó a preguntarse a qué loco se le habría ocurrido colocar a un crío en una posición en la que podía causar tantos problemas.

—¿Cómo que nos vamos de excursión? — repitió entonces, confusa —. ¿No se supone que luego toca la sala del trono?

Ni siquiera habían terminado con la mitad del comedor…

"Miedo me da. A ver qué está pensando hacer"

Se obligó a pensar con lógica. ¿Qué era mejor? ¿Obedecer a ese mocosillo o a Lyn? Los dos tenían el mismo rango, así que una orden podía anular a la otra. Y, por mucho que le doliera en el orgullo tener que soportar a un crío malhablado, no quería enemistarse con él. Es más, no quería enemistarse con nadie, al menos no tan pronto. Suficiente había tenido con Yeno. Si Lyn les reprochaba algo siempre quedaba el recurso de escudarse detrás de que Akio era un Maestro y no podían desobedecer.

“Tengo el presentimiento de que después nos tocará, sí o sí, terminar de limpiar el comedor y el salón de trono”.

Se volvió hacia sus compañeros.

—Creo que tendríamos que hacerle caso — dijo en voz baja —. Mejor que no nos coja manía.

Y levantó uno de los cubos, en el que metió la fregona, para dirigirse a la salida.

[YuOchiga]

-Vaya...- ese Dejay era listo... se había saltado fácilmente la cutrez de castigo. Me quedé mirando la lejanía, viendo como corría hacia el horizonte del lugar.

El maestro enano empezó a gritar algo de un tal Forest. ''Corre Forest, Corre'' exclamó. Era humor inglés?
El moguri le dijo bastante enfadado que esas no eran maneras de educar a los alumnos, pero el respondió con una sarcástica sonrisa en la boca:

-¡Claro! Si no le animo a perseguir sus sueños, en este caso un camaleón imaginario, ¿quién lo hará?- dijo, picando al lameculos-Moguri

-Llama a un psiquiatra- le dije al enano sarcásticamente. Menudas maneras de enseñar... a este se la ''soplábamos'' todos los presentes. No era algo que me fastidiara pero ahora estábamos a cargo de Akio, y eso podría repercutir en lo que nos haría hacer. A lo mejor se enfadaba con nosotros por haberse escapado Dejay. Quien sabe como se comporta un niño de esa edad ante estas situaciones...

Recuerdo que había un niño de unos 9 años en Ciudad de Paso al cual se le cayó un cucurucho de pizza al suelo. Y en vez de empezar a llorar, recogió los desperdicios, se dirigió a la tienda en la cual lo había comprado y se lo tiró a la cara al dependiente.

Totalmente impredecibles los niños de hoy en día...

Mientras estaba absorto en mis pensamientos, ( otra vez) el Moguri se había dado prisa en ir detrás de la chica dejandonos a solas con el enano este.
Le miré con aire despectivo.

-¡Recoged las cosas, inútiles! ¡Nos vamos de excursión antes de que ese lameculos vuelva!
- gritó Akio.

-Vaya... el también se ha dado cuenta de que es un lameculos ese moguri, je!- me dije a mi mismo.

Cogí mi mocho y lo tiré a la otra punta de la sala, ya no lo necesitaría, era de suponer. Nos íbamos de excursión, ocasión perfecta para preguntar cual era la misión o tarea, y si no me gustaba, podría poner pies en polvorosa.

[Kousen]

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Lamento la MEGAtardanza, pero he estado en cama con un fiebrazo de campeonato y malestar general :C

— "Ea... y ahí se va la muy escurridiza"

— Vaya...—

Dejay lo había logrado. Escapó del largo castigo que nos esperaba como alma que lleva el diablo, y a Akio no parecía impotarle lo más minimo. Si bien es cierto que el pequeño Moguri insistía en atrapar a la aprendiz tránsfuga, el joven maestro solo le siguió la corriente lo justo para que Mogi saliese pitando tras Dejay, dejándole libre para realizar sus tejemanejes sin que este le incordiase ni fuese a chivarse a Lyn o cualquier otro maestro.

—Tienes razón. Esta no es manera de enculcar mis valores a aprendices.— Fingió de mala manera.

Tras una pequeña bronca con el Moguri por la consiguiente burla, todo parecía estar apunto para que nuestro verdugo llevase a cabo su singular sentencia... a saber que sería, viniendo de alguien como él.

—¡Recoged las cosas, inútiles! ¡Nos vamos de excursión antes de que ese lameculos vuelva! — Soltó de sopetón ¡así, de la nada! ¿Qué pasa con la autoridad de Lyn entonces?

—¿Cómo que nos vamos de excursión? — repitió entonces, confusa —. ¿No se supone que luego toca la sala del trono? — Preguntó Fátima

Parecía debatirse en el mismo pensamiento que yo ¿Qué hacer? ¿Negarnos y que nos empeore el castigo o simplemente obedecer sin rechistar? Son las órdenes de un maestro, pero no sé si niegan las de otro...

— Tal vez existe un rango entre maestros o algo así, de los más antiguos a los más poderosos, en cuyo caso no hemos sido informados de absolutamente nada.—

Descarté ese último pensamiento y pensé en lo que había visto hasta ahora. Cuando los Moguris reciben una orden de un maestro, la obedecen al momento y dejan lo que tengan entre manos, aunque posiblemente lo hagan lo más rápido posible para continuar con su tarea inicial. ¿Sucederá lo mismo con los aprendices?
Mejor sería obedecer a Akio y no meternos en líos con los maestros, ya se encargaría Lyn de echarle la bronca cuando vea que ha mandado sus órdenes al traste.

—Creo que tendríamos que hacerle caso — susurró la joven —. Mejor que no nos coja manía.

— +1 a esa decisión. Mejor no ganarnos un castigo aún peor o que Akio nos meta en un lío de los buenos usando sus contactos como maestro — respondí — Solo mira lo rápido que ha despachado a Yeno.

Yu no dijo nada aparte de una pequeña burla al Moguri, agarró sus cosas y se dirigió al umbral de la puerta. Suspiré y agarré un par de cubos, pobre de mí.
A saber que se trae entre manos Akio.

[Soul Artist]

—¿Vais a obedecerme? ¡Bien! —se alegró el niño, sonriéndoles ampliamente—. Pensé que entraríamos en una pelea y os tendría que enseñar quién manda en este castillo. ¡Vamos, niñitos!

El niño echó salió del comedor a la cabeza, cantando una alegre canción infantil mientras indicaba el camino hacia donde iban. Se dirigieron hacia la izquierda del pasillo y caminaron rato largo entre las paredes de aquel lugar, cruzando la zona de las habitaciones de los aprendices y el salón de actos.

Akio comenzó a subir, finalmente, una larga escalera de caracol situada en el extremo oeste del castillo y que solo llevaban hacia arriba, sin puertas que diesen a más pasillos. Fue, seguramente, cuando los jóvenes se dieron cuenta de que definitivamente no iban al salón del trono; estaban yendo a otra zona en la que nunca habían estado, y desconocían por completo con qué objetivo. El muchacho les esperó delante de ellas y les indicó que subiesen por delante.

—¡Vamos! Aquí nadie se escapa.

Aquellas escaleras eran realmente interminables. Cada cierto tiempo, entre vuelta y vuelta, tenían disponible una ventana que les permitía ver el exterior, donde otros aprendices jugaban, se entrenaban y, resumiendo, no cumplían con un injusto castigo impuesto por un niño menores que ellos. Cuanto más subían, más evidente era dónde estaban: una de las torres inclinadas del castillo. Quizá por uso de magia ancestral que no comprendían no sintiesen que la torre no estaba recta, o tal vez su interior estuviese construido de manera especial; pero fuese como fuese, podían ver la torre contigua alejándose a cada piso que ascendían.

Finalmente llegaron, seguramente cansados, al final de la torre; el marco de la puerta que daba fin a las escaleras accedía a un pequeño cubículo rectangular a tres habitaciones. El niño se frotó las manos y se acercó a una mesilla colocada en la pared del fondo, situada bajo una ventana abierta y frente a dos de las puertas; sobre ella había un tarró de cristal con una rosa reposando en agua. Quitó la planta y derramó el agua para observar el interior, sonriente.

Del interior cayó una pequeña pieza de algo brillante parecido a oro. Se rebuscó en los bolsillos y sacó otra casi igual de plata, con las cuales se acercó a los aprendices.

—Llevo deseando tiempo largo hacer esto —comentó en bajo mientras se acercaba a ellos—. ¡Vosotros! Mirad al techo.

Al alzar la vista los jóvenes pudieron ver, en lo más alto sobre una de las paredes, dos pequeños huecos que parecían encajar con las piezas que Akio les ofrecía, situado a unos escasos centímetros de la esquina del techo. Dicho techo llegaba a los dos metros y medio de altura, por lo que con un simple salto no ayudaría a alcanzarlos.

—Está muy alto para mí —explicó el chico—. En principio ese sitio está pensado para gente muy alta, capaz de subirse a las paredes o capaces de hacer triples saltos mortales. ¡Quiero que subáis y coloquéis las dos piezas, como podáis! Y no intentéis mover la mesilla; está clavada al suelo. ¿A qué esperáis? ¡Venga!

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Sencillo, ¿no? Subid y colocad las piezas. El cómo, empezad a pensarlo.

[Suzume Mizuno]

Siguieron a Akio, que canturreaba de buen humor, y atravesaron el pasillo que daba a las habitaciones de los aprendices y al salón de actos. Al rato empezaron a subir por una escalera de caracol que llevaba a una de las torres inclinadas que Fátima había visto varias veces mientras paseaba por el jardín. Al principio pensó que se había equivocado, porque las escaleras continuaban en ascenso, sin torcerse hacia ningún lado. Sin embargo, a través de algunas ventanas podía verse cómo se alejaban de la torre vecina y no le cupo duda de dónde se encontraban. Lo que ya no sabía era qué había en esa torre.

Fátima jadeaba y tenía la boca seca cuando alcanzaron el último piso. Resistió el impulso de sentarse a recobrar el aliento y, en cambio, esperó a que su respiración se normalizara mientras examinaba el lugar. Era una pequeña estancia que daba a tres habitaciones. Akio trasteó con una jarra de agua que había sobre una mesilla, derramando su contenido, y se acercó a ellos sosteniendo en una mano empapada un pequeño objeto dorado y en la otra uno plateado prácticamente igual. Les ordenó que miraran al techo.

En la esquina superior había dos huecos, como si las piezas que Akio tenía hubiesen sido recortadas de la pared.

—Está muy alto para mí. En principio este sitio está pensado para gente muy alta, capaz de subirse a las paredes o capaces de hacer triples saltos mortales. ¡Quiero que subáis y coloquéis las dos piezas, como podáis! Y no intentéis mover la mesilla; está clavada al suelo. ¿A qué esperáis? — se impacientó —. ¡Venga!

Fátima se quedó mirándole con una ceja arqueada. Las preguntas acudieron a su boca: ¿por qué?, ¿para qué? Pero se las tragó todas antes de que pudiera ni despegar los labios. En realidad, prefería no saberlo.
Se cruzó de brazos y echó cálculos. Kousen, desde luego, era alto. Pero, aunque era delgado, no podrían levantarlo ni en broma entre ella y Yu. Asi que solo quedaba que alguno de los dos intentara llegar a los agujeritos.

—¿Me levantáis? — ofreció —. No tengo el mejor equilibrio del mundo, pero creo que si me subo a los hombros de Kousen y Yu me ayuda a no matarme podré hacerlo…

[YuOchiga]

Al final la misión era un simple capricho del niñato... o a lo mejor era algo mas importante, pero yo no le veia la importancia por ningún lado...

-Está muy alto para mí —explicó el chico—. En principio ese sitio está pensado para gente muy alta, capaz de subirse a las paredes o capaces de hacer triples saltos mortales. ¡Quiero que subáis y coloquéis las dos piezas, como podáis! Y no intentéis mover la mesilla; está clavada al suelo. ¿A qué esperáis? ¡Venga!

-¿En serio?- la misión era colocar dos piezas en el tejado, bastante alto por cierto... pero seguro que si nos subiamos unos encima de otros podríamos llegar. Yo no era muy musculoso pero si muy ligero, podrían hasta impulsarme con las manos.

Iba a decirles mi plan pero de repente la chica se ofreció voluntaria...

—¿Me levantáis? . No tengo el mejor equilibrio del mundo, pero creo que si me subo a los hombros de Kousen y Yu me ayuda a no matarme podré hacerlo…

-Si... podríamos subirte encima nuestra, o también podriais subirme vosotros a mi, ya que peso bastante pocoen comparación- la había llamado gorda sin querer. No tardaría en replicarme.
Desvié la mirada y miré a Kousen y le pregunté que qué le parecía lo que les estaba diciendo.

[Suzume Mizuno]

Al escuchar a Yu, Fátima se volvió con lentitud hacia el chico y lo examinó de arriba abajo con escepticismo. Prácticamente medían lo mismo, en torno al metro sesenta, y los dos eran delgados. ¿Es que le gustaba meterse en problemas o qué?

—Bien, parece que no escuchas. Y como veo que te gusta ser borde, me voy a permitir serlo también. He dicho “subirme a los hombros de Kousen”, no a los tuyos, porque está claro que me mataría si intentara subirme sobre los dos a la vez. Por otra parte, dudo que puedas conmigo o que yo pueda sostenerte a ti demasiado tiempo. Y como parece que somos más o menos iguales físicamente y debemos pesar prácticamente lo mismo, creo que deberías cerrar la boca y pensar antes de hablar — entrecerró los ojos y le lanzó una fría mirada —. Y haz el favor de no buscarme, porque me encuentras. Estoy harta de tener que ir limpiando de un sitio a otro y, que yo recuerde, estamos en esta situación en gran parte por tu culpa — se cruzó de brazos, respiró hondo y dijo: —. De todas formas es Kousen el que va a tener que aupar a otra persona, así que deberíamos dejarle elegir a él.

Echó un vistazo a Kousen, a la espera de que decidiera. Le molestaría bastante que se decantara por Yu, pero tampoco iba a ser tan infantil como para cabrearse… A menos que Yu insistiera en buscarle las cosquillas. Consideraba que había tenido suficiente con Yeno, pero tener que soportar a Yu y a Akio a la vez le estaba tocando la vena sensible.
Fátima era paciente, pero no tanto.

[Kousen]

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Perdón por la tardanza, pero en la universidad nos acribillan a trabajos. Viva Bolonia.

Genial.
Después de hacernos recorrer medio castillo tirando de las fregonas y los cubos arrastrando la lengua ante el resto de aprendices, nos hace subir una torre que probablemente sea una de las más altas.
Dejé los cubos en el suelo y me apoyé contra una pared secándome un poco el sudor y jadeando por el esfuerzo añadido de la escalera.

— Madre mía, a esto lo llamo yo entrenamiento inesperado — suspiré en voz baja

Mientras nos encontrábamos descansando el esfuerzo, Akio se puso a rebuscar en una mesilla en la que solo había un inocente florero... o eso parecía hasta que extrajo una brillante pieza de su interior a juego con otra que se sacó de la manga, curiosamente con la misma forma que unos huecos que se encontraban en el techo de la habitación.
Las órdenes eran simples: encajar las piezas en los huecos porque no ha pegado aún el estirón. Cualquiera sabe qué pasará cuando estén en su sitio, pero no podíamos rechazar las órdenes de un maestro así como así.

— Hmmm... demasiado alto para un doble salto... veamos.— Mi mirada vagó por la habitación hasta las escobas y los cubos, pero antes de poder decir nada, Fátima hizo una sugerencia.

—¿Me levantáis? —preguntó —. No tengo el mejor equilibrio del mundo, pero creo que si me subo a los hombros de Kousen y Yu me ayuda a no matarme podré hacerlo…

A primera vista no parecía mala idea, el techo estaría como a un par de metros y pico de alto, y añadiendo mis 1'80 a la estatura de Fátima no sería problema, aunque tuviese que alargar los brazos o alzarse un poco para llegar.
Yu se dejó oír desde su lado de la habitación.

—Si... podríamos subirte encima nuestra, o también podriais subirme vosotros a mi, ya que peso bastante poco en comparación— ¿En comparación? Yu también pareció darse cuenta de que no debería haber dicho esa última frase.

El efecto fue inmediato en nuestra compañera, que respondió, ya dejando ver un clarísimo mal humor que empezaba a surgir por todo lo que se iba acumulando hasta ahora. Le reprimió su falta de educación en el lenguaje, aclarando sus intenciones y por último, le advirtió.

— De todas formas es Kousen el que va a tener que aupar a otra persona, así que deberíamos dejarle elegir a él. — Dijo, y acto seguido ambos fijaron su mirada en mí.

Parece que me tocaba decidir a quién levantar de los dos mientras el otro se quedaba abajo. Iba a responder cuando me fijé bien: Dos fragmentos. Dos huecos.
No estaba comprobado, pero era mejor no arriesgarse e ir por lo seguro.

— Veamos — dije —. Tenemos dos objetos que encajar, completamente iguales. Puede que el mecanismo esté diseñado para reaccionar solo cuando ambos son introducidos a la vez, no lo sé — expuse mi razonamiento

Me acerqué a los trastos de limpieza que habíamos dejado atrás, agarre la escoba cuyo palo me parecía más largo y la llevé conmigo. Luego volví y tomé las piezas que nos ofrecía Akio, dándole el dorado a Fátima.

— Me explico. Yo alzaré a Fátima como pueda, así usa su mano libre para apoyarse en la pared y no caerse mientras encaja esta cosa. — Giré la cabeza — En cuanto a tí, Yu... — Le entregué la escoba en mano, dejando la parte de barrer hacia arriba y depositando el objeto plateado en la zona más firme posible de las ramas. — Tienes que alargar la escoba bajo el otro hueco e intentar ponerlo más o menos al mismo tiempo que nosotros sin que se caiga. Confío en que podamos sincronizarlo.

Ahora solo quedaba poner el plan en marcha... o eso esperaba.

[YuOchiga]

Fátima no tardó en echarme una bronca monumental que intenté detener, pero me superaba...

-Bien, parece que no escuchas. Y como veo que te gusta ser borde, me voy a permitir serlo también. He dicho “subirme a los hombros de Kousen”, no a los tuyos,

-Eh... p..-no me dejaba hablar

-Porque está claro que me mataría si intentara subirme sobre los dos a la vez. Por otra parte, dudo que puedas conmigo o que yo pueda sostenerte a ti demasiado tiempo.

-Pero no...

-Y como parece que somos más o menos iguales físicamente y debemos pesar prácticamente lo mismo, creo que deberías cerrar la boca y pensar antes de hablar .

-Ha sido.. un...

-Y haz el favor de no buscarme, porque me encuentras. Estoy harta de tener que ir limpiando de un sitio a otro y, que yo recuerde, estamos en esta situación en gran parte por tu culpa De todas formas es Kousen el que va a tener que aupar a otra persona, así que deberíamos dejarle elegir a él.

-Pero serás...- me habia tocado la moral la chca, no soportaba los gritos, para nada... odio los gritos, las reprimendas, no soy esclavo de nadie, era un elegido, UN ELEGIDO DE LA LLAVE ESPADA, no tenia que tratar con gente así, soy libre, libre LIBRE!

Kousen comenzó a hablar, pero yo estaba demasiado enfadado y nervioso como para escucharle

-Me explico. Yo alzaré a Fátima como pueda, así usa su mano libre para apoyarse en la pared y no caerse mientras encaja esta cosa. —Me miró — En cuanto a tí, Yu... — Puso uno de los trozos encima de la escoba, clavandola en el mocho y luego me la entregó en la mano.. — Tienes que alargar la escoba bajo el otro hueco e intentar ponerlo más o menos al mismo tiempo que nosotros sin que se caiga. Confío en que podamos sincronizarlo.

-¿Y si no quiero hacerlo?- ya estaba harto, había entrado en modo verbal-defensivo y sería dificil tratar conmigo- Veamos, un tipejo me llama ''putita'', mi maestra me desprecia, ese ''maestrito'' de llave espada se cree el rey de este lugar de mala muerte, los moguri son unos acusicas y esta es una sensiblera absorbe críticas. Tú eres el único que por ahora se salva Kousen, si!- estaba rojo de la ira, no habían hecho nada mas que tratarme como a un vulgar mocoso desde que llegué a Tierra de Partida... -Ahora pienso en lo bien que estaba en mi Ciudad de paso con mi libertad y mis aventuras...- me senté en el suelo, apoyando la escoba en el suelo y metiéndome la cara entre las rodillas.

No podían entender como era mi vida antes de esto... yo no era mas que un fantasma en la sociedad, un ser despreciable...

-Si queréis hacéis esta tontería de las piecitas sin mi. Que lo haga todo la chica, ya que tanto le gusta.

[Suzume Mizuno]

Al escuchar todas las amargas quejas de Yu, Fátima soltó un suspiro y se preguntó si Akio les saltaría de un momento a otro con un comentario hiriente.

“Desde luego, menudo espectáculo estamos montando”

Cuando Yu se sentó y enterró la cara entre las rodillas, Fátima sintió un pinchazo de compasión. No consideraba que se hubiera pasado, demasiado, pero también sabía reconocer el momento en que hacía daño a otro. Suficientes veces se lo habían hecho a ella en su pueblo.

—Si queréis hacéis esta tontería de las piecitas sin mí. Que lo haga todo la chica, ya que tanto le gusta.

“Tengo nombre, ¿sabes? Podrías habértelo aprendido a estas alturas” se mordió la lengua para no pronunciar esas palabras en voz alta y exhaló un largo suspiro.

—Bueno, mira, lo siento — se puso delante de él y se agachó para quedar a su altura —. Este día ha sido demasiado para todos. Nos estamos peleando por una soberana estupidez, y ya está. Da igual quién ponga las bolitas en su sitio, solo acabemos con esto de una vez para pasar el resto de la tarde tranquilos — titubeó antes de tenderle una mano para que la estrechara —. Lo siento, ¿de acuerdo?

[YuOchiga]

Ya no podía estar mas deprimido, no pensaba ayudar a nadie, como si me expulsaban del lugar, no haría caso a nadie.

De repente oí que se acercaba a mi Fátima. Lo que me faltaba, ahora me echaría en cara mi actitud tan infantil y mi berrinche sin sentido... No quería oirla, con lo que me hundí mas entre mis piernas para no escucharla demasiado.

-Bueno, mira, lo siento — dijo agachandose—. Este día ha sido demasiado para todos. Nos estamos peleando por una soberana estupidez, y ya está. Da igual quién ponga las bolitas en su sitio, solo acabemos con esto de una vez para pasar el resto de la tarde tranquilos

Lo sentía... nos peleábamos por una estupidez... ciertamente si... por decir que estaba gorda, sin querer...

-Pero yo no puedo, no quiero perdonarte... no... me has gritado y puesto nervioso- dije sacando más la cabeza- No me gusta que me griten- hubo un silencio bastante incomodo durante el cual me puse a pensar en todo lo ocurrido hasta ahora. No iba a dejarme avasallar, no iba a perdonarla, jamás, no era nadie para mi, no...

- Lo siento, ¿de acuerdo?- Fátima me tendió la mano.

-Qu...que quieres? Porqué me tiendes la mano? Acaso...- nadie me había tendido nunca la mano para hacer las paces, ya que siempre me habian metido en centros para rehabilitarme al causar problemas y es obvio que jamás tuve amigos.-¿Quieres hacer.... las paces?

Algo dentro de mi se removió...
Miré a Fátima de reojo, como indignado... pero no podía obviar el gesto que había hecho... así que decidí estrecharle la mano.

-Pe...per...- me costaba horrores- Perdoname tu..también, por favor- dije con los ojos cerrados y levantándome mientras seguía cogiéndole la mano

Estos dos... iba a tener que pasar el dia con ellos de todas maneras y mejor pasarlo tranquilo como decía Fátima...

-Bueno, pues vamos a hacer esta cosa de las piezas... Yo cojo esta escoba - dije recogiendo mi escoba y dirigiéndome a donde Kousen me había sugerido.

[Soul Artist]

—Preciosa escena, preciosa escena —Akio llamó la atención de los chicos con una tos forzada, llamándoles la atención y acercándose a ellos—. Habéis discutido, arreglado vuestras diferencias, ¡luchado con compañerismo! ¿Pero sabéis qué? ¡Este "maestrito" no tiene todo el día! ¡Dejad de hacer el vago y poneos a trabajar!

Así lo hicieron. Los tres aprendices procedieron de forma inmediata a las órdenes del niño para colocar las dos piezas del puzzle, Fátima con algo de dificultad intentando no caerse del apoyo de Kousen y Yu con su escoba. Con algo de esfuerzo lo lograron, escuchando cómo la puerta que se encontraba bajo los dos huecos se abría ligeramente con éxito, anulando su bloqueo como si de un cerrojo se tratara.

El niño no tardó en abalanzarse a la puerta, sin tan siquiera esperar a que la pobre Fátima se bajase de los hombros de su compañero; Akio empujó a Kousen para que se quitara de en medio y al hacerlo la chica perdió el equilibrio, cayendo encima de él sin posibilidad alguna de agarrarse a nada para evitar la caída. Por supuesto, al chico no le importó un pimiento lo que acababa de hacer; tan solo hizo señas a los tres jóvenes para que entrasen a la habitación.

—¡Vamos, os necesito aquí!

Cuando entraron pudieron darse cuenta de adónde les había conducido el muchacho: un dormitorio de aspecto rectangular, extendiéndose hacia la derecha de la entrada, donde al final una gran cama de sábanas amarillas con manchas negras, como la piel de un tigre. Dos estanterías con unos pocos libros se encontraban a su izquierda, con una mesa de escritorio justo enfrente de su posición y dos macetas enormes con plantas de aspecto exótico que se levantaban en las esquinas, decorando más la habitación. Tres ventanas dobles permitían la entrada de la luz al cuarto, en la pared hacia la que estaba el escritorio.

La verdad es que el lugar no estaba, en absoluto, ordenado; el escritorio estaba lleno de papeles esparcidos por él, junto con algunos objetos y pisapapeles. La silla de este, hecha de madera, sontenía en su regazo ropa usada, como pantalones o camisetas, y un par de sujetadores de color negro. La cama no estaba mucho más hecha precisamente; las sábanas se habían colocado de mala manera por ella, intentando dar el pego, pero las almohadas estaban mal colocadas y el pijama de quien quisiera que fuese aquella habitación se encontraba colgando del colchón.

Junto a la cama había dos mesillas, una con un despertador aparentemente digital (¿de qué mundo vendría?) y otra con una pequeña lámpara y un libro a su lado con un marcapáginas guardando el avance de su lector. Pegado a la pared, antes de llegar a la cama, un enorme armario doble de color madera oscura se levantaba majestuosamente, hecho de forma artesanal y de aspecto algo antiguo y gastado, al contrario que, por ejemplo, la silla del escritorio. Una de las dos pequeñas puertecitas de este tenía una pequeña cerradura, por lo que debieron imaginar que estaba cerrado.

Akio dio un par de pasos para colocarse en el centro de la habitación y observó su alrededor. Se chocó las palmas y señaló a los aprendices que se pusieran a trabajar.

—¡No preguntéis y poneos a limpiar! —les ordenó el crío, girándose hacia la cama—. Vosotros revolved todo lo que tengáis que revolver por la habitación con tal de "limpiar", pero quiero que no quede ni el más pequeño rincón sin inves... Limpiar. ¡Vamos! —el Maestro se tapó la nariz al respirar ligeramente por ella, asqueado—. ¡Y que alguien abra una ventana, este sitio huele a perro!