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... Por la presente os declaro "aprendices de héroe" y os otorgo el derecho a participar en los juegos. Además...Los dos aprendices escuchaban a Phil mientras leía uno de los dos papiros que sotenía entre sus manos, acompañado de Zack, a su derecha, y un hombre musculado y pelirrojo con los brazos cruzados: el archifamoso Hércules del cual tanto habían oído hablar.
No habían tardado en ser conducidos del campo de batalla a la sala donde durante las rondas anteriores habían esperado a sus combates. Sus vidas habían cambiado mucho en apenas unas horas: de dos jóvenes que participaban en unos sencillos juegos habían pasado a conocer a una chica que negaba a los Maestros, habían sido acusados de hacer trampas, habían sido utilizado cuales marionetas por un dios... Y habían acabado con la vida de un hombre. ¿Qué importaba ya la copa?
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... Habéis ganado la Copa Phil, que pasará a ser quedar a vuestro nombre para la posterioridad.Hércules se acercó a Fyk y le entregó una enorme copa de bronce, situada sobre un pequeño pedestal de mármol donde, en un emblema, estaba escrito "Copa Phil – Blue Kid & Scarfman". Le revolvió la cabeza, contento de que hubiesen ganado, y volvió con el sátiro.
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Habéis salvado Tebas y habéis ganado los juegos —señaló Phil, contento con los dos chicos—
. Quizás se fuese todo un poco al traste al final, pero habéis ganado con todas las de la ley. ¡Os merecéis ese premio!—
¿Por qué haría aquel hombre aquello...? —preguntó retóricamente Zack. Nadie sabía que había sido el espíritu de Gárland el que se había apoderado del cuerpo del participante, al fin y al cabo.
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Formaría parte del club de fans de ese villano. ¡Qué más da ya! Está muerto, y tras matar a tanta gente se ha hecho justicia —replicó el sátiro—
. Ya no queda nada de él, menos la armadura. No podremos saberlo nunca.Zack desvió la mirada hacia Ragun. Había participado codo con codo con él durante el combate, pero se había perdido todo el final, por lo que no sabía cómo había terminado el combate.
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Tenemos trabajo por delante, Herc —Phil bajó del pedestal en el que estaba y echó a caminar hacia la puerta de salida del Coliseo, acompañado del musculitos—
. Debemos reparar los daños ocasionados por ese lunático, informar a la ciudad de que ha pasado el peligro... ¡Menos mal que apareciste para distraer a aquellos monstruos negros mientras le gente huía...!—
Ragun... Fyk...Zack se acercó a los dos chicos con un par de pasos mientras Phil salía de la habitación, dejándoles solos. Se rascó el pelo y clavó su mirada en su amigo, volviendo a mostrar su sonrisa habitual.
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Gracias por salvar la ciudad. Temía que se repitiera lo de de hace pocos años, con los Titanes y Gárland... Algún día seréis tan grandes como Lyn. No es mucho, pero...El joven se llevó la mano a su cinturón y de él sacó una pequeña esfera azul clarita incrustada en él, entregándosela a Ragun.
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Es una materia —explicó el muchacho—
. Yo... No sabría explicarlo, pero es un objeto muy importante para mí. No hace nada en principio, pero podríamos decir que contiene parte de mi ser, de mis recuerdos... Nos mantendrá unidos, estéis donde estéis.Las puertas se abrieron de nuevo, interrumpiendo al chico de pelo negro. En la entrada apareció una cara familiar para ambos que quizás se alegrasen de ver: su Maestro Kazuki. Pese a su pelo revoltoso y sus ropas habituales, el rostro del hombre parecía cambiado, ligeramente más serio de lo habitual. Observó a Zack y dio unos pasos hacia los chicos.
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Eh, podrías... ¿Podrías dejarnos solos?—
¿Quién eres? —preguntó Zack, arqueando las cejas.
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Yo, esto... Soy amigo de Lyn. Estos dos aprendices están a mi cargo y es hora de que vuelvan a casa.Zack obedeció en silencio, pues el nombre de Lyn, como bien sabían los chicos, era sagrado para él. Abrió la puerta y se dispuso a salir, no sin antes girarse hacia los dos, dedicarles una amplia sonrisa y asegurarles:
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Volveremos a vernos.Volvieron a quedarse solos, esta vez en compañía de su Maestro. Este observó a los dos chicos, más serio de lo que nunca le habían visto.
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Lyn me explicó tus trampas, eh, Fyk; esperábamos que te echases atrás y obrarás bien. Pero esto... Lo que he oído... Decidme... Que no habéis matado a un inocente.Kazuki lo sabía. De algún modo se había enterado de ello que aquel que había vestido la armadura no era el culpable, y la idea no le hacía feliz. Su voz parecía mostrar algo de dolor y decepción, por partes iguales. Esperaba una respuesta de los chicos, una excusa para lo que había pasado.
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Llévame a la armadura, Ragun... Fyk, quédate, eh... Aquí.